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Premio Formentor 2022 Opini�n

Liudmila Ul�tskaya: "No eleg� mi nacionalidad, y la rusa es la �nica cultura que tengo"

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Exiliada en Berl�n y due�a de una obra �cida con el poder, la escritora rusa Liudmila Ul�tskaya recoge esta tarde un Premio Formentor que, confiesa, "ha sido un rayo de luz en el estado de depresi�n que comparto con muchos compatriotas"

La escritora rusa Liudmila Ul�tskaya.
La escritora rusa Liudmila Ul�tskaya.Oleg Dorman

"En ruso se dice que la brevedad es hermana del talento. Me gusta en especial escribir relatos y s�lo cuando soy incapaz de explicar una historia de forma breve me nace una novela. Pero ahora siento un cansancio extremo ante la p�gina en blanco y me he hecho la firme promesa de no escribir ninguna m�s. Las novelas no dejan de ser una esclavitud voluntaria", explica Liudmila Ul�tskaya (Davlek�novo, 1943), ganadora del �ltimo Premio Formentor, que recoge esta tarde.

Nacida en la Rep�blica Aut�noma de Bashkir en el seno de una familia jud�a evacuada all� durante la guerra, creci� en Mosc� y en 1967 se licenci� en Biolog�a. Despu�s de que la despidieran del Instituto de Investigaci�n de Gen�tica General, trabaj� en un conocido teatro y escribi� libros infantiles y guiones. Se dio a conocer en 1992, cuando public� su novela S�niechka, Premio Medici �tranger, y desde entonces sus libros han tenido �xito en el mercado literario post sovi�tico.

