Paulus, el general que pasó del fracaso de la Gran Guerra al de Stalingrado

Paulus, el general que pasó del fracaso de la Gran Guerra al de Stalingrado

El descontento por la derrota y las condiciones de paz impuestas a Alemania en 1918, unido a la aparición de levantamientos al 'estilo soviético', hizo que militares que se sentían humillados y profundamente anticomunistas como el general Paulus reaccionaran de manera violenta ante la nueva situación ¿Un anticipo de lo que pasaría después?

Paulus, el general que pasó del fracaso de la Gran Guerra al de Stalingrado (David Casado Rabanal)
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Juan CastroviejoDoctor en Humanidades

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Friedrich Wilhelm Ernst Paulus (Guxhagen, Hesse, 23 de septiembre de 1890 – Dresde, 1 de febrero de 1957), siempre será recordado como el primer mariscal del Ejército alemán que se rindió al enemigo. Un militar al que Adolf Hitler admiraba pero que mordió el polvo —en este caso el hielo— en Stalingrado, la ciudad levantada a orillas del Volga que entonces hacía honor al sátrapa Iósif Stalin, el Zar Rojo, y que el Führer del Tercer Reich quería conquistar a toda costa, tanto para humillar a su mortal enemigo como para alcanzar los pozos de petróleo del Cáucaso, tan necesarios para alimentar la gigantesca maquinaria de guerra germana. Una región natural que atraviesa la propia cordillera del Cáucaso y que marca la linde política, cultural y emocional entre Europa y Asia. Una tierra bañada por dos mares: el Negro a Occidente y el Caspio hacia Oriente, donde naufragó el sueño del tercer Imperio alemán un 2 de febrero de 1943.

Teniente general Paulus

El teniente general Friedrich Paulus fotografiado en junio de 1942. Foto: ASC.

Hasta llegar a ese fatídico destino, la carrera militar de Ernst Paulus dentro de la Wehrmacht brillaba al igual que los metales de sus numerosas condecoraciones de cruces de hierro, medallas y órdenes militares de varios países, ganadas por su valor y con las que engalanaba sus uniformes. El mismo Hitler lo había elevado al grado de general, sin ser un Junker de origen noble ni pertenecer a la tradición prusiana; el Führer se sentía identificado con él por sus orígenes humildes y obediencia plena.

Desde muy joven, a Friedrich Paulus lo educaron en un patriotismo de corte conservador que despertó en él su vocación militar. Primero lo intentó solicitando su ingreso como Seekadett (cadete) a los 18 años en la Kaiserliche Marine (Armada Imperial), en donde no fue aceptado por carecer de un origen aristocrático y porque su familia —su padre era funcionario del Ayuntamiento de Hesse-Nassau—, tampoco podía permitirse el pago de los 4.800 reichsmark que costaba la matrícula en la Marineakademie de Kiel. Pero el Kaiserliches Heer (Ejército Imperial) del káiser Guillermo II no era tan quisquilloso y además ofrecía buenas oportunidades de promoción social. De ahí que, tras abandonar sus estudios de leyes en la Universidad de Marburgo, en febrero de 1910 el joven se alistó con 19 años en el 111º Regimiento de Infantería como oficial cadete.

Dos años después, el 4 de julio de 1912, ya con el grado de teniente segundo (alférez) en el 3º Regimiento de Infantería de Baden-Wurtemberg, Paulus contrajo matrimonio con la noble de ascendencia rumana Elena Rosetti-Solescu, con la que tuvo a su hija Olga y los gemelos Friedrich y Ernst Alexander. La niña nació antes de comenzar la Gran Guerra y los hermanos, en abril de 1918. Al inicio de la contienda, el oficial fue destinado al III Batallón del frente occidental, combatiendo en los Vosgos y Arrás, hasta que cayó enfermo por las malas condiciones de las trincheras. Tras recuperarse, sirvió en el 2.º Regimiento de Cazadores Prusianos y como oficial del Cuerpo Alpino, luchando en Francia, Serbia y Macedonia hasta el final del conflicto, ganándose por su valor las primeras cruces de hierro.

