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«Frankenstein»; temas, símbolos y recursos literarios

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Frankenstein o el moderno Prometeo (Frankenstein; or, The Modern Prometheus) es una novela escrita por Mary Shelley. Publicada en 1818, se inscribe en los géneros romántico y gótico, y se desarrolla con el formato de novela epistolar. La novela cuenta la historia de un estudiante de medicina, Víctor Frankenstein, que crea un cuerpo con vida uniendo distintas partes de cadáveres diseccionados. La creación de este monstruo, que en la novela no se le asigna nombre, hace un planteamiento sobre la moral en la ciencia; las consecuencias de la búsqueda del conocimiento, la creación y destrucción de la vida.

Una novela epistolar

Frankenstein está escrita en la forma de novela epistolar, un subgénero de novela en el que la historia se cuenta a través de la transcripción de cartas y documentos ficticios, sin que haya diálogos entre los personajes ni narraciones. La novela comienza con las cartas del marino Robert Walton a su hermana Margaret y más tarde incluye los relatos en primera persona del mismo Víctor Frankenstein y de su criatura.

El formato de novela epistolar permite que el lector conozca los pensamientos y sentimientos de cada personaje, pudiendo así empatizar con ellos. Esta empatía se extiende incluso a la criatura, que es rechazada por todos los personajes de la obra. La novela muestra la potencia del estilo y de la narración, ya que genera en el lector una corriente de empatía por un monstruo.

temas y símbolos de Frankenstein
Portada de 1831 de Frankenstein de Mary Shelley.

El simbolismo de los textos presentes en la novela

La novela expone diversos textos en múltiples situaciones, como formas de comunicación y de educación, además de como fuente de la verdad e incluso como testimonio de la naturaleza humana.

Las cartas fueron una fuente ubicua de comunicación durante el siglo XIX, y en la novela se utilizan para expresar los sentimientos más íntimos. Por ejemplo, Elizabeth y Frankenstein confiesan su amor a través de cartas. Las cartas también se utilizan como prueba, como cuando la criatura copia las cartas de Safie explicando su situación, con el fin de convalidar su historia a Frankenstein.

Los libros también juegan un papel importante en la novela, ya que es por ellos que la criatura empieza a comprender el mundo. A través de la lectura de El paraíso perdido, Las vidas paralelas de Plutarco y Las penas del joven Werther, la criatura aprende a entender a los De Lacey y se puede integrar a su familia. Pero estos textos también le enseñan a empatizar con los demás a medida que registra sus propios pensamientos y sentimientos a través de los personajes de los libros.

En la novela los textos son capaces de transmitir las verdades más íntimas y emotivas de los personajes.

Frankenstein y la ciencia

Mary Shelley escribió Frankenstein en medio de la Revolución Industrial, cuando los grandes avances tecnológicos estaban transformando a la sociedad. Uno de los temas centrales de la novela es la búsqueda del conocimiento por parte del hombre y los descubrimientos científicos, avanzando en los cuestionamientos sociales que sobrevendrían a este período.

Víctor Frankenstein está obsesionado con descubrir los secretos de la vida y de la muerte con una ambición despiadada; ignora a su familia y deja de lado todo afecto mientras prosigue con sus estudios. Su trayectoria académica en la novela parece reflejar la historia de la ciencia: Víctor Frankenstein comienza con la alquimia y sus prácticas científicas medievales, y luego en la universidad pasa a la química y a las matemáticas.

Los estudios de Víctor Frankenstein lo llevan a descubrir la causa de la vida, pero el fruto de su búsqueda no es positivo. Todo lo opuesto: su creación sólo trae tristeza, desgracia y muerte. La criatura que Frankenstein crea es una encarnación de lo que la ciencia ha producido: la criatura no es hermosa, como Frankenstein imaginó, es más bien vulgar y horrible. Frankenstein se decepciona con su creación y es por ello que se enferma, permaneciendo postrado por meses. La catástrofe rodea a la criatura, que mata al hermano de Víctor Frankenstein, William, a su esposa Elizabeth y a su amigo Clerval, e indirectamente es también responsable de la muerte de Justine.

En su búsqueda de la raíz de la vida, Víctor Frankenstein creó un simulacro deforme del hombre. Con las desastrosas consecuencias de la creación de Víctor Frankenstein, Mary Shelley cuestiona la despiadada búsqueda del conocimiento, que en última instancia causa más daños que bienestar a la humanidad.

Víctor Frankenstein comparte su historia con el capitán Robert Walton como una forma de advertir a los que, como él, pretendieran ser mejores que la naturaleza. Su historia muestra el horrible engendro de la arrogancia humana. Al final de la novela, el capitán Walton parece atesorar la lección que se le devela en la historia de Víctor Frankenstein, al cambiar el rumbo de su peligrosa misión al Polo Norte. Se aleja de la posible gloria del descubrimiento científico para salvar su propia vida y la de los tripulantes.

