El musical The Notebook se estrena en los escenarios de Broadway luego de un exitoso desempeño como libro y filme. No es de extrañar que las industrias culturales procuren alinearse para explotar, en diversos formatos, a un producto. La mejor prueba de ello es Harry Potter, una saga que genera millones para las industrias editorial, cinematográfica y teatral.
Desde luego, también existe un proceso más largo aún en donde un producto transita de libro a filme y luego a musical de Broadway y termina regresando al cine como una película musical… Un eslabón más que perpetúa el culto a tal entidad que ya a estas alturas forma parte del imaginario colectivo global. Ejemplos de este cuádruple estadío evolutivo son: Oliver!, Mi bella dama, El fantasma de la ópera, Los miserables, El color púrpura y Wicked.
The Notebook es la primer novela del autor estadounidense Nicholas Sparks y fue escrita en 1996. A la fecha, Sparks tiene en su haber más de una veintena de obras, todas ellas exitosas comercialmente y si bien varios de sus títulos se han adaptado a la pantalla grande, The Notebook es también la primera en llegar a Broadway.
Uno de los grandes retos que enfrenta todo producto al evolucionar por este proceso de la industria cultural consiste en conquistar la aprobación de los seguidores que posee cada una de sus presentaciones. El lugar común se decantará siempre por decir que toda adaptación de la obra literaria será inferior… Por lo que no debe causar extrañeza que el musical de The Notebook tenga también el mismo destino. Sin embargo, los amantes más comprensivos de la obra de Sparks podrían mostrar cierta indulgencia y regocijarse porque cada presentación: libro, filme o musical, es una visión diferente de la obra.
En su versión musical, The Notebook incluye una diferencia sustancial: la pareja formada por Allie y Noah, se representa en tres momentos de su vida. El público presencia el encuentro inicial de sus protagonistas en la adolescencia, luego los ve en su edad madura y finalmente sufre con ellos como envejecientes en el ocaso de sus vidas. La audiencia que acuda al Gerald Schoenfeld Theatre no se sentirá decepcionada al comprobar que los enamorados jamás faltan a su juramento de amarse a pesar de que la demencia senil le aseste serios reveses a su amor.
Otra gran aportación del musical es que las tres parejas protagónicas son interpretadas por actores de diferentes razas, indistintamente: en cada etapa de su vida, Noah y Allie pueden ser caucásicos o afroamericanos. Y como detalle que permite identificarlos están los colores de sus vestuarios: Noah siempre enfundado con camisa café, playera blanca y jeans; Allie, con vestidos azules. Los momentos más emotivos en The Notebook son cuando los seis histriones coinciden en la escena, entrecruzan sus pasos, sus cuerpos se rozan y sus furtivas miradas se convierten en un presagio de su sempiterno enamoramiento. Maravilloso trazo escénico y dirección actoral de Michael Greif y Schele Williams, aderezado con una sencilla pero elegante coreografía de Katie Spelman.
La partitura de The Notebook está a cargo de Ingrid Michaelson y se trata de un triple esfuerzo, pues tanto letra, música y arreglos han sido su responsabilidad. Irónicamente, no se puede afirmar que se trate de una labor musical memorable; sin embargo, la sencillez de las composiciones permite a los actores/cantantes matizar sus interpretaciones con credibilidad y por ello conmueven… No se pueden recordar las tonadas pero sí los sentimientos que generan. La emocionalidad está a flor de piel y, al inicio, la audiencia solloza discretamente pero al término de la obra, no es fácil divisar un par de ojos sin lágrimas. Quizá por eso sea un acierto que la producción vende, entre sus mercancías de la obra, una diminuta caja de pañuelos desechables con el logotipo de la obra.
