La trágica vida de una reina

Arsinoe, la Helena de Troya egipcia

Arsínoe II

Arsínoe II

Busto de fayenza de Arsínoe II hallado en Náucratis. Museo Británico, Londres.

British Museum / Scala, Firenze

Tras la muerte de Alejandro Magno en 323 a.C., los generales que lo habían acompañado en sus expediciones de conquista se dividieron su inmenso imperio para crear nuevas dinastías en Egipto, Siria, Macedonia y Tracia. Entre estos nuevos reinos fueron frecuentes las disensiones y las guerras, y las alianzas se establecían y rompían continuamente. En este juego político, las mujeres de las diferentes familias reales eran usadas como moneda de cambio para sellar los pactos. Eso es, precisamente, lo que le ocurrió a Arsínoe, una de las hijas de Ptolomeo I, general de Alejandro y el primer rey helenístico de Egipto

Arsínoe creció en la corte real de Alejandría rodeada de lujos, y seguramente recibió allí una cuidada educación. Cuando contaba con unos 16 años fue entregada en matrimonio a Lisímaco, rey de Tracia y antiguo compañero de armas de su padre. Lisímaco frisaba los 60 años, había estado casado varias veces y tenía hijos adultos, entre ellos Agatocles, a quien había nombrado su sucesor. Arsínoe tuvo tres hijos con su marido: Ptolomeo, Lisímaco y Filipo, y durante casi veinte años gozó de una privilegiada situación como reina de Tracia y, desde el año 288 a.C., también de Macedonia, conquistada por Lisímaco. 

 

Intrigas palaciegas

La situación cambió de manera radical en 283 a.C., cuando Lisímaco mandó ejecutar a su propio hijo Agatocles. Oficialmente se dijo que lo mató por haber conspirado contra él, pero hubo gente que apuntó directamente a Arsínoe como instigadora del crimen. 

Según estas acusaciones, con aquella muerte Arsínoe quiso eliminar el principal obstáculo para que uno de sus hijos heredase el trono de su marido, o bien actuó por miedo a que Agatocles, cuando sucediera a su padre, se deshiciera de los hijos de Arsínoe como rivales potenciales. 

A los 16 años, Arsínoe se casó con Lisímaco, de 60, rey de Tracia y viejo compañero de armas de su padre

Estuviese Arsínoe involucrada o no en la muerte de Agatocles, lo cierto es que esta desencadenó una serie de tragedias que marcaron la vida de la reina para siempre. Lisandra, viuda de Agatocles, huyó con sus partidarios a Siria, a la corte de Seleuco, otro de los generales de Alejandro, para pedirle que vengase el supuesto asesinato. 

Seleuco no dejó escapar esta excusa para enfrentarse a Lisímaco en una guerra que acabó con la muerte del rey tracio en 281 a.C. Temiendo por su seguridad y la de sus hijos, Arsínoe se refugió en la ciudad de Casandrea, en Macedonia. Allí recibió una oferta de protección inesperada: la de su medio hermano Ptolomeo Cerauno

 

Cronología

Reina de Tracia y de Egipto

300 a.C.

A los 16 años, Arsínoe se casa con Lisímaco, rey de Tracia y, desde 288 a.C., también de Macedonia.

281 a.C.

Lisímaco muere en la batalla de Corupedio, tras lo que Arsínoe se refugia en Macedonia.

280 a.C.

Arsínoe se casa con Cerauno, que asesina a dos de sus hijos. Luego va a Egipto con Ptolomeo II.

270-268 a.C.

Muere en Alejandría tras dejar una profunda huella como gobernante en la capital de Egipto.

 

Ptolomeo Cerauno

Antes de unirse con Berenice, la madre de Arsínoe, Ptolomeo I estuvo casado con una prima lejana de esta, Eurídice, a la que repudió después de haber tenido varios hijos con ella. Uno de estos hijos era Ptolomeo, apodado Cerauno («el rayo»), quien consideraba que como primogénito de Ptolomeo I debía heredar el trono egipcio. Su padre, sin embargo, lo desplazó en favor del hijo que tendría después con Berenice, el futuro Ptolomeo II. Ptolomeo Cerauno abandonóEgipto y fue acogido en Siria por Seleuco, quien lo incorporó a su círculo de confianza. Pero, a cambio de su generosidad, Seleuco recibió una traición y fue asesinado por Cerauno para apoderarse de sus territorios.

Tras el crimen, Cerauno se presentó ante su medio hermana Arsínoe como su salvador y le propuso matrimonio. Aunque ella albergaba dudas sobre sus intenciones, al final aceptó la propuesta, creyendo que era la mejor opción para proteger a sus hijos. En realidad, lo que deseaba Cerauno era hacerse con el reino de Lisímaco, y nada mejor que casarse con su viuda para legitimar su aspiración. 

 

Castigo

Castigo

Castigo. Los esbirros de Cerauno apartan a Arsínoe
de los cuerpos de sus hijos tras haberlos asesinado. Ilustración del siglo XIX.

DEA / Getty Images

Después de la ceremonia nupcial, Arsínoe invitó a su hermano a la ciudad de Casandrea, que seguía bajo su control. Ella se adelantó para engalanar
la población ante tan insigne visita. Cuando Cerauno llegó, Arsínoe envió a sus dos hijos pequeños, Lisímaco, de 16 años, y Filipo, de 13, a recibirlo a las puertas de la ciudad. 