Frankenstein
Representación del monstruo de Frankenstein interpretado por Boris Karloff en la adaptación clásica de Universal Studios de 1931.

Contraposición de valores

La novela plantea una contradicción entre la búsqueda del conocimiento y la búsqueda del amor, la comunión y la familia. Este tema se expresa claramente a través de la caracterización de la criatura, cuya motivación es buscar la compasión humana y el compañerismo. Víctor Frankenstein se aísla, deja de lado a su familia y, en última instancia, pierde todo lo que ama; todo por su ambición científica. La criatura, en cambio, quiere precisamente lo que Víctor Frankenstein ha rechazado; desea intensamente ser abrazado por la familia De Lacey, pero su físico monstruoso le impide ser aceptado. Se enfrenta a Frankenstein para pedir una compañera, pero es traicionado y expulsado. Es este aislamiento el que impulsa a la criatura a buscar venganza y a matar. Sin Frankenstein, que es un símbolo paterno, la criatura está esencialmente sola en el mundo, una situación que finalmente lo convierte en un monstruo.

Hay varios personajes huérfanos en la novela. Tanto la familia Frankenstein como la familia De Lacey adoptan a huérfanos, Elizabeth y Safie, y los integran fraternalmente. Pero estos personajes son claramente diferentes a la criatura: ambas figuras se presentan para evidenciar y complementar la ausencia de madre.

La familia puede ser la fuente primaria de amor, y una fuente poderosa para el propósito en la vida en contraposición con la ambición por el conocimiento científico, sin embargo se la presenta como un componente dinámico en conflicto. A lo largo de la novela, la familia es una figura asociada a la pérdida, al sufrimiento y a la hostilidad. La familia Frankenstein está desgarrada por la venganza y la ambición, e incluso la idílica familia De Lacey está marcada por la pobreza, la ausencia de una madre y la falta de compasión mientras alejan a la criatura.

Mary Shelley presenta a la familia como una fuente de amor y contención, pero también describe el vínculo familiar como complejo y tal vez imposible de sublimar.

La naturaleza

La tensión entre la búsqueda del conocimiento y la búsqueda de la pertenencia se reproducen en el contexto de una naturaleza sublime. Lo sublime es un concepto estético, literario y filosófico del período romántico, que se asocia al éxtasis frente a la belleza extrema y a la grandeza del mundo natural.

La novela comienza con la expedición de Robert Walton al Polo Norte, luego se desplaza a través de las montañas de Europa con las narraciones de Víctor Frankenstein y de la criatura. Estos paisajes desolados reflejan los problemas de la humanidad. Víctor Frankenstein sube al glaciar Montanvert como una forma de despejar su mente y alejar sus penas. El monstruo corre hacia las montañas y los glaciares para refugiarse de la civilización y de las falibilidades humanas, que no pueden aceptarlo por su apariencia.

La naturaleza también se presenta como el depositario último de la vida y de la muerte, más importante aún que Frankenstein y sus descubrimientos. La naturaleza es lo que en última instancia mata tanto a Víctor Frankenstein como a su criatura, mientras se persiguen unos a otros en el desierto helado. Los sublimes paisajes deshabitados, que equiparan belleza y terror, enmarcan en la novela los enfrentamientos de la humanidad para resaltar la inmensidad del alma humana.

La luz

Uno de los símbolos más importantes de la novela es la luz. La luz está ligada al conocimiento, presentado como iluminación, ya que tanto el capitán Robert Walton como Víctor Frankenstein buscan iluminación en sus búsquedas científicas. La criatura, por el contrario, está condenada a pasar gran parte de su vida en la oscuridad, y solo puede caminar por la noche para así esconderse de los humanos y sus miedos. La idea de la luz como símbolo del conocimiento también remite a la alegoría de la cueva de Platón, en la que la oscuridad simboliza la ignorancia y el sol simboliza la verdad.

El simbolismo de la luz surge cuando la criatura se quema en las brasas de una fogata abandonada. En este caso, el fuego es a la vez una fuente de consuelo y peligro, y acerca a la criatura a las contradicciones de la civilización. Este uso del fuego vincula la novela con el mito de Prometeo, lo cual también se expresa en el título original. Prometeo robó el fuego de los dioses para ayudar en el avance de la humanidad, pero Zeus lo castigó por toda la eternidad. Víctor Frankenstein tomó de manera similar una especie de fuego para sí mismo al aprovechar un poder que no conocía la humanidad, y se ve obligado a arrepentirse de sus acciones.

A lo largo de la novela, la luz es un símbolo del conocimiento y del poder, y teje mitos y alegorías para hacer que estos conceptos sean más complejos, lo que pone en duda si es posible lograr la iluminación de la humanidad, y si incluso debe perseguirse este objetivo.

Fuentes

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Sergio Ribeiro Guevara (Ph.D.)
(Doctor en Ingeniería) - COLABORADOR. Divulgador científico. Ingeniero físico nuclear.

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