Las espías de Churchill (2019), de Lydia Dean Pilcher

1941. Con el objetivo de desestabilizar la convivencia entre la población civil francesa con los ocupantes nazis, la agencia de espionaje británica pone en marcha una red de espías entre la mujeres civiles. Vera Atkins será la encargada de reclutarlas y decidirá fichar para la causa a la periodista norteamericana Virginia Hall y a la británica Noor Inayat Khan, una musulmana sufí que es una experta radiotelegrafista. Una vez en Francia deberán extender la resistencia y preparar labores de sabotaje.

Una película sobre la participación activa de las mujeres en la II Guerra Mundial. Inspirada en hechos reales, Las espías de Churchill –también conocida como Llamadas a espiar– supone la segunda película como directora de Lydia Dean Pilcher, quien anteriormente filmó otra historia real, la lucha en la década de 1920 de un grupo de trabajadoras que exigían mejores condiciones laborales en Radium Girls. En el caso que nos ocupa, se cuentan sucesos poco conocidos por el gran público, como es la inmensa labor que llevó a cabo Virginia Hall en la resistencia francesa, cómo fue capaz de ir organizando células rebeldes de la población civil contra los nazis. No fue una tarea fácil y a lo largo de la guerra muchas muertes empañarían los contundentes logros de Virginia y su red de espías en el país galo.

Que este proyecto es cosa de mujeres se comprueba también al constatar que Sara Megan Thomas (Equity) asume, además del rol de la protagonista Virginia, labores como guionista y productora. Quizá donde más flojea la historia es precisamente en el guión, pues los dramáticos acontecimientos que rodean la trama no quedan reflejados quizá con la suficiente intensidad, con la intriga y la contundencia requeridas. Se trata de una película correcta, entretenida y necesaria por cuanto pone en la picota a heroínas de guerra cuya contribución para acabar con el nazismo ha permanecido oculta. Pero la producción y la trama resultan un tanto limpias, por decirlo de algún modo, y muchos hechos narrados parecen superficiales, casi anecdóticos, les cuesta transmitir la tragedia, el horror, el miedo. Una ausencia que es, sin embargo, compatible con algún leve momento más impactante.

Las espías de Churchill cumple con el objetivo de reivindicar también el papel pionero del servicio de espionaje del Reino Unido. De lo mejor del film es el personaje de Stana Katic (Castle), que interpreta con carisma a la promotora Vera Atkins, una mujer que en las oficinas de Londres también siente lo que es sentirse menospreciada por ser judía. La citada Sara Megan Thomas también está a la altura con su papel principal.