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En una �poca en la que decir que eras actriz equival�a a ser prostituta, Carmen Maura, que hace unos meses cumpli� 75 a�os, tuvo las agallas de abandonar su trabajo en una galer�a de arte para tantear el noble oficio de la actuaci�n. Ten�a 25 a�os. Quiz�s haber tenido por vecinos a la actriz Conchita Montes y el dramaturgo Edgar Neville tuvo algo que ver. En aquel momento estaba casada con el abogado Francisco Forteza, era madre de dos hijos, Mar�a del Carmen y Pablo, y sus amigos pijos le dieron la espalda.
El origen de su apellido es mallorqu�n y burgu�s, pero por diferentes circunstancias de la historia, acab� siendo aristocr�tico. Los Maura son una de las dinast�as m�s importantes e influyentes en la historia de Espa�a desde principios del siglo XX. Entre sus ancestros est�n Antonio Maura -cinco veces presidente del Consejo de Ministros o, como se denomina actualmente, presidente del Gobierno-; Jorge Sempr�n, ex ministro de Cultura, escritor y guionista cinematogr�fico; Ramiro P�rez-Maura, embajador y IV duque de Maura; el realizador Jaime Ch�varri y, en la actualidad, Eduardo Maura, el joven diputado por Vizcaya, tataranieto de Antonio.
A pesar de semejante �rbol geneal�gico, Carmen ha sufrido mucho en lo sentimental, lo econ�mico y lo laboral. Su marido le pidi� el divorcio y logr� la custodia de sus v�stagos llev�ndoselos a Canarias. La int�rprete tard� una d�cada en verlos. Empez� haciendo caf�-teatro hasta que Fernando Colomo le dio sus primeros roles protag�nicos en Tigres de papel (1977) y �Qu� hace una chica como t� en un sitio como �ste? (1978).
A lo largo de su vida, la actuaci�n le ha servido como un gran div�n en el que ha ido analizando, sopesando y superando los duros trances por los que ha pasado. Con 30 a�os, un fan militar algo perturbado lleg� a su casa para pedirle un aut�grafo y termin� rob�ndola y viol�ndola a punta de pistola. La Guardia Civil tard� en creerla porque se dedicaba al mundo del espect�culo y la trat� de forma denigrante.
En 1978 empez� su colaboraci�n con Almod�var, una relaci�n de amor y odio que se prolong� a lo largo de ocho filmes, entre ellos, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del mont�n (la puerta grande de la Movida madrile�a), Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) -en los Oscar tuvieron una bronca monumental que desemboc� en su enemistad- y Volver (2006), un reencuentro largamente acariciado que qued� en agua de borrajas ya que la relaci�n entre la actriz y el maestro es inexistente. La etiqueta de chica Almod�var se evapor�. "Ahora no tenemos trato e intento no hablar acerca de �l", coment� a Pablo Motos en su visita el a�o pasado a El Hormiguero.
Volvi� a rehacer su vida con Antonio Moreno Rubio, con el que estuvo trece a�os hasta que en 1995 descubri� que la hab�a estafado y arruinado. Al otorgarle poderes totales le dej� con dos millones y medio de euros de deuda, sus dos casas embargadas al igual que algunos de sus premios m�s prestigiosos (Goyas, Donostia o Cesar), por lo que tuvo que aceptar todas las propuestas inimaginables, entre ellas, anunciar colchones en televisi�n, para pagar las deudas.
Su mala relaci�n con Almod�var no es el �nico sinsabor en su carrera. Aborreci� a Imperio Argentina durante el rodaje de Tata m�a (1986) y con Francis Ford Coppola se sinti� tratada como esclava en Tetro (2009). Pero tambi�n se lo ha pasado en grande con Chus Lampreave, �lex de la Iglesia, Andr�s Pajares, Antonio Banderas o Gabino Diego.
Poco a poco fue remontando porque Carmen da m�s guerra que la de Bizet. En�rgica, emprendedora, con gran car�cter, un poco veleta y, sobre todo, una de las grandes actrices que ha parido Europa en las �ltimas d�cadas. Hasta la fecha, ha ganado 4 Goyas, 1 C�sar, 7 Fotogramas de Platas, 2 Premios del Cine Europeo, el Premio Honor�fico a Toda una carrera en la XXXI edici�n de los Premios de Cine Europeo, el Premio Donostia (primera espa�ola en conseguirlo) y un ex aequo por Volver en el Festival de Cine de Cannes.
Desde hace varias d�cadas vive a caballo entre Madrid y Par�s, donde posee una coqueta buhardilla en Le Marais, un antiguo barrio residencial de la nobleza francesa, donde tambi�n vivi� V�ctor Hugo, y que en la actualidad est� repleto de caf�s, galer�as de arte y restaurantes.