Biografia la Reina Victoria I de Inglaterra -Historia de su Vida

Biografia la Reina Victoria I de Inglaterra -Historia de su Vida

Biografía de la Reina Victoria I de Inglaterra

¿Quién Fue La Reina Victoria de Inglaterra?

En 1901 muere la reina más poderosa de todo el siglo anterior, reinado que comenzó en 1837 y marcó el apogeo colonial del Reino Unido.

Su imperio se asentaba en los cinco continentes y su nombre bautizó toda una época, conocida como la «era victoriana».

Durante su reinado, el mas largo de la historia inglesa, consolidó la autoridad de la monarquía.

Reina de Gran Bretaña y de Irlanda, emperatriz de las Indias, fue la soberana de la hegemonía británica.

Soberana de Inglaterra desde 1837 hasta 1901, la reina Victoria asoció su nombre a una etapa decisiva para el afianzamiento de la monarquía constitucional y del poderío británico en el mundo, y selló con rasgos inconfundibles las costumbres y el modelo de conducta de la burguesía inglesa de su época, hasta el punto de configurar un estilo que la sobrevivió durante décadas

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Victoria Alexandrina de Saionia-Coburgo, que reinó en Inglaterra como Victoria I, fue la reina más poderosa del siglo XIX.

Durante su reinado, caracterizado por una rigidez de costumbres burguesas, que se conoce como «moral victoriana», se sucedieron indistintamente gobiernos conservadores (tories)y liberales (whigs), que contribuyeron a convertir al Reino Unido en la mayor potencia del mundo.

Biografía: Reina Victoria I de Inglaterra:

El 24 de mayo de 1819, la princesa Alejandrina Victoria nacía en el palacio de Kensington, en Londres: allí vivían sus padres, el duque y la duquesa de Kent, sin mayor holgura, acosados por los acreedores, en algunos apartamentos puestos a su disposición.

Sus padres habrían deseado llamarla simplemente Victoria, como su madre, pero el príncipe regente, el futuro Jorge IV, había decidido de otro modo y exigió que la niña fuese bautizada como Alejandrina, en homenaje a su padrino, el zar Alejandro de Rusia.

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Eduardo, duque de Kent, cuarto hijo de Jorge III, no conocería por mucho tiempo a su hija.

En efecto, murió cuando ella no tenía más de ocho meses de edad, dejando a la duquesa de Kent en una situación difícil.

Siendo ya viuda del príncipe de Leiningen, ella era una princesa alemana, hija del duque de Sajonia-Coburgo, «exiliada en Gran Bretaña», donde era poco estimada.

El nacimiento de su hija Alejandrina Victoria, que podría heredar algún día la corona de Inglaterra, representaba para ella una esperanza formidable.

El 26 de junio de 1830, el rey Jorge IV murió sin dejar heredero, pasando la corona a su hermano Guillermo IV.

Él tampoco tuvo descendencia, de manera que su sobrina Victoria se encontró siendo heredera directa de una corona muy codiciada.

Victoria tuvo en la persona de su tío Leopoldo I, rey de los belgas, su apoyo más seguro.

Éste le escribía frecuentemente dándole valiosos y afectuosos consejos para asumir la tarea que la esperaba.

Por su parte, su madre. la duquesa de Kent, acechaba con angustia el más mínimo signo que anunciase la venida al mundo de un heredero real...

El 20 de junio de 1837, finalmente, el arzobispo de Canterbury y lord Chambelán se dirigieron al palacio de Kensington a pedir audiencia a la joven princesa Victoria.

Les correspondía, conforme al protocolo, anunciarle la muerte del rey Guillermo IV y proponerle la corona de Inglaterra.

Poco después, la «eminente y poderosa princesa Alejandrina Victoria I» fue proclamada reina de Gran Bretaña y de Irlanda.

LA HISTORIA DE SU VIDA:

 Al fallecer su padre en 1820, cuando Alejandrina Victoria solo tenía ocho meses, y más tarde el deceso de los pequeños hijos del duque de Clarence, que ascendió al trono en 1830 con el nombre de Guillermo IV, fueron signando paulatinamente su destino de reina.

De modo que, luego de transcurrida su niñez, su educación fue confiada a la duquesa de Northumberland, bajo cuya dirección estudió historia, ciencias naturales y música.

Posteriormente, Guillermo IV encargó a su primer ministro, Lord Melbourne, que instruyera a su sobrina y heredera en el dominio de la política y le enseñara los mecanismos del sistema constitucional británico.

Al tiempo que recibía esa imprescindible preparación, la vida de la princesa se desarrollaba completamente alejada de su familia paterna: residía con su madre, su hermanastra Feodora y su gobernanta Louíse Lehzen, en el palacio de Kensington.

Llevaba un diario en el que consignaba minuciosamente los sucesos de su vida cotidiana, era muy prudente en la elección de sus amistades, tenía una memoria excelente y daba inequívocas muestras de su independencia de carácter.

