Andrew Scott vuela desconsoladamente alto en la película Desconocidos


La película británica Desconocidos (cuyo título original es All of us strangers), estrenada en 2023, dura poco más de cien medidísimos minutos y fue dirigida por el cineasta Andrew Haigh, autor asimismo de su excelente guion, en el que adaptaba la novela del escritor japonés Taichi Yamada, publicada en 1987 en japonés con el título de Ijintachito no Natsu, es decir, Verano con extraños (que un año más tarde fue ya llevada al cine con un título que podríamos traducir como Desencarnados, dirigida por Obayashi Nobuhiko).

Desconocidos está interpretada magistralmente por un conmovedor Andrew Scott, excelentemente secundado por la actuación también descomunal de un brillantísimo Paul Mescal.

La inquietante música de Emilie Levienaise-Farrouch y la fotografía de Jamie Ramsay cumplen maravillosamente bien para componer, junto a las mencionadas actuaciones memorables y la ya elogiada brillante dirección, una película de fantasmas consternadora, repleta de trauma y congoja ante la vivencia de una homosexualidad históricamente comprometedora para quienes la ejercen, la viven, la disfrutan y también, socialmente, la sufren.

De este drama en el que las relaciones familiares protagonizan tantísima congoja, escribió uno de los críticos cinematográficos de El País, Javier Ocaña, que nos muestra “la bella intimidad de una pesadilla amorosa” con la que su director “ha compuesto una película dolorosa e implacable, romántica y reflexiva, pero sobre todo misteriosa, acerca del amor: el familiar, el sentimental, el sexual”. No estoy del todo de acuerdo con él en que sea Desconocidos “una obra fascinante”, sí perturbadora y profundamente emotiva.

Claro que el exceso valorativo más espectacular se lo he leído a Luis Martínez en El Mundo, donde llegaba a decir de la película de Haigh que “es posible que después de verla se queden a vivir en ella por la sencilla razón de que la amarán como solo se ama al propio amor. Y cuando pase el tiempo, recordarán el momento preciso en el que la vieron por primera vez”.

Quizás esté más acertado, al menos yo vi así es largometraje, Nando Salvá cuando dejó dicho en El Periódico que, aunque “Haigh inicialmente permite que Desconocidos transite por el terreno de lo poético y lo misterioso”, el filme “va diluyendo su impacto emocional” hasta quedar “envuelta de cierto aire terapéutico”.

Es una buena película, es una película difícil y oscuramente hermosa, dolorosamente hermosa, pero yo olvidaría en unos días el preciso momento en que la vi por primera (y única vez, seguro) si no fuera porque la vi junto a Marga.

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