Un caso sangriento

París, 1314. El escándalo de la torre de Nesle

Banquete de las princesas

Banquete de las princesas

Banquete de las princesas y sus amantes en la torre de Nesle. Litografía de 1850.

Foto: AKG / Album

Apodado el Hermoso por sus contemporáneos, Felipe IV de Francia ha recibido de los historiadores y escritores modernos otro sobrenombre, el Rey de Hierro, por el modo en que aplastó sin contemplaciones toda resistencia interna o externa al reforzamiento de su autoridad. Los años finales de su reinado estuvieron marcados por las guerras, en particular en Flandes, y por una creciente presión fiscal que recayó principalmente sobre el pueblo y provocó numerosos estallidos de descontento. Hombre de temperamento abúlico y huraño, y a la vez colérico y vengativo, en 1307 persuadió al papa Clemente V para decretar la disolución y persecución de los templarios, y en 1314, apenas unos meses antes de su imprevista muerte, con sólo 46 años, hizo ejecutar al gran maestre de la orden templaria, Jacques de Molay.

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Felipe IV el Hermoso. Miniatura. Biblioteca Nacional, París.

Foto: Oronoz / Album

Felipe tenía tres hijos adultos que parecían asegurar el futuro de la dinastía y que reinaron consecutivamente a la muerte de su padre. Los tres se habían casado con ilustres princesas de la nobleza francesa: Luis el Obstinado, el primogénito, futuro Luis X, con Margarita, hija del duque de Borgoña; Felipe el Largo, conde de Poitiers y futuro Felipe V, con Juana, hija del conde palatino de Borgoña y de Mahaut, condesa de Artois, y el futuro Carlos IV, con Blanca de Borgoña, hermana de Juana. Historiadores posteriores dirían que fueron matrimonios mal avenidos, en particular el de Luis y Margarita, los príncipes herederos: Luis prefería jugar al tenis que pasar tiempo al lado de su esposa, y en nueve años de casados sólo habían tenido una hija. Carlos, por su parte, se mostraba estricto y presuntuoso con su esposa. De ellas, unas jóvenes de apenas 20 años, se dijo que eran bulliciosas y alegres, preocupadas únicamente por estar bellas y entretenidas, aunque nada de esto consta en la documentación contemporánea.

Felipe el Hermoso fue llamado «el Rey de Hierro» por sus métodos rigurosos

El escándalo estalló en abril de 1314, cuando llegaron a oídos del rey rumores de que sus tres nueras, incluida la que estaba casada con el heredero, habían cometido adulterio durante varios años con unos jóvenes caballeros. 

 

Denuncia y acusación

Las circunstancias en que se desarrolló esta relación no son conocidas por testimonios contemporáneos. Las primeras crónicas tan sólo mencionan que los supuestos adulterios se prolongaron durante tres años y que se desarrollaron «en lugares sagrados». Sería mucho más tarde cuando se diría de que el lugar de encuentro de los amantes fue la torre de Nesle, un torreón que formaba parte de un palacio a orillas del Sena que pertenecía a la Corona.

Igualmente, son sólo textos posteriores, y por ello poco fiables, los que nos informan sobre el modo en que el caso llegó a oídos del rey. La responsable habría sido una hija de Felipe el Hermoso, Isabel, casada con el rey Eduardo II de Inglaterra. Durante una breve estancia de los soberanos ingleses en París, en 1313, se celebró un espectáculo de títeres. Tras la representación, Isabel regaló a sus cuñadas unos monederos o limosneras de gran valor, bordados con flecos de oro. Unos meses después, cuando la reina inglesa hizo otra visita a París, descubrió que dos caballeros normandos que acompañaban a sus cuñadas, los hermanos Philippe y Gauthier d’Aunay, lucían en el cinto las bellas limosneras. Convencida de que eso demostraba una relación ilícita entre ellos, Isabel decidió contárselo todo a su padre, Felipe IV. Éste hizo vigilar a las princesas hasta obtener pruebas de su delito. 

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Vhâteau-Gaillard. Del castillo en el que Margarita y Blanca de Borgoña fueron encerradas sólo se conservan la torre del homenaje y partes del muro.