Káiser Guillermo II de Alemania

El káiser Guillermo II de Alemania en 1902. Foto: ASC.

Evitar la humillación alemana

Pero en el otoño de 1918 la guerra estaba perdida para el Reich alemán. Los mariscales Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff, convertidos en tácitos dictadores, por fin aceptaron que sus ejércitos no podían resistir por más tiempo a los aliados y el 5 de octubre. Guillermo II designó como nuevo canciller del Gobierno al príncipe Max von Baden, con la esperanza de poder suscribir un acuerdo de paz que no fuera una humillación rotunda para Alemania. Pero agravando la situación, el lunes 4 de noviembre estalló en la base naval de Kiel una virulenta revuelta social a imitación de la Revolución de Octubre rusa, que entre los meses de febrero y octubre de 1917 había finiquitado el régimen autocrático del zar Nicolás II y desembocado en el poder de los sóviets (consejos), presididos por Vladímir Ilich Lenin. El líder del sector bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, que había sido financiado por los alemanes, presidía desde entonces el revolucionario Consejo de Comisarios del Pueblo (Sovnarkom), al que los insurgentes de Kiel trataban de imitar.

Como toda revolución, las consecuencias de este levantamiento eran imprevisibles y en una reunión plenaria del káiser con los comandantes de su Ejército imperial, del medio centenar de miembros del Alto Estado Mayor ninguno de ellos pudo garantizar al monarca la obediencia de sus tropas ni la seguridad de su persona. Wilhelm Groener, el general en jefe de su Cuartel General que había sustituido a Ludendorff, le informó que el Kaiserliches Heer se retiraría bajo las órdenes del mariscal Hindenburg, pero que no lucharía para que Su Majestad el emperador se mantuviera en el trono. La monarquía alemana había perdido su último apoyo y Hindenburg, un monárquico convencido, se vio obligado a pedir a Guillermo II su abdicación, quien la firmó en la mañana del sábado 9 de noviembre. Dos días después, a las 11:00 horas del lunes 11 de noviembre, se firmaba el armisticio que ponía fin a la Gran Guerra con la rendición de Alemania.

Marineros de la Kaiserliche Marine

Los marineros de la Kaiserliche Marine se sublevaron contra su Comando Supremo cuando planeaba lanzar un último ataque contra la Royal Navy en el canal de la Mancha en octubre de 1918. Foto: ASC.

Represión en el «Reichwerhr»

Desmovilizados, muchos oficiales renunciaron a proseguir en el Ejército, pero ese no fue el caso de Friedrich Paulus, quien ascendido a capitán tras el final de la guerra, continuó con su carrera militar sirviendo en el diezmado Reichwerhr, impuesto por los aliados. Así se llamó a las fuerzas armadas alemanas del periodo de entreguerras, sujetas a las limitaciones del Tratado de Versalles y predecesoras de la Wehrmacht. La amargura de la derrota y las condiciones humillantes de Versalles radicalizaron al militar en sus sentimientos patrióticos y tras el estallido de la Revolución de Noviembre de 1918 y el levantamiento de la Liga Espartaquista en enero de 1919, de orientación bolchevique, acabó por convertirse en un furibundo anticomunista. Ante el temor de una revolución en Alemania al estilo de la soviética, muchos oficiales y jefes militares, apoyados por algunos dirigentes del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), con el ministro de Defensa Gustav Noske a la cabeza, y los oligarcas de la industria armamentística, crearon los llamados Freikorps (Cuerpos libres), que pusieron al mando de oficiales como Friedrich Paulus.

