La ninfa constante

Os habr�is dado cuenta de que este a�o estoy hablando de muchos cl�sicos en ediciones ya descatalogadas, pero que eso no os eche para atr�s si os interesan. Por desgracia muchas de estas novelas jam�s se reeditan, y aunque a los lectores interesados nos toca hacer un poco de cazatesoros en busca de un ejemplar en buen estado que no cueste la mitad del sueldo mensual, no fue el caso del libro que nos ocupa, que encontr� sin problemas de segunda mano. As� pues, hoy os hablo de otra novela desaparecida en las librer�as: La ninfa constante, de Margaret Kennedy.

Albert Sanger es un m�sico y compositor desconocido en Inglaterra, su pa�s de origen, pero con mucha influencia en Europa. Sanger tiene mucho ego pero poco dinero en los bolsillos; sobrevive gracias a lo que le va prestando su vasto elenco de amistades, y as� es como mantiene a su numerosa familia, compuesta por siete hijos de tres madres diferentes que viven todos juntos en una casa en los montes del Karwendel, en Austria. Sanger aboga por una educaci�n libre y antiautoritaria, y as� pasan los d�as sus hijos sin ning�n tipo de escolarizaci�n, sin ninguna gu�a moral y sin ning�n aprendizaje para desenvolverse socialmente. A pesar de sus apuros econ�micos, Sanger se permite el lujo de invitar constantemente a sus amigos a pasar temporadas en su residencia, y as� es como comienza la historia, con la llegada de Lewis Dodd, compositor mucho m�s joven que Sanger, al que admira profundamente, y que est� plenamente integrado en la familia, con la que pasa largas temporadas de manera frecuente. Tessa, la hija de catorce a�os de Sanger, est� enamorada de �l desde siempre, pero no se trata de un amor pasajero o adolescente. Est� segura de que sus almas se pertenecen, que est�n hechos el uno para el otro, y que solo deben esperar a que ella sea algo mayor para comenzar la relaci�n. Todo salta por los aires cuando Sanger muere repentinamente y Florence, una hermosa prima inglesa a la que no conocen, aparece en la residencia para hacerse cargo de sus primos peque�os, atrayendo de inmediato la atenci�n de Lewis.

La ninfa constante es una sinfon�a de personajes en la que, aunque todos tocan sus instrumentos a la vez, son incapaces de hacerlo de manera arm�nica, y eso hace que se pasen todo el libro anhelando lo que no tienen y despreciando lo que consiguen, dando vueltas unos alrededor de los otros, busc�ndose y rechaz�ndose una y otra vez. Aunque hay muchos m�sicos en esta orquesta discrepante, tres son los que principalmente nos interesan.

Lewis Dodd utiliza la crueldad verbal como mecanismo de defensa; es inmaduro y arrogante, se muestra hostil con el �nico fin de herir a la gente que tiene cerca, y dentro de ese coraz�n del que huye constantemente solo hay espacio para la delicada y joven (muy joven) Tessa Sanger. Cuando se casa con Florence y vuelve al mundo socializado y etiquetado del que huy� muchos a�os atr�s, se da cuenta de su error y su mente y su coraz�n vuelven una y otra vez a Tessa, un sentimiento que tarda bastante en comprender. Ella, por su parte, ha crecido sin una gu�a de conducta y se rige, �nica y exclusivamente, por su instintos, sus sentimientos y su perspicacia e inteligencia. Su amor por Lewis es constante, inalterable y s�lido a lo largo del tiempo (ella es la ninfa adolescente del t�tulo), se siente con todo el derecho del mundo a estar en la vida de Lewis, y tiene que aprender y asimilar a marchas forzadas unos est�ndares sociales y �ticos que desconoce; pero no es una adolescente corrompida, conserva una dignidad y una inocencia que chocan con el mundo en el que de repente se ve envuelta y en el que se ve obligada a tomar decisiones con unas armas que no sabe usar. Y por �ltimo est� Florence, esa prima que empieza la historia tremendamente segura de s� misma, con unas ganas enormes de hacer algo por sus primos, que se enamora del t�mido Lewis en los montes austr�acos y que no puede evitar sentir rechazo por Tessa, un rechazo que ir� in crescendo a lo largo de toda la novela porque le resulta imposible abstraerse de una nube que no puede ver, pero que s� percibe. Lewis ejerce mucho poder sobre ella, tan pronto la saca de sus casillas como la seduce y la doblega, y esa din�mica, con Tessa de fondo, constante, paciente, hace de Florence el personaje con una degradaci�n m�s terrible y retorcida a lo largo de la historia, degradaci�n de la que ella es plenamente consciente.

