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Carlos Rosario nunca pensó en dedicarse a esto. Ni siquiera cuando, de pequeño, le fascinaban las películas de samuráis y devoraba la revista que hoy le está entrevistando. “Todos los veranos, cuando viajaba a España, iba a Gandía, de donde son mis padres, y me pasaba todo el tiempo leyendo Fotogramas”. Nacido en Perpiñán (Francia), la idea de ver sus diseños desfilando por pasarelas cambió cuando participó en una colección de Christian Dior en París inspirada en el Hollywood de los años 50, donde todos los modelos eran actores. La mecha del cine había prendido y, con una maleta cargada de incertidumbre, sueños y dibujos, cruzó el charco.
En Los Ángeles, Carlos Rosario conoció a quien pronto se convertiría en su padrino, el diseñador de vestuario de ‘Batman y Robin’ (Joel Schumacher, 1997), quien delegó en él la tarea de hacer las ilustraciones que imaginaban a George Clooney enfundado en el traje del superhéroe de Gotham. "A partir de ahí, vino todo", recuerda antes de enumerar las películas en las que hizo callo como ilustrador y asistente de vestuario: 'Sleepy Hollow', 'El planeta de los simios', 'Chicago', 'X-Men 2', 'En la cuerda floja', 'Tron: Legacy' o 'Capitán América: El Soldado de Invierno'. 25 años entre bocetos, hilos, patronajes y retales que le llevarían en 2016 a ponerse al frente de los talleres de confección de 'No respires', el aclamado thriller psicológico del uruguayo Fede Álvarez, con el que Carlos Rosario ha vuelto a colaborar en el diseño de vestuario de 'Alien: Romulus'. "Y entonces llegó 'Shogun'", explica antes de coger aire y relatar la que, hasta ahora, ha sido la gran aventura de aquel niño que leía Fotogramas y soñaba con Kurosawa.
2.300 piezas de vestuario diseñadas, un equipo de más de 300 personas hilvanando, tejiendo y dibujando, repartido entre Estados Unidos, Canadá, Japón, China y Tailandia. Cinco países y cinco meses de preparación previos a un rodaje monumental en Vancouver que se extendió desde septiembre de 2021 a julio de 2022 para rodar diez episodios de una serie que, tras la emisión de su final este martes en Disney+, ha demostrado por qué no es la nueva 'Juego de Tronos'. En 'Shogun', serie ambientada en el Japón feudal del siglo XVII que narra cómo la llegada de un barco europeo convulsiona las luchas de poder tras la muerte del Taiko, hay armaduras robustas que centellean a la luz del sol nipón, kimonos que acarician tatamis en silencio y plumas de pavo real que visten chalecos de samuráis antes de que una katana sea desenvainada en mitad de una batalla.
Hablamos con Carlos Rosario de estas y otras piezas de vestuario confeccionadas con mano de artista, casi de orfebre, y abrimos los armarios de 'Shogun' y las puertas de sus talleres de costura y diseño para diseccionar las claves y secretos de una serie que no da puntada sin hilo y que aspira a convertirse en la mejor ficción televisiva de 2024.
A un diseñador de vestuario, cuando ve la película o serie de televisión en la que ha participado, ¿le cuesta seguir la trama porque no quita ojo de sus diseños?
¡Yo estoy todo el rato pendiente de ellos! ‘Shogun’ ha sido un trabajo tan duro que, cuando ahora veo los diez episodios de la serie, me fijo constantemente en todos los detalles del vestuario.
Y al ver esos diseños, ¿qué has sentido?
Mucha satisfacción. Y eso que soy un perfeccionista.
¿Cuál ha sido el mayor reto que te ha planteado la serie?
La autenticidad, representar la cultura y estética japonesas de la forma más respetuosa posible y, como francés y español, poder conectar con esa energía. Lo más importante para nosotros era acercarnos a esa época comprendiendo el lenguaje del vestuario, estudiando pinturas para después proyectar el aspecto emotivo de los personajes a través de los diseños. Pero, sobre todo, estar seguros de que los japoneses iban a estar orgullosos de nuestro trabajo y de que en el resto de países se comprendiera la magnitud de un proyecto donde el equilibrio entre la parte histórica y la estética era esencial.
Has mencionado las pinturas del Japón feudal. ¿Qué otros referentes históricos habéis estudiado para sumergiros en ese universo de samuráis que vemos en ‘Shogun’?
Fuimos directamente, sin ningún filtro, a las pinturas porque es lo único que verdaderamente conserva la esencia y las raíces de esa época. Consultamos todos los libros que había de aquella época y estuvimos en contacto con un profesor de historia japonesa de la Universidad de Kioto que nos ayudó a comprender las pinturas, sus colores, el emplazamiento de los personajes e, incluso, los cortes de pelo. Los propios actores japoneses de ‘Shogun’, que han hecho infinidad de películas de samuráis durante tanto tiempo, también nos aconsejaron y fuimos a museos de todo el mundo que conservan piezas originales para estudiar sus texturas, telas, tonalidades…
Antes de participar en ‘Shogun’, ¿tenías algún vínculo con la moda asiática o sentías algún tipo de fascinación por la cultura japonesa?