Estas tropas paramilitares se habían formado con los mercenarios eslavos de ideología contrarrevolucionaria que combatieron al Ejército Rojo en sus países de origen a finales de la Gran Guerra, y la mayoría pertenecían a la División de Hierro formada por el general Ruediger von der Goltz, quien había elegido la cruz esvástica más propia de los pueblos del Báltico como emblema en sus cascos de hierro. La brutal represión que acabó con la llamada Spartakusaufstand, o Semana Sangrienta, fue ejecutada por los Freikorps que, en la noche del miércoles 15 de enero, terminaron con toda la resistencia armada de las milicias de obreros y soldados. Desesperados, los insurgentes convirtieron las calles de Berlín en un auténtico escenario de guerra, con nidos de ametralladoras en las principales avenidas de la ciudad, tras haber asaltado y ocupado la Cancillería y el Parlamento.

Miembros de los Freikorps

Miembros de los Freikorps en Berlín, 1919. Foto: ASC.

Días antes, los espartaquistas habían convocado con éxito una huelga general que paralizó Alemania, realizando un pronunciamiento en contra del Gobierno que se inspiraba en la rebelión de esclavos que acaudilló Espartaco contra la República de Roma (73-71 a. C.). Liderada la Liga Espartaquista y el Partido Comunista Alemán (KPD) por Karl Liebkenecht y Rosa Luxemburgo, los dos marxistas judíos, ambos fueron apresados por los Freikorps y ejecutados sin miramientos con disparos en la cabeza, al igual que otros cientos de manifestantes y rebeldes fusilados en plena calle durante toda esa noche de terror, con un balance de unos 3.000 muertos y 10.000 heridos. Unos trágicos sucesos que junto con el Putsch Kapp de marzo de 1920, llevado a cabo también por los Freikorps, e inspirado por el viejo mariscal Erich Ludendorff y el grisáceo político Wolfgang Kapp, ideólogo de ese golpe de Estado y cofundador del Partido de la Patria (Deustche Vaterlandspartei), marcarían para siempre la historia de la República de Weimar, dejando una huella profunda en la sociedad alemana y en muchos militares como Friedrich Paulus, opuestos a cualquier reforma.

Todo ese resentimiento por la derrota, sumado al temor que inspiraban los comunistas y el resto de los partidos de izquierda, frustrarían el desarrollo democrático de Alemania y formarían el nido para depositar el huevo de la serpiente como antídoto a la supuesta bolchevización de Alemania. Un reptil que resultó bien incubado por el nuevo Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP), fundado en 1920 y más conocido como el Partido Nazi, para eclosionar en 1933 de la mano de Adolf Hitler. El que fuera un simple cabo del Ejército alemán empleado como correo de enlace entre las tropas y el mando, siendo herido y gaseado en la larga y terrible batalla del Somme (1916), con el tiempo se convertiría en el poderoso Führer (Líder) de toda Alemania.

Hitler en 1939

Adolf Hitler en 1939. A su derecha, su lugarteniente entre 1933 y 1941, Rudolf Hess. Foto: Shutterstock.

Nacionalsocialismo

Durante los años que duró la República de Weimar, Friedrich Paulus fue ascendiendo en la escala del Ejército y sirvió como comandante en distintas unidades, creándose un prestigio bien ganado a base de esfuerzo y trabajo con las tropas bajo su mando. También entrenó a las Sturmabteilung (SA) del Partido Nazi y un año después de la llegada de Adolf Hitler al poder, alcanzó el grado de teniente coronel de la Wehrmacht, el nuevo nombre elegido para las fuerzas armadas del que iba a ser el Tercer Reich alemán. A lo largo de los años veinte, el militar se había interesado por las fuerzas mecanizadas y lo consideraban como un experto en la materia. De ahí que primero lo nombren comandante de la 3.ª Sección de Transporte Motorizada y más adelante, en septiembre de 1935, incluso releve al junker Heinz Guderian como jefe de sección de las Tropas Blindadas y Mecanizadas, unas unidades que se estaban formando con los famosos carros de combate Panzers, fabricados por la firma Krauss-Maffei, de Múnich.

