Rafael Ar�valo Mart�nez

Arévalo Martínez fue director de la Biblioteca Nacional de Guatemala desde 1926 hasta 1946, cuando se convirtió por un año en representante de Guatemala ante la Unión Panamericana en Washington, DC Fue la contraparte política y literaria de su compatriota más famoso, el ganador del Premio Nobel, Miguel Ángel Asturias. Arévalo Martínez era un admirador de Estados Unidos, mientras que Asturias era un amargo crítico de la United Fruit Company (ahora parte de United Brands Company), que según él había saqueado a su país.

El mejor libro de poemas de Arévalo Martínez fue Las rosas de Engaddí (1923), pero no es recordado como poeta. Publicó dos novelas utópicas interconectadas, El mundo de los maharajías (1938) y Viaje a Ipanda (1939). En la primera novela, un náufrago llamado Manuol [sic] encuentra una civilización de criaturas que se parecen a los monos pero que son superiores a los hombres. Las colas sensibles de los Maharachías son casi espirituales. En la segunda novela, el tono es más intelectual y político, y el resultado es menos satisfactorio.

Arévalo Martínez es recordado principalmente por la historia del título de su colección El hombre que parecía caballo (1920), que alguna vez fue considerada la historia corta más famosa de América Latina del siglo XX. Publicado por primera vez en 1915, la historia fue tan exitosa que Arévalo hizo otros experimentos en la misma línea. Estas "historias psicozoológicas", como él las llamaba (probablemente recordando a Rudyard Kipling), involucran a un perro, una leona u otro animal. "El hombre que se parecía a un caballo" pretende ser el retrato satírico del poeta colombiano Porfirio Barba Jacob, al que se le da el carácter de un hombre blasfemo, egoísta y amoral. El poder de la historia radica en la explicación delirante y oblicua del deseo homoerótico. La semejanza del protagonista con un caballo abarca su sexualidad, elegante pero brutal, y su total desprecio por la moralidad. La historia es deliberadamente decadente, exuberante en tono, y su versión del deseo sexual le debe mucho a Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud, que eran muy populares en el momento en que Arévalo Martínez lo escribió.

Rafael Arévalo Martínez falleció el 12 de junio de 1975 en Ciudad de Guatemala