De lo “metafísico” a lo “popular”: ¿una ventana a la teología católico romana del futuro? - Protestante Digital

De lo “metafísico” a lo “popular”: ¿una ventana a la teología católico romana del futuro?

La metafísica partía de los “primeros principios” y llegaba a todos los recovecos y detalles de la vida humana. Con esta metafísica Roma luchó contra la Reforma Protestante, la Ilustración y el modernismo.

  · Traducido por Rosa Gubianas

10 DE DICIEMBRE DE 2023 · 09:00

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Francisco durante su visita oficial a Portugal, en agosto de 2023. / Agência Lusa, Wikimedia Commons.

En el principio fue la metafísica católica romana: de esquema aristotélico, revisitada y mejorada por Tomás de Aquino, capaz de integrar algunas intuiciones bíblicas y agustinianas, elástica hasta el punto de metabolizar corrientes místicas y racionalistas, abierta a la actualización con respecto a la modernidad, pero manteniendo sus sólidas estructuras. La metafísica se enseñaba en los seminarios católico romanos (dos años de metafísica precedían al estudio de la teología en la formación de los sacerdotes). Era el centro de la catequesis, la filigrana de los documentos de la Iglesia y la impronta de su moral pública y su teología. En resumen, era la marca reconocible de la Iglesia católica romana. La metafísica partía de los “primeros principios” y, a la luz de la razón ayudada por la revelación (procedente de la Tradición y la Biblia), por medios y procedimientos deductivos, llegaba a todos los recovecos y detalles de la vida humana. Con esta metafísica Roma luchó contra la Reforma Protestante, la Ilustración y el modernismo.

Después llegó el Concilio Vaticano II (1962-1965) y ese sólido marco se puso a prueba. Pasó por una temporada de desarrollo y actualización, introduciendo una nueva serie de énfasis. Se prefirió el tono “pastoral” al “doctrinal”. La estructura descendente dio paso a procesos más ascendentes. La época de las teologías “genitivas” (de la desmitologización, la inculturación, la esperanza, la liberación, el poscolonialismo, el ecumenismo, el diálogo interreligioso, etc.) vapuleó a la metafísica clásica. En nombre de la “renovación”, hubo una cierta inquietud teológica y un afán por cambiar de paradigma.

Luego vino el papa Francisco (2013- ). De formación teológica ecléctica e inacabada, argentino y no académico el papa mostró enseguida su frustración con el esquematismo de la metafísica, denunciando su carácter abstracto y “clerical”, a su juicio alejado de los problemas de la gente y ofreciendo respuestas a preguntas del pasado que nadie se plantea. A su manera, la trayectoria “saliente” de la que se hizo intérprete y la “sinodalidad” que defendió son fórmulas aplicables también a la teología. En concreto, en 2018, con la Constitución Veritatis Gaudium, el papa envió señales a las universidades eclesiásticas, preparándolas para una nueva temporada. Después de la muerte de Benedicto XVI, Francisco cambió la dirección de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y la dio a un teólogo “no metafísico” como Víctor Manuel Fernández. Ahora, con el documento Ad theologiam promuovendam (“Promover la teología”, 1 de noviembre de 2023; texto original en italiano; traducción no oficial al inglés), cambió el estatuto de la Pontificia Academia de Teología, que es una institución vaticana al servicio del ministerio teológico del papa. En este texto, el papa Francisco vislumbra su manera de hacer teología.

Al imaginar la Academia del futuro, Francisco espera que la teología experimente un “replanteamiento epistemológico y metodológico”, un “punto de inflexión”, un “cambio de paradigma”, una “valiente revolución cultural”. En el trasfondo está la insatisfacción con la metafísica tradicional y sus métodos teológicos. Según Francisco, la teología debe ser “fundamentalmente contextual” y no partir ya de “primeros principios”. Debe traducirse en una “cultura del diálogo” con todos y dejar de pensar que sólo da lecciones al mundo, a las religiones y a los demás. Debe ser “transdisciplinaria” y dejar de dar prioridad a la filosofía sobre las demás disciplinas. Debe ser “espiritual” y no abstracta e ideológica; “popular” y no alejada del sentido común de la gente; “inductiva” y no deductiva.

Al hacerlo, el Papa se distancia del legado de la teología metafísica que ha sido el paradigma del catolicismo romano a lo largo de los siglos. Su forma de ver la teología, ¿es  algo que Tomás de Aquino, Roberto Belarmino, León XIII, Juan Pablo II, Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, etc., reconocerían como acorde con la tradición de Roma? La verdad es que no. Tal vez Karl Rahner, algunos teólogos de la Liberación y sus discípulos lo harían.

“Promover la teología” parece ser el manifiesto de un relato de la teología católica romana que, sin nombrar la metafísica tradicional, se distancia de ella de manera significativa. No parece abolir la metafísica por decreto, pero la somete a una “actualización” y un “desarrollo” acelerados, de modo que se modifican sus connotaciones. En pocas palabras, la teología católica romana del futuro se hará de otra manera.

Como se ha señalado al principio, la metafísica tradicional ha absorbido todas las orientaciones que han ido surgiendo, incluso las que en un principio parecían contrarias a su ordenamiento. Ha demostrado una gran adaptabilidad al servicio de la catolicidad romana, es decir, la capacidad de integrar nuevas ideas y métodos sin cambiar los compromisos fundamentales de la Iglesia católica romana. La pregunta es: ¿la dirección que Francisco quiere que tome la teología es compatible con sus patrones bien establecidos? ¿Se trata de un cambio radical de consecuencias imprevisibles? No cabe duda de que, tras el Concilio Vaticano II interpretado por Francisco, la teología católica romana será cada vez más diferente, no sólo en el énfasis, sino también en el lenguaje, el estilo, los temas y el contenido. Aquellos que piensan que Roma es el hogar de la estabilidad tienen otra indicación de que Roma se desarrolla y cambia. La tradición es un proceso evolutivo.

Es factible afirmar que la teología católica romana del futuro será y-y, o sea, ambas cosas a la vez: tanto la establecida a lo largo de los siglos como la que desea el Papa Francisco. Ambos enfoques de la teología no están comprometidos con la Escritura como autoridad suprema. El primero refleja un sistema filosófico en lugar de la Biblia; el segundo manifiesta el contexto más que la Palabra de Dios. En ambos casos, la teología no es evangélica sino más bien dos formas de expresar la teología católica romana: una más “romana” (metafísica), la otra más “católica” (contextual).

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