Por Fernando E. Juan Lima, especial  desde Cannes

@fejlima

 

Cada año en el Festival Internacional de cine de Cannes hay un evento que despierta la expectativa y el fervor de los fanáticos. Esa película que agota las entradas antes de incluso liberarse su adquisición y que en la previa todos utilizan sus armas más poderosas para obtener un ticket. Desde el mediodía (aunque la proyección esté pautada para las 19:30) un ejército de personas de smoking o de largo merodean por las inmediaciones del Grand Theatre Lumiere con carteles con los que solicitan una entrada (saben que, en el aceitado sistema del festival, si quien obtiene una entrada no la usa, será sancionado, razón por la cual siempre puede producirse el milagro de que quien no puede asistir les de su entrada para que no se verifique la inasistencia).

Este año, ese fenómeno, sin dudas, se produjo con Furiosa, de la saga de Mad Max, dirigida por el gran George Miller, como viene sucediendo desde su inicio en 1979. Una semana antes de su estreno lugar, la premier aquí despertó la expectativa de la industria en cuanto a si el estudio Warner Bros. repetiría esa alquimia que muy pocos pueden generar. Aquí sigue viva la revolución que se generó con Mad Max: furia en el camino en 2015 y no deja de mencionarse el fenómeno de Joker en el Festival de Venecia (con premio mayor incluido, otorgado por un jurado del que formaba parte nada menos que Lucrecia Martel). Esas coincidencias entre películas con mayúsculas y reacción del público rara vez se dan y no son pocos quienes afirman que Warner Bros. es quien tiene esa fórmula.

Ante el fervor de quienes se asomaban a la alfombra roja, los protagonistas hicieron su show con profesionalismo. Anya Taylor-Joy (que en esta precuela interpreta a quien en la previa vimos encarnada por Charlize Teron) y Chris Hemsworth (como el villano, Dementus) saben lo que hacen. La posibilidad de que fuera Theron la que protagonizara esta nueva entrega fue descartada por el propio Miller, que se opuso a que se rejuveneciera mediante inteligencia artificial a la actriz. Más allá de ello, el avance de lo digital ha afectado en parte ese elemento físico, tangible, sucio que forma parte del alma de la saga desde su inicio.

Las reacciones en la premier mundial no siempre deben tomarse en cuenta. Allí está el equipo de la película, quienes de alguna manera pertenecen a su mundo y los fanáticos más incondicionales. Y es que, más allá del furioso aplauso al final de la proyección (de entre 7 y 8 minutos, de pié), la sensación se parece bastante a la desilusión si se compara a Furiosa con su predecesora Mad Max: furia en el camino. Episódica, armada como una sucesión de impactantes viñetas, la película no fluye y hasta necesita de una voz en off sobre el final ausente en las primeras dos horas de la película para dar algo de coherencia a un guion perezoso y previsible. Hay mucha más autoconciencia y hasta bastante humor, aunque los gruesos apuntes cómicos (como los que hacen a la ecología y el feminismo) no siempre den en la tecla. La última hora (¡de las dos horas 28!) trepida de acción, es impactante y son muchas las imágenes, que como cuadros, quedan en la memoria. Pero esta historia de venganza y de  construcción del personaje y del mito no llega a fluir narrativamente como conjunto. Esta vez la fórmula no funciona tan bien.