Catherine Millot: “Mi vida con Jacques Lacan” | La Silla Rota
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Catherine Millot: “Mi vida con Jacques Lacan”

Millot escribió este libro a la edad que tenía Lacan cuando la conoció. Un gesto de gratitud hacia su analista, amante y maestro. | María Teresa Priego

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Escrito en OPINIÓN el

Jacques Lacan fue por años el analista de Catherine Millot. Un día interrumpió la sesión de Catherine para explicarle que quería otro tipo de relación con ella. La analizante balbuceó que le parecía bien, supuso que cuando llegara a su fin de análisis. Lacan le respondió que el inconveniente era que, dada su edad, quizá él se muriera antes. Millot afirma que su análisis con Lacan continuó paralelo a su relación de pareja. Y que la pareja se terminó (aunque la amistad haya continuado hasta la muerte de Lacan), cuando ella asumió su deseo de tener un hijo, deseo en el cual él no estaba en condiciones de acompañarla y que se había expresado, rotundo, en el análisis (paralelo) conducido por Lacan mismo. 

Lacan estaba casado con Sylvie Bataille, quien vivía en el mismo edificio, pero sostenía relaciones con distintas mujeres de manera, digamos: compartimentada. Así comenzó una historia de amor fascinante para una joven que deseaba convertirse a su vez en analista y que descubría el mundo junto a una de las inteligencias más luminosas del siglo XX. Los viajes. El arte. Las lecturas. Millot nos narra a Lacan y su preferencia por las pinturas de Caravaggio, el recorrido por las iglesias para mirar su obra, sus espacios preferidos en Roma, Venecia y París. Las tardes en la Piazza Navona para escudriñar las esculturas de Bernini, y cómo todo aquello que Lacan percibía como lo interesante, lo apasionante, lo bello, surgía después durante sus seminarios. Esos célebres seminarios que comenzó en el Hospital Sainte-Anne, Luego en las aulas de la Normal Superior y más tarde en la facultad de derecho.

Hay un Lacan íntimo narrado por Millot. Prudente y cuidadosa, sí: no demasiado íntimo. Uno con el que pasa cada vez más tiempo, que se muestra incapaz de estar solo, la necesita a su lado, necesita que acuda sin retraso a sus llamados, la invita a integrarse a su familia. Leen y trabajan juntos. Viajan con las hijas de Lacan, sus yernos y sus nietos. En la casa de campo, Catherine descubre la célebre pintura "El origen del mundo" de Courbet que el psicoanalista mantuvo oculta por años detrás de una pintura de Masson trabajada sobre paneles móviles. "El origen del mundo" pasó a manos del Estado francés como pago por los derechos a la herencia de Lacan y se exhibe en el Musée d'Orsay. Encontrarse fascinada por las enseñanzas del Maestro, rodeada de libros y de belleza. Con sus amigos. Acostumbrarse a que cuando Lacan terminaba sus seminarios se lanzaba en alguna aventura con otra mujer, casi ritualmente. Escribir que en algún momento al principio intentó hacerle lo mismo, pero la desolación de Lacan fue tal, que desistió. La catástrofe: la muerte de la hija mayor de Lacan atropellada. Ese parteaguas después del cual nunca volvió a ser el mismo. 

Y luego: el paulatino alejamiento de Lacan del mundo, concentrado cada vez más en sus ecuaciones y sus nudos borromeos. Sus distracciones. Como si se estuviera convirtiendo "sobre todo en su pensamiento". Catherine decide cambiar la relación a una amistad que la deje libre. El final del relato nos parece incompleto, abrupto. Como si Millot nos quedara a deber. ¿A deber qué? Quizá eso que evita porque le fue imposible escribirlo. Es psicoanalista y autora de varios libros de psicoanálisis. Siguió su camino en la exacta dirección que decidió siendo tan joven, desde el tan citado diván de la rue de Lille. Millot escribió este libro a la edad que tenía Lacan cuando la conoció. Una memoria. Una despedida. Un gesto de gratitud hacia su analista, amante y maestro. "Hoy tengo la edad que tenía Lacan cuando lo conocí. ¿Es eso lo que me ha decidido a hacer entrega de estos recuerdos? Como una cita con la que hay que cumplir, como una forma de honrarlo. También he alcanzado la edad en la que una se pregunta cuánto combustibe le queda y todo le recuerda que hay que trabajar mientras haya luz".