Horizontes perdidos

Reseña del libro «Horizontes perdidos» de James Hilton.
Por Ander Terrones Arellano.

“Horizontes perdidos” de James Hilton, famosa por su misterioso monasterio budista Shangri-La, fue publicado en 1933. El autor británico logró trascender y formar parte de la cultura popular gracias a ella; de hecho, en muchas ocasiones el Budismo Tibetano es imaginado en Occidente como Hilton lo hizo para esta novela, siendo probablemente la obra más famosa en tratar esa cultura. Su impacto cultural ha sido grande y aún hoy en día sigue siendo la obra de ficción de referencia sobre el Budismo en esta parte del mundo. Entre otras adaptaciones u obras inspiradas, “Horizontes perdidos” ha sido llevada al cine en dos ocasiones.

La historia comienza con un accidente de avión en el Himalaya. Los protagonistas logran llegar a la ciudad de Shangri-La, lugar utópico y que guarda desde el primer momento más preguntas que respuestas. El protagonista, Hugh Conway, se integrará sin problemas en esa sociedad y gracias a ello irá entendiendo qué ocurre allí. Mientras tanto, sus tres acompañantes pasarán por distintas fases y aceptarán de forma diferente su estancia obligada en el monasterio lamaísta.

La obra de Hilton es profundamente mística, creando un Oriente exótico, lo más diferente posible de lo conocido en Europa, para así cautivar a los lectores occidentales. Por ello, los pocos personajes orientales que tienen alguna importancia son descritos de manera que el lector pueda identificarse con la perplejidad de los occidentales. Esa visión de lo místico y de lo lejano y perdido en el Himalaya ha atraído hacia esa religión y esa cultura a mucha gente. Shangri-La, a pesar de ser un nombre y un lugar surgido de la mente de James Hilton, con diversas inspiraciones, por supuesto, pasó a ser el representante de lo mágico y perfecto en la Tierra para Occidente.

Creo que el éxito de esta historia tiene mucho que ver con la aventura que es un lugar tan diferente y que inflama las ansias de descubrir sociedades diferentes a la nuestra. Además, el otro, el oriental, es aquí alguien mágico, fuera de nuestra concepción de lo humano.

Aunque el final me resultó un tanto precipitado y extraño, no se puede negar la originalidad de la propuesta, así como la fascinación que sintió la sociedad de su época y las posteriores. Sin embargo, sobre todo por la gran fama de Shangri-La, me esperaba una descripción más detallada de esa sociedad utópica, que apenas vislumbramos por algunas conversaciones. La novela se centra especialmente en la adaptación de los occidentales a ese recóndito lugar de Oriente, y en ello nos podemos ver fácilmente representados. Aún así, considero que haría falta una plasmación en el papel más detallada de esa utopía para ser más completa.

En conclusión, “Horizontes perdidos” supo conectar con un público deseoso de historias de un Oriente cuanto más mágico, diferente y misterioso mejor. A pesar de ello, la escasa descripción del funcionamiento del templo y de las personas que allí viven juega en contra de la obra a la hora de leerla. Eso sí, James Hilton siempre será uno de los creadores de la visión que se tiene del Budismo en Occidente, una religión que todo el mundo conoce pero de la que apenas tenemos algunas nociones básicas, en gran parte por Shangri-La.

Por Ander Terrones Arellano
@anderterrones