UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
UNIDAD AZCAPOTZALCO
DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES
MAESTRÍA EN LITERATURA MEXICANA CONTEMPORÁNEA
El soneto en México en el siglo XX: tradición y renovación
TESIS
Que para obtener el grado de
Maestro en Literatura Mexicana Contemporánea
Presenta
Manuel Marcos Mugica Saavedra
Asesores
Mtro. Sandro Cohen ✝
Dr. Ociel Flores Flores
Lectores
Dr. Gabriel Jahir Ramos Morales
Dr. Alejandro José González Acosta
Ciudad de México, agosto de 2021
Esta investigación recibió el apoyo del Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología (CONACYT)
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RESUMEN
La presente investigación tiene como propósito mostrar la diversidad de adaptaciones que la
figura poemática del soneto —en contraposición con la forma canónica— ha sufrido desde su
invención en el siglo XIII hasta nuestros días, de manera general en América Latina y
particularmente en México. Para conseguirlo se brinda un repaso por la historia del soneto;
también se analizan las dificultades más frecuentes para analizarlo, aquellas que provocan
equívocos, desde malos entendidos con la métrica y sus licencias hasta sesgos conductuales que
niegan la heterogeneidad en la llamada figura reina de la poesía.
Asimismo, se da constancia de los mayores cambios que ha tenido la estructura
tradicional, mismos que se inician con el Modernismo, en donde la experimentación con la forma
deja de remitirse a eventos aislados y comienza a facturarse como sistema poético [manifestación
estética] y como una postura ante el mundo, cuyo presupuesto es la emancipación escritural y
cultural de España [manifestación ética]. El seguimiento de las modificaciones que los poetas le
han hecho a la estructura clásica pretende sostener la hipótesis de que el rasgo más característico
del soneto en el siglo XX es el camuflaje (entendido como figura retórica), el ocultamiento de la
forma ortodoxa, para desautomatizar la lectura y generar nuevos vínculos entre el poema y el
lector. Para conseguirlo se recurre al verso moderno, al bloque tipográfico, a la polimetría o la
prosa, hasta llegar a lo que llamo soneto conceptual, con lo que el panorama del soneto se amplía
tanto para los poetas como para los estudiosos de la forma.
Palabras clave: poesía, canon, soneto, métrica, camuflaje, desautomatización, heterodoxia.
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Agradezco a mis padres Alejandra y Manuel, a mi hermano Mauricio y a mis abuelitos Gaby y
Sergio: mi núcleo existencial. También agradezco a mi Mariana, por la vida compartida, por el
amor, su apoyo y su entusiasmo. También debo gratitud a la sra. Rosa María Cortés y su hija
Aziuhtzin Guadarrama Cortés, así como a los doctores Armando Moreno y Guillermo Sierra
quienes nos apoyaron cuando el covid nos alcanzó.
Agradezco a mis compañeros de generación, pues tanto su ignorancia como su conocimiento me
fue de utilidad: Santiago Ortega, Carolina Alvarado, Magdalena López Hernández, Vladimir
Villalobos, David Requesens, Luis Alberto López Sánchez y, especialmente, a los que se
solidarizaron con mi tesis: Mariana García Aguilar, Abraham Peralta, Atahualpa Palacios, Alí
Hassan, Georgina Rodríguez, Omar Paredes, Michelle Monter, Edgar Rodríguez, Izabel
Janasiewicz, Isabel Alcántara y Alberto Hernández Luna.
Mi gratitud, también, para mis muy apreciados profesores: Ezequiel Maldonado, Alejandro Ortiz
Bulle-Goyri, Fernando Martínez Ramírez, Christian Sperling, Alberto Rodríguez, Óscar Mata,
Daniel Samperio y mis caros lectores Víctor Díaz Arciniega, Ociel Flores Flores, Gabriel Ramos
y Alejandro González Acosta; agradezco con especial cariño a Sandro Cohen, quien emprendió
su viaje hacia la eternidad: una parte de él yace en estas páginas, en este trabajo que
lamentablemente ya no pudo ver finalizado y mucho le entusiasmaba.
La generación entera le debe enorme gratitud a la Mtra. Reyna Ruíz, sin ella nada hubiera sido
posible: muchísimas gracias querida Reyna.
Por último, agradezco a quienes desinteresadamente me ayudaron de una u otra forma:
Enrique González Rojo Arthur, Roberto López Moreno, Benjamín Valdivia, Leticia Romero,
Rosina Conde, Julia Santibáñez, Iliana Rodríguez, Francisco Trejo, Héctor Cisneros, Giorgio
Lavezzaro, Federico Corral Vallejo, María Teresa Atrián, Leslie Arenales, Dulce Alcántara,
Víctor Manuel Mendiola, Luis Antonio de Villena, Gema Ramírez, Martha Obregón Lavín,
Roberto Cabezas, Ana Karen Ibarra, Alejandra Estrada, Eduardo Serdio, Víctor Lovera, David
González Islas, Violeta Rivera Ayala y Tony C. Riebeling.
Este trabajo aparecerá con mi nombre como autor pero ha sido un esfuerzo colectivo.
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A Sandro Cohen, in memoriam
Estas palabras, que se escriben solas,
serán mi testimonio, darán fe
de que por fin lo he comprendido:
solo un poco estaremos en la tierra,
pero es de todos, como he sido todos,
y entre todos escribiremos
las palabras que urgen,
aquellas que se escapan
y que hemos dicho desde siempre.
Extracto del poema de Sandro
“Esto, en esencia, se acabó…”.
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 9
0. LO MITOLÓGICO DEL SONETO
• Algunos pormenores del soneto - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 31
• La figura idealizada (de origen noble concebida) - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 45
• Sorjuanitis o el mal del Siglo de Oro - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 53
• Enfermedades literarias degenerativas: La asimbolia y el verosímil crítico - - - - - - - - - - 63
1. TRANSICIONES DE LA FORMA CANÓNICA
• Génesis en el siglo XX: Salvador Díaz Mirón y Ramón López Velarde- - - - - - - - - - - - - 87
• Verso moderno: El camuflaje como figura retórica - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -121
• Náufragos de la modernidad - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -139
• Otras transiciones, continuidades y variaciones - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 201
2. LA MULTIVOCALIDAD DEL CANTO: EXPRESIÓN RECIENTE Y CONTRASTE
• [di]Visiones de la poesía: Ortodoxia, heterodoxia y heurística - - - - - - - - - - - - - - - - - - 243
• Aquí y ahora: La poesía y el soneto hoy, amaneceres del tercer milenio - - - - - - - - - - - -269
• Conclusiones - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -295
• Directorio (de poetas que han escrito sonetos) - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 303
ADENDA - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -319
ANEXO - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 321
De Lo mitológico del soneto
• Algunos pormenores del soneto - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 325
• La figura idealizada (de origen noble concebida) - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -337
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• Sorjuanitis o el mal del Siglo de Oro - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -338
• Enfermedades literarias degenerativas: La asimbolia y el verosímil crítico - - - - - - - - - 340
De Trancisiones de la forma canónica
• Génesis en el siglo XX: Salvador Díaz Mirón y Ramón López Velarde- - - - - - - - - - - - 351
• Verso moderno: El camuflaje como figura retórica - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 371
• Náufragos de la modernidad - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 385
• Otras transiciones, continuidades y variaciones -- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -421
De La multivocalidad del canto: expresión reciente y contraste
• [di]Visiones de la poesía: Ortodoxia, heterodoxia y heurística - - - - - - - - - - - - - - - - - 451
• Aquí y ahora: La poesía y el soneto hoy, amaneceres del tercer milenio - - - - - - - - - - -563
BIBLIOGRAFÍA - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -579
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INTRODUCCIÓN
La presente investigación tiene como objeto de estudio al soneto heterodoxo y los prejuicios que
en torno a él existen: se trata de una muestra de las variaciones que la forma canónica ha tenido a
partir de incorporaciones técnicas y estéticas, que van desde el uso de versos distintos al
endecasílabo hasta el camuflaje de la estructura (entendido como figura retórica). Un trabajo de
esta índole era necesario, porque en lo concerniente a dicha figura poemática hay más dudas que
certezas, dado que predomina una actitud atávica que lleva a creer, a un alto porcentaje de
quienes se dedican a la poesía, que nadie escribe sonetos en la actualidad porque esto sería
incurrir en un anacronismo. La documentación sobre este hecho es escasa, ya que suele
externarse de forma oral en presentaciones o lecturas, en tertulias y entornos literarios, lo que
dificulta su registro: es una verdad a voces. Regresando a la idea de que el soneto no se escribe
más (o casi no), esta se debe a diversas causas, enumero algunas: 1. Pocos poetas gozan de fama
y prestigio, no sólo a nivel comercial, sino académico e incluso en los círculos literarios; de esos
pocos, sus poemas más célebres no suelen ser sonetos: ¿Quién habla de los sonetos de Paz o
Sabines o Maples Arce? No he encontrado trabajo alguno al respecto (aunque deben de existir);
sus poemas más elogiados responden a otras formas. 2. El problema persiste por la idea prefijada
de ciertos manuales y de la enseñanza sobre el soneto, tanto en talleres literarios como en la
educación media y superior, en donde reducen el poema a una estructura ceñida (a la definición
del diccionario). 3. Prevalece una burda dicotomía entre el poeta académico y el poeta lírico,
figuras genéricas que en la actualidad representan al verso medido y al versolibrismo,
respectivamente, y la supuesta enemistad que existe entre ellos (sin embargo, lo que se juzga es
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la posición que el poeta asume ante la vida, no sus poemas).1 4. La actitud defensiva contra las
incursiones estructurales que se hacen al soneto clásico.2 5. Asumir la problematización de la
estructura del soneto como incapacidad poética o afán iconoclasta.
Sobre este último punto, es apropiado comentar que los cambios hechos a la estructura
poemática académica pueden tener un punto de partida en la idea de originalidad, en la búsqueda
de la propia voz: el poeta se encuentra a sí mismo en sus poemas. Este propósito de proclamarse
como un individuo —la idea misma de ser original— ha ido perdiendo fuerza en las últimas
décadas como un valor deseable; su base quizá provenga de la visión que concibe al arte, a las
obras, como objetos únicos e irrepetibles —y si así fuera, eso no tendría por qué volverlos
valiosos per se—; aun en la actualidad, la repetición no es bien vista, no es un rasgo plausible ni
loable en menesteres del arte, ya que se considera un indicio de falta de originalidad. Por otra
Parto de los comentarios que Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895) hiciera en el año de 1889, sobre los dos tipos
de poetas existentes en su tiempo —dicotomía utilizada aproximadamente de la década de 1830 hacia finales de ese
siglo—: los mochos (conservadores) y los puros (liberales). Las etiquetas respondían más a tendencias políticas que
a cuestiones literarias:
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No estamos divididos en bandos literarios; no giramos en sendas y diferentes círculos artísticos; en México
no hay naturalistas ni idealistas irreconciliables, no hay más que mochos y puros. La división de siempre:
aquí, El tiempo; allí El combate.
Para el mocho, todo lo que producen los literatos y poetas liberales es, por fuerza, malo, pésimo.
El liberal es algo menos apasionado; reconoce, a ocasiones, los méritos de los escritores reaccionarios; pero
como es de ene, no puede prescindir de guardarles algo de inquina y reconcomio; hace memoria de las
malas pasadas que han jugado, observa el despego y desdén con que lo miran, y aunque quiera ser
imparcial no puede serlo…*
A este respecto, José Luis Martínez (1918-2007) comenta: “El mocho cree que Dios le dio en feudo la gramática. Es
un escritor correcto por derecho divino. El puro considera que su heredad es la inspiración”.** Esta dicotomía ha ido
cambiando de nombres, pero siempre bajo la idea de una división que atañe a la alta cultura y lo popular, al docto y
al autodidacto. Desde este momento histórico se han abonado algunas otras dicotomías en el campo cultural como
decadentistas-tradicionalistas; cosmopolitas-nacionalistas; aficionados-especialistas; ilegible-ramplón; literatura
afeminada-literatura viril; literatura fácil-literatura difícil; poesía en movimiento-poesía estática; académico-lírico,
etc.
* Citado por José Luis Martínez, La expresión nacional, México, Oasis, 1a edición, 1984, p.15. Las cursivas pertenecen a la
edición revisada.
** Ibid. Cursivas del autor.
Es posible que esto sea un acto reflejo por salvaguardar el canon y, asimismo, el intelecto de quien pregona como
inaceptables las “profanaciones” a la figura reina de la poesía.
2
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parte, la repetición también suele entenderse como tradición y, más puntualmente, como canon:
esta palabra genera confusiones. Con facilidad se olvida que la procedencia del término “canon”
atañe al ámbito de la música, el cual consiste en repetir un fragmento musical sucesivamente, en
contrapunto (en distintos tiempos), por varios ejecutantes —con instrumentos o voces—, lo que
suma participaciones a la pieza. Metafóricamente, si consideramos al fragmento musical que se
reitera como una obra literaria que influye en otros escritores, el canon consistiría en la
representación del cambio de estafeta; el fragmento elegido (la obra), se repite a manera de
continuación; ocurre “en distintos tiempos” (en contrapunto) lo que simboliza los tiempos
históricos en que diversos autores retoman alguna obra para crear una nueva, cuyas resonancias
son o no visibles: eso es el canon.
Por otra parte, son varios pasos en falso los que he dado para constituir este trabajo. Dos
de ellos merecen mención. El primero fue nombrar a los sonetos que estudio como mexicanos,
esto es un equívoco: no existe ningún tipo de soneto mexicano; se le nombra así por
pragmatismo, pero no por ello deja de ser inexacto. Las tipificaciones se deben a distintas
circunstancias, ninguna de ellas se refiere al idioma en que se escribe el poema o a la
nacionalidad de sus hacedores. En este sentido, en la academia sólo se habla del soneto italiano,
inglés o francés (cuyas diferencias son métricas y de disposición de estrofas) porque en Italia se
inventó el soneto, en Inglaterra —por las peculiaridades del idioma— la forma adquirió otra
estructura, y en Francia se le adaptó como base el verso alejandrino, más natural para el francés,
en lugar del endecasílabo; otras categorías atañen a cuestiones técnicas o cualitativas: soneto con
eco, monorrimo, continuo, retrógrado, etc. Por tal motivo, lo más puntual es decir que lo que
aquí se presenta es el soneto en México.
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No está de más aclarar que la academia se sustenta en este modelo de tipificación, mas no
es el único que existe, ni el único con valor poético. Esas son las clasificaciones aceptadas por
los entornos académicos, pero existen otras que son dadas por los poetas mismos y, que en
general, también se sustentan en cuestiones de la técnica o en las cualidades del poema para
darles nombre, como los persetos, el soneto súperrimado, el soneto irracional, el soneto polar,
etc. Sin importar a qué entorno pertenezcan las estructuras poemáticas —al de los manuales o al
de los poemarios— merecen ser atendidas y estudiadas por igual.
En conversaciones con colegas, se mencionó cuantiosamente a Sor Juana como una
autora que en definitiva tenía que estar en esta investigación. Esto me llevó a considerar qué es lo
que yo estaba entendiendo por México. Pues bien, baste mencionar que por México entiendo algo
más que una delimitación geográfica, entiendo también la construcción psicológica que los
entornos geográficos propician a sus habitantes, por ello vale la pena visualizar el problema en
plural: los distintos Méxicos. Ninguno de estos seres psicológicos se encuentra en Sor Juana, de
ahí que me sirva de su obra y de su nombre con fines que atañen más a desmentir usos y
costumbres técnicas, que a dar testimonio de sus sonetos.
El otro inconveniente fue —precisamente— con los autores que debía elegir para el
estudio. ¿Debía basarme en los poetas consagrados? ¿Debía tomar las obras que han sido
premiadas? Concluí lo siguiente: dado que mi objeto de estudio es la figura poemática soneto, he
de basarme en los fenómenos estructurales que me resulten relevantes, apoyado en la tradición y
en la justicia poética. Explico: hay sonetos que se incluyen por la relevancia de los autores más
que por la calidad de estos; por ejemplo, los sonetos de Octavio Paz que incluyo son aquellos que
realizó en colaboración con otros tres poetas y que se publicaron bajo el título de Renga. Otros
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sonetos se incorporan por lo opuesto: por el desconocimiento que se tiene de dichos poetas y que
me parecen notables: casos como el de Juan Bautista Villaseca (quien sólo publicara un poemario
en vida) y el de Jorge Valdés Díaz-Vélez (quien ha sido premio Aguascalientes); ambos poetas
son poco conocidos y su trabajo merece mención.
Sí, parto del canon para conformar esta investigación; es decir, la tradición sintetizada en
la figura clásica (dos cuartetos y dos tercetos, endecasílabos, con rima consonante) que poetas
reconocidos han ejercido. Si bien se incluyen grupos, movimientos y autores fundacionales, no
era posible basarse sólo en ellos porque el movimiento de renovación de la estructura es más
amplio que los autores consagrados (y posiblemente, en el siglo XX, no son ellos quienes más
aportes han hecho a la estructura petrarquista); por esta misma razón, y aunque la atención está
en México, no me remití a citar únicamente a poetas mexicanos, sino también a los de otras
latitudes, ya que el fenómeno ocurrió en todo Occidente: así lo demuestran las incursiones
poéticas que infieren directamente en el soneto, en poetas como Alfonsina Storni, Pablo Neruda,
César Vallejo y Jorge Luis Borges.3 Tampoco hay una evolución en línea recta: procuré la
presentación cronológica hasta donde fue posible. Expresado lo anterior, comparto los resultados
que espero obtener de la presente obra:
• Concientizar sobre las variantes más comunes en el soneto al estudiarlo.
• Mostrar los caminos que la forma ha ido adquiriendo en México.
• Dar evidencias de la heterogeneidad de la estructura del soneto.
• Ampliar el panorama de hacedores de sonetos y de las formas del soneto en México.
Aunque aquí mencioné sólo a poetas americanos, en las citas de la The New Princeton Encyclopedia of Poetry and
Poetics que se realizan en el capítulo 0, aparecen nombres de poetas europeos.
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Para conseguirlo he articulado el trabajo en tres capítulos, que a su vez contienen subcapítulos, y
un Anexo vasto en sonetos. Principio con el capítulo 0. Lo mitológico del soneto, al que lo
conforman cuatro apartados; en él se muestran evidencias de lo notable que es el soneto para la
poesía, así como de las desmesuras que existen al rededor de la estructura italiana: la finalidad de
este capítulo es aportar el contexto necesario para comprender a cabalidad la relevancia que
tiene, para los poetas y los críticos, este tipo de composición. No había contemplado la
posibilidad de un capítulo con esta temática, pero tempranamente me fue sugerido por el Dr.
Gabriel Ramos, a quien le agradezco por su acierto.
Comento los temas de cada parte: “Algunos pormenores del soneto”, en él se presenta la
historia de la llamada figura reina de la poesía, desde su origen en el siglo XIII en Sicilia y su
paso a España en donde el Marqués de Santillana (1398-1458) fue el primero en escribir sonetos
(el siglo XV), pero pasaron desapercibidos; su adaptación ocurrió hasta el siglo XVI con Juan
Boscán (1487-1542) y Garcilaso de la Vega (1498-1536); luego llegó el Siglo de Oro español,
considerada la época en donde se hicieron los mejores sonetos (lo que es falso): lo cierto es que
en este periodo acabó de adaptarse al castellano. Desde este apartado se van mostrando
evidencias de las incursiones poéticas que ha tenido la estructura, así como se presentan sus
modelos más aceptados. Dado que el propósito aquí es desmentir la fijeza del soneto, idea
persistente en ámbitos académicos como literarios, recurro al The New Princeton Encyclopedia
of Poetry and Poetics, fuente académica que refuta las posturas castizas y afirma que el soneto
no es una figura fija. En última instancia, la estructura del soneto se está afrontando mal, lo que
entorpece su estudio (en autores y poemas contemporáneos).
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En la siguiente sección “La figura idealizada (de origen noble concebida)” se da
seguimiento a las desmedidas opiniones que sobre el soneto existen en el gremio de la poesía;
opiniones que acaban por eclipsar la figura petrarquista al grado de asumirla como una proeza,
como un acto sobrehumano. El tema es relevante porque se trata de lo que se repite en el mundo
de la poesía mexicana, pero de lo que hay poca evidencia dado que su transmisión es oral; aquí
ese decir a voces se materializa, pues me di a la tarea de reunir el mayor número de testimonios
de este tipo. En esta parte se constata que no se exagera al afirmar que al soneto se le dota de una
superioridad poética: a ninguna otra forma poemática se le atribuye semejante dificultad. La
discusión gira en torno al soneto convencional y los varios desafíos que presenta: métrico (metro,
prosodia), eufónico (rima) y lógico (tesis, antítesis, desarrollo y síntesis), como si ninguna otra
forma poemática presentara estas dificultades. Esta visión desmedida, de autores y críticos, en
lugar de abonar a la crítica y a la poesía las entorpece.
El apartado “Sorjuanitis o el mal del Siglo de Oro” advierte sobre los equívocos más
recurrentes al juzgar o emplear algunos usos técnicos, como la sinalefa o la sinéresis. Tomando
como base los sonetos de Sor Juana, se presentan los hallazgos encontrados al revisar sus 69
sonetos líricos; se buscaron “errores” en sus versos para demostrar que las varias críticas que se
realizan en la actualidad como “fallas”, también se encuentran en una de las máximas figuras y
exponentes del soneto ortodoxo; las alusiones del título atienden a estos sesgos conductuales, por
lo que la sorjuanitis viene a ser una inflamación (como lo señala el sufijo -itis) de los dotes
poéticos, que propicia malos entendidos al sopesar las obras. Lo mismo ocurre con el término
“mal del Siglo de Oro”, que hace referencia a un tic histórico que consiste en enunciar los
apellidos de los poetas más sobresalientes del Siglo de Oro español (Góngora, Quevedo, Lope)
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cuando se escucha la palabra soneto: la respuesta hace pensar que dicha figura poemática
desapareció después de ellos. El tema se reduce a que abunda la mala información, ya que los
poemas contradicen a los manuales, dado que al contraponer poemas y manuales los estudiosos
se inclinan por el manual, en vez de intentar comprender los procedimientos del poeta.
El capítulo 0 concluye con la parte “Enfermedades literarias degenerativas: la asimbolia y
el verosímil crítico”, cuyo sustento es la obra Crítica y verdad de Roland Barthes, quien discute
qué tan propio es asumir la existencia de un modelo de análisis y crítica de textos literarios
“legítimo”; a este modelo le llama “antigua crítica”: aquella que se basa en la tradición y por ello
desacredita las novedades y cualquier obra que no se ciña a los parámetros preestablecios; es
decir, en lugar de estudiar las obras en sí mismas, las descarta o avala a partir de cuánto se
asemejan a sus paradigmas, que percibe como universales. Lo opuesto a esta tendencia es la
“nueva crítica”: se diferencia de aquella por su actitud, ya que no da por sentado los motivos de
las obras, sino que los cuestiona y analiza para comprender cómo se articulan; no responde a
moldes ni verdades universales, sino a las formas de su objeto de estudio; súmese a esto, que
Roland Barthes concibe al crítico como un escritor (o artista) ya que visualiza la crítica como una
obra creativa, por lo que no hace divisiones entre uno y otro como la antigua crítica.
A partir de esa discusión, retomo dos de sus conceptos para ejemplificar los vicios más
arraigados en el estudio del soneto en particular y de la literatura en general, por ejemplo: la
reiterada idea de la obra terminada.4 Los conceptos que extraigo de la obra de Barthes son: la
asimbolia y el verosímil crítico. La asimbolia consiste en no percibir o comprender los símbolos,
Creer que cuando una obra se concluye ya nada puede modificársele —como si automáticamente se transformara
en reliquia—, dado que alterarla implicaría atentar contra ella misma; esto es un sinsentido: dicha aseveración tiene
como único fin dotar de un mayor valor a las obras.
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las coexistencias de sentidos, lo que propicia que por esa falta de entendimiento las obras sean
mal juzgadas, de ahí que la antigua crítica culpe a la obra, no al crítico y sus limitaciones. El otro
concepto es el del verosímil crítico: se trata de aquel cúmulo de “verdades” que se emplean en el
análisis y que resultan ser más ideas preestablecidas (por ideologías o escuelas) que verdaderos
juicios. Como el verosímil crítico busca ajustar a sus moldes la obra analizada suele incurrir en
descontextualizaciones. Se erige sobre normativas, no sobre hechos.
El siguiente capítulo 1. Transiciones de la forma canónica es el más extenso y el que
presenta formalmente las variaciones que se le han hecho a la estructura convencional. El primer
apartado “Génesis en el siglo XX: Salvador Díaz Mirón y Ramón López Velarde” propone a
estos dos poetas como iniciadores del soneto heterodoxo en México, tanto por el impacto que
tuvieron en la lírica mexicana como por las incursiones que realizaron a la forma italiana, pese a
que escribieron pocos sonetos (entre los dos suman 42). Díaz Mirón trabajó el soneto de manera
sistemática en su poemario Lascas. Sus dos aportaciones más significativas son el soneto
continuo y el metro duplicado. En lo que respecta a Ramón López Velarde es con quien
comienzan a trabajarse (aunque de forma mínima) los rasgos del camuflaje, del ocultamiento de
la estructura.
Continúa el apartado “Verso moderno: el camuflaje como figura retórica”. Para
estructurarlo, y procurar cierta cronología, me sustento en José Juan Tablada y Alfredo R.
Plascencia, con obras que ambos publicaron en la década de 1920. En esta parte destaca el verso
moderno como herramienta que contribuye al camuflaje y por ende a la desautomatización:
ocultar la estructura clásica del soneto obliga al lector a generar otras relaciones con el texto,
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incluso ayuda a eludir prejuicios como perder interés en el poema por responder a una forma
canónica, o evita actitudes de tallerista novato que busca en el poema los “errores” posibles.
Regresando a los poetas, comienzo con Tablada: sin lugar a dudas Li-Po y otros poemas
no ha tenido equivalente ni continuadores en nuestras letras; poemario de corte vanguardista que
engloba en sus recursos la mezcla de idiomas, la presentación de imágenes intervenidas por
texto, letra mecanografiada y autógrafa (entre otras más) viene a ser para la lírica mexicana la
resignificación tanto del poema como del espacio, por ello la disposición de los versos adquiere
mayor relevancia; se reestructuran las antiguas formas bajo el disfraz del caligrama, como en los
“Madrigales ideográficos”: poemas conformados cada uno por un cuarteto que al reacomodarse
forman la figura de un puñal y de un tacón, respectivamente. En este sentido, el camuflaje
renueva o refresca lo antiguo y lo hace pasar por moderno al ejercer la re-configuración.
Pero ¿por qué se utiliza este tipo de expresión poética? Junto con el poema en prosa, la
disposición tipográfica consigue desvirtuar visualmente la del verso tradicional; dicha expresión
representa un nuevo modo de sentir, uno que desea ir contra el verso entendido como orden
convencional: el reordenamiento tipográfico atenta contra el discurso que desea ser centralizado
y objetivo mediante la sintaxis, que es el vehículo del mismo orden tradicional y centralizador.
Entendido de esta forma, la tipografía se vuelve una “figura rítmica visual” que establece un
nuevo vínculo o relación entre página y escritura (y lector). En este tipo de obras, los paratextos
son más relevantes, dado que los títulos o subtítulos suelen dar indicios de las pretensiones del
poeta, o redondean las obras y las cargan de sentido. Por ejemplo, el poema de Tablada “A un
lemur (soneto sin ripios)” explicita la forma poemática ante la que se encuentra el lector, sea que
este puede comprender o no por qué se trata de un soneto.
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En cuanto a Alfredo R. Placencia, también hace uso del camuflaje (de forma aún más
sencilla): en el soneto utiliza el verso moderno rompiéndolo o sangrándolo. Asimismo, altera la
disposición estrófica y hace uso del polimetrismo: esta es una verdadera peculiaridad, dado que
los poetas no suelen recurrir a dicho recurso; de hecho, es más sencillo encontrar sonetos
homeométricos (poemas con dos o más metros que cuentan con una proporción numérica
constante) que polimétricos. Es posible decir que el polimetrismo es una forma que no alcanzó a
despegar cabalmente y que se extinguió pronto, tal vez en la década del 40 o el 50, aunque con
atisbos posteriores que no causaron repercusiones; el fracaso del polimetrismo se debe, en gran
medida, a que el isosilabismo ha reinado en el imaginario colectivo de los poetas como máxima
creadora desde hace siglos.
Volviendo con Alfredo R. Placencia, trabajó lo que puede llamarse soneto-romance o
soneto arromanzado: como su clasificación lo indica, se trata de un soneto con naturaleza de
romance, esto quiere decir que solamente han de rimar los versos pares de manera asonante
(aunque puede hacerse también con consonantes), lo que al final deja un soneto que se formó con
ocho terminaciones vocálicas distintas: una que se reitera seis veces (la que rima) y los otros
siete versos que permanecen sueltos y deben presentar siete terminaciones vocálicas distintas
para eludir cualquier otra asonancia. En estos dos poetas, de alguna forma, se da continuidad y se
ahonda más en las propuestas que anteriormente presentaran Díaz Mirón y López Velarde.
La sección que continúa lleva por título “Náufragos de la modernidad”, ya que muestra
trabajos de poetas nacidos en el siglo XX —o en las postrimerías del XIX—, aquellos para
quienes el Modernismo aún tuvo una impronta de manera más directa. En esta parte se trabaja
más con el polimetrismo y el homeometrismo, formas métricas que contradicen la simetría del
19
soneto tradicional, o que propician nuevas simetrías. Asimismo, se presentan sonetos con la
estructura inglesa (ABAB-CDCD-EFEF-GG), que tampoco parece serle afín a los poetas (varios
no la conocen). Borges la practicó con recurrencia, mas no solía respetarla del todo, ya que a
veces eludía el serventesio y otras utilizaba la misma rima en dos cuartetos: esta peculiaridad
atañe a la mayoría de los poetas que trabajan la estructura inglesa, por lo que su adaptación al
español es un tanto híbrida. Borges distinguía el soneto italiano del inglés porque en el primero
realizaba los cortes estróficos, mientras que en el segundo lo presentaba como un bloque
tipográfico: lo que es otra manera de camuflar la forma.
Como se mencionó antes, el fenómeno de modificar la estructura del soneto ocurrió a
todo Occidente y cobró fuerza a principios del siglo XX: esto, como consecuencia del
Modernismo, ya que en dicho movimiento iniciaron las renovaciones para liberarse de la
tradición del conquistador y comenzar una literatura propia, original. Desde ese punto de vista, la
máxima herencia del Modernismo es la conciencia poética, el poeta vale no por imitación sino
por imaginación; las figuras europeas dejan de ser el fin y se vuelven una referencia, un principio
que ha de desarrollarse según el contexto americano, con lo que se pasa de la imitación a la
asimilación y luego a la adaptación: Europa no es más el camino, sino sólo una parte del paisaje.
Esta actitud, que probablemente desató Darío e inspiró a Díaz Mirón y López Velarde, también
repercutirá en Alfonsina Storni, César Vallejo, Pablo Neruda y el ya mencionado Jorge Luis
Borges: cada uno de ellos con irrupciones en la figura italiana clásica y en distintos periodos de
sus obras. Asimismo, se realiza un repaso de algunas de las ideas de Cornejo Polar, que vienen a
redondear las diferencias entre visiones del mundo, entre conquistadores y conquistados, lo que
20
genera y explica determinado tipo de poemas cuya línea estética se encuentra entre el pasado y el
futuro, y nace de contradicciones internas e irresueltas.
También se da muestra de la obra de Enrique González Rojo, el menos estudiado del
grupo de Contemporáneos, ya que no sólo compuso sonetos a partir de la homeometría y la
polimetría, sino que promovió el soneto a la manera del romance, con rimas en los versos pares,
como lo trabajó Alfredo R. Placencia, y recurrió a la estructura inglesa como sus compañeros
Octavio G. Barreda y Xavier Villaurrutia. Aparte de esto, se dan muestras del soneto invertido
(aquel que invierte las estrofas: 3-3-4-4) con autores como Renato Leduc, G. Barreda y Xorge
del Campo, así como la tentativa de soneto libre que presenta Octavio Paz en su obra colectiva
Renga: el uso del versolirismo se justifica por la hechura multilingüe de los poemas (escritos en
español, italiano, francés e inglés).
Otros temas que se analizan son las implicaciones del soneto blanco, ya que la mayoría
de los que así se nombran caen en asonancias. Asimismo, se atiende el uso de la rima pero de
forma menos exigente, lo que se aprecia en sonetos de Elías Nandino, quien en ocasiones parece
desear la total ausencia de rimas. Contrariamente, se muestra la sistematización que Enrique
González Rojo Arthur utilizó para que existiera en el poema una abundancia de rimas, a la que
llamó sobrerrima o súperrima: la coincidencia de sonidos opera en contrapunto, presentando una
a mitad de verso y la siguiente al final, esto en versos diferentes, no en el mismo (lo que
simplemente sería una rima leonina). Aprovechando la destreza de González Rojo Arthur, se
aborda el asunto prosódico de la heterotonía, con la que Díaz Mirón trabajó los últimos años de
su vida; y se incluye su contrapropuesta al trabajar con la homotonía.
21
Finalmente, se revisa un fenómeno peculiar en dos poemas, uno de Maples Arce y otro de
Jaime Sabines: las equivalencias silábicas. Se trata de sonetos que en algunos versos se
distancian del isosilabismo (en dos o tres), confundiendo al crítico y al estudiante que se sienta a
escandir con ahínco. Sin embargo, las asimetrías se comprenden al analizarse el todo y no las
partes: si se considera no el isosilabismo sino el total de sílabas métricas que conforman un
soneto ortodoxo (154), se concluirá que las sílabas que le faltan a un verso se encuentran en otro
u otros versos, lo que enriquece el poema al dotarlo de metros y ritmos distintos.
El apartado final de este extenso capítulo se titula “Otras transiciones, continuidades y
variaciones” y en él se estudia al soneto como estrofa, en poemas de Iliana Rodríguez y Víctor
Manuel Mendiola: se trata de tiradas de sonetos para conformar un poema, en este caso los
autores eluden el corte estrófico para hacer bloques tipográficos de cada soneto. Se investiga
también la rima semilibre (en sonetos de Javier Sicilia), las palabras-rima (Roberto López
Moreno), la sustitución de la consonancia por la asonancia (Alí Chumacero), las rimas difíciles
(Renato Leduc) y sonetos monorrimos (Eduardo Lizalde, Gabriel Zaid, Julia Santibáñez), así
como el recurso del encabalgamiento (Jorge Valdés Díaz-Vélez, Gerardo Deniz) como propuesta
de renovación; se presenta el soneto interpolado —aquel que se incorpora en determinado
momento de una obra— con ejemplos de Ulises Córdova y Roberto López Moreno. De este
último, se presenta también el soneto tirado a prosa: una vez más el camuflaje ocurre al
reacomodar los versos, en esta ocasión presentándolos como llana prosa. Otra manera de alterar
el paradigma convencional es trabajar la prosodia de forma diversa, sea con el empleo de tipos
de verso en desuso, como lo hace Rubén Bonifaz Nuño, o con nuevas propuestas de acentuación.
22
Finalmente, se da muestra de la continuidad de algunas formas antes vistas, como el
soneto de metro duplicado (González Rojo Arthur y Mendiola) que practicara Díaz Mirón, o el
corte de verso que hiciera Tablada para engañar al lector y presentar un soneto con estrofas
heptasílabas en lugar de alejandrinas: este procedimiento lo sigue de cerca Juan Domingo
Argüelles quien, pese a prescindir del corte estrófico, rompe los versos para despistar al lector.
Vicente Quirarte presenta sonetos con rimas alternas o irregulares como lo hiciera antes Nandino.
Y Gabriel Zaid, con sus sonetos en prosa, da cierta continuidad a lo que puede considerarse
como soneto libre.
El capítulo final 2. La multivocalidad del canto: expresión reciente y contraste se
compone de cuatro partes: dos subcapítulos, las conclusiones y un directorio de poetas. El primer
apartado, “[di]Visiones de la poesía: ortodoxia, heterodoxia y heurística” da constancia de que el
soneto ortodoxo como el heterodoxo se han facturado desde hace tiempo: de hecho, es raro
encontrar poetas contemporáneos que practiquen una sola estructura, ya que si bien recurren a la
forma clásica, también incursionan en variaciones de esta. La línea que divide la ortodoxia de la
heterodoxia es más imaginaria que verídica, por lo que es recomendable utilizarla
descriptivamente —no como juicio de valor—, con el fin de englobar las cualidades de los
sonetos que no siguen a cabalidad la forma convencional.
Asimismo, se habla del sonsoneto —o soneto cortés— cuya práctica atendía más al
entretenimiento cortés que a menesteres poéticos, desde ahí se hace una comparación con ciertos
sonetos que en la actualidad se facturan con la sola intención de legitimarse como poeta. De
igual forma, se mencionan los sonetos satíricos, no sólo por la larga tradición que han tenido,
sino porque en la actualidad hay una tendencia a valerse de la forma petrarquista para temas de
23
esta índole, en una supuesta contraposición entre alta y baja cultura: la forma poemática por
excelencia “rebajada” a la exposición de sornas y trivialidades. Tal contraposición sólo puede
pervivir si tanto autor y lector invisten al soneto de sacralidad, pues de lo contrario este
tratamiento no sólo es viejo, sino que conforma una amplia tradición. No sólo en esta parte
destino al Anexo sonetos de ese tono, ya que es probable encontrarlos en otros apartados (pero
fueron citados por poseer otras características, sobre todo técnicas, afines a un tema diferente a
su contenido).
De manera sucinta se comenta el trabajo de Juan Bautista Villaseca y Ramón Martínez
Ocaranza, pese a que sus sonetos se ciñen a la tradición, a que su línea es la ortodoxia, son
figuras importantes en nuestra poesía y desde hace algunos años sus obras se han venido
rescatando; de la misma forma cito al olvidado Arcadio Noguera Vergara, un modernista tardío
que respeta menos la ortodoxia y se permite explorar otras vertientes técnicas. Luego, como me
fue difícil rastrear sonetos escritos por mujeres, propuse varios de ellos en el Anexo; hubiese
preferido no atender este fenómeno como algo aparte, pero la proporción entre hombres y
mujeres que escriben soneto es abrumadora: esto no implica que en ninguna otra parte de la tesis
haya citado sonetos escritos por mujeres, pero fueron los menos y sentí necesario incluir más,
sobre todo porque se trata de excelentes poetas como Rosario Castellanos, Enriqueta Ochoa,
Guadalupe Amor o Lucila Velásquez.
Como sonetos basados en la heurística presento aquellos que se sustentan en el caligrama
(como los de Víctor Toledo) y los que llamo sonetos conceptuales: obras que del soneto sólo
retoman la estructura estrófica, 4-4-3-3, reduciéndolo a su mínima expresión (lo que usualmente
se entiende por soneto). Una vez con la estructura dada y basados más en las artes plásticas o el
24
diseño gráfico, realizan sus sonetos (más próximos al cartel que al poema tradicional); esta
manera de incorporar el soneto a lo preponderantemente visual contribuye de forma más efectiva
—o por lo menos inmediata— a los temas de denuncia, ya que su lectura y comprensión requiere
de menos tiempo que la de un soneto tradicional, si acaso necesitan algo de contexto. Quizá este
sea el soneto menos practicado y se comprende: más que dotes escriturales se requiere de dotes
que atañen a las artes plásticas. Concluye el apartado con los sonetos de Orlando Guillén y Raúl
Renán: aun cuando no encontré mérito en ellos, son autores de peso en ciertos círculos y eso
bastó para incluirlos; al presentarlos aquí, quizá alguien sea capaz de ver en ellos lo que yo no
supe o no pude.
En “Aquí y ahora: La poesía y el soneto hoy, amaneceres del tercer milenio” se pone en
tela de juicio la existencia de un presunto oído universal como órgano rector de la métrica, ya
que en la manera de escuchar intervienen diversos factores como el idioma, el estrato social y el
entorno mismo; en ocasiones, ese supuesto oído universal trabaja indistintamente la oralidad y la
escritura, como si fueran equivalentes; a lo sumo, su proximidad se efectúa cuando a propósito
incurren en una mala pronunciación o una mala ortografía como rasgo estético. Para argumentar
en contra de esta idea en la que se sustenta el análisis normado, recurro a Alfonso Reyes, Antonio
Quilis y Pedro Henríquez Ureña, y concluyo que la universalidad recae en el método, en las
normas de versificación, pero que este fracasa por la existencia de las varias licencias poéticas y
su aplicación, lo que propicia que se pierda su tentativa de universalidad, ya que el poeta las
emplea a modo, a conveniencia del poema, sobre todo la sístole y la diástole, la sinalefa y la
dialefa, la sinéresis y la diéresis.
25
Después se citan distintos versos de poetas nacidos, sobre todo, en las décadas del 70, el
80 y el 90, quienes echan mano de la sinéresis; el hecho es llamativo, dado que su uso parece
responder más que a una falta o licencia para cuadrar el verso, a una forma de escuchar, lo que
representaría un antecedente directo que contradice la universalidad del oído. Esto debería ser
obvio, mas parece que no lo es; si se considera que en su origen el verso endecasílabo fue
italiano y luego se adaptó al español, ahí hubo pérdidas y cambios: ¿a qué se adaptó el
endecasílabo?, pues al ritmo, al tono y al humor del español (que no son los del italiano);
imagino que esto ocurrió con un tipo de italiano y con un tipo de español —ya que deben tener
sus variantes— y después se hizo la transición del español de España al de México, lo que
propicia nuevas pérdidas y cambios, tanto por las diferencias antes mencionadas como por los
modismos y giros lingüísticos de cada región, dado que no existía unidad idiomática en la época
prehispánica, ni siquiera existe en la actualidad.
Luego vienen las conclusiones y a ellas les sigue un “Directorio”: lo conforman nombres
de poetas que han escrito sonetos en México, tanto extranjeros como mexicanos. Con este
directorio mínimo (no exhaustivo), es posible hacerse de alguna idea más puntual de la riqueza
que tiene la poesía mexicana en cuanto a sonetistas o poetas que en algún momento
incursionaron en la forma; asimismo, queda asentada la diversidad de generaciones que han
replicado la estructura al pasar del tiempo. Estoy consciente de que faltan nombres. No hubo
ningún rigor para entrar en el directorio: escribir algunos sonetos era suficiente, ya que se trata
de un conjunto cuantitativo y no cualitativo; esto, con el fin de ser lo más neutro posible.
Finalmente, hay un agregado mínimo en homenaje a Sandro Cohen quien
desafortunadamente falleció el 4 de noviembre de 2020, víctima del COVID; después se encuentra
26
el Anexo, en donde se han transcrito la mayoría de los sonetos que se mencionan en la presente
investigación —aunque no sólo lo conforman sonetos—. El Anexo fue idea de Sandro. Nos
pareció necesario, en primera instancia, para ahorrar espacio y no dejar fuera los poemas.
También porque muchas veces se trata de materiales que no se rastrean con facilidad, lo que
complica la tarea de futuras investigaciones o posibles interesados. La premisa de Sandro era
conjuntar tantos poemas como fueran necesarios para formar una especie de antología del soneto
y para regresarle el peso y el valor que se merece a la poesía, pues muchas veces queda relegada
ante investigaciones de esta envergadura. Ignoro si conseguí lo primero, conformar una digna
antología de sonetos; pero quedo satisfecho con lo segundo, ya que considero que no relegué a la
poesía. De antemano sé que la tesis es extensa (y el Anexo le compite en longitud), mas Sandro y
yo consideramos que si no es posible explayarse en una tesis de posgrado, ignoramos en dónde
sea posible hacerlo, por lo que para nosotros siempre fue lógico proceder con libertad de
extensión: las cuartillas jamás nos preocuparon.
Debo puntualizar que pese a ser una tesis de posgrado la escribí pensando en los
estudiantes de letras y en los poetas (de cualquier generación), aunque esto no excluye a los
especialistas. ¿Por qué iba a gozar de una beca y hacer una investigación que sólo leyera e
interesara a unas cuantas personas especialistas en el tema? El sólo pensarlo me resulta inmoral;
por fortuna, así como sucede con el soneto, los parámetros de la Academia están cambiando. Mi
trabajo guarda el rigor necesario para cumplir con los lineamientos que se esperan de una tesis de
posgrado, pero al mismo tiempo procura la escritura amable, más próxima al ensayo literario:
esta postura tampoco es gratuita, y nace de mi descreimiento en la neutralidad que suponen las
investigaciones al escribir de forma despersonalizada. No comparto esa visión, cada una de las
27
tesis de mis compañeros, de la Cuarta Generación de la Maestría en Literatura Mexicana
Contemporánea, es necesariamente distinta porque quienes conformamos el posgrado somos
diferentes. En este sentido, por mi propia formación, concibo a la Academia próxima a la
Literatura, con mecanismos parecidos. Y esa es, en esencia, la única consigna escritural que me
autoimpuse —y que mis lectores me hicieron favor de respetar—, para tratar de acercar el ámbito
poético al académico y que trabajen juntos, dado que esa triste dicotomía continúa mermando a
las personas de ambos ámbitos.
28
0. LO MITOLÓGICO DEL SONETO
29
30
ALGUNOS PORMENORES DEL SONETO
El soneto nace en la corte de Federico II Hohenstaufen (1194-1250), en la escuela poética
siciliana. Su historia y sus formas más utilizadas, así como los autores más relevantes en el uso
de la forma, están perfilados en The New Princeton Encyclopedia of Poetry and Poetics. De esta
enciclopedia extraigo algunos datos afines a mi investigación, pues aclara diversas dudas y
desmiente algunas posturas castizas. Principio citando lo concerniente a su etimología, a su
estructura y a sus tres modelos más reconocidos. Me valgo de la traducción que Mariana García
Aguilar (1990) preparó, expresamente, para este apartado; con acierto presenta los esquemas de
rima con letras mayúsculas, pues si para los anglosajones no existen diferencias, para nosotros sí:
letras mayúsculas indican versos de arte mayor, letras minúsculas versos de arte menor. A pie de
página se encuentra el texto original: “SONETO (del it. sonetto, dim. de sonido o canción). Un
poema, comúnmente, de 14 versos endecasílabos (en it.), pentámetros yámbicos (en ing.) o
alejandrinos (en fr.) cuyo esquema de rima, en la práctica, ha variado a pesar de la tradicional
suposición de que el soneto es una forma fija”.5 Resalta la mención de que, en la práctica, los
esquemas de rima no se ciñen plenamente a los manuales, lo que desmiente que se trate de una
forma inalterable: este trabajo dará muestra de ello, ya que a ocho siglos de su invención, la idea
de que es una figura fija obstaculiza el estudio de sonetos contemporáneos que eluden la
ortodoxia.
“SONNET (from It. sonetto, a little sound or song). A 14-line line poem normally in hendecasyllables (in It.), iambic
pentameter (in Eng.), or alexandrines (in Fr.) whose rhyme scheme has, in practice, varied widely despite the
traditional assumption that the S. is a fixed form”. The New Princeton Encyclopedia of Poetry and Poetics. Alex
Preminger y T. V. F. Brogan, coeditores. New Jersey. Princeton University Press. 1993. p. 1167.
5
31
En primera instancia debe aclararse la pauta que diferencia a los modelos mencionados:
el metro (endecasílabos y alejandrinos; el pentámetro yámbico tiene por equivalencia un
endecasílabo con las sílabas pares acentuadas). Si bien la disposición estrófica no se altera en los
sonetos italiano y francés, el soneto inglés sí presenta diferencias, ya que se establece por un
acomodo distinto cuyos modelos más comunes —existen varios—6 son el que introdujo Henry
Howard, conde de Surrey (1517-1547) y del que William Shakespeare (1564-1616) será su
cultivador más emblemático, por lo que se le llama soneto shakesperiano o isabelino,7 y el que
utilizó Edmund Spencer (1552-1599) y se conoce como soneto spenseriano: 8 “Las tres versiones
más ampliamente reconocidas del s., junto con sus esquemas de rima tradicionales, son el it. o
petrarquista (octava:
ABBAABBA;
sexteto:
CDECDE
evita el pareado de cierre), el spenseriano (ABAB
o
CDCDCD
o una combinación similar que
BCBC CDCD EE)
y el inglés o shakespeareano
(ABAB CDCD EFEF GG)”.9
Antes de continuar, vale la pena hacer una cita larga en donde se explica que los orígenes
del soneto son inciertos, pero que se toma como su iniciador a Giacomo da Lentini (1210-1260);
El soneto de Wyatt, sir Thomas Wyatt (1503-1542) es quien introduce el soneto en Inglaterra: ABBAACCA-DEEDFF;
el soneto de Vaughan, Henry Vaughan (1622-1695) quien sitúa el pareado después del primer cuarteto en lugar de
colocarlo al final: ABAB-CC-DEDE-FGFG; el soneto bowlesiano inventado en 1789 (y también llamado “australiano”),
William Lisle Bowles (1762-1850) cuyo único cambio fue hacer los cuartetos abrazados en vez de serventesios:
ABBA-CDDC-EDDE-GG; el soneto de Shelley, Percy Bysshe Shelley (1795-1825), esquema que utilizó en su soneto
“Ozymandias” (1818): ABABACDC-EDEFEF; soneto de Keats, John Keats (1795-1821), esquema rímico que utilizó en
su célebre “On the sonnet” (1819): ABCABDCABCDEDE; soneto de Wordsworth, William Wordsworth (1770-1850),
inventado en 1827: ABBAACCA-DEDEFF; soneto de Tennyson-Turner, Charle Tennyson-Turner (1808-1879): ABBACDCD-EFFE-FE. Estas referencias han sido tomadas de un vademecum poético que ya no existe, pero tomé la
precaución de imprimir la entrada sobre el soneto hace años (son 75 cuartillas). La dirección era la siguiente: http://
vademecum-poetico.blogspot.mx/2009/11/el-soneto.html
6
7
Esto se debe a que se originó durante el reinado de Isabel I.
8 Algunas
variantes del esquema de rima de este modelo son: ABBA-CBCB-CDCD-EE, ABAB-BCCB-CCDD-EE y AABBEsta referencia también ha sido extraída del vademecum mencionado en la nota 2.
BCBC-CCDD-EE.
“The three most widely recognized versions of the S., with their traditional rhyme schemes, are the It. or Petrar chan (octave: abbaabba; sestet: cdecde or cdcdcd or a similar combination that avoids the closing couplet), the
Spenserian (abab bcbc cdcd ee), and the Eng. or Shakespearean (abab cdcd efef gg)”. Op. cit., pp. 1167-1168.
9
32
asimismo, se refiere el posible origen de su estructura basado en formas italianas, así cómo el
nombre de quién implementó la rima abrazada en los cuartetos y al primer poeta en teorizar
sobre el soneto:
Históricamente, el soneto comenzó como una variante del modelo italiano; es probable que la
forma sea el resultado de la suma de un doble estribillo de seis versos (dos tercetos) con el
strambotto siciliano (q.v.) de 2 cuartetos o de modelar conscientemente la forma de la canción
(q.v.). En cualquier caso (los orígenes continúan siendo inciertos), los primeros antecedentes del
verdadero soneto se le otorgan a Giacomo da Lentini (fl. 1215-33), cuyos endecasílabos
generalmente rimaban ABABABAB CDECDE. Si bien otros contemporáneos de Lentini (el abad de
Tivoli, Jacopo Mostacci, Piero delle Vigne, Rinaldo d'Aquino) usaron la forma y establecieron
las divisiones de octava-sexteto (con subdivisiones cuarteto-terceto), fue Guittone d'Arezzo
(1230-1294) quien inventó la octava de ABBAABBA, la cual se hizo tradicional gracias al uso de
Dante (Vita nuova; Rime) y Petrarca (Canzoniere). Antonio da Tempo, en su Summa artis
rithmici (1332), es el primero en anunciar una discusión teórica del soneto como un tipo de
poema.10
Regresando a las estructuras del soneto, los esquemas alfanuméricos serían los siguientes:
Historically, the s. began as some variant of the It. pattern; it is probable that the form resulted either from the
addition of a double refrain of six lines (two tercets) to the 2-quatrain Sicilian strambotto (q.v.) or from conscious
modeling on the form of the canzone (q.v.). In any event (for the origins remain uncertain), the earliest antecedents
of the "true" It. s. are credited to Giacomo da Lentini (fl. 1215-33), whose hendecasyllables usually rhymed
abababab cdecde. Although others of Lentini's contemporaries (the Abbot of Tivoli, Jacopo Mostacci, Piero delle
Vigne, Rinaldo d'Aquino) used the form and established the octave-sestet divisions (with quatrain-tercet subdivisions), it remained for Guittone d’Arezzo (1230-94) to invent the abbaabba octave, which became traditional
through its use by Dante (Vita nuova; Rime) and Petrarch (Canzoniere). Antonio da Tempo, in his Summa artis
rithmici (1332), is the first to enunciate theoretical discussion of the s. as a type. Ibid., p. 1168.
10
33
Italiano
Francés
Inglés
Inglés
(petrarquista)
(o de Pelletier)
(shakespereano)
(spenceriano)
11 A
14 A
11 A
11 A
11 B
14 B
11 B
11 B
11 B
14 B
11 A
11 A
11 A
14 A
11 B
11 B
11 A
14 A
11 C
11 B
11 B
14 B
11 D
11 C
11 B
14 B
11 C
11 B
11 A
14 A
11 D
11 C
11 C
14 C
11 E
11 C
11 D
14 C
11 F
11 D
11 C (E)
14 D
11 E
11 C
11 F
11 D
11 D (C)
14 E
11 C (D)
14 D
11 G
11 E
11 D (E)
14 E
11 G
11 E
34
Como en el caso del soneto inglés, existen variantes del modelo francés:11 aquí cabe el siguiente
dato: “Se dice, decimos, que Rubén Darío es el creador del soneto alejandrino, pero ulteriores
estudios nos han convencido de que su verdadero creador fue Pedro de Espinosa (1578-1650),
autor de La fábula del Genil y de diez sonetos religiosos concebidos en versos alejandrinos,
siendo el único que así lo hiciera en el Siglo de Oro”.12 En el Anexo se localiza un soneto
alejandrino de Pedro Espinosa. Ahora bien, el soneto italiano admite en los tercetos dos o tres
rimas, por lo que lo constituyen cuatro rimas como mínimo y cinco como máximo; tanto el
soneto francés como el spenceriano se conforman por cinco rimas; sólo al shakespereano lo
componen siete. De estos esquemas el más utilizado, el más conocido, es el italiano. Su modelo
se explica, regularmente, pensándolo en dos partes: los cuartetos y los tercetos, la unidad que
representan los cuartetos (entendidos como octava) debe dar un giro en los tercetos (entendidos
como sexteto). Es interesante considerar que dentro de los dos cuartetos se forma un tercer
cuarteto de rima invertida:
Respecto al modelo italiano (en gran medida el más ampliamente utilizado de los tres), se
observará que en él se invita a una división del pensamiento en dos partes, y que la octava ofrece
un patrón admirablemente unificado y conduce a la volta (q.v.) o "giro" de pensamiento en el
sexteto más variado. La octava ABBAABBA es en realidad una mezcla de 3 cuartetos de rima
Francés o de Pelletier, Jacques Pelletier du Mans (1517-1582), ABBA-ABBA-CCD-EDE; marótico, Clément Marot
(1496-1544): ABBA-ABBA-CCD-EED; ronsardiano, Pierre de Rosand (1524-1585): ABAB-CDDC-ABC-ABC; de Louise
Labbé, Louise Labbé (1525-1566): ABBA-ABBA-CDC-CDD; parnasiano: surge a mitad del siglo XIX y sus mayores
modificaciones son los cuartetos independientes (4 rimas en vez de 2), pareado final a la manera inglesa o colocar
los tercetos antes que los cuartetos (soneto invertido), algunos esquemas utilizados por Charles Baudelaire
(1821-1867) son: ABAB-CDCD-EEF-GFG, ABAB-CDCD-EEF-GGF, ABBA-CDDC-EEF-EFF, ABBA-CDDC-EEF-FGG y ABBAABBA-BAA-BAB (tipo de soneto continuo); esquemas usados por José María Heredia (1842-1905) en “Les trophées”:
ABBA-ABBA-CDD-CEE, ABBA-ABBA-CDD-DDD, ABBA-ABBA-CDD-DCD, ABBA-ABBA-AAC-AAC, ABBA-ABBA-CBC-BCB,
ABBA-ABBA-CDD-CDC, ABBA-ABBA-CDC-DEE, ABBA-ABBA-CDC-DCC. Esta información también fue tomada del
vademecum mencionado anteriormente.
