John Turturro (Romance & Cigarettes, 2005; Passione, 2010) dirige y protagoniza Casi un gigoló, su quinto largometraje, una comedia de enredos coprotagonizada por Woody Allen. Turturro es Fioravante, un florista amante de la literatura, de aspecto triste, soltero y mejor amigo de Murray (Allen), un hombre maduro de casi 70 años, de origen judío, dueño de una librería que tiene problemas financieros y es jefe de una familia afroamericana. Ambos son vecinos de un barrio judío de Brooklyn en Nueva York. Un día, mientras Murray visita el consultorio de su doctora (Sharon Stone), escucha que ella y su amiga latina (Sofía Vergara) quieren alquilar a un gigoló para hacer un menage a trois. Murray convence a su camarada de aceptar el trabajo. De esa manera, Turturro se convierte en un chulo y Murray en su proxeneta. Las clientas clave son mujeres adultas adineradas, viudas y divorciadas en busca de placer. En el camino del lucrativo negocio, aparece también la serena y bella Avigail (Vanessa Paradis), la viuda de un rabino jasídico por la que comienza a sentirse atraído, y la responsable de que el negocio empiece a tambalearse.
El argumento de Casi un Gigoló suena inverosímil si tomamos en cuenta que el prostituto es un hombre maduro, inseguro y que se considera poco atractivo, que de pronto se convierte en un exitoso Casanova bajo la tutela de un septuagenario. Un personaje que tuvo sus orígenes en ‘Dove Sta Zaza’, uno de los números musicales de su documental Passione (2010). La letra de esa canción, hablaba de un hombre oportunista en busca de sexo y dinero. Pero el gigoló de Turturro, triunfa en lo que hace por su capacidad de conocer lo que necesitan las mujeres que contratan sus servicios. Su personaje es un hombre reservado con sus sentimientos pero respetuoso y atento a las necesidades del otro sexo, resultando en una trama mucho más intimista y comedida que supone la parte melodramática de la historia. En términos de tonos y atmósfera, el filme se asemeja más a una película de Woody Allen; tiene la Nueva York otoñal como escenario, la constante música de jazz y los gags típicos del universo alleniano interpretados por el propio Woody Allen, pero sin la sutileza y el ingenio en los diálogos de los filmes del cineasta detrás de Blue Jazmin (2013) o Hanna y sus hermanas (1986). Casi un gigoló parece más bien una irregular cinta de Allen, con una narrativa cómoda y previsible y un guión que se sostiene gracias a la solvencia interpretativa de Woody Allen.
VSM (@SofiaSanmarin)
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