�Qu� recuerda de sus inicios en el Teatro de C�mara jud�o de Mosc�? �Y de su formaci�n cient�fica?
Fue una buena escuela para aprender a construir di�logos. Para decir m�s con menos, pues el teatro no tolera palabras superfluas. Tambi�n me form� en el Departamento de gen�tica de la Universidad de Mosc�, y mis estudios coincidieron con la vuelta a las aulas de biolog�a de la gen�tica mendeliana. Durante dos d�cadas esa rama de la biolog�a se consider� una pseudociencia burguesa y estuvo prohibida. Luego di el salto de los guiones a la novela. Dominar las leyes de cada g�nero es un aprendizaje imprescindible para luego poder trascender sus l�mites.
En su obra la diversidad se muestra en m�ltiples aspectos: �poca, geograf�as, edades, etnias, religiones... �Dir�a que es un reflejo de su formaci�n cient�fica, de entender que la naturaleza tiende a la diversidad y, de paso, plantar cara a un poder que tiende a homogeneizar?
Tienes raz�n en que sigo conservando una visi�n biologista de todo cuanto acontece. Adem�s, el ser humano en mi obra es central. Nunca he tenido la voluntad de oponerme al autoritarismo ni a cualquier otra cosa al escribir. He preferido mantenerme alejada del poder, fuera m�s o menos autoritario. No me interesa, y dir�a que es rec�proco.
Su amplio elenco de personajes femeninos es otro de los rasgos fundamentales de su obra. �Cu�l es su visi�n de la mujer rusa actual?
El feminismo, tal como se entiende en Rusia, es distinto del europeo. Las mujeres europeas defienden la igualdad de derechos con los hombres, y en muchos aspectos lo han conseguido, mientras que en Rusia no es as�. Aunque en mi pa�s la mujer tiene un gran peso demogr�fico, est� dirigido casi exclusivamente por hombres. Espero que este panorama cambie en el futuro, porque cuantas m�s mujeres haya en el gobierno menos militarista ser� la pol�tica. Esta es la gran l�gica de la biolog�a: la mujer cuida de su descendencia, mientras que el hombre caza con un arma, y a veces no dispara contra tigres y jabal�es, sino contra sus propios vecinos.
'Daniel Stein, int�rprete' (Alba editorial) es una novela polif�nica sobre el di�logo intercultural y religioso. Se inspir� en un personaje real, un jud�o que sobrevivi� al Holocausto como int�rprete para la Gestapo y despu�s de convertirse al catolicismo, emigr� a Israel. En ella aparece usted como autora, confesando sus dudas y dificultades para combinar los numerosos hilos argumentales, pa�ses y tiempos hist�ricos...
Quiz�s sea el proyecto literario m�s arduo de mi vida. Conoc� al hermano Daniel en 1993, cuando hizo escala en Mosc� y pas� un d�a en mi casa. Entonces yo atravesaba una crisis profunda, mis creencias vitales se tambaleaban, pero una crisis a veces es un regalo. Conoc�a su incre�ble historia por un sacerdote ortodoxo, tambi�n jud�o. La novela se public� en 2006 y provoc� debates acalorados. El tema no se limita a las relaciones entre juda�smo y cristianismo, el dogmatismo o la libertad de credo, sino que trata de c�mo armonizar las decisiones personales con la noci�n de amor que leg� el cristianismo. Su principal defensa es no perder una capacidad divina: pensar.
�Qu� piensa de la controvertida relaci�n del Kremlin con la Iglesia Ortodoxa?
En Rusia la Iglesia ha estado subordinada al Estado de forma voluntaria. Si alguna parte de la Iglesia rechazaba ese tipo de relaci�n, pasaba a convertirse en una secta perseguida. Pero esto no es solo una caracter�stica de Rusia, pues el catolicismo tambi�n se ha llevado bien con los Estados. No simpatizo con ninguna religi�n institucionalizada, y con los a�os me he ido alejando cada vez m�s de la Iglesia, aunque durante d�cadas fui practicante. El cristianismo oficial depende del Estado para obtener dinero y todos los privilegios. Me molesta ver que algunos jerarcas ortodoxos bendicen la guerra, pero es l�gico.
En 'Una carpa bajo el cielo' [de pr�xima aparici�n en Autom�tica], aborda la disidencia rusa de los a�os 60 y 70. �Qu� lecciones se aprendieron y qu� pas� con la 'intelligentsia' rusa?
Desconfianza del poder y capacidad de construir su propia visi�n del mundo. La generaci�n que retrato estuvo activa hasta finales de la d�cada de 1980, y empez� a disgregarse tras la disoluci�n de la Uni�n Sovi�tica.
�Y en qu� se traduce eso hoy?
La juventud de hoy culpa a esa generaci�n del orden actual, pero la construcci�n de una sociedad civil es una tarea de d�cadas, tal vez incluso de generaciones. Aprecio muchas cosas de los m�s j�venes. Ya no existe eso que se llam� intelligentsia, en el sentido tradicional. Mi generaci�n es muy heterog�nea, una mitad aplaude la guerra. En cierto modo, soy una parte marginal. Aunque no tengo muchas personas afines, me basta las que hay.
�Y qu� le parecen los datos que dicen que el grueso de la poblaci�n rusa est� a favor de la intervenci�n en Ucrania?
Las encuestas no son muy fiables, porque la gente tiene miedo a expresar su opini�n con sinceridad. El que el miedo est� muy arraigado en los ciudadanos post sovi�ticos.
Ahora ve su pa�s desde Berl�n, una ciudad con una larga tradici�n de emigraci�n rusa.
Aqu� vivo en una zona de edificios residenciales junto al Muro. Es un lugar c�modo y agradable, pero con un pasado dram�tico. Ahora tengo sobre mi escritorio un libro sobre el Berl�n ruso de la d�cada de 1920, un paralelismo interesante. Como toda ciudad, Berl�n es interesante sobre todo por lo que no se ve a primera vista. Este lugar que en el pasado floreci� con la idea de la superioridad de la raza aria se ha convertido en una ciudad hospitalaria para muchos extranjeros.
Sorprende que pa�ses con una gran tradici�n cultural y art�stica sean capaces de la peor barbarie, �no?
Tal vez no haya ninguna contradicci�n. Las personas estamos expuestas continuamente a eso que en biolog�a se llama �experiencia aguda�. Y la experiencia aguda de la violencia, la crueldad y la lucha por la supervivencia da lugar a reacciones extremas que se manifiestan en el �mbito de la cultura. La satisfacci�n y el bienestar no suscitan esas respuestas en el alma humana. Hoy muchos expertos se preguntan: �c�mo pudo ocurrir que Rusia, que en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial se erigi� en l�der de la lucha por la paz mundial, se convirtiera de repente en el emblema de la agresi�n, declarando la guerra a un Estado vecino al que siempre ha descrito como �amigo� y habitado por �un pueblo hermano�? �C�mo pudo poner fin a la paz en Europa tras la Segunda Guerra Mundial? En las universidades sovi�ticas, uno de los temas de examen recurrentes era el papel de la personalidad en la Historia. Por supuesto, las personalidades m�s citadas eran Lenin y Stalin.
�C�mo ve las relaciones actuales entre Este-Oeste?
Las relaciones humanas me interesan m�s que las estatales. En general, se trata de un movimiento oscilante que se mantiene desde hace siglos con la fundaci�n del Estado ruso. Sigo fiel a una idea que me viene de mis estudios de gen�tica: toda actividad cultural humana, desde sus inicios, es de car�cter global. Y desde ese punto de vista carece de relevancia c�mo se construyeron las relaciones entre Rusia y Europa. Prefiero pensar en las contribuciones culturales de un pa�s u otro a la ciencia y la cultura mundiales. Entre el legado ruso: la tabla peri�dica de Mendel�iev, Anna Kar�nina de Tolst�i o la revoluci�n musical de Shostak�vich.
A su modo de ver, �qu� impacto tendr� este 2022?
La humanidad se encuentra en el umbral de una nueva realidad sobre la que s�lo podemos especular. La guerra desatada por los dirigentes rusos es para m� y para muchos compatriotas un golpe muy serio. Ha minado nuestras esperanzas de que Rusia alcance alg�n d�a un lugar digno entre las filas de los Estados respetables.
�Qu� significa ser ruso?
No sabr�a responder. Adem�s, soy jud�a. La nacionalidad es algo que no elegimos, pero la �nica cultura a la que tengo acceso es la rusa. Es algo dif�cil para los rusos honestos, y comparto esa dificultad con mi marido y mis amigos rusos.
La autora en su casa de Berl�n.
La autora en su casa de Berl�n.Oleg Dorman

Reb�n y Ul�tskaya, amor a primera vista

Marta Reb�n evoca su relaci�n con la escritora: "Ten�a 23 a�os y era mi primera estancia larga en Rusia como estudiante de lenguas eslavas. Fui a la conocida librer�a Dom knigui de la avenida Nevski de San Petersburgo, con la intenci�n de comprar una novela contempor�nea rusa. Seleccion� 'S�niechka' un t�tulo de una autora, desconocida para m�: Liudmila Ul�tskaya. Con el libro en la mano, so�� con ser traductora. Un a�o m�s tarde estar�a en el despacho de Jorge Herralde, que me dar�a la oportunidad de traducirla".

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