11
12
Otto Raúl González, Arte y técnica del soneto, México, ICA, 2001. p. 55.
35
abrazada, dado que los cuatro versos de en medio, cuyos sonidos se superponen a los otros,
reiteran el mismo patrón envolvente pero con el sonido invertido: BAAB.13
Puede decirse que se trata de un fenómeno de viveza: al mostrar el sentido del poema, los
cuartetos suelen estar más emparentados con lo narrativo, alargan las descripciones, por lo que
parecen moderarse en intensidad. Los tercetos, en cambio, se lanzan hacia la conclusión, por lo
que tienden a lo abrupto, a lo urgente —diríase— pues atienden únicamente lo esencial para
realizar el remate. En resumen, la disposición estrófica consiste en las preocupaciones iniciales y
la vuelta o remate de ellas:
Normalmente, incluso, se hace una pausa definitiva en el desarrollo del pensamiento al final del
octavo verso, lo que sirve para aumentar la unidad independiente de una octava que ya ha
progresado con la mayor economía de sonidos de rima. Ciertamente, sería difícil concebir un
patrón más artísticamente compacto y fonológicamente efectivo. El sexteto, por otro lado, con su
elemento de imprevisibilidad, tiene una actividad de rima generalmente más intensa (tres rimas
en seis versos que le siguen a dos en ocho) y la interdependencia estructural de los tercetos
implica una aceleración en el pensamiento y en el sentimiento, un estado mental más urgente y
vivo. 14
With respect to the It. pattern (by far the most widely used of the three), it will be observed that a two-part
division of thought is invited, and that the octave offers an admirably unified pattern and leads to the volta (q.v.) or
"turn" of thought in the more varied sestet”. The abbaabba octave is actually a blend of 3 brace-rhyme quatrains,
since the middle four lines, whose sounds overlap the others, reiterate the identical envelope pattern but with the
sounds reversed, i.e. baab. Op. cit., p.1168.
13
Normally, too, a definite pause is made in thought development at the end of the eighth line, serving to increase
the independent unity of an octave that has already progressed with the greatest economy in rhyme sounds. Certainly
it would be difficult to conceive a more artistically compact and phono logically effective pattern. The sestet, on the
other hand, with its element of unpredictability, its usually more intense rhyme activity (three rhymes in six lines
coming after two in eight) and the structural interdependence of the tercets, implies an acceleration in thought and
feeling, a mood more urgent and animated. Ibid., p.1168.
14
36
En The New Princeton Encyclopedia of Poetry and Poetics se enlista, además, un considerable
número de modificaciones que ha experimentado la estructura ortodoxa a lo largo del tiempo y
que —como evidencia de la diversificación que la forma ha tenido— amerita citarse. No
ahondaré en los casos. Algunos de ellos serán revisados posteriormente:
La mayoría de los desvíos de los patrones anteriores han sido resultado de libertades en la rima,
pero ha habido algunas innovaciones en el uso del soneto, entre ellas las siguientes: alternancia,
donde los tercetos se alternan con los cuartetos (Mendes); caudato (q.v.), con “codas” de versos
agregados (Hopkins, Samain, Rilke); encadenado, cada verso comienza con la última palabra del
verso anterior; continuo, iterativo o monorrimado en uno o dos sonidos que riman a lo largo del
soneto, (Giacomo da Lentini, Mallarme, Gosse); corona (q.v.), una serie unida por tema (it.) o
rima o repetición de verso (sp., ing.) para panegíricos; cortado (q.v.), un soneto de diez versos
con un apéndice de medio verso al final, dividido en 6 + 4 1/2 (Hopkins); dialogado, un soneto
distribuido entre dos hablantes, usualmente es de inspiración pastoril (Cecco Angiolieri,
Dobson); doble, un soneto de 28 versos (Monte Andrea); polar, en el que los tercetos se insertan
entre los cuartetos (Baudelaire, Rambosson); intrecciato, con rima en medio y al final;
retrógrado, se lee tanto hacia adelante como hacia atrás; invertido (también llamado sonettessa),
en el que el sexteto precede a la octava (Baudelaire, Verlaine, Huch): para un soneto invertido
shakespereano véase el "Soneto invertido" de Rupert Brooke; rinterzato, un soneto con ocho
versos cortos intercalados, formando un total de 22 versos (Guittone d'Arezzo); terza rima (q.v.),
con el esquema de rima encadenada en los tercetos ABA BCB; sin rima, donde permanece la
37
división estrófica de los cuartetos y los tercetos, pero los versos son blancos (Du Bellay,
Becher). 15
Se sabe que el Marqués de Santillana (1398-1458), fue el primero que intentó adaptar la forma
petrarquista en España en el siglo XV, sin éxito alguno, con sus 42 sonetos fechos al itálico
modo. Sin embargo, el paso del soneto de Italia a España se debe a Juan Boscán (1487-1542) y
ocurre en el siglo XVI; Garcilaso de la Vega (entre 1492 y 1503-1536) es una figura central en la
adopción del soneto. Dámaso Alonso cuenta la muy conocida anécdota de la siguiente manera:
Todo mundo conoce la historia, que yo no voy a repetir aquí en pormenor. En un día del año
1526 tuvo lugar la conversación trascendental de Navagero con Boscán. Navagero le dijo a
Boscán que por qué no intentaba en castellano sonetos y otras trovas como las que se usaban en
Italia. Boscán se fue para su casa y comenzó a seguir el consejo. En sus intentos se vio en
seguida animado por Garcilaso, su gran amigo. Garcilaso empezó también a practicar los modos
italianos y pronto excedió a Boscán. A la larga, le había de oscurecer por completo.16
Most deviations from the foregoing patterns have resulted from liberties taken in rhyming, but there
have been a few innovations in use of the s., among them the following: alternating, where the tercets
alternate with the quatrains (Mendes); caudate (q.v.), with “tails" of added lines (Hopkins, Samain,
Rilke); chained or linked, each line beginning with the last word of the previous line; continuous,
iterating, or monorhymed on one or two rhyme sounds throughout (Giacomo da Lentini, Mallarme,
Gosse); corona (q.v.), a series joined together by theme (It.) or rhyme or repeated lines (Sp., Eng.) for
panegyric; curtal (q.v.), a s. of ten lines with a halfline tailpiece, divided 6 + 4 1/2 (Hopkins); dialogue, a
s. distributed between two speakers and usually pastoral in inspiration (Cecco Angiolieri, Dobson);
double, a s. of 28 lines (Monte Andrea); enclosed, in which the tercets are sandwiched between the
quatrains (Baudelaire, Rambosson); interwoven, with medial as well as end rhyme; retrograde, reading
the same backward as forward; reversed (also called sonettessa), in which the sestet precedes the octave
(Baudelaire, Verlaine, Huch); […] rinterzato, a s. with eight short lines interspersed, making a whole of
22 lines (Guittone d'Arezzo); terza rima (q.v.), with the linked-tercets aba bcb rhyme scheme; unrhymed,
where the division into quatrains and tercets is still observed, but the lines are blank (Du Bellay, Becher).
15
Ibid., p.1168.
Dámaso Alonso, Obras completas III. Estudios y ensayos sobre literatura (segunda parte), Madrid, Gredos, 1974.
p.50.
16
38
Garcilaso de la Vega es figura notable dentro de la historia de la poesía y particularmente en la
historia del soneto, pues lo adaptó al contexto español de forma excepcional. Parece que escribió
40 sonetos, mas en las antologías suelen venir 38. Varios estudiosos mencionan su relevancia,
por ejemplo, Luis Antonio de Villena: “Garcilaso pudo ser un iniciador —o prácticamente
tenerse como tal—, pero fue ya, ítem más, el primer gran maestro del soneto en España, que en
su voz y en su lírica se vuelve entonces una estrofa rica, propia y madura”. 17 O Julio Torri:
Toda revolución literaria es obra de un genio. Garcilaso logra imponer las modas poéticas de
Italia, que se venían introduciendo desde hacía un siglo por Micer Francisco Imperial y por el
Marqués de Santillana. Estas modas estriban, en cuanto a la forma, en el empleo del
endecasílabo y las combinaciones métricas en que se le aprovechan; y por lo que hace al fondo,
en los temas pastoriles.18
Este es el primer verdadero paso del soneto al idioma español. Posteriormente llegará con ímpetu
a América, en la Conquista, y con ello a México. Se ha mencionado en la última cita a Francisco
Imperial (¿1350 - 1409?), quien —en efecto— se valió del endecasílabo en algunas de sus
composiciones antes que Boscán y Garcilaso, mas pasó inadvertido: “La forma italiana entraba
ahora en España. Había habido otros intentos un siglo antes, el dudoso de Micer Francisco
Imperial y el deliberado y evidente del Marqués de Santillana. Pero fueron intentos aislados, sin
consecuencias”.19 Además de ellos dos, existen antecedentes del uso del endecasílabo en España
que datan de antes, con Don Juan Manuel (1282-1348) en su Conde Lucanor y Alfonso X el
17
Luis Antonio de Villena, El libro de los sonetos en lengua española, Madrid, Turner, 1a edición, 2005, p.15.
18
Julio Torri, La literatura española, México, FCE, décima reimpresión, 2014. p. 133.
19 Alonso,
Op. cit., p.50.
39
Sabio (1221-1284) en varias de sus “poesías gallegas”. 20 Cabe recordar que las incursiones
métricas italianas no fueron bien recibidas por todos los poetas, para quienes era más común
utilizar el verso octosílabo. Debido a esto el endecasílabo no les parecía atractivo: hubo un
choque de los usos y costumbres entre quienes privilegiaban el verso de arte menor contra los
que preferían el de arte mayor.21 El más reacio a las novedades exportadas de Italia fue Cristóbal
de Castillejo (1490-1550), quien presenta sus quejas en el poema “Reprensión contra los poetas
españoles que escriben en verso italiano”, en donde incrusta al poema tres sonetos y una octava,
como para ufanarse de la facilidad con la que dichas formas podían ser construidas. Reproduzco
íntegramente los 230 versos que conforman el poema en el “Anexo” que se encuentra al final de
este trabajo.
Volviendo a las cualidades que se le atribuyen a la forma petrarquista, en su Acopio de
Sonetos Castellanos, José María Roa Bárcena (1827-1908) asevera que la ventaja del soneto
sobre otras composiciones poéticas radica en que “abarca en breve espacio mucha sustancia”.22
Esto es cierto, pero ello no lo salva del debate, ya que el soneto no es la única forma poemática
que posee esta cualidad (mas no corresponde al objeto de este trabajo discutir ese punto). El
presupuesto se cimienta en la preceptiva y el modo en el que se dice que debe constituirse el
soneto, en donde:
20
Véase Antonio Quilis, Métrica española, España, Ariel, 2a impresión, 2014. p. 69.
Para obtener más información sobre el tema revísese la entrada del endecasílabo en el apartado “Versos simples
de arte mayor” en Antonio Quilis, Métrica española, España, Ariel, 2a impresión, 2014. pp. 69-73.
21
Fuente: https://mexicana.cultura.gob.mx/es/repositorio/detalle?id=_suri:DGB:TransObject:
5bce598a7a8a0222ef15e7cd p.7. Consultado el 21 de enero de 2019.
22
40
la exposición del tema se haga en los cuartetos, se inicie en el primer terceto, que sirve de
elemento de transición, el paso a las conclusiones, a las consecuencias que el poeta desea sacar de
lo que lleva dicho hasta el momento y que forman el contenido del último terceto, cuyo verso
final, que es también el de la composición, debe contener la esencia de lo que el poeta desea
comunicarnos.23
Si bien es cierto que así suele desarrollarse el soneto, que de esta manera es “el vaciado de la
sustancia poética” en la estructura —¿cuál de los llamados “poemas estróficos" no lleva,
esencialmente, este mismo procedimiento?—, Enrique González Rojo Arthur (1928) —a
propósito de los sonetos de Quevedo— menciona este precepto que empareja con un concepto
suyo: “silogismo emocional” o “apólogo ejemplar”, en el que explica por qué la estructura del
soneto clásico semeja el procedimiento dialéctico de tesis, antítesis y síntesis, o de silogismo
lógico de premisa mayor, premisa menor y conclusión. Sin embargo, la puntualidad con la que la
preceptiva supone cada momento, en cada estrofa, no es igual en cada caso, en cada poema, por
lo que la propuesta de González Rojo Arthur lo que aporta es una invariabilidad de derivación
(todo soneto clásico quiere demostrar algo) con una “conclusión virtual”:
Si se leen con detenimiento los sonetos de Quevedo —y otro tanto podemos decir de los de Lope
de Vega, Góngora y Sor Juana— se advierte que en ellos hay semi-oculto lo que me gustaría
llamar un silogismo emocional o un apólogo ejemplar. […] Pero la materia de la derivación no
es, como se comprende, el tránsito de unas proposiciones lógicas a otras. En el soneto, tan
plagado de paradojas, retruécanos, metáforas, no nos movemos en el nivel racional de la
estructura del pensamiento —con su piedra de toque, su comprobación en la práctica y la
José Onrubio de Mendoza, Sonetos del siglo XX. Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez,
Gerardo Diego, España, Bruguera, 1a edición, 1970. p.29.
23
41
experiencia—, sino en el ámbito del "se diría que", de la vinculación aparente, de la conclusión
virtual. Los sonetos de Quevedo quieren siempre demostrarnos algo. Los cuartetos pueden servir
de premisas y los tercetos de conclusión. Pero así como la forma sonata —el secreto de la
sinfonía del clasicismo vienés— tiene diferentes modalidades, otro tanto ocurre con la estructura
del silogismo emocional. La forma sonata se da dentro de un movimiento que es parte de una
sinfonía. La sinfonía clásica, en efecto, se halla integrada por cuatro piezas de diferente ritmo
—allegro, adagio o andante, menuetto y vivace— y al interior de cada una de ellas, la forma
sonata crea el contraste y la evolución de diversos temas, que pueden ser ABB'A, ABAA', etc. En el
silogismo emocional, la premisa puede presentarse en el primer cuarteto, las variaciones de ella
en el segundo y las conclusiones en el primer y segundo tercetos, o la premisa puede hacer acto
de presencia en los cuartetos y en el primer terceto, y la conclusión puede surgir en el último
terceto, etc. Hay innumerables posibilidades creativas. Pero lo que no varía es que, entre la o las
premisas hay siempre un acto de derivación, en que expresiones como "ergo", "por
consiguiente", "en consecuencia", casi siempre tácitas, nos hablan de que el soneto clásico opera
"como si fuera" un silogismo lógico.24
Este recargado y breve recorrido sobre los pormenores del soneto señala —en general— aquellas
características que buscan los puristas, para su “estudio”, en todo soneto: rimas consonantes,
metro fijo, distribución estrófica de cuartetos y tercetos. Reducen a eso el esquema proveniente
de Italia. No deseo contribuir con esas limitaciones, que como ya se ha mostrado no son
definitivas; difundir tal desconocimiento ni ayuda a la poesía ni aporta cosa alguna al soneto; en
el mejor de los casos esas mezquinas maneras de mirarlo y estudiarlo son información a medias
que apuesta por la técnica más que por la poesía (no es desatinado aseverar que a eso se remiten
las discusiones en torno a la figura poemática). Por ello he procurado comenzar ya en este
Enrique González Rojo Arthur, “Francisco de Quevedo sonetista” en http://www.enriquegonzalezrojo.com/pdf/
prologo..pdf pp. 7-8. Consultado el 21 de enero de 2019.
24
42
apartado a dar aviso de que el problema poético se está afrontando mal, desde el momento en que
no seguir la convención se considera un despropósito o, peor aún, una falta poética. Pedir que la
estructura del soneto guarde su fijeza a ocho siglos de su nacimiento es una contradicción
histórica; no es sensata esta postura, por lo que propongo analizar los hechos partiendo de la idea
de que existen etapas del soneto. Y si bien en su mayor parte mi estudio se centra en el soneto en
México, no se restringe a esta geografía.
La forma tradicional continúa empleándose como también se utilizan distintas maneras
de composición. ¿Se trata de un accionar transgresor? Seguramente sí en varios casos, y en
muchos otros es un acto reflejo de validación. Por estas razones en los siguientes apartados he de
mostrar evidencias que desmienten la vetusta y aceptada visión de lo que es el soneto: he ahí el
eje de la discusión. Si es cierto lo que en el Primer encuentro de estudiantes de la 4a. generación
de la Maestría en Literatura Mexicana Contemporánea25 dijo Sandro Cohen: “El soneto es un
instrumento y suena como suena por su estructura: por su estructura el violín suena a violín”, es
igual de cierto que a lo largo de todo el siglo XX y lo que va del XXI, aún hay una profunda
necesidad de encontrar aquel sonido que menciona Cohen, pero paralelamente existe una
urgencia por buscar nuevos sonidos a partir de las cualidades del soneto clásico, sean propuestas
de blandir diferente la forma, sean proposiciones de sonar diferente. De cualquier manera, algo
habrá cambiado la forma de escuchar del siglo XIII al XXI: "No obstante, aquellos asuntos de
relación entre forma y contenido son susceptibles de un notable control en manos de un poeta
experto, y la solución final, en cualquier dado caso, podría ser anular las consideraciones teóricas
25
UAM Azcapotzalco del 9 al 11 de diciembre de 2019.
43
de los intereses de la integridad artística".26 Así lo entendió y lo propuso John Keats (1795-1821)
en 1819, adelantándose a los usos modernistas en el soneto. Presento aquí el poema en su idioma
original; en el Anexo puede consultarse una traducción:
If By Dull Rhymes Our English Must Be Chain’d
By John Keats
If by dull rhymes our English must be chain'd,
And, like Andromeda, the Sonnet sweet
Fetter'd, in spite of pained loveliness;
Let us find out, if we must be constrain'd,
Sandals more interwoven and complete
To fit the naked foot of poesy;
Let us inspect the lyre, and weigh the stress
Of every chord, and see what may be gain'd
By ear industrious, and attention meet:
Misers of sound and syllable, no less
Than Midas of his coinage, let us be
Jealous of dead leaves in the bay wreath crown;
So, if we may not let the Muse be free,
She will be bound with garlands of her own.27
Such matters of relationship between form and content are, however, susceptible of considerable control in the
hands of a skilled poet, and the ultimate solution in any given instance may override theoretical considerations in the
interests of artistic integrity. Op cit., p.1168.
26
En https://www.poetryfoundation.org/poems/44474/if-by-dull-rhymes-our-english-must-be-chaind Consultado el
29 de enero de 2019.
27
44
LA FIGURA IDEALIZADA (DE ORIGEN NOBLE CONCEBIDA)
Si bien no son abundantes, tampoco resulta extraño encontrar elogios a la estructura del soneto.
Algunas de estas manifestaciones pertenecen a figuras como Salvador Novo, Dámaso Alonso o
Francisco González Guerrero.28 Sin embargo, no conozco ninguna obra que reúna tantas lisonjas
hacia la figura petrarquista como Arte y técnica del soneto (2001) de Otto Raúl González
(1921-2007): se trata de enunciaciones hiperbólicas —de González como de otros autores— que
contribuyen al encarecimiento de la llamada “figura reina de la poesía”. Por este motivo tomo de
base dicha obra para dejar constancia de lo que llega a representar el soneto en los variados
ámbitos del gremio de poetas.
Comienzo por la popular afirmación que se repite en los espacios dedicados a la poesía:
“[el soneto] sigue siendo la ‘prueba de fuego’ de todo aquel que se considere poeta”.29 Es decir,
nadie alcanza el título de poeta si no ha escrito —por lo menos— un soneto (la sentencia no dicta
si debe ser bueno o malo, pero puede inferirse que ha de ser honroso). ¿Y por qué esta forma
poemática es una prueba de fuego? Según el preceptista Enrique Muñoz Meany, lo es por los
desafíos que representa:
Las pequeñas dimensiones del soneto, cuya métrica es rigurosa, hacen que esta composición no
admita elementos que no contribuyan a embellecerla. La dificultad de cumplir las leyes a que
está sujeto, hizo decir a Boileau que lo había inventado Apolo para desesperación de los poetas.
Efectivamente, es preciso ser un artista para vencer los obstáculos que presenta la arquitectura
Véase la introducción de Vigencia y variaciones de la estructura del soneto: La atipicidad como recurso, tesis de
licenciatura en Creación Literaria por la UACM, marzo de 2018.
28
29
Otto Raúl González, Op. cit., p.8.
45
del soneto, que ha de ser una síntesis de belleza, por la perfección del estilo y la sugestividad de
su contenido. 30
En ese mismo tenor, Otto Raúl González exclama: “el brioso pegaso del soneto”31 (lo que dota a
la forma de una carga mitológica). Además, asegura que “El soneto sigue estando incólume e
inamovible como un arrecife, cuya cúspide todos quieren alcanzar, pero que no son muchos los
que lo logran”32 o “El soneto es una rosa de catorce pétalos. El poeta debe de ser [sic] obrero
calificado, profesional técnico, de la poesía en general y del soneto en particular. Debe capturar
‘la música de las esferas’ que apaciguaba la sed filosófica de Pitágoras”.33 Se hace énfasis en que
no cualquier mortal (aunque todos, sin excepción, lo desean) es capaz de esculpir aquel tipo de
poema que semeja un inamovible arrecife o de construir —menuda tarea— una rosa o, más
todavía, de capturar la música de las esferas que calmaba la sed de Pitágoras (y no cualquier sed,
sino la sed del conocimiento: la filosófica). Con este tipo de declaraciones no extraña que
escribir un soneto se considere un acto prometeico o hercúleo. ¿Es así? Parece que para Otto
Raúl González sí: “Trampa de Apolo, Lecho de Procusto, Desagravio de Venus, Relámpago de
Júpiter, Suplicio de Tántalo, Corona de espinas y diamantes, Celda de catorce barrotes (de donde
salen airosos solamente los buenos poetas), el soneto es inmortal”. 34 Según se aprecia en esta
cita, las deidades intervienen en la hechura del soneto, por lo que aquel poeta que logre escribir
alguno ha de ser considerado un ser superior.
30
Ibid., p.41.
31
Ibid., p.16.
32
Ibid., p.8.
33
Ibid., p.7.
34
Ibid.
46
Mas las exageraciones no sólo las hace González o Boileau, acaso los más hiperbólicos,
pues es posible encontrar desmesuras que apuntan al mismo sitio pero que poseen otro tono:
… El poeta Rafael Blengio Pinto —agrega Brígido [Redondo]— Premio Nacional de Poesía
Aguascalientes, ha declarado que: el soneto es la imperial presea que puede ofrecerse a la poesía.
Nada puede ser tan válido que supere la belleza de los / catorce versos enhebrados / en el hilo de
luz de un pensamiento. / El soneto es la joya más altiva / y transparente de la poesía.35
En este caso, la enunciación se refiere al origen del soneto (nacido en la corte de Federico II),
pues se alude a la nobleza con aquello de “imperial presea”. La forma no deja de concebirse
como un alto mérito, la más altiva y transparente de las joyas que puede ofrecer la poesía. Cabe
resaltar que en esta cita se menciona tanto la estructura como el contenido: “catorce versos
enhebrados / en el hilo de luz de un pensamiento”, lo que equivale a proponer algún pensamiento
—representado por un hilo de luz— en sólo 14 versos.
Citaré un último testimonio,36 esta vez de Alfredo Cardona Peña: Se trata de dos
ampulosidades. La primera de ellas: “El soneto es a la poesía lo que el reloj al tiempo y el
ajedrez al ocio. Y tienen —soneto, reloj, ajedrez— esa filiación preciosa, esa común heredad del
pensamiento numérico, infinito en sus combinaciones pero siempre igual a sí mismo…”.37 Dice
“filiación preciosa”: ¿en verdad a ninguna otra forma poemática podemos equipararla con el
35
Ibid., p.77-78.
Otto Raúl González lo rescató de la Revista Mexicana de Cultura, número 42, segunda época, suplemento
dominical de El Nacional, 18 de enero de 1948.
36
37Ibid.,
p.82.
47
tiempo y el ocio?; ¿“pensamiento numérico”?, contar sílabas no nos vuelven matemáticos,
estamos lejos de serlo: es como sentirnos muralistas por darle color a las paredes de un
apartamento. La segunda cita es la siguiente:
Recordemos, en una película de Walt Disney, aquella escena en que un pájaro chocarrero, luego
que ha construido su nido, decide acentuar el ornato de la morada con una débil astilla. La pone
con gran delicadeza, pero el nido tiembla en sus cimientos y se desploma. En la construcción del
soneto ocurre lo mismo, pues lo notable de esta experiencia es que no puede ir más allá de lo que
se ha propuesto decir, y el estrambote es una irreverencia que cala el chapeo… y no hace nada.38
Este ejemplo, más coloquial, ilustra puntualmente las dificultades de composición. Sin embargo,
la crítica es para aquellos sonetos que osan tener más de 14 versos al añadírsele uno o varios
más: a este conjunto de versos se le llama estrambote o caudato y vendrían a ser —según la
cita— la “débil astilla” que derrumba la edificación del nido-poema. Valerse del estrambote
(“acentuar el ornato”) no sólo se considera de pésimo gusto, y hasta de falta de dotes poéticos,
sino que para Cardona Peña raya en la irreverencia de tal forma que es como calar el chapeo, es
decir: ponerse el sombrero haciéndolo entrar mucho en la cabeza (lo que debe ser un asunto
espeluznante para quienes acostumbran el sombrero). Considero que después de leer estos
dislates,39 queda bien representada la visión idólatra que ensalza al soneto y lo pondera por sobre
38
Ibid., p.83.
Contradictorios en Cardona Peña, dado que en su obra Poema nuevo se vale de cuartetos endecasílabos asonantes,
pero no se trata de cualquier endecasílabo, sino de dáctilos, puros y plenos (es decir, con acentos en 4-7-10 y
1-4-7-10, respectivamente). A pocos poetas se les permiten estas licencias casi exclusivas de Darío. Y bajo la lupa en
la que se juzga el uso del estrambote, mezclar versos de arte mayor con rima asonante no es precisamente bien visto.
Pero no se me malinterprete, la propuesta de Cardona Peña es legítima y tiene su razón de ser, mas fuera de contexto
se le puede descalificar sin problema, así como hace él al condenar el estrambote. Esta tendencia inquisitorial de
descalificar ciertos usos poéticos en unos poetas y de justificarlos en uno mismo, resulta más recurrente de lo que
podría desearse.
39
48
las demás formas. Estos fervores son el extremo. A partir de ellos es posible encontrar
manifestaciones de diversa gradación fanática. ¿A qué se deberán tales apasionamientos? Estimo
que no es necesario reparar sesudamente en ello: es una manera de legitimarse como poeta, pues
si bien escribir un soneto digno tiene sus dificultades (¿qué poema no las tiene?) las dimensiones
míticas que desde hace años se le atribuyen, y que continúan en la actualidad, no ayudan a
sopesar —en su justa medida— el reto de escribir uno: aunque tampoco es que la mayoría de los
poemas sean de calidad cuando eluden el soneto.
Ahora, no debe olvidarse que estas citas se refieren exclusivamente al soneto clásico,
ortodoxo, ya que en automático son desdeñados aquellos que toman como base la estructura
clásica pero que aspiran a otras búsquedas poéticas: parecería que no requieren ser comentados,
que explicarlos carece de importancia. Esta “prueba de fuego” no es más que un ejercicio
petulante, una rutina de gimnasia-intelectualoide para ejercitar la soberbia, un filtro clasista que
obedece a cierto tipo de poesía (aquella que llaman “de altos vuelos”) y que aún posee alguna
hegemonía en el mundo de los versos. Sirva de ejemplo el mismo Otto Raúl González, quien en
una disfrazada modestia, en un intento por ocultar su vanidad, anuncia:
Creo haber descubierto un nuevo tipo de soneto clásico, que he llamado soneto anafórico. La base
principal de estos nuevos sonetos es la anáfora, esa figura por repetición que he colocado al
principio de cada verso.
Muchos poetas han usado la anáfora, a través de los siglos, para dotar de vida, lucidez y
belleza al poema; pero en ningún caso se ha usado en todo el cuerpo del soneto, es decir en los
catorce versos. 40
40
Ibid., p.58.
49
González aprovecha para hacer notar que él, como poeta, ha conquistado la cima de la
perfección. Es verdad que se le reconoce su manejo de las formas, entre ellas el soneto. En su
primer poemario (Voz y voto del geranio, 1943) aparecen ya coqueteos con la forma, por ejemplo
“Fecundidad”, un soneto a la francesa (versos alejandrinos) con acomodo a la inglesa (4-4-4-2),
pero rimado en dísticos:
AABB-CCDD-EEFF-GG
o “Voz y profecía” en donde junta los cuartetos
para formar un octeto, mas respeta la clásica secuencia rímica y el endecasílabo. Regreso a la
confirmación de su “hallazgo”: primero, usar cualquier figura retórica como eje (aún en cada uno
de los versos) no genera un nuevo tipo de soneto, si acaso lo hace peculiar. Sin embargo, la
mayoría de los poetas considera que así es: a estas alturas de la poesía, llaman experimentación a
cualquier intromisión retórica. Segundo, el soneto anafórico del que tengo noticia (editado en
1998) es una paparruchada. Reproduzco el primer cuarteto:
Quiero escribir pero me sale brisa
Quiero escribir pero me sale luna
Quiero escribir pero me sale cuna
Quiero escribir pero me sale risa41
Así es el resto del poema, cuya base es “Quiero escribir pero me sale…” y se agrega una palabra
bisílaba diferente, por lo que su mérito consiste en encontrar palabras que rimen
consonantemente. Ni el supuesto homenaje a César Vallejo lo justifica.42 Este quehacer
mecánico, este versificar por versificar, es un ejercicio de principiantes que se emula con
sencillez: Quiero mentar madres mas digo quieto (propongo los cuartetos: vale, sale, gueto,
Otto Raúl González, “Anáforas para César Vallejo” en Huitzil uan tuxtli (colibrí y conejo). Medio siglo de poesía,
p.385.
41
42
El inicio del soneto vallejiano “Intensidad y altura” es: “Quiero escribir, pero me sale espuma”.
50
adieto, chale, inhale, teto). Otra opción con el mismo modelo, ahora con tetrasílabos y trisílabos:
Deseo teorizar y me horrorizo (silencio, licencio, organizo, autorizo, pendencio, evidencio,
analizo). Como puede observarse, los actos de vanidad y engolamiento —como el que acabo de
ejercer— son fáciles de emular y pese a ello mucho se aplauden en el mundo de nuestra poesía
(sobre todo cuando lo realiza algún poeta consagrado).
Conozco un antecedente —deben existir varios más— de lo que González llama, con
penoso entusiasmo, soneto anafórico, por lo que es falso que “en ningún caso se ha usado [la
anáfora] en todo el cuerpo del soneto, […] en los catorce versos”. El soneto al que me refiero,
cuya aparición data de 1984, tiene por autor a Óscar Hahn (1938) y se titula “¿Por qué escribe
usted?”: esta pregunta se responde en los 14 versos mediante el uso de la conjunción causal
porque, pero no sólo inicia cada verso con ella, sino que se presenta tres veces en todos los
versos, sumando 42 apariciones. Está confeccionado a la manera inglesa, en versos oxítonos que
repasan las cinco vocales (la o y la e se repiten) y también —como el poema de juventud de
González, “Fecundidad”— se acopla en dísticos:
AABB-CCDD-EEFF-GG.
Pero, a diferencia de
González, Hahn sí logra mediante este uso ampliado de la anáfora (que vendría a ser tanto
externa como interna) “dotar de vida, lucidez y belleza al poema”; lo consigue por medio de dos
astucias que suelen reprobarse en los usos poéticos del soneto: se vale de la polimetría y la
asonancia. Es decir, mientras González se preocupa por la perfección técnica que supone la
simetría, lo que consigue es un poema acartonado, ni el tono de letanía lo socorre. En cambio,
Hahn se preocupa por el hallazgo poético, con lo que obtiene no sólo un soneto altamente
musical, sino que le confiere —mediante la síntesis— sustancia y potencia, a la vez que va
construyendo una poética (el poema puede consultarse en el “Anexo”). Cuesta creer que
51
González no conociera estos sonetos de Hahn, ya que además de coincidir con los suyos en el
aspecto formal de la anáfora, coinciden en la supresión de la puntuación.
Aprovecho la mención de Óscar Hahn para concluir con un soneto de su autoría, en
donde expresa de manera poética —y no apologética— las cualidades que el poeta ubica en la
célebre forma (como todos, la exalta). La equipara con las estrellas, cuerpos celestes con luz
propia, que aunque son inalcanzables para el tacto, no lo son para la vista: se trata de un
fenómeno de alumbramiento con el que nuestra estancia en la tierra se torna más llevadera. Es un
adentro y un afuera que convive sin interrupciones, y lo hace sin ceñirse a la ortodoxia con
versos, sí, endecasílabos, pero con rimas asonantes, cuartetos independientes, terciados y —de
nueva cuenta— sin el uso de signos de puntuación:
ESTRELLAS FIJAS EN UN CIELO BLANCO43
Estrellas fijas en un cielo blanco
son los bellos sonetos pues no giran
en torno de orbe alguno ni han rotado
sus densas masas de catorce cifras
No reflejan la luz del sol tampoco
pero irradian su propia luz de adentro
Y en el albor parecen en reposo
o muertos cuyas tumbas son sus cuerpos
Y sin embargo las estrellas fijas
a veces bienhechoras o malignas
siempre de harta energía están cargadas
Y aunque hace miles de años extinguidas
su fulgor todavía nos alcanza
sea por vista o por astrología
43
Óscar Hanh, Señales de vida. Antología, Chile, FCE, 1a reimpresión, 2011, p.157.
52
SORJUANITIS O EL MAL DEL SIGLO DE ORO
No está de más aclarar que el sufijo -itis alude a una inflamación. En este sentido, el título del
apartado pretende dar cuenta del padecimiento que existe en el mundo de la poesía mexicana,
donde se tiende a inflamar ciertas modalidades poéticas. Para los fines de este trabajo he
encontrado en la figura de sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) el símbolo perfecto que
represente dicho malestar. La idea no es original, pues me he basado en la menendezpelayitis que
refiriera Antonio Alatorre (1922-2010) en alguno de sus ensayos. Pero a diferencia de Alatorre
con Marcelino Menéndez Pelayo, mis observaciones no van contra la monja de Nepantla, sino
contra sus acólitos cegados por el fanatismo, ya que su figura literaria sirve para articular mi
argumento.
Si bien no elogiaré a sor Juana tampoco pretendo denostarla, dado que ello sería un
despropósito. A lo más que me dispongo es a comentar aspectos técnicos que ni la misma Juana
Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana eludió. Y si ni siquiera nuestra Décima Musa —siendo
ejemplo de perfección y puntualidad— logró salir ilesa de los enredos técnicos del soneto… o
mejor dicho: si incluso nuestra Décima Musa se valió de licencias para cumplir con los
requerimientos técnicos del soneto tradicional, ¿por qué se juzga con tanta intransigencia a otros
poetas cuando incurren en las mismas licencias? Ese es el punto que aquí ha de atenderse, ya que
cuando se trata de un autor laureado sus “faltas” son llamadas licencias y cuando se trata de
autores que no son reconocidos o beneficiados por grupos de poder, esas licencias son vistas
como errores, se consideran falta de maestría, falta de don poético.
53
Por otra parte, aludir al Siglo de Oro en el título también viene a cuento, ya que es
frecuente entre los “críticos” y “conocedores de poesía” aquel lamentable tic de pronunciar los
apellidos Lope, Góngora o Quevedo cuando se menciona la palabra soneto, como si la figura
poemática se hubiera quedado congelada allá en el siglo XVII y después sólo hubiese silencio.
Por este recurrente tic histórico, por este mal pseudointelectual, existen opiniones sesgadas sobre
la llamada figura reina de la poesía; opiniones que se han extendido como pandemia, tanto en los
entornos informales (talleres o laboratorios de poesía, lecturas de poemas, encuentros de poetas,
bohemias) como en los académicos (universidades, tesis, revistas indexadas, sitios web de
instituciones).
Debe recordarse que la figura de sor Juana como símbolo poético, de hechura impecable,
de codiciables dones líricos, surge en el siglo XX. El rescate lo inició Amado Nervo (1870-1919)
con su libro Juana de Asbaje, publicado en Madrid en 1910 y cuya dedicatoria es significativa,
pues consciente de que uno de los motivos por los que se relegó a sor Juana se debe a su
condición de mujer, Nervo escribe al principio de su obra: “Dedico este libro a las mujeres todas
de mi país y de mi raza”. 44 Respecto al proceder de dicho texto, Álvaro Ruiz Abreu comenta: “Se
trata de un libro que leyó Nervo en la Unión Ibero-Americana de Madrid, el 28 de abril de 1910,
como parte de los festejos del centenario de la independencia de México”.45 Y agrega:
Este libro, que ahora aparece con prólogo y edición de Antonio Alatorre, es sin duda un trabajo
pionero, iniciador de la apreciación de la obra y la vida de sor Juana Inés de la Cruz, la gran
La obra puede descargarse en el siguiente enlace: http://www.cervantesvirtual.com/obra/juana-de-asbajecontribucion-al-centenario-de-la-independencia-de-mexico--0/
44
Álvaro Ruiz Abreu, “La Juana de Amado”, 1 de abril de 1996, en https://www.nexos.com.mx/?p=7801, revisado
el 5 de marzo de 2020.
45
54
poetisa del siglo XVII, que había sido menospreciada y poco entendida. En su mensaje inicial
dice: “Queridos paisanos, Sor Juana es más de lo que ustedes piensan”. Y Alatorre agrega:
“Ningún mexicano, a lo largo de todo el siglo XIX, había lanzado ese esencialísimo mensaje”. Y
es que el siglo XIX olvidó rotundamente a Sor Juana. Muchas son las razones, ingratas unas,
torpes otras, y casi todas provocadas por la “mira”, el punto de vista de la crítica literaria,
siempre tan frágil a las tesis aprobadas por mayoría.46
A partir de este momento la obra de sor Juana vuelve a valorarse y se realizan varios estudios
sobre ella; entonces se le otorga un lugar al lado de los grandes poetas (por ejemplo, entre
aquellos nombres que se reiteran por el mal del Siglo de Oro) y se proclama que la Décima Musa
no sólo es una extraordinaria poeta, sino que también es la poeta de México. De esta manera
nace la sorjuanitis, que de nueva cuenta —y ahora en sentido inverso— se basa en la “mira”, en
“el punto de vista de la crítica literaria, siempre tan frágil a las tesis aprobadas por mayoría”. La
sorjuanitis se agudiza con el paso de los años y no hay quien ponga en cuestión su obra: con su
rescate viene su endiosamiento; bajo su nombre se inauguran certámenes, foros, bibliotecas,
centros educativos e incluso se descontextualiza su vida y obra para poder señalarla como una
protofeminista. Más que sus poemas, lo que flota en el aire, lo que se vuelve trending topic, es el
personaje que se ha hecho de Sor Juana.
Poeta de su tiempo, Juana de Asbaje cumple cabalmente —o procura cumplir— con las
demandas de la hechura del soneto ortodoxo. Todos se fundan en el verso endecasílabo, todos sus
cuartetos son de rima abrazada. Dentro de sus 69 sonetos,47 lo más “transgresor” es, por ejemplo,
46
Ibid.
Revisé únicamente sus sonetos líricos, que en la numeración de sus poemas van del 145 al 210. Utilicé el
siguiente compendio: Sor Juana Inés de la Cruz. Obras completas. 1. Lírica personal, Edición, introducción y notas
de Antonio Alatorre, México, FCE, 2da reimpresión, 2017. Las citas de sus sonetos pertenecen a esta fuente.
47
55
el uso de tres rimas en lugar del clásico empleo de dos en los tercetos; en el poema 203 utiliza en
dos ocasiones, y con uso de razón, la misma palabra para rimar; en nota al pie explica Alatorre el
motivo: “(La rima llama/llama de los vv. 1 y 4 no sólo no es defecto, sino que constituye un
primor: parole identiche: en el v. 1 es sustantivo, y en el 4 es verbo)”.48 Tiene dos sonetos de
rimas gemelas, es decir: a partir de las mismas rimas escribió dos sonetos que dialogan entres sí,
a saber el 180 con el 181 y el 181-bis con el 182. Súmense los retos poéticos de escribir a partir
de un acróstico (el poema 200)49 o de rimas dadas que suponen cierta dificultad: se trata de los
llamados sonetos burlescos (159, 160, 161, 162, 163) cuyo encabezado dice: “Para los cinco
sonetos burlescos que se siguen, se le dieron a la poetisa los consonantes forzados de que se
componen, en un doméstico solaz”. Finalmente, lo que resulta más peculiar es que existen dos
sonetos con versos oxítonos (el 186 y el 205-bis) en donde en uno de ellos Alatorre apunta: “Los
sonetos de versos agudos, reprobados en el siglo XVI, pasaron a ser en el XVII uno de los juegos
de ingenio”.50
En este punto es prudente detenerse para insistir en la visión totémica o deifica con la que
ciertos críticos y poetas puritanos dotan al soneto. Entre los diversos casos que existen, quiero
rescatar tres: 1. Se trata de una cita que informa sobre la fijeza de los sonetos de una poeta
decimonónica: Laura Méndez de Cuenca (1853-1928); se describe su búsqueda en la inmovilidad
de la forma y, con ello, su adhesión a la estructura tradicional. Méndez no sucumbió ante el
Modernismo y se mantuvo en la línea ortodoxa en lo concerniente a la estructura petrarquista.
48
Ibid., p.445.
49
El acróstico reza “Martín de Olivas”, a quien se le considera el único maestro de sor Juana.
50
Ibid., p.428.
56
Distinto a los otros dos casos, aquí, más que idolatrar la forma poemática se trata de un asunto de
legitimarla como poeta (lo que ni falta hace):
al escribir sus sonetos tampoco experimentó con la forma, acaso sólo la depuró en sus búsquedas
de temática y contenido, por tratarse del modelo por excelencia de la poesía; en sus sonetos
originales conservó la distribución en cuartetas y tercetos; los compuso siempre en endecasílabos
y mantuvo en todos el esquema de rimas trabadas ABBA para las cuartetas, y la distribución de
rimas en los tercetos, según los esquemas CDC DCD, que no alteró en ninguno de los que
emanaron de su estro.51
Aclaro: es lamentable, pero común, confundir la terminología y considerar que una cuarteta y un
cuarteto son lo mismo. Error, la terminación en femenino, -eta, implica que se trata de versos de
arte menor (terceta, quinteta, sexteta, hepteta, etc.); la terminación en masculino, -eto, indica que
los versos de la composición son de arte mayor (terceto, cuarteto, quinteto, octeto, etc.). Es claro
que hay figuras ambiguas como la sextina o la octava.
2. Un caso peculiar, los sonetos de Enrique Pérez López (Chenalhó, Chiapas, 1964)
publicados en la antología Palabra conjurada (cinco voces, cinco cantos) (1999), antología
importante en lo que atañe a la llamada “literatura indígena”. Se trata de seis sonetos escritos en
tzotzil. Se encuentran en el apartado “Sk’ejimolal k’in” (“Cantos para celebrar”). Es una edición
bilingüe. Tanto la presentación en tzotzil como la traducción al español riman, por lo que habría
que ahondar en los procedimientos de escritura. En español los versos no están bien escandidos:
tal vez en su lengua original sí lo estén, su factura es mediana. Lo relevante es la incursión del
Ángel José Fernández y Biaani Sandoval Toledo, “Los catorce sonetos de Laura Méndez de Cuenca” en Poetas
mexicanas del siglo XIX. Ensayos críticos sobre autoras y tema, Coordinación y estudio introductorio: Leticia
Romero Chumacero, México, UACM, 1ra edición, 2017. p.219.
51
57
poeta chiapaneco en la forma canónica y en la hegemonía del poema medido. Su valor radica en
que es un hallazgo, ya que no conozco ningún otro antecedente de sonetos en lenguas indígenas
(debe de haber más). Pregunté a Ezequiel Maldonado López, especialista en literatura indígena
contemporánea, si conocía algún otro caso de soneto en lengua originaria y respondió que no.
Esto hace pensar que dicho campo de estudio, de poemas medidos en lenguas indígenas, es
prácticamente virgen (aunque deben existir algunos estudios al respecto).
Ya que el caso es atípico, cabe preguntar: ¿Qué pretende demostrar Pérez López? ¿Lo
hizo por necesidad poética o por imposición poética? Lamentablemente, al leer los poemas en
español se torna más interesante saber cómo se efectuó el cómputo silábico, cómo se trasladó el
sistema de una lengua a la otra. No resultaría extraño que los sonetos adquirieran riqueza poética,
musical y de sentido en tzotzil. En el Anexo proporciono el original y la traducción del que, a mi
juicio, es su mejor soneto.
3. El sonetario de Ethel Krauze (1954) publicado también en 1999. Me refiero a los
amoretos. La autora los define así: “Amoreto es el amor hecho soneto, un amor que en el verso se
conjuga y es ahí donde habita y donde invita a compartir el espacio de sus páginas con quien en
este momento está leyéndolas”.52 Al escribir sonetos amorosos continúa una larga tradición, ya
que si algo abunda en los poemas (de cualquier tamaño y forma) durante la historia humana, son
los asuntos amorosos. Digno de aplauso el esfuerzo —el sonetario lo componen 60 sonetos—
pero más allá del neologismo, en los amoretos no existe ningún diferenciador real en la hechura
ni en el trato, se ciñen al poema amoroso tradicional: técnicamente, tal vez lo más relevante sea
presentar tercetos monorrimos (una rima distinta en cada uno) o permitirse rimar trasluce con
52
Ethel Krauze, Amoreto amor en soneto, México, Plaza y Valdés, 1a edición, 1999. p. 6.
58
dulce y pulse (soneto XLI). Krauze tampoco se salva de las grandilocuencias del soneto: “el
soneto es desafío permanente al que hay que acercarse con igual humildad que audacia”.53 E
inicia su nota introductoria de esta manera: “Si la poesía fuera una metáfora del paraíso,
seguramente el soneto sería el trono de Dios”.54 Una vez más se aprecia aquel uso de la
hipérbole, típico en quienes escriben sonetos a la manera clásica. Para reafirmar su postura, la
línea que persigue en su apuesta poética, puntualiza lo que debe entender el lector por soneto:
El soneto es un universo completo: con sus galaxias y sus constelaciones como estrofas y versos,
con sus estrellas, planetas y lunas como ritmos, rimas y cadencias girando en el espacio sonoro,
con su energía vital y su centro de fuego como magma de significados y propuestas que cobran
cuerpo y alma en cada lector, cada vez, como si volviera al origen mismo de la Creación; un
soneto es para la física la Gran Explosión sucediéndose en las páginas del libro como en el
pentagrama de la música de las esferas.55
Si imaginamos estos propósitos pero sin ornamentos, igualmente preocupados por los menesteres
técnicos como por los poéticos, el resultado es sor Juana. ¿En qué habrá fallado entonces al
esculpir sus sonetos? En casi nada, en realidad. Lo que suele aparecer son, más bien, usos que la
antigua crítica (siguiendo a Roland Barthes, a quien incorporaré en el siguiente apartado) se ha
empeñado en señalar, en denunciar como falta de pericia poética. Por ejemplo, no extraña que en
talleres de poesía como en asignaturas de letras se discuta si una palabra que tiene tilde al inicio
o al final pueda hacer sinalefa con aquella palabra que carece de tilde. Lo que suele decirse es
53
Ibid., p.5.
54
Ibid.
55
Ibid.
59
que en ese caso no hay sinalefa, debido a la tilde. La fonética y la fonología podrán decir que sí o
no, pero al poeta regularmente le importa poco la fonética y la fonología y emplea las licencias
más por intuición, más “de oído” (es tal la candidez del mundo del verso medido que presupone
que existe una especie de “oído universal”, una sola forma de escuchar). Pues bien, se incita a los
ignaros a ceñirse a tal indicación, mas la misma sor Juana a veces lo hacía: “Sólo a ti respetó_el
poder tirano”, 56 “Alza tú,_alma dichosa, el presto vuelo”,57 “¡Oh, qué_enseñanza llevan
escondida”,58 “hasta aquí_inteligencia soberana”, 59 “¿qué gracia pintaría, qué_hermosura”,60 o
este ejemplo en donde la sinalefa no hace diptongo sino triptongo (lo que tampoco está muy bien
visto por considerar que se fuerza la métrica): “ni_a_éste postrara alejandrina mano”.61
Asimismo, existen casos de sinéresis que los casticistas señalarían como inaceptables:
dos veces en el poema 207: “¿Quién creerá que, firmando ajena muerte” y “¡Aún no firméis!
Mirad si son violencias”; pero el que de verdad provoca controversia es el verso final del poema
158: “que porque todo poeta aquí se roza”. Alatorre anota que MP [Méndez Plancarte]
“corrige” (así, entre comillas) el verso de la siguiente manera: “ ‘porque todo poeta aquí se roza’,
para evitar —dice— ‘la dura sinéresis’ de poe-ta (dos sílabas), sinéresis ‘sin ejemplo en todas
[las] obras’ de sor Juana; esto no es del todo exacto: cf. núm. 50, v. 94, donde sor Juana no mide
po-e-ti-zar, sino poe-ti-zar”.62 En los versos sorjuanistas, para alcanzar el metro, también se
56
Op. cit., p.427.
57
Ibid., p.431.
58
Ibid., p.441.
59
Ibid., p.451.
60
Ibid., p.452.
Ibid., p.446. En este mismo poema hay dos casos más de sinalefa con tres vocales: “segunda vez a_Eurídice te
diera” y “ni_a_aquel el griego incendio consumiera”.
61
62
Ibid., p.400.
60
encuentra el reprobable uso de la diéresis: “de más dulce Arïón, Delfín ligero”,63 “Dulce deidad
del viento armonïosa”,64 “Cuanto canto süave, si violento”.65 Hay una dialefa que se antoja
capricho (seguro existen más): “y a quien lo \ huella, mancha inmundo el cieno” 66 e incluso un
verso con rima interna: “la losa que piadosa le recibe”.67 Esto bastaría para crucificar a cualquier
poeta contemporáneo y desdeñar sus sonetos, sin prestar atención a si el poema es funcional a
pesar de estas pequeñeces.
Aunque es anticuada, en la actualidad no faltan quienes siguen promoviendo la norma de
que las palabras finales de verso, las que riman, deben hacerlo completamente: esto quiere decir
que corresponderán a cabalidad vocales y consonantes. En este sentido no se consideraría rima:
sabes con graves o nobleza con cesa; esto se explica dada la antigua pronunciación española,
pero jamás aplicó para Latinoamérica, ya que en la práctica nunca hicimos distinción al
pronunciar z o s, b o v, ll o y. Sin embargo, sor Juana si incurrió en este “mal uso”.68 Mas nada de
esto es, en sí, trascendental. Lo verdaderamente reprochable se encuentra en los sonetos con el
siguiente número de identificación: 147, 153, 154, 155, 165, 167, 169, 170, 171, 184, 185, 197,
198, 201, 207, 209, ya que en ellos aparece una terrible falta de la cual pocos poetas se escapan:
los sonetos poseen rimas consonantes y asonantes. En el caso de sor Juana, esto sucede 16 veces.
Las asonancias se presentan generalmente en los tercetos. Sirva la siguiente cita de muestra, son
63
Ibid., p.439.
64
Ibid., p.440.
65
Ibid., p.444.
66
Ibid., p.413.
67
Ibid., p.434.
68
Lo hizo en los siguientes sonetos: 146,148, 155, 158, 163, 183, 201.
61
el segundo cuarteto y el primer terceto del poema 153. He marcado con cursivas las
coincidencias asonantes:
¡Oh, con cuánta razón el mundo aclama
tu virtud, pues por premio de tal hecho,
aun es para tus sienes cerco estrecho
la amplísima corona de tu fama!
Pero si el modo de tu fin violento
puedes borrar del tiempo y sus anales,
quita la pluma del puñal sangriento…69
¿De verdad nos encontramos ante una abominación? Por supuesto que no. Aún infringiendo la
sagrada norma de evadir las asonancias sor Juana sale indemne. Sin embargo, a ella se le perdona
y tolera por considerársele poeta sin igual (y que lo sea no es motivo para cegarse ante estas
minucias). Juan Bautista Villaseca (1932-1969) y Octavio Paz (1914-1998) también caen en esta
desobediencia, pero los ortodoxos recalcitrantes tolerarán el hecho en Paz —si acaso existe en
ellos el valor de nombrar el fenómeno— y no en Villaseca a quien, muy seguramente,
descalificarán. De momento es difícil comprobarlo, ya que Bautista Villaseca posee tan pocos
lectores que, incluso, ni siquiera tiene detractores.
69
Ibid., p.396.
62
ENFERMEDADES LITERARIAS DEGENERATIVAS: LA ASIMBOLIA Y EL VEROSÍMIL
CRÍTICO
Resulta sensato considerar la existencia de un modelo de análisis y crítica de obras literarias
“legítimo”, cuya base más que objetiva se sustenta en supuestos. El Premio de Poesía
Aguascalientes da muestra de esto: a 52 años de haberse instituido son varias las controversias
que lo aquejan. En la ponencia “Apuntes sobre el perfil poético que se busca en el Premio Bellas
Artes de Poesía Aguascalientes en el tercer milenio (2000-2018): Una posible receta para el
galardón”70 mencioné que —según lo indican las actas— las características que actualmente
desean los jurados (cuya rotación, por recurrir a los mismos autores, invita a la sospecha)
muestran valores reiterativos, los cuales acoté en cinco rubros: técnica, voz propia, unidad (o
coherencia), uso o acercamiento a la tradición y universalidad. Son estas cinco categorías las que
aparecen mayoritariamente como tabla de valores en la elección de las obras ganadoras. Llama la
atención, asimismo, que en un premio tan disputado y relevante la unanimidad sea la constante.
Los poetas galardonados también guardan un perfil determinado por las credenciales. La
mayoría cuenta con cuatro peculiaridades: becas, premios, obra publicada y formación
académica. Pocos no poseen las cuatro características pero cumplen, por lo menos, con tres: la
obra publicada es la que impera. Cuando expuse mi ponencia el último premiado era Balam
Rodrigo (1974). Poco después se reveló el nombre del nuevo vencedor: César Cañedo (1988),
quien ya tenía obra publicada, un premio y formación académica. El siguiente año obtuvo el
premio Elisa Díaz Castelo (1986), quien cubre las cuatro características antes mencionadas.
Texto leído el 23 de enero de 2019 en el primer Coloquio del Taller de Investigación Documental INBAL-UAM,
en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia (CCLXV).
70
63
Esto nada tiene que ver con el azar. Se requiere un análisis profundo de cada uno de los
poemarios beneficiados para saber si en verdad guardan calidad poética o si, simplemente, se
ciñeron a la tabla de valores que se emplea en el máximo galardón de poesía en México. Lo
menciono por venir a cuento: las actas de los jurados pueden tomarse como un modelo
prefabricado de “análisis” (es más una evaluación cuantitativa). Quede constancia de ello, por ser
tema notable.
Lo acotado anteriormente resulta útil para introducir dos términos que describen con
puntualidad cierta insana manera de criticar y analizar la literatura, términos que retomo de
Crítica y verdad de Roland Barthes (1915-1980). Me refiero al verosímil crítico y la asimbolia.
Antes de entrar de lleno en materia, conviene aclarar el contexto en el que Barthes escribió:
Crítica y verdad fue publicada en el año de 1966. Se trata de una respuesta al texto Nouvelle
critique ou nouvelle imposture de Raymond Picard donde ataca la llamada “nueva crítica”. En
respuesta, Barthes nombró “antigua crítica” a los métodos de análisis de los que se valía Picard y
muchos otros (y sucede aún, actualmente: a la Academia se le acusa de seguir estas fórmulas).
Por antigua crítica se alude a un simulacro de análisis, donde se da por sentado lo que las
obras deben contener y aportar, en lugar de estudiar lo que cada una propone; en este sentido el
crítico funge más como dictador que como analista, olvidando sus funciones: “Mientras la crítica
tuvo por función tradicional juzgar, sólo podía ser conformista, es decir conforme a los intereses
de los jueces. Sin embargo, la verdadera ‘crítica’ de las instituciones y de los lenguajes no
consiste en ‘juzgarlos’ sino en distinguirlos, en separarlos, en desdoblarlos”. 71 Algunos otros
aspectos con los que se desempeña la antigua crítica son la devaluación de la palabra, de la
71
Roland Barthes, Crítica y verdad, México, Siglo XXI, 17a reimpresión, 2014, p.14. Cursivas del autor.
