Retro-Análisis: Let It Be (1970), como nunca antes se la vio ni oyó - Las cosas que nos hacen felices
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Retro-Análisis: Let It Be (1970), como nunca antes se la vio ni oyó

Disney+ ha incoporado recientemente a su catálogo Let It Be, película de 1970 que, dirigida por Michael Lindsay-Hogg y reprocesada recientemente por los estudios de Peter Jackson, nos llega ahora en increíble versión restaurada que mejora con creces la original y además contribuye a revalorizarla en su justa dimensión como documento invaluable de los últimos días de los Beatles.

El búho de Minerva solo abre sus alas en el ocaso”. La cita, que pertenece a Hegel, dice a las claras que a veces se necesita un cierto tiempo para apreciar las cosas en su justa medida y eso es exactamente lo que ocurre al revisionar Let It Be, la película crepuscular de los Beatles que, en versión completamente restaurada, ha estrenado Disney+ hace apenas días.

Y es que realmente fue poco valorada en su momento. La intención inicial del director americano Michael Lindsay-Hogg (cuyo padre biológico fue Orson Welles) era hacer un documental sobre un hipotético concierto que, tras tres años sin actuar en vivo, la banda daría en un anfiteatro de Libia en medio del desierto, idea finalmente no concretada pero que seguramente habrá inspirado a Pink Floyd para su Live at Pompeii (1972).

Pero el alejamiento de George Harrison y la crisis final hicieron que el proyecto no se llevara a cabo y hubiera que cambiar planes: así fue como las imágenes de sesiones y ensayos que originalmente iban a ser solo complementarias acabaron convirtiéndose en sustancia del filme.

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Tiene cierta lógica entonces, considerando ese carácter de testimonio involuntario, que al momento del estreno la cinta fuera vista por la crítica como desordenada y caótica, o que su tono elegíaco produjera desencanto en un público que quería otra imagen de los Beatles, muy distinta a la del resquebrajamiento que por esos días estaban viviendo.

De hecho, el filme solo estuvo un par de semanas en los cines y fue editado en los ochenta en VHS, pero jamás oficialmente en DVD ni subido a plataforma alguna hasta hoy. Las versiones piratas circularon durante décadas y si ya de por sí la calidad visual y sonora del material original no era la mejor (precisamente por el carácter secundario y complementario con que había sido realizado), la realidad es que fue empeorando con cada nueva copia.

Para cubrir ese bache y con realización de Peter Jackson, llegó en 2022 y también por Disney+, Get Back, la excelente serie documental que, con casi ocho horas de material inédito, cubrió prácticamente la misma estapa haciendo particular énfasis en el proceso compositivo de las canciones.

Y ahora el propio Jackson, a través de su estudio Park Road Post Production, es quien se encarga de restaurar el material original con increíble calidad no solo de imagen (realzando para bien los colores originalmente opacos de la cinta), sino también de sonido que, ahora depurado, permite apreciar con mayor fidelidad no solo las interpretaciones sino también los diálogos, antes sobrecargados de ecos y sonido ambiental que, a veces, dificultaban la comprensión si no había un subtitulado.

No es casual por lo tanto que, para poner al espectador desprevenido en contexto, esta versión se inicie con una conversación entre Peter Jackson y Michael Lindsay-Hogg en la cual este último reconoce el aporte del primero a la hora de rescatar aquel antiguo material y el segundo no puede dejar de sentir una mezcla de admiración y envidia al pensar que mientras él “solo” reprocesó el material grabado, Lindsay-Hogg estuvo en el momento y lugar de los hechos.

Pasada esa introducción, la película muestra básicamente a la banda trabajando, ensayando o arreglando canciones en los estudios Apple, básicamente las que componen el álbum que acompañó a la película, tales como One after 909 (compuesta por John Lennon cuando tenía diecisiete años), Dig a Pony, I Me Mine (bailada por John y Yoko en ritmo de vals) o las tan bellas como emblemáticas Let It Be, Across the Universe y The Long and Winding Road, todavía esta última sin el arreglo orquestal estilo años cincuenta que le agregaría Phil Spector y que tanto irritaría a Paul McCartney (en lo personal, me encanta).

Se oyen asimismo fragmentos de piezas de Abbey Road, pues no hay que olvidar que el retraso de la película hizo que los lanzamientos de los discos se dieran de manera invertida, pero la realización del mismo es en realidad posterior a Let It Be.

Suenan así Maxwell’s Silver Hammer (canción de Paul a la que luego John definió alguna vez como “indecente”), Oh! Darling (por el contrario, única de Paul que John admitió que le gustaría haber compuesto) y Octopus’s Garden (fantasía acuática compuesta por Ringo Starr y, según propias palabras, primera canción suya de la cual no se rieron). Y en medio de todo, el gran aporte de Billy Preston y su Hammond,casi como un “quinto Beatle”.

No es que haya material nuevo o imágenes que no hubiéramos visto y sin embargo todo se ve como si lo viéramos y oyéramos por primera vez, lo cual no solo tiene que ver con la imagen y sonido restaurados, sino también con esa perspectiva distinta que da el tiempo y de la que hablábamos al principio…

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Alguna vez George Martin manifestó lamentar la cantidad de cintas que en su momento borró y en las cuales había conversaciones que hoy serían testimonios invaluables, pero en aquel momento no lo vio de ese modo y simplemente reutilizó las cintas por una cuestión de economía. Debe ser difícil darse cuenta de que se está presenciando algo que después será histórico y así se entiende el deslumbramiento de Jackson por el hecho de que Lindsay-Hogg estuviera allí.