Pero en cuanto Cerauno las atravesó, mandó a sus hombres que tomasen la ciudad y asesinaran a los dos hijos de Arsínoe. Dándose cuenta de su error, Arsínoe intentó desesperadamente salvar a sus hijos, que fueron arrancados de sus brazos.
El historiador romano Pompeyo Trogo relata cómo Arsínoe «se ofreció a los asesinos en la habitación de sus hijos y, abrazándolos, cubrió sus cuerpos con el suyo, tratando de recibir las heridas destinadas a ellos». 

Todo fue inútil. Ni siquiera le dejaron enterrarlos. Arsínoe huyó con Ptolomeo, el único hijo que le quedaba, y buscó refugió en Egipto con su otro hermano, Ptolomeo II. El triunfo para Cerauno resultó efímero. Solo unos meses después fue capturado y ejecutado durante una batalla contra los galos liderados por Bolgio.

 

Reina del Nilo

En Egipto, Ptolomeo II ofreció a Arsínoe la protección prometida y, además, una propuesta de matrimonio, pese a que eran hermanos de padre y madre. El enlace no escandalizó a la población egipcia, ya que el matrimonio entre hermanos era habitual entre los faraones. Pero para los griegos que vivían en Egipto la cosa fue muy diferente. En palabras del historiador Plutarco, una buena parte de ellos consideraron el matrimonio «antinatural e ilícito». Hubo voces que mostraron su oposición en público, como el poeta Sotades, quien pagó con su vida este obsceno verso que le dedicó a Ptolomeo: «Hundes el aguijón en un agujero impuro». Por supuesto, tampoco faltaron los cortesanos que salieron a defender y a justificar la decisión del soberano, como el poeta Teócrito, que comparó aquel matrimonio con la unión de los dioses-hermanos Zeus y Hera.

Mapa

Mapa

El Mediterráneo oriental y los reinos helenísticos tras la muerte de Alejandro Magno.

Eosgis.com

Pese a todo, ese enlace marcó una de las etapasmás prósperas de la dinastía ptolemaica. Una época en la que la magnífica Alejandría se convirtió en el foco cultural y comercial del Mediterráneo y en la que el Egipto helenístico alcanzó su máxima expansión territorial. Arsínoe participó de manera activa en el gobierno del país, especialmente en la política exterior, y fue una importante promotora del arte y el conocimiento. Aunque no podemos saber hasta dónde llegó su poder, está claro que debió de ser considerable. Además, Ptolomeo concedió a su esposa grandes honores. Puso el nombre de Arsínoe a un buen número de ciudades en Egipto y otras regiones, como Chipre, Asia Menor o incluso la península arábiga. Acuñó monedas con el nombre y la imagen de su hermana, erigió estatuas suyas y le dedicó todo tipo de homenajes, tanto en vida como después de su muerte. 

 

Muerte y divinización

El honor más grande de todos fue divinizarla. Ptolomeo convirtió a Arsínoe en una diosa a la que se rindió culto en todo el país y que contaba con sus propios sacerdotes y templos. Al fallecer hacia 270-268 a.C., Arsínoe fue despedida por su esposo y por su pueblo con innumerables muestras de respeto y afecto. Ptolomeo, incluso, instauró un festival en su honor llamado Arsinoeia

A pesar de los pocos años en los que fue reina de Egipto, Arsínoe dejó una profunda huella en el país y en la propia dinastía. Su culto se mantuvo durante siglos y su imagen se convirtió en el modelo de reina helenística por excelencia y en el símbolo de un Egipto floreciente y poderoso. Todas sus sucesoras quisieron parecerse a ella, e incluso imitaron el estilo de sus representaciones escultóricas, pero solo la última de ellas, Cleopatra VII, lograría estar a su altura. 

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Bella como Helena de Troya

Arsínoe erala protagonista de las grandes fiestas que se celebraban en el palacio real de Alejandría, como la que relató el poeta de la corte Teócrito en uno de sus Idilios. En el poema, dos amigas siracusanas van juntas al palacio del rey, pues habían oído que «la reina prepara una cosa preciosa», una fiesta para celebrar la muerte y el renacimiento del semidiós griego de la belleza, Adonis, y su reunión con Afrodita. Ya en el palacio, las amigas oyeron a una cantante entonar un canto en honor de Afrodita y de la reina, «tan bella como Helena de Troya».

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Dioses hermanos

Ptolomeo II instauró un culto conjunto para él y su esposa Arsínoe, que fueron adorados como los theoi adelphoi(dioses hermanos) y asumieron el apodo de philadelphos (el que ama a su hermano). Como de la unión entre ambos no nacieron hijos se ha sugerido que no llegó a ser consumada.

Arsínoe y Ptolomeo II

Arsínoe y Ptolomeo II

Arsínoe y Ptolomeo II en el Camafeo Gonzaga. Museo Hermitage.

Getty Images

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Reina y diosa protectora

Como reina de Egipto, Arsínoe II fue asimilada con la diosa Afrodita y adorada como tal en diferentes lugares sagrados. El más conocido es el templo que mandó construir Calícrates de Samos, almirante de la armada de Ptolomeo II, en el cabo Cefirión, en Alejandría. Se creía que desde el santuario, emplazado en lo alto de un promontorio, Arsínoe Afrodita protegía a marineros y comerciantes en sus travesías por el mar. Este templo se convirtió en uno de los lugares de culto más importantes del Egipto helenístico, y a él acudían las mujeres que necesitaban la ayuda o consuelo de la diosa.

Estatuilla de Arsínoe II

Estatuilla de Arsínoe II

Estatuilla de Arsínoe II destinada a su culto póstumo. Siglo II a.C. Museo Metropolitano, Nueva York.

MET / Scala, Firenze

 

Este artículo pertenece al número 242 de la revista Historia National Geographic.