De 'Dirty dancing' a 'Pretty woman': una psicóloga revela las estafas del cine romántico

De 'Dirty dancing' a 'Pretty woman': una psicóloga revela las estafas del cine romántico

La psicóloga Susana Ivorra desenmascara en 'Luces, cámara... ¡Amor!' las falsas promesas que esconden las historias amorosas de algunas de las películas más populares del género

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Una escena de 'Dirty Dancing', con Jennifer Grey y Patrick Swayze.
Raquel Alcolea

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De 'Dirty dancing' aprendimos «que a las niñas buenas les atraen los malotes que en realidad no son chicos malos, sino buenas personas, sensibles y cariñosas, aunque resentidas con el sistema; que hasta la persona con menos ritmo del mundo puede aprender a mover las caderas cuando Patrick Swayze es el maestro y que los polos opuestos se atraen»... Y de 'Pretty Woman' aprendimos que «si eres la dependiente de una boutique de lujo y aparece una pelirroja con pintas, no debes juzgarla porque podrías perder una gran comisión de ventas» y que el amor todo lo puede porque una prostituta y un millonario se pueden enamorar en seis días basando su relación en cenas lujosas y encuentros sociales... Pero, ¿Qué se esconde detrás de estas y otras películas románticas que fraguaron, consciente o inconscientemente, determinadas ideas sobre el amor que compró sin recibo toda una generación (la 'X', principalmente). Con su libro 'Luces, cámara... ¡Amor!' (Letrame Grupo Editorial) la psicóloga y terapeuta de pareja Susana Ivorra abre una ventana a las historias de algunas de las películas románticas más éxitosas de la historia y las pasa por el tamiz del tiempo y de la vida: ¿Cuál de esas relaciones que aún siguen fascinando podrían haber tenido continuidad en el futuro y en la vida real? ¿Cuáles cruzaron el puente que va del enamoramiento al amor? ¿Y cuántas superaron vicisitudes reales en las relaciones de pareja como la rutina, la aparición de otras personas o las diferencias generacionales, intelectuales, culturales o económicas?...

El análisis que plantea la terapeuta en su obra tiene dos partes: en una se habla de las «estafas», es decir, de las pelis con las que nos fabricamos un ideal de amor y pareja que no es asumible ni realista y en la otra, de las que nos mostraron amores y desamores sanos y reales, con sus matices. Conversamos con la psicóloga para aprender a distinguir «aquello que no nos contaron o que nos contaron mal», de «aquello que nos contaron mejor, con sus luces y sus sombras».

En su obra desenmascara e incluso echa por tierra algunas de las bases sobre las que se asienta el cine romántico, ¿es que no cree en el amor?

¡Todo lo contario! Soy una enamorada del amor y soy una romántica. Veo y valoro la belleza en los gestos, veo las conexiones entre las personas y percibo ese momento en el que una pareja quiere descubrirse y conocerse. Pero reconozco que mi ojo crítico de terapeuta de pareja me hacer ver un poco más allá. Me suelo preguntar cómo se proyectaría esa relación a largo plazo, qué podría ser o no sostenible en el tiempo y qué sobrevivirá a las dificultades. Cuando uno se enamora, se mete en una burbuja que después puede ser pinchada por la rutina, los problemas económicos, las dificultades laborales o cualquier otra circunstancia. Y yo me pregunto: ¿Realmente el amor puede resistir frente a todo? Lo que siempre recuerdo es que eso depende de cómo se haya formado esa unión pues será esto lo que determine si esa una unión es sana o no. Creo en el amor, pero no creo en el amor por encima de todas las cosas o en el amor a toda costa.

Algunos lo de los films que cita en su obra, 'Grease', 'Dirty Dancing', 'Pretty woman'... no solo fueron un 'boom' en su momento sino que asegura que configuraron la «narración del amor» de toda una generación. ¿Qué quiere decir con esto?