Mucho de eso ocurre precisamente con Let It Be, a la que personalmente no recordaba como una buena película pero, al verla hoy, es una muestra fiel y crepuscular del final de los Beatles que resulta mucho más reveladora con la perspectiva del tiempo y a luz de la historia posterior de los miembros de la banda.

Pueden así apreciarse claramente las tensiones y roces, ya sea en forma expresa (como cuando George ironiza diciéndole a McCartney que simplemente tocará lo que lo haga feliz o incluso nada en absoluto si así lo desea), o bien tácita (como se aprecia en los rostros serios y circunspectos con que John, George y Ringo oyen a Paul dar instrucciones como si fuera líder de la banda.

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Y quizás en definitiva lo fuera: el propio George Martin ha manifestado alguna vez que, de no ser por McCartney, los Beatles hubieran publicado menos discos. O tal vez sea que para esa época ya nadie quería estar en la banda salvo Paul y ello redunda en que el resto se limiten a callar y esperar un final que se avizora como inminente.

De hecho y contrariamente a la imagen rebelde y verborrágica que de él podemos llegar a tener, a Lennon se le nota retraído, parco y de pocas palabras. Y cuando le vemos simplemente escuchar a Paul en silencio mientras fuma y asiente de tanto en tanto, su actitud parece la de alguien que ya no tiene ganas de estar allí. Algo parecido ocurre con un Ringo que casi no sonríe y está a años luz del tipo simpático y divertido de otros tiempos.

También se percibe cierta atmósfera tensa por la presencia de Yoko Ono, sentada en los ensayos casi como un miembro más de la banda y dejando en evidencia que para esa altura no había un único motivo de disolución. Y no porque ella fuese, como suele decirse, responsable del final que se avecinaba, sino porque si algo se desprende de las filmaciones es que estaba allí porque John le dio ese lugar.

De hecho, Linda, esposa de Paul, también hace presencia en algún momento junto a la pequeña Heather, pero su actitud es la de alguien que está de visita y no la de un ancla, seguramente porque ese era, en su caso, el lugar que Paul le había dado, más allá de que después acabaría sumándola a Wings.

Pero no todo es mal clima. Es evidente que los momentos más tensos se producen al ensayar las composiciones de McCartney, pero la banda claramente se divierte cuando, puestos en modo lúdico, versionan canciones de rock n ´roll o rhtyhm & blues de los cincuenta, tales como Kansas City o Lawdy Miss Clawdy: allí dan impresión de estar todos en la misma y recordar con nostalgia la música que los formó. O cuando a modo de broma interpretan Bésame Mucho, clásico bolero de los treinta compuesto por Consuelo Velázquez y en el cual Paul canta las dos únicas palabras en español que la banda haya registrado.

Pero si hay un momento en que la banda suena y se ve mancomunada es durante el ya mítico concierto de la azotea, que ocupa el tramo final del filme. Ese que nunca fue anunciado y que sorprendió tanto a transeúntes y conductores que andaban por la zona como a la policía, cuyo ingreso al edificio, en un fino detalle que no recordaba, es acompañado por el reprise de Get Back mientras el estribillo, en tono sentencioso, parece llamarlos a volver adonde pertenecen (get back to where once belonged).

Es en esos minutos finales de la cinta cuando la banda se ve realmente como una banda en lugar de cuatro músicos, como si cada uno fuera consciente de que quizás nunca volverían a tocar juntos.  Y en efecto así fue…

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Valoración y Legado

Es curioso, pero al ver hoy la película parece un documental actual o, si se quiere, un germen de lo que después fueron los realities. La ausencia de relato en off hace que simplemente todo fluya de manera natural y nos sintamos parte de las sesiones, siendo realmente impresionante lo que los rostros de los protagonistas dejan traslucir sin necesidad de palabras.

No se puede dejar de reconocer en ello la hábil mano del director y no entiendo cómo Let I Be pudo haberme parecido tan mala en su momento; solo me sirve de consuelo no haber sido el único y que la crítica tampoco la haya tratado bien en su estreno.  Más aún: la cinta ganó un Oscar por banda sonora, pero los Beatles ni siquiera fueron a recibirlo y debió hacerlo Quincy Jones en su nombre. Está claro que ni ellos la valoraban, pero algo debe haber cambiado en todos estos años para que tanto los dos sobrevivientes del grupo como las viudas de los fallecidos hayan dado su acuerdo para que esta versión restaurada viera la luz.

Vista hoy, se ve casi como si alguien hubiera estado tomando de manera casual una fotografía que terminaría quedando en la historia y es allí donde la película asume un peso y valor que quizás no formaran parte del plan original, pero a quién le importa…

Si a ello sumamos el excelente reprocesamiento de imagen y sonido, solo se puede decir que esta nueva oportunidad de revisionarla emociona. Y que teniendo ahora vista también la serie documental Get Back, ambas funcionan como perfecto complemento entre sí. Tal como afirma en la introducción el director Michael Lindsay-Hogg, “Let It Be es el padre de Get Back”. Y los Beatles, prácticamente, los padres de todo. ¿Cómo puede uno entonces resistirse a redescubrirlos?

Hasta la próxima y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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