Freixenet abre el melón de los ERTE climáticos: "No parece que vaya a ser la única empresa"
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Freixenet abre el melón de los ERTE climáticos: “No parece que vaya a ser la única empresa”

Imagen de archivo de un viñedo

David Noriega

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Juan Luis Ávila recuerda las mañanas de escarcha y los suelos helados los meses de diciembre y enero de su niñez y unos periodos estivales agradables que se intercalaban con otros más calurosos. “Ahora llevamos unos años en los que lo máximo que escarcha son dos o tres veces cada invierno y los veranos son mortales”, explica el responsable del sector del olivar de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). “Los que estamos a pie de campo, estamos a pie de campo. Independientemente del enfoque, el cambio climático está afectando”, reconoce.

El expediente de regulación de empleo anunciado hace dos semanas por Freixenet, que afectará a más de 600 trabajadores, ha puesto sobre la mesa una realidad que, según los sindicatos, no parece que vaya a ser extraordinaria. “Es un tema que probablemente tengamos que abordar en los próximos tiempos de manera clara, porque las sequías vinculadas al cambio climático han aumentado entre un 30 y un 40% desde el año 2000”, señala el secretario de medio ambiente de Comisiones Obreras, Mariano Sanz.

La emisión de gases de efecto invernadero ha provocado desde mediados del siglo pasado dos situaciones que, según la Agencia Estatal de Meteorología, han desembocado en una extensión de los climas áridos en España: un aumento de la temperatura global de en torno a 1,4ºC y una disminución de alrededor de un 12% de las precipitaciones. Así, la Aemet estima que esos climas áridos crecen a una extensión equivalente a la provincia de Málaga cada cinco años. El último informe del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico sobre la situación de la sequía, con datos a 31 de marzo, el 10,2% del territorio sufría esta situación de forma prolongada, principalmente en las cuencas internas de Catalunya, el Ebro, el Júcar, el Segura, las mediterráneas andaluzas y Melilla.

“El año pasado se produjeron algunos ERTE por esta causa, en empresas pequeñas, que no llegaron siquiera a 50 personas. El caso de Freixenet, que es una compañía mucho más grande y conocida tiene más repercusión y abre un melón donde parece que es posible presentar expedientes de regulación de empleo, en este caso temporal, pero ¿por qué no de extinción?”, plantea el responsable del sector alimentario de UGT, Sebastián Serena.

La compañía catalana había solicitado a finales de abril un ERTE por fuerza mayor, ante la falta de uva para la producción de sus bebidas a causa de la sequia. Aunque la Generalitat lo rechazó, al considerar que la falta de agua no era una causa sobrevenida, sino que lleva afectando a la zona del Penedés desde hace tres años, el grupo ha negociado con los sindicatos un expediente de reducción de jornada por motivos económicos, técnicos y organizativos desde el 13 de mayo al 31 de diciembre. El acuerdo “permitirá minimizar la afectación y mejorar las condiciones de aplicación”, indica desde CCOO, y contempla compensaciones medias de hasta el 95% del salario real.

El expediente de regulación de empleo debe ser la última posibilidad. Sabiendo que seguirá habiendo sequías, las empresas tendrán que adelantarse, innovar o utilizar nuevas tecnologías para que no les falta la materia prima

Sebastián Serena UGT

Los ERTE por causa de fuerza mayor, como el que intentó presentar Freixenet y que tumbó la Generalitat, deben estar motivados por una situación sobrevenida e inesperada. “El expediente de regulación de empleo debe ser la última posibilidad. Sabiendo que están ocurriendo y que seguirán ocurriendo (las sequías), las empresas tendrán que adelantarse, instalar sistemas de regadío que garanticen la producción, innovar o utilizar nuevas tecnologías, para que no les falta la materia prima”, razona Serena, que pide “no esperar al último momento”. “Los acontecimientos de fuerza mayor son imprevisibles e involuntarios. En este caso, parece que hay una previsión de que esta situación se puede dar, así que habrá que ir estableciendo las pautas oportunas para prevenir el impacto desde el punto de vista organizativo, técnico y de análisis sobre cómo va a afectar a la empresa”, añade Sanz.

El director general de la Federación Española del Vino, José Luis Benítez, coincide en la necesidad de mitigar los efectos del cambio climático, mientras la industria se adapta a aquellos que ya están aquí. “Las dos grandes líneas tienen que ver con la gestión del agua y las variedades, con cambios en los patrones en viña más resistentes a sequías o a condiciones adversas”, explica. El responsable de esta organización, que agrupa al sector bodeguero, advierte que la afectación del cambio climático en el país tiene unas zonas destacadas, “de Madrid hacia el sur y desde la Cuenca hacia el este”.

