Ecotopía, la utopía de reconectar con la naturaleza para salvar el planeta

Ecotopía, la utopía de reconectar con la naturaleza para salvar el planeta

Sostenibilidad

El ensayo 'Ecotopía. Una utopía de la tierra' propone crear una nueva relación con la naturaleza más allá de la ecología

Es tiempo de cambiar nuestra relación con la Tierra. Está en nuestras manos ampliar el sentir ecológico para llevarlo hasta la ecosofía

El autor propone conectar con la naturaleza y consumir menos recursos energéticos

Albert Asensio

Llevamos muchos siglos sobre este planeta. El hogar que habitamos está enfermo, explotado y al borde del colapso. Los glaciares de la alta montaña se funden, el nivel del mar crece, el calentamiento global es cada día más evidente, la deforestación crece, mientras el ansia de la moderna sociedad industrializada parece no tener límites. Explorar territorios por la galaxia donde seguir esta explotación no parece la mejor idea. Se trata de cuidar la naturaleza que nos ha dado la vida y nos sostiene. 

Las mal llamadas civilizaciones primitivas siempre mantuvieron una relación devocional con la tierra que habitaban. Como defiende el animismo, hay vida en todo aquello que nos rodea. Lo decía el sabio cazador de la taiga Dersú Uzalá en la película rodada por Kurosawa en 1975. “El fuego y el agua son gente, el sol es gente importante y la luna también lo es.”

Escuchar las armonías y los latidos de la Tierra es la base de la ecosofía

La ecología como ciencia medioambiental tiene en cuenta que la Tierra, nuestra morada, es finita, pero tiene una visión antropocentrista. El hombre siempre es el centro dominador de la relación con ella. La pregunta no debería ser tan sólo ¿qué puede hacer el hombre por el entorno natural? Sino ¿qué podemos aprender de la naturaleza?

Escuchar las armonías, las pulsiones y los latidos de la Tierra es la base de la ecosofía, una forma de sabiduría que implementar a nuestra consabida ecología. No basta con reciclar y limpiar la conciencia. Es preciso tener una actitud más profunda con la naturaleza. El neologismo ecosofía procede de la suma de ecología y filosofía. Se atribuye al activista noruego Arne Naess, aunque nuestro sabio Raimon Panikkar ya lo utilizaba hace más de veinte años.

Defensores de la naturaleza

De hecho, este sentido reverencial y místico con la naturaleza ha existido en tradiciones primitivas, formando parte de rituales chamánicos o en filosofías orientales como el taoísmo chino o el sintoísmo japonés. El paisaje exterior condiciona nuestro mundo interior, como aprende quien practica la poesía o pintura taoísta. Escuchar la pulsación de la Tierra transforma nuestro estado de ánimo. El silencio del desierto, el rumor de las olas en el gran océano, la soledad en la cumbre de la inmensa montaña. El Tao es el fluir y el gran camino de aquello que no se puede expresar sino percibir. Podemos comprender todas las cosas desde una visión cosmogónica de la naturaleza. Igualmente, desde la contemporánea práctica del shinrin yoku japonés, aprendemos a sentir los espíritus o kamis que habitan el bosque para sanar.

En nuestra tradición, los poetas y pintores del Romanticismo fueron de los primeros en honrar la naturaleza, saliendo a crear en ella. Los cuadros de Turner o Friedrich. La poesía de Goethe, Hölderling, Keats o Wordsworth. Les siguieron los trascendentalistas americanos con Emerson y Thoreau al frente. El conocido autor de Walden (1854), hoy un clásico muy leído por las nuevas generaciones, se fue a vivir dos años y dos meses a una cabaña construida por él mismo en mitad de una laguna. 

Desierto de Petra en Jordania

Desierto de Petra en Jordania

oleh slobodeniuk

Este grupo, en el que estaban otros como John Muir, fueron los creadores de la mayoría de parques naturales de EE.UU. como Yosemite, que hoy arde trágicamente. Aventureros que sintonizaban con el temperamento de la naturaleza, cuya incidencia corrió en paralelo con algunos socialistas utópicos como Robert Owen o Étienne Cabet que se atrevieron a crear comunidades utópicas como la New Harmony, en la que el hombre abandonaba la urbe y los entornos industriales para vivir en el campo.

Lee también

Ya en pleno siglo XX, fueron los hippies quienes recuperaron esta actitud que propone una alternativa a la vida en las metrópolis. Como planteaba Alan Watts en uno de sus primeros ensayos, no se trata de retornar a la condición primitiva queriendo ser “buenos salvajes” sino de integrar civilización y naturaleza. La tecnología ha demostrado su capacidad de liberarnos de trabajos presenciales, pudiendo trasladar nuestra actividad a espacios más allá de la ciudad.

Biorregiones

La base para crear una nueva conciencia natural, pasa por buscar soluciones a los problemas planetarios, así como instruir a las jóvenes generaciones.

En primera instancia es fundamental detener la explotación que estamos practicando desde la revolución industrial. Para ello, debemos consumir menos recursos energéticos. Hay que saber vivir con menos. No puede ser que pasemos los veranos metidos en neveras de aire acondicionado, ni que llenemos las ciudades de vehículos y los cielos de aviones en todas las direcciones.

Debemos vivir con menos, consumir menos recursos energéticos

Para comprender las necesidades del territorio debemos conocerlo. Una de las mejores formas es aplicar la división en biorregiones. Es absurdo, obedecer a caprichosas fronteras políticas. Un entorno como las montañas del Pirineo no puede estar fragmentado en tres o cuatro comunidades y dos países. 

Hay que establecer un equilibrio para que la agricultura no sea agrobusiness, ni permitir que los bosques sean controlados desde los despachos. La biorregión es una forma de parcelar el territorio según unas necesidades comunes. Implica atender al espacio natural contemplando sus características. Son los valles, mares, ríos y cadenas montañosas los que establecen las características y las condiciones de un territorio.

Vió (Huesca). 16/07/21.- Vista del Cañón de Añisclo desde el Mirador que lleva su nombre. La puesta en valor del recorrido del Tour de Monte Perdido, el

Vista del Cañón de Añisclo desde el Mirador que lleva su nombre 

Javier Cebollada / EFE

Uno de los últimos jefes pieles roja, escribió una emotiva carta al presidente de los EE.UU., en la que le decía: “Cada parte de esta Tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante aguja de un abeto, cada playa de arena, cada niebla en el oscuro bosque, cada insecto que zumba es sagrado para el pensar y sentir de mi pueblo.”

Es tiempo de cambiar nuestra relación con la Tierra. Está en nuestras manos ampliar el sentir ecológico para llevarlo hasta la ecosofía.

Ecotopía es posible si reeducamos nuestra conducta y caminamos hacia una mayor integración con la naturaleza. Ella es la fuente de la que procedemos y contiene todos los aprendizajes, si la sabemos escuchar. 

Lee también
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...