Borriquitos con chándal, por Félix de Azúa
THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

Borriquitos con chándal

«La catástrofe educativa, en este país, es enorme, pero aún lo es más en Cataluña, una comunidad que adora poner en marcha utopías izquierdistas»

Opinión
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Borriquitos con chándal

Ilustración de Alejandra Svriz

Así llamaba Ferlosio a los pobres alumnos que caían en las garras de una educación obsesivamente ideológica, inventada por pedagogos arrogantes y políticos sin ideas. Ya las leyes educativas de la LOE y la Lomce rebajaban las exigencias formativas para acercarse al más estúpido de los fines, el de que los alumnos «sean felices en la escuela», para lo cual hay que evitar que piensen, no se vayan a preocupar. Este síndrome de madre protectora está creando generaciones de jóvenes inseguros porque son conscientes de su ignorancia. Pero la actual ley, la de Celaá, la conocida como Lomloe, es incluso peor y sus desastrosos efectos son ya evidentes.

En un excelente reportaje de mi colega Olga R. Sanmartín, deja hablar a la presidenta de la primera reunión de padres que protestan por la ínfima calidad de la educación en Cataluña. En su agrupación empezaron 20 y son ya 800 familias, pero tienen mucho más apoyo en las redes: hasta 2.300 firmas protestan, en la plataforma, por el desierto que ven crecer en el cerebro de sus hijos.

Todo comienza por el síndrome de la caridad cristiana entre las izquierdas dedicadas a hacer el bien, como misioneros en comunidades salvajes. Ese clericalismo corrompido y colonialista que les atenaza, a falta de argumentos para mejorar la vida material de las gentes. Y como no tienen ni intuiciones de qué medidas podrían aliviar a los ciudadanos en su vida cotidiana, los machacan a teorías chifladas, casi todas tomadas de los campus americanos. También decían hacer el bien cuando existía el proletariado y la lucha de clases, aunque en realidad los hundían en la miseria como sigue sucediendo en Cuba, Venezuela o Nicaragua. Pero ellos, los funcionarios del Régimen, a cubierto bajo las ubres del Estado, se sienten sumamente ufanos consigo mismos.

La catástrofe educativa, en este país, es enorme, pero aún lo es más en Cataluña, una comunidad que adora poner en marcha utopías izquierdistas y que se empeña, cada vez más insistente, a medida que esas utopías se demuestran no sueños, sino pesadillas. Entonces se enfurecen y acusan al «pueblo» que dicen amar y defender. Pero no hay mayor enemigo que quien te condena a la ignorancia.

Como se sabe, no hay apenas trabajos prospectivos sobre la ruina educativa en España porque los políticos no se atreven a informar, pero tenemos los trabajos de PISA, suficientemente objetivos y técnicamente impecables para que se nos pongan los pelos de punta. En esos informes, Cataluña, que siempre se había distinguido por ser superior al resto de las comunidades en Matemáticas y Lectura, se ha venido abajo y ocupa los últimos lugares junto con Extremadura y Canarias.

«La Generalitat le ha echado la culpa a los inmigrantes con esa beata conciencia de superioridad que la caracteriza»

Ante estos resultados, y dado que la burguesía catalana no puede equivocarse, la Generalitat le ha echado la culpa a los inmigrantes con esa beata conciencia de superioridad que la caracteriza. Es otra falsedad para tranquilizar a sus devotos, porque el caso es que el derrumbe afecta por igual a la Lengua castellana y la catalana. De tal modo que sólo quedarían fuera, como atolladero insalvable, los hijos de inmigrantes musulmanes, pero eso es algo que ni ellos se atreven a decir, entre otras cosas porque es falso.

No tengo yo noticia de los programas educativos del PP. Para las elecciones catalanas se han inventado lo de un tercio en catalán, un tercio en castellano y un tercio en inglés, que es el sistema perfecto para obtener analfabetos en tres lenguas.

Seguiremos atentos a los programas educativos de los partidos. Es la única posibilidad de que este país sea algo menos diferente de sus colegas europeos, aunque sea dentro de dos generaciones.

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