64
crítica misma, al dejar de sugerir vías de entendimiento y volverse un censor cutre que enuncia lo
consabido: “En último término, las palabras no tienen ya valor referencial; sólo tienen un valor
mercante: sirven para comunicar, como en la más chata de las transacciones, no para sugerir. En
suma, el lenguaje no propone más que una certidumbre: la de la trivialidad: a ella, pues, siempre
se la elige”.72
También se enmarcan los límites de su discurso mediante mecanismos, otra vez, de
censura: “El hombre de la antigua crítica se halla en efecto compuesto de dos regiones
anatómicas. La primera es, sí así puede decirse, superior-externa: la cabeza, la creación artística,
la apariencia noble, lo que se puede mostrar, lo que se debe ver; la segunda es inferior-interna: el
sexo (que no se puede nombrar), los instintos”;73 el soneto ortodoxo presupone esta región
superior-externa: el pensamiento pero, sobre todo, la apariencia noble. Además de esto, la
antigua crítica, dada su insuficiencia intelectual, incita al temor: “Aplicada al espíritu, al
lenguaje, al arte, la palabra ‘peligrosa’ acusa inmediatamente todo pensamiento regresivo. Éste,
en efecto, vive en el temor […]; teme toda innovación, denunciada siempre como ‘vacía’ (en
general, es todo lo que encuentran para decir acerca de lo nuevo)”. 74
En la actualidad, ante variaciones hechas a la estructura clásica, no es inusitado oír como
recomendación la frase de “Cuidado, eso es peligroso (o riesgoso) por…”, vivimos en un
despiadado salvaguardismo que raya en la mojigatería, que se desplaza entre lo pusilánime y la
corrección política, en donde el poeta sólo ha de meterse a la cama con profiláctico; esta línea
poética de la higiene le va de maravilla a los eunucos defensores del soneto ortodoxo, en donde
72
Ibid., p.21.
73
Ibid., pp.25-26.
74
Ibid., p.12.
65
soneto equivale a puro o perfecto, a una perfección que supone una pureza técnica —a esto
reducen el poema— y no de asunto o sentido.
Por si esto no fuera suficiente, la antigua crítica se sustenta en una forma particular de
expresión que asume como universal, por lo que su palabra es ley. Así lo explica Barthes:
Es un idioma particular escrito por un número determinado de escritores, de críticos, de
cronistas, y que en lo esencial no remeda en modo alguno a nuestros escritores clásicos, sino sólo
el clasicismo de nuestros escritores. Esa jerga pasatista [sic] no obedece en modo alguno a
exigencias precisas de razonamiento, ni se caracteriza por una ausencia ascética de imágenes,
como puede serlo el lenguaje formal de la lógica […], sino por una comunidad de estereotipos, a
veces contorneados y sobrecargados hasta el culteranismo, por la afición a ciertos giros y, desde
luego por el rechazo de ciertas palabras, alejadas con horror o ironía como intrusas…75
He ahí la clave: ese modelo de análisis se sustenta en una “comunidad de estereotipos”. Más
adelante, Barthes da el tiro de gracia a la idea del lenguaje universal de la antigua crítica: “Este
universal, que no es sino lo corriente, resulta falsificado: se halla constituido por una cantidad
enorme de tics y de rechazos; no es más que otro particular: un universal de propietarios”.76 En
asuntos del soneto abundan tanto rechazos como tics.
Contrariamente, por nueva crítica se entiende un estudio que cuestiona los motivos de la
obra (y, según el caso, del autor y hasta de las implicaciones de recepción del posible lector);
esto significa que no se parte de un modelo de análisis o crítica preestablecido, sino que este se
va construyendo a partir de los hallazgos de la obra revisada, dado que el crítico verdadero (la
75
Ibid., pp.30-31.
76
Ibid., p.32. Cursivas del autor.
66
nueva crítica) no da por sentado cosa alguna: esta actitud le permite, incluso, revisar obras que se
suponen agotadas por los diversos estudios que se les han hecho. En palabras del propio Barthes:
“Nada tiene de asombroso que un país retome así periódicamente los objetos de su pasado y los
describa de nuevo para saber qué puede hacer con ellos: esos son, esos deberían ser los
procedimientos regulares de valoración”. 77 Para él, el crítico es otro tipo de escritor, de creador,
de artista, ya que también va construyendo una obra creativa.
Esto aporta mucho a mi investigación, pues con ello han de redondearse los obstáculos
que prevalecen en lo concerniente al estudio del soneto. Se mostrarán ejemplos que no son
exclusivos del análisis de la figura reina de la poesía pero que —sin ningún inconveniente—
encajan con la vetusta y disfuncional concepción, basada en la hipérbole y la división clasista. La
finalidad de ejemplificar con asuntos sí poéticos, pero no exclusivamente de sonetos, es la de
ampliar el panorama y zanjar errores que continúan en la enseñanza de la poesía.
Inicio por la asimbolia: “El antiguo crítico es víctima de una disposición que conocen
bien los analistas del lenguaje y que llaman la asimbolia: no puede percibir o manejar los
símbolos, es decir las coexistencias de sentidos”.78 La falta de rigor en el análisis de sonetos
heterodoxos —cuando no se trata de una defensa fanática de la ortodoxia— se inclina por el
desdén, se sustenta en la asimbolia, en la falta de pericia del crítico para interpretar los nuevos
patrones, las búsquedas poéticas o por ignorar la vasta diversidad de la estructura a lo largo de la
historia, por lo que es incapaz de comprender que su procedimiento de análisis será infecundo,
dado que no atenderá el paradigma que se le presenta, sino que intentará ajustarlo al que conoce.
77
Ibid., p.9. Cursivas del autor.
78
Ibid., p.41. Cursivas del autor.
67
Barthes ilustra esta práctica con cierta hilaridad: “¿Reprocharíamos a un chino […] que
cometiera faltas gramaticales en francés cuando habla en chino?”. 79 Sería como reprochar a un
poeta que su soneto polimétrico no fuera isométrico o como la queja que hizo Manuel Ponce
(1882-1948) a la obra de José Gorostiza (1901-1973):
El libro de José Gorostiza subió como el hongo de las armas nuevas […]. Pero, hay que
confesarlo, tan bello edificio se levantaba sobre una columna ideológica sin consistencia, ya
perfectamente catalogada por los tratados en su inepcia evolucionista. Después de algunos años,
Muerte sin fin nos da la sensación de haber sido escrita sin fin alguno. Nadie pudo tomarla como
una respuesta lógica a las angustias del hombre actual […]. Ese “Dios inasible que me ahoga…”
no es conceptismo ni gongorismo: es la retórica del antifaz que no tenía cara.80
Cegado por su creencia religiosa, el padre Ponce —en plena inepcia antievolucionista— no pudo
apreciar la obra de Gorostiza en sí misma, por lo que se remite a descalificarla. Suponiendo que
Muerte sin fin tuviera como propósito presentar “las angustias del hombre actual”, cabría
preguntarle a Ponce por qué la tentativa de respuesta debe ser lógica; más todavía: ¿de dónde
deduce que, de entrada, la obra gorostiziana responde cosa alguna (en lugar de, digamos,
solamente exponerla)? Otro rasgo de la asimbolia se encuentra con frecuencia en la comparación
descontextualizada (por medio de ella se descalifica): se compara el texto en cuestión con obras,
autores o movimientos consolidados que forman parte de alguna tradición, exactamente como lo
hace Ponce al alegar que el texto de Gorostiza vale poco no por tratarse de “la retórica del antifaz
79
80
Ibid., p.43. Cursivas del autor.
Citado por Antonio Alatorre, n.3, en “La crítica literaria” en Ensayos sobre crítica literaria, México,
CONACULTA, 1a reimpresión en Lecturas Mexicanas. Cuarta Serie, 2001, p.20. Alatorre extrajo la cita de “Dios y el
poeta” en Ábside, vol. 19, 1955, pp.330-331.
68
que no tenía cara”, sino por no emular alguna escuela de renombre, como el conceptismo o el
gongorismo, lo que resulta francamente candoroso.
Al revisar archivos en el Centro de Documentación Literaria Casa Leona Vicario,
encontré un procedimiento similar: se trata de una nota periodística que critica un libro de
sonetos (Noticia natural) de Tomás Segovia; desafortunadamente no está completa y no aparece
firmante alguno. Si bien al inicio enuncia verdades, termina por caer en la asimbolia total: “La
maravilla está en el poder haber escrito un soneto y no tanto en el soneto mismo. La mayor parte
de las veces se recurre a una vena humorística o de anacronismo hecho a propósito para salvar el
día y la forma misma. Unos cuantos, sin embargo, son sorprendentes, pero queda el resabio de
que no es Quevedo, ni Shakespeare, y entonces qué”.81 Es verdad: un gran número de sonetos se
escriben con la finalidad de cumplir un reto (el ritual iniciático) más que por necesidades o
búsquedas poéticas. Lo del humor y el anacronismo guarda algo de razón, pues llega a ser cierto,
mas no es ley, sobre todo en los casos donde el sonetista se vale de uno de esos elementos (o de
los dos) con propósitos inventivos o estéticos.
El soneto contemporáneo —siguiendo esta “crítica”— resulta insalvable, dado que por
muy sorprendente que sea, quedará “el resabio de que no es Quevedo, ni Shakespeare, y entonces
qué”. He aquí otro empleo de lo estipulado como máxima para desacreditar las incursiones que
no se ciñan al manual. Bajo esta misma “lógica”, cabe preguntarse para qué se escribe una crítica
como esa, dado que por muy buena que sea deja un mal sabor de boca porque no es ni Alfonso
Reyes ni Dámaso Alonso y así qué chiste. Lo deseable sería que este tipo de comentarios, que
presuponen pasar por altos o informados, tuvieran la misma calidad literaria que exigen a la obra
81
“En las marismas de la retórica” en Novedades, 28 de junio de 1992. Sin número de páginas.
69
que critican. Muestro un extracto más de esta pseudocrítica, en donde mediante el
cuestionamiento se pone en tela de juicio otro ámbito de la obra, de manera tramposa, que
nuevamente tiene como fin denostar la calidad poética no por la obra en sí, sino por los supuestos
que debe poseer: “¿De intentar un acercamiento a un público más amplio, no se estaría tratando
de producir una poesía cuyo estilo fuera más bien un lugar común, y por tanto, fuera a fin de
cuentas comparable con las estatuillas de porcelana que se encuentra uno en cualquier hogar
clasemediero?”.82 Esta vez se alude a las intenciones de los sonetos, que al atender asuntos
sexuales deben —sí o sí— tener como propósito llegar al público amplio, lo que implicaría el
uso del lugar común, dado que el público amplio (el vulgo) no pasa de zarrapastroso y de gustos
simplones (la zona inferior-interna para la antigua crítica), cuya máxima representación de
cultura se halla en “las estatuillas de porcelana que se encuentra uno en cualquier hogar
clasemediero”, porque se sabe que en un hogar clasemediero —si acaso alguien consume poesía
en una repugnante madriguera de esas— no se leen poemas de buena calidad: se trata de una
suculenta “crítica” de clases para una figura poemática que reiteradamente se utiliza como
instrumento clasista entre los poetas.
Continúo con el siguiente concepto: el verosímil crítico. Con este nombre Barthes
designa aquellos “juicios” que son, más bien, moldes.83 Lo explica de esta forma:
82
Ibid.
En el caso del soneto, sirve de ejemplo la prosodia del endecasílabo, pues ha de tener, a como dé lugar, acento en
sexta sílaba o cuarta y octava, reduciendo el verso a una musicalidad paupérrima. El supuesto de dicha norma se
debe a que estos dos modelos son los más agradables al oído. Hasta donde sé, no existe ningún estudio que
demuestre que este tipo de endecasílabos agrade más a las personas que, digamos, el galaico o el de gaita gallega.
Esto es una exquisitez, dado que sólo un oído sumamente entrenado es capaz de notar las variaciones acentuales.
Este verosímil crítico intenta sostener la existencia de un supuesto oído universal que, en realidad, no existe. Por
esto le es necesaria la homogeneización: ya que la mayor parte de los sonetos están escritos en esta clase de
endecasílabos —por intentar seguir una norma—, se facilita la introducción y aceptación de tal espejismo, se busca
uniformar por medio de la repetición hasta volverla tendencia y después dogma.
83
70
La antigua crítica no carece de relación con lo que se podría imaginar de una crítica de masa, por
poco que nuestra sociedad se lance al consumo del comentario crítico de igual modo que se
entrega al consumo del film, de la novela o de la canción; al nivel de la comunidad cultural,
dispone de un público, reina en las páginas literarias de algunos grandes diarios y se mueve en el
interior de una lógica intelectual que no permite contradecir lo que proviene de la tradición, de
los Sabios, de la opinión corriente, etc. Hay, en suma, un verosímil crítico.
Ese verosímil casi no se expresa en declaraciones de principio. Siendo lo que va de suyo,
permanece más acá de todo método, puesto que el método es antes bien el acto de duda por el
cual uno se interroga sobre el azar o la naturaleza. Se capta sobre todo lo verosímil en sus
asombros y sus indignaciones ante las “extravagancias” de la nueva crítica: todo en ella le
parece “absurdo”, “impertinente”, “aberrante”, “patológico”; todo en ella le “inspira pavor”.
Lo verosímil crítico gusta mucho de las “evidencias”. Sin embargo, esas evidencias son más que
nada normativas.84
El final de la cita es contundente, lo que para la antigua crítica son evidencias no pasa de
tentativas de uniformidad, procedimientos normativos.85 En el Anexo pueden consultarse dos
sonetos peculiares (por sustentarse en un raro endecasílabo cuyos acentos obligados recaen en la
tercera y séptima sílabas) que contradicen la costumbre endecasílaba. El primero pertenece al
poeta puertorriqueño Luis Lloréns Torres (1876-1944): los versos 1 y 7 carecen de rima; repite el
verso 3 en el inicio del segundo cuarteto. El segundo soneto tiene por autor al vate peruano
Manuel González Prada (1844-1918): es casi de verso blanco, pues riman asonantemente el 4
con el 9 y el 6 con el 10; sin embargo, sustituye la concordancia de la rima por otra: los acentos
en la tercera sílaba corresponden a palabras esdrújulas. Él mismo lo advierte: “Ensayo de un
84
Ibid., pp. 15-16. Cursivas del autor.
Para ilustrar esta situación, piénsese en aquellos “críticos” que desdeñan sonetos porque no ven dos cuartetos y
dos tercetos o porque no están facturados con endecasílabos.
85
71
nuevo endecasílabo con hemistiquio esdrújulo y sin acentos en 4a., 6a., ni 8a”.86 La vocal más
utilizada en los acentos en tercera sílaba es la “a” (8 veces): hubiese sido mayor el reto si se
agregara un esquema vocal simétrico basado en la heterometría… En contra de la supuesta
musicalidad superior que ensalza el pretendido oído universal, ninguno de los dos poemas suena
mal ni molestan a las trompas de Eustaquio.
Para aquellos que “juzgan” de esta manera desmedida las incursiones líricas, prevalece
una repulsión natural por la novedad. No es para menos. Actualmente abundan los charlatanes
que se escudan en “lo novedoso” para ocultar sus bodrios versísticos a los que llaman poemas.
Pero también lo opuesto existe, ya que medir el verso ayuda a maquillar la mediocridad poética y
hace pasar por bueno lo que podría ser francamente malo. El verso medido presupone calidad,
aunque se conozca lo falso de tal aseveración. En este sentido, el verosímil crítico semeja una
verdad absoluta, basada en una especie de fuerza superior a la que no se debe contradecir. Esto se
aprecia en el soneto tradicional, en donde la técnica adquiere tintes mitológicos que terminan por
volverse dogma. Por esta razón romper su estructura ortodoxa se considera, para los puritanos,
como quebrantar un sacramento.
Una de las mentiras más reiteradas de este verosímil crítico es aquella de que al poema no
se le puede cambiar ni una sola palabra cuando se concluye. El problema es complejo desde el
inicio del postulado: ¿cuándo se termina un poema? Estas afirmaciones se encuentran, por
ejemplo, en Helena Beristáin (1927-2013). En la siguiente cita expone, primero, las posibilidades
de “traducir” al habla común un texto científico sin que su información se desvirtúe. Después
explica por qué no es posible hacer lo mismo con un poema —salvo con fines didácticos— y
Manuel González Prada, “El rincón florido” en Exóticas, archivo pdf disponible en https://www.biblioteca.org.ar/
libros/300724.pdf (poema 55, p.41).
86
72
finalmente ahonda en los motivos por los que un poema debe citarse siempre tal cual fue escrito.
La discusión es tramposa, dado que bastaría con puntualizar que los fines de un texto científico
no son los de un texto poético (o literario) por lo que la comparación sale sobrando:
Podemos traducir, por ejemplo, un texto científico sobre medicina, de la jerga científica, llena de
tecnicismos, en la que fue redactado para los especialistas, a la jerga común del habla cotidiana
de los estudiantes o de los profanos. Podemos expresar su mismo significado en distintas
ocasiones, cada vez con distintas palabras, respetando la exactitud del mensaje, es decir, sin
desvirtuar la información que contiene, verbi gratia: "se practica una incisión en el abdomen",
"se efectúa un corte sobre el vientre", "se hace una herida en la piel sobre el intestino", etcétera,
expresiones todas metalingüísticas, entre las cuales, como es natural, unas funcionan mejor que
otras.
El poema, en cambio, se resiste a ser glosado, ya que la paráfrasis lo borra y lo sustituye.
No podemos citar un texto vertiéndolo en sinónimos, traduciéndolo a palabras distintas de las
que usó su creador, pues el significado poético es inseparable de su significante, al cual está
vinculado de modo indisoluble. Al explicar, pues, un texto poético utilizando otras palabras (cosa
que hacemos los profesores constantemente en la cátedra con propósito didáctico), en realidad lo
convertimos a un lenguaje no poético, a un metalenguaje que pretende explicar e interpretar el
lenguaje poético.
Debido a que es imparafraseable, se dice del lenguaje poético que dura, pues permanece
como tal ya que, en él, la unidad del signo (de su significante y su significado) es indestructible,
por lo que sólo es legítimo citarlo literalmente. Además, su permanencia se debe también a que
el exceso de relaciones acumuladas en el interior del texto literario (las paradigmáticas y las
sintagmáticas) hacen de él una pieza sólida, un bloque cuya desintegración es difícil. 87
Helena Beristáin, Análisis e interpretación del poema lírico, México, UNAM, 1a edición, 1989. pp.37-38.
Cursivas de la autora.
87
73
Este supuesto puede guardar veracidad en algunos poemas (sobre todo líricos) pero no en, por
ejemplo, el poema narrativo, ya que sus procedimientos son diferentes: aquí la oralidad juega un
papel destacable, pues los poemas se alteran, adquieren diversos cambios al ir de boca en boca,
perdiéndose muchas versiones antes de pasar del habla a la letra. Los romances retomaban versos
de la poesía épica hispánica88 y a partir de ellos se elaboraba el poema entero; como es de
imaginar, los versos célebres también eran modificados, con lo que en ocasiones se
perfeccionaban; a veces sólo se renovaban las imágenes poéticas. En este tipo de poemas la
refundición explícita de versos es esencial y, de hecho, también llega a serlo para la poesía lírica
cuando se refunden o reescriben versos que gozan de prestigio, ya sea como homenaje o
actualización (una nueva temporalidad o una resignificación).89
En lo concerniente al complicado tema de cuándo un poema está terminado, o un
poemario, pienso en dos casos contemporáneos de la poesía mexicana a los que no les interesa
este supuesto, dada su hechura. El primero de ellos es el proyecto poético Para deletrear el
infinito de Enrique González Rojo Arthur (1928-2021), cuya lógica parte de un poema escrito en
1972, dividido en 15 cantos, cada uno de sus cantos se convirtió en un poemario, pues su
intención es la de hacer “un poema de nunca acabar”; González Rojo Arthur lo explica así:
Véase Eduardo Hurtado, “El romance”, en Tres formas: romance, octava real y verso libre, México, LunArena
Editorial, Ediciones Arlequín, Editorial Ariadna y Casa del Poeta, 1a edición, 2005, p.22.
88
Ejemplos abundan, Juan Bautista Villaseca retomó el más célebre verso de Cesare Pavese (“Vendrá la muerte y
tendrá tus ojos”) y escribió “Vendrá la muerte y me hallará viviendo”. José Carlos Becerra se valió de un verso de
Bécquer para luego darle un giro: “volverán las oscuras golondrinas, / volverán a saludar a los muertos en el fondo
de nuestros platos”. Isabel Fraire toma como leitmotiv la obra cumbre de T. S. Eliot para protestar: “por qué carajos
no se habrá terminado / abril es el mes más cruel // abril en octubre en noviembre en diciembre / abril perpetuo
como raíz terca”. Asimismo, puede citarse el ready made que Baudelio Lara hizo sobre un poema de Gonzalo Rojas,
en el que mayoritariamente cambió palabras porque su destinatario era otro: el poema de Rojas se titula “A unas
muchachas que hacen eso en lo oscuro” y el de Lara “A unos muchachos que hacen eso en lo oscuro”.
89
74
Este insólito deseo de ‘practicar el infinito’ es la razón de fondo que me ha llevado a la idea, que
le da sentido a mi vida literaria, de que el extenso poema ya publicado en 1972, se me vuelve el
programa de toda mi actividad literaria presente y futura, afirmación esta que debe entenderse en
el sentido de que voy a intentar transformar cada uno de los quince cantos que conforman la obra
de 1972 en quince libros.90
Otro caso que contradice aquello del poema terminado es Cuerpos, de Max Rojas (1940-2015).
Se trata de una obra que rebasó al poeta mismo. Él lo expresa en la nota preliminar, cito:
“Cuerpos se comenzó a escribir en junio de 2003 y muy pronto amenazó en convertirse en un
poema interminable. Para mediados de 2009 el libro terminó por hartarme, así que lo abandoné,
lo que no quiere decir que esté terminado. Quien lo desee puede seguir escribiéndolo”. 91 Aunque
no sea la norma, deben existir más proyectos poéticos que consideren la incompletud o la
imposibilidad como fundamento de su estructura (bastará con recordar los sonetos de Raymond
Queneau Cien mil millardos de poemas, cuya hechura de versos intercambiables va a
contracorriente de la inmovilidad: la canjeabilidad de los versos, la sustitución, es su hilo
conductor).
Octavio Paz hizo lo propio al impulsar la creencia de la inmovilidad de las palabras en el
poema acabado, creencia en la que, penosamente, se insiste en la actualidad:
Hay muchas maneras de decir la misma cosa en prosa; sólo hay una en poesía. No es lo mismo
decir “de desnuda que está brilla la estrella” que “la estrella brilla porque está desnuda”. El
sentido se ha degradado en la segunda versión: de afirmación se ha convertido en rastrera
90
Enrique González Rojo Arthur, El antiguo relato del principio, México, Edit. Diógenes, 1a edición, 1975. p.11.
91
Max Rojas, Cuerpos, México, CONACULTA, 2011, p.9.
75
explicación. La corriente poética ha sufrido una baja tensión. La imagen hace perder a las
palabras su movilidad e intercanjeabilidad. Los vocablos se vuelven insustituibles, irreparables.92
Se debe comenzar aclarando que este es un argumentum ad consequentiam de los que tanto
disfrutaba Paz. Su juicio no sólo nace del gusto (de la arbitrariedad), sino que se vale de la
falacia para sustentar su afirmación. O —tendiéndole una cortesía— descontextualiza la
naturaleza del verso que refiere, ya que al reacomodar la sintaxis (canjea la preposición de y la
conjunción que por la conjunción causal porque) pretende que ha demostrado la validez de su
supuesto, bajo la aseveración de que prevalece la superioridad de la afirmación sobre la
explicación. En su ejemplo mantiene el endecasílabo, sin embargo al modificarlo altera la
prosodia pasando de los acentos en 3-6-7-10 a 2-4-6-8-10, transformando el ritmo mixto en
yámbico, lo cual poco o nada dice en realidad, dado que ningún ritmo es superior a otro (como
tampoco lo es la afirmación sobre la explicación).
Resulta que la “evidencia” que presenta —aquello de “La imagen hace perder a las
palabras su movilidad e intercanjeabilidad. Los vocablos se vuelven insustituibles,
irreparables”— carece de perspectiva y resulta insuficiente como prueba de cosa alguna. Por sí
sólo el verso que Paz cita y altera (cuyo autor es Rubén Darío) parece darle la razón, mas dentro
de su contexto —el poema intitulado “Yo soy aquel que ayer no más decía”— se comprende que
su construcción atañe, en gran medida, a procesos sonoros: el verso citado pertenece a un poema
conformado por 28 serventesios, es decir, 112 versos endecasílabos. El que Octavio Paz utiliza es
el número 94 (el segundo de la estrofa 24). Si bien mantuvo la medida silábica para su ejemplo,
no consideró —o se negó a nombrar— dos detalles necesarios en la construcción de la imagen de
92
Octavio Paz, El arco y la lira, México, FCE, decimosexta reimpresión, 2008, p.110.
76
este verso medido: la rima y el hipérbaton.93 La imagen del verso que cita Paz no sólo se
construye a partir de la afirmación, sino también de las limitantes de la rima y la prosodia, que
obligan el hipérbaton.
La elección paciana resulta desafortunada para la demostración de sus enseñanzas, dado
que ese poema de Darío tiene la peculiaridad de poseer rimas internas (consonantes y asonantes)
con palabras agudas, mayoritariamente en las sílabas sexta y cuarta-octava. Marco las
concordancias existentes en la estrofa de donde Paz extrajo el verso:
Por eso ser sincero es ser potente;
de desnuda que está, brilla la estrella;
el agua dice el alma de la fuente
en la voz de cristal que fluye de ella.94
Obsérvese en el verso tres la rima asonante entre agua y alma, mismas que no marqué porque no
se trata de un caso de palabra oxítona. Léase la tirada de versos del 30 al 33, rima interna en
sexta sílaba: “hora crepuscular y de retiro; / hora de madrigal y de embeleso, / de ‘te adoro’, de
‘¡ay!’ y de suspiro”, o del verso 35 al 37: rima interna constante en cuarta sílaba, también
aparecen otras palabras agudas: “un renovar de notas del Pan griego / y un desgranar de
músicas latinas. / Con aire tal y con ardor tan vivo”. Los versos 66 y 69 son ejemplos de rima
leonina, también con palabras oxítonas en cuarta y octava sílabas: “emanación del corazón
Frecuentemente el hipérbaton es consecuencia de la rima, salvo en casos estéticos puntuales; también es
fundamento de poetas mediocres para enrarecer la enunciación y llamar poesía a sus intentonas.
93
Rubén Darío, “Yo soy aquel que ayer no más decía” en Libros poéticos completos y antología de la obra dispersa,
Edición de Ernesto Mejía Sánchez, Estudio preliminar de Enrique Anderson Imbert, México, FCE, 4ta reimpresión,
2018, p.250.
94
77
divino”; “Bosque ideal que lo real complica”. El poema está repleto de casos como estos; ya el
primer verso de la composición —que utilizan para titular el poema— da constancia de esta
incursión rítmica-sonora, nótese el número de palabras agudas: “Yo soy aquel que ayer no más
decía”, mismas que propician rimas asonantes: yo-soy-no, aquel-ayer.
Podrá alegarse que lo expuesto sólo reafirma el verosímil crítico que Beristáin y Paz
defienden, que hay tales coincidencias en el poema que lo vuelven inalterable. No es así.
Primero, lo expuesto desmiente que la construcción de la imagen en el verso de Darío se deba a
que “afirmar” posee mayor tensión poética que la de “explicar”. Siguiendo ese tono paciano,
podría argüirse que el verso original peca de cacofónico: “de desnuda…” y que, incluso, la
propuesta de Paz se aproxima a la perfección prosódica, dado que no sólo elude el horrísono
acento antirrítmico de la séptima sílaba (de desnuda que está, brilla la estrella), sino que alcanza
una simetría acentual de sílabas pares (un ritmo yámbico), por lo que en nada extrañaría que
varias personas prefiriesen la modificación.
Segundo, si el verso no puede cambiarse no se debe a la composición de la imagen per
se, sino a que debería buscarse una sustitución más elaborada, una que respondiese a las
concordancias del poema en su contexto, a los requerimientos técnicos que el mismo Darío se
impuso, requerimientos que van más allá de un metro fijo. Para ilustrar lo que asevero recurro a
Jorge Cuesta (1903-1942), específicamente a su soneto “una palabra obscura” del que se conocen
tres versiones. Valiéndome de las maneras pacianas —si son válidas en él lo han de ser en
cualquiera— transcribo las tres versiones del verso tres, fue de los que más alteraciones sufrió, e
invito al lector a señalar el que pertenece a la última versión (el “definitivo”): “y la templanza
que encerró el tesoro”, “y a la avaricia congelada en oro”, “y al inhumano dios interno el lloro”.
78
¿Alguno de los versos es definitivamente superior al otro? o ¿será que nuestra decisión se somete
al gusto? Expuesto de esta forma resulta difícil saberlo: aún cotejando las tres versiones no sería
sencillo conocer cuál ha sido la definitiva, la “inmoble”.
Casos semejantes se encuentran en los Sonetos votivos de Tomás Segovia (1927-2011) o
en los sonetos que escribiese Juan José Arreola (1918-2001) y que aparecen en Perdido voy en
busca de mí mismo. En el Anexo podrán encontrarse las tres versiones del soneto de Cuesta, así
como dos versiones de un soneto de Segovia y las tres versiones de un soneto que Arreola
escribiera a Sara, la mujer con la que se casó. En Segovia se trata de dos versiones que le
parecieron dignas de publicación, comparten los cuartetos. En el caso de Arreola parece más un
ejercicio de depuración, ya que en la segunda versión modifica seis versos y en la tercera sólo
cambia dos palabras y signos de puntuación. El caso de Arreola resulta peculiar por
considerársele cuentista, aunque su latido de poeta es innegable. Recuérdese su afamado: “el
sapo es todo corazón”, texto incluido —nada más y nada menos— en la antología Poesía en
movimiento; y el volumen que recoge sus conversaciones y charlas titulado Y ahora, la mujer…
da cuenta de su vena de poeta oral.
Pero regresando a Jorge Cuesta y los cambios que hizo al soneto citado, y a varios otros,
Víctor Díaz Arciniega (1952) comenta en un inteligente ensayo: “Los cambios responden a algo
obvio: Cuesta busca precisar conceptos con objeto de decantarlos, de despojarlos de impurezas y
lastres que puedan estorbar la idea contenida; desea eliminar lo material y anecdótico, lo
connotativo de la palabra, para dejarla sólo en lo que es, denotación pura, ser”.95 Esta tentativa
puede intentar emparejarse con el verosímil crítico del poema definitivo: sin embargo, no aplica
Víctor Díaz Arciniega, “jorge cuesta, ‘el más triste de los alquimistas’” en multiplicación de los contemporáneos.
ensayos sobre la generación, México, UNAM, 1988, p.76. Cursivas del autor.
95
79
a cada uno de los poemas escritos, por lo que no debe considerarse una ley universal de la poesía,
si acaso una posibilidad. Tampoco sabremos si Cuesta quedó convencido de que la versión
última de aquel soneto era la definitiva o si la vida no le alcanzó para continuar trabajándolo.
Para evitar incógnitas, presento la cronología de los versos de Cuesta, datos tomados del
mismo ensayo96 de Díaz Arciniega: el primero es una versión manuscrita sin data: “y a la avaricia
congelada en oro”; la segunda versión aparece en Tierra Nueva en 1942: “y al inhumano dios
interno el lloro”; la última versión se encuentra en Estaciones, fechada en 1958: “y la templanza
que encerró el tesoro”. La distancia entre la segunda versión y la “definitiva” es de más de una
década, por lo que parece sensato que se le hicieran cambios, dado que el poeta de 1942 no era el
de 1958.
Para concluir con este verosímil crítico, no voy lejos y cito fragmentos de las
advertencias que se hacen al lector en cada una de las tres ediciones de Libertad bajo palabra,
fechadas respectivamente en 1960, 1967 y 1995, citas que desmienten la aseveración de lo
inmoble del “poema terminado”. Subrayo las contradicciones. De la primera edición: “Se han
excluido los poemas de adolescencia, con la sola excepción de cuatro composiciones iniciales de
la sección Puerta condenada. El autor, además, ha desechado algunos poemas; otros aparecen en
versiones corregidas”.97 Advertencia de la segunda edición: “No estoy seguro de que un autor
tenga derecho a retirar sus escritos de la circulación. Una vez publicada, la obra es propiedad del
lector tanto como del que la escribió. No obstante, decidí excluir más de cuarenta poemas en esta
segunda edición de Libertad bajo palabra […] corregí unos cuantos poemas y me pareció que,
96
Véase la n.3, pp.63-64.
97
Octavio Paz, Libertad bajo palabra. Obra poética (1935-1857), México, FCE, tercera reimpresión, 2003, p.9.
80
sin renunciar a la división en cinco secciones, era necesario ajustarse con mayor fidelidad, hasta
donde fuese posible, a la cronología”.98 Esto es más drástico aún, pues comienza con una especie
de disculpa para inmediatamente decir pero no me importa (“no obstante”); luego menciona la
omisión de poemas enteros, lo que es otra forma de canjeabilidad, esta vez en la concepción del
poemario, al cual no sólo se le mutila sino que también se le reconfigura la composición entera,
con lo que ya no se trata, únicamente, de la inmovilidad del poema sino de una obra completa.
En la primera edición a Paz le resultó intrépido no ceñirse a la cronología. Cambió de parecer en
la segunda: no le bastó con corregir unos cuantos poemas y deshacerse de algunas decenas de
ellos, sino que también cambió la estructura toda, procurando mantener —ahora sí— un orden
cronológico. La advertencia de la tercera edición —en un tono parecido al hartazgo— ya es
insostenible: “Esta edición de Libertad bajo palabra […] incluye correcciones hechas por el
autor. Por lo tanto puede considerarse una versión definitiva”.99 ¿Es definitiva por las
correcciones del autor? Porque en cada edición hubo correcciones del autor. Excusas más,
excusas menos, lo sensato es abandonar de una vez y para siempre la idea de que los poemas,
una vez concluidos, se vuelven intocables. Son intocables porque el poeta decide no regresar a
ellos y no porque en verdad no sean perfectibles, eso es todo.
Lo común es que el poeta concluya su trabajo y continúe con otros proyectos. Los
motivos por los que considera que una obra está terminada son múltiples e inciertos, más
intuitivos que premeditados. Existen programas poéticos que aspiran a la perfección y en esos
casos los poemas tardan en salir a la luz. Mas no cada programa poético sigue esa línea. Y que la
98
Ibid., p.8.
99
Ibid., p.7.
81
norma sea terminar una obra y comenzar otra, no indica que los poetas no echarían mano a sus
poemas anteriores si tuvieran la oportunidad, como le encantaba hacerlo a Paz. Hay quienes por
la idea de conservar la esencia de lo que fueron prefieren no modificar sus versos. Hay quienes
más pudorosos o vanidosos o en nombre de la poesía (y aprovechando su madurez) optan por
realizar cambios en pro del poema. Conviene aquí recordar a Valéry y su frase: “los poemas no
se terminan sino que se abandonan” (justo como lo dijo Max Rojas con su monumental poema:
“el libro terminó por hartarme, así que lo abandoné”) y “abandonarlos” responderá a diversas
circunstancias.
No debe olvidarse que este supuesto de la fijeza del poema acabado nace de una
necesidad de justificar el trabajo académico, las licenciaturas y posgrados dedicados a la
literatura; con postulados como estos se pretende darle un cariz cientificista al estudio de las
obras, mostrar la relevancia que existe en dicho quehacer, en sus investigaciones. Nada más
alejado de la realidad: en las ecuaciones cambiar un número sí afectará el proceso, en química
agregar más o menos de una sustancia también puede acarrear grandes repercusiones; hasta que
un francotirador realice su disparo un grado a la derecha o a la izquierda de su objetivo puede
hacerlo errar, pero esto no ocurre en el poema: si bien distintas versiones pueden llegar a dar
distintas sensaciones o imágenes, esto no implica que el llamado “poema definitivo” goce de
aceptación total, que nadie prefiera alguna versión pasada, porque si bien la exactitud del
lenguaje es relevante en los poemas (tan relevante como la flexibilidad de significados), no posee
el mismo peso que en las llamadas ciencias duras. Este proceso de acreditación academicista
comenzó a extenderse en México a partir de la década del setenta, según lo señala Carlos
Monsiváis:
82
Desde los años setenta la expansión de la industria académica es la presión tomada en cuenta
para una revaloración general. Crece la montaña de voluminosas tesis doctorales, la orientación
bibliográfica se dirige hacia las fuentes secundarias, se igualan las técnicas de la interpretación y
del comentario, con pretensiones aceleradamente científicas. Y, en la antesala de lo canónico, se
atiende a muy diversos autores con la seriedad antes sólo destinada a los clásicos.100
Concluyo con dos puntualizaciones: 1. Insisto en una lectura más amplia, una “lectura completa”
de los presupuestos canónicos y tradicionales, para ir quitando terreno al verosímil crítico, puesto
que aún los manuales procuran hacer mención de las incursiones poéticas, aunque no las revisen
ni ahonden en ellas. Navarro Tomás en su entrada del soneto101 señala las rimas cruzadas en los
cuartetos (ABAB-ABAB) o los cuartetos con rimas independientes (ABBA-CDDC), así como los
que poseen versos de cabo roto, entrelazados o de rimas dobladas, alternas o derivativas, del uso
del estrambote o de las incursiones modernistas que facturaban sonetos en metros variados, que
iban de dos sílabas hasta las veinte. Antonio Quilis (1933-2003), por su parte, dedica más espacio
al soneto 102 y refiere un “esquema del soneto clásico” (nombrarlo de esta forma indica que
existen otros esquemas que no se ciñen al clásico) y atiende las modificaciones que sufrió en el
Modernismo, además de las rimas cruzadas o los cuartetos independientes, menciona una
combinación de estas dos formas, así como la rima de los tercetos que concluyen en pareado, la
inclusión de metros diversos y —lo más relevante— la heterometría, asunto apenas explorado
100
Carlos Monsivais, “La crítica literaria en México: invención, revisión, ampliación y olvido del canon”, en Nuevo
Texto Crítico, Año VII, Número 14/15, Julio 1994-Junio 1995, pp.75.
101
Arte del verso, México, Cía Gral. de Ediciones, S.A., 3ra edición, 1965, pp.134-137.
102
Métrica española, España, Ariel, 2a impresión, 2014, pp.136-147.
83
por la academia (los sonetos con dos o tres metros no abundan). Igualmente menciona el soneto
con estrambote.103
2. Para combatir la asimbolia valdría la pena hacer manuales de procedimientos poéticos
atípicos, una especie de teratología104 poética en la poesía mexicana (probablemente estemos
atrasados en dichos usos). Una obra que estudiara las innovaciones poéticas de fines del siglo
XIX y todo el siglo XX, en donde se analicen verso como estos, de empleo moderado: “la
serpenteante lengüeta del clímax, / en este impasse languidece la rima…”105 o “tiemblas tú con
una leve alegría, / al pensar que sufro porque te amo”106 en donde el acento obligado recae en
cuarta y séptima sílabas en el primer ejemplo (con apariciones de endecasílabos de gaita gallega)
y en la quinta sílaba en el segundo (el endecasílabo galaico), versos del músico Jaime López y el
poeta Rubén Bonifaz Nuño, respectivamente. De esta forma se contribuiría a desarmar a la
antigua crítica, quien no sabe responder ante la inestabilidad y por ello defiende a muerte la
ortodoxia, que es la afirmación de lo estable, de la norma, de lo común y trivial (que es lo que
conoce con mayor profundidad).
Se trata de otro tipo de poema apenas explorado por los poetas contemporáneos por considerarlo, quizá, como
una especie de “trampa”, o de distanciamiento con la tradición o la ortodoxia, cuando este tipo de soneto
corresponde de manera sobrada a la tradición.
103
104
Originalmente el término pertenece a una rama de la ciencia que estudia las anomalías y malformaciones en
organismos animales y vegetales, así como en criaturas anormales. Se trata, en fin, de las alteraciones del desarrollo:
es en este sentido en el que me valgo del término, un área de estudio de las alteraciones poéticas tradicionales o
canónicas.
105
Jaime López, Lírica, México, Cal y Arena, 1997, p.28.
106
Rubén Bonifaz Nuño, De otro modo lo mismo, México, FCE, 1a reimpresión, 1986, p.67.
84
1. TRANSICIONES DE LA FORMA CANÓNICA
85
86
GÉNESIS EN EL SIGLO XX: SALVADOR DÍAZ MIRÓN Y RAMÓN LÓPEZ VELARDE
Inicio con una génesis que no existe y por esto mismo, por inexistente, debe fundarse. Debido a
la falta de trabajos que rastreen los cambios que la estructura petrarquista ha sufrido en nuestra
lírica, propongo a Salvador Díaz Mirón (1853-1928) y a Ramón López Velarde (1888-1921)
como los iniciadores, como los padres del soneto heterodoxo en México. Los motivos de esta
selección son sencillos: Díaz Mirón ejerció modificaciones al soneto de manera sistemática en
Lascas (1901) su poemario cumbre; además, exportó el soneto continuo, lo desarrolló y le aportó
una variante de repetición. Asimismo, experimentó con distintos metros en la forma italiana.
El caso de López Velarde es menos conciso porque la mayoría de sus sonetos pertenecen
a su época de juventud y a su primer poemario: La sangre devota (1916), por lo que es obra
dispersa, él no sistematiza; sin embargo, la hechura de sus poemas, así como las incursiones que
realizó a la estructura permiten considerarlo un punto de partida. El dilema se encontraba entre
elegirlo a él o Alfredo R. Placencia (1875-1930), quien tuvo oportunidad de experimentar más
con el soneto: sin duda mucho le debemos. El problema es el nulo conocimiento que se tiene de
la vasta obra de R. Placencia. Ese fue el motivo de mayor peso por el cual he preferido a López
Velarde: súmese que pese a nacer 12 o 13 años antes que el autor de “La suave patria”, las
primeras publicaciones de R. Placencia aparecieron en la década del 20, cuando Velarde ya había
muerto. Por esto no lo coloco como iniciador, aunque sí atiendo sus innovaciones y propuestas
en el siguiente apartado. En última instancia, Díaz Mirón y López Velarde hicieron mucho en
poco, ya que entre los dos suman un total de 42 sonetos, el mismo número que hiciera el marqués
de Santillana solo.
87
En cuanto a José Juan Tablada (1871-1945) y Efrén Rebolledo (1877-1929) —posibles
candidatos— fueron descartados como precursores del soneto heterodoxo en México por
cuestiones distintas: el primero, que también cito en otro apartado de este capítulo, realizó
experimentos poético en general, y por ello no sorprende que los haya hecho con el soneto, mas
sabemos que sus logros formales no se encuentran en la llamada figura reina de la poesía en
donde suelen ser más relevantes sus procedimientos de disposición que su contenido: sin duda
posee mayor peso el cómo presenta los sonetos que lo que los versos mismos aportan, esto no
quita mérito alguno al poeta. Lo interesante en Rebolledo respecto al soneto no radica en la
mecánica de su técnica sino en la estética: modernista a fin de cuentas, Rebolledo introduce
exotismos en sus sonetos, así como temas lúgubres o que atañen a la sensualidad, pero su valor
radica en el desarrollo de esos tópicos. Su Caro victrix (1916) abona a la lírica (tanto a la
mexicana como a la universal) no porque se trate de sonetos, sino por los alcances poéticos que
su búsqueda estética consigue en esos poemas de temática “decadentista”. Estos sonetos son más
una crítica a la burguesía y a la normatividad de los cuerpos, más un llamado a la libertad
mediante la presentación de lo diferente, de aquello que no es “lo estipulado”:
los elementos eróticos que enarbolan los textos se oponen a las “relaciones de buen
entendimiento” entre el artista y su público, lo que amplifica el discurso de la sensualidad y lo
transforma en la proposición de un principio de realidad antitético al principio de realidad
represivo de la modernidad. Esta oposición no es incidental, forma parte de un proceso que
continúa hasta nuestros días: la construcción y transformación de los discursos del cuerpo. Éstos
son parte integral de los cimientos de la civilización moderna; no obstante, en el fin de siglo tuvo
lugar, debido a todas las circunstancias que en la época confluyeron, una importante
diversificación. Conocer, aunque sea en parte, la naturaleza de esta dispersión discursiva y el
88
impacto que tuvo en las estructuras de las relaciones con el otro servirán para entender el lugar
que tuvo en su entorno Caro victrix.107
El caso de los sonetos de Rebolledo es similar al de los textos del marqués de Sade (1740-1814),
en tanto que guardan dos claros niveles de lectura: el literario y el filosófico. Quien sólo
encuentra en Sade pornografía y no alcanza a ver los postulados filosóficos detrás de los diálogos
de sus personajes, no ha leído a Sade. Algo similar, guardando las proporciones, ocurre con Caro
victrix: la apuesta no sólo es poética sino también ética.
Los otros dos nombres que, por su relevancia literaria, pudieran encabezar esta génesis
aquí propuesta son Enrique González Martínez (1871-1952) y Alfonso Reyes (1889-1959);
aunque encontré gratas sorpresas —los consideraba netamente ortodoxos— no alcancé a ver en
ellos los elementos necesarios para asumirlos como precursores de la heterodoxia. González
Martínez escribió muchos sonetos: en sus poemarios Preludios (1903) y Lirismos (1907) la
mayoría de los poemas son sonetos; en Silenter (1909) ya la forma petrarquista comienza a dejar
el protagonismo; en Los senderos ocultos (1911) aparece menos y en La muerte del cisne (1915)
regresa con insistencia, aunque ya no mayoritariamente como en las primeras dos obras. De este
poeta rescato dos sonetos que pueden consultarse en el Anexo; ambos pertenecen a La muerte del
cisne: el primero se titula “Al espíritu del árbol”, es inusual por tratarse de un soneto
heptadecasílabo —metro básicamente inaudito y nada trabajado en nuestra lírica—; el segundo
lleva por título “Mañana los poetas”, en él se muestra una secuencia poética que es cíclica: se
trata del desdén que guardan los jóvenes escritores por los poetas formados. La razón de este
Alí Hassan Rafael Franco Rodríguez, La tentación de Rebolledo: Caro victrix, del erotismo en situación, Tesis de
Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas, Directora Dra. María de Lourdes Franco Bagnouls, México, UNAM,
febrero de 2017, p.27.
107
89
proceder es sencilla: aquellos poetas viejos también desdeñaron, cuando fueron jóvenes, a los
poetas consolidados: se trata de la sucesión poética y de la tradición simbolizada por la lira que
se desempolva; en el soneto se presupone que, irremediablemente, cuando la obra del joven
poeta madure también será estudiada (y desdeñada por los más jóvenes).
De Alfonso Reyes maravilla el dominio técnico que poseía. Era un sonetista de la higiene
y esto no le impidió momentos lúdicos: se permitía el juego y los retos; en ese sentido es un
sonetista más del entendimiento que del sentimiento, más del cálculo que del canto, lo que no le
impide ser emotivo. Maneja el humor y la ironía con fineza: en el Anexo se encuentra un soneto
que da fe de ello, se titula “Penuria de muerte”, y uno que muestra su manejo técnico “¡La
sinalefa!”, soneto que no tiene ni una sola sinalefa. Ambos realizaron distintas intervenciones en
la estructura ortodoxa que van desde practicar metros alternos al endecasílabo o el alejandrino,
como el dodecasílabo (“Odore di femina”) hasta sonetos dialogados (“¡Celeste Adelaida!”), uso
del verso moderno (“Spleen”), la inclusión de un heptasílabo entre endecasílabos (“Sin reposo”
el apartado I), Variaciones de rima (“Amor pedante”), sonetos oxítonos (“En la muerte de Jesús
E. Valenzuela”) y un largo etc., que aparece como particularidades o rasgos lúdicos.
Aclarados mis motivos, doy paso a los dos poetas que elegí. Los abordo desde distintos
ángulos, pues Díaz Mirón puede analizarse desde la unidad que otorga el poemario y por ello
atiendo más la forma que el fondo; esto no es así en López Velarde, ya que como lo mencioné
sus sonetos se encuentran dispersos y por ello atiendo más el contenido, como para procurar una
homogeneización de sus tentativas sonetísticas.
90
Salvador Díaz Mirón
Salvador Díaz Mirón aseveró lo siguiente sobre su afamado poemario Lascas (1901): “Esta
colección de versos constituye, por hoy, mi único libro AUTÉNTICO; y ninguna de las poesías que
lo integran ha sido publicada antes de ahora”.108 En dicha obra aparecen 18 sonetos (distribuidos
en 15 poemas). Es interesante observar las innovaciones que Díaz Mirón realizó en ellos, siendo
la más recurrente su fijación por el soneto continuo: es decir, un soneto que sólo emplea dos
rimas consonantes. Sirva de ejemplo el poema con el que principia Lascas, en donde al poeta le
ha parecido adecuada la figura poemática del soneto para presentar su poética:
A MIS VERSOS109
Insensibles a fiestas y grimas
y con alas de luz de centellas,
pero esquivos a cautas doncellas,
difundíos por gentes y climas.
No sois gemas inmunes a limas
y con lampos de fijas estrellas,
sino chispas de golpes y mellas
y ardéis lascas de piedras de simas.
Salvador Díaz Mirón, Prólogo a Lascas: “Dos palabras”, en Salvador Díaz Mirón. Poesía completa,
Recopilación, introducción, bibliografía y notas de Manuel Sol, México, FCE, 2da reimpresión, 2012, p.395. Las
versalitas son de la edición.
108
109
Ibid., p.399.
91
Pero hay siempre valer en las rimas.
¿Por qué duran refranes? Por ellas,
y no suelen llevarlas opimas.
Id, las mías, deformes o bellas:
inspirad repugnancias o estimas,
pero no sin dejar hondas huellas.
La estructura de rima es la siguiente: ABBA-ABBA-ABA-BAB. La concepción de sus versos no es la
de aquellos que persiguen lo inmaculado con fines netamente ornamentales, ya que asevera: “No
sois gemas inmunes a limas / y con lampos de fijas estrellas” o, lo que es igual: no están exentos
de errores, pueden mejorarse; no poseen el distante brillo de las estrellas, de lo inalcanzable. En
cambio, comprende sus versos como “chispas de golpes y mellas”; es decir, hay esmero y
dedicación en ellos; reconoce el empeño técnico que acompaña a sus poemas: los destellos que
suscitan se deben al golpe del martillo contra el cincel. Es por esos golpes —que generan chispas
y mellas— que se solicita a los poemas “ardéis lascas de piedras de simas”: sus versos son lascas
(pequeños trozos que se desprenden de la roca) pero no de cualquier piedra, sino de piedra de
sima: la sima es una cavidad grande y profunda formada en la tierra; en este sentido, se trata de
la piedra que rodea la circunferencia que forma acantilados o cañones: sus lascas son la minucia
de una inmensidad.
Inmediatamente después, en el primer terceto, el poeta aclara el motivo por el que recurre
solamente a dos rimas en sus sonetos: “Pero hay siempre valer en las rimas. / ¿Por qué duran
refranes? Por ellas, / y no suelen llevarlas opimas”; el poeta reconoce que las rimas poseen valor,
que logran hacer valer las ideas y como ejemplo de ello menciona a los refranes, cuya estructura
92
no suele contener diversidad de rimas (no es opima en ellas). De esto puede deducirse que un
menor número de rimas puede facilitar la memorización del poema. De los 18 sonetos que hay
en el libro, 11 son continuos y de esos sólo el de “A mis versos” y “El muerto”, no repiten
versos; los nueve restantes reiteran en el último terceto algunos versos del primer cuarteto o del
segundo, a manera del ritornello, empleado en el rondel. Más adelante se encontrarán ejemplos
de este tipo. En el Anexo puede consultarse el otro soneto continuo que no se vale de
repeticiones: “El muerto”.
No he logrado encontrar a quién se le atribuye la invención de esta forma, pero Juan Díaz
Rengifo (1553-1615) presenta uno en su célebre Arte poética española (y pienso que esa obra es
la fuente que populariza, si no es la que bautiza, al soneto continuo). Transcribo la definición y el
ejemplo:
CAPITULO LXXVI
DE EL SONETO CONTINUO.
El Soneto Continuo solo se diferencia de el Simple, ò terciado, en que tiene los
consonantes de las Bueltas de el mismo genero, que los de los Pies, y por eso se llama Continuo,
porque los continùa con los de los Pies, concertando el primero de la primera Buelta, con el
postrero de los Pies: y el segundo con el penultimo; y los demàs vàn terciados, como:
Ceniza espiritada, vil mixtura,
Hombre de polvo, y lagrimas formado,
Por ley Divina à muerte condenado:
Por qué no pones freno à tu locura?
Comienza ya à llorar con amargura
Lo mucho, que à Dios tienes enojado,
93
La mala vida, el tiempo mal gastado,
Si no te quieres vèr en apretura.
Llamandote està la sepultura,
Lugar estrecho dò serà enterrado
Deleyte, honra, mando, y hermosura,
Y quanto en esta vida es estimado:
El alma es inmortal, y siempre dura,
En sola ella emplea tu cuydado.110
Entonces, además de seguir la tradición del soneto continuo, Díaz Mirón modifica la forma en
algunos de sus poemas adhiriéndoles la repetición de versos hacia el final, con lo que la
continuidad se extiende más allá de la rima en una suerte de poema cíclico (no necesariamente
los versos iniciales son los finales). Más que el sentido del poema, lo que deseo dejar expuesto es
la mecánica de la composición, de la repetición de versos para completar el soneto. Cito dos
ejemplos. En el primero se repetirán dos versos del primer cuarteto (vv.1-2) en el segundo terceto
(vv.13-14):
LA CANCIÓN DEL PAJE111
Tan abierta de brazos como de piernas,
tocas el arpa y ludes madera y oro.
Dejo al mueble la plaza por el decoro
y contemplo caricias a hurgarme tiernas.
Juan Díaz Rengifo, Arte poética española, archivo digital de la edición aumentada, Barcelona, 1759, en
http://bibliotecavirtual.larioja.org/bvrioja/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=153003, p.101.
110
111
Salvador Díaz Mirón, op. cit., p.452.
94
A tu ardor me figuras y subalternas
en la intención del alma que bien exploro,
y en el roce del cuerpo con el sonoro
y opulento artefacto que mal gobiernas.
Y tanto me convidas, que ya me infiernas;
y refrenado y mudo finjo que ignoro,
para que si hay ultraje no lo disciernas.
Por fiel a un noble amigo pierdo un tesoro...
Tan abierta de brazos como de piernas,
tocas el arpa y ludes madera y oro.
En el segundo ejemplo, los versos que se reiterarán se encuentran en el segundo cuarteto (vv.
7-8) y vuelven a aparecer en el sitio de los versos 13 y 14:
¡AUDACIA!112
Basta de timidez. La gloria esquiva
al que por miedo elude la pelea
y con suspiros lánguidos rastrea,
acogido a la sombra de la oliva.
Sólo una tempestad brusca y altiva
112
Ibid., p.466.
95
encumbra la pasión y la marea,
¡y en empinados vórtices pasea
el abismo de abajo en el de arriba!
¡oh rebelde¡ ¡conquista la presea;
goza de la hermosura inebriativa
y horror a los demás tu dicha sea!
arrostra por la gracia la diatriba,
¡y en empinados vórtices pasea
el abismo de abajo en el de arriba!
Pareciera que los versos que se replican son la médula de la enunciación, la esencia del sentido
lírico en la que se equilibra la composición entera, ya que no presentan atisbos de ser elecciones
azarosas, sino los detonadores de los poemas, la semilla de esos sonetos que —sin sospecharlo—
ya se encontraban completos en sí mismos. Casos de esta construcción poemática en México
existen a lo largo del siglo XX. En el Anexo dispongo diversos ejemplos de distintos autores que
facturaron el soneto continuo, así como variantes en la rima, incluso una especie de soneto
semicontinuo. La muestra de sonetos continuos (o derivaciones de él) tiene el propósito de dar
constancia de la influencia que ejerció Díaz Mirón en nuestras letras, dado que él empleó este
modelo sistemáticamente.
