Cuando yo era niña, no existía lo que hoy llamamos “literatura infantil”; Si teníamos alrededor de 7 años, nuestros padres nos leían antes de acostarnos o a la hora de la siesta. Cuando somos adolescentes, leemos todo lo que encontramos a mano, en revistas, como la Billiken– incluso libros pequeños con grandes dibujos y pocas palabras.
Por otro lado, muchas de las revistas femeninas, entre los cuentos “rosas” para mujeres jóvenes y los dramas de amor para mujeres mayores, solían incluir, por capítulo, una novela recién publicada. Recuerdo especialmente los de Max Du Veuzit y los de Guy de Chantepleure.
Detrás de estos nombres masculinos descubrí, ya en la era de los ordenadores y después de seguirlos con entusiasmo, se escondían una pareja de hermanos suizos y una señora muy seria.
Mantengo esa debilidad hasta el día de hoy y, rastreando a los herederos de aquellas novelas románticas y entretenidas, he encontrado nuevos textos que continúan esa línea.
Hay algunos títulos que me gustaron.
la dama de negropor Susan Hill. Se ha rodado una película con Daniel Radcliffe como protagonista. La puesta en escena es espectacular y me sobresaltó varias veces. Me gustó sin exagerar.
La novela se desarrolla en la Inglaterra victoriana. Todo sucede en un pequeño pueblo, donde se muda un joven abogado que piensa en cambiar su vida por algo de su pasado: años atrás, estaba a cargo de la sucesión de una viuda que vivía en una extraña y lúgubre mansión que sólo podía ser a los que se accede llegan cuando bajó la marea.
En el funeral de su cliente ve a una mujer de luto, a la que nadie se atreve a echar de la ceremonia, pero a la que tampoco nadie mira ni se acerca. Pasan los años, el joven se casa, tiene hijos, y durante una Navidad helada, al salir a una galería, intuye algo oscuro y recuerda a aquella mujer…
Y no diré más, salvo que Inglaterra ha prestado a sus autores la magia de la niebla, donde las sombras engañan al personaje y al lector, y es más fácil dejarse guiar por la intuición o el instinto animal que despierta nuestra memoria. Memoria que ayudará al protagonista a afrontar acontecimientos muy extraños.
El libro cuenta con la santísima trinidad del género: bosque y niebla, mansiones, fantasmas y sucesos sobrenaturales. Si tenemos la mente abierta, los adultos también podemos disfrutarlo.
Otra opción: Cornelia Funke es una narradora alemana que comenzó como ilustradora de sus propios cuentos para niños y jóvenes. Apareció en vidrieras con una trilogía relacionada con las obras de Tolkien, CS Lewis, Liliana Bodoc y LK Rowling: la saga. Mundo de tintacuyos títulos son: corazon de tinta, sangre de tinta, muerte de tinta.
En un mundo imaginario, el mal narrado en los libros puede volverse real gracias a “la capacidad de lectura de los protagonistas”. ¿Por qué lo recomiendo?: No hay mejor crítico de libros para jóvenes que los jóvenes y la editorial es garantía con el Fondo de Cultura Económica y Editorial Siruela, en su hermosa colección “Al filo del viento”.
Otro buen libro, difícil de encontrar: En las nubesde Ian McEwan, donde un hombre nos cuenta ciertos hechos de su infancia, de los cuales su familia nunca tuvo conocimiento: sus padres consideran a Peter siempre “en las nubes”, sin saber que el joven sufrió extrañas transformaciones, como cuando toma el cuerpo del gato doméstico, o pelear con un muñeco vengativo, o descubrir una crema que lo vuelve invisible.
Estas experiencias te ayudarán a aprender a comprender y respetar a todos los seres que pueblan tu mundo. La contraportada dice de la obra: “Conmovedora, irreal, extraordinaria, fascinante”. Doy fe de ello; Me maravilló la historia, alegre y divertida, que logra convencernos de que podría ser verdad.
Para los adolescentes que piensan en escribir, una preciosa novela para leer desde los 8 años hasta algo así: la historia real de una conocida novelista norteamericana, hija de inmigrantes, que desde niña se refugió en una especie de boca de luz, debajo de un árbol. que buscaba desesperadamente el sol: Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith, es uno de esos libros que suelo recomendar sin miedo. Recientemente lo han reeditado, con portada de Norman Rockwell, gran ilustrador de escenas de la clase media norteamericana.
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