El 7 de julio de 1990, en Roma, tuvo lugar el primer concierto de Los Tres Tenores: la reunión de Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras, con una orquesta de 200 músicos dirigida por Zubin Mehta. El registro del concierto se convirtió en el disco de música clásica más vendido de la historia y derivó en otros conciertos de los tres cantantes líricos durante la siguiente década.

El escenario no pudo haber sido más imponente: las termas de Caracalla, en el corazón de la antigua Roma imperial. La cita se programó para la víspera de la final del mundial de Italia, que al día siguiente jugarían la Argentina y Alemania Federal.

El concierto fue pensado como una manera de darle una bienvenida especial a los escenarios a Carreras, que acababa de curarse de leucemia. De hecho, el tenor catalán había estado alejado de la música para concentrarse en su recuperación y no tenía una voz plena al momento de cantar con sus colegas.

Mehta, entonces director de la Filarmónica de Nueva York, se paró frente a los músicos de la Orquesta del Maggio Musicale Florentino y del Teatro de la Ópera de Roma, en un concierto que recaudó fondos para la fundación de Carreras de lucha contra la leucemia.

La primera parte del concierto los mostró cantando arias de ópera por separado. En la segunda parte, se juntaron para hacer un medley de temas populares, arreglado por el argentino Lalo Schifrin. El final los mostró cantando “O Sole Mío” y el aria “Nessun Dorma”, de la ópera Turandot, de Puccini

El impacto del disco en un público amplio, por fuera de la música clásica, convirtió a esa aria en una de las obras musicales más citadas desde entonces, sobre todo en la voz de Pavarotti, que se llevó la mayor ovación al cantarla en la parte inicial del concierto.

El éxito del concierto y su difusión en CD y video sobrepasó las expectativas y generó un mercado enorme para la música clásica. La transmisión por TV llegó a  800 millones de espectadores, el disco vendió cinco millones de copias entre Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña y fue número 1º en ventas en España, Australia y el Reino Unido.

En su momento, a la par de las críticas por supuestamente mercantilizar la ópera, se abrió la polémica por el uso del término “Los Tres Tenores”, como si no hubiera más tenores. Quien quedó de lado fue el otro gran tenor español, y uno de los mayores cantantes líricos vivos entonces: Alfredo Kraus. Un año después del concierto, varios cantantes líricos españoles, entre ellos Domingo, Carreras y Kraus, compartieron el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

El suceso descomunal despertó algunas rencillas. Los tenores donaron sus cachets sin imaginar la magnitud de de las ventas. El sello Decca, que editó el CD, recaudó millones y millones. Pavarotti era artista exclusivo de Decca, y Carreras y Domingo sospecharon que había cobrado un dinero a sus espaldas por parte de Decca. El tenor italiano lo negó. Años más tarde, su manager admitió que sí había cobrado, y que la suma era de un millón y medio de dólares. Como fuese, el impacto de ventas llevó a arreglar cachets millonarios para el futuro.

En 1994, un día antes de la final de la Copa del Mundo entre Italia y Brasil en Estados Unidos, se repitió el concierto. Fue mucho más espectacular: en un estadio de baseball en Los Ángeles y ante invitados como Frank Sinatra.

Dos años más tarde, salieron de gira. Eran algo así como los Beatles de la música clásica, artistas que de pronto se encontraban ante un negocio millonario al que solamente parecían destinados los músicos de rock y de pop. Y se hallaron con problemas como denuncias de evasión fiscal, como la que formuló Alemania.

En 1998, y al pie de la Torre Eiffel, se dio el tercer encuentro. Esa vez, ya sin Zubin Mehta, sino con James Levine como director. Hubo encuentros posteriores, el último de ellos en 2003, en Estados Unidos.

En 2005 estaba programado un concierto en Monterrey, México, pero la salud de Pavarotti lo impidió. El tenor italiano murió en septiembre de 2007. Con sus luces y sus sombras, con críticas por haber banalizado la ópera y con elogios por haberla acercado a audiencias gigantescas, la asociación de los tres cantantes ya ocupaba un lugar de relieve en la historia de la industria discográfica.