Otro elemento relevante, de composición, es el metro: no deja de sorprender que en
menos de una veintena de sonetos se experimente tanto, cuando la mayoría de los poetas se valen
de dos o tres metros en toda su obra. Para Lascas Díaz Mirón usó seis distintos metros, todos de
96
arte mayor: decasílabo, endecasílabo, dodecasílabo, tetradecasílabo, hexadecasílabo e
icosasílabo. La lista es la siguiente (los sonetos continuos se encuentran marcados por un
asterisco):
• DECASÍLABO: A mis versos,* Cintas de sol (3).
• ENDECASÍLABO: Engarce, A ti,* A ella,* ¡Audacia!,* Entre dos lentes.*
• DODECASÍLABO: Música de Schubert,* El muerto,* Música fúnebre,* Canción medioeval,* La
canción del paje.*
• TETRADECASÍLABO: Ejemplo.
• HEXADECASÍLABO: La giganta (2).
• ICOSASÍLABO: Gris de perla.*
Llama la atención el uso del decasílabo y el dodecasílabo, metros que silábicamente se
encuentran próximos al endecasílabo: pareciera que el poeta los disfraza, dado que la diferencia
silábica entre estos dos metros y el endecasílabo sólo es de 1 sílaba rítmica (-1 en los decasílabos
y +1 en los dodecasílabos). Esto se debe a la construcción de los versos, más precisamente a su
prosodia, pues en ambos metros prevalece la típica acentuación del endecasílabo en sexta sílaba.
La forma más recurrente en la que Díaz Mirón estructura sus decasílabos es la de 5 + 5 que, en la
clasificación de Tomás Navarro Tomás, se trata del decasílabo compuesto polirrítmico:
“DECASÍLABO
COMPUESTO POLIRRÍTMICO.
—Combina las variedades compuestas dactílica y
trocaica con versos mixtos de hemistiquios de uno y otro tipo. Precedentes en el verso de arte
mayor del siglo XV. Frecuente desde el neoclasicismo”.113 A este tipo de decasílabo (el que más
abunda, pues compone el poema “Cintas de sol”, hecho a base de tres sonetos) debe sumarse el
113
Tomás Navarro Tomás, Arte del verso, México, Compañía General de Ediciones, S.A., 3a edición, 1965, p.51.
97
llamado decasílabo dactílico simple: “DECASÍLABO DÁCTILO SIMPLE.—Acentos en tercera, sexta
y novena. Frecuente en canciones antiguas junto con los dáctilos de nueve y doce sílabas. Muy
usado en himnos patrióticos. Independiente desde el siglo XVII”.114 Aunque de manera más
práctica, a este verso se le puede dividir en dos tipos: los que más abundan y se forman a partir
de un conteo de 7 + 3 o los que se componen de 6’ + 4. Estos últimos son llamativos porque en
ellos la acentuación de la sexta sílaba es aguda [eso es lo que indica la marca: ’ ]. Muestro los
tres versos así estructurados (todos aparecen en el poema “A mis versos”, citado al inicio de este
apartado); señalo en cursivas las palabras agudas con acento en sexta sílaba:
1. y con alas de luz de centellas,
2. Pero hay siempre valer en las rimas.
3. pero no sin dejar hondas huellas.
En el caso de los sonetos construidos por dodecasílabo, Díaz Mirón utilizó el llamado
dodecasílabo de 7-5: “Lo forman dos hemistiquios desiguales; el primero, de siete sílabas; el
segundo, de cinco; ambos, polirrítmicos. Equivale a media cuarteta de seguidilla. Precedentes en
el Siglo de Oro. Desarrollado en la poesía romántica y modernista”. 115 No está por demás
recordar que la estructura de la seguidilla es 7- 5a 7- 5a, con rima en los versos pares, lo que bien
podría interpretarse como un pareado dodecasílabo al sumar 7 + 5 y 7 + 5: 12A-12A. En los
sonetos de “El muerto” y “La canción del paje” se observa la construcción dodecasílaba que se
ha mencionado. No debe olvidarse que la estrofa era utilizada para acompañarse con música y
114
Ibid., p.49.
115
Ibid., p.56.
98
baile: teniendo eso en cuenta, Rubén Darío (1867-1916) usó, precisamente, este verso en su
poema “Elogio de la seguidilla”, del que reproduzco algunos versos sobre las cualidades que el
poeta encontró en la estructura de esta estrofa: “Metro mágico y rico que el alma expresas /
llameantes alegrías, penas arcanas”; “Las almas harmoniosas buscan tu encanto, / sonora rosa
métrica que ardes y brillas”; “el músico te adula, te ama el poeta”; “Tienes toda la lira; tienes las
manos / que acompasan las danzas y las canciones”; “Ramillete de dulces trinos verbales, /
jabalina de Diana la Cazadora, / ritmo que tiene el filo de cien puñales”.116 Una hipótesis
aventurada —he de confesarlo— es la de considerar que Díaz Mirón cultivó el dodecasílabo por
influjo de Rubén Darío, expresamente por un soneto construido a base de estos versos que fue
escrito por el mismo Darío y que tituló “Salvador Díaz Mirón”; el texto está fechado en 1890.
Reproduzco los tercetos; nótese cómo en los versos 10 y 13 (que en la cita vienen a ser el 2 y el
5), los hemistiquios heptasílabos terminan en palabra esdrújula, por lo que se les ha de restar una
sílaba. Con esto se deja perfectamente en claro la posición de la cesura:
Lo que suena en tu lira lejos resuena,
como cuando habla el bóreas, o cuando truena.
¡Hijo del Nuevo Mundo! la humanidad
oiga, sobre la frente de las naciones,
la hímnica pompa lírica de tus canciones
que saludan triunfantes la Libertad.117
Rubén Darío, Libros poéticos completos y antología de la obra dispersa, Edición de Ernesto Mejía Sánchez,
Estudio preliminar de Enrique Anderson Imbert, México, FCE, 4ta reimpresión, 2018, pp.215-216.
116
117
Ibid., p. 181.
99
El único soneto en el que Díaz Mirón construyó a partir de versos alejandrinos —el célebre
metro utilizado por Berceo y con el que popularizó la cuaderna vía— es el de “Ejemplo”. Se trata
de un poema oscuro (por el tema) que no alude, precisamente, a un ejemplo de cómo valerse de
recursos poéticos; el soneto presenta imágenes de un ahorcado, con lo que se comprende que el
ahorcamiento se realizó como ejemplo de lo que le ha de suceder a quien incurra en determinadas
conductas: esto nunca se aclara; lo más que se tiene es el tercer verso que explica que el
ahorcado es el resultado de un veredicto, un fallo difícil de creer: [ahí yace el cuerpo colgado]
“rindiendo testimonio de inverosímil fallo”. Es un soneto lúgubre pero bello, doloroso. Lo
reproduzco a continuación:
EJEMPLO118
En la rama el expuesto cadáver se pudría,
como un horrible fruto colgante junto al tallo,
rindiendo testimonio de inverosímil fallo
y con ritmo de péndola oscilando en la vía.
La desnudez impúdica, la lengua que salía,
y alto mechón en forma de una cresta de gallo,
dábanle aspecto bufo; y al pie de mi caballo
un grupo de arrapiezos holgábase y reía.
Y el fúnebre despojo, con la cabeza gacha,
escandaloso y túmido en el verde patíbulo
118
Salvador Díaz Mirón, op. cit., p.420.
100
desparramaba hedores en brisa como racha,
mecido con solemnes compases de turíbulo.
Y el sol iba en ascenso por un azul sin tacha,
y el campo era figura de una canción de Tíbulo.
Aunque en la mayoría de los versos cada hemistiquio posee dos acentos, es relevante la prosodia
de los versos 4 y 12, pues construyen hemistiquios gemelos. No es casualidad que Díaz Mirón
haga esto en los momentos del poema en donde ocupa términos musicales: “ritmo” y
“compases”. El primer ejemplo es este:
y con ritmo de péndola - oscilando en la vía.
Los acentos de cada hemistiquio son 3-6 / 3-6. La escena busca retratar el movimiento del cuerpo
colgante, su vaivén, su movimiento pendular. Para lograrlo el poeta echa mano del verbo
“oscilar”. El segundo verso con hemistiquios gemelos es el siguiente:
mecido con solemnes - compases de turíbulo.
Aquí los acentos recaen en segunda y sexta sílabas en cada parte: 2-6 / 2-6. Se retrata el mismo
fenómeno, el movimiento del cadáver. En esta ocasión el verbo que su utiliza para conseguir la
imagen es el de “mecer”. Si en el primer caso la comparación fue con el ritmo de una péndola
(una especie de eje que oscila y forma parte de los relojes de pared, generalmente como un
ornamento) en esta segunda mención la comparación es con un turíbulo (es decir, con un
101
incensario), objeto que aparece en ritos religiosos y es manipulado por una persona, de ahí que se
meza con solemnidad. Si bien los versos no comparten las mismas sílabas acentuadas, lo que sí
comparten es el orden de las vocales acentuadas, en el primer verso: ritmo, péndola, oscilando,
vía. En el segundo: mecido, solemnes, compases, turíbulo. En ambos la vocal acentuada al
inicio y al final es la i; en ambos las vocales tónicas dentro del verso tienen la consecución e-a: la
cadena de vocales acentuadas en ambos versos para presentar la imagen del cuerpo colgado, que
se mece sin vida, es la misma: i-e-a-i.
En cuanto a los otros poemas de metro compuesto tenemos el de “La giganta”, hecho por
dos sonetos, ambos con versos de 16 sílabas (hexadecasílabo). Al final del poema —el último
terceto del soneto II— se le informa al lector que la elección de este largo e inusual metro no es
casualidad, y que responde a una representación que busca hacerle justicia a la estatura de la
mujer a la que se dedican:
Y con métrica hipertrofia, no al azar del gusto electa,
marco y fijo en un apunte la impresión de mis sentidos,
a presencia de la torre mujeril que los afecta.119
El otro soneto de metro extenso es el de “Gris de perla”. Si en “La giganta” Díaz Mirón duplicó
el octosílabo para obtener versos de 16 sílabas, en “Gris de perla” duplica el decasílabo, con lo
que obtiene versos de 20 sílabas (icosasílabo). Habrá que estudiarlo con detenimiento, ya que
aunque los decasílabos suelen mantener las formas mencionadas anteriormente (7 + 3 o 6’ + 4)
hay variantes. Baste decir que este soneto es continuo y que expresa el deseo de exploración
119
Ibid., p.416.
102
formal; sirve un tanto como justificación a las incursiones técnicas que acreditan su poética. Es
un cuestionamiento a lo estipulado. Dejo dos citas en donde, considero, está patente lo que recién
he mencionado. Se trata de los versos 1 y 2, así como de los versos 11 y 12:
Siempre aguijo el ingenio en la lírica; y él en vano al misterio se asoma
a buscar a la flor del Deseo vaso digno del puro Ideal.
*
y si el Gusto en sus ricas finezas pide nuevo poder al idioma,
aseméjase al ángel rebelde que concita en el reino del mal.120
Finalmente, el último soneto que aparece en Lascas es el que se titula “Entre dos lentes”. Según
lo indica a pie de página Manuel Sol, este fue el poema que se escribió al final —está fechado el
16 de junio de 1901— cuando ya estaba muy avanzada la impresión del libro, según consta en
una nota que apareció en El Orden el 2 de junio de 1901. La peculiaridad de este soneto es que
Díaz Mirón invierte el orden de las rimas: las que aparecen primero en los extremos luego
aparecen al centro. Esquemáticamente esto es:
ABBA-BAAB.
El otro soneto donde altera los
cuartetos es en “Gris de perla”: en él opta por la rima trenzada en lugar de la típica abrazada.
Concluyo con la cita de los cuartetos de “Entre dos lentes” para apreciar mejor el fenómeno, que
no es exclusivo de Díaz Mirón, y paso a López Velarde:
Bruno el sombrero que a lucir campea
con alto moño y superior plumaje.
Faz que vela su olímpico linaje
120
Ibid., p.438.
103
y que de negro el tul raya y puntea.
Azabache tejido el noble traje;
y al cuello en un listón rica presea:
adamantino aljófar que chispea
en dos aros que intrincan maridaje.121
Ramón López Velarde
Ramón López Velarde —según puede revisarse en le edición que hizo José Luis Martínez y de
donde tomo los versos aquí expuestos— únicamente escribió 19 sonetos (presentados en 18
poemas): 13 se encuentran en la parte titulada “Primeras poesías” y 6 en el poemario La sangre
devota (1916). Para los fines de este apartado, me he tomado la libertad de considerar este
compendio de sonetos como una unidad —respetando su orden de aparición en la edición
mencionada— para poder comentarlos con mayor amplitud, lo que me obliga a buscar puntos de
articulación que permitan ofrecer una constancia de los procedimientos más característicos de
López Velarde en el soneto, mismos que quizá se encuentren en otros poemas suyos. Propongo
como objetivo comunicativo de los sonetos el fungir de testimonio ante la relación afectiva del
yo lírico con las mujeres (son el denominador común, aparecen en todos los poemas). Hay
sonetos de amor y desamor. Prevalece la añoranza, la nostalgia o la imposibilidad, así como el
121
Ibid., p.470.
104
recuerdo, la tristeza y la distancia (tanto física como afectiva; hay un anhelo palpitante por el
terruño). Cito algunos ejemplos:
y oyendo los poetas vuestros discursos sanos
para siempre se curan de males ciudadanos,
y en la aldea la vida buenamente se pasa. 122
Contextualizo: los poetas al oír lo que las provincianas hablan en sus balcones (que una ya tiene
novio y otra se casa) sienten alivio, pues no deben preocuparse de encontrar en ellas los vicios de
la ciudad. Implícitamente los versos contraponen a las mujeres de provincia —quienes tienen
“discursos sanos”— con las de la metrópoli: aunque no hay un juicio de valor puntual sobre los
“discursos” (entiéndase: pláticas) de las citadinas, se infiere que no deben ser buenos, dado que
la ciudad guarda vicios: “males ciudadanos”. Para López Velarde la urbe representa el pecado
(un pecado que lo seduce) y la provincia la pureza: “La tensión siempre irresuelta entre pecado y
pureza incluye la de la capital y la provincia: otras dos casas de López Velarde son las del paraíso
perdido de la provincia y el apasionado paraíso del pecado capital”.123
El verso final se coordina con la oración que formaron los dos versos anteriores y, de esta
manera, se liga a los poetas con la aldea, a los de afuera con lo de adentro. Pienso que en López
Velarde la provincia es más un estado anímico, una forma de ser, que mera geografía, que
Ramón López Velarde, “Del pueblo natal”, en La sangre devota, en Obras, José Luis Martínez, compilador,
México, FCE, 4a reimpresión, 2014, p.159.
122
José Joaquín Blanco, Crónica de la poesía mexicana, Guadalajara, Jalisco, Departamento de Bellas Artes
Gobierno de Jalisco, Textos Latinoamericanos, 1a edición, 1977, p.159.
123
105
colorido paisaje. En López Velarde la estructura del soneto, como representación de la forma, es
la ciudad y la provincia su esencia, el fondo, lo que se escancia. Otro ejemplo:
¡Oh qué gratas las horas de los tiempos lejanos
en que quiso la infancia regalarnos un cuento!
Dormida por centurias en un bosque opulento,
despertaste a la blanda caricia de mis manos.124
En esta estrofa se trasluce la añoranza por llevar a cabo lo aprendido en la niñez, por vivir un
amor de cuento de hadas, en donde la metáfora de la espera, de aguardar al príncipe azul, es
representada por la princesa que duerme: lo que “el hombre indicado” despierta no es a la
princesa sino su sexualidad, su voluntad de amor. Los verbos conjugados en el segundo verso,
querer y regalar (quiso-regalarnos), plantean —me parece— un ideal, un ideal que —como en
varios sonetos de Velarde— jamás se realiza. La no realización de los ideales es una constante en
los sonetos de López Velarde. Un tercer ejemplo:
Feliz era mi alma sin que estuviese sola:
había en torno de ella pan de hostias, el vino
de consagrar, los actos con que Jesús se inmola
y tesis de Boecius y de Tomás de Aquino.125
En el primer verso —la oración principal— se hace referencia a lo apacible que es la vida del
seminarista, vida que se lleva a cabo alejada de las personas, cierto, pero no por ello el
124
Ramón López Velarde, “Color de cuento”, op. cit., p.112.
125
Ibid., “Del seminario”, p.117.
106
seminarista se encuentra solo, ya que los siguientes tres versos del cuarteto enlistan aspectos que
acompañan al estudioso de la religión en sus menesteres: la hostia y el vino de consagrar los que,
como se sabe, simbolizan el cuerpo y la sangre de Jesucristo; asimismo, se encuentran las
enseñanzas de Cristo [“los actos con que Jesús se inmola”]: ¿la humildad, el sacrificio, la
postulación del amor como máxima de vida?, no queda claro. Finalmente, al seminarista lo
acompaña el pensamiento [tesis] de otros hombres, pensamiento al que accede en su formato de
libro; de ellos menciona —valiéndose de la metonimia de autor por obra— a Boecius (quizá se
refiera, por ser su obra más célebre, a la Consolación de la filosofía) y a Tomás de Aquino (tal
vez, por las mismas razones que con Boecio, aluda a la Suma teológica).
Es interesante mencionar que ambos autores fueron canonizados y que valdría la pena
revisar las afinidades entre la obra de ellos y la de López Velarde, sobre todo con Boecio, quien
fue mártir y a quien se le considera un puente entre el mundo clásico y el Medioevo: “Llamaron
último romano a Boecio pues con él murió un poco de la cultura clásica”.126 Así también lo dijo
Benedicto XVI en la Audiencia General del 12 de marzo de 2008: “Boethius was described as
the last representative of ancient Roman culture and the first of the Medieval intellectuals”.127 Y
sobre este mismo tema, agregó:
Faithful to his family's tradition, he devoted himself to politics, convinced that it would be
possible to temper the fundamental structure of Roman society with the values of the new
Víctor Hurtado Oviedo, La Nación Áncora, “El último romano”, Costa Rica, Domingo 14 de junio de 2009 en
http://wvw.nacion.com/ancora/2009/junio/14/ancora1993369.html revisado el 11 de noviembre de 2019.
126
Benedicto XVI, “Boethius y Cassiodorus”, en General Audience, Paul VI Audience Hall, Wednesday, 12 March
2008, Libreria Editrice Vaticana, disponible en https://web.archive.org/web/20081228052658/http://www.vatican.va/
holy_father/benedict_xvi/audiences/2008/documents/hf_ben-xvi_aud_20080312_en.html Revisado el 11 de
noviembre de 2019.
127
107
peoples. And in this new time of cultural encounter he considered it his role to reconcile and
bring together these two cultures, the classical Roman and the nascent Ostrogoth culture.128
De la misma manera, para José Joaquín Blanco, López Velarde representa un punto de unión
entre los dos Méxicos, un “nudo” entre la ciudad y la provincia:
los poemas malditos de estos dos autores [Tablada y Rebolledo] fueron suficientes para crear la
idea de una perversa “poesía capitalina”, insinuada un tanto por el escandaloso suicidio de Acuña
y la desinhibida frivolidad de Gutiérrez Nájera. Por la otra parte, Othón había fijado un modelo
insuperable de “poesía provinciana”. Ramón López Velarde representa el nudo de ambas
tendencias, un nudo inestable que dedica su primer libro precisamente “a los espíritus de
Gutiérrez Nájera y Othón” […], sólo hasta Gutiérrez Nájera existe un poeta de la capital, franca
y absolutamente capitalino; sólo hasta Othón, existe un poeta enemigo de la capital que se
propone todo un sistema poético para engrandecer la provincia. Gutiérrez Nájera sencillamente,
como buen capitalino, ignoró la provincia: cuando Puga y Acal le reprochó su desconocimiento
de la naturaleza rural él respondió, sin la menor preocupación, que le bastaban los libros y la
imaginación y corrió a su esquina de Jockey Club. Othón vio y condenó metafísicamente a la
capital, por artificial, inmoral, pecaminosa, etc.”. 129
Por esta razón la figura de López Velarde es de suma importancia para la poesía mexicana, ya
que en sus poemas dialogan perfectamente ambas regiones. Como se señaló en la cita anterior, el
poemario de La sangre devota está dedicado a Manuel Gutiérrez Nájera como a Manuel José
128
Ibid.
129
José Joaquín Blanco, op. cit., pp.157-158.
108
Othón. La dedicatoria completa es la siguiente: “Consagro este libro a los espíritus de Gutiérrez
Nájera y Othón. R. L. V.”. 130 Paso a una cita con un marcado rasgo lopezvelardiano, lo taciturno:
De pronto, sin que tú me lo adivines,
cual por un sortilegio se contrista
mi alma con la visión de los jardines,
mientras oigo sonar plácidamente
los trinos de tu plática optimista
y el irisado chorro de la fuente.131
Este fragmento muestra la fragilidad emocional, el cómo —en este caso— llega de súbito la
tristeza. El poema se desarrolla en un ambiente de dicha que se ve interrumpido por la
contemplación de un jardín. El verbo contristar —poco usado actualmente— es exacto para lo
que se enuncia, dado que significa “Entristecer a alguien”;132 es decir, el alma se entristece con la
visión de los jardines: dicha tristeza es repentina, no se esperaba. Súmese a este vocablo el de
sortilegio, cuyo significado es: “Adivinación que se hace por suertes supersticiosas”;133 es un
juego semántico interesante, pues “cual por un sortilegio” (entiéndase, por una adivinación) es
que el alma se entristece al ver los jardines; sin embargo, la persona a la que se dirigen los versos
(se deduce que una mujer) no adivina el contristar provocado —a su vez— por una adivinación
que surgió de pronto. Y así se queda el yo lírico, contrito por un sortilegio mientras escucha la
130
Ramón López Velarde, op. cit., p.134.
131
Ibid., “En un jardín”, p.118.
132
https://dle.rae.es/?id=AeXaybr revisado el 11 de noviembre de 2019.
133
https://dle.rae.es/?id=YRBwHmu revisado el 11 de noviembre de 2019.
109
plática optimista y el colorido chorro de la fuente. Considero que esta estrofa refleja la constante
condición taciturna (aun en la dicha) del poeta, además de agregar a su talante religioso una
contraparte de magia o superstición, en donde pareciera que el supuesto es que ya está marcado
el camino, en donde su destino es adolecer, irremediablemente. Un último ejemplo:
De tus monjiles hábitos, contritos
absolución demandan mis delitos;
darles la luz de tu inviolada toca
a las tinieblas de mi noche oscura
y haz llover en mi erótica locura
los besos conventuales de tu boca.134
Esta cita muestra el lado pasional del poeta, en el que no por pasional deja de serle inherente la
orientación católica. Religión y deseo tomados de la mano, queriendo dialogar entre sí, eso es lo
que varias veces se aprecia en la obra poética de López Velarde. En este caso, el lector se
encuentra ante un imperativo —acción común cuando algo se desea— que puede apreciarse en
los verbos en los que el poeta se apoya: demandar, dar, hacer [demandan, darles, haz].
En los 19 sonetos de López Velarde, al tratar de realizar una categorización, los que más
aparecen son los que identifico como de resignación (ocho sonetos). Digo que son de resignación
porque aun en la tristeza el yo lírico siempre “pone la otra mejilla”: en “Color de cuento” acepta
cumplir con lo pactado [“celebraré contigo mis regios esponsales”] a pesar de que su relación, su
idilio —con un final distinto al de los cuentos de hadas— ha concluido: “Hoy se ha roto el
134
Ramón López Velarde, “A doña Inés de Ulloa”, op. cit., p.112.
110
encanto: ya la Bella Durmiente / no eres tú”. En “A la traición de una hermosa” (el título explica
el asunto) el yo lírico cede ante la falta: “Yo perdono / tu flaqueza…”. En el poema “En un
jardín” —como ya se ha mencionado— el estado anímico de la voz lírica se encontraba bien y de
súbito se vio invadido por la aflicción. En “A una ausente seráfica” habla sobre el bien que
recibió de una mujer que ya no está (parece que ha muerto, mas no puede precisarse) y padece,
con resignación, por la pérdida. Algo similar ocurre con el poema “En tu casa desierta” en donde
cobra relevancia un naranjo: la voz lírica comprende el sentir del árbol y lo comunica, primero,
diciendo que el naranjo medita y que, luego, teme el olvido de la dueña de la casa (quien también
parece haber muerto pero, nuevamente, no es clara la situación); resignado, el naranjo invita al
poeta a que lloren juntos. El soneto “Mientras muere la tarde” es el reencuentro con un viejo
amor en donde se rememora lo perdido, lo vivido; el yo lírico es rechazado pero igual se
complace con una mínima acción: “y si con tus desdenes amortiguas / la llama de mi amor, yo
me contento / con el hondo mirar de tus arcanos / ojos…”. Se debe agregar a esta lista el poema
“Noches de hotel”, mismo que comentaré en breve.
Es necesario mencionar un fenómeno apenas estudiado en la poesía mexicana: el
camuflaje135 de la forma, su ocultamiento. En algunos sonetos, pocos en realidad, destaca la
intención de López Velarde por ocultar la estructura poemática, como en el caso del poema “A
una ausente seráfica” que se compone por dos sonetos ligados: no hay ninguna separación entre
ellos, por lo que el lector no entrenado podría omitir la estructura al parecerle que hay
demasiadas estrofas: en este sentido el soneto (con sus 14 versos) deja de ser un poema y se
El verbo “camuflar” puede confundir al lector, dado que comúnmente se utiliza para lo relacionado con la guerra;
sin embargo, el verbo no se restringe al tema bélico y por ello parto de su segunda acepción: “Disimular dando a
algo el aspecto de otra cosa” (https://dle.rae.es/camuflar?m=form). En este sentido, disimular la estructura del soneto
y dotarlo de un aspecto diferente —hacer aposta el camuflaje— puede asumirse, en el campo de lo poético, como
una figura retórica.
135
111
convierte en una suerte de estrofa. Tenemos casos latentes de este procedimiento en poetas
contemporáneos como Roberto López Moreno, Víctor Manuel Mendiola, Iliana Rodríguez
Zulueta o Javier Sicilia. La acción no es anodina, pues genera un efecto distinto, uno de
continuidad, de amplitud, sin fragmentaciones: es como la presentación del todo en una sola
tirada; distinto, por ejemplo, a Díaz Mirón en “Cintas de sol” (dividido en tres partes numeradas)
o en “La giganta” (dividido en dos partes numeradas); o a los poemas de Manuel José Othón
hechos a base de sonetos: obviemos el “En el desierto. Idilio salvaje” y pensemos en “La canción
del otoño”, poema que consta de tres sonetillos numerados, o el caso del poema “Angelus
domini” que también consta de tres apartados, pero cada uno está conformado por dos sonetos
que —en la edición de la que me valgo— los separa un asterisco: es decir, hay dos marcas de
separación, la general en números romanos y una particular con asteriscos. Asimismo, en López
Velarde existen dos casos de rompimiento del verso que también podrían confundir a quien lee y
que son otra manera de ocultar la forma, otro procedimiento con el mismo fin. El primer caso se
encuentra en el apartado de “Primeras poesías”, en el poema antes mencionado de “En un
jardín”, cito el cuarteto:
Al escuchar la apología que haces
del mejor de los mundos, se creyera
que lees a Abelardo…
En voz parlera
dialogas con los pájaros locuaces.136
136
Ibid., p. 118.
112
Este corte versístico pertenece al tipo de líneas del verso moderno. Según la clasificación de Ma.
Victoria Utrera Torremocha, estamos ante una línea poética con sangría.137 Se trata de un
endecasílabo camuflado. Su conteo silábico, una vez que se le realizan las licencias poéticas
pertinentes, tiene dos posibilidades:
1 2 3 4 5 6
7
8 9 10 11
a) que| le|es| a A|be|lar|do… En| voz| par|le|ra.
1
2 3 4 5 6
7
8
9 10 11
b) que| lees| a| A|be|lar|do… En| voz| par|le|ra.
La diferencia en cada caso es mínima, no afecta el ritmo yámbico del verso (2-6-8-10) y sucede
en las primeras cuatro sílabas. En el primero se hace una sinalefa entre la preposición “a” y el
inicio del sustantivo “Abelardo” [aA-be-lar-do], y así las dos letras “a” forman una sólo sílaba
rítmica (la cuarta). El segundo caso es de aplicación de sinéresis en la palabra lees, por lo que se
hace un diptongo y el verbo se cuenta como una sola sílaba rítmica (la segunda), y así la sinalefa
entre la preposición “a” y el inicio del nombre propio “Abelardo” se vuelve, más bien, dialefa.
Paso al siguiente ejemplo:
NOCHES DE HOTEL138
Se distraen las penas en los cuartos de hoteles
con el heterogéneo concurso divertido
de yanquees, sacerdotes, quincalleros infieles,
niñas recién casadas y mozas del partido.
137
Véase el ensayo de Ma. Victoria Utrera Torremocha, “Tipografía y verso libre”, en Rhythmica, II, 2, 2004.
138
Ramón López Velarde, en La sangre devota, op. cit., p.158.
113
Media luz…
Copia al huésped la desconchada luna
en su azogue sin brillo; y flota en calendarios,
en cortinas polvosas y catres mercenarios
la nómada tristeza de viajes sin fortuna.
Lejos quedó el terruño, la familia distante,
y en la hora gris del éxodo medita el caminante
que hay jornadas luctuosas y alegres en el mundo:
que van pasando juntos por el sórdido hotel
con el cosmopolita dolor del moribundo
los alocados lances de la luna de miel.
A diferencia del primer ejemplo, en donde el corte se hace casi al final de verso, en este se
realiza en las primeras sílabas. Es grato observar que la incursión se efectuó en dos metros
distintos: el endecasílabo y el tetradecasílabo. En ambos el corte vino después de puntos
suspensivos. Las intenciones del poeta no se saben con puntualidad, mas es posible dilucidar
alguna respuesta. La más inmediata: se quiso escenificar el silencio o realizar una pausa
dramática. Parece que se trata de un silencio que funge de antesala para introducir al lector en un
asunto diferente. En la primera cita el corte es para introducir otra forma del mismo hecho: a
saber, una manera de hablar —no se sabe de quién— que embelesa: primero con sus apologías
del mejor de los mundos cuya enunciación recuerda a Abelardo. Pausa. Continúa: la voz que
discurre, y describe el yo lírico, está dotada de la facilidad de la palabra y por ello es capaz de
114
conversar incluso con las aves. En la segunda cita, el efecto que se busca es el de recrear la
atmósfera del tocador de un cuarto de hotel, en donde el huésped puede mirarse en un maltratado
espejo alumbrado por una luz tenue. Hay un efecto de extrañeza en la forma en la que López
Velarde expone la impresión del reflejo: “Copia al huésped la desconchada luna / en su azogue
sin brillo”. Se trata de un espejo [por su forma lo llama “luna”] desconchado (con la superficie
dañada; quizá la palabra descarapelado ilustre mejor la imagen de lo que expresa el verso) que a
media luz revela el reflejo del huésped. En este sentido, la primera parte del verso nos da el cariz
del lugar: media luz. Pausa. El reflejo se muestra y da paso a los elementos del cuarto: un
calendario, cortinas llenas de polvo y camas muy usadas —no solamente para descansar— a las
que llama “catres mercenarios” (este es un bello ejemplo del uso maestro que López Velarde
tiene del adjetivo), objetos que no son relevantes, lo significativo es que entre ellos flota “la
nómada tristeza”. No deben pasarse por alto estos cortes versísticos que se adelantan a los usos
modernos: hayan sido con fines de camuflar la forma poemática o hayan sido con fines de
dramaticidad no deben perderse de vista.
Aprovecho la cita del poema para comentarlo, pues me resulta la médula de los sonetos
de López Velarde, la síntesis de su búsqueda enmarcada por un muy logrado claroscuro:
considero que en las dicotomías de este soneto queda representada la inquietud de López Velarde
y su forma de vincularse, poéticamente, con el mundo: la totalidad es un ir y venir o, mejor aún y
dicho con el Eclesiastés: “Todo es un correr tras el viento”. En el poema se pone en un mismo
sitio a seres que pueden resultar oposiciones entre sí: yanquees, sacerdotes, quincalleros, recién
casadas y mozas del partido. Hay un espejo maltratado, de brillo deslustroso y lo que prevalece
por sobre todo es la tristeza: “la nómada tristeza de viajes sin fortuna”. Se hace referencia al
115
movimiento constante (como lo hacen los sentimientos y la vida misma), se rememora el terruño
y, en fin, se funde los opuestos: “hay jornadas luctuosas y alegres en el mundo”; en un mismo
espacio —como en nuestro interior— convive “el cosmopolita dolor del moribundo” y “los
alocados lances de la luna de miel”. No se trata de que Ramón López Velarde represente un nudo
de tendencias, como aseveró José Joaquín Blanco, sino que sus poemas son el nudo donde se
tensan las dicotomías: de un lado jalan la cuerda la urbe, el pecado, la sombra, la tristeza y la
muerte; del otro la provincia, el placer, la luz, la alegría y la vida; al jalar van apretando un nudo
que es la síntesis de la poética de López Velarde. La mejor representación de esta síntesis la
encuentro en este soneto hecho a base de alejandrinos, con cuartetos independientes (el primero
de rima trenzada y el segundo de rima abrazada), los tercetos conforman un pareado y como
remate hay otro serventesio: ABAB-CDDC-EEF’-GF’G. El soneto es fiel a su consigna de reunir, ya
que lo hace hasta en sus usos técnicos, pues además de los cuartetos independientes (hechos con
los dos esquemas de rima más usuales) ocurre un fenómeno que se ve poco en los sonetos de
López Velarde: hay dos versos oxítonos (el 12 y 14), es decir, en terminación aguda.
Este poema junto con “En un jardín” son los dos casos en los que López Velarde
implementó el corte versístico moderno (el célebre poema de Paz “Piedra de sol”, por ejemplo,
tiene varios cortes de este tipo). Estoy consciente de que habría que revisar el original para estar
seguro de que fue el poeta y no el editor quien hizo dicho corte, mas dada la evidencia apuesto
por el poeta.
El mayor caso de camuflaje de la estructura poemática se encuentra en lo que es la parte
final de un poema extenso (“Poema de vejez y de amor”): en él sólo aparecen dos estrofas un
116
octeto y un sexteto, además de que dos de los 14 versos no son endecasílabos (el 9 y el 13), sino
que uno es pentasílabo y el otro heptasílabo:
ENVÍO139
A ti, con quien comparto la locura
de un arte firme, diáfano y risueño;
a ti, poeta hermano que eres cura
de la noble parroquia del Ensueño;
va la canción de mi amoroso mal,
este poema de vetustas cosas
y viejas ilusiones milagrosas,
a pedirte la gracia bautismal.
Te lo dedico
porque eres para mí dos veces rico;
por tus ilustres órdenes sagradas
y porque de tu verso en la riqueza
la sal de la tristeza
y la azúcar del bien están loadas.
La disposición de la estructura corresponde con la de los orígenes del soneto, tal y como lo
expuse en el apartado “Algunos pormenores del soneto”, ahí se presentan las estructuras más
utilizadas para esta forma: la primera de ellas es la italiana o petrarquista, que es la que importa
para este caso, y que en su origen se constituyó por una octava (u octeto) y un sexteto; el
139
Op. cit., pp.154-155.
117
esquema de rima que utilizaba Giacomo da Lentini (a quien se le atribuye la invención del
soneto) es el de
ABABABAB-CDECDE
o
CDCDCD.
Sin embargo, López Velarde echó mano de
cuartetos independientes, otra vez en las dos modalidades más comunes, haciendo uno
serventesio y otro abrazado; con el sexteto hizo un dístico —como se acostumbra en el soneto
francés— y de nueva cuenta un cuarteto abrazado,140 quedando el esquema de rima de su soneto
polimétrico así: ABABCDDC-eEFGgF.
Además de estas variantes en sus sonetos (polimetría, corte versístico, distinto acomodo
estrófico, el empleo del serventesio y la independencia de rimas en los cuartetos)141 debe sumarse
el uso de la rima asonante en lugar de la consonante (véase el soneto “Ella” en el Anexo de este
trabajo). Dado que Velarde tiene una inquietud formal con el soneto, considero prudente destacar
las menciones metapoéticas que realiza, ya que las alusiones al poema mismo o sus
componentes, lo colocan en la tradición del llamado metasoneto. Esto aparece en tres momentos
distintos, los divido con un asterisco:
Para gloria de Dios, en homenaje
a tu excelencia, a mi soneto adorna
de tus manos preclaras el linaje,
Si se compara este esquema de rima con el del soneto “Noches de hotel” se aprecia que la variación es mínima:
lo único que cambia es el orden de los últimos cuatro versos, pues en un caso esos versos finales forman un
serventesio y en otro un cuarteto abrazado, pero la estructura de los versos del 1 al 10 se mantiene idéntica en ambos
casos: ABAB-CDDC-EE…
140
Además de la forma citada en la nota anterior, en el poema “Domingos de provincia” el esquema de rima de los
cuartetos es ABAB-CDCD.
141
118
y el soneto dichoso, en las esbeltas
falanges de tus índices se tornan
una sortija de catorce vueltas.
*
y mis alejandrinos, por tristes y por graves, //
son como los versículos proféticos de un canto,
*
va la canción de mi amoroso mal,
este poema de vetustas cosas
y viejas ilusiones milagrosas,
Las primeras dos citas se refieren a las implicaciones técnicas del poema, la primera a la figura
poemática del soneto y la segunda a la extensión del verso con la que el poeta compone su
poema. La tercera cita explica, literalmente, el ser de su poema [“va la canción de mi amoroso
mal…”]. No debe olvidarse que los sonetos de López Velarde —y quizá su obra poética entera—
oscilan entre la alegría y la tristeza, entre lo que se tuvo y se perdió, entre la ruina y la
arqueología y el afán de repasar y repensar el pasado con la memoria y el corazón: en efecto, se
trata de un amoroso mal, de cosas viejas e ilusiones también viejas pero que guardan algún
milagro, hay un cariz de nostalgia sacra, pues la nostalgia lopezvelardiana es la del Cristo: sufre
pero perdona a sus agresores, no le importa sacrificarse por el bien del otro…
Después de La sangre devota López Velarde abandonó el soneto. Su muerte temprana
impide saber si hubiera continuado con la forma poemática o no. De lo que no cabe duda es de
que tanto él como Díaz Mirón profundizaron en dicha estructura, llevándola por caminos menos
119
explorados. Desconocemos los motivos de estas incursiones, pero a nadie sorprendería que
fueran netamente poéticos. López Velarde ha experimentado mucho más con el soneto que varios
de nuestros autores, pese a que escribió menos de una veintena. En esto también se parecen
López Velarde y Díaz Mirón, ambos escribieron pocos sonetos: como ya se dijo, el primero hizo
19, mientras que el segundo solamente 23: tres de corte clásico en su primera época (1874-1891)
[“A los héroes sin nombre”, “A las cosas sin alma” y “Napoleón”], 18 en Lascas, y dos más
después, en su tercera época (1902-1928) [“A Dorita” y “Dentro de una esmeralda”], en donde el
primero es otro soneto continuo, decasílabo, y repite la inusual estructura trenzada de la que se
valió en “Gris de perla”:
ABAB-ABAB-ABA-BAB.
peculiar el acomodo de la rima en los tercetos:
El segundo soneto, endecasílabo, tiene de
ABBA-ABBA-CCD-CDD.
Es por lo expuesto que
considero a Salvador Díaz Mirón y a Ramón López Velarde como pioneros en el cambio de la
estructura poemática del soneto en la poesía mexicana moderna. No son los únicos. Hace falta
revisar con puntualidad a otros poetas como Manuel Gutiérrez Nájera o Amado Nervo (quien
facturó un soneto pentasílabo al que bautizó como sonetino) para saber si deben sumarse o no a
la génesis del soneto heterogéneo.
120
VERSO MODERNO: EL CAMUFLAJE COMO FIGURA RETÓRICA
A principios de la segunda década del siglo XX, José Juan Tablada (1871-1945) publicó en
Caracas su poemario Li-Po y otros poemas (1920), obra que no ha tenido igual en la poesía
mexicana. En este poemario de corte vanguardista, que mezcla idiomas, imágenes, letra
mecanografiada y autógrafa (entre varias particularidades más), es posible que su rasgo más
destacable recaiga en la resignificación tanto del poema como del espacio —en donde la
disposición de versos e imágenes juegan un papel central— y la reconfiguración de estrofas para
presentarlas novedosamente. Bajo el disfraz del caligrama se encuentran estructuras de metro
medido. Como ejemplo están sus “Madrigales ideográficos” que con los títulos de “El puñal” y
“Talon rouge” se presentan en forma de puñal y de tacón (en el Anexo se encuentran los poemas
como aparecieron en el original). Sin embargo, al tomar a la rima como guía, es sencillo
reconstruir las estrofas de las que parten los poemas, con lo que el resultado sería el siguiente:
EL PUÑAL
TALON ROUGE
Tu primera mirada
Siento al mirar tu escarpín
tu primera mirada de pasión
teñido el alto tacón
Aun la siento clavada
en un trágico carmín
como un puñal dentro del corazón…
que me sangra el corazón
Se trata de dos serventesios. La primera estrofa es homeométrica —esto quiere decir que sus
versos no poseen el mismo número de sílabas, pero hay una constante, una proporción entre los
metros que presenta— y se conforma por el siguiente esquema alfanumérico: a7-B’11-a7-B’11, al
121
que se le conoce con el nombre de cuarteto de endecasílabos y heptasílabos. En este caso, los
versos nones son paroxítonos y de arte menor, mientras que los pares son oxítonos y de arte
mayor. La segunda estrofa, una redondilla, es isométrica (todos sus versos poseen el mismo
número de sílabas) y la constituyen versos octosílabos oxítonos.
Dispuestos los poemas de forma tradicional posiblemente pasarían inadvertidos o dirían
menos que al representar la figura que les da título. 142 En este sentido, el camuflaje se utiliza para
hacer pasar por moderno lo antiguo: la renovación parte de la nueva configuración o, mejor
dicho, de una re-configuración. La disposición cobra un nuevo significado en donde la premisa
“forma es fondo” se cumple a cabalidad. La afirmación puede resultar engañosa, dado que la
simbiosis forma-fondo es parte consustancial de la llamada “poesía visual”. Los motivos por los
que un poeta recurre a estas alteraciones tienen distintos motivos, sin duda. Los más aceptados se
deben a cuestiones históricas, según apunta Ma. Victoria Utreta Torremocha:
La disposición tipográfica que desvirtúa visualmente la del verso tradicional no es sino
expresión, como ya se apuntó, de un nuevo modo de sentir que va contra el verso como orden
convencional centralizador y objetivo y contra la sintaxis que corresponde también al mismo
orden tradicional y centralizador. Se trata de una reivindicación del sujeto moderno
desmembrado y en conflicto y de su modo particular de sentir la ausencia de un orden divino. La
ruptura de la sintaxis se lleva hasta los límites con la ruptura visual y rítmica del verso: ahora es
la palabra —no el verso ni la frase— la protagonista, la idea desnuda, palabras que aparecen
aisladas sin conexión, en una percepción que las hace más independientes, más absolutas, más
perceptibles, es decir, desautomatizadas.143
142
“Talon rouge”, título en francés que significa “tacón rojo”.
143
Ma. Victoria Utrera Torremocha, “Tipografía y verso libre”, en Rhythmica, II, 2, 2004, p.253.
122
En el caso de Tablada —como se ha mostrado— esto no aplica totalmente, dado que él sí se vale
del verso medido y lo disfraza, lo camufla; no modifica la forma sino que la rarifica. Pese a ello,
no parece equívoco considerar que el poemario de Li-Po… guarde consonancias con lo
aseverado por Utrera Torremocha, sobre todo con aquello de una nueva forma de sentir (y por
ende de expresar). Esta nueva forma de sentir y de expresar es la síntesis del Modernismo, ahí
radica su génesis en América. De esta manera, puede pensarse que Tablada parte del orden para
producir desorden y, consecutivamente, propiciar un nuevo orden: esta tentativa —que llamo el
periplo modernista— se extenderá a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, pues cualquier
“nuevo orden”, indistintamente, pasa a convertirse simplemente en “orden”, por lo que los poetas
generarán desorden, con la esperanza de propiciar un nuevo orden.144 Por ello, no es extraño que
en el ámbito de la poesía mexicana distintos autores continúen “atentando” contra “el orden” y le
coloquen la etiqueta de “experimental” a sus propuestas, ignorando que ya se han hecho antes o
que en nuestra tradición poética existen referentes que van por esa línea de creación.
Regresando a Li-Po…, no tanto en estos madrigales como en varios otros poemas, la
tipografía juega un papel crucial y el énfasis en ella es otro de los nuevos componentes del verso
moderno: “La tipografía se hace, pues, figura rítmica visual. Se trata de una relación, nueva en
Occidente, de interpenetración entre página y escritura: el espacio se vuelve escritura, los
espacios en blanco son silencios y significan”.145
En los “Madrigales ideográficos”, la innovación radicaría en utilizar las herramientas de
siempre pero de distinta manera; esto, con el fin de generar una lectura diferente que exige más,
Esta idea es la que sustenta el soneto de González Martínez “Mañana los poetas”; también fue la tentativa
poeticista.
144
145
Ibid., p.255.
123
pues no basta con desplazar los ojos de izquierda a derecha, sino que la lectura posee distintos
niveles: los ojos suben o bajan e invierten el sentido habitual yendo de derecha a izquierda; en
algunos casos el propósito es la simultaneidad. Luego, la alteración de la forma ortodoxa no es
nueva ni la ha inventado Tablada; en lo concerniente al soneto, hay antecedentes desde la
segunda mitad del siglo XVII, en el “Acróstico radial dedicado a Carlos II” (de autor anónimo) o
en el “Soneto en cascada y diversos recursos, dedicado a María Luisa de Borbón”, de Pedro
Pablo Pomar.146
Otro ejemplo, intrigante, de este procedimiento que oculta aquella forma que cumple con
las normas métricas del verso medido se halla en el “Soneto en jeroglífico” de Manuel Quiroz y
Campo Sagrado (1751-1821), autor al que se le suele mencionar como una curiosidad dentro de
la poesía novohispana. Dicho soneto se encuentra en lo que Juan Díaz Rengifo (1553-1615), en
el capítulo 96 de su célebre Arte poética española, llamó “poesías mudas” de las que dirá que se
trata de “una composición métrica de figuras en su propia significación”; 147 es decir, son el
resultado de dos o más figuras en una misma voz; ejemplifica con la palabra soldado, la cual
puede representarse pintando un sol y un dado (o el soldado mismo). También puede escribirse
parte de la palabra y completarla con un dibujo. Manuel Quiroz y Campo Sagrado solía
decodificar los poemas después de su presentación muda. Sin embargo, no hizo esto con el
soneto aludido (en el Anexo se encuentra a disposición del lector); ignoro si ya ha sido
descifrado. Asimismo, su peculiar poemario La inocencia acrisolada de los pacientes jesuanos
Ambos poemas pueden consultarse en la obra de Dante Medina: Sonetos: Qué son… etos? El soneto atípico en la
literatura, Guadalajara, Jalisco, México, CULagos Ediciones, 2014, pp.248 y 249.
146
Juan Díaz Rengifo, Arte poética española, archivo digital de la edición aumentada, Barcelona, 1759, en
http://bibliotecavirtual.larioja.org/bvrioja/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=153003, p.180.
147
124
(1816),148 tiene poemas atípicos (entre ellos, sonetos) por cómo los presenta: se vale del uso de
tintas de diversos colores que indican distintas lecturas, así como propuestas en donde una parte
del poema está escrito y la otra se completa mediante la repetición de una palabra representada
por un dibujo.
Regresando al camuflaje como figura retórica, las implicaciones del recurso responden a
razones vedadas —las motivaciones de cada poeta—, por lo que cualquier respuesta al respecto
ha de sostenerse en la intuición (poética o académica). Por esto, vale la pena retomar el quehacer
a partir de la reflexión del llamado verso moderno (que va desde la renovación del verso medido
—ensayos de nuevas clases de versos silábicos—, pasando por el verso libre y los usos
tipográficos), cuya finalidad consiste en la ruptura con el orden tradicional (es la explicación más
extendida). Para José Domínguez Caparrós (?) —apoyado en Tomás Navarro Tomás y Max
Henríquez Ureña— el verso moderno comienza en América con Rubén Darío; sin embargo,
viene conformándose desde finales del siglo XVIII y presenta cuatro características que, si bien
no se discutirán aquí, ayudan a comprenderlo mejor:
Trataré, pues, de aislar unas características generales de la teoría y la práctica del verso español
desde fines del siglo XVIII a fines del siglo XIX, para ver cómo se va preparando la constitución
del verso moderno.
Cuatro son las notas que me parecen dignas de destacar: primero, la irrupción de un sentido
histórico en las consideraciones métricas; segundo, la importancia del análisis de la estructura
Puede descargarse en el siguiente enlace: http://www.iifilologicas.unam.mx/pnovohispano/index.php?page=lainocencia-acrisolada-de-los-pacientes-jesuanos#.X2KlF2ozZR0
148
125
interna del verso; tercero, la ampliación de los límites silábicos del verso tradicional; y cuarto, la
indagación en las posibilidades del silabotonismo. 149
El silabotonismo despierta mayor interés en los poetas. Esto se percibe en los “Madrigales
ideográficos”, en donde el poema “El puñal” coincide en acentuaciones de tercera y sexta sílabas
en los tres primeros versos (los dos heptasílabos y el primer endecasílabo): 3-6, 3-6-10, 1-3-6, y
desentona para rematar con un endecasílabo heterodoxo (acentuado en 1-4-5-10). El caso de
“Talon rouge” mantiene la acentuación de cuarta y séptima sílabas en los dos primeros
octosílabos, siendo la cuarta sílaba el acento obligado. En los siguientes dos versos el acento
obligado pasa a la tercera sílaba. Lo interesante son los pares que se forman, dado que los dos
primeros octosílabos se sostienen por tres acentos: el natural (o ictus o axis) en séptima, el
obligado en tercera y los secundarios (uno en primera y otro en segunda); mientras que los otros
dos sólo poseen el natural en séptima y el obligado en tercera: son versos idénticos, se replican.
Debe sumarse que el acento obligado cae —en los cuatro versos— sobre sílabas que se
articulan a partir de la vocal “a”: mirar-alto-trágico-sangra, alternando el sonido en distintos
tipos de palabra: aguda-llana-esdrújula-llana. Si consideramos que el sonido más directo, más
alto, pertenece a las palabras agudas (última sílaba) y según vaya adelantando su posición dentro
de la palabra, su intensidad es media y baja (llana, esdrújula), los acentos obligados en estos
versos son un vaivén que va aminorando la intensidad de la siguiente forma: alto-medio-bajomedio; el retorno a un sonido alto (agudo) no se concreta porque el poema concluye. Otro claro
ejemplo, extremo, de estas incursiones —y que atañe directamente a la figura poemática que en
José Domínguez Caparrós, Nuevos estudios de métrica, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia,
1a edición, 2007, p.69. Cursivas del autor.
149
126
este trabajo se estudia— se encuentra en el poema “A un lémur (soneto sin ripios)”. Se trata de
un soneto bisílabo,150 conocido por estructurarse a partir, solamente, de sílabas. El esquema de
rima es el siguiente: abba-baab-cdc-dcd. Lo reproduzco:
A un Lémur151
(Soneto sin ripios)
GO
ZA
BA
YO
A
BO
GO
TA
TE
MI
RE
Y
ME
FUI
Recuérdese que, por las normas de terminación, no existen versos monosílabos para el poema medido, dado que
—como en este caso— a las sílabas se les considera palabra aguda (al ser la única sílaba se les asume como
acentuadas), por lo que se les suma una sílaba.
150
151
Tomado de Li-Po y otros poemas, México, CONACULTA, 2005. El poemario carece de numeración.
127
Eunice Véliz Cantú (?) revisa este soneto. En la nota siete del apartado “La variedad del soneto
en México”, menciona que este animal (lémur) tuvo relevancia en la tradición romana, en donde
era visto como un ser maligno que dañaba y atormentaba a los vivos (y que esta característica se
le atribuía por sus ojos, saltones, amarillos y de pupila negra). A partir de este dato, realiza el
siguiente análisis:
Aquí el lémur está visto como geniecillo; la voz poética ha visto algo semejante al animal de
grandes ojos que lo hizo partir de Bogotá, el lugar en donde tenía goce; esa presencia es maligna
y capaz de hacerle daño tan sólo con la mirada. Así, el poema nos enfrenta con la imagen de un
acontecimiento, la captación de un momento cuya voz poética expresa y superpone tres estados,
tres acciones: el goce, la mirada y la salida: la causa y, o posiblemente, consecuencia de un hecho.
El motivo de mi partida ha sido mirarte, y la consecuencia de haberte mirado es mi partida.
Queda en si una ligera sensación de regreso y con una estructura de silogismo que sí está presente
en el soneto aunque su manifestación sea casi imperceptible debido a la brevedad:
Gozando a Bogotá (primera premisa: estado de goce continúo [sic] en Bogotá)
En Bogotá te miré (segunda premisa: acontecimiento en Bogotá)
Me fui a Bogotá y del estado de goce (conclusión: reacción que produjo el
acontecimiento sobre el estado de goce continuo). 152
A lo largo del siglo XX, este tipo de sonetos —varios de ellos— se apoyarán en los paratextos
para fungir de guía: queda la impresión de que si el poeta no informa al lector, sería poco
probable notar el guiño a la estructura del soneto. En este caso, el empleo de mayúsculas y
Mayela Eunice Véliz Cantú, Canoro te alejas de rejas de oro. Canon y variable del soneto en México, Tesis de
Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas, Asesor Lic. Miguel Ángel de la Calleja López, México, UNAM,
junio de 2010, p.101.
152
128
minúsculas —la norma— sólo aparece en el título y subtítulo; sólo en ellos se hace una lectura
horizontal y vertical. El poema, en cambio, se facturó sólo con mayúsculas y su lectura
solamente es vertical. Este “soneto sin ripios” —vaya juego conceptual—, guarda afinidad con
otro, también bisílabo, publicado un año antes y escrito por César Vallejo (1892-1938):
El dolor de las cinco vocales153
A Otilia
Ves
lo
que
es
pues
yo
ya
no.
La
cruz
da
luz
sin
fin.
Lima, mayo de 1919.
En Héctor Véliz Gatica, “Intertextualidad en ‘Vocales para Hilda’ de Gonzalo Rojas. Un diálogo abierto con
Rimbaud y César Vallejo”, Revista Chilena de Literatura, Nº 75, 2009, p.196.
153
129
En el soneto de Vallejo como en el de Tablada, los verbos que atañen a la vista son
fundamentales, en uno se habla de ver (1. tr. Percibir con los ojos algo mediante la acción de la
luz)154 y en el otro de mirar (1. tr. Dirigir la vista a un objeto).155 La diferencia recae en la
voluntad: en la acción de ver, se percibe a partir de un acto lumínico específico (en este sentido,
Vallejo emplea de manera sumamente puntual el verbo), y en el acto de mirar la vista se dirige
hacia el lugar u objeto que se desea. Habrá que considerar la posible influencia entre estos dos
poemas… Para Héctor Véliz Gatica, el poema de Vallejo se relaciona con otro célebre soneto, de
Arthur Rimbaud (1854-1891), “Vocales” (en el Anexo se encuentra tanto la versión en francés
como una traducción, además de un comentario extraído del blog verseando) y lo explica así:
creemos que también se puede pensar la relación entre ambos poemas en términos aún más
dialécticos y comprender el soneto de Vallejo a la luz de una posible respuesta o negación frente
al poema de Rimbaud. Consideramos esta apreciación, a partir de las inferencias que permite la
exigüidad de los cuartetos iniciales y de lo decisivo que resulta tanto el verbo inaugural del
poema, como el adverbio de negación que cierra el segundo cuarteto. Se trataría, eso sí, de una
negación no intencionada, sino más bien impuesta o resignada, si se prefiere. Creemos apropiada
dicha adjetivación, al considerar que la conjunción pues, que inicia el segundo cuarteto, en este
caso parece funcionar como una conjunción con valor condicional que, perfectamente, puede
indicar una actitud de resignación por parte del hablante: “ves/lo/que/es pues/yo/ya/no”. Desde
esta nueva aproximación, la policromía vocálica propuesta en el soneto rimbauldeano, entendida
ahora como la atribución de una propiedad lumínica a las vocales, resultaría una experiencia
154
https://dle.rae.es/ver
155
https://dle.rae.es/mirar
130
velada o incluso imposible en el soneto vallejeano. Esto, a raíz de la ceguera que es posible inferir
en el sujeto de la enunciación, pues como se nos indica en el segundo cuarteto, éste ha dejado de
ver lo que antes veía.