Nunca había hecho nada relacionado con la moda japonesa. Siempre me ha fascinado su cultura, su cine, las películas que se han rodado sobre la historia de Japón, Akira Kurosawa… Todavía recuerdo el impacto que me generaron los colores y las armaduras de ‘Ran’ cuando vi la película de joven. Pero es la primera vez que me enfrentaba a un proyecto como ‘Shogun’. Al final, ese es el trabajo de un diseñador: adaptarnos a cualquier tipo de circunstancia después de leer un guion. La última película en la que he participado ha sido ‘Alien: Romulus’. Es decir, he pasado de diseñar samuráis del siglo XVII en Japón a rodar en el espacio con Fede Álvarez.
¿Qué pieza de vestuario te ha supuesto más quebraderos de cabeza en ‘Shogun’?
Probablemente los jinbaori, que son una especie de chalecos que llevan los samuráis encima de la armadura cuando van a las batallas. Al inicio del proyecto, hablé con la hija de Akira Kurosawa, que también es diseñadora, y me comentó que el jinbaori era una pieza que te permitía ser más creativo y con la que se podía definir muy bien al personaje. Algunas de las piezas que más nos costaron fueron precisamente dos jinbaori que Toranaga luce al final de ‘Shogun’: uno de ellos, cosido a mano con centenares de plumas de pavo real de varios tamaños; el otro imitaba a una armadura y era un jinbaori con decenas de piezas de madera y cuero envejecidas, cortadas a mano y unidas con cuerdas de diferentes colores. Tardamos varias semanas en confeccionarlos.
¿Qué papel juega el vestuario a la hora de proyectar la personalidad y la dimensión emocional de los personajes?
Importa muchísimo, sobre todo en una serie como ‘Shogun’. Uno de los mejores comentarios que he leído de la serie venía a decir que el vestuario es tan perfecto que uno puede quitar el sonido y comprender quiénes son los personajes. Y ese es mi papel como diseñador: no solo incorporar la vertiente histórica, sino también la parte psicológica de cada personaje. No es lo mismo confeccionar el vestuario para los paisanos de Ajiro, el pueblo pesquero, que para los que viven en la ciudad de Osaka o los nobles del castillo.
¿Cuáles son esos detalles de vestuario que crean a los personajes?
Por ejemplo, el algodón, que en aquella época era algo único y muy caro. Hemos hecho tabis de algodón solo para Lady Ochiba, el taiko, el príncipe y la Daiyoin, que son los cuatro personajes más poderosos de la serie, los únicos que podían permitirse ese algodón. Además, Lady Ochiba, que es el personaje femenino más importante, es la que tiene más capas de vestuario, entre cinco o seis. Mariko, de un nivel social más bajo, tiene tres y si nos fijamos en los aldeanos de Ajiro o en las calles de Osaka, veremos una capa o dos.
En la trama juegan un papel fundamental los personajes europeos, desde John Blackthorne, el protagonista inglés al que da vida Cosmo Jarvis, hasta los portugueses encarnados en las figuras de Vasco Rodrigues y el Capitán Ferreira. ¿Cómo has abordado el vestuario de unos personajes que venían desde la otra punta del mundo?
No quería que personajes como Ferreira y Rodrigues se vieran tan estereotipados o con tanto cliché como en la serie de los años 80. La idea era que su vestuario fuera más sutil, que no remitiera tanto a lo verdaderamente español o portugués, porque, en realidad, ellos son extranjeros en un país como Japón, en modo superviviente. De ahí que huyéramos del estilo europeo. En el caso de Rodrigues, al llevar tanto tiempo en Japón, en lugar de tener una blusa como la de Blackthorne, un recién llegado, su personaje lleva un kosode, que era como se llamaba al kimono de aquella época. Pero lo que hace Rodrigues, demostrando estar más adaptado a la sociedad japonesa que Blackthorne, es cortar ese kosode para transformarlo y convertirlo en una blusa.
Uno de los elementos más fascinantes y atractivos a nivel visual de ‘Shogun’ son las armaduras de los samuráis, algunas de ellas expuestas a lo largo de la serie como objetos divinos a los que prácticamente se venera. ¿Ha sido la parte más emocionante del diseño de vestuario?
