Crítica: White Lion - Pride | El Portal del METAL

White Lion - Pride

Enviado por El Marqués el Dom, 21/11/2010 - 15:53
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1.Hungry
2.Lonely Nights
3.Don't Give Up
4.Sweet Little Loving
5.Lady Of The Valley
6.Wait
7.All You Need is Rock 'N' Roll
8.Tell Me
9.All Join Our Hands
10.When the Children Cry

Recuperar a White Lion significa para mí recuperar una época en la que cada grupo rockero que aparecía, por segundón que pudiera parecer, despertaba el interés hacia cada uno de sus miembros, hacia sus trayectorias anteriores, su imagen, contactos, posibilidad de que alguna vez pudieras verlos en directo, quinielas sobre el grupo de primera línea al que podrían telonear...

Eran tiempos en que la distribución de la música no era tan sencilla, en que casi nadie hablábamos inglés y tenías que conformarte con la información que llegaba a través de las revistas y programas heavies locales de la época, que no eran pocos, para la dificultad que suponía difundir un género entendido entonces como minoritario, y, por qué no decirlo, marginal.

Por otra parte, el poder adquisitivo de la mayoría era bien escaso, y te conformabas con poder comprarte ocho o diez cassettes originales al año. Si hablamos de 1988, el año en que se editó en España el disco del que voy a hablar hoy, te podías dar con un canto en los dientes si eras capaz de adquirir el “Odissey” de Malmsteen, el “And Justice…” de Metallica, “Ram it Down”, “Blow up your Video”, “Seventh Son…”, el “Keepers part Two” de Helloween, o el “Animal House” de UDO, tratando de retener la esencia de los maravillosos Accept. Luego encima Motorhead te venían con el “Rock&Roll”, y Queensryche con “Operation: Mindcrime”.

Hasta me gasté pasta en Bon Jovi, el “New Jersey” traía esa canción, “Born to be my Baby”, que me encantaba. Para saciar tal hambre de melómano, que te atrapa y ya no te deja, quedaba el recurso de intercambiar cintas con los amiguetes. Claro que la mayoría, por aquel entonces, pensaban que el punteo de Mark Knopfler en “Money for Nothing” o los teclados del “Final Countdown” eran lo más heavy que se podía escuchar, y no era fácil dar con gente que te grabara en una TDK o una BASF el “Skyscrapper” de David Lee Roth o el “Back for the Attack” de Dokken.

Tenías que buscarte la vida como fuera. Era tal la avalancha de novedades de las que recibías noticia que casi me parece un milagro que yo no terminara asaltando un banco para poder saciar mi sed hacia los solos de guitarra y los estribillos contagiosos. Por aquellos tiempos, la mítica sala Canciller de Madrid (la original, situada en Ciudad Lineal), costaba ¡veinte duros, cien de las antiguas pesetas! Los proveedores de sonidos metálicos sabían que andábamos pelados, y al menos nos lo ponían fácil.

Yo nunca pagué los veinte duros para entrar en el Canci. Rondabas por los alrededores y cuando abrían no te dejaban entrar porque tenías menos de 16 años. Así que se te acercaba un melenudo algo mayor que tú con la camiseta del “Last Command”, te ofrecía un trago de cerveza y le dabas los veinte duros. Eso que llamábamos libra. Y al billete verde de mil pesetas lo llamábamos talego. Ahora que lo pienso, los billetes actuales de 10, 20 o 50 euros no tienen denominaciones “carismáticas”. Pero hablábamos así. Yo pagué en su momento nueve libras por el “Eternal Idol” de Black Sabbath, un talego por “Hysteria” de los Leppard, un talego y medio por el instrumental “Maximun Security” de Tony McAlpine. Es que éste era de importación, te decían. Daba igual de dónde fuera, la cosa es que los discos de importación eran mucho más caros que los demás.

En éstas que en el patio del colegio doy con un tío que tiene el cassette original de White Lion. Y como digo que en las revistas y la radio te descubrían continuamente nuevos grupos, y que todos molaban, necesitas hacerte con él. Porque sabes que vas a descubrir algo que desconocías. Que el estilo es heavy pastelón, te comentan, pero ese Mike Tramp tiene buena pinta. Y el apellido del guitarrista suena a italiano. Igual que Impellitteri, oye, que ha debutado hace poco con un discazo llamado “Stand in Line” que contiene versiones de Rainbow, y donde canta nada menos que Graham Bonnett.

Y en la portada sale el rostro de un león, con sereno gesto de espera hacia las presas, en inmaculados tonos blancos. Ya te imaginas el montaje escénico de la banda, con el telón de fondo detrás, y los ojos de ese león iluminándose.

Y en la radio te siguen martirizando. Ahora es King Diamond el que vuelve con otra de sus terroríficas obras conceptuales –si no recuerdo mal, el “Them” es de esa época-. Y Anthrax han sacado nuevo disco, con un single muy molón, que se llama “Antisocial”.