Entendido de esta forma, también advertimos la posibilidad de que los tercetos puedan
indicarnos la causa de dicha ceguera (“la/ cruz/ da/ luz/sin/ fin”), pues la lectura de los versos en
continuidad, conduce a sostener, por necesidad de coherencia semántica a la vez que sintáctica,
la presencia tácita o implícita de una conjunción de causalidad del tipo:
Lo relevante es que tal como aparece en estos versos, se trata de una ceguedad cuya causa es una
luz intensa e incesante, una luminosidad tan fuerte que no deja ver, y que proviene de una fuente
que ha sido identificada con un símbolo: la cruz.156
Retomando, Tablada —en cuanto a la experimentación en general— es quien mayores
repercusiones ha tenido como influencia en la poesía mexicana. En el Anexo cito un soneto
íntegro, que contiene siete estrofas: camufla la estructura externa del poema disponiendo estrofas
que aparentan ser cuartetos heptasílabos pero que, en realidad, son dísticos alejandrinos, por lo
que en lugar de presentar los cuartetos en dos estrofas de arte mayor, lo hace en cuatro de arte
menor. Lo mismo ocurre con los tercetos. No aparece la fecha de publicación del soneto. Sin
embargo, se encuentra en la llamada “época moderna” del autor, misma que el compilador data
156
Héctor Véliz Gatica, Op. cit., pp.177-178.
131
entre 1919 y 1930, y que también puede concebirse como su época de madurez poética. Antes de
pasar al siguiente poeta, me valdré de una cita larga pero fructífera, pues presenta una
clasificación del verso moderno que ayuda a la mejor comprensión de mi tesis:
El ritmo visual es esencial en esta nueva poesía hecha para ser leída y a veces sólo para ser vista.
Sólo así podrán entenderse los Caligramas de Apollinaire. Las novedades tipográficas, no
exclusivas de la vanguardia y que no anulan siempre el concepto de verso, le permiten establecer
una clasificación que puede resumirse en los siguientes tipos de líneas: 1) línea poética cerrada o
versículo, en la que se da la esticomitia; 2) línea poética fluyente, con enlace –encabalgamiento–;
3) línea poética fragmentada, que aparece dividida en dos, con un blanco amplio en medio, y
que, según Paraíso, sería la línea rota, dividida en partes por blancos; 4) línea poética
diseminada, que, como explica Paraíso, es una modalidad más extrema, frecuente en los
caligramas y los juegos ultraístas; 5) línea poética escalonada, que sería más bien una variante de
la anterior; 6) línea complementaria, de la que bien podría prescindirse porque sólo se explica
por la necesidad tipográfica de terminar un verso que no cabe en un único renglón; y 7) línea
poética con sangría menor, media o mayor, que divide en dos la línea quedando su segunda parte
sangrada. El criterio que anima estas clasificaciones es el visual. No por ello deja a un lado el
criterio fónico, complementario del anterior. Líneas que aparecen divididas en dos renglones se
toman y se miden como una sola unidad melódica que responde bien al pensamiento bien al
sentimiento, es decir, al ritmo psíquico del contenido. Así, las líneas siguen manteniendo su
unidad por más que puedan aparecer divididas de diversas maneras.157
La cita es útil por enlistar los usos más socorridos del verso moderno, recursos que —en los
casos aquí presentados— contribuyen al ocultamiento de estructuras determinadas. En el
apartado anterior se mostró el empleo del verso moderno en López Velarde, en sus sonetos “En
157
Ma. Victoria Utrera Torremocha, Op. cit., pp.265-266.
132
un jardín” y “Noches de hotel”. Ahora se presenta en la obra de Alfredo R. Placencia
(1875-1930): en los últimos años se popularizó su poema “Ciego Dios”, y pareciera que no
escribió otra cosa. Sin embargo, Placencia se valía más que López Velarde del verso roto y
sangrado. Dentro de la clasificación de Utrera Torremocha se trata de un verso del tipo 7: una
línea poética con sangría.
El soneto que citaré se titula “Capellán de la virgen”. Un capellán es un sacerdote sin
parroquia, que oficia en sitios específicos que se adaptan para llevar a cabo la misa, y que
normalmente son espacios privados. Regresando al poema, este soneto posee varias
particularidades, y en realidad sólo en un verso (el 12) se utiliza el corte con su respectiva
sangría.158 Sin embargo, existen dos modificaciones más que camuflan la forma: la disposición
estrófica y el polimetrismo. Se muestran cinco estrofas en lugar de cuatro; por lo que su esquema
en vez de ser 4-4-3-3, es 3-1-4-2-4. En cuanto al metro hay seis tipos: hexasílabo, octosílabo,
decasílabo, endecasílabo, dodecasílabo y hexadecasílabo. El verso 6 (“se ha asomado ni una
fronda ni un paisaje”) se presta a debate, dado que puede considerarse dodecasílabo,
tridecasílabo o alejandrino. Basado en el conjunto de versos, lo tomo como dodecasílabo (aunque
se le fuerce un poco), ya que el deber de quien analiza es comprender los sentidos del poema y
no someterlo a los dictámenes del oído, mucho menos a los de los manuales. El verso se reajusta
con una sinalefa doble: “se_ha_asomado ni una fronda ni un paisaje”, de esta manera la prosodia
se empata con la de los otros dodecasílabos acentuados en la tercera y séptima sílabas. Cito el
soneto:
158
En el Anexo se encontrarán dos sonetos en donde se recurre más al verso roto.
133
CAPELLÁN DE LA VIRGEN159
He llegado a la estación Santa María.
Bajo presto el modestísimo equipaje
y me dispongo a proseguir mi viaje.
La mañana es larga, triste, fría.
Ni a la espalda, ni hacia el frente, ni a los flancos de la vía
se ha asomado ni una fronda ni un paisaje
de los muchos azulísimos que traje
de la costa mía.
¡Qué aridez la de esta tierra! El sol ardiente
quema todo, todo abrasa.
Mas yo voy monologando interiormente
y me digo:
“Todo pasa.
Capellán de la señora de los cielos, diariamente
voy los cielos a tener como en mi casa”.
Antes de pasar a la descripción del soneto, evidencio su estructura alfanumérica sin los cortes
estróficos originales, sino los tradicionales. Pese a ser polimétrico, la estructura de rima es
clásica: 12A-12B-11B-10A / 16A-12B-12B-6a / 12C-8d-12C / 8d-16C-12D.
159 Alfredo
R. Placencia, Antología poética, México, UNAM, 1a edición, 1946, p.18.
134
El poema atiende el tópico del viaje. El yo lírico —representado por un capellán— llega a
un lugar nuevo para él, en una mañana que parece interminable y es fría y triste. La voz lírica
compara los paisajes del lugar con aquellos a los que está acostumbrada: la costa y su abundancia
de azules. El nuevo destino es árido y los rayos del sol hirientes. Y hablando consigo mismo, el
yo lírico se autoaconseja, se consuela aseverando que todo ha de pasar. Y más aún, dada su
encomienda (su capellanía de la virgen) debe dar gracias, pues la virgen le ayudará a sentirse
como en casa. El poema se refiere a la fe como sostén de la voluntad y la obediencia (aunque
institucional) se asume como designio de la divinidad.
Placencia escribió, también, unos sonetos arromanzados; es decir, la estructura es 4-4-3-3
en donde sólo los versos pares riman asonantemente (a veces incurre en consonancias). Trabajó
algunos isométricos y otros heterométricos. En el Anexo hay ejemplos de cada uno. Resulta
interesante, como ya se verá después, que Enrique González Rojo (1899-1939) también facturó
sonetos arromanzados y también echó mano de la polimetría en ellos. En Placencia, este ímpetu
de disposición y camuflaje de la forma —y también en López Velarde— puede sustentarse en la
respiración y entonación de los versos, ya que los cortes responden al término de una oración y el
inicio de otra, a la introducción de una nueva. Es posible considerar en estos dos poetas, y en
aquellos que se valen de estos procedimientos, que los fundamentos de tales tratos estructurales
—del camuflaje del verso y la estrofa— consisten en dos puntos: 1. De procedimiento:
recuérdese que en el siglo XX cobra relevancia la parte visual, plástica, del poema. 2. De
recepción: se busca la desautomatización. Se desautomatiza tanto la idea del soneto ortodoxo
como de la lectura tradicional, ya que al presentar el poema de manera inusual se obliga al lector
a establecer nuevas conexiones de referencia, a indagar en relaciones diversas, con lo que el
135
análisis y degustación estética cambia y el concepto mismo de soneto se amplía. Es necesario
considerar al poeta y al lector en este fenómeno de la des-composición de la forma ortodoxa; se
trata de una labor extra para ambas partes: el poeta al descomponer la forma consabida redobla
esfuerzos, ya que no hace cortes de verso desde la ocurrencia, ni reestructura los cuartetos y
tercetos a capricho. Finalmente, prevalece un trabajo extra-ordinario que extiende la durabilidad
del soneto (tanto al facturarlo como al leerlo). En cuanto al lector, deberá esforzarse más para
adaptarse a la propuesta de la nueva disposición —lo que, a su vez, incrementa las posibilidades
de presentación del soneto—. Una apreciación de Mónica Quijano (?) ayudará al entendimiento
de lo que planteo. En su comentario Quijano se refiere a un cuento de Jorge Luis Borges
(1899-1986) y una novela de Carlos Fuentes (1928-2012) que giran, ambas, en torno al Quijote.
Su explicación atiende a la recepción lectora que se sustenta en la expectativa. Y aunque en el
ejemplo se mencionen dos formas narrativas, cuento y novela, se adapta a cualquier
contraposición de estructuras poemáticas, soneto y romance o verso métrico y versolibrismo:
“Podríamos al menos decir que el ‘horizonte de expectativas’ del lector es distinto si sabe de
antemano que se trata de un cuento o de una novela. La cuestión del género es por lo tanto
indisociable de la manera de leer estos dos textos”.160 De ahí la necesidad de la
desautomatización, ya que al no ser disociable la manera de leer con la de la presentación, el
poeta se sustenta en el trato del verso moderno para propiciar diversos tipos de lectura. En los
sonetos de Tablada aquí citados, los paratextos informan que se está frente a la figura clásica, el
lector sufre un destanteo: se desorienta, pierde la pista y debe poner mayor atención al modo en
el que los poemas se exponen, debe reenfocar. La calidad de los poemas es tema aparte, y quizá
Mónica Quijano Velasco, “El escritor como crítico: notas para una poética del comentario”, Poligrafías. Revista
de Teoría Literaria y Literatura Comparada, Número 1, Nueva época, UNAM, p.75. Las bastardillas son mías.
160
136
el contenido luzca menos que la rearticulación de la estructura poemática, pero ese asunto
ameritaría un capítulo completo: la siguiente cita funge como una posible y justa respuesta a tal
cuestión:
Siempre ha sido Tablada el más inquieto de los poetas mexicanos, el que se empeña en “estar al
día”, el lector de cosas nuevas, el maestro de todos los exotismos; no es raro que en doce años
haya tanta variedad en su obra: tipos de poesía traídos del Extremo Oriente; ecos de las diversas
revoluciones que de Apollinaire acá rizan la superficie del París literario; y a la vez, temas
mexicanos, desde la religión y las leyendas indígenas hasta la vida actual. En gran parte de esta
labor hay más ingenio que poesía; pero cuando la poesía se impone, es de fina calidad; y en todo
caso, siempre será Tablada agitador benéfico que ayudará a los buenos a depurarse y a los malos
a despeñarse. 161
Sobre esta línea, Placencia posee mejor hechura. Sus sonetos no pretenden destantear sino pasar
inadvertidos. Solamente el lector atento ha de percatarse del rasgo que ocultan. A nivel personal,
digo que las variaciones que hizo a la estructura canónica responden a una crisis espiritual e
intelectual, pues estas publicaciones son posrevolucionarias, dato que debe tenerse presente. En
el Anexo se encuentra un poema más de Placencia que se expone en tres tiempos: lo componen
tres sonetos alejandrinos. Se titula “El éxodo”. El yo lírico debe salir huyendo del lugar en donde
se encuentra, debido a las habladurías de un “mal aventurero” que recién llega a la región. La
buena gente termina por darle la espalda a la voz lírica —misma que da indicios de dedicarse al
sacerdocio— quien por este motivo debe marcharse; lo hace cuando un buen feligrés (un
dulcero) le informa sobre una traición que se realizará al alba (posiblemente un linchamiento),
Pedro Henríquez Ureña, “Notas sobre literatura mexicana”, en Estudios mexicanos, México, FCE, 1a edición en
Lecturas Mexicanas, 1984, pp.285-286.
161
137
por lo que el tiempo apremia y el yo lírico debe huir “sin coger mi alforja, ni mi luz, ni mi
báculo”; no tiene otra alternativa. Placencia pone en entredicho los valores católicos, en este
poema se trata de la doble moral de los creyentes. Sorprende la combinación entre lo arcaico de
su lenguaje (en algunas palabras) y lo moderno de su disposición de versos. El aporte de
Placencia es enorme, ya que también hizo del camuflaje y la polimetría un uso sistemático que
ha de estudiarse a detalle en el futuro.
138
NÁUFRAGOS DE LA MODERNIDAD
Los poetas nacidos en la segunda mitad del siglo XIX —se hayan declarado modernistas o no—
fueron quienes comenzaron a incorporar, de forma sistemática, cambios a la estructura del
soneto. Una renovación relevante, que desafortunadamente no tuvo mayores repercusiones, fue
el polimetrismo y el homeometrismo. Este rasgo que contradice la simetría —o que propicia
otras simetrías— será en la actualidad, por poco empleado, por tan inexplorado, uno de los
verdaderos actos de transgresión en contra de la forma canónica. La mayor parte de los estudios
poéticos (especializados) se sustentan en el isosilabismo. Estudian algunas cuantas figuras de dos
metros como la lira, la silva romance o el haikú, y a lo demás lo llaman verso libre. Por otra
parte, no es aventurado afirmar que en la mente de los poetas existen dos tipos de poemas: los
medidos y los amétricos. Es como si desde el origen de la poesía esto hubiera sido así. Tal idea,
cansina e infundada, complica el estudio de sonetos heterodoxos, más cuando se sustentan en el
camuflaje de la estructura. Tampoco es raro que, finalmente, los quehaceres de tiempos antiguos
representen lo transgresor en la actualidad (como erigir sonetos al itálico modo). Una cita de la
breve introducción que Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) hace en su Antología de la
versificación rítmica abona al tema:
La versificación castellana es, en general, silábica, o, con más exactitud, isosilábica: cada forma
de verso tiene número fijo de sílabas. Pero, contra lo que muchos creen, o creían, no toda la
versificación castellana es silábica: existió, desde el siglo XII al XIV, la amétrica, enteramente
irregular, como en el Cantar de Mio Cid; y luego, de fines del XIV a principios del XVIII, existió
139
la rítmica, en la cual los versos no tienen números fijos de sílabas, pero sí tienen acentuación
marcada, debido a la influencia de la música con que se cantaban. 162
En este sentido, en el primer cuarto del siglo XX son notables las publicaciones en donde
aparecen sonetos modificados en Latinoamérica. Y las tres primeras décadas lo son en cuanto a
los poetas que más tarde continuarán efectuando alteraciones a la figura reina de la poesía,
mismas que tampoco tuvieron mucha repercusión. Antes de que se piense “por algo ha de ser que
esas apuestas poéticas no gozaron de resonancia”, recuérdese que el hecho se debe a que se trata
de incursiones escasamente conocidas, o desconocidas en absoluto. Por ejemplo, no es extraño
que varios de nuestros poetas —un alto porcentaje— no estén al corriente de la estructura del
soneto inglés. Por ello, la discontinuidad de estas adaptaciones a la estructura ortodoxa se debe
más a un desinterés por la historia de la forma poemática, a la franca ignorancia sumada con el
nulo deseo por investigar o a la soberbia intelectual que se basa en presupuestos.
El fenómeno de intervenir o modificar el soneto sucedió a nivel internacional y cobró
fuerza a principios del siglo XX, seguramente por el impacto que Rubén Darío (1867-1916)
causó en las letras hispanoamericanas. En este periodo histórico los poetas se reafirman como
autoridad, sus propuestas —logradas o fallidas— se sostienen por el peso que la conciencia
poética les otorga. He ahí el máximo atributo heredado por el Modernismo: la conciencia
poética. La imitación de las figuras europeas deja de ser el abrevadero; de la imitación se da paso
a la asimilación y la adaptación (Europa, más que la guía a seguir, se vuelve sólo un referente).
Recuérdese que en 1925 Alfonsina Storni (1892-1938) publicaba su poemario Ocre, que
comienza con este soneto:
162
Pedro Henríquez Ureña, Antología de la versificación rítmica, México, FCE, 1a reimpresión, 2001, p.9.
140
HUMILDAD163
Yo he sido aquélla que paseó orgullosa
el oro falso de unas cuantas rimas
sobre su espalda, y creyó gloriosa,
de cosechas opimas.
Ten paciencia, mujer que eres oscura:
Algún día, la Forma Destructora
que todo lo devora,
borrará mi figura.
Se bajará a mis libros, ya amarillos,
y alzándola en sus dedos, los carrillos
ligeramente inflados, con un modo
de gran señor a quien lo aburre todo,
de un cansado soplido
me aventará al olvido.
El primer cuarteto se refiere a los poemarios pasados de Storni, cuya influencia recaía en Darío y,
por ende, su estética era de corte modernista. Asegura haberse librado ya de aquel demasiado
ornamento —acusación reiterada que se le hace al Modernismo y a lo que sus detractores lo
reducen— llamándolo “oro falso”. El resto del poema hace alusión al olvido en el que terminará
163 Alfonsina
Storni, Poemas / Alfonsina Storni, Buenos Aires, Biblioteca del Congreso de la Nación, 2017, p.51.
141
la obra de la poeta, con la metáfora de que desaparecerán sus libros cuando para desempolvarlos
se lance sobre ellos un soplido que los deshará: así de frágil expone la permanencia en la historia
de la poesía. Este soneto comparte poco de la estructura ortodoxa y, sin embargo, no pierde en
belleza. Probablemente lo único que guarda de la forma clásica sea el número de versos.
Presento a continuación su esquema alfanumérico para que se aprecie con mayor claridad la
figura poemática: 11A-11B-11A-7b / 11C-11D-7d-7c / 11E-11E-11F / 11F-7g-7g. Es un soneto
homeométrico con un cuarteto serventensio y otro abrazado y los tercetos forman tres pareados.
Otro caso se encuentra en César Vallejo (1892-1938). Dentro de sus experimentaciones
poéticas algunas tuvieron como base al soneto. Ni siquiera el mítico Trilce (1922), poemario de
bandera vanguardista, se salva de contenerlos, aunque puede discutirse si algunos lo son o no,
existen dos casos puntuales: los poemas XXXIV y XLVI. Ambos se encuentran en el Anexo para su
consulta. Vale la pena preguntarse hasta qué punto Trilce es una especie de respuesta o
continuación del Modernismo, dado que una de sus principales características es el particular uso
del lenguaje —más recargado que el modernista—, al que llega a calificarse de “personalísimo”,
además de críptico. A continuación cito el soneto vallejiano aludido al inicio de este párrafo:
IDILIO MUERTO164
Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.
164
César Vallejo, Poesía completa, México, axial, 1a Edición, 2007, p.86.
142
Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.
Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.
Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: Qué frío hay Jesús!” [sic]
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.
Como en Alfonsina Storni, la reminiscencia del soneto clásico yace en el número de versos y su
disposición estrófica. Abundan las rimas oxítonas y aparecen tres tipos de metros:
14A-7b’-14A-14B’ / 14C-14D’-11C-7d’ / 14E’-7f’-14F’ / 14G-14E’-14G, en total hay 10 versos
alejandrinos, 3 heptasílabos y 1 endecasílabo. Vallejo rima de forma inusual el verso 9 con el 13:
“Qué será de su falda de franela; de sus” con “y al fin dirá temblando: Qué frío hay Jesús!’”; es
inusual debido a que corta el primer verso en el adjetivo posesivo “su” y lo rima con el nombre
propio de Jesús. Esta particularidad la he encontrado en otros poetas mexicanos. Si se le
considera una licencia habrá que preguntarse por la recepción del crítico y si lo percibe como una
falta, como una argucia para salir del paso o si, contrariamente, lo asume como una complejidad.
La respuesta —como suele suceder— ha de encontrarse a la mitad del camino, siendo que a
veces responde a una licencia para cubrir el requisito técnico, y siendo a veces una intención
143
estética. Muestro cinco casos de poetas mexicanos, tomados de sonetos, donde aprovecharon este
recurso (marco en negritas las coincidencias):
En Carlos Pellicer (1897-1977):
[…]. Bruscas y en cada
una de aquellas rocas como búhos,
hay gaviotas silentes. Áureas puntas
de mástiles se ven. Quintas; en su hos
pitalidad complacen amistades
discretas. 165
En José Goroztiza (1901-1973):
[…] Mas la mirada muerta
no conoce de lágrimas y al llanto opone puerta.
¡Pobre mirada muerta! Ojos de vidrio son estos ojos de mi cara y arena en mis canciones,
donde el oasis tiende su repentina oferta. 166
165
Carlos Pellicer, “Estudio”, Obras. Poesía, México, FCE, 2da reimpresión 2013, p.31.
166
José Gorostiza, “IV”, Poesía y prosa, México, Siglo XXI, 1a edición, 2007, p.21.
144
En Salvador Novo (1904-1974):
Han brotado las lágrimas de oro de la tarde
sobre el pavor exánime de los árboles yertos.
Vibra sobre las cosas un deber de añorar, de
suspirar al pasado y llorar por los muertos. 167
En Raúl Renán (1928-2017):
¿Qué cómo cobra aliento toda cosa?
Cuando adopta el rumor de los latidos
de su dueño, en las manos aprendidos,
como si fueran uno y otro, dos a-
mantes. Pues sin querer uno tal rosa…168
En Jorge Valdés Díaz-Vélez (1955):
Te acecho al caminar, sin que destroce
tu propia voluntad la misma escoria.
Tu imagen ronda el vértigo sin gloria
de un vago territorio. Aquí no se
viene a morir, aquí se muere un poco… 169
167
Salvador Novo, “Ofrenda. Homenaje a los niños héroes”, Poesía, México, FCE, 2da reimpresión, 2012, p.23.
168
Raúl Renán, “(de las queridas cosas)”, De las cosas queridas, México, Premia, 1ra edición, 1982, p.15.
Jorge Valdés Díaz-Vélez, “III”, La puerta giratoria (Premio de Poesía Aguascalientes 1998), México, Joaquín
Mortiz / INBA, 1a edición, 1998, p.28.
169
145
Hay una diferencia sutil en la mayoría de los ejemplos al compararlos con el de Vallejo: la
interrupción del discurso en el poeta peruano se hace al finalizar el verso en un monosílabo
inusual,170 mientras que en los otros casos —salvo Novo— el corte responde a un quiebre de
palabra (encabalgamiento léxico) tal como hiciera Fray Luis de León (1527 o 1528-1591) en la
penúltima lira de su “Oda de la vida retirada”: “Y mientras miserable- / mente se están los otros
abrasando…”.
El antecedente de Fray Luis, de este uso peculiar de rimar mediante un desacostumbrado
corte de verso, aporta: de hecho, coloca el recurso dentro de la tradición, por tratarse de un poeta
canónico y de su poema más laureado. Rubén Darío en “El reino interior”, presenta un ejemplo
similar: “Al lado izquierdo del camino y paralela- / mente, siete mancebos — oro, seda,
escarlata…”; también hizo cortes versales con monosílabos, como en la cita de Vallejo. Por
ejemplo, en el soneto “Alma mía” rima el artículo determinado “los” con el sustantivo “dios”:
Y sigue como un dios que la dicha estimula,
y mientras la retórica del pájaro te aluda
y los astros del cielo te acompañan, y los
ramos de la Esperanza surgen primaverales,
atraviesa impertérrita por el bosque de los males
sin temer las serpientes, y sigue, como un dios…171
Es inusual por hacerlo con un adjetivo posesivo y no con sustantivos [mar, sal, sol], epítetos [cruel, vil, duz],
pronombres [yo, tú, él] o casos similares, como la norma lo dicta. Para mayores detalles véase el apartado “1. El
acento” de la Métrica española de Antonio Quilis.
170
Rubén Darío, Libros poéticos completos y antología de la obra dispersa, Edición de Ernesto Mejía Sánchez,
Estudio preliminar de Enrique Anderson Imbert, México, FCE, 4ta reimpresión, 2018, p.246.
171
146
El poeta español Juan Cervera Sanchís (1933), quien vivió varios años en México, procede de la
misma forma que Fray Luis en un soneto que dedica al Guadalquivir:
Conservan los gorriones misteriosamente al rumor del viento. Sangre alada
el sompancle, ya alquímica granada,
levita en mi memoria voluptuosa. 172
En última instancia, considero que el recurso técnico en Vallejo y los poetas mencionados es el
mismo: un encabalgamiento abrupto que se resuelve con las dos variantes mencionadas.
Después de esta digresión, vuelvo al poema “Idilio muerto”. El crítico literario Antonio
Cornejo Polar (1936-1997) hace una revisión del poema. La cita es larga, por ello la presento en
partes. Existe un comentario previo al soneto, en donde Cornejo Polar aborda el fenómeno social
del desenvolvimiento indígena en Perú, de su intento por reivindicar a los pueblos originarios
mediante la enunciación de su entorno y sus costumbres que se contraponen con las prácticas del
conquistador:
Paradójicamente, esa reivindicación implicaba, en sentido estricto, la marginación de quienes la
preconizaban: ellos no eran indios y, por consiguiente, no podían asumir más que una función
vicaria con respecto a esa identidad nacional y frente a la lengua que empleaban como propia
pero la remitían, con autenticidad o artificio, a esa sima social de la que en el fondo solamente
eran intérpretes o traductores. Es probable que muchos de los protagonistas de este proyecto no
tuvieran conciencia entonces de tal contradicción, pero sí parece suficientemente claro que su
172
Juan Cervera Sanchís, Testimonios. Sonetos 1957-1986, México, UNAM, 1a edición, 1986, p.16.
147
drasticidad hizo casi inevitable que organizaran la visión de sus países (como la de ellos mismos)
en términos de contrastes y contiendas englobadoras. Después de todo, estos intelectuales eran
parte de una contradicción aguda y su agenda literaria contenía puntos definidamente insolubles.
En cierto sentido, aunque parcial y tangencialmente, Vallejo tematiza algunos aspectos de este
asunto en un texto temprano: “Idilio muerto”.173
Lo que el crítico literario va perfilando en sus elucubraciones son los rasgos del individuo
peruano —aunque grosso modo puede ser el individuo latinoamericano— ante las innovaciones
tecnológicas y las implicaciones sociales de principios del siglo XX, comenzando por el
desplazamiento de la provincia a la urbe y la adaptación de estas personas acostumbradas a
relacionarse íntimamente con la naturaleza:
Es importante destacar, por lo pronto, que este poema es el último de la sección “Nostalgias
imperiales” en la que se evoca la vida rural y aldeana de Santiago de Chuco, que Vallejo acaba
de dejar, en términos de una distancia temporal que sitúa toda esa experiencia, que en realidad es
la de la víspera, en un horizonte con tintes arqueológicos, tal como se desprende del título mismo
de la sección. De esta manera se hace obvio que la posición de enunciación del texto, que es por
cierto la ciudad, trasmuta el mundo de ayer en un pasado lejano e irrecuperable. Naturalmente
este desplazamiento temporal hace más clara la oposición que vertebra el poema: un allá tempoespacial, donde se sitúa la figura de Rita, y un aquí, que es el universo urbano desde el que se
escribe el texto; oposición que se estructura en varios niveles pero que, en conjunto, asigna a su
primer término la condición simple, elemental e intocada de la naturaleza y —a su segundo— la
de un espacio viciado por el artificio de la ciudad moderna. 174
Antonio Cornejo Polar, Escribir en el aire, Lima, Perú-Berkley, USA, Centro de Estudios Literarios "Antonio
Cornejo Polar”, (CELACP) Latinoamericana Editores, 2003, 2da edición, p.161.
173
174
Ibid., pp.161-162.
148
Este apunte resulta interesante y puede explicar, digamos, en López Velarde el desprendimiento
físico de su terruño, el cual a nivel psíquico jamás abandonó. La conformación de nuevos sujetos
culturales atañe, también, a los poetas decimonónicos que se debatían entre ambas realidades
(piénsese, por ejemplo, en Ignacio Manuel Altamirano, de familia indígena). Regresando al
soneto de Vallejo, Cornejo Polar ahonda en el contraste que genera el drama interior a partir de la
figura femenina (Rita) que se menciona en los versos:
la figura de Rita no sólo está asociada indisolublemente a la naturaleza (“junco”, “capulí”, “sabor
a cañas”') sino que es y está hecha de esa condición: no es tan esbelta como el junco ni tan
apetecible, por morena y dulce, como el capulí; mucho más decisivamente, mediante una
metáfora absoluta, es de esas materias naturales, auténticas y puras. En contraposición, la ciudad
—que con un obvio exceso semántico se convierte en Bizancio— es experimentada como un
ámbito defectivo donde hasta el respirar abandona su condición espontánea (“me asfixia”) y la
vida toda como que pierde su sentido (“en esta lluvia que me quita/ las ganas de vivir”). Parece
del todo claro que en la axiología que subyace en este contraste todos los valores residen en el
espacio rural y en los villorrios que se sumergen en él, mientras que en la ciudad (que es también
la representación de la modernidad) se acumula una densa y tal vez irremediable negatividad. A
los efectos de mi argumento, esta oposición delata la irresuelta contradicción entre la posición
del poeta, culto y moderno, urbano vía la migración del campo a la ciudad, que tanto puede
escribir un texto prevanguardista (soneto, sí, pero también verso libre) cuanto añorar
intensamente, por corresponder a sus orígenes y estar revestidos de autenticidad vital, un tiempo
y una cultura que hubieran hecho imposible esa escritura. 175
Es preciso señalar dos pormenores. El primero es la apreciación que se hace de los versos: “en
esta lluvia que me quita / las ganas de vivir”, ya que en la nota a pie de página (la número 33)
175
Ibid., p.162.
149
Cornejo Polar revela que mientras la lluvia se percibe como fuente de vida en el campo, en la
ciudad se asocia con la muerte. Aún más, el crítico peruano asevera que este tema será constante
en la obra de Vallejo, y ha de encontrar su más dramática expresión en el poemario Poemas
humanos (edición póstuma, 1939) y puntualmente en el poema “Piedra negra sobre piedra
blanca” en el verso que dice: “me moriré en París con aguacero” (y así fue, pero no en jueves
como el poema indica, sino en viernes): en el Anexo se encuentra un soneto que abona a la tesis
de Cornejo Polar y se titula “Lluvia”, casi todo está hecho con eneasílabos. Segundo, el poema sí
es un soneto mas no está escrito en metro libre, como ha quedado demostrado en el esquema
alfanumérico expuesto anteriormente. Tampoco considero que sea prevanguardista sino
consecuencia de las expresiones modernistas, por lo que habría de contemplarlo como
postmodernista:176 continúa una tradición, no rompe con ella, aunque en el imaginario del poeta
pudiese ser esa la tentativa.
Siguiendo con las consideraciones de Cornejo Polar, estos poetas de contradicciones
internas e irresuelta, dotan a sus poemas —precisamente por su condición indeterminada u
oscilante— de una vitalidad distinta. Quizá sea excesivo decir que son como un tránsito entre la
letra y la oralidad, mas sin duda se preocupan más por la viveza —y vivencia— de la escritura:
la experiencia básica que tematiza “Idilio muerto” es punto menos que esquizofrénica: su
escritura, como signo de modernidad, no hace otra cosa que poner de relieve los valores
naturales —y arcaicos— que hubieran quedado oscuros y silenciados, en última instancia
ágrafos, si no se les hubiera abandonado para ingresar a una modernidad, por más modesta que
sea, que tanto hace posible su expresión en un código contemporáneo cuanto —de otro lado— se
En sentido cronológico, postmodernismo como sucesión del Modernismo poético, no como momento histórico,
ideológico o de estética actual.
176
150
ensimisma en la nostalgia de la dulce plenitud perdida. No tiene nada de gratuito, por
consiguiente, que el final del poema, que explica su título y subraya la connotación bucólica de
“idilio”, esté teñido de un hondo contenido trágico. La acumulación aquí de recursos formales,
desde las aliteraciones basadas en la reiteración del fonema "j" hasta la más o menos obvia
simbolización del llanto del "pájaro salvaje", pasando por la pluriacentuación del último verso,
no hace más que insistir en la condición culta y moderna de una escritura volcada hacia la
evocación de una pureza elemental perdida para siempre, aunque no cabe desapercibir que buena
parte de la estrategia formal del último terceto está vinculada —mediante una nueva torsión
dentro del texto— a la construcción de una estructura sonora que parece remitir a la oralidad que
sería propia del mundo nostálgicamente rememorado. 177
Esa será, en adelante, la disputa de varios de nuestros poetas a inicios del siglo XX, la lucha entre
la modernidad y la antigüedad, el presente como un desesperado intento de síntesis entre el
pasado y el futuro (pueden asumirse así los cambios en la estructura del soneto). Concluyo con
las observaciones de Cornejo Polar:
Otra vez, entonces, la tensión entre una tecnología escrituraria, que ciertamente implica una
inmersión confiada y hasta gozosa en la modernidad, que sin embargo —por otra parte— se
condena, y un universo antiguo y simple que queda lejos y atrás y cuyo sentido último está
recubierto por el ominoso anuncio de la muerte. Tal vez la evidente oscilación de este poema de
Vallejo sea un signo, no por sesgado menos significativo, de la aguda y desestabilizadora
ambigüedad del nuevo sujeto cultural que por entonces emerge en el erizado mundo andino.178
177
Ibid., p.162.
178
Ibid., pp.162-163.
151
Tales acontecimientos entre oralidad y escritura —comprendidas como lo perdido y lo ganado, lo
añorado y lo adaptado— también repercutirán en México, aunque de forma diversa. El encuentro
de dos mundos, y por ende de dos sistemas de pensamiento y de sentimiento, aún se encuentra
latente y se aprecia en un soneto temprano de Carlos Pellicer, al que por pudor —o alguna idea
que no queda clara— da un nombre genérico que alude a las partes (el número de estrofas) y no
al todo (el soneto): “Cuatro estrofas”. El poema está fechado en agosto de 1919 y se indica que
fue escrito en Bogotá. Inicia ofreciendo una coordenada geográfica de México en el primer
verso, para sintetizar en los siguientes tres la invasión española. El segundo cuarteto integra
elementos del escudo nacional, el águila y la serpiente, y los portentos del paisaje mexicano,
cuya riqueza colorida se traduce como “tierras / atropelladas de color”. El primer terceto alude al
tránsito de poderes que hubo: primero con la derrota de España (a quien se le señala con
ademanes o cualidades de madre); luego, con los diferentes intentos por conformar la República
Mexicana, y finalmente se menciona a un campeón de las disputas, quien goza de estar
“bronceado”: imagino que hace referencia a las comunidades originarias, a su tono de piel, su
condición de bronce sintetizada en el pigmento de la epidermis (“bronceado campeón”) a quien
coloquialmente se le llama “raza de bronce” (esta epíteto se considera equivalencia de
mexicano). Inicia el segundo terceto con la mención de los
EEUU,
se insinúa la enemistad entre
ellos y México para rematar con la aseveración de que en el país se cuenta con dos primicias: la
del ruiseñor y la del león, animales que pueden interpretarse como el poeta (a quien se le
identifica con el ruiseñor por su hermoso canto) y el guerrero, simbolizado por la fiereza del gran
felino (y tal vez símbolo de la heráldica española). Su esquema alfanumérico responde a la
polimetría: 14A-7b’-14A-14B’ / 14A-11B’-14A-9B’ / 14C-14C-8d’ / 11E-9E-8d’. Cito el soneto:
152
CUATRO ESTROFAS179
Mi Patria da al Pacífico y al Atlántico tierras.
Tuvo un Emperador
que tornó en flechas plumas de su penacho en guerras
y en suplicio de llamas vio en el fuego la flor.
En el blasón el Águila, vértice de las sierras,
estrangula a un ofidio sin horror,
y en los lagos pintores sacian su sed las tierras
atropelladas de color.
Panoplias colgó España maternal y vencida.
Naufragaron Repúblicas. Tornó después la vida
con el bronceado campeón.
Al Norte aúllan lúgubres codicias.
Pero tenemos las primicias
del ruiseñor y del león.
Bogotá, el 21 de agosto de 1919.
Si se toma como base el soneto tradicional, éste tiene fallas. Hay asonancia entre la rima de los
cuartetos y los tercetos: Emperador-flor-horror-color con campeón-león; también existe
asonancia entre los tercetos: vencida-vida con codicias-primicias. Pese a estos “descalabros”, el
soneto resulta aceptable: más si se toma en cuenta que Pellicer lo escribió cuando tenía alrededor
179
Carlos Pellicer, Obras. Poesía, México, FCE, 2da reimpresión, 2013, p.50.
153
de 22 o 23 años, y considerando que no pretende responder a la ortodoxia sino a los ecos
heterodoxos del Modernismo. Dentro de su vasta producción poética es posible encontrar
anomalías técnicas (o licencias); después se inclina por la forma tradicional. Sin embargo, el
rasgo que ha de caracterizar sus obras es la alternancia entre la isometría y la polimetría. Él y
Jaime Torres Bodet (1902-1974) son los dos poetas del grupo de Contemporáneos que más
practicaron el soneto. Con todo y esto, posiblemente quien más experimentó con la figura reina
de la poesía sea el más olvidado del grupo: Enrique González Rojo (1899-1939); él, además de
valerse de la homeometría y la polimetría, continuó con las maneras de Alfredo R. Placencia y el
soneto con rimas en los versos pares, a la manera del romance. Este peculiar poema cuya génesis
desconozco y que por pragmatismo llamo “soneto-romance” o “soneto-arromanzado”, viene a
ser en el universo del soneto —y de la poesía— una rara avis. Su factura no parece ser
recurrente, quizá porque se ignora su existencia o porque a los poetas les resulta un quehacer
fácil si se compara con las exigencias del soneto ortodoxo.180 A veces, a esta apuesta poemática,
González Rojo le suma la estructura del soneto inglés: tres cuartetos y un pareado; clásicamente
posee siete rimas en lugar de las típicas cuatro o cinco de la forma italiana. También cambian los
cuartetos, ya que su rima es trenzada y no abrazada:
ABAB-CDCD-EFEF-GG.
Héctor Cisneros
(1986) explica este fenómeno: “La falta de consonancias en el inglés, no tantas como en el
español o el italiano, hicieron necesario este acomodo con rima menos exigente; no obstante, esta
Vale la pena considerar que mientras para algunos poetas el valor del poema recae en la complejidad de la
estructura, en sus restricciones, otra parte pondera la liberación de tales restricciones y valora “la desatadura”, el
“romper las cadenas” que supuestamente esclavizan al estro. Al respecto, considero que el tipo de soneto más
complejo sería el soneto retrógrado (del que no conozco un sólo ejemplo contemporáneo, que esté bien hecho), ya
que duplica el número de rimas, pues se le agregan consonancias al principio de cada verso (para, además, leerse de
abajo hacia arriba), lo que lo hace poseer rimas internas y externas en un solo endecasílabo. En el polo opuesto (la
ausencia de rimas) también resulta complejo articular un soneto blanco —verdaderamente blanco— que no guarde
asonancia alguna en ninguna de sus 14 terminaciones. Existen más casos, pero cito estos por ser las dos caras de una
misma moneda, ya que uno multiplica la sonoridad consonante y el otro la mitiga.
180
154
laxitud se compensa por dificultad de los dos últimos versos, que deben sintetizar enérgicamente
los anteriores”.181 A continuación, presento un soneto en donde González Rojo establece sus
estrofas a la manera inglesa, pero la rima no es trenzada sino abrazada y el pareado no posee
rima independiente, sino que es una extensión del último cuarteto. Súmese la combinación de
heptasílabos y endecasílabos: 7a-11B-7b-11A / 7c-11D-7d-11C / 11E-7f-11F-11E / 11F-11E. El poema
atiende el tópico del sufrimiento y su superación, el ser que se sobrepone a las dificultades
mediante la voluntad (el título da la guía). El pareado resume el sentido al presentar la siguiente
estampa: la flor invicta que, ante la tormenta, esparce su perfume y se ilumina por el rayo que
alumbra la tierra llana.
VOLUNTAD182
Estoy solo y desnudo,
presentando mi cuerpo a la tormenta,
y soporto la afrenta
de un eterno dolor, sangriento y rudo.
El alma estremecida,
llora amarga ilusión, mansa o cobarde,
y solloza en la tarde
a cada golpe o cada nueva herida.
Héctor Cisneros Vázquez, “Tradición y rebeldía: El soneto en lengua española e inglesa”, en Poéticas de la
creación, Rosina Conde y Carmen Ros (editoras), México, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2020, p.
111.
181
Enrique González Rojo, Obra completa: versos y prosa 1918-1939, México, Siglo XXI / Universidad de
Occidente / El colegio de Sinaloa, 1a edición en siglo xxi, 2002, pp.86-87.
182
155
Pero, oh milagro del eterno lloro,
la voluntad asume
fuerte serenidad que no consume
del huracán el resplandor sonoro.
La flor, al viento, esparce su perfume,
y ¡el rayo incendia la campiña en oro!…
Presento, ahora, lo mencionado antes: un soneto-romance con acomodo a la inglesa. Es
heterométrico. No todos los versos nones son sueltos pues, pese a la distancia, riman el 3 con el
13. Siguiendo la naturaleza del romance, la rima que se emplea es asonante; en este caso con la
terminación ae, que se extiende por todos los versos pares; su esquema alfanumérico es el
siguiente: 9A-11B-7c-11B / 7d-7b-11E-11B / 7f-7b-7g-7b / 7c-11B. Cito el soneto:
OCASO 183
¡Oh, sol de invierno, moribundo:
has hundido tan hondo tus puñales,
que en un postrer aliento
la ensangrentada tierra empaña el aire!
La carretera inmóvil
escucha las señales
que van desde una antena a la otra antena,
desde una rama de árbol a otros árboles.
183
Ibid., p.119.
156
En un largo sollozo
se hace la sombra unánime,
y un acero imprevisto
interrumpe el mensaje.
Lo cortas, sol de invierno,
con uno de tus lívidos puñales.
En este soneto encuentro la continuación del paisaje mexicano que comenzó en el siglo XIX y
que fue uno de los rasgo característico de la lírica nacional, mas en este momento de nuestra
poesía ya no se trata sólo de la naturaleza (como en Othón) sino de la mezcla entre la naturaleza
y la urbe. El poema inicia retratando el ámbito lumínico que el sol invernal genera cuando está
por desaparecer en el horizonte, de ahí que en un último aliento la tierra ensangrentada (los tonos
rojizos que irradia la luz solar) “empañe el aire”; es decir, describe el ambiente, el entorno
bañado por los moribundos rayos de sol; en este primer cuarteto el metro se antoja caprichoso
pero la puntualidad descriptiva justifica, a mi juicio, la inserción de ese eneasílabo (verso de por
sí poco utilizado): la estrofa responde a las necesidades de la imagen, no de la aritmética. Luego,
en el siguiente cuarteto, el uso métrico se empareja para formar dos pares: los heptasílabos se
refieren a la carretera que escucha señales y los endecasílabos a dichas señales, las cuales van de
antena en antena y de árbol en árbol (de una rama al resto de los árboles, semejando a las
antenas). Al desconocer la fecha en la que el soneto se escribió y en la que se instalaron torres de
electricidad al costado de las carreteras, no es posible asegurar que se trate de ese tipo de
antenas, las cuales generan una especie de zumbido por la cantidad de electricidad que
157
transportan; sin embargo, la imagen remite a ello o algo parecido —tal vez eran antenas del
telégrafo—: lo denota el verbo “escucha”. Las antenas conviven con los árboles, se yuxtaponen
los elementos artificiales con los naturales para conformar un nuevo paisaje —más a la manera
de López Velarde— el paisaje poético de inicios del siglo XX. También se contrapone lo tangible
con lo intangible, la inmovilidad de la carretera con el movimiento invisible de las señales,
perceptible por el sonido que emiten. En el último cuarteto —isométrico, hecho a base de
heptasílabos— por fin oscurece (“se hace la sombra unánime”) y el poema se vuelve críptico; se
introducen nuevos elementos: el “acero imprevisto” que “interrumpe el mensaje” y el corte que
el sol realiza con sus “lívidos puñales”. Atendiendo a la primera estrofa, los puñales del sol
serían sus rayos que se “hunden” en la tierra, hondamente, propiciando tonalidades rojizas,
naranjas y amarillas; no alude a ellos como luminosos sino como generadores de oscuridad: su
luminiscencia se pierde al hundirse en la tierra. Literalmente se trata de la poetización de un
ocaso. La interpretación se complica, cuando se presenta el “acero imprevisto” ya que, por
imprevisto, es un factor ajeno al cuadro presentado. Después, ¿cuál mensaje se interrumpe?
Puede ser el mensaje del sol que anuncia la oscuridad o el de las señales que producen las
antenas. Uno sería visual y el otro auditivo. Ambos pueden resolverse si se considera al factor
ajeno, al “acero imprevisto”, como un rayo: interrumpe la oscuridad con su resplandor o
interrumpe las señales de las antenas (su zumbido) con el estruendo que produce el trueno. Hasta
aquí la exégesis parece válida. Mas al leer el remate del poema la imagen propuesta no parece
cabal: “Lo cortas, sol de invierno, / con uno de tus lívidos puñales”. La imagen no es
descabellada si, como mencioné, los rayos solares se consideran como generadores o
contribuidores de la oscuridad. Esta tesis se sostiene con la primera acepción de lívido que
158
significa “amoratado” (que tira a morado o que es de este color). Físicamente un rayo solar no
puede extinguir un relámpago. Por fortuna los poemas no deben responder a la realidad, y
poéticamente es una forma de enunciar que por fuerza solar —creador de la oscuridad— el
relámpago se apaga (se corta su luz). El poema versa sobre eso: un hecho climático que ocurre a
diario (salvo en coordenadas geográficas muy específicas). La atribución solar, aunque
físicamente cierta, resulta inusual: el sol brinda luz y también la mitiga, representa la totalidad,
no es una parte del día para dejar la otra a la luna: aquí el sol da y quita…
En el Anexo podrá encontrase un soneto-arromanzado más de González Rojo. También es
polimétrico y cuenta con la peculiaridad de no tener cortes estróficos. Si atendemos a su sintaxis,
sería un soneto polar: esto quiere decir que los cuartetos yacen en los extremos y los tercetos al
centro: 4-3-3-4; aunque en este caso sería 4-6-4. Nuevamente el ocaso es su tema, sin embargo
en él la luz se sobrepone a la oscuridad. Todo gira en torno al tránsito de una nube por el
atardecer, por la luz que se extingue. Presento su estructura alfanumérica sin los cortes
estróficos: 6a-7b-7c-9B-8d-9B-9E-6b-9F-6b-10d-6b-10G-10B. Vale la pena mencionar los poemas
de González Rojo “Miremos a la estrella” y “El secreto” por tratarse de sonetos con la misma
estructura: serventesios alejandrinos cuya peculiaridad es que pueden considerarse como sonetos
casi-continuos o de rima extendida, según se ve en su esquema de rima: ABAB-ABAB-CCB-DDB.
De la generación de Contemporáneos, Xavier Villaurrutia (1903-1950) y Octavio G.
Barreda (1897-1964) también utilizaron la estructura inglesa pese a haber escrito pocos sonetos.
Ambos cuentan con un volumen que reúne su trabajo bajo el título genérico de Obras. Al tomar
como base estos compendios, Villaurrutia escribió apenas una decena de sonetos y G. Barreda
solamente seis (los que componen los Sonetos a la Virgen). Asimismo, aunque de otra
159
generación, los sonetos “El retorno frustrado” de Alfredo R. Placencia y “El vigía” de Manuel de
la Parra (1878-1930) poseen estructura inglesa; el segundo aparece en la Antología de la poesía
mexicana moderna y tiene una distribución particular, dado que del verso 1 al 12, lo que son los
cuartetos, se presentan en bloque; los dos versos finales se disponen como pareado: lo son en
cuanto a unidad sintáctica pero no de rima.
Antes de presentar las apuestas de Villaurrutia y G. Barreda, menciono que los poemas
“Como barca en un lago” de Xavier Villaurrutia y aquel que principia “Este busto de yeso que
respira” de Bernardo Ortiz de Montellano (1899-1949), también son sonetos casi-continuos o de
rima extendida. A diferencia de los de González Rojo, estos se erigen con versos endecasílabos.
Las afinidades técnicas no resultan extrañas, pues se trata de poetas que compartieron la vida. En
el Anexo podrá consultarse el soneto de Ortíz de Montellano. Llama la atención la ausencia de
punto que cierre las estrofas, salvo el punto final (y un punto y aparte en el verso 13). El
esquema de rima de este soneto es:
ABBA-ABBA-BCB-CCB.
Mientras que el del soneto de
Villaurrutia tiene cuatro rimas en lugar de tres: ABBA-ABBA-CDD-AAC. No lo transcribo porque si
bien cumple técnicamente, su calidad es mediana. Algo similar sucede con su celebrado “Soneto
de la granada”: su hechura es mejor, sin duda, pero guarda aquel tono de sus extraordinarias
décimas —ignoro si sea un resabio de ellas o un antecedente— por lo que se siente que queda a
deber; de hecho, su nombre técnico —al conformarse por octosílabos— es sonetillo y no soneto.
Tal vez su popularidad se debe a que está dedicado a Alfonso Reyes. Mas insisto: dicha angustia
poética luce más y mejor en la estructura de la décima. Volviendo al soneto inglés, presento la
propuesta de Villaurrutia sustentado en dodecasílabos: posiblemente el metro se corresponda con
la peculiaridad de la estructura, ya que en sus demás sonetos se aprecian metros típicos:
160
octosílabo, endecasílabo y alejandrino. Es probable que la forma inglesa sea tentativa de
renovación de la lírica mexicana, dado que los ejemplos que conozco son todos del siglo XX;
resultaría interesante rastrear los primeros sonetos a la inglesa escritos por nuestros poetas
(pareciera que su estructura no se ha digerido completamente en México). El esquema del poema
de Villaurrutia es AABB-CCDD-EEFF-BB. Como podrá notarse, nuestros poetas no siguen el patrón
inglés ciento por ciento y se toman licencias. En varios sonetos es posible pensar en una
hibridación italoinglesa, ya que si bien la distribución estrófica de tres cuartetos y un pareado se
respeta, se conservan las cuatro o cinco rimas del modelo italiano, con cuartetos abrazados y de
idéntica rima los dos primeros. El siguiente ejemplo no atañe a tal hibridación:
LA VISIÓN DE LA LLUVIA184
Va por el camino lodoso y helado
con los ojos fijos, sin volver al lado
la cabeza baja y las manos yertas
que parecen lilas marchitas o muertas…
La lluvia semeja sucia muselina
que se deshilacha en la hierba fina
y el sol desmayado se esfuma a lo lejos,
apenas enviando pálidos reflejos.
¡Visión de la lluvia tan lenta y tan triste
que cantando llora y de gris se viste,
184
Xavier Villaurrutia, Obras. Poesía, teatro, prosas varias, crítica, México, FCE, 7ma reimpresión, 2012, p.11.
161
que nubla el paisaje de la carretera
con las humedades de su cabellera…
Visión de la lluvia, la de manos yertas
que parecen lilas marchitas o muertas!
La hazaña de Villaurrutia consiste en lanzar una tanda de pareados para sonar distinto. Pareciera
que se inspiró en la modalidad del remate a la inglesa para facturar el poema a partir de dicha
sonoridad. La novedad, de existir, radica en la vuelta de tuerca, tanto en el contenido del poema
como en lo técnico: el pareado final retoma elementos antes enunciados, el verso 13 es una
mezcla de los versos 9 y 3, mientras que el verso 14 es la repetición del 4, sólo que en lugar de
terminar con puntos suspensivos cierra con signo de admiración. En cuanto al contenido la vuelta
de tuerca consiste en dos posibilidades: 1. La descripción del primer cuarteto atañe a la lluvia
desde el inicio y esto se descubre hasta el fin del poema o 2. La entidad del primer cuarteto al
final se funde con la lluvia —con lo que peatón y lluvia terminan por ser lo mismo—. El título da
una pista de esto por la anfibología que guarda: “La visión de la lluvia”, la mirada puede ser
externa (la del poeta), la de alguien que mira llover, o puede tratarse del testimonio de la lluvia,
lo que ella percibe.
El caso de Octavio G. Barreda es otro. De inicio, él utiliza aún menos rimas que
Villaurrutia, según lo demuestra el esquema de su poema: ABBA-ABBA-CDED-CE. En este ejemplo
se observa lo mencionado anteriormente: cuartetos a la italiana con disposición inglesa, un
soneto híbrido, italoinglés. El poema probablemente resultará herético para varios lectores por
describir un acto carnal en el que participa la Virgen. Habrá que comenzar por decir que se trata
162
de sonetos eróticos y místicos y que tal unión carnal se percibe más que como un hecho atroz,
como una expiación:
Este soneto es el que acusa mayor grado de erotismo, puesto que es en él donde se centra el
proceso unitivo que comenzó con la renunciación al pecado del primero de los sonetos y que, en
un proceso místico puro, correspondería a la vía purgativa. A diferencia de san Juan, que al salir
el alma en busca de la experiencia mística tenía ya su casa sosegada, en los Sonetos a la Virgen
de Barreda hay una lucha simultánea y constante entre la carnalidad humana y la unión divina,
de manera tal que el placer de la vía unitiva está limitado por la falta de sublimación de los
sentidos.185
El texto de Franco Bagnouls “Los Sonetos a la Virgen, de Octavio G. Barreda. La irreverencia
disfrazada” aporta suficientes datos para una mejor comprensión de ellos, donde comenta las
influencias de Baudelaire y López Velarde, así como la relación de epígrafes y poemas que hace
pensar no sólo en asuntos místicos sino alquímicos; además, señala lo que parece haber sido el
detonante de los sonetos: la convalecencia del poeta por una enfermedad de transmisión sexual,
por lo que los poemas no se tratarían sobre la salvación del alma, sino sobre la curación del
cuerpo tras haber pecado. Sin más preámbulo cito el soneto a la inglesa de G. Barreda:
II 186
Llego a tu boca, Virgen, y tu brea
atrapa las hormigas de mi aliento
María de Lourdes Franco Bagnouls, “Los Sonetos a la Virgen, de Octavio G. Barreda. La irreverencia
disfrazada”, en Acta Poética 35-2, julio-diciembre, 2014, p.240.
185
186
Octavio G. Barreda, Obras. Poesía. Narrativa. Ensayo, México, UNAM, 1a edición, 1985, p.56.
163
(hay un fuego de espinas, hay un viento,
y en la onda una barca. Tu marea).
Llega mi barca, Virgen, y golpea
tu dulce arena —mi arrepentimiento—
y a tus palmas me arrastro ya sediento
a sublimar el ámbar de tu brea.
Te desnudo, por qué no Madre nuestra? [sic]
Tu carne, mi lengua, tu carne tierna…
Llego a tu vientre, tu nácar, al oro
a la concha, la rosa entre tu pierna.
Mas tu brea, por siempre, Madre nuestra
quemándome la carne poro a poro.