Esas películas crearon el deseo de vivir ese «algo» que te parecía bonito y la aspiración a sentir algún día algo parecido. Pero lo cierto es que no tiene tanto impacto lo que se ve de adultos que lo que se ve en la infancia, la adolescencia o la primera juventud. Me explico. Puede que hoy en día algunas personas tengan una «narración del amor» influenciada por las novelas turcas, que están muy de moda o por las coreanas, que también están pegando fuerte. Pero es cierto que ahora esa influencia está más diluida, es mucho más diversa de lo que lo era antes. De hecho, a muchas personas de la Generación X fue Hollywood y Disney lo que les marcó su narración del amor, es decir, lo que determinó la creación del relato de sus vivencias amorosas y sus relaciones sentimentales.

Y aunque es cierto que también el entorno y la familia pueden influir a la hora de entender cómo funciona tanto el amor como el enamoramiento, lo que más influye en esos primeros años de la adolescencia y la primera juventud es el cine.

Una de las escenas de 'Pretty Woman', con Julia Roberts y Richard Gere.

Precisamente el enamoramiento es una de las fases favoritas de las películas románticas de mayor éxito...

Sí, porque siempre da la sensación de que es la etapa en la que pasan más cosas. El enamoramiento tiene mucho de ansiedad, de descubrimiento, de misterio, de incertidumbre, de emociones desbordadas... Pero, ¿qué pasa cuando se confunde con el amor? Que esa persona cree que tiene que sostener esas sensaciones durante años. Y eso no es posible. De hecho, lo más probable es que esas personas que crean que eso se tiene que sostener en el tiempo lleguen a pensar en seguida que no están con la persona adecuada o que no les va bien en su relación. Y eso es algo que he visto mucho en terapia. Pero lo que siempre les digo es que ni la vida ni el amor puede vivirse con una intensidad tan alta y continua porque si eso fuera así, nos daría un patatús. Veamos... ¿Qué pasa cuando te enamoras? Que tienes menos hambre, menos sueño, que todo te recuerda a esa persona, que piensas todo el rato en ella, que sientes ansia por estar juntos... Si hubiera que sostener la intensidad del enamoramiento durante 20 o 30 años, ¡nos daría algo! Eso no es viable.

Cuando en su obra hace referencia a las generaciones que vinieron después de la X, como los millennial (Y), la generación Z o los Alfa, explica que su exposición a las falsas promesas del cine romántico también es alta, pero de otra manera...

Claro, el acceso tan temprano de niños y niñas a las redes sociales hace imposible tener un control. Puedes saber, por ejemplo, qué película ha visto tu hijo en Netflix, pero no puedes saber qué le ha impactado en Tik Tok. Y eso hace difícil la posibilidad de orientarles sobre si lo que están viendo es un comportamiento machista o si esa relación que mantiene su 'influencer' favorita es sana o más bien tóxica... Su consumo es individual, no compartido, y eso dificulta saber qué referentes tiene. Eso supone un aislamiento y al mismo tiempo una sobreexposición a esos referentes que a veces están patrocinados o dirigidos por determinados intereses o por personas que quieren influir en ellos para que piensen de una determinada manera o para que consuman cosas concretas.

Todo esto tiene como consecuencia que algunos de los mitos del amor romántico que parecían ya desmontados por generaciones anteriores, estén ahora volviendo con fuerza en los más jóvenes de la generación Z y entre los más mayores de la generación Alfa.

Algunas de las películas románticas de mayor éxito son precisamente las que sitúas en el capítulo de las «estafas del amor», ¿triunfa más lo más tramposo?

Bueno, podrían haber tenido éxito y haberse hecho virales como un ejemplo de algo negativo. Pero lo cierto es que con el cine no ha ocurrido eso, pues nos gusta la película y también la relación y eso hace que se hayan dado por válidos algunos mitos encubiertos como que «los polos opuestos se atraen» ('Dirty Dancing'), «que el amor puede salvarte »('La bella y la bestia'), «que el amor todo lo puede» ('Pretty woman'), «que los que se pelean se desean» ('Luz de luna') o «que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes» ('La boda de mi mejor amigo')...

Incluso pueden llegar a quedar ocultos temes muy serios como el maltrato, la traición, el acoso o la prostitución que, de alguna manera, se normalizan o se edulcoran en las películas...

