COLUMNA DE OPINIÓN DEPORTIVO DE LA CORUÑA: La Liga también necesita al Dépor

Opinión | LA PELOTA NO SE MANCHA

La Liga también necesita al Dépor

La afición camino de Riazor

La afición camino de Riazor / Carlos Pardellas

Mucho se ha hablado y debatido de lo pernicioso que era para el Dépor estar fuera del fútbol profesional. Sin Abanca, su propietario, su destino habría sido otro en estos años. Esa es la realidad, más allá de que a cualquier deportivista le habría encantado seguir conservando aquella esencia del capitalismo popular de 1992. Sufrió una herida mortal en 2007 y, con varios episodios críticos por el medio, terminó de fenecer en 2019. Cada uno de los días de estos cuatro años en la tercera categoría no ha dejado de ser como un enfermo con respiración asistida. El regreso a Segunda le dará un alivio tremendo. Su idea es no detenerse en su ascensión y apuntar a Primera División, donde clama estar. Es inevitable. Pero en lo que pocos han reparado (ahora quizás más que antes) es que La Liga, el fútbol español de élite también necesitaba al Dépor. Su fuerza, su atractivo son tentadores. Ningún campeonato de nivel en el fútbol europeo puede desaprovechar el activo que supone un club de tal arraigo, poder popular e historia. “Uno de nueve”, como repetía Lucas en la noche de la fiesta. Es incontenible. A la patronal, aunque ella no lo crea ni lo fomente con muchas de sus acciones y por un simple juego de sillas y de dependencias, le irá cada vez mejor si empuja e incentiva a este tipo de equipos. El futuro es de la gente, el futuro es mostrar unas gradas espectaculares, unos equipos competitivos, que quieran ser mejores cada día y desafiar el duopolio. Quizás es demasiado para mentes obtusas. Muchos solo piensan en audiencias, los contratos de televisión y en los excel. La ley del más fuerte, no de la liga más fuerte.

Su arrolladora fuerza, su atractivo, esa capacidad de sentirse único y de ofrecer gradas llenas es un activo

Que A Coruña respira por su equipo es una obviedad. Lo que han asegurado estos últimos años es que las nuevas generaciones seguirán el mismo camino que le marcaron sus padres, que les inunda alrededor. Es el humus blanquiazul perfecto. Ni Barcelona ni Madrid ni nadie. Ni segundo ni tercer equipo ni repartir predilecciones. Nadie está de prestado o a medias. Tan solo el Deportivo, única y exclusivamente. Es algo de lo que presume A Coruña, que demuestra en cada partido y en las malas.

El Dépor dobla sus aficionados de algún partido en Primera hace 20 años. Le atrae lo propio, lo que siente suyo

El día del ascenso ante el Barcelona B fue una tormenta perfecta, pero también una consecuencia lógica, el siguiente paso a lo visto en toda la temporada, en estos últimos años. Ese sentimiento es el que debería impregnar La Liga. Cada equipo especial, no solo dos, no solo un puñado. No es que necesite al Dépor, es que precisa de conjuntos como Oviedo, Sporting, Racing o Zaragoza. Gradas llenas, ciudades entregadas. No es casualidad que Riazor se haya colado entre los estadios con mayor asistencia una semana sí y otra también, que haya acaparado tantos titulares y tanta atención mediática estando en una categoría menor, en un lugar equivocado.

En Segunda subirá la exigencia y el Dépor no la rehuye, pero supondrá una prueba de estrés para el modelo

A Coruña y su entorno explotan de deportivismo por herencia familiar. El famoso de pais a fillos, pero es más. La batalla del relato, del arraigo, es suya. Es curioso que el estadio hoy reviente o que doble asistencias de temporadas en Primera con Joaquín Caparrós hace casi 20 años. Es que ahora cree en lo que ve, ahora lo siente suyo, se considera especial, no es uno más. No vive en base al vecino, al rival, es él. Sin más. Ni mejor ni peor, diferente, especial. Esa capacidad que ha tenido de resistir con su gente, de acompañarse en los malos momentos, de haberse apoyado en los niños de su base, ha tenido también un efecto multiplicador.

Un escalón, una prueba

Ese Deportivo irresistible que se ha presentado en los últimos tiempos llega a un nuevo escalón y a nuevos retos que pondrán a prueba su renovada esencia. A pesar de que existía la incertidumbre de la categoría en la que iba a militar, hay directrices que deberían ser inamovibles, gestiones que ha tenido que ir avanzando. Es una cuestión de exigencia, de nombres, de ideas y de química de vestuario. Mucho por cuadrar.

A nadie se le escapa que el Dépor ha llegado a Segunda para impulsarse a Primera, no para perpetuarse o para ir de vuelta a Primera RFEF en breve. El salto se nota, nadie está exento de un resbalón, pero la ambición es evidente, inequívoca. David Mella y Yeremay Hernández son las punta de lanza de la formación de Abegondo. Su recién estrenada política, que todos los actores implicados se afanan en recalcar (ayer el último fue Idiakez), sufrirá una verdadera prueba de estrés. ¿Será firme el Dépor, a pesar de que suba el listón? ¿Será capaz de dar con la tecla con las cesiones adecuadas para los jugadores que necesitan un crecimiento gradual? Ha renovado a muchos futbolistas de la casa, pero ¿cuántos acabarán llegando o acabarán encontrando la puerta lo suficientemente abierta?

Hay, además, muchos futbolistas con contrato y el Dépor si quiere aspirar a lo más alto, a colarse en la zona media alta, no puede llegar a septiembre con los mismos que tiene ahora en nómina hoy. Hay bajas dadas por segura como Salva Sevilla, Pablo Valcarce o Berto Cayarga. Habrá que ir más allá y ahí deberá tener buena mano para cuidar también la química de vestuario y los deseos del entrenador. El nuevo Deportivo ya ha arrancado. El mismo, diferente, siempre a prueba. Único.