Es posible que Jorge Luis Borges (1899-1986) sea de los poetas más relevantes en lo
concerniente al uso de la estructura inglesa en español. Borges solía hacer la distinción entre el
soneto italiano y el inglés de manera tipográfica: sonetos con espacio entre las estrofas (a la
italiana) y sin espacio entre ellas (a la inglesa), dejando a golpe de vista un bloque tipográfico
que seguramente despistó a más de un lector (es otra forma de camuflar la estructura). Citaré, a
continuación, el soneto “Lo perdido”, poema que se compone de tres largas preguntas que
guardan en sí mismas subcuestionamientos; cada interrogación abarca aproximadamente lo
equivalente a un cuarteto. Las preguntas van desde lo no cumplido, pasando por lo metafísico
hasta enunciar lo irremediable. El remate del dístico —el cese de preguntas— parece referirse a
164
la añoranza. La primera versión de este soneto se publicó en el diario La Nación en junio de
1972 para promocionar el poemario El oro de los tigres; su esquema de rima forma tres cuartetos
y un dístico, pero no son estrofas de rima cruzada sino abrazada: ABBA-CDDC-EFFE-GG
LO PERDIDO187
¿Dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue, la venturosa
o la de triste horror, esa otra cosa
que pudo ser la espada o el escudo
y que no fue? ¿Dónde estará el perdido
antepasado persa o el noruego,
dónde el azar de no quedarme ciego,
dónde el ancla y el mar, dónde el olvido
de ser quien soy? ¿Dónde estará la pura
noche que al rudo labrador confía
el iletrado y laborioso día,
según lo quiere la literatura?
Pienso también en esa compañera
que me esperaba y que tal vez me espera.
En el Anexo proporciono un soneto más, a la inglesa, de Borges, uno muy celebrado, del que
Gilberto Prado Galán informa: “el estremecedor soneto ‘El remordimiento’, escrito por el poeta
Extraído de una fotografía de la hoja de periódico donde se publicó por primera vez, hoja que se encuentra a la
venta en una página de internet. El texto que presento es íntegro, sólo ajusté el formato: dispuse el título en altas y
omití las mayúsculas iniciales a principio de cada verso. Tomado de:
https://articulo.mercadolibre.com.ar/MLA-679188972-1972-jorge-luis-borges-lo-perdido-primera-edicion-_JM
187
165
de Buenos Aires, […] en septiembre de 1975, publicado en el diario La Nación el 21 de aquel
mes, y concebido tras la muerte de la madre del autor de ‘El Aleph’, acaecida el 8 de julio del
mismo año”.188 Ahí mismo podrán consultarse más sonetos a la inglesa de otros poetas
mexicanos: Tomás Segovia, Jorge Valdés Díaz-Vélez y Javier Sicilia.
Antes de abandonar a Jorge Luis Borges —partícipe del movimiento revitalista del soneto
en Latinoamérica— es necesario comentar que trabajó considerablemente el soneto. En los de
estructura italiana su experimentación se basó más en la rima. Por ejemplo, en “Son los ríos”
mezcló consonantes y asonantes sin miramientos: las rimas del segundo cuarteto son griegoreflejo-espejo-fuego y aleja-moneda-queda-queja en los tercetos. No es inusual encontrar en su
obra peculiaridades de este tipo, pueden revisarse los poemas “Blind pew”, “Al espejo” o “A un
viejo poeta”; incluso el soneto “A quien está leyéndome”, que es completamente asonante.
También se discute si los poemas “Caja de música” y “El espejo” —no debe confundirse con “Al
espejo”— son sonetos blancos a la inglesa. Estos datos, y varios más, se encuentran disponibles
en YouTube, en Canal MOOC UPF, en la lista de videos “Maestros de la Poesía Hispánica”;
dedican tres sesiones a Borges en torno al soneto, en los videos 39, 40 y 41 (o 8.2, 8.3 y 8.4).
Anteriormente se hizo mención de los sonetos de Trilce. Sin duda ameritan un estudio
detenido que no compete a este trabajo. Con todo y esto, comparto la estructura de rima que
tienen, ya que como algunos sonetos de Borges no respetan la rima ortodoxa, fenómeno que
repetirán poetas mexicanos. El esquema de rima del soneto XXXIV es el siguiente, según se
considere el tipo de rima: consonante
ABaC-ABdA-FGG-HIJ,
esquema del soneto XLVI, consonante o asonante, es:
asonante
ABaC-ABbA-CDD-BEF;
ABAB-ABAB-CDE-FGH.
el
Cumple con la
Gilberto Prado Galán, “El remordimiento revisitado”, Milenio, 24-12-2015, en https://www.milenio.com/opinion/
gilberto-prado-galan/sobre-heroes-hazanas/el-remordimiento-revisitado Consultado el 23 de octubre de 2020.
188
166
mitad de las rimas sólo en los cuartetos y los tercetos son versos sueltos, procedimiento
básicamente inexplorado en nuestra lírica.
Existen casos similares a estas incursiones en el único soneto que aparece en Poesía en
movimiento, y cuya autoría es de Xavier Villaurrutia. Me refiero al “Nocturno muerto”, cuyo
esquema de rima en asonantes —excepto en un caso— es el siguiente:
ABCB-DABA-BEA-BAF;
Villaurrutia juega una suerte de soneto continuo con versos sueltos, ya que las rimas A y B se
extienden a lo largo del poema, en cada una de las estrofas. El uso retórico de figuras de
repetición como el polipote (“silencioso silencio”) o la paranomasia (“afrentarán mi frente”) que
muestra en este soneto —y en varias partes de su Nostalgia de la muerte— se replicarán en las
generaciones futuras hasta derivar en excesos y abusos por parte de varios poetas, quienes
llamarán a estos procedimientos retóricos “experimentación” (y creerán que son novedosos). Sin
embargo, en cuanto a esta apuesta de innovación en las rimas, Elías Nandino (1900-1993) lo
hace mejor y más poéticamente en su conjunto de sonetos “Conversación con el mar”, editado en
1947 y dedicado al espíritu de Ramón López Velarde. El motivo de la dedicatoria no queda claro,
desconozco si lo dedica porque algún poema del jerezano le inspiró esta tanda de sonetos, si
porque a ratos los estilos coinciden o si fue un recurso retórico para despistar, para que el lector
creyera que los poemas dialogan con López Velarde, pues son de corte “homoerótico”, y una
declaración abierta en aquella época —y aún hoy en varios sitios— podría ser costosa; además,
para ese entonces Elías Nandino ya no era un jovencito, lo que quizá complicaba más el
pronunciamiento. La orientación sexual de Nandino y su fijación por Xavier Villaurrutia me
hacen pensar que estos poemas responden al soneto “Mar”, de Villaurrutia, en donde el mar no es
el mar, sino una metáfora de algo o de alguien; sucede lo mismo con estos poemas donde
167
Nandino dice: Mar, por no decir Xavier (o cualquier otro nombre). Pero esto es una nimiedad,
sea cual sea el motivo de su dedicatoria y del contenido de los sonetos, lo importante es el uso
técnico que hace de la rima, incluso la ausencia que busca de ella.
La obra se compone de 15 sonetos, uno como presentación a manera de misiva, que inicia
diciendo “Mar:” y viene el soneto hecho a base de seis preguntas, dos en cada cuarteto y una por
terceto, y dispuesto todo en cursivas. Después comienzan los sonetos numerados, del 1 al 14, lo
que da la idea de que se trata de un soneto hecho a base de sonetos o de los diversos tiempos de
la estructura petrarquista. Aunque llegan a existir consonancias, la rima debe juzgarse
asonantemente. Como se muestra aquí:
II 189
En el rumor bullente de tus aguas
yo descubro mi voz impronunciada:
mi ausente voz, apenas si soñada
por tu sal en mis células oculta.
Yo comprendo tu ausencia de palabras,
la frase blanca de tu errante espuma,
el delirio que asoma por tus ojos
y el cambiante color de tu esperanza.
Yo sé lo que se sufre encadenado
a las fuerzas profundas de la sangre
Elías Nandino, Conversación con el mar y otros poemas (1945-1948), México, Del. Cuauhtémoc del Depto. del
Distrito Federal, 1a edición, 1986, p.43.
189
168
con el vuelo enjaulado en la mirada.
Tú, inmenso; yo, pequeño: somos cuerpos
que sentimos la cárcel de la tierra
y por eso sufrimos tempestades.
La asonancia que más prevalece es la de aa, aparece en seis ocasiones; las otras rimas son las
terminaciones ua y ae con dos apariciones cada una; los demás son versos sueltos, por lo que su
esquema de rima es AAAB-ABCA-DEA-FGE. En este poema se percibe añoranza en los cuartetos y
sufrimiento en los tercetos; se sustenta en la remembranza y en el dolor de sentirse atrapado
(encarcelado), privado del libre ejercicio de su naturaleza o de su forma de ser. Los sonetos
atienden estos estados (añoranza y sufrimiento), la revelación sexual y, aunque no es explícita, a
ratos parece aludir a lo arcano. Cada uno de los poemas lo construyen endecasílabos. La tentativa
de soneto blanco, si era la intensión, jamás se cumple cabalmente. Esto puede debatirse, dado
que debido a la separación entre rimas habrá quienes afirmen que la sonoridad que produce la
cercanía se pierde por la distancia y por ende no se considera como rima. Ahora bien, que no
produzcan la misma sonoridad no evita que rimen, aunque —probablemente por la distancia— la
similitud fónica pase inadvertida. Recuérdese que en el soneto ortodoxo es mal visto que haya
asonancias entre los cuartetos y los tercetos; ahí el alegato de la distancia sonora no aplica (un
ejemplo más de que las restricciones poéticas no son precisas ni pueden aplicarse a rajatabla). El
verso blanco, en sentido estricto, es complicado en extremo, pues requiere —para considerarse
como tal— la evasión entera de la asonancia, cuando menos en una misma estrofa si se trata de
un poema extenso. “Piedra de sol”, por ejemplo, se considera un poema facturado en
169
endecasílabos blancos. La verdad no lo es, ya que abunda en asonancias. Pero por mera
practicidad se le asume de tal forma; que no cumpla a cabalidad su premisa no le resta méritos.
Conozco pocas tentativas de soneto blanco y de esas ni una sola procura eludir toda asonancia:
esta complejidad ha sido ignorada, dado que si encontrar las rimas idóneas para construir un
soneto requiere habilidad y destreza, lo opuesto: deshacerse de todas las rimas, encontrar las
palabras que beneficien el sentido del poema y que no rimen (lo que implica trabajar con 14
terminaciones vocálicas distintas), tiene —cuando menos— el mismo grado de dificultad que
presupone la ortodoxia del soneto clásico. Este quehacer lo realizan, sobre todo, autores nacidos
a finales del siglo XIX y principios del XX. Tiene sentido dicho procedimiento: el Modernismo
no llegó a ese extremo, no se le ocurrió eludir la rima —tal vez por sus tentativas sonoras— y se
remitió a usar asonancias o incluir un mayor número de rimas (haciendo cuartetos
independientes, por ejemplo) por eso, para los sucesores, parece lógico ese trato de la rima en el
soneto: un campo inexplorado por el Modernismo.
El último poema que escribió Alfonsina Storni antes de suicidarse fue el titulado “Voy a
dormir”; se trata de un soneto con rima asonante y versos sueltos, endecasílabos. Se encuentra en
el Anexo para su consulta. Presento aquí su esquema de rima: ABCD-EFGA-HBI-DJA. Abona a esta
forma de construcción del soneto el poemario Cien sonetos de amor (1959) de Pablo Neruda
(1904-1973). Habrá que revisar el ciento de poemas, pero no es extraño encontrar no sólo que a
Neruda le despreocupa la rima, sino que hay tanto sonetos isométricos como homeométricos y
polimétricos. La justificación de la nota introductoria —una pequeña carta dirigida a Matilde
Urrutia y fechada en octubre de 1959— es poética; si bien, en un principio el mismo poeta
proclama como “mal llamados sonetos” a sus poemas (por no ceñirse a la ortodoxia,
170
evidentemente), después asevera que sí se trata de sonetos: “los poetas de todo tiempo
dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad, hice
estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus
oídos”.190 Lo supuestamente rudimentario de los sonetos se debe a que fueron construidos con
hacha, cuchillo y cortaplumas; aquí no se cincela cosa alguna, nada se esculpe porque para el
poeta la metáfora de cincelar una pieza para la eternidad no sirve, ya que sus poemas nacen de
caminatas en el bosque y recolección de diversos tipos de madera a las que el vate nombra
“madederías de amor”; de dicha falta de uniformidad en la materia con la que se trabaja, se
edificaron “pequeñas casas de catorce tablas”. Es relevante que Neruda expresamente hable de la
rima y el sonido que produce y que por no ceñirse a ella bautice como “sonetos de madera” a sus
poemas; da una salida poética a su “falta”, pues en realidad su tentativa es otra y decidió tomar
como base algunas partes del soneto, puntualmente el número de versos y su distribución
estrófica. El metro y la rima no le interesaron o, llanamente, no se ajustaban a lo que él estaba
buscando: pese a esto, tampoco se libró de la asonancia. El esquema alfanumérico de su soneto
VIII da muestra de ello: 16A-14B14C14D/ 14E-14F-14C-14B/ 11G-11H-11A / 11G-11I-11J. En el Anexo
se encontrará un soneto en alejandrinos, con asonancias, que me resultó peculiar por el tema: el
agravio. Al parecer se agravia al poeta y con ello a su pareja; la amargura provocada por el
rencor que siembran los detractores o enemigos también aparece en este poema dispuesto en la
segunda parte del poemario (se divide en tres tiempos: mañana, tarde y noche).
190
Pablo Neruda, Cien sonetos de amor, México, Booket, 8va reimpresión, 2019, p.7.
171
En el ámbito mexicano, uno de los casos más interesantes de este tipo lo encuentro en
Octavio Paz, en los sonetos colectivos —a cuatro voces— y multilingües191 que se presentan en
Renga, escrito en 1969 y publicado en 1971. El mayor valor, considero, yace en la estructura del
poemario más que en el resultado de los sonetos que empiezan bien y luego decaen. La obra ha
sido poco estudiada, quizá porque en varios momentos se siente que las voces no lograron
conjugarse, quizá porque no queda claro de qué tratan los poemas: Tomlinson da algunas pistas,
primero habla sobre el sitio donde se reunían a escribir: “El lugar era el sótano del Hotel SaintSimon, que desde el principio e inmediatamente provocó una serie de asociaciones que
conducían a Perséfona y los mundos infernales”192 y después comenta sobre el tema y la
resolución para unificar las voces: “nuestro tema era el sueño y la piedra, lo impremeditado y lo
arquitectónico, el agua y el canal por el que corre el agua: nos habíamos reunido para juntar
cuatro voces dispares en una forma única, el soneto”.193 La tarea en sí misma ya era complicada y
más aún por las diferencias idiomáticas.
Las justificaciones para realizar sonetos alejados de la ortodoxia son plausibles: toman
como punto de partida la tradición japonesa del renga y suman la tradición del soneto (italiano e
inglés). De ambas tradiciones sólo toman parcialidades para conformar el proyecto poético:
“Aunque el renga está regido por reglas que no son menos estrictas que las de la etiqueta, su
objeto no era imponer un freno a la espontaneidad personal sino abrir un espacio libre para que el
191
Los poetas participantes son Jacques Roubaud (francés), Edoardo Sanguineti (italiano), Charles Tomlinson
(inglés) y Octavio Paz (español).
Charles Tomlinson, “Al unísono: retrospectiva”, en Octavio Paz, Obras Completas VII. Edición del autor. Obra
poética, México, FCE, 2da edición 2014, p.757.
192
193
Ibid., p.758.
172
genio de cada uno se manifestase sin herir a los otros ni herirse a sí mismo”.194 Según Paz, la
diferencia con el renga japonés es que el suyo responde a una tradición: la de la poesía
contemporánea. Si en 1966 habló de una tradición hispanoamericana: “No hay poesía argentina,
mexicana o venezolana: hay una poesía hispanoamericana, o, más exactamente, una tradición y
un estilo hispanoamericanos”, 195 en 1971 repetirá la fórmula pero en otro contexto: “No hay
(nunca la hubo) una poesía francesa, italiana, española, inglesa: hubo una poesía renacentista,
barroca, romántica. Hay una poesía contemporánea escrita en todas las lenguas de Occidente”.196
Esto no es verdad, como bien se sabe; el planteamiento podría tener sentido en América, no en
Europa. Paz justifica los procedimientos de esta obra tratando de emparentar la tanka con el
soneto: insertas cada una en su respectiva cultura, asume estas formas poemáticas como
equivalencias:
El poema clásico japonés (tanka) está compuesto por dos estrofas, la primera de tres líneas y la
segunda de dos. Nada más fácil que partir un tanka: 3/2, palabra/eco, pregunta/respuesta. Una
vez dividido, el tanka se multiplica. Prolifera por partogénesis: 3/2 3/2 3/2 3/2… Fisiparidad
verbal, fragmentos que se separan y encadenan: la figura que dibuja el renga participa de la
esbeltez de la serpiente y de la fluidez de la flauta japonesa. Al buscar un equivalente occidental
del tanka, encontramos al soneto: por una parte, es una forma tradicional que ha llegado viva
hasta nosotros; por otra, está compuesta, como el tanka, por unidades semiindependientes y
separables. Pero la estructura del soneto es muchísimo más compleja que la tanka. Mientras que
este último tiene sólo dos estrofas, el número de las del soneto es variable en virtud del principio
194
Octavio Paz, Obras Completas VII. Edición del autor. Obra poética, México, FCE, 2da edición 2014, p.746.
Octavio Paz, “Prólogo”, Poesía en movimiento, selección y notas de Octavio Paz, et. al., México, siglo XXI, 1a
reimpresión, 2018, p.10.
195
196
Octavio Paz, Obras Completas VII…, p.749.
173
de duplicación: la primera parte de un soneto está compuesta por dos cuartetos y la segunda por
dos tercetos. En el tanka la relación entre las estrofas es la de impar/par; en el soneto es
simultáneamente par/par y par/impar, ya que la segunda estrofa está dividida en dos partes
impares. Repeticiones, reflejos, redundancias y ecos que permiten una gran variedad de
combinaciones: el “soneto de las vocales” de Rimbaud es una sola frase, un solo término; el
soneto siciliano (ocho y seis líneas) es dualista y prolonga los temas del amor cortés; el de cuatro
miembros es un cubo sonoro, un razonamiento autosuficiente, casi un silogismo; el de tres
términos es dialéctico, pasional: afirma, niega y acaba por incendiarse en una paradoja; el
isabelino es más música que monumento verbal y, si se le compara con el de Góngora, es más
inductivo que deductivo.197
Al pensar en equivalencias, considero que Renga pretendió ser la contraparte de Taberna
(1966-1967) de Roque Dalton (1935-1975) pero sin la misma fortuna. Si la historia sobre
Taberna es cierta, Dalton cumplió con los objetivos de Renga (sin siquiera proponérselo):
conformar un poema que pusiera en entredicho la figura de autor al conformarse por diversas
voces:
[Taberna] resultó del recogimiento directo de las conversaciones escuchadas al azar y sostenidas
entre sí por jóvenes checoslovacos, europeo-occidentales y —en menor número—
latinoamericanos, mientras bebían cerveza en U Fleku, la famosa taberna praguense. El autor
solamente ordenó el material y le dio el mínimo trato formal para construir con él una especie de
poema-objeto basado a su vez en una especie de encuesta sociológica furtiva. 198
197
Ibid., pp.749-750.
Roque Dalton, Taberna y otros lugares, Prólogo de Eraclio Zepeda, México, La letra editores, Edición definitiva,
primera íntegra, 1988, p.123.
198
174
Alguien tendrá que hacer un estudio de ambas propuestas para saber en qué coinciden, para
revisar a detalle sus procedimientos y la funcionalidad de cada una. Renga responde más a
aspectos estéticos y Taberna a aspectos políticos; los dos a asuntos poéticos, sin duda.
Oficialmente puede decirse que los sonetos de Renga son sonetos libres. Aunque varios de ellos
conservan los dos cuartetos y los dos tercetos, en algún punto aparecen poemas de 11 versos,
hasta de 10 (estos: II1, II2, II3, II4, II5, II6, II7), no he encontrado los motivos de ello: pienso que
se trata de una contingencia, que hubo equívocos y se prefirió mantener los poemas tal cual,
antes de perjudicarlos al intentar cuadrarlos. Hay dos sonetos hechos a la antigua usanza, a base
de un octeto y un sexteto: el I7 y el III7, de Octavio Paz y Charles Tomlinson respectivamente: el
primero es totalmente en español y el segundo totalmente en inglés. En la edición con la que
trabajo, el soneto de Paz aparece tanto en la primera versión como en una a la que, como
acostumbraba, le hizo cambios. En la primera hay cuatro distintas asonancias; en la segunda
cinco, por lo que el soneto no resulta ni blanco ni tan libre. Presento los dos esquemas de rima
para contraponerlos: ABCDAEAF-DECGHI y ABCCDEDF-BGAEHI. En el Anexo pueden leerse ambas
versiones.
Como me he extendido con esta obra, las citas de los poemas las realizaré en el Anexo;
además de encontrar en Renga sonetos con estructura a la inglesa (III1, III3, III5) lo más relevante
en cuanto a distribución estrófica es el hallazgo de sonetos invertidos:199 se comienza con los
tercetos y se cierra con los cuartetos: 3-3-4-4. Pero más aún, también hay sonetos invertidos con
la estructura inglesa (III2, III4, III6): 2-4-4-4. No conocía un sólo caso de soneto invertido con
Son los siguientes: I2, I4, IV1, IV3, IV5. El I6 es extraño, pues sólo tiene 13 versos: 3-3-4-3. Apuntaba para ser un
soneto invertido, quizá el mejor, pero remata en terceto. De hecho, en el verso final de la intervención de Paz, el
primer cuarteto dice: “¡llueve, incandescencia, soneto, jardín de llamas”. Supongo que Jacques Roubaud —quien
cierra el poema— no se percató que se estaba facturando un soneto invertido, y nadie le avisó.
199
175
estructura a la inglesa. En el Anexo cito también tres sonetos invertidos con la estructura italiana:
uno de Octavio G. Barreda, otro de Xorge del Campo (1945-2008) de metro caprichoso pero que
además de ser invertido es continuo, y uno del poeta español Eduardo Chicharro Briones
(1905-1964). Aquí presento un sonetillo invertido, que pertenece a Renato Leduc (1897-1986) y
se encuentra en su célebre primer poemario El aula, etc. (1929):
PARA MAÑANA200
Aquella pequeña estancia
era tibieza y fragancia
porque tú estabas allí…
Nerviosamente, tu mano
jugueteaba sobre el piano
do-re-mi-fa-sol-la-si…
Hablaste con voz muy queda,
y en la penumbra propicia
sentí la suave caricia
de tu epidermis de seda.
Y una garganta senil
pasó bajo la ventana,
gritando: “Para mañana
se juegan doscientos mil…”.
200
Renato Leduc, Obra literaria, México, FCE, 1a reimpresión, 2016, p.127.
176
Al revisar su composición, se aprecia que no se altera la propuesta convencional de exposición,
ya que el primer terceto presenta el tema: un lugar que se vuelve afable (adquiere “tibieza” y
“fragancia”; es decir, una temperatura agradable y un aroma grato) a causa de una presencia
femenina.201 El segundo terceto amplía el tema: en la estancia hay un piano que la mujer toca con
nerviosismo; pero no realiza una interpretación, sino que toca las notas una tras de otra, en
escala, por lo que el acto puede leerse como un intento por ocupar las manos, aquietarlas o
distraerlas para disminuir los nervios. Primer cuarteto: en él se presenta la crisis y prepara al
lector para el remate; la situación del nerviosismo prosigue, la entidad femenina habla bajo (“voz
muy queda”) y aprovecha la oscuridad de la estancia (“la penumbra propicia”) para acariciar al
yo lírico, quien informa que la susodicha tiene piel suave (“epidermis de seda”): comienzan las
caricias. El segundo cuarteto, el de cierre, da un giro dramático o cómico según se interprete: en
la cúspide de la situación, del deseo, la voz de un anciano (“garganta senil”), vendedor de billetes
de lotería, da la información del concurso de los cachitos que vende: juegan para el día siguiente
(“mañana”) y el premio es de 200 000 pesos.
Ahora bien, este curioso final —típico en Leduc— puede tener, cuando menos, dos claras
interpretaciones. Guiados por las palabras del vendedor de cachitos de lotería, palabras de donde
se extrae el título del poema, debe inferirse que lo ocurrido previamente, la caricia fémina, es el
equivalente al billete de lotería que ha de cobrarse al día siguiente o que habrá que aguardar
hasta el otro día para saber si —con suerte— se obtiene un premio (los favores de la mujer en
este caso). La segunda lectura implicaría que dados los antecedentes, la intromisión del vendedor
Asumo que la presencia es femenina por la orientación sexual de Leduc y por el conjunto mismo de su obra, por
si alguien se lo pregunta. Si se está en desacuerdo con mi aseveración, basta con imaginar que donde dice “entidad
femenina” o cualquier alusión a ello, dice “presencia que genera deseo”.
201
177
de billetes de lotería indica que tras la caricia en la oscuridad vendrá la cópula; que es un día de
suerte. La aparición del vendedor predice la suerte del yo lírico. Debe considerarse un dato del
folclor mexicano: cuando a alguien le sucede un hecho afortunado, se le recomienda —basados
en el acto de fortuna— que juegue a la lotería, dado que “trae buena suerte”. Me quedo con la
primera interpretación, sobre todo porque Renato Leduc, en sus poemas, constantemente tiende a
perder en los asuntos amatorios (habrá que corroborar esta aseveración), por lo que puede
identificársele con Charlot, el personaje de Chaplin, quien suele no quedarse con la protagonista
y por ello se le ve al final de las películas caminando solo, con rumbo al horizonte.
La estructura del soneto invertido de Leduc (aab’-ccb’-deed-f’ggf’) bien puede
considerarse o empatarse con un soneto inglés invertido con cuartetos a la italiana: aa-b’ccb’deed-f’ggf’; la independencia de rima de los cuartetos lo permite. Existe un segundo esquema,
dado que los tercetos hacen asonancia con el segundo cuarteto, en las palabras estancia-fragancia
con ventana-mañana y allí-si con senil-mil; sea error o astucia (una manera de relacionar
fonéticamente el principio con el final) el soneto no suena mal ni pierde nada en el camino.
Dicho esquema asonante sería: aab’-ccb’-deed-b’aab’.
En la actualidad, en distintos lugares (académicos o no) el soneto parece haberse reducido
a cuestiones técnicas, netamente a lo concerniente al metro y la rima, por lo que la ejecución de
lo que típicamente se conoce como “fondo” —importante en cualquier poema— y que alude al
contenido, al asunto o sentido, queda en un segundo o tercer plano: el falso problema que suele
plantearse al revisar este tipo de poemas es de índole formal, netamente; se cifra su ser a una
estructura y no a la sustancia. Por eso la alteración de la forma propicia conflictos, dado que su
desemejanza con lo que “debería” identificarse a golpe de vista lo vuelve inaceptable o, si se le
178
guarda alguna cortesía, se le hace el favor de etiquetarlo como experimental, 202 lo que ahorra
cualquier profundización en él, dado que en menesteres poéticos suele utilizarse “experimental”
para referirse a un trabajo falto de seriedad o, en su defecto, de búsqueda (algo inacabado), por lo
que más vale seguir adelante y no prestarle atención.
Pese a la abundancia de recursos con los que cuenta la academia, aún no sabe cómo
enfrentar estos casos —las investigaciones sobre el tema, al ser mínimas, dan muestra de ello—
y en no pocas ocasiones los poetas también lo ignoran o no lo tienen claro, y por eso justifican
sus búsquedas poéticas, 203 de ahí que los paratextos sirvan de salvaguarda: Diario, semanario y
poemas en prosa, parece necesario el aviso de que los poemas se presentan en prosa: es decir,
son poemas —no se dude de ello— pero escritos en prosa. En lo concerniente a los sonetos
existen varios ejemplos: Los “Casi sonetos ahogados del ahogado”, los “Sonetos en prosa”, los
“Sonetos impuros”, los “neosonetos”… Buscar una explicación profunda a este hecho, un
trasfondo intrincado, es un verdadero despropósito y un exceso de fe en los poetas (el lado
opuesto de quienes desconfían), dado que estos títulos-advertencias no hacen más que
desmarcarse, pues dicen a la perfección lo que quieren: no se trata de sonetos ortodoxos. Claro
que pueden venir explicaciones al respecto, pero en esencia se trata de sonetos que en uno o
varios niveles se desentienden de la ortodoxia o la tradición de la estructura petrarquista.
En el ámbito literario, el uso del adjetivo experimental (pocas veces se emplea con justicia) posee un leve matiz
que radica en quién enuncia: los críticos suelen utilizarlo para descalificar o ignorar obras, mientras que los autores
se valen de él para ponderar su propio trabajo y, en general, marcar un distanciamiento con la tradición.
202
Por ejemplo, con miras a este trabajo, tuve la oportunidad de sostener una charla telefónica el 3 de noviembre de
2020 con Luis Antonio de Villena (1951), poeta español y estudioso del soneto. En la conversación me habló de su
poemario Desequilibrios (2005), hecho a base de sonetos heterodoxos. En algún punto de la conversación dijo que
en su libro de sonetos “hay dos o tres clásicos, por si acaso”. Aproveché para hablarle de la desconfianza que se le
tiene a los poetas —comprensible por la cantidad de charlatanes que usurpan el título— y después le pregunté si su
“por si acaso” aludía a una medida precautoria: es decir, si lo hizo para que no quedara duda de que es capaz de
facturar sonetos clásicos; me respondió que sí, que fue por eso y me explicó que antes se dudaba de las cualidades
del poeta y por ello le había parecido necesario hacerlo. Le comenté que no es asunto del pasado, sino que aún
prevalece en nuestros días dicha sospecha, lo que resulta más bien tonto.
203
179
El fenómeno, como se ha venido mencionando, es de índole continental. José Carlos
Mariátegui (1894-1930) aprovechó unos poemas de Martín Adán (1908-1985) para declarar lo
siguiente:
Ahora sí podemos creer en la defunción definitiva, evidente, irrevocable del soneto. Tenemos, al
fin, la prueba física, la constancia legal de esta defunción: el anti-soneto. El soneto que no es ya
soneto, sino su negación, su revés, su crítica, su renuncia. Mientras el vanguardismo se contentó
con declarar la abolición del soneto en poemas cubistas, dadaístas o expresionistas, esta jornada
de la nueva poesía no estaba aun totalmente vencida. No se había llegado todavía sino al
derrocamiento del soneto: faltaba su ejecución. El soneto, prisionero de la revolución, espiaba la
hora de corromper a sus guardianes; los poetas viejos, con máscara de juventud, rondaban
capciosamente en torno de su cárcel, acechando la oportunidad de libertarlo; los propios poetas
nuevos, fatigados ya del jacobinismo del verso libre, empezaban a manifestar a ratos una tímida
nostalgia de su autoridad clásica y latina. 204
En 1928 Mariátegui dio por muerto al soneto tradicional. No erró totalmente, pues como se ha
mostrado aquí, luego vendrían distintas apuestas poéticas en torno a dicha figura, y con mayor
fuerza; sin embargo, la estructura clásica nunca desapareció: hoy se mantiene a flote. Las
aseveraciones vertidas por el escritor peruano simplemente abonan a lo que se ha venido
diciendo: al soneto se le ha visto, y aún se le ve, como representación de poder, como símbolo
identitario de cierta línea poética constreñida y conservadora:
Hoy, por fortuna, Martín Adán realiza el anti-soneto. Lo realiza, quizá, a pesar suyo, movido por
su gusto católico y su don tomista de reconciliar el dogma nuevo con el orden clásico. Un
José Carlos Mariátegui, “El Anti-soneto”, Amauta, Lima, 1928, Nº 17:76, en https://sisbib.unmsm.edu.pe/
bibvirtual/libros/literatura/La_polem_vang/Anti_Son.htm
204
180
capcioso propósito reaccionario, lo conduce a un resultado revolucionario. Lo que él nos da, sin
saberlo, no es el soneto sino el anti-soneto. No bastaba atacar al soneto de fuera como los
vanguardistas: había que meterse dentro de él, como Martín Adán, para comerse su entraña hasta
vaciarlo. Trabajo de polilla, prolijo, secreto, escolástico. Martín Adán ha intentado introducir un
caballo de Troya en la nueva poesía; pero ha logrado introducirlo, más bien, en el soneto, cuyo
sitio concluye con esta maniobra, aprendida a Ulises, no el de Joyce sino el de Homero. Golpead
ahora con los nudillos en el soneto cual si fuera un mueble del Renacimiento; está perfectamente
hueco; es cáscara pura. Barroco, culterano, gongorino, Martín Adán salió en busca del soneto,
para descubrir el antisoneto, como Colón en vez de las Indias encontró en su viaje la América.205
Pero estas maniobras, tales arquitecturas y reajustes, ya las había dado el Modernismo: la
diferencia entre una y otra estriba, obviamente, en la comunicación del discurso. La intervención
de la estructura ortodoxa como sistema poético es un rasgo de la poesía latinoamericana, es la
reapropiación misma de lo ajeno: se trata de la herencia que no hemos reconocido ni continuado,
salvo como nimias antítesis o explicaciones innecesarias nacidas del temor de ocasionar “malos”
entendidos y ser señalado de incapacidad poética o de disfunción lírica; estos guiños son otra
forma de legitimarse, de atestiguar que no se es ignorante, sino que “las fallas” son a propósito:
¿por qué el poeta ha caído en este ridículo juego de excusas y justificaciones?
Ante la ortodoxia del soneto hubo repercusiones que se volvieron un rasgo identitario,
siendo la más relevante una nueva actitud poética, que no es exclusiva de Latinoamérica, dado
que alcanzó a los mismos poetas españoles, como a Blas de Otero (1916-1979) de quien se dice
sobre su quehacer con el soneto:
205
Ibid.
181
una buena parte de los sonetos de Blas de Otero tiene, en palabras de Gianni Spallone, una
«dudosa pureza fisiológica», ya que está formada por modelos rítmicos que no se corresponden
con el modelo petrarquista; Spallone encuentra hasta 27 esquemas irregulares y habla de sonetos,
metasonetos e incluso antisonetos. Esa heterodoxia se produce como consecuencia de la
disposición de la rima, de la introducción de distintos metros en el mismo poema, del uso de
metros inusuales como el dodecasílabo o incluso de la construcción de poemas que siguen el
modelo del soneto pero que no tienen catorce versos —carecen del último verso esperable, o
añaden un texto a manera de estrambote—. Resulta significativo, en todo caso, ese juego de
renovaciones de la estrofa clásica por excelencia, acorde con la voluntad explícita del poeta de
«ensanchar el soneto», enriqueciendo el paradigma y aprovechando las tensiones que se producen
entre el rigor de la norma y el placer de la variación, entre la tradición clásica y la innovación. 206
Y precisamente es este “ensanchamiento del soneto” mediante “irregularidades”207 el tema a
revisar en el siglo XX, no el transcurrir de su forma ortodoxa, que prevalece, que jamás ha dejado
de estar vigente —con mayor o menor fuerza— y cuyos cambios, aunque sustanciales, son
mínimos. Algunos de estos cambios sutiles —que no hacen por camuflar abiertamente la forma,
pese a confundir al lector promedio— pueden encontrarse en Manuel Maples Arce (1900-1981),
Jaime Sabines (1926-1999) y Enrique González Rojo Arthur (1928-2021). Los sonetos de
Maples Arce jamás cumplen con la ortodoxia y por ello enunciar “la peculiaridad” de cada
caso208 carece de sentido; al leerlo con detenimiento cuesta creer que el padre del Estridentismo
206
Juan Frau, “Blas de Otero: métrica y poética”, en Rhythhmica. Revista española de métrica comparada, Año I.
Núm 1., 2003, pp.102-103.
207
Varias de estas irregularidades, de tan usadas, podemos considerarlas en la actualidad como regulares.
Si la recopilación de Las semillas del tiempo. Obra poética 1919-1980 —de donde extraigo los datos— fuese la
obra completa de Maples Arce, habría escrito un total de 26 sonetos.
208
182
—la imagen que propicia su leyenda— sea tan malamente cursi, como lo muestra este cuarteto
del sonetillo-romance, y con estrambote, “María Isabel”:
La vida dura un segundo,
apenas es, ya pasó.
Vas a decirme una cosa:
¿Viviré en tu corazón?209
También cabe recordar, para ir deshaciendo estereotipos, que el más grande de los estridentistas
no eludió la vida burocrática ni escapó de escribir poemas para quedar bien: en la forma del
soneto hay algunos ejemplos como “Tres ciudades” (Veracruz, Guadalajara, Puebla) o “A un
amigo” en donde lisonjea a Heriberto Jara (1879-1968), revolucionario y político de Veracruz.
Con todo y esto, hay sonetos bien logrados. Un detalle que llama la atención se encuentra en el
poema “A Gloria Campobello”, en donde presenta la siguiente estructura: 11A-11B-9B-11A /
11A-11B-11B-11A / 11C-13C-11D / 11E-11E-11D. ¿Qué ocurre con los versos tres y diez? El primero
es eneasílabo y el segundo tridecasílabo; lo que hace Maples Arce es compensar: si el metro a
seguir es el endecasílabo, si él funge como eje, al verso tres le quitó dos sílabas y al verso diez le
otorgó dos sílabas extras; es decir, al final se mantiene el número de sílabas rítmicas totales del
soneto ortodoxo: 154. A su vez, Sabines hace lo mismo en su poema “XIV” de Algo sobre la
muerte del mayor Sabines (1973) cuyo esquema alfanumérico es 11A-11B-11A-9B /
11A-11B-11A-11B / 12C-11D-11C / 12D-11C-11D, las dos sílabas que le faltan al verso 4 se distribuyen
una en el verso 9 y la otra en el 12 dando, de nueva cuenta, un total de 154 sílabas rítmicas o
Manuel Maples Arce, Las semillas del tiempo. Obra poética 1919-1980, México, FCE, 1a edición en Lecturas
Mexicanas, 1990, p.114.
209
183
poéticas. Esto abre la puerta a un nuevo tipo de soneto, uno que se sustente en las equivalencias o
en el número total de sílabas métricas, ya no en las estrofas ni en el total de versos, con lo que
cada secuencia lógica dentro del poema sería única al cambiar el desarrollo del sentido por la
partícula (la sílaba) en lugar de por el conjunto de versos (la estrofa).
Los sonetos de Maples Arce también sirven para mostrar que la idea del oído universal
falsea: si bien funciona como principio regulador, esto no significa que sea ciento por ciento real
y, menos, infalible. Poco vale revisar manuales de fonética, porque no son ellos la fuente de
donde abreva la construcción de sus versos. Por esto la asimetría se descalifica, ya que exige más
al crítico e investigador, y a los poetas mismos que deciden estudiar métrica con un autor en
particular. Presento una muestra de lo dicho:
¡Oh tiempo! ¡Oh río de la existencia!
Voy en la entraña de tu ser fluido,
marcho por el caudal de tu existencia
que atrás dejó mi último latido. 210
Salvo el tercer verso, los demás presentan algún inconveniente que permita aseverar que “de
manera natural” estamos frente a un cuarteto endecasílabo. Por esto se debe ajustar la norma a lo
que los versos proponen, y no al revés. El resto del poema continúa con versos que pueden
propiciar dudas; sin embargo, está patente la intención de conformar un poema de constitución
endecasílaba. Para que esto sea así, en el primer verso se elude una sinalefa, ya sea entre la
tercera y cuarta sílabas para conformar un endecasílabo galaico: ¡Oh-tiem-po-¡Oh-rí-o-de-laex-
210
Ibid., p.135.
184
is-ten-cia! o bien, eludiéndola entre las que serían la séptima y octava sílabas: ¡Oh-tiem-po¡Ohrí-o-de-la-ex-is-ten-cia! En el segundo verso la dificultad yace en si la palabra “fluido” ha de
considerarse de dos o de tres sílabas; Maples Arce la considera de tres flu-i-do y con esto se
alcanza el metro deseado; la discusión no es sobre lo que indique la fonética, dado que las sílabas
métricas, rítmicas o poéticas (cualquiera de estos adjetivos es correcto) distan o se diferencian de
las sílabas fonológicas: esto se debe a las licencias poéticas, a la artificialidad de la versificación.
En el caso de Maples Arce hay un verso, el nueve, en el soneto “Contigo van” que puede ayudar
a constatar cómo medía dicha palabra: “Olvidando el fluir de los cristales”,211 divide la palabra en
dos, la utiliza como un bisílabo: “flu-ir”. Esta es una guía, da idea del camino, pero no es el
camino, ya que en otros casos el poeta podría usar de forma distinta las mismas palabras, sea
como monosílabo (fluir) o bisílabo (flui-do). El cuarto verso presentará la duda de si debe
contarse: miúl-ti-mo-la-ti-do o más bien mi-úl-ti-mo-la-ti-do. Para alcanzar el endecasílabo es
necesaria la dialefa, presento el verso completo: “quea-trás-de-jó-mi-úl-ti-mo-la-ti-do”. Este
manejo del metro permanece en cada uno de los sonetos del poeta estridentista. En el Anexo se
deja constancia del paso de Maples Arce por la forma petrarquista, incursión ignorada y —hasta
donde alcancé a investigar— no estudiada. El primer soneto, “El poeta y el ciego”, atañe a la
tradición de la figura del invidente como símbolo de conocimiento y portador de verdades. El
esquema de rima es singular dado que en el segundo cuarteto sólo mantiene una consonancia:
ABAB-ACAC-DED-FFE.
El segundo soneto, “La plaza labrada”, lo elegí por dos motivos: su tema
se refiere a un momento histórico: la masacre de estudiantes y civiles acaecida en Tlatelolco el 2
de octubre de 1968, y porque se trata de un soneto continuo (cuya estructura es ABBA-ABBA-ABA-
211
Ibid., p.132.
185
BBA).
El tercer soneto se titula “Esas cursis románticas…” y lo considero el más próximo a las
maneras estridentistas: está facturado en alejandrinos y mezcla rimas consonantes y asonantes,
cuando el verso es oxítono la rima es asonante y cuando es paroxítono es consonante.
En Algo sobre la muerte… pueden leerse algunos de los pocos sonetos que Jaime Sabines
publicó (hay dos más en Poemas sueltos bajo el título de “Paréntesis”). Se cuenta que escribió
más, antes del nacimiento de su primer hijo, pero jamás vieron la luz: “a punto de nacer Julio, su
primogénito, Sabines se propuso redactar un soneto diario. Tras acumular treinta sonetos que
luego destruyó, comenzó a escribir Tarumba”. 212 De ser verdadera esta afirmación, es imposible
saber si aquellos poemas se ceñían o no a la ortodoxia; asimismo, hay otra incógnita respecto a
los sonetos que aparecen en el poemario hacia el final de la primera parte, desde el poema XII al
XVII, dado que el poema XVI es de 14 versos, polimétrico y partido en dos, con la primera
estrofa de 3 versos y la segunda de 11. De no ser por el testimonio del propio Sabines,
consideraría ese poema como soneto. Él no desmiente esto, pero en sus palabras puede intuirse
que ese poema XVI no es un soneto, pese a guardar relación con dicha estructura no sólo en lo
externo (número de versos) sino en lo interno (el desarrollo lógico). También menciona la
irregularidad de sus poemas:
Seguí escribiendo hasta los primeros días de diciembre y terminé la primera parte. Casi todo el
final de ésta fue escrita en sonetos. Recurrí a esta forma para concretar mi emoción, como para
contenerla en un vaso, porque de lo contrario no hubiera podido escribir nada, sobre todo
aquellos primeros días cuando yo sentía su muerte como mi muerte. León Felipe me dijo que lo
destantearon y que le había asombrado que yo pusiera los sonetos. Me preguntó por qué.
Hernán Bravo Varela, “Malversaciones” en Escribir poesía en México, tomo I, México, Bonobos/CONACULTA,
1a edición, 2010. pp.39-58.
212
186
“Sencillamente porque ahí estaban. Son como un vaso que hay que llenar. La forma ya está
hecha y como mis impulsos se aglomeraban, era una cosa tremenda, había que vaciarlos en un
molde que ya existía. No están escritos a la manera tradicional. Rompo el ritmo de algunos
versos pero está hecho a propósito para no caer en una poesía muy manoseada”.213
Ese “Casi todo el final…” insinúa que el poema XVI es la excepción, lo que impide que el final
de la primera parte haya sido escrita completamente en sonetos. Apreciables, también, son las
causas por las que se valió del soneto como vehículo expresivo, así como su renuncia al modelo
clásico, ninguno es isosilábico. Quizá el más peculiar sea el que cito a continuación, pues
desentona con los otros en la rima: su estructura se comprende al considerar la asonancia como
rima constitutiva:
XV214
Esquema de rimas
consonante / asonante
Papá por treinta o por cuarenta años,
A
/
A
amigo de mi vida todo el tiempo,
B
/
B
protector de mi miedo, brazo mío,
C
/
C
palabra clara, corazón resuelto,
D
/
B
te has muerto cuando menos falta hacías,
E
/
D
cuando más falta me haces, padre, abuelo,
F
/
B
hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,
G
/
E
pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.
H
/
B
Entrevista de Pilar Jiménez Trejo a Jaime Sabines, en El poeta en un poema, adaptación de Marco Antonio
Campos, México, UNAM, 1a edición, 1998, p.98.
213
Jaime Sabines, Poesía, nuevo recuento de poemas, México, Joaquín Mortiz-SEP, 1a edición en Lecturas
Mexicanas, 1986, p.236.
214
187
Te has muerto y me has matado un poco.
I
/
F
Porque no estás, ya no estaremos nunca
J
/
G
completos, en un sitio, de algún modo.
K
/
F
Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
L
/
B
a empobrecerlo más, y a hacer a solas
M
/
H
tus gentes tristes y tu Dios contento.
N
/
B
Su esquema alfanumérico es: 11A-11B-11C-11B / 11D-11B-14E-14B / 9F-11G-11F / 11B-11H-11B siendo
constante la rima B (con terminación e-o) en los cuartetos y el último terceto; en el primer terceto
se replica la rima
F
(poco-modo). En estos sonetos, generalmente, Sabines no presenta metros
que sólo se encuentren en un sólo verso, pero en este caso sí, dado que el único eneasílabo es el
verso nueve. En el Anexo puede leerse el soneto XVII, que cierra la primera parte del poemario,
en donde se aprecia el emparejamiento de metros: aquí el poeta echa mano de cuatro metros
distintos y forma cuatro pares de endecasílabo, uno de decasílabo, uno de dodecasílabo y uno de
alejandrino; este es su esquema: 14A-14B-11A-11B / 11A-12B-11A-12B / 10C-10D-11C / 11D-11C-11D.
Maples Arce tiene un uso similar al de la rima del poema XV de Sabines; el soneto de él
se titula “Recluso en libertad” y su esquema de rima es
AB’AB’-CB’CB’-DDB’-EEB’:
en él la rima
B
sí se extiende totalmente a lo largo del poema y se va complementando con distintas rimas en
cada estrofa. Se construye el poema con el verso alejandrino; la rima que se reitera es oxítona.
Otro uso peculiar de la rima es el que emplea sistemáticamente Enrique González Rojo Arthur.
Él mismo explica los varios procedimientos técnicos de su poemario Apolo Musageta mediante
un diálogo imaginario entre su abuelo Enrique González Martínez (primer Enrique), su padre
188
Enrique González Rojo (segundo Enrique) y él (tercer Enrique). En la siguiente cita explica el
sistema de rima que implementa en los sonetos de esta obra:
TERCER ENRIQUE: En este libro aparecen muchos poemas escritos con una versificación
superrimada.
PRIMER ENRIQUE: ¿Una versificación qué?
TERCER ENRIQUE: Superrimada o sobrerrimada.
PRIMER ENRIQUE: Y, ¿qué es eso?
TERCER ENRIQUE: Antes de explicarte en qué consiste déjame decirte cómo surgió.
PRIMER ENRIQUE: Bien.
TERCER ENRIQUE: Hace algún tiempo, y después de estar oyendo lieder de Schubert (La bella
molinera y Viaje de invierno), se me ocurrió escribir un soneto en homenaje de ese señor de lo
melodioso que es el autor de la Inconclusa. Me quedé meditando un momento. Y decidí, por así
decirlo, hacerle una transfusión de música a mi proyectado soneto.
SEGUNDO ENRIQUE: ¿Qué es lo que hiciste?
TERCER ENRIQUE: Hice un poema con rimas internas.
PRIMER ENRIQUE: Pero eso no es ninguna novedad. Existe, por ejemplo, el verso leonino
(verso cuyos dos miembros riman entre sí) y la rima que se realiza entre el segundo miembro de
un verso y el primero del siguiente.
SEGUNDO ENRIQUE: Por qué no nos das un ejemplo de uno y otro.
PRIMER ENRIQUE: Cuando Edgar Allan Poe dice, en El cuervo:
Once upon a midnight dreary, while I pondered, weak and weary,
está haciendo un verso leonino. Cuando Garcilaso de la Vega escribe, en la Égloga segunda:
Amor quiere que muera sin reparo;
189
y conociendo claro qué bastaba
lo que yo descansaba en este llanto...
está llevando a cabo una versificación donde la rima del segundo miembro de un verso
consonanta con el primero del siguiente.
TERCER ENRIQUE: Mi propuesta es distinta. Se trata de una rima interna que se contrapuntea
con la externa, de tal modo que si, en una cuarteta, la rima externa es a b b a, la interna es b a a b.
Mi soneto a Schiubert empieza, en efecto:
En un compás de aurora por encanto,
mas en clave de llanto, tu ave ignora
(victorioso esperanto en voz canora)
la Babel hacedora del quebranto.
Adviertan que encanto no sólo aconsonanta con quebranto (rima externa), sino con llanto y
esperanto (rima interior) y que ignora no sólo aconsonanta con canora (rima exterior), sino con
aurora y hacedora (rima interna).
PRIMER ENRIQUE: Se trata de una especie de versificación leonina compleja. A decir verdad,
creo que bastante difícil porque en vez de dos consonantes de un tipo (en anto) o de otro (en ora)
se requieren cuatro de cada clase.
SEGUNDO ENRIQUE: Presenta además una novedad interesante: el tramado contrapuntístico (el
que la rima de un miembro del verso se establezca no con el otro miembro del mismo verso, sino
con el miembro contrapuesto del siguiente) evita la monotonía…215
Estos dejos de réplica sonora que menciona el primer Enrique, citando a Garcilaso, se encuentra
latente en el afamado metasoneto de Lope de Vega (1562-1635), sobre todo en los tercetos:
Enrique González Rojo Arthur, Apolo musageta, México, UAM-A, 1989, pp.962-963, Archivo digital: http://
www.enriquegonzalezrojo.com/pdf/APOLOMUSA.pdf
215
190
Por el primer terceto voy entrando
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.216
En Lope como en Garcilaso, la sílaba tónica de la rima interna recae en la sexta sílaba, en los tres
casos. También existen usos menos rigurosos de la rima, como este:
Yo tuve del amor la seducción triunfante
y de los días vacantes espléndidos destellos,
el dulce rendimiento de su gracia fragante
y la sonata ardiente del viento en sus cabellos. 217
La ventaja, y dificultad, de la sobrerrima o súperrima que González Rojo Arthur propone
(incluso para el haikú) es que la disposición no sólo está claramente definida, sino que ocurrirá a
lo largo de los 14 versos, variando las rimas. No se conforma con un sólo tipo de metro, pues
construye con decasílabo, endecasílabo, alejandrino, pentadecasílabo, hexadecasílabo,
icosasílabo (20 sílabas) y doicosasílabo (22 sílabas). Ahora presento un soneto que no respeta la
corrección política y que, en estos tiempos de censura y caza de brujas, posiblemente escandalice
216
Félix Lope de Vega, “Un soneto me manda hacer Violante”, en Poesía lírica, Argentina, Kapelusz, 1974, p.184.
217
Manuel Maples Arce, parte II de “Otoño”, op. cit., p.139.
191
a más de uno, y de una, (y qué bueno). Llevado al plano de la realidad, debe ser un tema delicado
desear a la mujer de un amigo con el fervor que el poema enuncia. Sin embargo, esta situación es
necesaria para que se desarrolle el asunto: la imposibilidad amorosa, el deseo frustrado, el amor
infecundo. El epígrafe abona al soneto, ya que insinúa el motivo del arrojo de la voz lírica: la
falta de atención del amigo en su idilio. Marco la correspondencia de rimas en contrapunto para
que queden expuestos los cruces sonoros, que en los cuartetos es el mismo pero que varía en
cada terceto:
A LA MUJER DE MI AMIGO
Porque duerme sola el agua
amanece helada.
ANTIGUO CANTARCILLO POPULAR
Sueño con poseerte, aunque tu esposo,
engañado y furioso, diera muerte
a mi audaz e impetuoso afán de verte
sin defensas e inerte ante mi acoso.
Qué sueño de quererte tan riesgoso.
Qué impulso ignominioso de tenerte.
Qué escozor deleitoso, tibio y fuerte,
ver mi tacto con suerte, victorioso.
Soy tan contradictorio en la locura
que siento que me cura un reclusorio
192
y que el acto amatorio me fractura.
Y sé que no concuerda en ningún trecho
el amor que, maltrecho, me da cuerda
y este cero a la izquierda de mi pecho.218
Presento ahora un ejemplo con serventesios, pertenecen al poema “Puerto de penumbras”:
“Desciende a mí, consolador Morfeo”,
le murmuré a mi almohada en el oído.
Llévame a ti que en el sopor me veo
como la bestia atada a su alarido.
Suscita en mí la deserción. Deseo
que tu aliento me invada, que el sentido,
fuera de sí, sin volición ni empleo,
descosa en la mirada lo reunido.219
Otra posibilidad es construir solamente con rimas asonantes, como en “El extraviado” hecho a
base de hexadecasílabos. Nótese cómo la distancia de las rimas favorece más al poema, pues
resulta menos saturado el sonido:
Invitado por el viento, fui del tronco hasta las ramas,
vi los nidos que aleteaban, vi mis ojos, vi el deseo
218
Enrique González Rojo Arthur, op. cit., p.1029.
219
Ibid., p.1032.
193
de arribar a donde se halla, galardonado de céfiro,
el mayor de los trofeos: darle altura a la mirada.220
Aunque en “A la mujer de mi amigo” hay dos versos sueltos en los tercetos (si sólo se considera
la rima externa: reclusorio y cuerda), también pueden encadenarse como en “El tambor de
hojaldra” (guiño a la obra El tambor de hojalata de Günter Grass), facturado con alejandrinos:
los hemistiquios favorecen más la disposición de la rima, dado que ya no la rige solamente la
prosodia, sino que recibe el apoyo de la cesura (esto también se aprecia en los hexadecasílabos):
Cuando al silencio arribo, siento, crucificado,
que a mi tambor castrado lo doblego y derribo.
Me lo callo y prohíbo. Lo gozo amordazado.
Lo reto. Lo percibo como un rumor hastiado.
Y ahora que lo evado, lo sentencio, lo inhibo,
a vuela musa escribo todo superrimado.221
Asimismo, la rima en contrapunto funciona con hemisitiquios asimétricos, como en el caso de
“Punto final”, donde el poeta echa mano del pentadecasílabo y forma hemistiquios de 7 y 8
sílabas rítmicas en cada verso. Cito el segundo terceto:
220
Ibid., p.1053.
221
Ibid., p.1044.
194
Llego al fin a la suave y encantadora secuencia
con su rítmica esencia de este concierto de clave.
Punto: nido de un ave que ha dejado la existencia.222
González Rojo Arthur aplica su sistema de rima en contrapunto a la tradición del soneto de verso
duplicado, como los que aparecen en Lascas, y de esta forma no sólo da continuidad a la
estructura sino que la renueva. En el Anexo se encuentran dos sonetos de este tipo, el primero
doicosasílabo; el segundo homeométrico: intercala el icosasílabo (20 sílabas métricas) y el
decasílabo. Mencionaré un aspecto más del Apolo Musageta: la implementación de la
heterotonía, tentativa poética de Díaz Mirón, presuntamente retomada de Núñez de Arce:
SEGUNDO ENRIQUE: ¿Hay algo más en el Apolo Musageta?
TERCER ENRIQUE: Sí, varias cosas. Hay una sección de sonetos heterotónicos (Pequeño
cuaderno de canciones).
PRIMER ENRIQUE: ¿Heterotónicos?
TERCER ENRIQUE: Así llama el padre Alfonso Méndez Plancarte a los versos en que hay una
estricta diversificación de todas las vocales acentuadas en cada verso. Dice, en Díaz Mirón, poeta
y artífice: "Por verso heterotónico entendemos [...] aquél cuyas vocales tónicas (o acentuadas)
son todas diferentes entre sí. La concisión y precisión, a una, excusarán el neologismo técnico,
que al efecto hubimos de idear". Creo que mi Pequeño cuaderno de canciones ofrece una gran
pureza heterotónica.
SEGUNDO ENRIQUE: Díaz Mirón sería el jefe de escuela de este tipo de verso.223
222
Ibid., p.1051.