Foto: Bruno Morandi / Gtres

Las crónicas más próximas a los hechos se limitan a relatar lo que sucedió tras la revelación del escándalo. Margarita y Blanca «fueron, como lo merecían sus faltas, repudiadas por sus maridos por haber cometido vergonzosos adulterios con los dos hermanos, los caballeros Philippe y Gautier d’Aunay, la primera con Philippe, la otra con Gautier. Justamente despojadas de todos los honores temporales, fueron encerradas en una prisión a fin de que, bajo una estrecha reclusión, privadas de toda consolación humana, terminaran su vida en el infortunio y la miseria». La tercera princesa, Juana de Borgoña, «quedó al principio bajo fuertes sospechas y fue separada durante un tiempo de su marido y custodiada en una prisión en el castillo de Dourdan».

 

Suplicio y ejecución

Los dos supuestos amantes correrían una suerte terrible. Sin duda, ambos fueron torturados brutalmente para que reconocieran su culpabilidad. Como reseñó otra crónica, eran «tanto más culpables cuanto que habían seducido con dulzuras y caricias a esas mujeres tan jóvenes y de un sexo débil. El viernes, tras la fiesta de Cuasimodo, en Pontoise, confesaron haber cometido este crimen durante tres años y en diversos lugares y tiempos sacros». 

Tras ser condenados por el rey en un juicio secreto, «expiando por un género de muerte y un suplicio ignominioso un delito tan infame, fueron a vista de todos desollados vivos en la plaza pública. Les cortaron las partes viriles y genitales y cortándoles la cabeza los arrastraron al cadalso público donde, despojados de toda su piel, fueron colgados por los hombros y las coyunturas de los brazos». Las crónicas también relatan que cierto número de cómplices fueron también ejecutados, «algunos ahogados, otros liquidados en secreto».

 

El honor de la Corona

La violenta reacción de Felipe IV no era de extrañar. En el derecho feudal, el adulterio cometido con la mujer del señor se asimilaba al delito de alta traición y se castigaba con la muerte; en el caso de los hermanos d’Aunay, hubo además delito de lesa majestad, pues las implicadas pertenecían a la familia real. «No sólo habían con infamia manchado el lecho de sus señores, sino que eran odiosos traidores», decía una crónica. Además, el adulterio ponía en cuestión el futuro de la dinastía. Si había alguna sospecha de que un heredero de sangre real pudiera ser un bastardo, toda la sucesión al trono sería puesta en entredicho. 

Por ello, las princesas Margarita y Blanca fueron encerradas en Château-Gaillard, un imponente castillo situado en Normandía. Pasado un año, Margarita fue encontrada allí sin vida. A Blanca, tras pasar ocho años en una celda en el mismo castillo, le permitieron llevar una vida piadosa en la abadía de Maubuisson, donde murió en 1326.

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Margarita de Borgoña es rapada tras su arresto por el escándalo de 1314. Miniatura del siglo XIV.

Foto: Bridgeman / ACI

La única que se libró del castigo fue Juana. Acusada al principio de complicidad, contó con el apoyo de su marido, que nunca la repudió, y de su madre Mahaut. «Tras una investigación, fue limpiada de sospechas y declarada inocente por un consejo en París; y así, antes de final de año, mereció ser reconciliada con su esposo», explica una crónica. Gracias a ello se convirtió en reina de Francia cuando Felipe V fue coronado en 1317 en la catedral de Reims. 

El escándalo de la torre de Nesle fue otro más de los hechos dramáticos de los últimos años del reinado de Felipe IV. Mezclado con toda suerte de leyendas, el episodio ha alimentado la idea de la «maldición» que cayó sobre los últimos reyes Capeto y que provocaría la extinción de la dinastía apenas catorce años más tarde, con la muerte sin heredero masculino de Carlos IV, esposo de la malhadada Blanca de Borgoña. 

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¿Motivos políticos?

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Desollamiento de los dos amantes de Margarita y Blanca de Borgoña.

Foto: Bridgeman / ACI

La crónica de los condes de flandes sostiene que las acusaciones contra las princesas y sus supuestos amantes carecían de fundamento, y que todo fue un montaje orquestado por el principal ministro de Felipe IV, Enguerrand de Marigny. Tras la muerte del rey, Enguerrand fue detenido por orden del nuevo soberano francés, Luis X. Acusado de brujería, fue ejecutado en 1315.

 

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La leyenda

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La actriz Gilda Darthy vestida para la obra de Dumas.

Foto: Album

En el siglo xv surgió la leyenda de que Margarita de Borgoña se encontraba en la torre de Nesle con múltiples amantes a los que luego hacía matar y arrojar al río. Dumas desarrolló esta historia en una obra de teatro que ha dado pie a varios films.

 

Este artículo pertenece al número 229 de la revista Historia National Geographic.

 

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