Priscilla (2023), de Sofia Coppola

La historia del romance de Priscilla Beaulieu con Elvis Presley, a quien conoció en Alemania por los azares de la vida en 1959. Ella era hija de un oficial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos destinado en Wiesbaden, y justo en esa base servía el célebre cantante en el ejército de su país. Siendo una adolescente, y a pesar de lo estrictos que son sus padres con sus salidas, obtiene permiso para acudir a una fiesta donde también está Elvis. Ambos se encuentran juntos muy a gusto, porque sus conversaciones son un modo de colmar la añoranza de su país. Elvis se acomoda a los modos formales que exige la familia para salir con Priscilla, e incluso invitarla a su casa, lo que irá derivando hacia el matrimonio, pero con las complicaciones que conlleva lidiar con la fama y los excesos que son esos casos, casi, inevitable compañía.

Casi podríamos decir que este film escrito y dirigido por Sofia Coppola a partir de la autobiografía de Priscilla Presley es como la respuesta desglamourizada a la apabullante, sensual y barroca película Elvis, del australiano Baz Luhrmann. En efecto, la cineasta pone el énfasis en el deseo de normalidad de los protagonistas, una vida corriente, casi provinciana, de antaño, frente a los torbellinos mediáticos, los compromisos sociales, el ruido y el abuso de estupefacientes. Incluso la paleta de colores apagados de la fotografía de Philippe Le Sourd incide en la idea de lo artificiosa que es la imagen que se nos suele dar de la vida de las “celebrities”. Además, quedan fuera de la película las canciones de Elvis –parece que los custodios de su legado no dieron su permiso–, lo que no quita para que la partitura musical, con muchas canciones de la época, esté muy cuidada.

El punto de vista que se ofrece es, por supuesto, el de Priscilla, bien encarnada por la bastante desconocida Cailee Spaeny, y que recoge bien su primera etapa de jovencita inexperta e ilusionada por su enamoramiento de Elvis, con unos padres que aman a su hija, y dudan, y la que viene después, en que con frecuencia los viajes separan a la pareja, y donde la vida conyugal y la maternidad atraviesan dificultades. A Jacob Elordi le toca interpretar a un Elvis al que se le concede, conscientemente, cierta aura gris, como subrayando que detrás del fenómeno de masas, hay una persona de carne y hueso, que anhela la felicidad pero dista mucuo de ser perfecto.