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Ron Clements, Burny Mattinson, David Michener y John Musker. Categoría: Película. |
Aunque Basil, el ratón superdetective se estrenó después, Disney la produjo simultáneamente junto con Tarón y el caldero mágico (1985). Sin embargo, como esta última fue la primera en estrenarse y supuso uno de sus mayores fracasos en taquilla, la compañía estaba necesitada de un éxito para probar la viabilidad económica de su división animada. Por suerte, la que nos ocupa sí tuvo una buena carrera comercial, cuestión determinante para el inicio del periodo de renacimiento.
De hecho, ya estaban en el seno de Walt Disney Studios buena parte de los actores de ese periodo extraordinario de la animación. Michael Eisner como director, Jeffrey Katzenberg a cargo de la división de cine, animadores como Glen Keane, Mark Henn o Rob Minkoff y un dúo de directores, Ron Clements y John Musker, que tras esta iban a dirigir tres de las más queridas películas del periodo de renacimiento: La sirenita (1989), Aladdín (1992) y Hércules (1997).
Esta adaptación de la serie de libros Basil of Baker Street, escrita por Eve Titus, que a su vez se inspira claramente en el personaje de Sherlock Holmes creado por Arthur Conan Doyle, supuso un retorno de la mejor versión del estudio. No es el Disney de las obras esenciales de la era clásica, ni tampoco el de las que llegarían durante los 90, pero sí el de puntuales aciertos como Los rescatadores (1977), con la que tiene mucho en común más allá de lo obvio: ratones antropomórficos como protagonistas.
La trama detectivesca es atractiva y Basil funciona como versión ratonil de Sherlock Holmes. Es más, para ser una película pensada para público infantil, el argumento posee cierta complejidad y el villano de turno es casi tan retorcido como Moriarty. Quizá no posea la popularidad de otros malos de Disney, pero Professor Ratigan resulta bastante inquietante: su forma de deshacerse de quienes le llaman rata o la trampa que prepara para el detective exhiben una notable crueldad. Su diseño, por cierto, fue uno de los muchos aciertos de Glen Keane.
También la animación es muy estimable a pesar de que hubo que concluirla relativamente rápido porque, llegado un punto, los ejecutivos de Disney situaron el estreno para el verano de 1986, cuando originalmente estaba previsto para las navidades de 1987. No es uno de los trabajos más aventurados del estudio, pero sí de los que evidencia el altísimo nivel medio. Además, es recordado por ser el primer film en el que recurrió a la animación por ordenador, que es esencial para la escena climática en el interior del Big Ben. Fue justamente el buen resultado que dio esa escena la que animó a los directores de Tarón y el caldero mágico a emplear también la animación por ordenador, y claro, al estrenarse antes, ese es el film que se suele señalar como el que inició la progresiva llegada de ordenadores a los estudios de animación -y aún faltaban 10 años para Toy Story (1995)-.
Dato curioso: por lo visto, la escena en el big ben se inspiró en el clímax de El castillo de Cagliostro (1979), el primer largometraje como director de Hayao Miyazaki.
Nota: en la tienda de juguetes hay un cameo del protagonista de Dumbo (1941).
