El clavel, la flor persa, regalo de un emperador

¿Sabía que no hace mucho se podía hacer feliz a una reina con sólo regalarle un clavel? Así fue en 1526 cuando el emperador Carlos I de España y V de Alemania se lo trajo desde Persia a su amada emperatriz, Isabel de Portugal. El regalo fue fruto de la diplomacia imperial.

Una joven Concha Piquer con un clavel en su pelo
Era costumbre intercambiar presentes valiosos entre los diplomáticos que representaban a sus señores. El emperador de la cristiandad deseaba tener buenos contactos con el sha persa, era una manera de contrarrestar el poder del único emperador que era rival para Carlos, el sultán turco. La fama del clavel era grande en Oriente, pero era una flor desconocida y no cultivada en Europa

 


El clavel, la idea de regalo de un emperador a su amada

El emperador Carlos V tuvo la feliz idea de regalar flores a su reciente esposa. Se habían casado en marzo de 1526 en Sevilla y pasaban la luna de miel en Granada, en el palacio más bello del mundo, la Alhambra.

Isabel de Portugal, en el famoso cuadro de Tiziano encargado por el emperador
Las flores para una emperatriz debían ser únicas. El clavel traído desde Oriente encantó tanto a la reina Isabel, que la joven enamorada supondría la primera belleza peninsular que se adornase con esta flor roja pasión. El color sangre del clavel, sus delicados pétalos hicieron juego con los finos labios de la emperatriz. Mujer de extraordinaria belleza según las crónicas de la época, de piel blanca, cuello alto, boca pequeña y ojos negros grandes.
Viendo Carlos V la alegría de la emperatriz por el regalo, mandó plantar claveles en todos los jardines de la Alhambra. El clavel, flor que ahora nos parece tan cotidiana y popular, estuvo a la altura de una gran dama. Gracias al amor verdadero que sentía el monarca por su joven esposa llegó a España esta flor que se ha hecho tan española, adornando jardines y casas o siendo peineta flamenca en los peinados y adorno en los ojales.
Blanca Suárez recreando a Isabel de Portugal, la emperatriz con Carlos I en la serie de TVE


Esa anécdota tan romántica se recoge en la serie de
TVE Carlos, Rey Emperador. Esta producción televisiva pretendía ser la continuación de la exitosa serie Isabel, la reina. Sin embargo, no tuvo tan buena acogida como la producción sobre la vida de la reina católica. A pesar del esfuerzo de la productora Diagonal TV, responsables también de Isabel, y de RTVE por divulgar la historia de una época poco atendida por el cine y la televisión.

‘Carlos, Rey Emperador’, la serie de RTVE

Quizás el motivo de tener menos audiencia esté en su ambición por contener todas las tramas políticas y vitales en las que se vio envuelto Carlos V. Algo imposible de seguir para el espectador medio, pues supone dos asignaturas de la carrera de Historia. Aún así las críticas de expertos y de público, en general, han sido positivas por su trabajada recreación en vestuarios y decorados y por el gran trabajo de la mayoría de los actores. Las únicas pegas vienen por esa excesiva división en subtramas y por el ritmo lento, echándose en falta más acción.

 


Álvaro Cervantes como Carlos V

Ver recreados a un Carlos I y a una Isabel de Portugal paseando por el patio de los leones en la Alambra, como dos enamorados embriagados por la belleza que les rodea, seguro que resulta grato a los amantes de la historia y al público en general. Es una de las escenas de la serie de TVE más sugerente. Un relato de amor que se resume en la felicidad que trajo el encanto de una flor de Oriente: el clavel.


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