223
Ibid., pp.966-967.
195
El poema de Díaz Mirón que mejor ejemplifica la heterotonía, elegido por él mismo, es el de
“Los peregrinos”, publicado en El Universal el 6 de febrero de 1927, un año antes de su muerte.
En una carta, quizá dirigida a Francisco R. Vargas, expresa lo siguiente:
Escojo la composición intitulada “Los peregrinos”, en la cual sigo—algo libremente— un relato
de San Lucas; la elijo, no por preferirla, que me parece un poco floja, sino por cuanto ella da
pleno testimonio de cierta técnica, que vengo ensayando, como estudio de eufonía y léxico. No
hay allí ripios, ni repetida ninguna vocal acentuada tónica u ortográficamente en el mismo verso,
ni rimas de adjetivos con otros, ni de inflexiones verbales entre sí, ni reiteración de palabras,
excepto de partículas, por supuesto. Quevedo dijo con razón: “Mudar de vocales es limpieza”; y
yo agregaré: “y gallardía”. 224
Baste un ejemplo del poema mencionado para comprender a cabalidad la propuesta, resaltaré las
sílabas acentuadas en cada verso:
Y pregunta y responde a la gente sencilla…
Marcha rizos al viento y razona la cruz.
¡El pie bulle y se torna, y la planta le brilla
como al remo la pala, que surgida es de luz! 225
En cada verso las sílabas tónicas recaen en distintas vocales: u-o-e-i en el primero, a-i-e-o-u en el
segundo, e-u-o-a-i en el tercero y así sucesivamente a lo largo de los 40 alejandrinos que
componen “Los peregrinos”. De eso se trata la heterotonía. A mi juicio, la estrofa que cité
224Salvador
Díaz Mirón, “[Carta sobre ‘Los peregrinos’]”, en Poesía completa, Recopilación, introducción,
bibliografía y notas de Manuel Sol, México, FCE, 2da reimpresión, 2012, p.626.
225
Ibid., p.516.
196
contiene la imagen más lograda del poema: tras resucitar, Cristo realiza preguntas y también
ofrece respuestas a los pobres, los más necesitados: “la gente sencilla”; su larga cabellera es
movida por el viento mientras reflexiona sobre sus acciones —aquello que lo llevó a la
crucifixión— y sobre su filosofía. Y en su andar los pies “bullen”, esto quiere decir que se
mueven agitadamente, dando señales de vida, semejando al agua hirviendo, y “se tornan”:
regresan al lugar de partida; se alude a la mecánica del caminar, donde el pie se alza para dar el
paso (bulle) y regresa al suelo para recobrar impulso (se torna). Al hacer este movimiento las
plantas del Cristo brillan como lo hace la punta del remo (la pala) al salir del agua y reflectar la
luz del sol.
Ahora bien, Díaz Mirón no está considerando la conjugación “es” en “que surgida es de
luz”, por hacer sinalefa. No se discutirá aquí el tema: el señalamiento es para notar la dificultad
de la heterotonía; a varios poetas les resulta un verdadero despropósito valerse de ella. De hecho,
el propio Díaz Mirón no lo recomienda:
A nadie aconsejo esta manera, que a veces esteriliza, y que no debe incluir sacrificios de
imágenes e ideas, mas antes inspirarlas; guárdome de erigirla un dogma: no por ardua, que de
vencer dificultades la belleza resulta, como Teófilo Gautier y Paul Verlaine afirmaban, sino a
causa de consideraciones de peso, ajenas al propósito de evitar empañaduras en el esplendor de
la sonoridad, al par que indicios de flaqueza. Núñez de Arce cultivó hasta donde pudo —no
siempre, naturalmente— semejante modo de factura. 226
La idea de perfección que permea el imaginario en lo que se refiere al verso medido, la rigidez
que presuntamente posee, no sólo propicia equívocos al analizar poemas, sino también al
226
Ibid., p.626.
197
escribirlos (sobre todo para quienes inician en tal quehacer). Importa aclarar que la heterotonía
no exige que las cinco vocales sean acentuadas en un mismo verso, sino que, llanamente, no se
repitan las que se utilicen. Esta infundada idea de perfección es la responsable de generar los
malos entendidos, no los poemas: ningún poeta de verdad sacrificará la poesía por la técnica,
pues como indica Díaz Mirón ello podría ser estéril. El asunto lo comenta el mismo González
Rojo Arthur:
SEGUNDO ENRIQUE: Por lo que veo, tus sonetos son casi de una heterotonía total. Hay
algunos versos –pocos por cierto– donde, sin embargo, aparece acentuada la misma vocal tónica,
¿a qué se debe eso?
TERCER ENRIQUE: A algo muy obvio. Cuando no hallé la manera heterotónica de expresar lo
deseado, decidí no sacrificar la metáfora o la imagen poética en aras de la forma.227
Así que por una parte él hizo caso a Díaz Mirón y por otra parte no: atendió sus palabras al no
sucumbir ante los requerimientos técnicos, pero no las atendió en lo concerniente a la heterotonía
misma, esa manera que Díaz Mirón desaconseja seguir. Aquí cito dos ejemplos de poemas
distintos: “Artificio” y “Para desvestir a una maja”. Como lo hice anteriormente, marco las
sílabas tónicas. En el Anexo se encontrarán sonetos heterotónicos íntegros, para que se aprecien
en su totalidad:
227
Enrique González Rojo Arthur, op. cit., p.967.
198
Los árboles, las flores, el olvido,
se ponen a gritar una maleza
sin erratas, anónima belleza
que aduce este paisaje productivo.228
*
¿Qué gusano creador hizo de seda
tu epidermis hilada que propicia
la conversión del tacto en la caricia
que en tu cintura mórbida se enreda?229
Una última incursión a mencionar, igual de compleja que la heterotonía es la homotonía:
acentuar sistemáticamente la misma vocal en determinados versos. En el Anexo se encuentra el
soneto completo, aquí citaré únicamente la primera estrofa:
En la noche brilló, móvil, la rosa,
en pedestal de mármol perfumada.
La mano, hacia su tacto reclinada,
se acercó a los rubores, temblorosa. 230
Los versos 1 y 4 tienen acentuada solamente la vocal o; el 2 y 3 tienen su acento en la vocal a.
No conozco a ningún otro poeta, ni mexicano ni extranjero, que trabaje de manera sistemática
alguna de estas formas prosódicas. Finalmente, habrá que considerar la afirmación de Borges en
228
Ibid., p.999.
229
Ibid., p.997.
230
Ibid., p.1070.
199
el prólogo de La moneda de hierro (1976), advirtiendo que podría estar pecando de ingenuidad,
cuando comenta que “no hemos acabado de explorar las posibilidades indefinidas del proteico
soneto”. No me resulta ni ingenuo ni cándido su pronunciamiento, continuamos en esa búsqueda.
Ojalá los hallazgos no cesen y la postura que se tome ante ellos no sea la del rechazo, sino la de
su apropiación para incursionar en ellas y aumentar tales exploraciones.
200
OTRAS TRANSICIONES, CONTINUIDADES Y VARIACIONES
En un artículo titulado “De la diversidad del soneto”, Arcadio Pardo (1928) comenta: “El soneto
interpolado en un poema de dimensiones más amplias, como el teatro, o en poemas líricos
contemporáneos, permite sospechar su posible utilización como estrofa. La inmensa diversidad
del soneto conduce también a plantear el problema de si debe considerarse aún como una forma
fija”.231 El soneto concebido como estrofa, y por ende su desestimación como forma fija, es un
punto relevante a considerar actualmente para discutirlo, teórica y poéticamente. Existen
ejemplos como los poetas Víctor Manuel Mendiola (1954) e Iliana Rodríguez (1969): ambos
presentan bloques tipográficos consecutivos, lo que conforma estrofas de 14 versos. El poema de
Iliana Rodríguez se compone por ocho estrofas, mientras que el de Mendiola por 20 y al final
repite, íntegra, la primera. Antes de pasar a las citas, debe considerarse que si bien la forma del
soneto como estrofa se ha hecho explícita en estos dos casos, su antecedente proviene de
aquellos poemas que se componen por una secuencia de sonetos (numerados o con subtítulos).232
La siguiente cita pertenece al poema “Vuelo 294” de Mendiola, estrofas cuatro y cinco:
Pensando en el futuro. Pensamiento
de familia después de aquel derrumbe
al final de los treinta. No le incumbe
a otras naciones —dijo. El descontento
Arcadio Pardo, “De la diversidad del soneto”, en Rhythmica: revista española de métrica comparada, Nº.12,
2014, p.127.
231
El ejemplo obvio es “En el desierto. Idilio salvaje” de Othón, pero también puede pensarse en “Presencia y fuga”
de José Gorostiza o, incluso, en sonetos que bajo un mismo título presentan, a su vez, subtítulos, como es el caso de
“Rústica” de Enrique González Martínez.
232
201
no es problema de extraños ni del mundo,
es asunto de México. El pasivo
será pagado —escucho pensativo
la afirmación, el timbre y el segundo
que pasa mientras veo el espacio
camino aéreo “a diez mil pies de altura”
(de acuerdo con la voz de la azafata
que es una joven de aire peligroso
por su mirada sostenida y pura).
No es asunto de afuera. Con la plata
y el petróleo, el país saldrá adelante.
Ilusiones. El radio. Los discursos.
Gente pobre. La virgen. Los recursos
de Hacienda cada vez más bajos, ante
lo cual el precio de la deuda sube
y el desempleo alcanza un alarmante
nivel. La industria y más allá un distante
resplandor de hechos turbios. Siempre tuve
la inquietud de saber qué sucedió
en esos años. Cómo una familia
casi desaparece en la confusa
raya del tiempo. Fechas. Cifras. No
la buena suerte, sino la vigilia
de un error. Una oscuridad. Ilusa, 233
Víctor Manuel Mendiola, “Vuelo 294”, en La botella oceánica, México, CONACULTA/INBA, 1a edición, 2006,
pp.37-38.
233
202
Contrapongo esta secuencia de sonetos con la de Iliana Rodríguez, estrofas dos y tres, de su
poema “Efigie de fuego”:
No sé cómo llamarte… Si te llamo
ébano anochece; si ángel impides
con espada de ámbar cualquier retorno.
Si supiera tu verdadero nombre
sería como desnudar de vidrios
el reflejo, como en perla sería
congelar el oriente de los astros.
No sé cómo llamarte, angustia pura,
pura agonía de aire que se asfixia
en las entrañas mismas del diamante,
prisa del mar por salir de la celda
de obsesivo marfil que lo aprisiona,
carrera de ladrillos en muralla,
efigie de fuego, en la danza, inmóvil.
Crepitas, incendias el horizonte:
una luz se me desgrana, un murmullo
se me ahonda, torrentes se desatan,
con esencias se me anega la voz.
Permanece junto a mí en este instante
eterno de segundos que se enlazan
como anillos de sal sobre la arena;
permanece junto a mí en este abrazo
de raíces que ascienden por los cielos
203
en una escala helicoidal de savia
coronada de cúmulos floridos.
Libera el ansia mineral de grutas,
libera la tensión de los volcanes.
Permanece conmigo en esta tierra.234
Más que aprovechar los espacios en blanco, la renovación comienza por omitirlos al no marcar la
división entre cuartetos y tercetos. Iliana Rodríguez se apega más a la tradición al procurar
unidades internas (semiestróficas) así como externas: cada estrofa-soneto es una unidad en sí.
Donde se distancia de la tradición es al trabajar a partir del verso blanco —aunque no evade por
completo la asonancia—, por lo que la musicalidad se sustenta en diferentes fenómenos: del
fragmento citado las rimas se sustituyen por el uso de ciertas repeticiones: “Si te llamo”, “si
ángel”, “Si supiera”; “No sé cómo llamarte… Si te llamo”, “No sé cómo llamarte, angustia
pura, / pura agonía de aire que se asfixia”; “sería como desnudar de vidrios / el reflejo, como en
perla sería” o “se me desgrana”, “se me ahonda”, “se me anega”; “Permanece junto a mí en este
instante”, “permanece junto a mí en este abrazo”, “Permanece conmigo en esta tierra”; “Libera
el ansia mineral de grutas, / libera la tensión de los volcanes”. Contrariamente, Mendiola
conserva la rima ortodoxa y pese a conformar bloques tipográficos a manera de estrofas, su
recurso más evidente —y renovador— es el del encabalgamiento a mitad o final de verso tanto al
interior de las estrofas como entre ellas, para procurar un hilo conductor enunciativo que desea
emular el flujo del pensamiento; además, se vale de cursivas y negritas para marcar las distintas
voces líricas.
Iliana Rodríguez, “Efigie de fuego”, en La semilla desnuda 90 poetas 90 poemas. Poesía viva de México, Porfirio
García Trejo, Santos Velázquez y Kuitlauak Macías compiladores, México, Poetas en construcción, 1a edición, 2010,
pp.130-131.
234
204
Dos casos más que caben en este rubro son el poema “Las bodas místicas” de Javier
Sicilia (1956) y “Cuánto adiós…” de Roberto López Moreno (1942). Al primero lo componen
cinco sonetos que pueden considerarse como parte de la tradición de los versos amebeos “cuya
ley consiste en que improvisen dos [voces líricas] alternativamente, diciendo el segundo algo
más, o siquiera tanto como el primero, sobre el mismo tema u otro diferente”; 235 en este caso, se
plantea un diálogo entre Jesús y María Magdalena; los cortes se hacen a partir del anuncio literal
de quien tiene la palabra (“Habla Jesús”, “Habla María Magdalena”): estos “avisos” no forman
parte de la métrica de los sonetos. Aquí también se distinguen las voces mediante usos
tipográficos: a Jesús corresponde la letra redonda y a la Magdalena las cursivas; el poema
atiende la relación idílica que se cuenta que sostuvieron y muestra el deseo hiperbólico del uno
por el otro. La rima parece caprichosa, mas al revisar sus esquemas se percibe que no es tan libre
como aparenta, ya que reitera algunas asonancias. Los esquemas de los tres primeros sonetos
(Jesús-Magdalena-Jesús) son los siguientes:
ABACDEAFBBGHEI.
Número de aparición de cada rima: A= 3, B= 3, E= 2.
ABCDAEFBGFHBCI.
Número de aparición de cada rima: A= 2, B= 3, C= 2, F= 2.
ABCDEFGHHDDIFA.
Número de aparición de cada rima: A= 2, D= 3, F= 2, H= 2.
Los tres presentan nueve terminaciones diferentes —de la A a la I—, la distinción yace en que el
primero sólo replica tres (A-B-E) de las nueve terminaciones (abarcando ocho versos), mientras
que los otros dos replican cuatro terminaciones (abarcan nueve versos): su esquema alfabético
discrepa en coincidencias pero el numérico, según las apariciones de rimas, es idéntico: 2-3-2-2,
Gabriel Méndez Plancarte, nota sobre la traducción de Joaquín Arcadio Pagaza sobre la égloga III de Virgilio, en
Selva y mármoles, México, UNAM, 3a edición, 1992, p.102.
235
205
como si Jesús, tras escuchar el primer parlamento de María Magdalena se ajustara a su modelo.
No se trata de una casualidad. Esto se constata en los otros dos sonetos (4 y 5) que presentan un
nuevo esquema de rima: aparecen de corrido y únicamente en voz de la Magdalena. En los dos se
utilizan siete terminaciones diferentes —de la A a la G— reiterando solamente tres de ellas y
sumando el mismo número de versos con rima (10):
ABCDACECFDAGCC.
Número de aparición de cada rima: A= 3, C= 5, D= 2
ABCDABEBEABBFG.
Número de aparición de cada rima: A= 3, B= 5, E= 2
Otra vez hay coincidencia en el patrón numérico: 3-5-2. Este empleo de la rima, semilibre, casi
no ha sido trabajado. Si bien el acomodo de las rimas no se estipula, sí se parte de un número fijo
de terminaciones vocálicas; este tipo de sonetos se valoran a partir de la asonancia, aunque las
consonancias también salen al paso: el mismo Sicilia sirve de ejemplo, ya que en el último
poema repite el primer verso (“Hoy conozco delicias más profundas”) en los lugares quinto y
décimo.
En el caso de Roberto López Moreno también es la rima la que dicta un patrón, en este
caso del discurso: su esquema es el del soneto clásico (ABBA-ABBA-CDCD-DCD) mas la
construcción recae por completo en la reiteración de las palabras-rimas al final de verso; esto
quiere decir que los tres sonetos que componen el poema —y forman una secuencia— comparten
las mismas palabras finales en tres distintos momentos; además, carecen de marcas expresas que
den cuenta de cuándo se presenta un nuevo soneto. Cito el primer cuarteto de cada uno, los
enumero aquí por practicidad y marco en negritas las palabras-rima:
206
1.
2.
Escribo en la pared, en la tarde, en todo,
Y todo late en todo y eres todo,
con la tinta ceñida del desvelo;
la noche, la mañana y el desvelo,
apenas vocación de humilde vuelo
el reptar, el erguirse, el vasto vuelo,
las palabras que buscan acomodo.
el desatino y junto, el acomodo.
3.
Adiós, suspiro que lo abarca todo,
tú, quien nace y quien crece en mi desvelo,
recuérdame una vez, Hilda del vuelo,
ahí donde los sueños acomodo.
Contrario a la sextina provenzal —composición poética que también se construye a partir de la
reiteración de palabras— las palabras-rima permanecen estáticas. Hay un dato más: los tres
sonetos concluyen con el mismo verso “Cuánto adiós cabe en un solo soneto”, con lo que se
cumple la enmienda ortodoxa de condensar el soneto en su verso final y, asimismo, se termina de
redondear la idea del poema, que interpreto de dos formas: 1. La despedida no cabe en un único
soneto, debido a que se está evitando, eludiendo, y por eso se extiende y aparece en tres tiempos.
2. Se trata de materializar diversas formas de despedida regidas por una estructura
predeterminada, como si el poeta se despidiera continuamente, ya que en la forma soneto cabe
todo el adiós posible (todas las despedidas de la existencia). En el Anexo pueden consultarse los
sonetos cuatro y cinco de Sicilia, que son el diálogo final de la Magdalena; ahí mismo podrán
leerse los tres sonetos que componen el poema de López Moreno, así como un soneto de
207
Salvador Novo (1904-1974) que se construye a partir de cuatro palabras-rima que va alternando
a lo largo del poema y dos sonetos de Héctor Cisneros (1986) que siguen esta línea.
La rima es asunto crucial para la composición de sonetos y la evolución de su empleo ha
sido parva. Si sólo se utilizara rima asonante ya habría, en ese acto, un procedimiento apenas
practicado —dado que la investidura de la figura reina de la poesía se contrapone con elementos
que continúan considerándose como “populares” (y por ello se elude esta posibilidad)— pues se
aleja de la perfección que presupone la estructura poemática por excelencia. Como ejemplo de
ello destino dos sonetos de Alí Chumacero (1918-2010) al Anexo. Su tópico es el del amante
extraviado en la amada y las desmesuras que la pasión provoca: se trata del momento del sueño,
de la soledad eufórica de no sentirse acompañado pese a tener a la amada junto, al lado,
durmiendo. Destaca el uso de la figura retórica de la sinestesia para mostrar fenómenos físicos
anómalos, imposibles, propios del arrebato idílico en sus momentos más álgidos. Los esquemas
de rima no consecuentan la tradición: ABBA-CDDC-EFG-EFG y ABBA-CDDC-FCF-FCF.
A veces, cuando la relevancia o complejidad del soneto recae en construir a partir de
rimas dadas, pareciera que los poetas solamente colorean un cuadernillo infantil en donde el
dibujo ya viene impreso: es decir, sólo se aprecia la destreza técnica. Estos retos poéticos datan
de hace siglos; en la actualidad no son tan habituales y se estiman más como divertimento que
como poemas en forma y fondo: se perciben como meros ejercicios técnicos sin importar su tono
ni su sentido. El célebre “soneto del tiempo” de Renato Leduc (1897-1986) —cuyo título
original es “Aquí se habla del tiempo perdido que, como dice el dicho, los santos lo lloran”—
parte de la dificultad para rimar la palabra “tiempo”; la anécdota es que retaron a Renato Leduc a
escribir un soneto con dicha consonancia dado que carece de rimas.
208
Para Roberto López Moreno la iniciativa va más allá, pues considera que proviene del
soneto “El tiempo y la cuenta”;236 la exigencia de ese poema es mayor, dado que en cada verso el
poeta debe incluir ambas palabras (tiempo y cuenta). No concuerdo plenamente: es probable que
dicho soneto engendrara la creencia de que la palabra “tiempo” es una “palabra fénix”: es decir,
palabras que sólo riman —consonantemente— consigo mismas, que no poseen ninguna otra
consonancia, tales como muslo, árbol, golf, columpio, látex, vulva, hápax, fénix, etc. Más bien:
en aquella época la palabra tiempo sí era palabra fénix, mas para cuando Leduc hizo su afamado
soneto había dejado de serlo —tan es así que se vale de la rima “destiempo”—, incluso es
probable que ya se usaran las palabras pasatiempo y contratiempo (y hasta el término musical
tempo). Como fuere, considero que el reto lanzado a Leduc se sostenía en la creencia de la falta
de rimas y no en el extraordinario soneto malamente atribuido a Guevara (que se encuentra en el
Anexo), ya que los presupuestos son distintos: el soneto de Leduc se propone rimar con una sola
palabra, mientras que el otro con alternar dos palabras en cada verso (de hecho se trata de un
soneto continuo). Sí, en el poema de “El tiempo y la cuenta” prevalece una consigna más
complicada, mas ello no implica que el soneto de Renato Leduc carezca de mérito ni calidad: su
hechura es buena porque en él existe una verdadera preocupación por la factura y se comprueba
en la preferencia que el poeta ha tenido al sacrificar el cumplimiento total del reto en favor del
poema, dado que los segundos versos de los tercetos poseen una terminación distinta, lo que da
el esquema de
AAAA-AAAA-ABA-ABA.
Probablemente por este inconveniente, Eduardo Lizalde
(1929) en Tabernarios y eróticos (1988) se dio a la tarea de escribir sonetos en los que las 14
El soneto suele considerarse obra de Miguel de Guevara (1585-1646), pero esto es un equívoco tal y como queda
demostrado en el artículo “Las poesías del Manuscrito de Fray Miguel de Guevara y el soneto No me mueve, mi
Dios, para quererte” de Gabriel María Verd Conradi, publicado en el 2017 en la Nueva Revista de Filología
Hispánica. Véase las pp.486-489.
236
209
terminaciones fueran “empo”, con lo que consigue el esquema:
AAAA-AAAA-AAA-AAA.
Pese a
ser monorrimos no tienen la mejor de las hechuras y quedan a deber si se comparan con los
mencionados anteriormente; pese a esto agregué uno de ellos al Anexo por responder a una
tradición escasamente referida.
Porque se trata de procedimientos que suelen desdeñarse o menospreciarse he dispuesto
cuatro ejemplos más en el Anexo: cito aquellos poemas que resultan aceptables aún y con las
consignas que cada uno se impuso (y que dan menos margen de acción). Dispongo un soneto de
Eduardo Langagne (1952) de rima difícil (con terminación en j), uno monorrimo, con la misma
palabra al final de cada verso,237 de Jorge Valdés Díaz Vélez (1955) y otros dos casos de poemas
monorrimos que no utilizan la misma palabra sino que emplean la misma consonancia durante
todo el poema: uno es de Gabriel Zaid (1934) con una terminación simple: “ente”; funciona
porque el poema no es isosilábico, lo que da variedad rítmica: es un contrapeso a la reiteración
fónica. Además, al dotarlo de un estrambote supera el esquema clásico y queda este: AAAA-AAAAAAA-AAA-aa.
Por último, cito un soneto de Julia Santibáñez (1967) que oscila entre la sorna y la
crítica a la iglesia católica, a sus mandatarios, y cuyos 14 versos riman con la “prosaica”
terminación de ano.
Ahora bien, así como Iliana Rodríguez, Víctor Manuel Mendiola y Javier Sicilia trabajan
el soneto sin cortes estróficos, a lo Borges, también lo hace Jorge Valdés Díaz-Vélez y en
algunos de ellos se vale del uso moderado del encabalgamiento (Sicilia lo hace en el fragmento
citado). Este elemento es crucial para el soneto en nuestro tiempo, ya que como señala Rubén
Bonifaz Nuño (1923-2013) es precisamente el empleo del encabalgamiento lo que puede renovar
La palabra que se repite al final de versos, y en algunos casos al interior, es “noche”. Considerando que la palabra
no es una rima difícil, el reto del poema consiste, llanamente, en construir un soneto con una sola palabra-rima.
237
210
el verso endecasílabo, y por ende el soneto: “El endecasílabo no me estimula, porque ha sido
utilizado copiosamente, y es difícil encontrar en él de alguna manera una sintaxis novedosa.
Además, suena demasiado a verso. Eso es lo que tiene más de chocante el soneto. Lo único que
puede variar los endecasílabos, es saber encabalgarlos, para que haya al menos un ritmo
doble”.238 En el Anexo se encuentran tres ejemplos de Díaz-Vélez que cumplen con la consigna
del soneto encabalgado, en uno de los casos moderadamente; también hay dos de Gerardo Deniz
(1934-2014) escritos entre 1956 y 1962, cuyo tratamiento alude a lo clásico: llama la atención
que Deniz haya comenzado publicando sonetos y al final se decidiera por la plena
experimentación poética. No ahondo más en el tema: basta con lo mencionado antes sobre esta
incursión poética de extender, mediante el encabalgamiento, el primer planteamiento del soneto
con el fin de proponer otra organización lógica, además de otra musicalidad y otro ritmo, así
como para alterar su clásico recorrido dialógico, y para ello los ejemplos resultarán más
elocuentes.
Sobre el procedimiento del soneto interpolado, aquel que se incorpora a una pieza mayor,
los ejemplos más recurrentes se encuentran en las obras de teatro (por lo general aquellas escritas
en verso) aunque deben existir en narrativa (en El Quijote aparecen algunos al inicio); su
presencia en poemas de mediana y larga extensión es infrecuente, dado que —como ya se ha
dicho— se le concibe más como un poema que como una estrofa. De este fenómeno, existen
poemas como “Canto del afán amoroso” de Bonifaz Nuño: se divide en 25 partes y todos los
apartados pares son sonetos, por lo que el texto oscila entre la irregularidad y la regularidad
métrica como dos estados del sentir amoroso. Asimismo, en la antología Lengüerío. Poetas en el
Véase la entrevista “Los gustos poéticos de Rubén Bonifaz Nuño”, por Marco Antonio Campos en: http://
www.archivopdp.unam.mx/index.php/entrevistas/712-014-entrevistas-los-gustos-poeticos-de-ruben-bonifaz-nuno
238
211
Poemuralismo (2018), tres de los ocho poetas congregados interpolan sonetos en sus
poemurales: Roberto López Moreno (inventor del poemuralismo), Leticia Luna (1965) y Ulises
Córdova (1970). Tiene sentido que incorporen sonetos a sus poemas en tanto que el
poemuralismo se asume como “la forma de formas”: un espacio poético más que una estructura;
una apuesta por reunir el mayor número de lenguajes (matemáticos, musicales, caligráficos,
visuales, etc.) en donde se combinen juegos tipográfícos con imágenes y fórmulas. Es un sistema
poético cuyo presupuesto se sustenta en la variedad cultural latinoamericana, por ello busca la
heterogeneidad expresiva. La obra de Lengüerío es notable porque se trata de las primeras
expresiones del poemuralismo no hechas por su inventor.
Regresando a los sonetos interpolados, los más relevantes son los de Córdova, dado que
con cierta regularidad los intercala con otras formas más libres o desdibujadas. Citaré a
continuación uno de sus sonetos, comenzando por la estrofa previa a su interpolación y
finalizando con unos cuantos versos después de la exposición del soneto; esto, con la finalidad de
que el fragmento recree, en la medida de las posibilidades, la experiencia lectora de un poemural:
Y si nos X
boca mos algún día
y caes en el pozo de la ausencia que te @
enajenada del silencio
del lugar donde tramonta y entropía el correo del olvido
virtual porque no está
Pero es
como el adiós enfrente de un jamás de un hasta nunca
que en el azul no existe Empero duele
el 1que éramos los 2
212
como hoy mis brazos que no abrazan +
que en un vacío círculo cerrado en
0
Si 0 ÷ 0 es = 0
y al cociente por otro se traslada
Estará la aritmética encerrada
Pues siempre 1 x 0 dará 0
nada entre la Nada es igual a Nada
y por cualquier cociente = 0
Por un masivo astro Es negro agujero
Cer o no Ser x nada es también Nada
Uno x el . es quedar aparte
Y x el mundo Da Ninguna parte
Que x por Dios solo es = un sismo
donde muerte x guerra es el abismo
del verso sin palabras Silogismo
del Ser o No Ser Arte sin matArte
¿En dónde el kurgano y el avéstico? ¿Y los ritos?
¿Rutas adentro de la mismidad? ¿Y el sumerio, griego,
sánscrito? ¿Y el arameo? ¿Líneas que llevan el camino?
¿Atajos a la eternidad? ¿Y el persa y el egipcio,
213
voz que se alza para separar los astros de los dioses?239
Es de suponer que, para un lector no versado, el soneto pase inadvertido. Súmese los símbolos
matemáticos que podrían causar confusión a la hora de escandir: tomo el primer verso del soneto
como referente “Si 0 ÷ 0 es = 0” que debe leerse “Si cero entre cero es igual a cero”; en
este caso agregar la preposición “a” después del símbolo de igual puede darse naturalmente y
hasta pasar inadvertida su incorporación; sin embargo, no ocurre lo mismo aquí: “Que
x
por
Dios solo es = un sismo”; podría ser que la ausencia de guarismo complique la interpretación:
“Que equis por Dios solo es igual a un sismo”; se comprende que genere dudas la sustitución de
“un” por “1” porque podría leerse como “uno” en vez de “un”. El poema guarda rareza porque
busca emular el estilo lópezmoreniano, mismo que produce extrañeza a la vez que agrado por ser
altamente musical. Comparado con la propuesta de Mendiola, me percato de que las tentativas
del poemural reproducen con mayor fidelidad el flujo de pensamiento —su ir y venir— pese a no
ser su propósito expreso, dado que generan una suerte de simultaneismo, así como conexiones
inesperadas.
En Lengüerío, López Moreno lanza una retahíla de sonetos (ninguno inédito) que
interpola en su poemural de buena forma; sin embargo, estos no alcanzan —bajo el concepto de
interpolación— la audacia de los que presenta en otro libro, en su poema “Cuaternario”, cito un
fragmento:
Al fondo del cañón el agua crece su amenaza bullente, su violencia,
dotando de rumores esa hornaza que aguarda el desenlace;
Ulises Córdova, “Códice Qwerty (o América Imago Mundi)”, en Lengüerío. Poetas en el Poemuralismo, México,
ediciones del lirio, 1a edición, 2018, pp.27-29.
239
214
se estremece el barro diminuto en su insistencia de detener el salto.
La amenaza persiste, y el risco artero
en sus raíces fincado —sino del acantilado— espera…
El voladero, de la nube al vertedero ya es tragedia;
se ha manchado el aire, se ha suicidado
en capítulo primero el primer motín, y vivos en los fondos radioactivos, el alma y su altura,
[eternos,
saltaron ya de su nave
—la azul voluta del ave—
para encender los avernos240
En “Cuaternario”, López Moreno ha interpolado tres sonetos de una sola tirada, sin divisiones
que adviertan al lector; además, ha camuflado la estructura mediante el acomodo de las estrofas y
el encabalgamiento, así como con el uso de un metro distinto para cada soneto: alejandrino,
endecasílabo y octosílabo. En el fragmento citado se encuentran los tercetos del soneto
endecasílabo y el sonetillo. Su orden ortodoxo revela la forma:
Al fondo del cañón el agua crece
su amenaza bullente, su violencia,
dotando de rumores esa hornaza
Roberto López Moreno, “Cuaternario”, en El libro VI. La construcción de la rosa, México, IPN, 1a edición, 2009,
pp. 21-22.
240
215
que aguarda el desenlace; se estremece
el barro diminuto en su insistencia
de detener el salto. La amenaza
persiste, y el risco artero
en sus raíces fincado
—sino del acantilado—
espera… El voladero,
de la nube al vertedero
ya es tragedia; se ha manchado
el aire, se ha suicidado
en capítulo primero
el primer motín, y vivos
en los fondos radioactivos,
el alma y su altura, eternos,
saltaron ya de su nave
—la azul voluta del ave—
para encender los avernos
El esquema de rima del sonetillo es abba-abba-ccd-eed; del alejandrino:
del endecasílabo:
ABBA-ABBA-CDE-CDE.
ABBA-ABBA-CDC-DCD
y
Según la progresión de los metros, que el primer poema
en interpolarse esté en alejandrino —en este amalgamamiento de sonetos— favorece la distancia
entre rimas; es decir, al tratarse de un metro largo, las consonancias tienen mayor oportunidad de
216
pasar inadvertidas. Para despistar al lector se introduce un nuevo metro, el endecasílabo; aquí ya
sólo es el encabalgamiento el que más contribuye para mantener escondida la forma, sobre todo
en la exigencia estructural de los cuartetos ortodoxos, en los que la segunda rima (B) es
consecutiva. En los tercetos el poeta se vale nuevamente de la distancia como benefactor del
camuflaje, pues escalona las consonancias CDE-CDE. Finalmente, en el sonetillo no hay nada más
que auxilie al ocultamiento de la estructura que el encabalgamiento constante y la argucia técnica
del uso de parentéticas mediante rayas, para continuar disimulando la forma (que para este
momento el lector avezado ya habrá descubierto o intuirá que existen patrones escondidos).
López Moreno posee otra propuesta: es probable, de hecho, que de esta haya nacido la de
interpolar y amalgamar sonetos para el poema de “Cuaternario”. Es la siguiente:
A soles varias lunas vereda a selva alta envuelta al cuerpo en carne de un verde humedecido,
hallazgan los instantes el cual de su sentido filtrado entre las frondas. Ningún lenguaje falta a la
asombrada vista. Del arbustaje salta el crach de la corriente desde el leñar; vencido heridivuelo
mezcla su sangre en el crecido palpitar de la savia. Un sobresalto asalta… 241
He citado únicamente los cuartetos cuyas rimas son: alta, humedecido, sentido, falta y salta,
vencido, crecido, asalta, por lo que guardan la clásica rima abrazada. Con esto, López Moreno
no sólo se deshizo del corte estrófico sino hasta del corte versal, presentando un bloque
tipográfico aún más atípico que el utilizado por Borges; si fueran sonetos seriados pasarían de la
estrofa al párrafo. Se trata de un procedimiento simple pero efectivo: tiró el verso a prosa y con
ello camufló la versificación, pues al soneto lo componen versos alejandirnos. Una vez más la
Roberto López Moreno, “Presencia de la cocha enfrenada”, en De la obra poética, México, Ediciones Papeles
Privados, 1a edición, 1995, p.346.
241
217
estructura se conserva, y se descubre al seguir el patón de las rimas. La desautomatización
acontece por el acomodo —o reacomodo— de la estampa clásica ya sea, según se aprecie,
metrificando la prosa o prosificando el metro.
En este punto vale insistir, concisamente, en la diferencia que existe entre verso y prosa,
pues el tema continúa causando dudas. El problema persiste, insisto, por la desinformación
reinante basada en supuestos, y por consultar obras como El arco y la lira, ampliamente citada y
de uso frecuente para clases de poesía (formales e informales). Como a Octavio Paz se le
considera una autoridad en la materia, el error —el falso problema que él mismo plantea en su
libro— se replica y se replica sin reparar en el equívoco. Paz decidió tomar partido de la
discusión bizantina. Lo problemático se deriva de enunciados como estos: [sobre poemas de
Marllarmé] “las palabras se reúnen o dispersan de una manera que dista de ser arbitraria pero que
no es la habitual ni de la prosa ni de la poesía”242 o “Aun entre los grandes escritores las fronteras
entre prosa y poesía son indecisas”.243 La división no es entre prosa y poesía, sino entre prosa y
verso. La diferencia la tiene en claro Luis Alberto Sánchez y lo expresa en su tratado: “Es
necesario subrayar que aquí hablamos de prosa y verso, nunca de prosa y poesía. La poesía no
depende de la forma —prosa o verso—, sino de la inspiración y desarrollo. La poesía puede ser
expresada en prosa y en verso. Su contenido rebasa el continente en que se lo encierra”.244 En
última instancia, la discusión debería centrarse en el término “poesía”:
242
Octavio Paz, El arco y la lira, México, FCE, decimosexta reimpresión, 2008, p.85.
243
Ibid., p.91.
Luis Alberto Sánchez, Breve tratado de literatura general, Madrid, España, Ercilla / Rodas, 19a edición, 1972, p.
113.
244
218
No atribuyo importancia a la romántica discusión —que es significativo encontrar ya en
Rousseau— de si la poesía reclama el verso o existe sin él. Mero conflicto verbal. Unos dicen:
doy el nombre de poesía a la obra cuyo contenido en emoción, imagen y concepto, a la vez que
en manera expresiva, sea de la calidad que llamamos poética, aunque esté en declarada prosa.
Otros dicen: doy el nombre de poesía sólo a las obras escritas en franco verso. Y el problema se
reduce a la acepción del vocablo poesía.245
Pero no. La discusión suele centrarse en el continente y no en el contenido, ya que hay quienes
consideran (Paz entre ellos) que el verso responde a la emoción y la prosa a la razón; la prosa se
percibe como discurso o teoría intelectual, y el verso como catarsis o exposición emocional
(pareciera que estamos condenados a las dicotomías). Las discusiones deberían girar en torno a
poesía y poema. Y aunque la división verso-prosa es milenaria, esta problemática anodina nace
en el siglo XIX, en Francia. El supuesto indica que la hibridación de formas es equívoca y que el
poeta debe elegir entre una u otra. En la actualidad aún es posible encontrar a quien se
escandaliza por pensar que la prosa es inapropiada para el poema o quien, asombrado,
promociona la hibridación como una novedad (bastaría con que revisara el término de
prosimetrum). Sin embargo, la palabra verso, en su etimología, alude a un surco, línea o fila
referente al arar (en su primera acepción: “Remover la tierra haciendo en ella surcos con el
arado”), por lo que la metáfora es la del ganado interrumpiendo el surco en el que se encuentran
para girar y comenzar otro. Esa es, grosso modo, la diferencia entre verso y prosa: el primero
interrumpe el discurso y la segunda lo continúa. Ahora bien, es probable que ambas formas
discursivas estén más emparentadas de lo que se cree: “a pesar de la artificial separación de prosa
Pedro Henríquez Ureña, Obras completas, Tomo III, Estudios métricos, Secretaria de Estado de Cultura Editora
Nacional, Ministerio de Cultura de la República Dominicana, Santo Domingo, 2013, p.464.
245
219
y verso que impone la tradición retórica, podemos sospechar que el desarrollo de la prosa
artística fue un proceso más cercano a la versificación de lo que postulaban los tratadistas, desde
Aristóteles a Quintiliano”.246
Los poemas en prosa surgen como un fenómeno que responde a una época: “Aullón de
Haro establece que el poema en prosa se crea en el Romanticismo, como un rasgo de la
modernidad”,247 como una alternativa y rechazo al poema en verso: “se trata, a fin de cuentas, de
rupturas de la ortodoxia del orden clásico promovidas por la revolución moderna del arte y del
pensamiento con el propósito de alcanzar la originalidad, que es el primer atributo del genio
según la sanción kantiana, y posteriormente la novedad vanguardista, que no es sino la
radicalización de lo mismo en un periodo artístico subsiguiente”.248 Paz no desconoce este hecho,
dado que lo menciona: “La irrupción de expresiones prosaicas en el verso —que se inicia con
Victor Hugo y Baudelaire— y la adopción del verso libre y el poema en prosa, fueron recursos
contra la versificación silábica y contra la poesía concebida como discurso rimado”.249 Debo
puntualizar que “la irrupción de expresiones prosaicas en el verso” no inicia con Hugo y
Baudelaire, si acaso popularizan su uso (que es bastante antiguo):
—escribe el profesor Auerbach, que ha dilucidado muy bien esta historia— «en la antigüedad, el
estilo elevado y sublime se llamaba sermo gravitas o sublimis; el bajo, sermo remissus o humilis,
y ambos debían permanecer estrictamente separados». Cierto que la retórica griega y latina
admitía, además del género simple —unum subtile— y del elevado —alterum grande atque
246
Miguel A. Márquez, “El poema en prosa y el principio antimétrico”, EPOS, XIX, 2003, p.134.
247
Ibid., p.136.
Pedro Aullón de Haro “Teoría del poema en prosa”, p.2. El texto puede consultarse en: https://rua.ua.es/dspace/
bitstream/10045/7129/1/POEMA_EN_PROSA.pdf Las cursivas son del autor.
248
249
Octavio Paz, op. cit., p.76.
220
robustum— un tertium alii medium ex duobus, alii, floridum, un tercer género llamado por los
unos intermedio, por los otros florido. Más tarde, estas discriminaciones cesan, y en la
encarnación y la pasión de Cristo —como explica Auerbach— «tanto la sublimitias como la
humilitas cobran inaudita realidad y se funden por completo». […] De esta unificación espiritual
procede la unificación del lenguaje. 250
Pese a esto, continúan los problemas con el uso del lenguaje: el ámbito académico lo refleja con
puntualidad cuando se refiere a formas “correctas” o “incorrectas”, “académicas” o
“coloquiales”. Si bien pueden comprenderse las motivaciones cientificistas detrás de tal postura
—difícilmente justificables hoy en día—, en la poesía ya no hay cabida para esta división. Sin
embargo, continuamente resuena en las aulas, en las presentaciones de libros, en artículos sobre
poemas o prólogos de poemarios el término “poesía de altos vuelos”: otro corte de caja basado
en ideales, no en hechos: ¿su opuesto es la “poesía de subterráneos descensos”?
Ahora bien, no porque el nacimiento del poema en prosa, como sistema poético, se
origine en el siglo XIX, debe pasarse por alto un fenómeno anterior: “Desde el punto de vista de
la circunstancia histórico-literaria, es de subrayar que el poema en prosa se presenta
condicionado y encauzado por la actividad traductográfica, por el ejercicio de traducir en prosa
composiciones poéticas compuestas en verso en su lengua original (y subsidiariamente, el mero
traslado a prosa de un texto concebido en forma versal)”. 251 También Pedro Enríquez Ureña
señala este hecho y agrega una peculiaridad más, la inversión de tránsito de prosa a verso: “En
los comienzos de la prosa castellana, en la Crónica general compilada bajo la inspiración de
Alfonso el Sabio, tropezamos con barrocas confusiones y vaivenes: los autores prosifican, para
250
Jorge Guillén, Lenguaje y poesía, Madrid, Alianza, 2da edición, 1982, pp.23-24.
251
Pedro Aullón de Haro, op. cit., p.2.
221
convertirlos en historia, los poemas épicos, y en la prosificación dejan rastros de verso: pero en
ocasiones trabajan al revés: versifican a medias la prosa que les sirve de fuente”. 252
Las implicaciones de estos quehaceres deberán desarrollarse in extenso en algún trabajo
posterior; aquí se menciona para poner sobre la mesa la posible existencia de un soneto en prosa
(sin pretensiones versísticas), ya que el poema de López Moreno, en sí mismo, puede presentarse
tanto en verso como en prosa: de su disposición dependerá que el lector genere alguna
expectativa (si es en verso) o no (si es en prosa), dado que la clara presentación de los dos
cuartetos y los dos tercetos propicia expectación. Por ello, lo que se recomienda es que se
estudien las implicaciones de esto, los motivos por los que determinado poeta eligió la prosa y no
el verso para presentar su poema, si la decisión tiene incidencias significativas o no. López
Moreno se valió del recurso que culturalmente tuvo a la mano, dado que para Occidente —se
dice— se escribe en verso o en prosa, pero existen variantes en otras geografías:
Con oriental precisión, los persas distinguen cuatro modos de componer: verso, con medida y
rima; lenguaje rimado pero no medido; prosa poética, medida y no rimada; prosa pura, sin metro
ni rima. Para los árabes hay formas intermedias entre verso y prosa; el saj', el arrullo de la
paloma, su versificación irregular, rimada, es para ellos la fuente de los dos ríos, y el Corán está
situado en el punto en que se inicia la divergencia de corrientes. Los chinos poseen el wun chang,
prosa medida pero no separada en renglones, con frecuentes efectos paralelísticos. 253
Nosotros también contamos con un sistema intermedio entre el verso y la prosa: el versículo. Es
probable que José Carlos Becerra (1936-1970) sea el poeta mexicano que más ha trabajado con
252
Pedro Henríquez Ureña, op. cit., p.465.
253
Ibid.
222
él. Walt Whitman (1819-1892) resulta figura ineludible al hablar del versículo, ya que se ha
vuelto un referente obligado —acaso el único— para quien se valga de esta disposición
discursiva. Sin importar la procedencia del versículo, presumiblemente su uso responde a la
aspiración de libertad mediante el rompimiento del verso medido:
Aunque la influencia de Whitman se suele identificar con el verso largo o versículo bíblico, I.
Paraíso considera que los simbolistas franceses no toman del poeta americano el versículo
paralelístico ni su temática, sino sólo «su aspiración a la libertad métrica».
Uno de los aspectos determinantes en la aparición del verso libre y el versículo es la
valorización de la prosa literaria a lo largo de todo el siglo XIX, ya iniciada en épocas anteriores,
que venía a confirmar la idea de que la poesía no tenía necesariamente que ser expresada en
verso. 254
Finalmente, el versículo presenta indeterminación por oscilar entre el verso y la prosa y esto
dificulta su estudio: “El problema de decidir si un versículo ha de estudiarse como prosa o como
verso largo producto de la suma de distintos versos cortos dependerá, sin duda, de sus estrictas
cualidades métricas o de la ausencia de éstas”.255 Discrepo de esta afirmación, pues
probablemente pueda estudiarse de ambas formas. Hay que comenzar por asumir que se está ante
versículos, por lo que determinados pasajes tenderán hacia el verso y otros hacia la prosa (no
tiene porqué ser unívoca su vía). Como ejemplo de su maleabilidad, de su naturaleza doble,
citaré un fragmento de la obra de José Carlos Becerra:
254
María Utrera Torremocha, “Ritmo y sintaxis en el verso libre”, Rhythmica, I, 1, 2003, p.307.
255
Ibid., p.331.
223
He utilizado la palabra amor como bisturí,
y después he contemplado esa cicatriz verdosa que queda en lo amado y en el amante,
y esa cicatriz verdosa brilla también en estas palabras,
y en mi mirada también pueden sentirse los bordes carnosos y finos
de esa cicatriz, de esa estrella sin fuego. 256
Estos versículos funcionan tal y como están, pero también es posible disponerlos en franca prosa
sin que sufra cambios radicales:
He utilizado la palabra amor como bisturí, y después he contemplado esa cicatriz verdosa que
queda en lo amado y en el amante, y esa cicatriz verdosa brilla también en estas palabras, y en mi
mirada también pueden sentirse los bordes carnosos y finos de esa cicatriz, de esa estrella sin
fuego.
Incluso, se les puede dividir más, para visualizar versos asequibles con el siguiente esquema (en
donde predominan los octosílabos): 11-6-8-8-11-8-10-8-8-6-6-7 y el fragmento cambia, sí, más
no pierde:
He utilizado la palabra amor
como bisturí,
y después he contemplado
esa cicatriz verdosa
que queda en lo amado y en el amante,
y esa cicatriz verdosa
José Carlos Becerra, “El azar de las perforaciones”, en El otoño recorre las islas, México, Era-SEP, 1a edición en
Lecturas Mexicanas 1985, p.122.
256
224
brilla también en estas palabras,
y en mi mirada también
pueden sentirse los bordes
carnosos y finos
de esa cicatriz,
de esa estrella sin fuego.
Que un texto soporte ser presentado en diversos formatos sin alterarse sustancialmente no indica
que sea un texto de buena hechura o versátil, dado que un gran número de textos poseen esta
“cualidad”, lo que más bien parece develar es que nuestras consideraciones sobre el verso y la
prosa, seguramente, han sido equívocas, y sus inferencias reales en los textos no sólo son menos
de lo que presuponemos, sino que en realidad sólo en casos particulares guardan verdadera
relevancia.
Resulta curioso que Henríquez Ureña haya titulado al apartado donde discute estos
pormenores como “Poesía y prosa” (tal vez con el fin de señalar el despropósito de dicho asunto
desde el título) y que en el apartado que Octavio Paz dedica al mismo tema lo titule “Verso y
prosa” y abunde equivocadamente en la dicotomía poesía-prosa. Un apunte final: la causa de este
malentendido podría tener como génesis la falta del respaldo retórico y de la tradición poética
clasicista, como lo señala Pedro Aullón de Haro: “el poema en prosa ofrece una ostensible
dificultad tanto poetológica como crítica. Y el origen de este problema, a diferencia de lo que
sucede con los géneros tradicionales, se encuentra en el contexto de su conformación moderna,
esto es en la ausencia de respaldo en la Retórica y la Poética clasicista”. 257
257
Pedro Aullón de Haro, op. cit., pp.2-3.
225
Continuando con las propuestas de renovación, una más discreta se halla en el empleo
prosódico del endecasílabo: al tratarse del verso tradicional con el que se escriben sonetos, la
modificación consiste en acentuar sílabas distintas a las que indica la ortodoxia, escribir con un
tipo de endecasílabo inusual o reiterar patrones acentuales, lo que infiere directamente en la
construcción del discurso y la expresión,258 que es, básicamente, lo que nos heredó Rubén Darío:
la innovación vino de la tradición misma, de la adaptación de versos —que habían dejado de
emplearse— al incorporarlos en composiciones modernas. Ahora bien, en la actualidad estos
usos prosódicos requieren de cierto esfuerzo. La empresa se complica por la desconfianza que se
tiene a los poetas —no es gratuita— y por el desconocimiento del verso métrico (o medido) tanto
de poetas como de críticos. La dificultad radica en reconocer si se está ante un acto consciente en
donde el poeta optó por endecasílabos poco utilizados o por la reiteración de ciertos patrones o
si, más bien, se debe a la falta de conocimiento técnico del poeta.
Dos poetas mexicanos que incluyen en sus sonetos endecasílabos relativamente olvidados
son Rubén Bonifaz Nuño y Julia Santibáñez. Bonifaz Nuño —cuya consciencia del verso es
innegable— lo hace en una obra publicada en la década de 1950: se trata de los “Sonetos a la
Sulamita”; el número IV está hecho a partir de endecasílabos galaicos (acento obligado en quinta
sílaba). La estructura de rima en los cuartetos es la ortodoxa; si no se da noticia de esta
peculiaridad prosódica posiblemente pasaría inadvertido para el lector. Cito los cuartetos:
Los demonios y los días, de Bonifaz Nuño, es un ejemplo puntual, pese a que no hay un solo soneto en el
poemario, está hecho bajo la consigna de que todos los versos deben estar acentuados en la quinta sílaba, lo que
provoca construcciones poco exploradas en nuestra lírica. De este planteamiento mínimo proviene gran parte de la
efectividad del poemario.
258
226
A solas, oscuro, sin ti, vacío,
en la vasta noche, sin ti, desierta,
buscándote llego junto a tu puerta,
húmedas mis sienes con el rocío.
El aire en su leve manto sombrío
conduce a tu lecho mi voz incierta,
y tal vez, con ella, mi amor se vierta
de tus sueños plácidos en el río. 259
El soneto I está compuesto por el endecasílabo sáfico puro pleno (acentos en 1-4-8-10) en su
totalidad, cito un fragmento:
Sola en el seno de la sombra muda
dices mi nombre, y en tu sueño triste
vagas en busca del amor que hubiste.
Tú, con el vuelo de tu voz desnuda.
Plazas desiertas que el temor escuda,
¿Qué soledades angustiada viste?
Tiemblas acaso. ¿Y el calor perdiste
dulce del manto entre la guardia ruda? 260
Rubén Bonifaz Nuño, “Sonetos a la Sulamita”, en De otro modo lo mismo, México, FCE, 1a reimpresión, 1986,
pp.66-67.
259
260
Ibid., p.65.
227
El soneto II procura el menor número de acentos: la tentativa es que no los haya después de la
cuarta sílaba, 10 de los 14 versos lo consiguen:
Y fue la llama de tu acercamiento
—rosa de místicas resurrecciones—
el poderío de los escuadrones
en los despojos de mi vencimiento. 261
El soneto III no parece guardar peculiaridades tan marcadas, más allá de acentos extrarrítmicos;
si se le contrapone con el II, puede pensarse una sobreabundancia de acentos que, en realidad, no
es constante.
Para la construcción del soneto V el poeta se valió del antiguo verso de gaita gallega
(1-4-7-10), que pertenece a la categoría de los dáctilos:
Cante mi amor y su canto te siga,
busque en tu oído nostálgicos lechos
mientras del aire los lazos deshechos
mecen el claro rumor de la espiga.262
Julia Santibáñez no echa mano del dáctilo pero sí procura la acentuación en la séptima sílaba. Se
trata del poema “De los albores” y versa sobre un tema no común: la iniciación romántica de un
hombre pero expuesto desde el apetito de una mujer. La palabra “albor” en su cuarta acepción se
refiere a la infancia o juventud. En este caso se trata de un joven orondo quien —según se
261
Ibid.
262
Ibid., p.67.
228
entiende— tras lanzar pendencias pasionales recibe un beso que deriva en varios más (quizá el
preámbulo de algo que no queda explícito en el poema). Por la hipérbole del verso final es
probable que al joven quieran “comérselo a besos”. El soneto es críptico y la conjugación en
pretérito imperfecto lo enrarece, mas esto es necesario en pro del metro:
DE LOS ALBORES263
Que fuera yo tu primer contrincante,
tu iniciación en el combate, hambriento,
sin conocer ni temer escarmiento,
cuando lucías el riesgo, arrogante.
Suave de carnes lucharas flagrante,
lucháramos, suspendido el aliento.
El tenso filo te encajara lento
y tu costado abriera en un desplante.
Rozara entonces al vuelo tu herida,
atreviera un beso. Labios de brasa
cicatrizaran el súbito magma
y en cada nueva pendencia emprendida,
inconocible bajo una coraza,
te paseara mi saliva el diafragma.
263
Julia Santibañez, op. cit., p.14.
229
A continuación presento cuatro propuestas que pueden considerarse como la continuación de
otras presentadas anteriormente. Comienzo con la del soneto de metro duplicado, cuyas primeras
apariciones en el siglo XX se debieron a Salvador Díaz Mirón (1853-1928) y algunos de sus
sonetos de Lascas. La renovación vino después con Enrique González Rojo Arthur (1928), al
agregar rimas en contrapunto. Un poeta más joven que ha contribuido con la tradición del soneto
de metro duplicado es Víctor Manuel Mendiola, quien factura versos de 28 sílabas: es decir, dos
alejandrinos en cada verso; la articulación del poema es interesante, ya que tiene tres cesuras,
cuatro heptasílabos por verso en los que se intercalan terminaciones oxítonas, paroxítonas y
proparoxítonas. Su esquema de rima externa es
ABBA-CDDC-EFG-EFG y el de rima interna
(hemistiquios): ABCD-EFBG-HIF-JFK, realiza dos asonancias, una entre cuartetos (B) y otra que se
extiende hasta los tercetos (F). Posee la puntuación indispensable, mínima (apenas cuatro comas),
como parte de su propuesta: oraciones subordinadas que se extienden a lo largo de toda la
estrofa, con lo que se genera extrañeza y a ratos no se sabe, por ejemplo, si una palabra es
adjetivo o sustantivo; la falta de puntuación genera ambigüedad en algunos pasajes. El poema
trata un momento idílico. En el Anexo puede consultarse este soneto y otro más que utiliza el
mismo metro pero que incide en la rima de otra manera, pues se desdibuja para crear nuevos
patrones. Sus esquemas son: externo
ABCD-DEFA-GGH-IJJ
e interno
ABCA-DEFG-BHG-CGI.