Pero no hay excusa, necesitas que ese tío, del que no tenías noticia de que escuchara música heavy –jóder, si lleva un peinado que parece Rick Astley-, te grabe el “Pride” de la banda de Mike Tramp y Vito Bratta. Sabes que tienes ante ti a un grupo nuevo. Te enteras de que éste es su segundo álbum, pero da igual, ya habrá tiempo para saber del primero, y volver a sufrir porque no hay medio de conseguirlo. Pero sueñas con dar con un puñado de canciones que te pueden hacer pasar buenos ratos, con descubrir a un guitarrista imaginativo, cuyos punteos vas a reconocer, que vas a saber distinguir sus solos de los de George Lynch, Chris de Garmo o Dave Menikketti.

Y White Lion no te decepcionan. Aunque sabes que tampoco serán nunca la banda de tu vida, y que si en 1989 sacan el siguiente Lp, utilizarás la paga semanal para volver a comprarte lo nuevo de Maiden o Judas, en detrimento de este entusiasta grupo de metal melódico.

A día de hoy mi status ha debido mejorar algo, y de momento no tengo excesivos problemas para atiborrarme de nuevos discos cada mes, pero se me acumulan, no los disfruto tanto, a veces hasta confundo unos con otros. Y no sé si dentro de veinte años reconoceré a la primera escucha algún tema del nuevo Cd de Black Label Society, por nombrar alguno actual, como reconozco los mejores momentos de “Pride”: El estribillo embravecido de “Hungry”, la entrada acústica de “Lonely Nights”, ese comienzo tan “vanhaleniano” de “Don´t give up”, los coros de “Sweet Little Loving”, los extraordinarios solos de guitarra del amigo Bratta en casi todas las pistas, o los cambios de ritmo de ese pedazo de tema que es “Lady of the Valley”, una de las mejores canciones de aquellos años, con ese glorioso acelerón final. El tipo de canción por la que una banda se gana el pase a la posteridad.

También es cierto que la segunda parte del disco, lo que era la cara B, baja el nivel, y “All you need is R´n´R”, “Tell me”, y “All join our Hands” me parecen temas del montón. Claro que en la despedida, ese exquisito “When the Children Cry”, Tramp, Bratta, Lomenzo y D´Angelo se redimen. A mí, que ya no soy un niño, me sigue haciendo llorar el punteo de la guitarra.

Le voy a dar tres cuernos, perfectamente se podría llevar un cuarto. Y eso si, como hay cosas que nunca cambian, los enlaces los pongo a la vieja usanza, que de la otra forma no me termina de salir:

http://www.youtube.com/watch?v=UBor7K3j2Eg
http://www.youtube.com/watch?v=liiQuvYx73M
http://www.youtube.com/watch?v=MHZ79InLGRY

Mike Tramp: Voz
Vito Bratta: Guitarras
James Lomenzo: Bajo, Voz
Greg D'Angelo: Batería

Sello
Atlantic

Otro de los discos que he vuelto a retomar las últimas semanas.
Para mi White lion es de esos grupos fetiches que aún sin sacar nada me han seguido acompañando desde que los conocí en los 90.
Y es que la combinación de la voz melosa de Tramp, la buena base rítmica y sobre todo el gran guitarrista que fue Vito Brata me llegó muy fuerte a la patata.
Y que decir de este Pride un disco inolvidable de los que me han marcado y que me acompañaran el resto de mi vida.
Canciones como wait, hungry, when the children cry (está tuvo un efecto especial en su momento) y mi favorita lady of the valley (menuda composición) son de lo mejorcito de la época dorada de nuestra música.
Aún me acuerdo recién entrado al portal cuando me emocione al ver la reseña de un grande como El Marqués.
Una delicia de album

Pienso que es el mejor que tienen junto al Mane Attraction, pero me quedo antes con Pride. Mane Attraction es algo más enérgico y más sofisticado, pero la magia que tiene el "álbum blanco" y la frescura de muchos de los cortes creo que es absolutamente irrepetible.
Para mi es de cuatro cuernos y medio. Cada tema tiene algo que lo hace especial. Yo no le veo relleno alguno
Tell Me, Sweet Little Loving, Lonely Nights.... lo cojas por donde lo cojas es un trabajo de hard melódico fantástico.
Estoy de acuerdo también en que la reseña del Marqués es magnífica. Me veo muy representado en todo lo que cuenta en la primera parte de la misma.
Saludos.

Qué interesante reseña....me identifico muchísimo con el relato del marqués...supongo que seremos de quintas parecidas...cuando se hablaba de talego, litronas y minis de cerveza (nunca entendí porque en Madrid en vez de cachi se decía mini de cerveza a un litro) y cintas de 90 donde te entraba un Lp grabado en cada cara.....
La música nos llegaba muy escasamente en comparación con ahora que está a golpe de click y la devorabamos y disfrutábamos intensamente....en fin, otros tiempos difíciles de explicar para que nos entiendan los más jóvenes....
Ah, el pride...un álbum muy bueno!