Petrarca humanista, público y privado

Petrarca humanista, público y privado

EPISTOLARIO

La editorial Acantilado publica la monumental edición en cuatro volúmenes del epistolario de Petrarca, un documento de valor inestimable para comprender la obra del autor florentino, en el contexto histórico, social y lingüístico del siglo XIV, e iluminar sus resonancias en nuestro siglo XXI

Portrait of Petrarch, Francesco Petrarca, Italian lyric poet, is considered one of the founders of the Italian Renaissance - F

Retrato de Petrarca, una de las cimas literarias de la cultura italiana 

Getty

“Tal vez has oído hablar y sabes algo de mí, aunque es dudoso que un nombre tan insignificante y oscuro como el mío se propague lejos en el espacio y el tiempo”, escribió Francesco Petrarca (1304-1374) en las primeras líneas de la Epístola a la posteridad . Compuesta presumiblemente entre 1367 y 1372, cierra las Cartas de senectud y sugiere la intención que atraviesa el proyecto epistolar en su conjunto: dibujar una autobiografía literaria y poética, en la continuidad temporal y en la variedad de espacios, lecturas y encuentros que articularon la trayectoria del autor. En la tensión entre los destellos de la Edad Media y los albores del Humanismo, la obra de Petrarca atestigua la pérdida de centralidad de la visión cristiana, teocéntrica, y la apertura de la nueva etapa, laica y antropocéntrica. La actividad filológica de búsqueda de códigos antiguos, la conciencia de la dimensión histórica de los clásicos y la voluntad de releerlos desde el presente se integran en las epístolas más personales, conformando un corpus orgánico que refleja al hombre y al poeta.

⁄ Hay dos ejes: la recuperación de los clásicos y la implicación en la vida cultural y el debate político

La edición de Acantilado recopila las 300 Cartas familiares (24 libros, 1350-1361), las 127 Cartas de senectud (18 libros, 1361-1374), las diecinueve C artas sin nombre (1342-1358) y las 76 Cartas dispersas, con notas e introducción a cada libro de Ugo Dotti, en cuidada traducción, del latín y del italiano, de Francisco Socas y revisión de Jordi Bayod. La excepcionalidad de la publicación no se halla sólo en las dimensiones –materiales y simbólicas– del epistolario, sino en la aportación a la cultura en lengua española, en sintonía con la visión cosmopolita del propio Petrarca, que se percibía como puente entre el ayer y el hoy.

⁄ Atestigua la pérdida de centralidad de la visión cristiana, teocéntrica, y la apertura de una etapa laica y antropocéntrica

El proyecto de las Cartas familiares nació tal vez en 1345, cuando el poeta leyó, en Verona, los dieciséis libros del epistolario de Cicerón a Ático y decidió recopilar, cronológicamente, sus propias cartas (solía guardar copias de todas). Para incluir eventos pasados que no había vivido, empezó un trabajo de reescritura que hoy identificaríamos como autoficción, de (re)construcción de la memoria, y que prosiguió en las Cartas de senectud. Las dificultades de datación no restan valor a las dos colecciones, en cuyas páginas se despliegan los ejes de la biografía intelectual de Petrarca: por un lado, la recuperación de los clásicos; por el otro, la implicación en la vida cultural y el debate político de su tiempo.

⁄ Preservó el anonimato de algunos destinatarios para protegerlos, aunque suelen ser casi siempre reconocibles

Ecos de Séneca, Salustio, Ovidio, Virgilio, San Agustín, Cicerón resuenan en las reflexiones sobre la fugacidad del tiempo, la volubilidad de la fama, la búsqueda de libertad formal y estilística, los beneficios de la vida contemplativa o el valor absoluto de la amistad. Mecenas (los miembros de la familia Colonna, el rey Roberto de Anjou, el teólogo Dionigi da Borgo San Sepolcro), amigos y enemigos desfilan junto a libros de su biblioteca (un catálogo personal puede leerse en el libro XVIII de las Familiares), eventos de profunda comprensión espiritual (como la famosa subida al Mont Ventoux), acontecimientos públicos (la coronación poética en Roma, el 8 de abril de 1341, ocupa 8 epístolas del libro IV), declaraciones de poética (el último libro incluye la preciosa epístola a Homero, “príncipe de la poesía griega”) y respuestas a acusaciones. Ejemplar, en este sentido, es la última carta del libro XXI de las Familiares: dirigida a Giovanni Boccaccio, a través de la Comedia dantesca, examina la disputa acerca de la lengua vulgar como lengua poética, en el intento de disipar los rumores de envidia por la obra de Dante.

Petrarca Six Tuscan Poets, Giorgio Vasari, 1554

Petrarca y Dante (en primer plano) en 'Seis poetas toscanos' de Giorgio Vasari (1554)

 

Los tres florentinos –Dante, Petrarca y Boccaccio– conforman la tríada que transformó la literatura italiana del Trecento. Si Petrarca sentía probablemente recelo hacia Dante (y viceversa), consideraba a Boccaccio su interlocutor y discípulo: doce de las Cartas de senectud están dirigidas al joven autor, incluida una reseña del Decamerón y la traducción en latín de uno de sus relatos más conocidos, protagonizado por el personaje de Griselda. El consuelo de la amistad, el estudio constante, la aceptación de la muerte embeben las cartas del anciano Petrarca. Finalmente, las Cartas sin nombre están cargadas de matiz político, contra el papado de Aviñón, en defensa de Roma y de la necesidad de recuperar su centralidad. El autor decidió preservar el anonimato de los destinatarios de esta serie para protegerlos, aunque la referencia es casi siempre reconocible, como en el caso del tribuno romano Cola de Rienzo. A él están dirigidas varias de las Cartas dispersas, colofón perfecto al epistolario.

Petrarca no pudo terminar la Epístola a la posteridad: su herencia simbólica vibra en la invitación a completarla, en cada lectura, lejos en el espacio y en el tiempo.

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