CULTURA
Historia

Simposio Internacional de la Inquisici�n: la polic�a religiosa que persegu�a a herejes y santos

Un congreso re�ne en Madrid a expertos en Derecho e Historia de �frica, Am�rica y Europa que estudian el Santo Oficio.

'Auto de fe de la Inquisici�n' , de Francisco de Goya.
'Auto de fe de la Inquisici�n' , de Francisco de Goya.
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Algunas hip�tesis que han circulado para explicar la prominencia de la Inquisici�n en la Espa�a medieval: 1) el Santo Oficio fue una herramienta incautadora del Estado contra las �lites mercantiles y profesionales conversas; 2) fue un instrumento potenciado por la nueva Naci�n-Estado para permitir cierta unidad jur�dica entre los reinos de la Espa�a bajomedieval y moderna; 3) respondi� a un instinto racista y estrictamente antisemita. Las tres ideas tienen algo de verdaderas y las tres son problem�ticas. Su compatibilidad explica en parte la importancia del V Simposio Internacional de Estudios Inquisitoriales que organiza desde hoy y hasta el jueves el Instituto de la Historia de la Intolerancia y la Real Academia de Jurisprudencia y Legislaci�n en colaboraci�n con la Fundaci�n Ibercaja. "Tambi�n hab�a un enfoque moral que tenemos que considerar, aunque hoy nos parezca inconcebible. Para la mentalidad de la �poca, cuidar de la unidad de la fe y perseguir a los conversos se consideraba un deber de los reinos", explica Jos� Antonio Escudero, catedr�tico de Historia del Derecho e impulsor de los simposios desde el primer curso de 1976, en la UIMP de Santander.

En el encuentro que empieza hoy se unir�n historiadores de Argelia, Brasil, Colombia, Estados Unidos, Marruecos, Portugal, M�xico, Francia, Reino Unido, Chile, Israel y Espa�a y el Premio Nacional de Historia Ricardo Garc�a C�rcel leer� a ponencia inaugural. �Cu�l es el sentido de que sea una instituci�n dedicada al Derecho la que los acoja, en vez de un centro de estudios teol�gicos o hist�ricos? "La Inquisici�n fue, sobre todo, un tribunal", explica Escudero. "Y gran parte de su complejidad era su engranaje con la justicia ordinaria", dice Escudero.

En el Santo Oficio conviv�an dos lealtades pol�ticas, no siempre coincidentes. Por una parte estaba la figura del gran inquisidor, que era nombrada y rend�a cuentas ante el Papa; pero, a su lado, estaba el Consejo de la Inquisici�n, que depend�a de los reyes de la Castilla y Arag�n primero y de Espa�a despu�s, y que reproduc�a los m�todos y la legitimidad de la Justicia Civil. Durante a�os, explica Escudero, los historiadores discutieron cu�l de las dos fuentes de Derecho primaba. Hoy, el inter�s consiste en averiguar c�mo se acoplaron.

�Era la Inquisici�n una especie de Gestapo que invadiese la vida de los s�bditos de Espa�a en nombre del totalitarismo? S� y no. "El Santo Oficio ten�a mucho poder pero su acci�n estaba limitada a un problema concreto", explica Escudero. Todo lo que saliese de la herej�a y de la heterodoxia cristiana era indiferente para el tribunal. "Por ejemplo, en lo que respecta a la sexualidad. La Inquisici�n no persegu�a a los ad�lteros ni a los pol�gamos, consideraba que esas conductas eran un asunto de la justicia ordinaria. Pero si un pol�gamo dec�a que era Dios el que le hab�a dicho que tuviese muchas mujeres, entonces s� que ca�a sobre �l".

Y si la Inquisici�n ca�a sobre alguien, que se preparase para lo peor. Como la instrucci�n se hac�a antes de publicar la acusaci�n, los casos ven�an cerrados, casi sentenciados desde su inicio. Los abogados de los reos no ten�an grandes alicientes para defenderlos y las pruebas se manejaban con ocultamiento. "Si busca en las fuentes y en la literatura, no ver� que la poblaci�n estuviese muy obsesionada con la Inquisici�n ni siquiera en los siglos de m�s poder. Pero s� hab�a una cr�tica general contra la falta de transparencia. Los acusados nunca sab�an qui�nes los denunciaban ni de qu� se les acusaba".

Curiosamente, la Inquisici�n era relativamente garantista como sistema punitivo. El tormento de los condenados exist�a, pero estaba reglado, exig�a la unanimidad entre todos los miembros del tribunal y preve�a la asistencia de m�dicos para su v�ctima. La justicia ordinaria, explica Escudero, era m�s impulsiva en sus momentos de c�lera. Y el viejo antisemitismo de la Edad Media, especializado en quemar alhamas en Espa�a y shetls en el este de Europa, era indiscutiblemente m�s violento. �Es la Inquisici�n un fen�meno espec�ficamente espa�ol? La respuesta, de nuevo, es un s� y no. Escudero recuerda que los suizos quemaron a su paisano Miguel Servet y que las estad�sticas demuestran que la persecuci�n de los heterodoxos se dio en casi toda Europa con tanta o m�s crueldad que en Espa�a. Pero tambi�n cree que "la intolerancia ha sido un problema hist�rico de Espa�a".

�Qu� queda por estudiar sobre la Inquisici�n? La persecuci�n a las mujeres atrae gran parte de las investigaciones actuales, junto a la tendencia del Santo Oficio a sospechar de los cristianos m�s virtuosos de su tiempo, de aquellos que ya en vida empezaron a comportarse como santos y que, por tanto, se pusieron a s� mismos en la frontera de la herej�a. San Ignacio y Santa Teresa de Jes�s fueron investigados por la Inquisici�n.