�Es porque un pajarito de la monta�a ha hecho, en el hueco de un �rbol, su nido matinal�, as� inicia uno de los poemas m�s reconocidos del poeta Alfredo Espino, y que todo salvadore�o debe conocer.
Su obra �J�caras Tristes� ha sido de los libros m�s le�dos por alumnos de tercer ciclo y bachillerato, especialmente de la generaci�n de los 90.
El ahuachapaneco, que hablaba en sus poemas principalmente de la campi�a, muri� a los 28 a�os un 24 de mayo de 1928.
Alfredo Espino fue el autor de la obra �J�caras Tristes�, editada gracias a la decisi�n de su padre, don Alfonso Espino. �l tuvo el apoyo de Alberto Masferrer.
La historia relata que Alfredo escrib�a sus poemas y los dejaba en cualquier lugar de su cuarto. Fue don Alfonso quien descubri� el talento de su hijo, tras su muerte.
A continuaci�n le compartimos un fragmento de los cinco poemas m�s populares de este escritor. �Cu�l es su favorito? �Cu�l agregar�a?
10 monumentos hist�ricos que todo salvadore�o debe conocer
Los monumentos son s�mbolos que sirven para homenajear a un personaje o para recordar acontecimientos que marcaron la historia del pa�s
1. El Nido
�Es porque un pajarito de la monta�a ha hecho,
en el hueco de un �rbol, su nido matinal,
que el �rbol amanece con m�sica en el pecho,
como que si tuviera coraz�n musical�.
2. Ascensi�n
��Dos alas!� �Qui�n tuviera dos alas para el vuelo?
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido.
Desde aqu� veo el mar, tan azul, tan dormido,
que si no fuera un mar, �Bien ser�a otro cielo!��
5 pel�culas que muestran El Salvador de anta�o
Revisa estas nost�lgicas filmaciones. �Cu�l agregar�as?
3. Un rancho y un lucero
�Un d�a �primero Dios!
has de quererme un poquito.
Yo levantar� el ranchito
en que vivamos los dos�.
4. �rbol De Fuego�
�Son tan vivos los rubores
de tus flores, raro amigo,
que yo a tus flores les digo:
�Corazones hechos flores�.
5. Los ojos de los bueyes
��Los he visto tan tristes, que me cuesta pensar
c�mo siendo tan tristes, nunca puedan llorar!�
Y siempre son as�: ya sea que la tarde
los bese con sus besos de suaves arreboles,
o que la noche clara los mire con sus soles,
o que la fronda alegre con su sombra los guarde��