Y llegados a este punto creo que resulta evidente que la historia gira en torno a este tri�ngulo amoroso, un tri�ngulo en el que una de sus componentes empieza la historia con catorce a�os, as� que saco yo el tema antes de que alguien me lo comente. No estamos ante nada parecido a la Lolita de Nabokov, o no al menos en el modo de plantearlo y presentarlo ante el lector. Margaret Kennedy pone l�mites y mucha sensibilidad en el modo en que hace avanzar la historia y, de hecho, sin poder (obviamente) ser m�s expl�cita, el final es quiz�s la mayor representaci�n de esos l�mites. La relaci�n entre Lewis y Tessa se mueve en el terreno de lo �ntimo y lo plat�nico, es algo que est� ah�, que todos en esa poco convencional familia dan por hecho, y que incluso resulta evidente para quienes los ven juntos y no conocen los antecedentes y ni la historia que hay detr�s, pero ellos, protagonistas del drama, andan muy perdidos en cuanto a los pasos que deben dar. Lewis y Tessa se pertenecen el uno al otro, pero no estamos ante una historia s�rdida ni de atracci�n sexual hacia una menor. Es dif�cil de explicar sin desvelar demasiado, pero confiad en m�: no lo es.

Aun as�, si os dijese que he empatizado con alguno de los personajes os mentir�a. Ni siquiera Tessa, la que representa en esta historia la bondad, piedad, constancia, amor incondicional, honestidad e integridad, me ha llevado a su terreno. No sabr�a deciros por qu�, salvo que todos los personajes tienen un algo que me produce rechazo, unos por unas razones y otros por otras. Y ah� est� la virtud del libro, que te comprometes con la historia no solo a pesar de sus personajes, sino precisamente a causa de ellos, porque si no fueran como son, si no representasen lo que representan, la historia no tendr�a raz�n de ser.

M�s all� de todo esto, La ninfa constante trata muchos temas adyacentes. Enfrenta la educaci�n estandarizada con la educaci�n libre sin escolarizaci�n, el estilo de vida bohemio y extravagante con el estilo de vida ordenado y convencional, el arte como talento esencial (en la familia Sanger todos saben cantar, componer o escribir, pero poco m�s) con los conocimientos pr�cticos y �tiles para el d�a a d�a, y, sobre todo, la libertad con la que viven y asumen sus sentimientos y su sexualidad los componentes del bohemio circo Sanger (tal y como ellos se denominan) con respecto a los dem�s personajes. Me ha gustado mucho el estilo narrativo de Margaret Kennedy, ese modo sutil que tiene de decir las cosas sin resultar expl�cita, la manera en que se sumerge en el yo interior de sus personajes y les hace enfrentarse a ellos mismos, la delicadeza con la que aborda temas muy complicados de encarar y la honradez con la que encaja todo. Estoy segura de que el final no ser� del gusto de todo el mundo; yo, ciertamente, no lo esperaba, y se ofrece a debate, debate que no se puede entablar desde aqu�.

Os contar�a m�s cosas, pero ya est� bien. S� que hay al menos un segundo libro que sigue a otros personajes de la familia Sanger, pero creo que jam�s se ha publicado en castellano. Aun as�, Ediciones del Viento anunci� hace poco que va a publicar ya mismo otra obra de esta autora, La sonrisa olvidada, y eso ya es una buena noticia. Tambi�n hay al menos un par de adaptaciones cinematogr�ficas; la m�s famosa se estren� en 1943 y est� protagonizada por Charles Boyer en el papel de Lewis Dodd y Joan Fontaine en el papel de Tessa (con veinticinco a�azos y toda una mujer interpretando a una adolescente ani�ada de catorce... imagino que de otro modo no hubiese pasado la censura de la �poca). La tengo en casa, pero no me ha dado tiempo a verla y traeros impresiones. Lo intentar� m�s adelante.
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