Amar es lo que importa - Revista Bohemia
Foto. / salud.msp.gob.cu
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Amar es lo que importa

Hay avances a nivel mundial en el enfrentamiento a la homofobia. Sin embargo, más de 60 países sancionan el homosexualismo con severas penas, que puede ser hasta la capital. Las leyes por sí solas respaldan pero no solucionan, porque urge cambiar la mentalidad respecto al tema


Nada hay más propio que nuestro cuerpo; nada más íntimo que los sentimientos. Elegir cuándo, cómo y con quién compartirlos devendrá acto emancipacipatorio. Jamás ha de depender del criterio de otros. La libertad emocional es garante del bienestar espiritual, del que se alimenta el amor.

Rinna Riesenfeld, destacada psicóloga y sexóloga mexicana, autora del libro Papá, mamá, soy gay. / buap.mx

La brasileña Simone presentó en 1996 una canción algo polémica, Dos enamoradas: Se amaron contra la corriente/ desnudando espaldas,/ levantando faldas/ y fueron amantes más que camaradas/ Dos enamoradas/ dos locas de atar/ Probaron un amor prohibido/ y ya es conocido,/ va de boca en boca,/ que una estaba loca de miedo y de duda/ y otra iba desnuda/ ávida de mar

“Contra la corriente”,  “dos locas de atar”; “probaron un amor prohibido”, “… una estaba loca de miedo y de duda”. Todo por ser dos mujeres que se amaban. Dos personas del mismo sexo, que la sociedad condenaba –y condena aún-, pese a los avances apreciables en muchos países.

El portal dedicado a las estadísticas, STATISTA, comenta acerca del adelanto en lo relacionado con la comunidad LGBTIQ+, sustentado en leyes y acuerdos que garantizan más respeto para sus miembros. No obstante, la intolerancia que aún subsiste contra las relaciones sexuales entre personas gais o lesbianas es delito “en 67 países -la mayoría ubicados en Oriente Medio, África y Asia- castigado con la pena capital en once de ellos (Mauritania, Nigeria, Somalia, Afganistán, Brunéi, Irán, Pakistán, Catar, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Yemen). En otros, puede suponer la cadena perpetua o hasta más de 20 años de prisión”.

Asimismo, bajo el pretexto de “librar a la sociedad del mal”, en no pocos países se incurre en delitos de odio y se apela a la violencia, o a comportamientos discriminatorios, tanto en el tratamiento cotidiano, como a la hora de ubicar en puestos de trabajo a las personas gais.

Desde 1990

Cada año, alrededor del 17 de mayo, se celebra la Jornada contra la Homofobia y la Transfobia. La selección del día responde a que, en esa fecha de 1990, la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad, considerada históricamente como una conducta reprobable y una enfermedad mental ‘curable’. La excluyó de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud, como resultado de una ardua y larga lucha por los derechos de las personas de preferencias sexuales no héteros.

Aproximadamente 13 años antes –en 1973- se había logrado que la Asociación Norteamericana de Psiquiatría retirara a la homosexualidad de los trastornos incluidos en la sección de Desviaciones sexuales de la segunda edición del Manual Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM-II).

La jornada en Cuba

Hasta el 18 de mayo se realiza la  XVII Jornada contra la Homofobia y la Transfobia en toda Cuba, con el lema ‘El amor es ley’. Las sedes principales son las provincias de La Habana y Mayabeque.

Según Mariela Castro Espín, Directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), en estos días es muy importante continuar facilitando la garantía de los derechos sexuales de todos y, muy especialmente, los de la comunidad LGBTIQ+, tanto en el ámbito familiar, como en el social y comunitario.

Desde el 2 de mayo y de forma virtual y presencial, se desarrollan intercambios de experiencias en temas relacionados con la sexualidad, y por todas las vías posibles visibilizar todo tipo de discriminación por orientación sexual, identidad de género o expresión de esta en espacios familiares y combatirlos.