Guderian, el famoso generaloberts de la Wehrmacht y futuro jefe del Estado Mayor General del Ejército, ya era un teórico de la Blitzkrieg (Guerra relámpago) y tomó a Paulus bajo su protección. Sin embargo, este hombre de pensamiento casi monolítico nunca llegó a la habilidad que tenía Guderian para la estrategia; aunque en extremo diligente para cumplir las órdenes y directivas que recibía, era incapaz de oponerse a los criterios de sus superiores. Estas limitaciones suyas pasaron desapercibidas y volvió a ser ascendido a mayor general, por deseo expreso del Führer.

Mariscal de campo

De tal manera que se convirtió en asesor de instrucción para las cuatro divisiones ligeras que, poco antes de comenzar la guerra, comprendían dos regimientos de infantería motorizada, uno de reconocimiento y otro de artillería motorizada. Y cuando estalló el conflicto, fue nombrado jefe de sección del 10.º Ejército Alemán, al mando del general Walter von Reichenau, tomando parte en la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939 y después, en las campañas de los Países Bajos y Bélgica. En junio de 1940 fue ascendido a teniente general, pasando a convertirse en jefe del Estado Mayor del Ejército de Reichenau, en el estado de Baden-Wurtemberg, a partir de septiembre. Fue requerido por Hitler para colaborar en el diseño de la Operación Barbarroja, los preparativos para la invasión de la Unión Soviética, que comenzó el 22 de junio de 1941. Paulus aconsejó cortar la retirada al Ejército Rojo evitando su repliegue hacia el interior y, dudando de que la ofensiva concluyera antes del invierno, planteó la necesidad de proporcionar ropa adecuada para soportar el frío a las tropas, cuestión desdeñada por Hitler y su camarilla, obsesionados con tomar Moscú antes de Navidad.

Transcurso Operación Tifón

Ataque del Ejército Central alemán en un pueblo cerca de Moscú, durante el transcurso de la Operación Tifón. Foto: Album.

Seis meses después, la ofensiva estaba empantanada en las estepas rusas y Paulus fue nombrado comandante del 6.º Ejército alemán en diciembre de 1941, gracias a la recomendación de su amigo, el mariscal de campo Walter von Reichenau. Paulus tomó el mando de esas fuerzas el 1 de enero de 1942 con el rango de general, y libró su primera batalla contra los rusos en Dnipropetrovsk (Dnipró), ciudad oriental de Ucrania a orillas del río Dniéper, donde el enemigo contuvo su avance y se vio obligado a efectuar retiradas tácticas durante cuatro meses.

El 9 de mayo el 6.º Ejército fue atacado en Volchansk, población rusa en las márgenes del río Volchanka, por un contingente del Ejército Rojo que sumaba 640.000 hombres, al mando de uno de los mejores generales soviéticos: Semión Timoshenko. Paulus efectuó una nueva retirada en dirección a Járkov, de donde fue rescatado por el 1.er Ejército Pánzer, comandado por el general Ewald von Kleist, quien atacó el flanco sur de las tropas de Timoshenko. Paulus contraatacó a partir del 20 de mayo, acabando en pocos días con la resistencia soviética. Las bajas enemigas ascendieron a 240.000 hombres, lo que le valió la Cruz de Caballero, y Timoshenko perdió la confianza de Stalin a favor de Gueorgi Zhúkov, el general que había logrado parar la ofensiva germana en Moscú.

Mariscal Semión Konstantinovich Timoshenko

Mariscal de la Unión Soviética Semión Konstantinovich Timoshenko, en 1944. Foto: ASC.

Siete meses después, Paulus y su 6.º Ejército volvían a enfrentarse a las fuerzas de Timoshenko en Stalingrado, cosechando la más absoluta derrota. El 30 de enero de 1943 Hitler ascendió a su general al grado de mariscal de campo, insinuándole que jamás un militar alemán con ese rango se había rendido al enemigo, por lo que debía poner fin a su vida antes que dejarse capturar. Ahora bien, alcanzado ese cénit de la guerra, Paulus ya no se dejó engañar por ese Führer enloquecido y eligió vivir. El peso de aquel fracaso como militar le acompañó por el resto de sus días.

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