4 estrellas
8
Monsieur Vincent
Título original: Monsieur Vincent
Año: 1947
País: Francia
Duración: 111 min.
Género: Drama, Biográfico
Categoría: Películas cristianas
Edad: +13
Director: Maurice Cloche
Guion: Maurice Cloche, Jean Bernard-Luc, Jean Anouilh
Música: Jean-Jacques Grünenwald
Fotografía: Claude Renoir
Reparto: Pierre Fresnay, Aimé Clariond, Jean Debucourt, Lise Delamare, Germaine Dermoz

Vicente es destinado a Chatillon-les-Dombes, una pequeña aldea rural en donde hace años que no tienen sacerdote. Al llegar a la localidad es recibido con hostilidad por parte de unos vecinos temerosos del azote de la peste. Esta oposición inicial no achanta al clérigo, que comenzará a ejercer su actividad pastoral desde el primer momento. En unos tiempos en los que impera la pobreza material y moral, su compromiso y buen hacer lo colocarán como un referente para los demás.

En la filmografía del director galo Maurice Cloche no hay títulos demasiado destacados, más allá de esta inspirada adaptación de la vida de san Vicente de Paúl. El propio Cloche participó de manera no acreditada en el guion, junto a Jean Bernard-Luc y Jean Anouilh, autor de producciones teatrales tan exitosas como la que años después daría pie a la película Becket. El relato recoge la esencia del espíritu de la obra y la figura de un religioso que, durante el siglo XVII, realizó una excelsa labor en favor de los más necesitados.

Capítulo aparte merece el sobresaliente trabajo de Pierre Fresnay, con una actuación que tiene mucho peso en el resultado final de la cinta y por la que fue galardonado con la Copa Volpi en el Festival de Venecia. El intérprete no cae en el error de retratar al santo de una manera edulcorada. Muestra a un hombre con personalidad, cuya bondad se manifiesta de un modo natural. Además, fue caracterizado con un gran parecido con respecto a las pinturas de Vicente de Paúl de la época, especialmente en la vejez del personaje.

Cloche escenifica con acierto el contexto de la época, marcada por el severo empobrecimiento de una parte de la población y por una despreocupada aristocracia. Vicente tuvo que lidiar con la hipocresía de la clase pudiente y, felizmente, lo hizo con la suficiente habilidad, poniendo las bases de una concienciación social hacia los desfavorecidos. También organizó la distribución práctica de los recursos materiales y humanos, con la fundación de las congregaciones de la Misión y de las Hijas de la Caridad.

A medida que avanza la historia somos testigos de la evolución espiritual de un sacerdote cada vez más consciente de las numerosas carencias a satisfacer, repitiéndose a sí mismo que no hacía lo suficiente. Lo cierto es que su transformación fue realmente significativa desde su juventud, en la que se avergonzaba de la humilde apariencia de campesino de su padre.

«Los pobres son nuestros amos y señores» sería la famosa frase que definiría su forma de entender la caridad. Este aspecto está bien desarrollado en el film, con una representación que no cae en el buenismo, como deja patente la escena en la que Vicente reprende a un joven que pretende aprovechar la gratuidad de la limosna, pese a tener capacidad para trabajar. Asimismo, vemos cómo el auxilio a desamparados no se limita a una formalidad piadosa, sino que está englobado dentro de un proceso mucho más elevado, vinculado al amor hacia el prójimo, aun cuando este sea desagradecido.

Monsieur Vincent fue reconocida con un Óscar especial a la mejor película en lengua extranjera y formó parte de la lista de los quince mejores largometrajes religiosos según el Vaticano, publicada en 1995 con motivo del centenario del cine.

Monsieur Vincent (fotograma)