Sor María Amparo, la clarisa de Belorado que dejó "la secta" al escuchar al "fantoche" Pablo de Rojas

Sor María Amparo, la clarisa de Belorado que dejó "la secta" al escuchar al "fantoche" Pablo de Rojas

La religiosa, que ha abandonado el convento de Belorado, denuncia una vigilancia "total" para no poder hablar con las hermanas mayores, "de las que ni me he podido despedir".

BUR01. BURGOS, 16/05/2024. El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, analiza en una entrevista con EFE la situación creada por la comunidad de religiosas Clarisas de Belorado y Orduña (Vizcaya) tras su anuncio de abandonar la Iglesia católica para pasar a la tutela y jurisdicción de Pablo de Rojas Sánchez-Franco y la llamada Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, que no están en comunión con Roma y cuyo fundador fue excomulgado en 2019. EFE/Santi Otero
El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, a quien sor María Amparo reconoce como responsable de la  comunidad de religiosas Clarisas de Belorado y Orduña (Vizcaya) y por ello ha dejado el convento. El resto han decidido abandonar la Iglesia católica para pasar a la tutela y jurisdicción de Pablo de Rojas y la llamada Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, que no están en comunión con Roma y cuyo fundador fue excomulgado en 2019. 
Santi Otero/Efe

Se llama sor María Amparo, lleva 62 años de religiosa, los últimos 44 como clarisa, primero en Vitoria y desde hace dos décadas en el convento de Belorado, que abandonó el pasado miércoles para "no pertenecer a una secta", y ante las "burradas" que trasmitió a las hermanas el "fantoche" Pablo de Rojas, el falso obispo que se dirigió a las clarisas para decirles que estaban "bajo su jurisdicción".

En una entrevista concedida al 'Diario de Burgos' y publicada este sábado, sor María Amparo explica las razones que le han llevado a romper con el resto de las clarisas cismáticas. Refugiada ahora entre los muros medievales del monasterio de Castil de Lences, también en la provincia de Burgos y fundado en 1282, la monja admite que se ha ido con tristeza de Belorado, sobre todo por las cinco religiosas más mayores que se han quedado dentro, y de las que, señala con pena, no se ha podido despedir.

La hermana recuerda que el pasado domingo día 12 llegó al monasterio un señor "que no había visto nunca antes en persona" y que les anunció que tomaba el mando del convento. Se refiere al falso obispo Pablo de Rojas Sánchez-Franco, que fue excomulgado en 2019 por el entonces titular de la diócesis de Bilbao y ahora obispo de Burgos, Mario Iceta. Dice sor María Amparo que se levantó para tomar la palabra y rebatir las "burradas contra la Iglesia" que profirió De Rojas. "El Señor me puso las palabras en la boca, lo que tenía que decir", señala.

"Se presenta diciendo que es obispo de no sé qué. Dice: 'desde ahora, yo soy el superior, el que manda en la comunidad, y ustedes están bajo mi jurisdicción'. Y yo me levanté y le rebatí bastante. 'Estamos bajo la jurisdicción de don Mario. Él es el sucesor de los apóstoles para la Archidiócesis de Burgos', le respondí. Él me dice que 'eso no vale para nada, no existe' y más burradas contra la Iglesia. Yo por nada del mundo salgo de mi Madre la Iglesia y por nada del mundo dejo mi obediencia al sucesor de San Pedro, que en este momento es el papa Francisco. Estuvo intentando convencerme, pero estuve muy firme", relata la clarisa en la entrevista al periódico. "Al final, me dijo que si yo no aceptaba estar bajo su jurisdicción tendría que marcharme".

Cuenta que el pasado domingo "en el locutorio" del convento fue la primera vez que vio a "ese señor". "Hace unos años lo vi en una revista, y me pareció, con perdón, un 'fantoche', como dijimos muchas, al ver aquello. En ese momento nadie creía en esto. Esto se ha fraguado poco a poco. Ellas sabrán".

Sor María Amparo denuncia haber sufrido "una vigilancia total" para que no pudiera hablar con las hermanas mayores, y que ni siquiera le han dejado despedirse de ellas. "Igual ni saben que ya no estoy allí. Fue una decisión firme: tenía que salir. Sobre todo, para no pertenecer a esta secta, por nada del mundo. En ese ambiente ya no se podía estar".

Sí se pudo despedir "con un abrazo" de las hermanas más jóvenes y de la superiora del convento, a quien le dijo que no podía seguir así y que quería marcharse, a lo que la madre abadesa le respondió que lo hiciera "tranquilamente".

Confirma que, tras su marcha, ha escuchado a sus antiguas hermanas por televisión y lo que ha oído "le da pena", aunque no ha podido hablar con ellas de todo lo sucedido. Por eso ignora si habrá más que sigan sus pasos. "No lo sé, porque no manifestaban nada. Parece que para ellas es normal, que están contentas. pero no he podido hablar con ellas de este tema, en absoluto".

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