La federación toma como referencia el 'Análisis de escenarios de clima futuro e impacto del cambio climático sobre los viñedos del territorio español ibérico-balear', de la responsable de cambio climático y meteorología de la Fundación para la Investigación del Clima, Emma Gaitán. A través de simulaciones con diferentes indicadores bioclimáticos, el trabajo muestra como “el territorio ibérico-balear será uno de los más afectados a nivel tanto térmico como hídrico”, lo que “compromete el cultivo de la vid que verá alteradas sus condiciones hidrotermales actuales”. Incluso en la evolución más favorable, aquellas zonas consideradas hoy en día aptas o muy aptas para el cultivo podrían pasar a ser muy difíciles en un plazo de 35 o 45 años. “Parece muy lejos, pero en una viña el largo plazo importa mucho”, aclara Benítez.

Las recomendaciones del informe para las medidas de adaptación abarcan desde el corto, con retrasos en la maduración, reducción del estrés hídrico o cambios relacionados con el suelo, hasta el largo, con nuevas localizaciones, orientaciones, selecciones clonales, agrodiversidad o nuevos diseños del viñedo. “Grandes empresarios bodegueros de la ribera del Duero están comprando tierras por la zona de Teruel y Huesca porque calculan que en unos cinco u ocho años las condiciones que se puedan dar allí serán muy similares. La adaptación es clave y quienes se anticipen marcarán el futuro”, coincide el secretario de medio ambiente de Comisiones Obreras.

Además, la sequía en Catalunya que ha afectado a la producción de cava de la zona está teniendo el impacto contrario en las bodegas extremeñas. “El mercado en Extremadura está en torno a los 6 millones de botellas comercializadas, que esperemos que, con la apertura de nuevas bodegas y el aumento de la producción de las existentes, se superen los 10 millones de botellas en un espacio no muy largo de tiempo”, indicaba a Efe Juan Antonio Álvarez, vocal suplente en la candidatura de la Denominación de Origen (DO) Cava de Almendralejo y Requena.

La gestión del agua

El sector olivarero también está notando los efectos de la crisis climática. “Hay una línea estructural, que es impedir el cambio climático, pero hay otra que es con la que tendremos que seguir viviendo. Quien trabaja en una oficina puede poner el aire acondicionado, pero nosotros no podemos ponérselo a los olivos”, señala Ávila, que reclama “un plan integral en torno a los cultivos, que permita ver qué se puede hacer con el agua que tenemos a futuro, para sacarle la mayor rentabilidad económica y social”. La COAG publicó un informe en enero de 2023 en el que señalaba el impacto del cambio climático en la agricultura mediterránea, que afectaría tanto al rendimiento de los cultivos, como a su periodo vegetativo y su fenología.

Aunque en las últimas dos décadas se han perdido unos 240.000 puestos de trabajo en el sector de la agricultura, la ganadería y la pesca, según los datos de afiliación a la Seguridad Social, las fuentes consultadas señalan que, en términos de empleo fijo, las compañías aguantan el tirón, principalmente porque la mayoría son pequeñas o medianas empresas familiares. “Cuando vienes de un cultivo leñoso, que es plurianual, la capacidad de aguante es importante, así que el agricultor aguanta como puede”, explica Ávila, que estima que a la producción olivarera pueden estar vinculados alrededor de 140.000 puestos de trabajo fijos. “En estas zonas no han provocado ERTE porque son pequeñas explotaciones”, añade Sanz.

Pero en un sector con gran dependencia del trabajo de temporada, la carencia de empleos se nota en los jornaleros. “Nosotros tenemos a dos personas contratadas durante todo el año, pero cuando llegan las campañas necesitas contratar a más. Si antes lo normal eran 60 días, los últimos años han sido 20. Con dos meses puede encajar dentro de la cadencia, pero si lo que le puedes ofrecer a esa persona son 20 días, al año siguiente se busca otra cosa. Eso hace que nos cueste mucho enfrentarnos a la recogida”, explica este olivarero. En este sentido, los efectos de la crisis climática están teniendo también impacto en la producción hortofrutícola. “Cómo son temporeros, a los que se llama para que vengan y, con las mismas, se les llama para que se vayan, no tiene la espectacularidad de Freixenet”, contrapone el portavoz de CCOO.

La Organización Mundial de Trabajo lleva años advirtiendo de la destrucción de empleo a causa del cambio climático. En un informe de 2018 ya cuantificaba en 23 millones los puestos de trabajo los destruidos entre los años 2000 y 2015 por esta causa. Y no solo en el sector agrario.

En un país como España, que es una potencia en turismo de sol y playa, los efectos de la crisis climática también pueden tener un impacto en el empleo en este sector. Un informe de la Comisión Europea prevé que “el sur de Europa resulte menos propicio para el turismo durante los meses clave del verano, aunque mejoraría en otras estaciones”. “El turista viene a divertirse y a descansar. Para irse a la costa con 50 grados a pasar calor, se queda en su país”, indica Serena.

La Comisión espera también reducciones de la cobertura de nieve. “En muchas regiones afectarán negativamente al sector de los deportes invernales”, aclaran. En España, este mismo año el calor récord de enero fundió la nieve y obligó a cerrar varias estaciones de esquí a los pocos días de abrir. Aunque algunas reabrieron tiempo después, otras, como Navacerrada, no llegaron a hacerlo.

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