Matilde Hidalgo fue la primera mujer de América Latina en votar. En 1924, ejerció su derecho al voto en Ecuador, abriendo un camino que transformó el papel de la mujer en la sociedad. Además de su activismo político, Hidalgo fue la primera en obtener un título universitario en medicina en el país. 

Impulso familiar e infancia

Deifilia Matilde Inés Hidalgo Navarro nació el 29 de septiembre de 1889 en Loja, una provincia en el sur de los andes ecuatorianos. Su padre falleció antes de su nacimiento, y su hermano mayor, Antonio, asumió un rol paterno y la educó desde temprana edad. 

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Aprendió a leer y escribir antes de los cuatro años y, bajo la tutela de las Hijas de la Caridad en la escuela La Inmaculada, se interesó en la medicina trabajando como ayudante de enfermería.

En la conservadora sociedad ecuatoriana de fines del siglo XIX, el acceso a la educación secundaria estaba vetado para las mujeres, cuyo rol se limitaba a las tareas domésticas. En esa época, una niña nacida en 1889 sólo podía aspirar a terminar la primaria. 

Matilde Hidalgo desafió estas normas al matricularse en el colegio masculino Bernardo Valdivieso, convirtiéndose en la primera mujer en completar la secundaria en el país. A pesar de las burlas y obstáculos que enfrentó, el apoyo de su hermano Antonio la ayudó a perseverar.

Primera bachiller y estudiante universitaria 

Matilde Hidalgo se graduó de bachiller en 1913. Fue la primera mujer en culminar los estudios secundarios en el Ecuador. 

Su hermano Antonio Hidalgo la convenció para que estudie medicina en la Universidad Central, en Quito. Le pidieron cita al doctor Lino Cárdenas, entonces rector de la institución, para que le otorgara un cupo. Sin embargo, Cárdenas se opuso al ingreso diciendo que “la medicina no era una carrera para una mujer y que mejor sería que estudiara Obstetricia o Farmacia, pues creía que eran profesiones más apropiadas”, según el texto investigativo Matilde Hidalgo, La mujer que creyó en los derechos de las mujeres, de Carmen Delia Benítez Correa. 

A pesar de ello, Hidalgo decidió pedir al doctor Honorato Vásquez, rector de la Universidad de Cuenca, que le permitiera el ingreso a su universidad, algo que consiguió. Esto causó revuelo entre los alumnos y profesores de su facultad. 

Una vez más, para Hidalgo tener una carrera universitaria no fue fácil ya que hacerlo hizo que los demás alumnos y personas se burlen nuevamente de ella y la traten como  “ilusa” y “desvergonzada”, según el texto de Carmen Delia Benítez Correa. 

En una velada musical, leyó su poema «A Cuenca», y gracias a las palabras del doctor Octavio Cordero Palacios, la actitud hacia ella cambió.

Cuando solicitó realizar  sus prácticas médicas de clínica y cirugía en el hospital San Juan de Dios, el doctor Manuel Salazar, médico de la sala, se opuso diciendo  que “no es posible tener a una mujer por más buena estudiante que sea en una sala en donde sólo hay médicos varones”. El médico habría dicho también que el lugar podría convertirse en un sitio “donde ella sea centro de atracción, más no de atención”, según un archivo de la Universidad Central del Ecuador de 1930. 

No obstante el doctor Isidro Ayora, médico que después se convirtió en presidente del Ecuador, la llamó y nombró directora del primer curso de enfermería que se dictaba en la Maternidad que lleva su nombre. El 21 de noviembre de 1919 se graduó como doctora en medicina dentro de las cinco calificaciones más altas. Fue la primera mujer en Ecuador en obtener un título en medicina.

Regreso y salida de su natal Loja 

Un mes después de graduarse, Matilde regresó a Loja, donde fue recibida calurosamente. Sin embargo, la rivalidad profesional la llevó a mudarse a Guayaquil, principal puerto ecuatoriano. 