Ha sido genial. Me lo he pasado tan bien diseñando las armaduras que creo que nunca volveré a vivir algo así. Por un lado, como en ‘Shogun’ hay varios ejércitos, lo complejo era realizar diseños muy específicos para varios tipos de armaduras y personajes. Y, por otro lado, nos enfrentábamos al reto de tenerlo todo listo en 6 semanas: investigar, desarrollar boards (paneles de inspiración), diseñar las armaduras, entregar los dibujos a un experto y a los showrunnersde la serie para que los aprobaran… Además, no había tiempo para una segunda opción. Todo tenía que salir a la primera. Contaba con un equipo de cinco ilustradores trabajando constantemente conmigo, los siete días de la semana, y, para cada armadura de cada categoría de cada ejército, realizábamos unos 20 o 30 boards que posteriormente enviábamos a las compañías encargadas de fabricarlas en China.
Galería de fotos: Los bocetos de armaduras y samuráis de Carlos Rosario para 'Shogun'
Los actores, a veces, se llevan algún objeto del rodaje como recuerdo. ¿Qué pieza del vestuario de ‘Shogun’ se hubiera llevado Carlos del Rosario a su casa?
El jinbaori con plumas de pavo real de Toranaga sería una de ellas, es muy simbólica. La otra sería un uchikake de Lady Ochiba, un kimono con una especie de abanicos que lleva encima de su prenda y que confeccionamos al final de una jornada de rodaje en la que apenas teníamos tiempo. Lo que hice fue buscar rápidamente debajo de las mesas de mis costureras todos los trocitos de tela que habíamos usado en otros diseños y que no queríamos perder. Eran piezas únicas, muy caras y costosas, que venían de Japón en tubos de diez metros. Reciclamos todos esos retales para crear los abanicos del uchikake de Lady Ochiba. Es una obra de arte preciosa que, además, apunta a una idea: la mujer más poderosa de Osaka lleva encima de sus prendas las telas de los vestuarios de todas las mujeres nobles de la ciudad.
Japón, siglo XVII, reto superado con ‘Shogun’. Pero, si tuvieras que viajar en el tiempo otra vez y abrazar la cultura española, ¿en qué época histórica de nuestro país te gustaría aterrizar como diseñador de vestuario?
Me da igual la época, yo quiero trabajar con Almodóvar. Soy fan de su cine, de su forma de dirigir, de sus mensajes… Es un genio.
¿Alguna película de su filmografía que te haya marcado en tu carrera como diseñador?
Cuando era joven y fui a ver ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’, creí que era yo el que me moría de un ataque al corazón. Estaba muerto de risa. Ahí empezó mi amor por Almodóvar.
Ese traje rosa de Julieta Serrano…
Increíble. La estética de sus películas es única. Hemos hablado de la dificultad que implica el vestuario de ‘Shogun’, pero en el cine de Almodóvar hay una estética tan específica, tan marcada, que también es muy complicado abordar el estilo de los personajes y encontrar la pieza adecuada para cada uno de ellos.
Galería de fotos: El vestuario de 'Shogun'
¿Has tenido la oportunidad de conocerle?
No, ni a él ni a J. A. Bayona. Ahí tienes a otro genio.
Al igual que sucede en ‘Shogun’, impresiona ver cómo el vestuario de ‘La sociedad de la nieve’ termina convirtiéndose en una seña de identidad de los personajes. Es casi una extensión emocional…
El nivel de detalle de ‘La sociedad de la nieve’ es brutal. Comprender el deterioro de los textiles, de la ropa al estar en contacto con el frío, implica mucho trabajo. Y esa es la misma razón que nos ha llevado a cuidar tanto los detalles en ‘Shogun’ con el fin de que la audiencia pueda involucrarse en la historia. En un mundo en el que todos quieren hacer las cosas de manera muy rápida y productiva, sin ninguna calidad, también existe una gran belleza en hacer las cosas con pasión, cuidando el detalle.
La importancia de los detalles… ¿Has incluido alguno de tu propia cosecha, algo personal que remita a tus raíces, en el vestuario de ‘Shogun’?
Hubiera sido incapaz de incluir solamente uno. Todo lo que he aprendido este tiempo, todo lo que soy, a donde me han llevado estos 30 años de trabajo… Todo está puesto en esta serie. No puedo estar más contento con el resultado que hemos logrado y por todo lo que hemos vivido. ¿Quién tiene la suerte, la oportunidad, de diseñar samuráis? ‘Shogun’ es un proyecto único, el proyecto de una vida.
Se perdió una mañana de instituto para ver el final de ‘Perdidos’ y, aunque la leyenda cuenta que está en FOTOGRAMAS por sus tortillas de patata, la realidad es que lleva en la revista desde 2016 como “el chico de los vídeos”. Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, un día se cansó de vivir entre muggles y, antes de que ‘Cinema Paradiso’ y ‘El espíritu de la colmena’ despertaran su fascinación por el séptimo arte, decidió (no) crecer imaginando su infancia entre hobbits y jedis. Vive enamorado de Emma Watson y Michael Scott, y está convencido de que su cima en la vida ha sido, es y será decirle a Viggo Mortensen en un ascensor que todavía guarda una figura de acción de Aragorn.
