Critica: La Femme - Teatro Lúcido
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La Femme – Teatro Lúcido

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La Femme. Ese grupo que de repente un día descubres en una radio aleatoria del Spotify y al instante quieres cruzar los Pirineos y no volverlos a atravesar nunca más. Con toda su elegancia, el atrevimiento y, sí, también la sexualidad. Una especie de Locomía con músicos de conservatorio, con su mismo descaro, pero con una formación y una inmensa cultura musical patente desde el primer acorde. Primero vino el sorprendente Psycho Tropical Berlin (2013) y tres años más tarde, la absoluta obra maestra que es Mystére (2016) donde el trio líder Sacha Got, Marlon Magnée y Clemence Quelénnec nos regalaron probablemente uno de los discos de la década. Paradigmes (2021), llegó nada menos que 5 años después, significó la reestructuración de la banda, ya sin Quelénnec en el teclado y la voz, pero conservando el estilo y aportando nuevas pinceladas sobre lo que fue Mystére.

Debemos admitir que lo que menos esperábamos este 2022 es un nuevo disco de La Femme, vistos los intervalos entre sus anteriores trabajos. Fue esta misma primavera cuando La Riviera estaba absolutamente abarrotada (y descontrolada por el fin de la pandemia) en la presentación de Paradigmes. Este disco, Paradigmes, transmitía sensaciones nuevas, siendo una clara continuación, o más bien una transición, tras Mystére, pero jamás imaginaríamos lo que este Teatro Lúcido iba a traernos.

Esta iba a ser una reseña fácil para quien os escribe. Un grupo más que machacado, con unos estilos y unas referencias asumidas y muy disfrutables. Una banda con un sonido propio, diferente, rico, variado, pero que se adscribía a varios pilares fundamentales: Psicodelia, pop, electrónica y chanson. Éxito asegurado. La primera escucha de Teatro Lúcido fue un golpe en el mentón. Teatro Lúcido destruye todos los estereotipos, acaba con nuestros prejuicios y derriba todas las barreras con las que pretendemos estructurar nuestro gusto musical.

Con Teatro Lúcido, Got y Magnée se salen de las vías. Un golpe de timón inesperado por todos. Uno espera volver a la psicodelia electrónica de Paradigmes y acaba escuchando una ranchera, un reggaetón, una canción pop a lo Shakira o Rosalía, un pasodoble, unas mañanitas, unas alegrías. De hecho, estamos nombrando palos flamencos sin tener ni idea de qué características tienen, porque en esta casa estamos encorsetados, y eso está muy mal. No cometáis el mismo error, queridos lectores.

Y es que quizá hemos subestimado a La Femme. Porque las señales estaban ahí, en Paradigmes vimos cortes propios de un western, paisajes sonoros asociados al desierto, y un pequeño tema, Le Jardin, en español, como una pincelada exótica. El más que competente español exhibido por Sacha Got en La Riviera era en realidad un serio aviso. Pero era inimaginable lo que iban a llevar a cabo. Porque La Femme, y ahora lo entendemos mejor que nunca, evoca la libertad. Pero no la libertad esa de llevar a tu hijo al colegio concertado, no encontrarte con tu ex, beber unas cañitas y que te bajen los impuestos si ganas más de 120.000 al año. Libertad de verdad, libertad hedonista, alegría, felicidad aún en momentos sombríos. Celebración, amor, colores y aromas. Todo a la vez, en todas partes.

La Femme siempre han contado con estas características. Pero la explosión experimentada en este Teatro Lúcido da a entender que el viaje a través de los Pirineos que evocábamos al principio de este texto, ellos lo han hecho en sentido inverso, incluso cruzando el atlántico. Lo abrazan todo, aman todo y así lo expresan.

Teatro Lúcido es un monumento a la alegría y a la celebración de la cultura hispana. Y han tenido que hacerlo unos chicos de Biarritz. La fanfarria y festividad electrolatina de Cha-cha, el flamenco pop de Y tú te vas, que no sabemos si ha salido de los Mecano de los 90, del Mal querer de Rosalía o de algún álbum blockbuster de Shakira, todo bien agitado. Y extrañamente funciona a la perfección, probablemente ganaría Eurovisión y todos estaríamos contentos. Contaminado con su deje rumbero es probablemente una de las canciones más interesantes del álbum, pero son las rancheras de El Tío del Padul y la irreverente El Conde-Duque ya terminan de descolocarnos por completo. No pasa nada evoca una noche loca -y bastante peligrosa- de fiesta, intentando enterrar las preocupaciones. El Tren de la Vida, una preciosa canción con tintes flamencos, tan delicada como las flores de azahar. Mirad las cosas que nos hacen decir.

Un párrafo aparte merece, por supuesto, Sácatela. Dos millones de escuchas en una canción cuya letra dadá y llena de dobles sentidos, parece escrita por un niño preadolescente o por alguien no hispanohablante que acaba de descubrir las palabras malsonantes del español. Por supuesto es un éxito asegurado, una obra maestra y desde aquí recomendamos no escucharla antes de ir a una entrevista de trabajo, o, bueno, antes de una cita con el urólogo.

Esta iba a ser una reseña fácil. Tras una primera escucha, esta iba a ser una reseña infernal, un álbum por el que no sabría por donde empezar. Sólo han hecho faltas tres escuchas. Sólo tres. Y sólo podemos decir gracias. Gracias por hacernos felices. Por enseñarnos lo que es ser libre, ser feliz y celebrar la vida. Al final ha sido una reseña fácil.

Escucha aquí Teatro Lúcido de La Femme

AUTOR

Guillermo Vázquez
Guillermo Vázquez
A veces escribo de música, a veces escribo de coches. Otras veces hago música. Pero la mayor parte del tiempo me quejo por cosas.

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