Un tema presente durante la jornada ha sido el rechazo al recrudecimiento del bloqueo, a las ansias de dominación por el gobierno de Estados Unidos y la solidaridad total con la causa palestina, así como la denuncia contra de las acciones genocidas del imperialismo y del sionismo internacionales.

Se ratifica el propósito del pueblo cubano de no admitir forma alguna de violencia de género, en particular, las que afectan a mujeres, niños, niñas, adolescentes, personas en situación de vulnerabilidad “y a las que construyen sexualidades, identidades y expresiones”, como dijera la directora del Cenesex.

Un tema que genera dudas, temores… y aprendizaje

“Este es un tema del cual hay que hablar, porque siempre genera dudas, miedos, inquietudes”. Opina Rina Riesenfeld Robinson, una de las más reconocidas sexólogas de México, licenciada en Psicología con maestrías en Ciencias Sexológicas, y en Psicoterapia.

Intercambiar con ella es todo un aprendizaje. La empatía es inmediata y fluye la conversación. Acerca de ser gay opina: “Se refiere a las personas que son homosexuales –gais, los hombres que sienten atracción por otros hombres, y lesbianas, mujeres a quienes gustan las mujeres-; Con esa condición no se nace. No hay una fábrica de gente gay. Es algo muy parecido a ser diestro o ser zurdo. La atracción tiene mucho que ver con el instinto –no es aprendido-, es algo que se forma en nosotros y no es fácil definirlo”.

En sus grupos, al preguntar a alguien cuándo sintió por vez primera algo distinto hacia otra persona -que le daba gusto verle y se ponía nervioso, le hacía sentir algo diferente…-,  la mayoría da una referencia entre kindergarten o primer grado, momentos en que no se conoce de homosexualidad, ni nada por el estilo, es algo más instintivo.

Este libro se editó por vez primera en el año 2000, y 24 años después tiene una gran demanda. / Archivo de la autora.

Por la experiencia de su labor asegura que el 10 por ciento de la población de cualquier grupo no es heterosexual. Su afinidad no es con el otro género. Puede ser incluso bisexual, pero hay una parte de homosexualidad.

La salida de su libro Papá, mamá soy gay, en el año 2000, le posibilitó un intercambio muy amplio con la población. Su vida, igual que la del colega y amigo de aventuras Luis Perelman, cambió.  Fundaron la primera librería especializada en educación y cultura de la sexualidad, El Armario Abierto, y un programa de televisión para abordar el tema en general que les ganó mucha teleaudiencia, por la forma coloquial y amena de tratar aspectos científicos.

 “Lo escribí porque una amiga me sugirió hacer algo sobre una situación signada por muchos prejuicios, entre ellos la homofobia. Padres de personas gais me decían que se sentían muy solos. A casi nadie habla de eso. Todos comentan cómo aspiran a que sean los hijos, pero nadie habla de gais, homo, hétero, inter o transgéneros. Quienes viven la experiencia, sienten una incomunicación horrible y no todo el mundo va a terapia para contar su cúmulo de problemas. Entonces, al hacer algo para darle voz a tanta soledad, surgió este libro al que agradezco momentos muy agradables”.

— ¿Qué importancia le confiere al respeto a las personas con orientación hacia los de su mismo sexo?

—Lo más importante no es la orientación, sino los derechos, si usted no tiene la potestad de decidir a quién amar y con quién compartir su cuerpo, ¿a qué tiene derecho? Precisamos entender que la orientación sexual -atracción amorosa y erótica por alguien, como tema de pareja- nos incumbe mucho socialmente y no puede pasar que un ser humano resulte discriminado por seducir a este o aquel. La pareja, siendo un asunto tan social es, a la vez, muy personal. Uno elige a la suya y eso no tiene porque repercutir en los demás.

