Bird (Reino Unido-Francia/2024). Guion y dirección: Andrea Arnold. Elenco: Barry Keoghan, Franz Rogowski, Nykiya Adams, Jason Edward Buda, Jasmine Jobson y James Nelson-Joyce. Fotografía: Robbie Ryan. Edición: Joe Bini. Duración: 119 minutos. En Competencia Oficial.


Pocas directoras hacen gala de un cine tan intenso como Andrea Arnold. Pasan tantas cosas en sus películas, hay tanta información en cada plano, hay tanta tensión en esa cámara en mano, hay tanta interacción entre diálogos, ruidos y canciones de pop-rock (véase abajo la playlist que armé con el soundtrack) que la sensación es de caos y de fascinación. No siempre esa intensidad es del todo genuina porque a veces la directora nos abruma con la recarga de elementos y de estímulos, pero en líneas generales Bird nos sumerge en un (sub)mundo tan sórdido por momentos (violencia machista incluida) como fascinante y querible en otros (hay una enorme empatía hacia y desde sus personajes).

Estamos en Gravesend, un suburbio del sudeste de Londres a orillas del Thames, y la protagonista y dueña del punto de vista es Bailey (Nykiya Adams, en su debut absoluto en el cine), una niña de 12 años que ha aprendido a (sobre)adaptarse en un entorno complicado en todo sentido: padres separados, nuevas familias ensambladas, múltiples hermanitos, carencias económicas (vive en un edificio lleno de graffitis tomado por squatters), poca o nula contención y todo tipo de precariedades (por ejemplo, cuando le viene la primera menstruación). Su papá Bug (Barry Keoghan) está por volver a casarse con una joven a la que conoció hace apenas tres meses y su mamá Peyton (Jasmine Jobson) tiene un novio golpeador llamado Skate (James Nelson-Joyce) que genera pánico y deja secuelas en todos los que están a su alrededor.

Pero si esa descripción puede generar reparos y resquemores, hay que decir que Arnold jamás se regodea en la crueldad e, incluso en las peores circunstancias, jamás juzga ni les suelta las manos a sus queribles criaturas. En su nuevo film incorpora a un personaje extraño en su cine, el Bird que interpreta el gran Franz Rogowski, y si bien la carga de realismo mágico que suma con él a mi no me convenció, resultan bienvenidos estos intentos de salir de la zona de confort (léase el realismo social) y aventurarse con elementos exógenos y hasta exóticos en su filmografía.

Si alguien que -como quien esto escribe- odia a Coldplay, pero se emocionó varias veces con el uso del tema Yellow, quiere decir que Arnold tiene un don, una capacidad para encontrar sensibilidad y belleza allí donde parece no haberla. No solo gracias a una canción sino sobre todo en la interacción de unos personajes golpeados, heridos, marginados, pero que tienen la capacidad de resistir, de quererse a su manera y de hallar la alegría de bailar y cantar como antídoto frente a todos los males de este mundo.



Sumate a la comunidad OtrosCines/Club

Las suscripciones son la mejor manera para que las lectoras y los lectores apoyen directamente a los emprendimientos periodísticos independientes y ayuden a sostener un producto de calidad que mantiene el acceso a todos sus contenidos de forma gratuita. Además, se accede a una amplia oferta de beneficios y contenidos exclusivos.

MÁS INFORMACIÓN
SOBRE BENEFICIOS
Y SUSCRIPCIONES