En 1923 se casó con Fernando Prócel Lefebre, y pronto se mudaron a una ciudad agrícola del sur, Machala, donde Prócel fue nombrado profesor de un colegio. En la que se convertiría en la capital bananera del mundo, Matilde fue elegida concejal y luego vicepresidenta municipal, siendo pionera también en la política.

En esa entonces vibrante y pujante ciudad, abrió un consultorio y atendió principalmente a pacientes de bajos recursos. Aunque su tarifa mínima de tres sucres causó polémica entre sus colegas —la mínima era 5—, se destacó por su vocación social. 

Su histórico voto

En 1924, el entonces presidente de Ecuador, José Luis Tamayo, llamó a elecciones para escoger senadores y diputados, y dispuso que todos los ciudadanos se inscribieran en los padrones electorales. 

En aquel tiempo, la iglesia Católica aún ejercía gran influencia en el país. Para poder votar, había que saber leer, escribir, ser católicos y estar casadas o tener 21 años, según la Constitución de 1869.  

El 2 de mayo de 1924, Matilde Hidalgo se presentó en la junta electoral de Machala para empadronarse, pero fue rechazada por los miembros de la mesa electoral, quienes alegaron que era mujer. Ella, sin embargo, insistió con un argumento contundente: en ningún lado de la Constitución decía que para votar había que ser hombre. 

Sin embargo, los miembros de la junta dijeron que la norma decía que “para ser ciudadano ecuatoriano se debe saber leer, escribir, ser cátolico y ser casado o mayor de veintiún años”. Como decía “ecuatoriano” y no “ecuatoriana”, alegaron, ella no era una ciudadana, algo que contravenía otras disposiciones de la misma constitución. 

Hidalgo elevó su queja al Ministerio del Interior. Logró una respuesta afirmativa por parte del entonces ministro Francisco Ochoa Ortiz. Pese a muchas oposiciones, el 9 de junio de 1924, el Consejo de Estado dio un veredicto a favor y Matilde Hidalgo se convirtió en la primera mujer de América Latina en acceder a su derecho al voto.  Cinco años después, el voto femenino fue elevado a derecho constitucional en el Ecuador. 

Trabajo y legado 

En 1925, Hidalgo fue elegida como concejal de Machala. Un año después, se candidatizó por el Partido Liberal y llegó a ocupar la Vicepresidencia del Municipio de Machala. El entonces presidente Isidro Ayora la nombró subdirectora de la Junta de Asistencia Pública de El Oro, cargo que ejerció hasta 1934. 

También fue  vicerrectora del colegio 9 de Octubre de Machala, puesto al que renunció para trasladarse a Quito y poder educar a sus dos hijos. En la capital fue médica y profesora del colegio Manuela Cañizares. También fue nombrada rectora de la Universidad Central del Ecuador por Aurelio Mosquera Narváez, presidente del Ecuador quien restableció la constitución de 1906, también conocida como constitución atea. En ese cargo, Hidalgo estuvo hasta 1942. En 1947, asistió como delegada ecuatoriana a la Primera Reunión de Mujeres Médicas de América, en México. 

Matilde Hidalgo nunca dejó de enriquecer su conocimiento en medicina y por ende tampoco practicarla. En 1949, fue becada por el gobierno argentino para realizar sus estudios de especialidad en el área de Pediatría, Neurología y Dietética en el Hospital del Niño de Buenos Aires. En los años siguientes se enfocó en el desarrollo de actividades profesionales y particulares, principalmente en temas médicos. 

En julio de 1973, su esposo, Fernando Procel Lafebre, falleció de un infarto, lo que golpeó también  la salud de Matilde Hidalgo, causándole un ataque de apoplejía, del cual no pudo recuperarse. 

Matilde Hidalgo murió el 20 de febrero de 1974 a los 85 años de edad. La primera mujer en votar en Ecuador no solo hizo de su vida un legado que perdura hasta el día de hoy  sino que también mediante su lucha podemos percibir el esfuerzo que una mujer ecuatoriana tuvo que realizar para adentrarse en su época en un mundo laboral y educativo manejado por hombres.

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