Sí, les pones el lacito del amor y ya puedes meter en el paquete todo lo que quieras. De hecho muchas de estas cosas son más difíciles de detectar si vienen envueltas con el lacito del amor.

Pero no todo son puntos oscuros en las películas románticas de mayor éxito, también pone en valor algunos mensajes...

Si, claro. Pero en lo que incido en el libro es la importancia de proyectar esa relación que se cuenta en la película para comprobar si eso podría tener algún futuro. Y una de las conclusiones es que aunque no tenga futuro no hay que echar por tierra algunos de los momentos maravillosos que viven esos personajes en la historia. A veces hay que pensar que algunas relaciones tienen una duración muy corta y que está bien que sea así, simplemente. El problema viene cuando se quiere alargar algo que tiene fecha de caducidad y que en realidad no puede convertirse en una relación seria. Los protagonistas de 'Dirty Dancing' se lo pasaron genial, vivieron momentos maravillosos ese verano y tal vez ahí tendría que terminarse todo, en unas vacaciones que se recuerden para siempre como «el verano del primer amor», sin más pretensiones.

Una escena de la película 'Grease', con Olivia Newton-John y John Travolta.

¿Puede ayuda el cine en una terapia de pareja?

Sí, del cine se aprende mucho. Utilizar el cine como herramienta hace que esa persona se vea en esa situación. El cine es terapia, sí, pero conviene aclarar que lo es cualquier película ni tampoco lo es en cualquier momento. Ponerse en el lugar de ese personaje puede hacer pensar si lo que uno está viviendo le lleva al lugar al que se desea ir o si se está actuando por miedo o por cualquier otra emoción. El cine nos pone frente al espejo y por eso es tan recomendable como una herramienta terapéutica. Te ayuda a verte a ti mismo y hacia dónde quieres ir.

El cine, de alguna manera, nos ayuda a poner imágenes y palabras a lo que nos está ocurriendo. A veces no sabes explicar lo que estás sintiendo y lo ves en una película y te ves ahí reflejado en lo que está sintiendo ese personaje. Uso mucho las películas en terapia. Pero no todo tipo de cine es terapéutico.

¿Desde qué óptica habría que analizar el cine para que pueda ayudar a alguien?

Creo que habría que ver cine siempre abiertos a meternos en el personaje. Por ejemplo, queremos pasar miedo cuando vemos una película de terror, queremos llorar o desahogarnos cuando vemos un drama... Hay que estar abierto a la catarsis porque ver una película es una experiencia con un principio y un final que habría que vivir abiertos a sentir.

Vivimos en un mundo en el que estamos acostumbrados a hacer scroll y a ver vídeos cortos que generan emociones instantáneas pero pasajeras. No nos da tiempo a procesar esas emociones. Pero en el cine, que es más pausado, es posible procesar las emociones que provoca. Por eso digo que es terapéutico porque permite procesar tus propias emociones. Puedes llorar cuando ves que el protagonista llora porque en la historia han fallecido sus padres, pero tú no lloras por ellos sino que lloras por tus pérdidas, por un amor, por la pérdida de un familiar o porque estás triste. Eso que te están contando te permite llorar con otro pretexto. Te permite sentir.

No digo que el cine tenga que ser moralizante ni ejemplarizante pero sí que es capaz de producir emociones y permite conectar con ellas. Lo que sí que tenemos que hacer es relativizar para entender que lo que estamos viendo es una fantasía, es ficción o no es real.

¿Qué películas ha visto recientemente en las que haya un amor «sin estafas»?

He visto 'Desconocidos', que habla del miedo a amar y plantea cómo puede llegar a aislarnos por miedo a hacer daño al otro. Y también he disfrutado de 'Vidas pasadas', que hace un alegato al amor sin estridencias, cocido a fuego lento y sin fuegos artificiales.

Al final las películas románticas que dejan un buen poso son aquellas en las que lo que se hace, se hace por amor, no se dice por amor. No se dice una cosa y se muestra otra o se hace otra por detrás. Eso es a lo que yo llamo «una estafa». A menudo nos agarramos a las palabras, pero el verdadero interés se nutre con el contacto, con lo real, no con las excusas o las palabras.

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