F�RMULA 1 2024

F1

La �ltima noche de Senna: la idea del adi�s, el deseo de batir a Schumacher y las peleas familiares

Los detalles sobre las �ltimas horas en Imola del legendario piloto brasile�o, de cuya tr�gica muerte se cumplen 30 a�os.

Un p�ster de Senna, firmado por sus seguidores, en Imola.
Un p�ster de Senna, firmado por sus seguidores, en Imola.AFP
Actualizado

Todo en torno a Ayrton Senna se hab�a ensombrecido la v�spera de aquel 1 de mayo de 1994. Una tristeza sobrevolaba su expresi�n melanc�lica, que siempre se consider� una suerte de marca de f�brica en �l. Del asfalto de Imola a su habitaci�n en el hotel de Castel San Pietro. La cena en la Trattoria Romagnola, una foto para la joven pareja que celebraba en el restaurante del hotel Castello mientras �l intentaba ahuyentar, de alg�n modo, aquellas nubes. Un compa�ero muerto unas horas antes, Roland Ratzenberger, y un amigo vivo de milagro, Rubens Barrichello, tras una violenta salida de pista el viernes.

Dos visitas en dos d�as al centro m�dico para intentar digerir el lado m�s amargo de las carreras. Y bofetadas no s�lo para �l. La �ltima muerte en un fin de semana se remontaba a Riccardo Paletti, 12 a�os atr�s. Suficiente para pensar que era mejor dejarlo todo. Una hip�tesis d�bil, ya superada. O para escuchar a Sid Watkins, director m�dico de la F1, que le suger�a parar: "Has ganado tres Mundiales, eres el mejor. No necesitas arriesgar m�s. V�monos lejos, vayamos a pescar".

Es hermoso y conmovedor imaginar que, por un momento, s�lo uno, Ayrton estuvo tentado de seguir aquel consejo, tan ins�lito, tan precioso. Pero al detenerse no pudo, no quiso. Michael Schumacher hab�a ganado las dos primeras carreras del a�o, mientras �l no sumaba ninguna victoria. Y no s�lo eso. Aquel alem�n, un animal competitivo similar a �l, conduc�a un monoplaza irregular. Estaba seguro de ello, se hab�a dado cuenta en Jap�n d�as antes, a pie de pista investigando el sonido producido por el control de tracci�n. Un dispositivo prohibido.

"Como una silla el�ctrica"

S�, pero ganar no era f�cil. Hab�a perseguido ese Williams durante mucho tiempo, su objetivo era igualar a Alain Prost, su pesadilla, su doble durante cuatro Mundiales. Prost se hab�a retirado. Sin �l hab�a menos diversi�n. Era como perder un c�mplice, el mejor compa�ero de juegos. Adem�s, su Williams le atormentaba. "Era como estar en una silla el�ctrica". Inc�modo, caprichoso, dif�cil de manejar.

Lo hab�an modificado, corregido, hasta reducir la columna de direcci�n para hacer sitio a las manos en el volante. Correr�a, sin duda. Esconder�a la bandera austriaca en el cockpit, para ondearla en homenaje a Ratzenberger durante la vuelta de honor. Respira hondo. Tal vez. Ayrton, qu� lucha. Se necesitaba m�s para encontrar la paz.

Por primera vez estaba en medio de un conflicto familiar. La raz�n: Adriane, su compa�era, su amor. Considerada por su padre y su madre una oportunista, una amenaza a la que alejar. Hasta el punto de tener su tel�fono intervenido. As� lo atestiguan las cintas entregadas en Castel San Pietro por Leonardo, el hermano de Ayrton, la noche del 30 de abril. Una afrenta, una provocaci�n. Despu�s de la que de Ayrton, haci�ndose una foto con su mujer en la finca familiar, a las afueras de San Paolo.

El Williams FW16, el �ltimo de Senna, exhibido en Tur�n.
El Williams FW16, el �ltimo de Senna, exhibido en Tur�n.EFE

Hasta aqu� hab�an llegado. Se alojaba en la casa que hab�a comprado en el Algarve con Adriane, lejos de Angra dos Reis, su rinc�n de los afectos m�s queridos. La ira suavizada por la pena, aniquilada por la culpa. A sus padres les ten�a cari�o, les estaba agradecido. Hab�a mantenido correspondencia, hab�a sido estricto, disciplinado como se requiere de un hijo talentoso y exitoso. Sin embargo...

La Biblia en la mesilla de noche. Dios siempre pod�a ofrecer consuelo, respuestas, absoluci�n. Una llamada telef�nica a Adriane. Una visita a Frank Williams, en la habitaci�n de abajo. El pensamiento de la fundaci�n ahora en marcha. Ni�os, chicos j�venes a los que acompa�ar hacia una primera y verdadera oportunidad. Hab�a sido una obsesi�n, y se estaba convirtiendo en un consuelo. El contrato con Audi para importar coches a Brasil. Lo hab�a cerrado descubriendo que pod�a manejarse como gerente, lo que insinuaba alguna vaga hip�tesis de futuro.

Ten�a que dormir. Observ�. Reflexion�. Como nos ocurre a todos cuando las nubes oscurecen nuestro cielo. Un hilo de ternura, aqu�, para ganar una noche de tranquilidad. Si fue la �ltima, no importa. Ayrton ciertamente no lo sab�a.