Carlota Joaquina, infanta de España, reina de Portugal
1785. Óleo sobre lienzo, 177 x 116 cmSala 089
Hija de Carlos IV (1748-1819) y María Luisa de Parma (1751-1819), nació el 25 de abril de 1775. Se casó con el príncipe del Brasil, futuro Juan VI de Portugal, el 8 de mayo de 1785. Se casó el 8 de mayo de 1785 con el segundo de los hijos varones de los reyes de Portugal, el Infante Juan, que tras la muerte de su hermano mayor (1788) se convirtió en Heredero del Trono y Príncipe del Brasil, y posteriormente en rey Juan VI (1816-1826), el matrimonio no se consumó hasta 1790, debido a la corta edad de la novia, y de este enlace nacieron nueve hijos. Falleció el 7 de enero de 1830.
En el lienzo cuenta diez años de edad, puesto que se pintó con motivo de sus esponsales con el heredero del trono portugués. El propio pintor describe esta obra, así como otra que ejecutó, de análogas dimensiones y formulación estética, aunque con algunas variantes, existente hoy en las colecciones de Patrimonio Nacional (Burdeos-París-Madrid, 1979-1980, ed. francesa, núm. 38, ed. española, núm. 36). Se refiere a ambas en un memorial de peticiones elevado al monarca en 1789. El segundo ejemplar muestra a la infanta con un atuendo semejante, pero con un ramillete en la mano derecha y sobre la consola que hay a su lado un pequeño jarrón, también con flores y un reloj. El presente cuadro describe a la futura soberana en un interior palaciego monumental con fondo de pilastra clásica, cortinaje y una gran jaula sobre una consola de aparente estilo Luis XVI; el suelo está alfombrado con suntuosidad y la habitación, tal vez inventada, puede también corresponderse con una cualquiera de los Reales Sitios. La jovencita está vestida de gala o de corte, según la terminología de entonces, con un ajustado cuerpo rosa ribeteado en el escote con encajes que hacen juego con los de las mangas, que se amplían a la altura del codo. La falda sobre tontillo lleva otra falda encima que, cayendo por detrás, se abre en ancha cola. La tela constituye un prodigio de bordados en plata con flores y ramos. Sobre un dedo de la mano derecha reposa un canario, y el brazo izquierdo se mantiene extendido a lo largo de la falda con la mano sujetando un abanico cerrado. Se toca con alto peinado, rematado en lazada sobre una escofieta con flores encima, y desde el cual sólo es visible una larga cinta bordada que desciende. La moda es típicamente francesa y recuerda la de los años finales del Antiguo Régimen; evoca la indumentaria de María Antonieta y de las damas de su entorno. El artista ha creado un refinado retrato de corte que conjuga la idea de cierto envaramiento, impuesto por el carácter oficial de la imagen y la expresión vital de la infancia, en una actitud congelada en el tiempo, pero no carente de humanidad. La pincelada, basada en una estructura dibujística concreta que delimita los contornos, y la superficie esmaltada, suponen una clara herencia de Mengs, unida a la concepción cromática fría pero adecuada a la concepción protocolaria sin perder la encantadora apariencia de la infanta tomada como modelo, antes de iniciar una nueva vida más allá de las fronteras del reino español (Luna, J. J., Carlota Joaquina, infanta de España, futura reina de Portugal (1785), en Ruiz Gómez, L., El retrato español en el Prado. Del Greco a Goya, Museo Nacional del Prado, 2006, p. 160, núm 51).
En la Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, existe un dibujo preparatorio a lápiz negro y clarión del traje de la infanta, ya en su pose ante la mesa y sosteniendo el canario, y de algunos de los detales de este traje; publicado por De la Mano, J. M., Mariano Salvador Maella [1739-1819]. Dibujos. Catálogo razonado, 2 vols., 2011, I, núm. IV.4, pp. 312-313.
El retrato fue pintado en el Palacio de Aranjuez, según la documentación conservada: El 2 de abril de 1785 Maella dirigía la siguiente misiva a Matheo de Ocarranza: "...Muy Señor mío en observancia de la orden del Rey que hice presente a Vm tengo todo prevenido para trasladarme a el Sitio de Aranjuez. Necesito un coche y unas varas de calesín para llevar los lienzos, caballete y arquillas con lo demás que se necesita para trabajar. Cuento salir mañana pues el no haber marchado, ayer únicamente a dependido de no tener preparado lienzo del tamaño preciso para un retrato de cuerto entero" (Archivo General de Palacio, Carlos III, leg. 100). Tan solo unos días antes, el 27 de marzo habían acontecido en Madrid las funciones de los desposorios y, tras su conclusión, la familia real al completo había partido el día 30 hacia Aranjuez. De este modo la modelo posaría ante nuestro protagonista, verificado ya su matrimonio, para un primer retrato llamado a perpetuar su recuerdo en nuestro país. La estancia del pintor en el mencionado Real Sitio se extiende por espacio de algo más de un mes, ya que el 8 de mayo expide la siguiente instancia: "...En atención de haber cumplido el encargo que S. M. me hizo de venir a este Real Sitio a pintar el retrato de la Infanta Doña Carlota y teniendo que hacer mi regreso a Madrid. Necesito un coche y unas varas de calesín para llevar los cajones y demás muebles que traje" (A.G.P., Carlos III, leg. 100). No obstante, Maella había ultimado algún tiempo antes de su composición, pues el 22 de abril el artista en persona se desplaza en el día a Madrid para acompañar "...un marco para el Retrato que ha hecho de la Serenísima Señora Infanta Doña Carlota Joaquina" (A.G.P., Carlos III, leg. 100). De manera concurrente, en la Gaceta de Madrid del 26 de abril se noticiaba: "...Ayer se vistió la Corte de gala en el Real Sitio de Aranjuez en celebridad del cumpleaños de la Señora Infanta Doña Carlota Joaquina". La premura de Maella por coronar visualmente su todavía fresca creación responde, con toda probabilidad, a la presentación pública de este lienzo en alguna todavía anónima ceremonia de esta onomástica (Texto extractado de: De la Mano, J. M., Mariano Salvador Maella. Poder e imagen en la España de la Ilustración, 2011, núm. VI.20, pp. 530-531).