Por Luis Ernesto Ruiz
Estamos tranquilos conociendo que la mayoría de los colombianos no se pasan ese sapo. Falta por ver el gran esfuerzo que está haciendo, se pegó como una sanguijuela al día de los obreros. Y con el presupuesto de la nación, porque sus marchas son siempre pagas, hace su gran esfuerzo. Como soy un demócrata debemos derrotarlo en las urnas.
Liberado del fulano, estos días que me han tocado caserito, porque la naturaleza no perdona, meditando me encontré con un billete de mil pesos; me quede mirándolo y me regocijé con la imagen de Carlos Lleras Restrepo. Qué gran presidente, este sí era un verdadero estadista como lo fue su primo Alberto lleras Camargo. Escribieron una buena parte de la historia de nuestro país, fueron irremplazables.
Espero contarles a mis pacientes lectores buena parte de ella, la viví. Siendo gerente del Instituto de Crédito Territorial en Santander, el Dr. Carlos Lleras era el presidente, evaluando el desarrollo de este en Santander, ameritó ponerme una condecoración como reconocimiento. Años más tarde, fuera del poder, visitó a Bucaramanga, le preguntó a su amigo de siempre, el ‘Tuerto’ Figueroa, cómo ver la obra del Instituto, y él lo puso en contacto conmigo. Estaba hospedado en el Hotel Bucarica.
Mi carro era un Simca, de moda en la época para los que vivíamos de un sueldo. Se subió a mi lado el Dr. Lleras y atrás su escolta de toda la vida (que diferencia con la parafernalia de hoy).
Como su intención era ver los apartamentos de los Conucos, lo llevé yo, que vivía ahí en un segundo piso.
Con parsimonia por su peso, subimos, lo recorrió y miro todos sus detalles, hasta el corral donde permanecía mi primer hijo, con quien se puso a jugar. Se salvó que le orinara la camisa cuando lo cargó.
Cuando salimos, estaba el parqueadero lleno de residentes, corrió la bola de que el Dr. Lleras estaba ahí y creo que para él fue muy satisfactorio. Después recorrimos varios barrios en Bucaramanga y Floridablanca. Fue un grato paseo.
Las anécdotas con el presidente Lleras fueron muy buenas, aunque era un personaje muy serio y puesto en razón, había detalles para sonreír, especialmente cuando aparecía el ‘Tuerto’ Figueroa.
Una vez, llegó tarde Figueroa a una reunión con el presidente, gremios y empresarios. Resollando, de entrada quiso hacerle una aclaración a su tertulia.El presidente llegó por tierra y dijo que no le gustaba cómo se hacía el negocio de la caña, desde Barbosa hasta Floridablanca, “donde seis partes eran para el propietario y cuatro para el aparcero”.
Figueroa le dijo: “presidente lo engañan, eso es para la hípica”. Así se vivía el pasado, no robar, no engañar y era seguro.