“Es necesario entender que la sociedad discrimina a lo que ve como diferente.  El amor incondicional no existe; si un sentimiento condicional hay en el planeta es el amor. Y voy a hablarte de heterosexualidad, porque de lo contrario no vas a entender la homosexualidad. Debemos partir del hecho de que, aun siendo del sexo opuesto, no puedes llevar a tu casa a cualquiera. Si te enamoras de X, siempre habrá preguntas acerca de la edad, la religión que profesa, el color, si trabaja o no… Y por cada respuesta que des invariablemente recibirás algún criterio.

“En mi libro empiezo con quejas de héteros, no de gais, porque no hemos aprendido a decir: ‘Si otra persona te hace feliz, yo soy feliz por ti’. A mí no tiene que gustarme el novio o novia de los demás… Si así estamos entre uniones de sexos opuestos, el de gusto diferente es más complicado”.

— ¿Cómo ha podido sortear los obstáculos de vivir en una sociedad machista para realizar su trabajo?

No he tenido grandes problemas; cuando empecé mi carrera encontré a hombres que me dijeron cosas desagradables; les di unos contestones para morirse. Puedes imaginar cómo veían a una mujer y, por demás, sexóloga. Yo era muy callada, pero trabajé con doctores que propiciaban un ambiente desagradable hacia las damas. Por eso tuve que aprender a ser hostil y dar respuestas que hoy me avergüenza repetir. Tenía dos alternativas: parar aquello o renunciar a mi trabajo, y fue lo primero. Hoy son muy gentiles y colegas. Gané respeto, porque no tengo reparos para referirme a la sexualidad; le entro de frente a un asunto del que muchos no quieren -o no pueden- hablar, por falta de preparación”.

Los talleres sobre sexualidad son espacios para entender por qué es preciso luchar contra los prejuicios en torno a la homosexualidad. / Archivo de la autora.

Quienes la conocen aseguran que siempre se las ingenia para ganar al auditorio. ¿Qué técnicas aplica?

—Trato de generar empatía. Si no lo logro, los participantes no entienden. La cabeza tiene dos oídos; por uno entra lo que les estas diciendo y por el otro sale, y la única manera de amarrarlo está en bajar a las emociones. Muchas veces nadie sabe acerca de esta materia, por eso, es necesario motivar.

“Cuando explico la orientación, la identidad, la transexualidad, no pierdo la ocasión de desarrollar una dinámica chiquita del grupo. Les pido a los asistentes que se sienten e imaginen que la sociedad -en este caso yo- los ve al revés.  Empiezo a molestar, a la mujer le hablo como si fuera hombre y viceversa. La gente se ríe o se siente mal, pero aprende.

“Muestro gráficas de parejas de todo tipo, abrazándose, besándose: hombres con hombres, mujeres con mujeres y hombres con mujeres, y les pregunto si el amor se ve distinto por el envase, ¿es el envase lo que hace la diferencia? ¡Ojalá hubiera más personas y menos envases! Existirían menos problemas en el mundo: la esencia es importantísima”.

El rechazo lleva a la exclusión de otros por pensar o actuar aparentemente de manera discordante. ¿Qué es para usted la discriminación?

—La segregación a una persona o un grupo de personas por puro prejuicio, lo que genera es un gran daño. El de la homofobia es como si fuera un tema perenne para el que no hay un “ya se acabó” en los países latinos. Pasa de generación en generación, con el propio dinamismo de la vida; por eso es una buena opción es el surgimiento de los grupos de ayuda, en los que mamás y papás hablen y se vean apoyados, algo que los hace sentirse fuertes, y saber que tienen con quien contar.

 “Voy a la experiencia de que la vida no es solo este tema. Es una obra de teatro: cada vez que se abre el telón, sabemos dónde empieza -con actos diferentes-, pero no dónde termina, y deviene hermosísimo episodio. Lo más lindo que he sacado de trabajar con seres humanos -no solo me dedico al tema gay- es que las historias de los mortales son una gran aventura”.

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