El testament de la Rosa | Crítica | Película | Cine Divergente

El testament de la Rosa

En teatro, el primer plano te lo tienes que construir tú Por Fernando Solla

"Anyone who looked at something special,
in a very original way,
makes you see it that way forever"George Cukor

La figura de Rosa Novell es indisociable de la memoria escénica de muchos espectadores durante las últimas cuatro décadas. Eurípides, Rodoreda, Shakespeare, Brossa, Beckett, Pinter, Molière, Guimerà o Mendoza. La actriz (y directora) también trabajó con asiduidad en cine y televisión, sin conseguir quizá el mismo reconocimiento que sobre las tablas. Hasta ahora. Cuando se acaba de cumplir un año de su fallecimiento, el veterano Agustí Villaronga estrena un documental que, independiente del respeto hacia la persona de la intérprete, resulta una película de un valor incalculable. A nivel humano, por supuesto, pero sobretodo, artístico. Un acontecimiento.

El por qué de El testament de la Rosa lo situamos en un proyecto que la actriz no pudo llevar a cabo a causa del cáncer que sufrió y que, como secuela, la dejó invidente. La idea consistía en adaptar la novela de Colm Tóibín ‘El testamento de María’ (The Testament of Mary, 2012) al formato teatral en su versión catalana. El propio Villaronga firmaba la puesta en escena de este espectáculo que finalmente interpretó en castellano Blanca Portillo. A pesar de la ceguera, Novell subió al escenario en una última ocasión, en ‘L’última trobada’ (Embers, Christopher Hampton, 2006), adaptación de la novela de Sándor Marai. Para los que vimos aquel montaje, encontrarse ahora con el filme de Villaronga supone una experiencia complementaria muy enriquecedora.

El testament de la Rosa nos muestra a la propia actriz memorizando y aprendiendo el texto de Tóibín gracias a la ayuda de la también actriz Cesca Piñón y del realizador.De la intimidad de la narración veremos tanto el testimonio de Novell, y cómo afronta la muerte a través de su profesión, como la preparación para el personaje de la madre de Dios y su revisión de los tiempos ajetreados que le tocó vivir hasta llegar a la muerte de su hijo Jesús. El paralelismo que se establece entre el personaje ficticio y la persona, siempre a través de las palabras de Tóibín, así como del lenguaje narrativo utilizado, dan como resultado la gran película que la actriz no había rodado hasta la fecha. Además, ya instalada en su personaje, la interpretación que realiza de María resulta una de las más grandes aportaciones de su carrera. Una actriz que busca y encuentra totalmente a su personaje.

El testament de la Rosa

El documental está rodado en riguroso blanco y negro. Utilizando la saturación fotográfica o la sobreexposición para difuminar la silueta de la actriz, Villaronga nos introducirá en su mundo a través de la fotografía y el tratamiento de la imagen con una poética muy particular. Habrá muchas películas en una sola. La mujer que se adapta a la ceguera. La que ha sobrevivido a la enfermedad y se ha enfrentado a la muerte. La actriz que reflexiona sobre las diferencias interpretativas a la hora de defender un personaje en cine o teatro. Y finalmente, la película sobre la Virgen María que combina el texto dicho por Novell con algunas imágenes de Aro Tolbukhin: en la mente del asesino (2002), anterior documental del realizador. Yuxtaponiendo imágenes de la naturaleza con grabaciones de la cotidianidad de la actriz, así como de los procesos de ensayos, se consigue que asimilemos perfectamente el punto de vista de Rosa Novell, permitiéndonos captar todo el proceso interno hasta llegar a la colosal interpretación del personaje.

 

El guión de Villaronga ha conseguido superar un reto francamente complicado y es, precisamente, no amedrentarse ante las circunstancias. Ha utilizado la capacidad expresiva de la imagen hasta el extremo de lo lírico haciendo de los contrastes su mayor fuente de inspiración. La ceguera de la actriz se mostrará con unos primerísimos planos de su rostro mientras dice su texto, lo que nos permitirá captar como nunca cómo la mujer se ve a sí misma y a su personaje de manera interna, construyendo de dentro hacia fuera. La escena en la que Rosa se sitúa sobre un espejo apoyado en el suelo palpando su imagen sobre el vidrio, para tocarse el rostro y así reconocerse, y reconstruir la imagen reflejada de sus facciones sobre su cuerpo constituye uno de los momentos cinematográficas más hermosos de la cinematografía actual. A pesar de su fragilidad exterior, el carácter y la lucidez de Novell serán presentes hasta el último momento y así lo veremos durante el proceso de ensayos. Como valor añadido, la reflexión sobre las diferencias interpretativas entre el cine y el teatro se muestran doblemente. En el discurso de la actriz escucharemos cómo varía la colocación de la voz y la expresividad facial. “En teatro, el primer plano te lo tienes que construir tú”, dirá. Por otro lado, la cámara siempre mostrará de manera muy expresiva lo que las palabras no dicen, convirtiéndose la película en un poema cinematográfico que se recibe con una emoción no por predispuesta menos cimentada a través del discurso narrativo del filme.

Finalmente, el documental no se reprime y consigue algo difícil de expresar pero que sucede en gran medida y es jugar con la relación que se establece entre un espectador y una actriz de esta magnitud a lo largo de los años. A través de cada una de las interpretaciones y de los momentos en que las recibimos establecemos un vínculo indisociable entre nuestra experiencia personal y nuestra manera de conocer el mundo a través de la mirada de la intérprete. De alguna manera sabemos que esto nos une con su persona irremisiblemente. Cuando la actriz falta, un duelo (quizá ilegítimo pero real) se instala en nuestra interior y resulta francamente difícil canalizarlo. ¿Dónde? ¿Cómo? y ¿Por qué? Con los actores cinematográficos sucede algo parecido pero siempre podemos consultar sus películas en distintos soportes.

El testament de la Rosa es la respuesta a esta triple pregunta. Un trabajo valiente y atrevido con un resultado más que sobresaliente que se estrenó en la Filmoteca de Catalunya y que se podrá ver a partir de este fin de semana en los cines Texas de Barcelona. Una película que, sin duda, marca un antes y un después en el tratamiento cinematográfico de la ceguera y que canaliza artísticamente una situación personal complicada convirtiéndola en su máxima manifestación. Una experiencia visual sobrecogedora y un documento valiosísimo por todos los motivos expuestos sobre una actriz a la que conocimos como Rosa Novell y que, a partir de ahora, será Rosa. Siempre Rosa.

 

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