El 20 de junio de 1837, a hora muy temprana, el primer ministro, Lord Melbourne, se presentó intempestivamente en Kensington para comunicar a Victoria -por entonces una muchacha de 18 años, alegre, rolliza y más bien baja- que el rey acababa de morir y que desde ese momento ella era la reina de Inglaterra.

Como anticipo de la actitud con que afrontaría de ahí en más sus deberes de soberana, luego de haber escogido como residencia real el Palacio de Buckingham, Victoria instaló a su progenitora en un departamento alejado de sus habitaciones, poniendo así una valla a la influencia materna.

Lord Melbourne, a quien mantuvo en el cargo de primer ministro, tuvo el privilegio de iniciarla en las "delicias del oficio de reina": las cacerías, los bailes, las brillantes fiestas de la corte, la etiqueta y el complejo mecanismo de las ceremonias palaciegas.

Su primo Alberto, príncipe de Sajonia Coburgo-Gotha, que después sería su esposo, dejó un elocuente testimonio sobre los primeros tiempos de su vida de reina.

"Victoria -escribió- se muestra terriblemente obstinada, en permanente guerra contra su propia naturaleza, que es buena; ella se deleita en las ceremonias, etiqueta y formalidades de la corte, y otras frivolidades (...) Se dice que en realidad ella no goza mucho en esas veladas que se prolongan tanto y que la obligan a dormir más de la cuenta el día siguiente..."

Pero acaso lo más interesante de ese texto resida en lo que revela acerca de la personalidad de su autor, que a través de 21 años de entrañable y prolífico matrimonio, ejerció una profunda influencia en las ideas y en la conducta de su mujer.

Hombre grave y reflexivo, con una madurez precoz para su edad -poco más de 20 años-, de físico apuesto, Alberto impresionó fuertemente a su prima durante una visita que realizó en octubre de 1839 a la corte inglesa, por entonces instalada en el castillo de Windsor.

Seducida por la personalidad del príncipe, no tardó mucho Victoria en abandonar su resistencia a perder su dorada autonomía y le propuso que se casara con ella.

Cuatro meses después, el 10 de febrero de 1840, se celebró la boda.

Al principio, la reina insistió en que su marido no tuviera injerencia alguna en los asuntos de gobierno.

Seis meses más tarde, se le permitió al príncipe, por consejo de Lord Melbourne, permanecer como "observador" en los despachos oficiales y luego estar presente cuando la reina recibía a sus ministros.

Con el tiempo, Alberto se convirtió en mentor y consejero de su mujer, a quien inculcó principios de gobierno y normas de conducta como soberana.

Pero además Victoria, impulsada por el cariño y el respeto que le inspiraba su esposo, comenzó a asumir gradualmente las rígidas normas morales y los austeros hábitos de su marido, y no tardó en renegar de las reuniones sociales para dedicarse casi de lleno a la maternidad.

Entre 1840 y 1853, dio a luz nueve hijos, cinco mujeres y cuatro varones, a través de los cuales llegó a emparentarse con casi todas las familias reinantes europeas.

Su hija mayor, Victoria, fue emperatriz de Alemania y madre de Guillermo II, el último Kaiser, y madre y bisabuela, respectivamente, de dos reinas de Grecia: Sofía y Federica.

Eduardo, Príncipe de Gales hasta los sesenta años y después rey de Inglaterra con el nombre de Eduardo VII, continuó la dinastía reinante, y una hija suya, Matilde, fue reina de Noruega.

Alicia fue la madre de la última zarina de Rusia, Alejandra, mujer de Nicolás II.

Alfredo, más tarde duque de Edimburgo, padre de la reina María de Rumania -madre del rey Carol- y abuelo de la reina María de Yugoslavia.

Elena, Luisa, Arturo y Leopoldo celebraron sus matrimonios con miembros de la nobleza inglesa y alemana (retoño de una de estas ramas es el príncipe Felipe, duque de Edimburgo y marido de la reina Isabel II), en tanto que Beatriz fue madre de Victoria Eugenia de Battenberg, última reina de España.

Ese período de felicidad conyugal, se cerró en 1861 con la muerte del príncipe Alberto.

Terriblemente abatida, la reina abandonó poco después el palacio de Buckingham y se recluyó alternativamente en Windsor, en Osborne, en la isla de Wight, o en Balmoral (Escocia) donde habían transcurrido las etapas más felices de su vida matrimonial.

En 1853, la reina Victoria fue una de las primeras mujeres en dar a luz bajo el efecto de la anestesia, contrariando a las autoridades religiosas.

El médico escocés Simpson recurrió a una leve dosis de cloroformo para ayudar al parto sin dolor de la reina de Inglaterra.

Los responsables anglicanos, incómodos de no poder condenar esta práctica que contravenía el principio del alumbramiento con dolor, hicieron valer que al fin y al cabo Dios había adormecido a Adán para extraerle la costilla de la que debía nacer Eva.

Durante cinco años se abstuvo de abrir personalmente las sesiones del Parlamento, y pasó aún más tiempo antes de que sus ministros pudieran convencerla de la necesidad de aumentar sus apariciones en público, en vista del desagrado que suscitaba su imagen de viuda retirada.

Se tornó severa e irritable, y s