Las
rimas internas son más ricas en este soneto, y las externas forman patrones de rima (asonantes y
consonantes) en los polos: parecen encerrar los versos sueltos; los cuartetos se vinculan mediante
la rima entre el verso cuarto y quinto (memoria-historia) y el primero y octavo (cielo-deseo); los
tercetos tienen pareados en los versos noveno y décimo (carcomido-vidrio) y el treceavo con el
catorceavo (todavía-día), teniendo dos pares de rima consonante y dos de rima asonante. Cabe
230
mencionar que el poemario donde aparecen estos sonetos fue publicado en 1980, nueve años
antes del Apolo Musageta (1989) de González Rojo Arthur en donde también aparecen sonetos
de metro duplicado de hasta 22 sílabas con rima en contrapunto (o sobrerrimados o
súperrimados); pero en Mendiola, sus propuestas son más bien de elisión: los signos de
puntuación en el primer caso, la rima en el segundo.
Juan Domingo Argüelles (1958) camufla la forma petrarquista mediante el empleo del
verso moderno: parte los versos en dos y los dispone en el papel como si fueran 28 en lugar de
14; pese a la irregularidad silábica en algunos hemistiquios, la sangría en los versos pares delata
la estructura. Presenta cuatro sonetos de esta forma, lo que recuerda a José Juan Tablada
(1871-1945) y la disposición de los versos alejandrinos que hizo en el soneto “La conga”. La
salvedad en este caso es que no realiza cortes estróficos, por lo que a golpe de vista lo que se
percibe es un ondular de versos, una sinuosidad continuada. Dos los hace con alejandrinos y dos
con endecasílabos; tres son continuos; sus esquemas de rima son: de “Posteridad”:
ABBAABABABABAA ;
ABABBABAABABAB,
“Incisiones” y “Gloria victis” tienen el mismo esquema:
sólo que varían en metro, ya que el primero está en alejandrinos y el
segundo en endecasílabos. Los cuatro sonetos forman parte del cuarto apartado titulado “Los
viejos bardos”, en donde Argüelles entre sorna y crítica expone pormenores del medio poético,
supuestos que deben cumplirse para alcanzar la excelencia. Cito aquí el soneto que no es
continuo y cuyo mensaje indica —en palabras llanas— que debe valorarse más lo poético que lo
técnico, si acaso se desea la trascendencia del poema; hay que escribir sonetos por una necesidad
y no como un mero reto. Su esquema de rima es ABAAABABCDCDEE:
231
VENTANA 264
Si por fiel disciplina
me impusiera la dura
tarea de escribir
cada noche un soneto,
llenaría las hojas con afán,
sin mesura,
como se llena el cubo
de olorosa basura.
Cualquier alejandrino
que agrandara mi usura
lo vería con ojos
de infinito respeto,
y no percibiría
la terrible locura
que es escribir tan sólo
para enfrentar un reto.
Y muy solo estaría
mientras toda la vida
pasa sin yo vivirla
porque escribo y escribo
las líneas que mañana
ya la memoria olvida
porque fueron escritas
sin sentimiento vivo.
Juan Domingo Arguëlles, en A la salud de los enfermos, México, Verdehalago / CONACULTA, 1a edición en La
Centena Poesía, 2005, p.53.
264
232
No verá ningún poema
la luz de la mañana
si el verso no ha nacido
fuera de la ventana.
En el Anexo puede consultarse otro soneto de Argüelles con esta misma disposición: en él
también aborda el tema de la inmortalidad poética, del deseo de ella, y lo vano que resulta la
empresa de afanarse en conseguir la gloria poética para solamente pasar a formar parte de sus
víctimas; se vuelve a señalar el acto mecánico de versificar y no dotar de contenido poético a los
versos, tópico común en el mundo de la poesía.
Así mismo lo entiende Sandro Cohen (1953-2020) y lo expresa en el prólogo de Fra
Filippo Lippi: Cancionero de Lucrezia Buti, de Vicente Quirarte (1954), para explicar la
heterodoxia de los sonetos que presenta: “Necesidad. Sin la necesidad, sin el sudor de la
urgencia, la poesía no nace. Se queda en una probeta retórica.”265 Muchos sonetos no son más
que eso: probetas retóricas que desean dar celebridad y gloria a su hacedor. Ana Chouciño
Fernández (?) estudia este poemario por el uso de “la máscara del yo” que presenta, dice:
“Pensar que a un pintor renacentista que pintaba a la Virgen pudiera preocuparle las mismas
cuestiones artísticas que a Quirarte, suscita cierto humorismo que, sin duda, abre campo al juego,
propósito principal de la máscara en este libro. La forma sigue siendo un soneto impecable, mas
el contenido apunta a algo nuevo…”.266 Si algo no tienen los sonetos de Quirarte es
impecabilidad: de los 20 sonetos el 30% no son isosilábicos —y presumiblemente esa es su
265
Sandro Cohen, “El pecado y el fuego creador”, en Vicente Quirarte, Razones del samurai (1978-1999), México,
UNAM, 1a edición, 2000, p.166.
Ana Chouciño Fernández, Radicalizar e interrogar los límites. Poesía mexicana 1970-1990, México, UNAM, 1a
edición, 1997, p.79.
266
233
orientación—, saltan a la vista algunos versos con sílabas de más o de menos. Pese a las “faltas”,
Quirarte sale airoso, dado que el acto inventivo (la poesía, la musa) sostiene los 20 poemas, por
lo que las “fallas técnicas” pasan a ser, cuando se perciben, peccata minuta. Como en los sonetos
que publicó Nandino en 1947, la rima es irregular: hace acto de presencia cuando el poeta lo
considera prudente. En el primer soneto se asevera:
No porque polvo, tiempo, telarañas,
quieran enmudecer a mis pinceles,
podrán tejer en mí su azul mortaja.
Así tu verso nace, mi madona,
no paciente y cansado como el búho
que, estéril, busca páginas ajenas,
sí con ansia de halcón que anhela presa,
libre y fugaz, sin esperar destino.267
Estas estrofas son relevantes porque dan pauta al resto de los poemas. Chouciño Fernández
comentará sobre las aves que se nombran: “Filippo rechaza el modelo del búho porque ‘invoca
páginas ajenas’, es decir le falta garra creativa. Antes, prefiere ser como el halcón ‘libre y fugaz’.
Consciente del peligro de un estancamiento que resultaría de imitar a otros autores, el artista se
inclina por su ‘libertad’”.268 Esta afirmación es medianamente cierta, dado que se omite la
referencia más directa en nuestro catálogo de aves poéticas: el soneto de González Martínez, en
Vicente Quirarte, “Fra Filippo Lippi: Cancionero de Lucrezia Buti”, en Razones del samurai (1978-1999),
México, UNAM, 1a edición, 2000, p.169.
267
268 Ana
Chouciño Fernández, op. cit., p.80.
234
donde sustituye al cisne (símbolo modernista) por el búho como propuesta de una poesía
reflexiva —filosófica, le llaman algunos—, menos sustentada en el ornamento lingüístico y
apelando a que su sustancia sea la inteligencia vertida en versos. Recuérdese que González
Martínez llama al búho “sapiente” y que desciende, en “vuelo taciturno”, desde el Olimpo para
posarse en un árbol; el poema concluye así: “Él no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta /
pupila, que se clava en la sombra, interpreta / el misterioso libro del silencio nocturno”.269 El
vuelo es taciturno por solitario: se refiere al acto de leer, puede inferirse que a los clásicos dado
que proviene del Olimpo; esto también se aprecia en la lectura del “misterioso libro del silencio
nocturno”: el acto de pensar, de reflexionar, a partir de las lecturas hechas durante el día. Si el
búho es menos grácil que el cisne es más introspectivo.
La voz lírica en los sonetos de Quirarte no promueve una escritura que vaya de afuera
hacia adentro, sino a la inversa: de adentro hacia afuera. No el contemplativo acto del búho, sino
el acto propositivo del halcón (que anda en busca de presa) donde la conciencia pesa menos y la
vivencia más; ahí radica la diferencia de articulación entre sistemas poéticos, uno aboga por la
escritura a partir de lo pensado y otro a partir de lo sentido: la experiencia lectora queda corta,
por ello se requiere de la vivencia, del anhelo de materialidad. En ese sentido las preocupaciones
de cada sistema discrepan —aunque ninguno es mejor que otro, sólo son distintos— ya que la
meta de uno es lo metafísico y el del otro lo físico, por lo que el símbolo del halcón es una suerte
de poética que aboga por plasmar en el papel los arrebatos idílicos, a la vez que propone un
cambio de estafeta que va del cisne al búho al halcón, abandonar la solemne postura de lo
269
Enrique González Martínez, Poesía I, México, El Colegio Nacional, 1995, p.318.
235
estático y moverse, ir de caza.270 En el Anexo dispongo tres sonetos de Vicente Quirarte para su
consulta.
La cuarta y última propuesta son los Sonetos en prosa de Gabriel Zaid. Con su distancia
—y liberados de la justificación conceptual— recuerdan los sonetos a cuatro manos de Renga.
Es curioso el título, ya que los clasifica como “en prosa” y no como “libres”. Esto puede deberse
a que un soneto libre es difícil de definir, dado que la respuesta a ¿de qué se libera el soneto que
se asume como libre? ha de provocar controversias inevitablemente (por no despojarse por
completo de todos los requisitos del soneto clásico). Si el soneto se libera de la rima pero
mantiene el isosilabismo se le llama soneto blanco. Si mantiene la rima y presenta proporciones
con dos o más metros se trata de un soneto homeométrico; si lo hace con varios metros,
desproporcionadamente, pero con cierto patrón, se le llama polimétrico. Esa es la claridad que se
tiene al respecto. Si se omiten o agregan versos es común dar constancia de ello en el título, o
existen categorías para nombrarlos: soneto de trece versos, soneto con estrambote, soneto con
cola, etc. Habrá que pensar en los sonetos que trabajan con la rima más allá de consonancias o
asonancias (o la omisión de ellas), ya que existen propuestas que usan los dos tipos de rima y
versos sueltos, por lo que es posible decir que se está frente a sonetos de rima alterna o irregular
(como los de Quirarte).
Luego, el elemento que más constituye al soneto son sus 14 versos, es lo más reiterado de
su estructura. Teniendo esto en cuenta, puede decirse que los sonetos se sustentan en el número
de versos como eje rector: más allá de cómo se dispongan y exceptuando casos concisos. Por
Habrá que revisar las cualidades del zenzontle que propone López Velarde en su poema “Para el zenzontle
impávido” que aparece en Zozobra, ave de la que menciona “que mece los cansancios / seniles y la incauta ilusión
con que sueñan / las damitas… No cabe duda que el prisionero / sabe cantar. Su lengua es como aquellas otras / que
el candor de los clásicos llamó lenguas arpadas”.
270
236
ello, no considero aquí el número de versos (salvo excepciones) en la discusión sobre aquello de
lo que se despoja el soneto para liberarse, y lo que propongo como soneto libre es aquel que
mantiene los 14 versos —con su clásica disposición lógica o con otra, según la propuesta de cada
poeta— pero elude el isosilabismo y la rima. Si sólo elude uno de estos aspectos (rima o metro)
lo catalogo como semilibre. Los manuales no procuran la puntualidad en ninguno de estos
aspectos y basta la polimetría o la rima irregular para que los llamen sonetos libres.
En el caso de los sonetos en prosa, Julio Ortega (1942) comenta que a Zaid el
afincamiento en la tradición del soneto le sirve para subvertir la forma tradicional, y no en vano
los llama ‘sonetos en prosa’ […] son poemas de una concentración poco común, pero no porque
sean herméticos sino por su peculiar intensidad, descontada de la tradición de plenitudes, propia
del soneto; por el gusto, característico de Zaid, de las paradojas de sustracción. Y este es el eje
poético de su sistemática (irónica y lúcida a un tiempo) puesta en crisis del principio de no
contradicción. Leer a Zaid es disponerse a este sobresalto: todas las cartas están sobre la mesa,
pero demuestra siempre el ligero absurdo, o el escándalo mayor, del contrasentido de las reglas
previstas […].
La ironía es parte, claro, del drama latente pero, sobre todo, de la intensidad que corroe la
forma lógica del soneto con sus preguntas sin respuesta y sus declaraciones de no saber. No saber
qué decir en el soneto, que supuestamente debe decirlo todo, es parte de esta vuelta al poema por
vía negativa, por el rodeo autoirónico del espíritu paradójico. Esta desimetría es típica del
ejercicio retórico de despojamiento que ha practicado Zaid, como si buscase poner en duda (en
prosa) a la misma lógica poética (sobre todo su versión decidora dominante en la fecundidad sin
sombras de tanta poesía). […] Su viva inquietud interna diversifica al poema y se plantea como
una demostración secuencial, procesal, cuyo desarrollo tiene la agudeza de un teorema. 271
Julio Ortega, “Teorema de Zaid”, julio de 1999, en https://www.letraslibres.com/mexico/teorema-zaid?
fbclid=IwAR2qqj5nsM2ex3Ge2omBoNefB7rUGSNdN6FanvChBNH5w-e23rfrnggMyhc
271
237
Las observaciones de Ortega son verdaderamente interesantes, y continúan:
La ironía, incluso la sátira, son el significado latente de estos ejercicios en la inversión de lo
literal […] Estos poemas hablan con figuras no de decir más sino de decir menos, para decir con
exactitud mayor las pérdidas del sentido. Zaid ha venido escribiendo una Comedia de la
Modernidad, como quien desmonta el aparato retórico de nuestro tiempo con el mínimo pero
durable fulgor de la chispa poética que generan las palabras para encender el fuego (perdido, pero
cierto) de la tribu (cierta, aunque perdida) […]. convoca, más bien, con la agudeza del deseo, con
la necesidad de la interlocución, con las demandas de la temporalidad, la posibilidad del instante
revelador, de la fusión dichosa, de la inteligencia religadora. Sólo que el poema demuestra ese
camino (teorema de otra lógica) y no busca reemplazarlo con la lírica, la figuración, la
sustitución, con la retórica indulgente de la poesía al uso. Los milagros, parece decirnos, son
posibles pero no están hechos de palabras: en último término la poesía, en efecto, pertenece a la
vida; el poema es su demanda de plenitud… 272
El único problema sobre lo expuesto por Julio Ortega es que en los sonetos en prosa se aprecia
poco, casi nada, de lo que señala. Aún tras leer el culto punto de vista de lo que encierra esta obra
de Zaid, cuesta apreciar la mayoría de lo que el crítico enuncia. Cierto, que los sonetos sean “en
prosa” destantea al lector, lo hace dudar sobre la fisonomía de lo que está por leer, sobre todo
porque —me figuro— lo esperado son textos a renglón seguido. Luego se descubre que han sido
llamados así por apenas respetar las normas métricas y de rima; lo que queda expuesto es el
esqueleto, la distribución 4-4-3-3: lo morfosoneto. También la continuidad lógica del sentido
poético se mantiene en ellos, salvo en el poema “Fray Luis de León”.
272
Ibid.
238
Ciertamente, los siete sonetos en prosa que componen la obra se ven enrarecidos por la
poca o nula información que se le brinda al lector: títulos y poemas se relacionan de forma
hermética, no ayudan a prever cuál será el contenido o sentido de los sonetos y solamente tras la
lectura y el análisis es posible inferir alguna relación entre ellos. Los sonetos parecen estar
vinculados unos con otros, además de por el trato que se les da, por la reiteración de algunas
imágenes o fijaciones, como el tiempo y su discurrir y transcurrir para madurar los momentos. El
mayor logro de estos poemas es la reelaboración de obviedades: parte de ellas para desarrollar
los sonetos; es como si el poeta eligiera algo sabido por todos para después desglosarlo y
ahondar en ello, un profundizar en la superficie. Sin embargo, estas tentativas poéticas ya eran
palpables en Zaid a finales de la década del 60, después de su aparición en Poesía en
movimiento:
En años posteriores, Zaid se adentra en diferentes poéticas. Sus poemas se vuelven más
concentrados y abiertos. Su lenguaje conserva la claridad y verticalidad, aunque la corriente deja
de ir hacia dentro para fluir hacia el exterior. Son importantes en este periodo las pinceladas de
humor, una leve experimentación formal de índole vanguardista, así como la aparición constante
de elementos eruditos que exponen problemas de la antología cotidiana. Una constante en ambas
etapas es la concepción del poema como una actividad de la inteligencia que, no obstante, se
encuentra sujeta a la revelación vital.273
En la ornitología poética esta sería una ave distinta al búho, ya que pese a concebir al poema
como una “actividad de la inteligencia” sus poemas no se parecen a los de González Martínez,
por lo que habría que emparentarlos, quizá, con el cuervo y su argucia para adaptarse a los retos
Fernando Fabio Sanchéz, “Gabriel Zaid o la práctica mortal de la inteligencia”, en Historia crítica de la poesía
mexicana, t.II, Rogelio Guedea (coord.), México, FCE/CONACULTA, 1a edición, 2015, p.69.
273
239
de la urbe o tal vez su símbolo sea el del quebrantahuesos, que entre sus garras lleva las
osamentas de carroña a grandes alturas para luego soltarlas y aguardar a que se estrellen contra la
superficie para romperse y que emane su médula, por lo que la lectura de Zaid vendría a ser esa
caída libre que, al final, devela la esencia del poema.
En el Anexo dispongo dos sonetos en prosa. El primero se titula “Fénix” —ave que se
emparenta con los poemas cíclicos, como “Piedra de sol”— y parece describir cómo opera la ira
en los individuos, cómo renace el enojo de formas inesperadas, apenas con “un viraje mínimo de
la memoria”. El segundo es “Transmisión nocturna” y atiende la maduración de la materia en
medio del tiempo más silente —la noche, se intuye—, su lento proceso de gestación constante, e
interminable. Con este autor concluye el capítulo, el que da muestra de los procedimientos más
sobresalientes en la estructura del soneto en México: esto no significa que no se hayan quedado
fuera varios tipos más, de los que no encontré un solo ejemplo y por ende no figuran aquí.
240
2. LA MULTIVOCALIDAD DEL CANTO
241
242
[DI]VISIONES DE LA POESÍA: ORTODOXIA, HETERODOXIA Y HEURÍSTICA
Como se ha mencionado anteriormente en el presente trabajo, en la poesía mexicana prevalece la
dicotomía del lírico y el académico, el inspirado y el estudioso; esta idea profundamente
arraigada, con más fuerza en los ámbitos no especializados, entorpece el desarrollo del gremio y
de la poesía en sí misma. Pese a esta situación, para el indocto no deja de ser aspiracional
aprender a escandir el verso. Estos polos sólo dan continuidad a la querella de los gustos, a la
supuesta pelea entre clásicos y modernos que parece no tener fin. El tema es raro por ser una
verdad a medias, ya que opera en el discurso pero no en la práctica. La repulsión a “las
impurezas” cometidas en un soneto parte, en gran medida, de la idea de que lo clásico es superior
y debe permanecer inamovible para ser degustado “como debe ser”. Ocurrió en la conversación
de 1526 entre Navagero y Boscán: hubo una defensa del metro popular español, el octosílabo (lo
clásico), contra la propuesta italianizante del endecasílabo (lo moderno). La disputa fue real, mas
al final el hecho no partió la historia del verso métrico, dado que continuaron utilizándose ambos
metros: la incursión de Boscán y Garcilaso terminó por abonar y no por omitir ni limitar.
Desde este punto de vista y a pesar de los sesgos que pueda tener cada visión poética
respecto al soneto, como el título de este apartado lo sugiere, el soneto se hace desde la ortodoxia
y la heterodoxia, no es extraño encontrar ambas propuestas en un mismo soneto (o un mismo
autor). También la heurística forma parte de las composiciones. La línea que los divide suele ser
más imaginaria que real. En el siglo XXI las tentativas de continuar con la estructura canónica
prevalecen, así como los casos en donde no existe una continuidad de dicha tradición —sea
consciente o inconscientemente—, porque la búsqueda es otra. Deben existir pocos poetas que
243
sólo tengan en sus obras sonetos a la manera clásica, ya que se valdrán de cuartetos
independientes o serventesios, de metros variados tanto de arte mayor como menor; también sin
percatarse (o aun habiéndose percatado) mezclarán rimas consonantes con asonantes. Estas
formas que en un principio eran contrarias al soneto ortodoxo se han replicado con tal insistencia
que asumirlas como faltas o intentos de renovación resulta un anacronismo, y por ende la misma
dicotomía de ortodoxia y heterodoxia tampoco es deseable como juicio de valor, sino como una
mera descripción de las cualidades de cada poema.
Antes bien, lo que provoca la enajenación con dichos elementos técnicos (que prodigan la
perfección, que la pregonan y la promueven entre líneas) es la esterilidad: poemas impecables en
la superficie pero huecos por dentro, debido a la falta de sustancia poética. A este tipo de poemas
infecundos que sí abundan en el siglo XX —época en donde el uso del verso medido se fue
perdiendo y hasta denostando— puede considerárseles un tipo contemporáneo de sonsoneto (o
soneto cortesano), que antiguamente era aquel poema que buscaba contribuir al entretenimiento
cortés en los palacios; para tales propósitos, era deseable que el autor aparentara ser principiante
en la versificación y hasta desdeñara sus propias composiciones, concebidas para recitarse más
que para presentarse por escrito, ya que eran poemas del momento que buscaban el aplauso, el
agrado inmediato, más que la perdurabilidad.274 Lo importante no era el lucimiento como poeta
sino como cortesano; hoy, en varios espacios culturales, se diría que lo importante no es la
calidad poética sino la destreza métrica; antes, las improvisaciones (o recitaciones si se
memorizaban los sonsonetos) las acompañaba un vihuelistas y tenían como único fin el ocio
Una precisión: esto fue sólo pretensión, ya que El cortesano (1561) de Luis Milán (1500-1561), músico y poeta
valenciano, recoge sonsonetos.
274
244
palaciego; en este sentido, es posible apreciar el papel social del verso italiano en las altas
esferas:
El soneto cortesano […] es una expresión poética de un ethos cortesano y, por tanto, un medio
más para que el cortesano pueda mostrar su perfección mediante una cierta destreza métrica […]
pero sin complejos alambiques que dificulten su comprensión […] para así contribuir al
ambiente distendido y alegre de la conversación cortesana […]. En definitiva, y como no podría
ser de otra manera, el objetivo último es que sus versos, y por tanto el poeta mismo, sean bien
acogidos por las damas… 275
Visto de esa forma, las intenciones poéticas pesaban menos que las de etiqueta y galantería; el
reto de construir endecasílabos, de ser partícipe de la tendencia italiana para gozar de
reconocimiento (y conquistas) era el fin de estos sonsonetos: “el soneto —el sonsoneto— parece
ocupar un lugar destacado que, con gran frecuencia, constituye el centro del entretenimiento. A
las peticiones de recitación y canto hemos de añadir también el interés que la novedad métrica
levanta entre los caballeros de la corte que, por no dominar el endecasílabo, se encuentran en
desventaja a la hora de competir por la atención de las damas”.276 Arma de regodeo, lo que llamo
sonsoneto contemporáneo busca impresionar —a como dé lugar— a los incautos que encuentran
en un quehacer técnico (versificar) a “grandes” poetas o, más lamentable, encuentran poesía.
Pese a esto, es probable que los antiguos sonsonetos contengan algún valor, por lo que el
término aludiría actualmente a poemas hechos con el objetivo de legitimar a su autor como
Ignacio López Alemany, “El sonsoneto y la práctica poética cortesana del siglo XVI”, en Revista de Estudios
Hispánicos, Tomo 50, Número 3, Octubre 2016, p.595. Puede consultarse en DOI: https://doi.org/10.1353/rvs.
2016.0047
275
276
Ibid.
245
poeta, demostrar su destreza técnica o aprobar aquella “prueba de fuego” que pregonan algunos
autores, aunque el soneto no sea prueba de nada: los de Paz, por ejemplo, son de una hechura
mediana y con frecuencia se apoyan en la diéresis (que suele ser mal vista), esto no impide que
se le considere un gran poeta. El asunto concierne más a un filtro, que solicitan en determinados
entornos poéticos, que a un verdadero certificado de poeta. Con todo y esto, ya que ha salido a
tema, deseo llamar la atención sobre la desacreditación que padece el antiguo sonsoneto, pues
esto es relevante dentro de la historia misma del soneto:
El sonsoneto cortesano […] excluye a aquellos que, aunque quizá dotados de las capacidades
técnicas para la escritura de versos o con mejor formación humanista para comprender los ecos
clásicos, sin embargo, no participan de la conversación cortesana. El soneto de tipo petrarquista,
por el contrario, en su introspección de la intimidad de la voz lírica encuentra el corazón y las
preocupaciones íntimas y eternas del hombre universal, lo que facilita su exportación a otras
cortes y garantiza también una mayor longevidad. Como consecuencia, el canon crítico ha
venido a premiar estas composiciones y sus poetas mientras que los sonsonetos y los cortesanos
que los recitaban y cantaban, aunque celebrados en su tiempo, han terminado por caer en el
olvido de una crítica literaria que ningunea sus frutos como “de circunstancias”.277
Y es que, justo, hoy en día contamos con un tipo de soneto altamente desdeñado por
considerársele de ocasión o simple entretenimiento (no sin algo de razón): el soneto burlesco,
satírico, bufo o de escarnio. No discutiré tales categorías que, sin duda, guardan diferencias, pues
ello implicaría una tesis aparte. Aquí las asumo como sinónimos. Por ello en el Anexo se
encuentra una sustanciosa selección de sonetos bufos y me remito a comentar el rasgo que, en la
277
Ibid., pp.590-591.
246
actualidad, parece alentar a los poetas jóvenes a ingresar en este campo poético: la
contraposición. Recuérdese que en un inicio el tema por excelencia del soneto fue el amor: una
estructura poemática elevada para un asunto trascendental. Después los poetas utilizaron la
estructura petrarquista para escribir sobre otros temas y preocupaciones, como la muerte, el paso
del tiempo, la crueldad humana y, obviamente, la sorna. Algunos de estos sonetos burlescos
fungen como denuncias; otros, simplemente se mofan de alguna circunstancia particular. Lo
cierto es que la contraposición —en este caso de una estructura valorada para ejercitar el
intelecto con la presentación de temas soeces y anodinos— ha existido desde que se ampliaron
sus temáticas: en el presente a casi nadie le parece que esto sea un contrasentido, aunque existen
autores que se consideran de avanzada o transgresores por mantener la estructura clásica y
atender temas “impropios”, “prosaicos”, así como críticos que se indignen o que ignoren este
tipo de trabajos por el tema y el trato que se les da.
Los menciono sucintamente por el plan abarcador de la tesis misma. Tres autores
merecen especial atención en este rubro: Salvador Novo (1904-1974) y su obra El libro ca…
(1978) de donde recojo sonetos que versan sobre menesteres sexuales: la orientación sexual
presentada ha de incomodar a varios lectores aún en el tercer milenio. Después está
esperpentario (Anónimo del Siglo XX) (2000) poemas atribuidos al filósofo y poeta Benjamín
Valdivia (1960), cuya hechura es impecable y que quizá sea el antecedente, el referente directo
de los Sonetos ñerobarrocos (2016), firmados por Lufloro Panadero, seudónimo (y acrónimo) de
Luis Flores Romero (1987), quien goza de popularidad en las redes sociales gracias a la
incursión vaciladora, a sus poemas satíricos bajo diferentes estructuras métricas, y a sus memes
que hacen escarnio de las incompetencias y clichés del gremio de la poesía en México. Además
247
de ellos dispongo sonetos de otros autores (algunos ya citados anteriormente). Merece especial
mención Francisco Liguori (1917-2003), poeta olvidado. Dispongo en el Anexo su célebre
sonetillo “Inmoraleja” (también existe una décima de este mismo poema). Finalmente, para dar
paso a otros poetas y otros cantos, cito una posible razón que alienta a escribir sonetos
humorísticos (más allá de la contraposición o las particularidades de cada caso):
El humor es un tema de óptica, mejora la vista. Llevamos siglos de leer la vida según el poder, la
manipulación de valores o una tergiversación de la cultura, entonces llega el humor y barre esos
espejismos con su dimensión humana de realidad. Consigue sacarle una foto a los dioses (sean
de derechas o de izquierdas, de arriba o de infiernos) no mientras están en escena, que es cuando
ellos quisiera, sino un minuto antes de salir, cuando están en el baño de los camerinos, al quitarse
el maquillaje o cuando salen del teatro y ningún taxi les hace caso. Al desacralizar nos enseña
que siempre hay tramoya, escenografía de cartón pintado, y así nos deja en libertad. […] El
héroe clásico mata al dragón y libera a la Princesa, el héroe cómico “mata” a la autoridad y
“libera” a su grupo. El humor es siempre un disparo contra la autoridad. Esta puede encarnarse
en una persona real, una institución, el gobierno, una imagen religiosa. Pero también, en un
sentido más amplio de la palabra, en los códigos sociales de buen comportamiento, el reglamento
de tránsito, valores éticos, horarios, planificaciones, tecnología. En un sentido más extenso aún,
la lógica es un principio de autoridad: así como las reglas del lenguaje, las gramaticales, las de
ortografía: los impuestos. Lo que creció con desmesura, o ganó tanto consenso que aplasta. Y
todo aquel que de algún modo imponga un límite: el principio de realidad; el miedo; una
enfermedad; la muerte; la tarifa telefónica. Contra eso se rebela el héroe cómico alertándonos de
la estupidez ajena y propia.278
Luis María Pescetti, “1.1.4. Evolución del discurso humorístico”, en Estudios Discursivos sobre el humor,
Compiladores, M. Elsa Bettendorff, Raquel Prestigiacomo, et. al., Atuel, pp.20-21, archivo PDF.
278
248
Aparte. Tres poetas que no deseo pasar por alto son Juan Bautista Villaseca (1932-1969), Ramón
Martínez Ocaranza (1915-1982) y Arcadio Noguera Vergara (1907-1988). Los tres cuentan con
un sonetario: el primero publicó de forma modesta La luz herida (1959), un compendio de 35
sonetos presentados en cinco apartados; puede resultar cansina la reiteración de mezclar rimas
consonantes con asonantes (lo hace en 21 sonetos), y a veces no sólo entre cuartetos y tercetos,
sino en los cuartetos mismos como en este caso, asonancia en i-a:
Patria de la poesía, poesía
aromada en la rosa combatida,
como un pezón al viento va la brida
de tu nombre, lloviendo la alegría.
Nervadura solar del mediodía,
petróleo de la noche conmovida,
cómo me suena a su sangre, cómo a vida
el pedernal en pie de tu herrería. 279
Dado que son poemas de juventud, el poeta rondaba los 26 o 27 años cuando realizó esta
publicación (y tal vez escribió los sonetos años antes), es probable que la poca experiencia le
jugara en contra. Hago una breve digresión para mostrar un ejemplo similar que se encuentra en
el propio Octavio Paz, en una publicación también de juventud; en ambos casos funciona el
poema, aunque los poetas no respeten la ortodoxia. Aquí la asonancia es en e-o:
Juan Bautista Villaseca, “Libertad, caballo de la luz…”, en La luz herida, México, Taller Ditoria, 1ra edición,
2013, p.30.
279
249
El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.280
Regresando a Bautista Villaseca, es peculiar cómo procura tres rimas, y no dos, en los tercetos.
No es raro ver en sus versos rasgos ideológicos que podemos asociar con “la izquierda”
—aunque nunca fue militante de grupo alguno—, mismos que se combinan con principios del
cristianismo: esto se debe a que su premisa es el bien común y para resaltarlo elige como
estandartes, o temas, la pobreza, la miseria y a los seres más desprotegidos, más vulnerables (él
incluido). A esto es preciso sumarle el empleo de utensilios y alimentos que pueden calificarse
como “humildes” (y para algunas posturas poéticas hasta de antiestéticos). Es decir, lo que Juan
Bautista Villaseca hace al mencionar el frijol, el maíz, el pan, el overol, las rentas vencidas, el
hambre, los zapatos gastados, cucharas y platos (casi siempre vacíos), es recurrir a campos
semánticos poco utilizados en la poesía mexicana (con lo que, a ratos, construye un halo de
extrañeza), mas su gracia —o acierto— consiste en combinar con tino los elementos de la calle
(lo externo) con los domésticos (lo interno) edificando una poética —¿o dialéctica?— de seres y
enseres en donde hay reclamos sin reclamar, en donde todo es tránsito, pues más que un luchador
social o un guerrillero, Bautista Villaseca sólo contempla y da razón de los hechos, sin más, y
sigue su camino. Testigo de la calle, hijo de la calle, viandante ebrio, su única fortaleza radica en
Octavio Paz, “Sonetos, II”, en Obras Completas VII. Edición del autor. Obra poética, México, FCE, 2da edición
2014, p.25.
280
250
la palabra. Como ejemplo cito el siguiente fragmento, que no pertenece a un soneto, donde se
refiere a una vendedora de dulces y la injusticia que padece:
Otras veces vendía cacahuates,
se parecían a su piel,
a la luz envejecida sobre su rostro, a su vestido viejo sin planchar,
a su asilo olvidado en la banqueta.
[...]
Hoy no está más.
Hoy es domingo.
La diplomacia de la policía
la llevó consignada
por el delito de hambre a la intemperie.
Mañana será lunes.
El sordo lunes de los pobres
en los que amanecemos debiéndole hasta el martes.281
Y es que, como López Velarde, Juan Bautista Villaseca logra imágenes inusitadas a partir del
adjetivo, donde a veces la extrañeza resulta belleza: “días agusanados”, “carcomido corazón”,
“murciélago amargo”, “el árbol carpintero”, “tendedero huérfano”, “zapato estéril”, “fresa
huérfana”, “jardinero desahuciado”, “corazón desierto”, “vegetal astronomía”, “hojas de luz”,
“relámpago herido”, “espiga de cristal”, “lluvias abandonadas” o imágenes anómalas como “el
molcajete hace de piedra el llanto”, “la voz devastada de un teléfono antiguo”, “tienes el adiós de
un hasta luego”, “estoy hipotecado de ternura”, “un durazno huérfano del hueso”; este empleo
Juan Bautista Villaseca, “Diurno para una vendedora de dulces” en Variaciones de invierno, México, Malpaís
Ediciones, 1ra edición en el Archivo negro de la poesía mexicana, 2018, pp.48-49.
281
251
del adjetivo se sustenta en la atipicidad y en la personificación de la carencia en instancias que
no son humanas, o no completamente. La relevancia de Villaseca yace en esta forma de construir
imágenes, más allá de si fue descuidado en sus sonetos y si lo hizo con pleno uso de conciencia
(en algunos casos ni siquiera se logra el isosilabismo). Bautista Villaseca no es un excelente
sonetista: sin lugar a dudas logra momentos plagados de belleza, pero es limitado en el uso de la
rima y puede volverse reiterativo. Pese a esto, es un poeta de primer nivel, pero su talento se
refleja mejor en los poemas donde el metro es menos exigente. Con todo, consigue algunos
sonetos excelentes.
En el caso de Ramón Martínez Ocaranza, su sonetario se titula Otoño encarcelado
(1968); los poemas fueron escritos entre noviembre y diciembre de 1966, cuando el poeta estuvo
preso —de ahí el título—. El libro se divide en dos partes, la primera consta de una dedicatoria y
nueve sonetos, la segunda de un prólogo (en soneto) y diez sonetos. Su rasgo estructural más
distintivo es que todos los poemas guardan la misma estructura, la cual utilizaba Clément Marot
(1496-1544), por lo que a esta disposición se le conoce como soneto marótico: ABBA-ABBA-CCDEED.
Los poemas pueden considerarse de corte reflexivo: los de la primera parte, “Otoño
encarcelado”, atienden el asunto de la muerte y el encarcelamiento, poniendo en entredicho la
concepción de lo que implica ser libre, si acaso la vida no es otra forma de la cárcel. La segunda
parte, “Poemas salomónicos”, presuntamente parte de las enseñanzas del libro bíblico del
Eclesiastés (que cuestiona el sentido de la vida, dado que a todos nos espera el mismo destino: la
muerte).
El último de estos tres poetas es Arcadio Noguera Vergara y su sonetario que se titula
Imágenes (1967). Posee dos particularidades esta obra: la variedad del uso de la rima, que bien
252
combina consonancias y asonancias con versos sueltos, o arromanza los cuartetos (sólo riman los
versos pares) y en los tercetos hace pares de rimas (CCD-DEE). También hay sonetos ortodoxos,
y se atreve a presentar otros con metros distintos al endecasílabo, como el tridecasílabo. Su
segunda particularidad es la prosodia, pues el uso de los acentos es altamente depurado; igual
presenta dáctilos que un soneto hecho casi exclusivamente con sáficos. Suele tener por asunto la
naturaleza, los sonetos se construyen a partir del ejercicio de la contemplación (o eso aparentan).
Quizá su obra está olvidada o ha pasado de largo por asuntos políticos, su filiación al Partido
Revolucionario Institucional (PRI) —fue uno de los fundadores— o por asuntos poéticos: para la
década de 1960, cuando se publicó su sonetario, pudo resultar anacrónico su estilo que en
momentos recuerda al Modernismo por el uso que hace del lenguaje. En el Anexo podrá leerse el
trabajo de cada uno de estos poetas.
Un hallazgo al realizar esta investigación fue que pocas mujeres escriben sonetos (pocas
en comparación con los hombres). 282 El hecho es relevante: ¿se trata de un acto contestatario por
considerar al soneto símbolo heteropatriarcal?, ¿se trata, tan sólo, de un franco desinterés por la
figura poemática?, ¿el asunto es, más bien, sobre el número de mujeres poetas que saben
escandir el verso (lo que lo convertiría en un tema de usos técnicos)? Actualmente el verso
métrico se practica menos que antes: no sólo las mujeres han dejado de usarlo. Por lo pronto, me
remito a presentar algunas propuestas en el Anexo, de autoras citadas con anterioridad y de otras
más. El caso de Rosario Castellanos (1925-1974) es curioso, ya que manejaba a la perfección el
verso medido y, sin embargo, no aparece un solo soneto en el único volumen de su obra poética
Más aún, las propias poetas desconocen a mujeres sonetistas, ya que al consultarlas para ensanchar el panorama,
el muestrario, sólo una o dos supieron dar razón.
282
253
reunida283 del que tengo noticia. Sin embargo, en la antología de sonetos de Novo, como en otra
más, se encuentran algunos de ella. Por otro lado, hay tres casos relevantes: Guadalupe Amor
(1918-2000) quien se dedicó a cultivar el soneto y el sonetillo; es difícil clasificarla, ya que suele
discurrir entre la seriedad y la mofa, por eso también aparece su obra en los sonetos bufos.
Griselda Álvarez (1913-2009) que publicó Sonetos terminales (1997), compuesto por 74 poemas,
cuyo eje radica en la escritura desde la vejez (algunos son de índole patriótica o cívica): en la
forma de su enunciación existen dejos de ternura; asimismo, hay poemas con cierta comicidad
que se toman con buen humor las complicaciones de la ansianidad; Álvarez procura la forma
ortodoxa. Por último, debo mencionar a la poeta venezolana Lucila Velásquez (1928-2009) y el
sonetario que publicó en México (fincó relaciones con círculos intelectuales del país porque
estuvo exiliada aquí algunos años). El título de la obra es La singularidad endecasílaba, consta
de 60 sonetos. No ahondaré en la corriente de la cienciapoesía o poeciencia, que es en la que se
le enmarca; baste decir que se trata de la inclusión del lenguaje científico (y algunas ideas
científicas) al poema. Este sonetario carece de letras mayúsculas y de títulos (los poemas se
numeran: como pruebas de laboratorio), se pueden encontrar varios versos con sólo dos acentos
prosódicos —el obligado y el natural— como el mismo título lo muestra: La singularidad
endecasílaba, verso endecasílabo acentuado en las sílabas sexta y décima. Los primeros 28
sonetos utilizan el serventesio en los cuartetos, y en los tercetos el esquema encadenado de CDCDCD.
Los sonetos 29 y 30 fungen de transición estructural, ya que los cuartetos se modifican y
cambian a rima abrazada, y se intercala la rima externa e interna:
ABBA-BAAB,
los tercetos
Dicho volumen reúne la obra poética que abarca de 1948 a 1971. Habrá que consultar a algún especialista en
Castellanos, para averiguar si los sonetos son posteriores, de lo último que escribió la poeta, si existe otro volumen
más completo o si simplemente no se recopilaron por aparecer en periódicos y revistas.
283
254
continúan con el esquema ortodoxo. A partir del soneto 31, y hasta el 60, los cuartetos se
mantendrán con esta modificación y los tercetos también se modificarán con el esquema de
Clément Marot: CCD-EED, por lo que el sonetario de Velásquez cuenta con 28 poemas que tienen
el esquema
ABAB-ABAB-CDC-DCD,
dos poemas con el esquema:
ABBA-BAAB-CDC-DCD
y 30 bajo
esta forma:
ABBA-BAAB-CCD-EED.
Una muestra de la obra de estas autoras, y varias más, puede
revisarse en el Anexo.
Como se observó en el capítulo pasado, los sonetos que atañen más a lo visual
aparecieron hace varios siglos, y no han dejado de facturarse. A este tipo de poema, que cada vez
se sustenta menos en la palabra, lo considero de corte heurístico, dado que en su confección
prevalecen valores que ya no atañen directamente al verso, por lo que cambia la manera de
estudiarlo: lo llamo soneto conceptual.284 No conozco manual alguno que recoja estas incursiones
ni que ahonde en ellas. Distan del caligrama, 285 pues éste reacomoda el soneto (los dos cuartetos
y los dos tercetos) de manera tal que se logre una forma específica, como en los poemas
ideográficos de Tablada “El puñal” y “Talon rouge”, que descomponen la forma estrófica para
ilustrar el contenido de sus poemas.
La mayor diferencia entre el soneto conceptual y el caligrama radica en sus componentes:
el soneto conceptual elude las palabras y se sustenta en valores que atañen más al diseño gráfico
o la estética de los carteles; lo que tiene de soneto es la pura estructura, el esqueleto estrófico:
dos cuartetos y dos tercetos; los caligramas, cuando se hacen a partir de un soneto, son la
Literalmente se basan en la estructura más elemental, en lo morfosoneto, que es lo más identificable y que es la
definición que brinda el dle: “Composición poética que consta de catorce versos endecasílabos distribuidos en dos
cuartetos y dos tercetos”; incluso podría sintetizarse más el principio del que parten, ya que el metro y la rima no les
son relevantes: “Composición poética que consta de […] dos cuartetos y dos tercetos”. tomado de https://dle.rae.es/
soneto?m=form
284
Cabe aclarar que no todo caligrama parte de figuras poemáticas preestablecidas, ni siquiera se sustentan en el
verso métrico; la mención que se hace aquí es para los que sí parten de formas que se han preestablecido.
285
255
recomposición de la estructura: es decir, se presentan los cuartetos y los tercetos pero de forma
no convencional, procurando hacer una figura que tenga relación con el contenido del poema: en
este sentido, mientras el caligrama debe su estructura —su figura— a su contenido (el asunto del
poema), el soneto conceptual puede eludir esta sincronía. En caligramas, el ejemplo más
contundente que conozco es el de los Rosagramas (2011) de Víctor Toledo (1957), en donde
presenta sonetos con forma de rosa, ¿y por qué de esa flor? Esto, así como la incursión del
poemario, se explica en el prólogo:
Para Manuel Contreras, heterónimo jarocho del poeta, la rosa es símbolo del sexo femenino, de la
virgen, del mar, del vino, del universo, del verso único, de la unidad de lo celeste y lo terreno, de
un laberinto que contiene el mapa (y la forma) para penetrar a una biblioteca maravillosa, al Libro
y al mismo Paraíso. Arquetipo de lo más puro y erótico y, más que de la ironía de la belleza
efímera (como en Sor Juana y Quevedo), de la transgresión de todos los límites y del tiempo: por
medio del instante en que la Verdad de esta belleza florece iluminando la eternidad (como en
Hafiz, Hayyam y Rilke).
En la creación de los Rosagramas se urden las teorías de la poética de la Sincronicidad
(recordemos que ésta es una coincidencia significativa que revela un destino y un renacimiento,
donde cronos y el azar no existen), la de las Ideas Perfectas de Platón y las Correspondencias de
Baudelaire: para una sola trama.286
El poemario de Toledo ofrece varias incursiones más, no sólo poemas con forma de rosa. Citaré
uno de sus rosagramas para que se comprenda a cabalidad lo expuesto; posteriormente se dará
paso a los ejemplos que conciernen al soneto conceptual, para contrastar y apreciar las
diferencias existentes entre una y otra forma:
286
Víctor Toledo, Rosagramas, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1a edición, 2011, p.5.
256
287
El soneto se encuentra en lo que se conoce como pimpollo, la parte de los pétalos. Es sumamente
irregular y su metro es discutible, pero en general se puede considerar como 13 endecasílabos y
un alejandrino. Su esquema de rima se antoja caprichoso: si fuera consonante sería este
ABCBDEFEGHCIJJkllk
y si asonante este
ABCBACCCDDCCCCeffe.
El último verso está dividido en
tres partes, pero es una sola unidad métrica: “Como ésta misma encarnación de Dea”; para
287
Ibid., p.13.
257
aparentar más la forma de la flor, se omitieron los cortes estróficos (en otros casos si los hace).
El poema termina de completarse con una cuarteta octosílaba (que funge de caudato),
conformada por el tallo y la hoja; aunque los cortes pueden deducirse por las rimas: altura, bote,
flote, figura, el autor decidió dejar algunas señales para facilitar tanto el cómputo silábico como
el corte versal, por ello en el tallo coloca puntos suspensivos, con lo que se infiere que en esa
parte del primer octosílabo se realiza una dialefa para alcanzar el metro; en la hoja que acompaña
al tallo aparece una diagonal, lo que significa corte de verso, por lo que el tercer octosílabo
comienza en la hoja con la preposición “de” y continúa en el tallo. Insisto, este ejemplo es
similar a los poemas ideográficos de Tablada, solamente que no se vale exclusivamente de
cuartetas para su composición, sino también del soneto, pero la alteración —en estos casos—
atañe más que a la desautomatización de la estructura, que la hay, a favorecer el caligrama, se
reconfigura en pos de la forma a la que se alude.
Ahora bien, lo más interesante de los sonetos que poco se valen de la palabra es la
síntesis que logran al retomar la forma canónica y suplantar las palabras por objetos, números o
símbolos dándole completa relevancia y foco a la pura estructura, a su esqueleto. Algunos de
estos poemas pueden considerarse como una crítica abierta a la tradición o como un homenaje a
ella, según el ojo que mire, tal como sucede en el siguiente caso:
258
288
Este soneto se reduce a esquemas: 1. Al de la rima, que deja constancia de que estamos ante un
serventensio y un cuarteto de rima abrazada, seguido de dos tercetos encadenados. 2. Esquema
prosódico, en donde se aprecia el tipo de endecasílabo que se utiliza para cada caso: un heroico
Citado por Dante Medina, Sonetos: Qué son... esos? El soneto atípico en la literatura, Guadalajara, Jalisco,
México, CULagos Ediciones, 2014, p.255.
288
259
corto en el primer verso, un enfático pleno en el segundo, un melódico puro en el tercero, un
sáfico corto en el cuarto, etc. 3. El esquema de dos llaves con las letras P y R alude al
Planteamiento y la Resolución, es decir, al sentido lógico de exposición: el planteamiento en los
cuartetos y la resolución en los tercetos. Tuve oportunidad de ponerme en contacto con Violeta
Rivera Ayala (la autora del “Soneto perfecto”) y me comentó que ese poema era un homenaje al
soneto y a la dificultad de facturarlo, por ello presentó el esqueleto de la forma, para exponer la
complejidad que guarda. En el siguiente y último apartado volveré a la obra de Rivera Ayala,
para continuar con la exposición de esta clase de poemas.
Como se ha mencionado antes, a este tipo de obras suelen llamarles sonetos visuales. Sin
embargo, considero más apropiado el término de soneto conceptual, dado que —como ya se ha
dicho— parte de la reducción del concepto, de lo más genérico, de la estructura canónica:
4-4-3-3. Luego se llenan con imágenes o secuencias. En última instancia, son los títulos —los
paratextos cobran mayor significación— los que dan sentido (no siempre con claridad) y
redondean las propuestas. Aquí vale la pena mencionar a Nelly Richard (1948) y su idea de las
expresiones contemporáneas, cuyas características son la transgresión de los géneros discursivos
mediante obras que combinan varios sistemas de producción de signos (el texto, la imagen, el
gesto) y la combinación entre lo cultural, lo social y lo político.289
El soneto conceptual anterior muestra con suficiencia la transgresión de los géneros,
transformando lo poemático en conceptual; y aunque se trata de un homenaje, también puede
concebirse como una crítica (pese a no ser la intención de su autora), ya que nada impide una
lectura que apunte hacia la reducción del soneto como mera forma sin sustancia, pues no
Véase: Nelly Richard, “Una cita limítrofe entre neovanguardia y postvanguardia” en La insubordinación de los
signos, Chile, Cuarto propio, 1994.
289
260
cualquier lector comprenderá los esquemas que se le presentan: es necesario que quien lee ese
“Soneto perfecto” sea versado en usos métricos y prosódicos, así como en el desarrollo de
exposición que tradicionalmente se utiliza (o no entenderá las llaves con las letras P y R).
Paso ahora a mostrar sonetos conceptuales que como menciona Richard combinan lo
cultural, lo social y lo político. Uno de los poemas más citado, de este tipo, es el “soneto 1” de
“Los 4 sonetos del apocalipsis” de Nicanor Parra (1914-2018). Se trata de cuatro bloques de
cruces, dos conformados por cuatro líneas y los otros dos por tres líneas cada uno; Felipe Cussen
(1974) arroja algo de luz sobre esa obra. Primero aclara cómo surgió la idea y posteriormente cita
el testimonio del propio Parra, que es este: “La inspiración surgió al observar los cementerios de
Nueva York: ‘Fue horrendo eso. Las cruces en hileras, y parecían estrofas. De repente digo: Sí
hay un soneto ahí: los sonetos de la muerte’”.290 Después refiere una interpretación: “Niall Binns
comenta: ‘podrían remitir tanto a las cruces que faltaban a las víctimas de la dictadura enterradas
en fosas comunes, como a las palabras indelebles en tiempos de miedo y represión’”.291 Puede
revisarse este poema en el Anexo.
El soneto conceptual “Los durmientes del valle (Lonquén, Chile)” de Juan Luis Martínez
(1942-1993) también es de este corte e igualmente conjuga los ámbitos culturales, sociales y
políticos. La obra en sí misma quizá nada diga a quien desconozca el contexto, pero al
informarse sobre el sentido del poema, sin duda es posible apreciarlo con otros ojos, leerlo desde
otra perspectiva. Presento el soneto conceptual:
Felipe Cussen ,“Sonetos para nada” en Martínez total, editores Braulio Fernández Biggs y Marcelo Rioseco,
Santiago de Chile, Universitaria, 1a edición, 2016, p.253.
290
291
Ibid.
261
292
Sobre este poema, Cussen dice: “Los corderos, que simbolizan tradicionalmente el sacrificio,
resuenan de manera particular con la referencia a Lonquén: allí se detuvo a quince campesinos
en 1973, cuyos restos calcinados se encontraron cinco años después en los hornos de una mina
de cal”.293 Parece más efectivo el uso del soneto conceptual para asuntos políticos y sociales, de
denuncia, que el soneto clásico, ya que al presentarse a manera de cartel, el espectador debe
292
Ibid., p.255.
293
Ibidem.
262
completar la lectura, o mejor dicho: el lector agrega a la imagen su interpretación, lo que podría
ampliar la obra misma.
Cito un último caso. Su autor es Avelino de Araújo (?), no describiré el soneto para que
cada lector concluya lo que le parezca:
APARTHEID SONETO294
En el Anexo se encuentran tres sonetos conceptuales más de Avelino de Araujo. Hasta donde
alcancé a investigar, desafortunadamente esta propuesta no ha sido muy explorada en México.
294
https://www.ersilias.com/avelino-de-araujo-poeta-visual/ Consultado el 20 de enero de 2021.
263
Otros ejemplos de sonetos conceptuales pueden observarse en mi tesis de licenciatura: Vigencia y
variaciones de la estructura del soneto: La atipicidad como recurso, 295 que en gran medida es el
antecedente directo del presente trabajo.
Por último, mencionaré a dos autores más: Orlando Guillén (1945) y Raúl Renán
(1928-2017). En sus propuestas parece que se trata de romper por romper, sin una guía a seguir,
sin la más remota intención; sin embargo, quizá alguien encuentre algo más en sus sonetos. Y
dado que el espíritu de esta obra es el de reunir la mayor información posible y evitar la
discriminación (en la medida de las posibilidades) que tanto daña nuestra poesía, los agrego al
corpus en el Anexo.
De Orlando Guillén revisé la obra “Un muerto rema rayo abajo [poemas para recibir a mi
hijo]”, que viene en su antología Versario pirata (1979). Técnicamente hay sonetos en donde
combina rimas consonantes con asonantes, en otros omite la puntuación, a veces presenta un
bloque tipográfico (al deshacerse de los cortes estróficos) o efectúa uno o dos cortes de estrofa
para presentar un octeto y un sexteto, dos cuartetos y un sexteto e, incluso, un cuarteto y un
decateto; lo que considero que le hace perder relevancia es que en reiteradas ocasiones el
contenido de los versos da la impresión de ser un completo sinsentido; en momentos es posible
esbozar patrones sonoros, pero en la mayoría la falta de claridad lleva a considerar que se está
frente a un capricho en donde el autor escribió por escribir, con el único propósito de completar
endecasílabos, de alcanzar el metro: ¿estará ejercitando el verso nonsense? Por si esto no bastara,
el contenido es de supuesto corte maldito o decadentista: toma el camino fácil para escandalizar
mediante un tono herético que tal vez en 1979 lograba incomodar o ruborizar a algunos lectores,
Disponible en:
https://www.academia.edu/42975012/Vigencia_y_variaciones_del_soneto_La_atipicidad_como_recurso
295
264
pero que en la actualidad su impacto no sólo ha decaído con estrépito, sino que hasta se antoja
cándido (como algunos versos del afamado El tigre en la casa), por lo que sorprende la pronta
caducidad de ese ser-oscuro del yo lírico.
De Raúl Renán consulté sus célebres Neosonetos (1982). Más allá de que estos poemas
nada tienen de neo, su problema es que varios de ellos podrían llevarse a cabo con cualquier
figura poemática, ya que algunas de las propuestas poseen propósitos laxos (como hacer un
poema solamente con tres palabras que se reiteran hasta el absurdo), que pueden realizarse
prácticamente por quien sea, basta que sepa escribir. Y es que no existe planteamiento alguno
sobre el metro o los metros —son veleidosos—, da lo mismo la prosodia y, a ratos, tienen un
manejo forzado de la rima. Que Renán los haya bautizado como neosonetos hace pensar en el
escaso conocimiento que tenía de las incursiones realizadas en la estructura a lo largo de la
historia. Quizá el título es el que los desfavorece, por pretensioso.
Por ejemplo, abre con un poema titulado “Soneto para rima izquierda” y hace la rima con
las primeras palabras de cada verso, que son: “Carcomida-marino-salino-barco / parco-barino-al
tino-marco / Iremos-callado-Viremos / llamado-Tiremos-flamado”. Los tercetos se ajustan a la
rima consonante, pero en los cuartetos se hacen malabares que —según se aprecie— pasan por
genialidad o desatino. Para Renán este tipo de simplezas eran transgresoras (lo sé porque tuve
oportunidad de tomar un taller suyo), pero rimar “Carcomida” con “barco, parco y marco”
porque en la palabra “Carcomida” aparecen los fonemas a / r / c / o, sólo muestra deficiencias
auditivas, la ignorancia de la prosodia o la nula importancia que se le da, pues para que la palabra
rime con las otras tres debería escribirse Cárcomida (lo que es casi impronunciable), además de
que las palabras al final de verso, que supuestamente no deben rimar, guardan algunas
265
asonancias en uo, ea y aa, con lo que no se cumple “la proeza” anunciada en el título; baste
recordar el soneto retrógrado, que tiene rimas tanto al final de los versos como en las primeras
palabras, esto con el fin de que pueda leerse de izquierda a derecha como de derecha a izquierda.
Con todo, quizá este sea el único neosoneto en donde sí hay un procedimiento a considerar: la
independencia métrica entre cuartetos y tercetos, dado que los primeros son eneasílabos y los
segundos endecasílabos.
En el “Soneto a la tierra en represalia” echa mano del mismo procedimiento: marca la
división entre cuartetos y tercetos, más allá de su naturaleza misma, ahora mediante la rima: los
cuartetos bajo la rima asonante en ia y los tercetos en oa. Pretende enrarecer algunos textos
justificándolos hacia el margen derecho (a veces con efectividad) o usando encabalgamientos
extremos; abusa del rompimiento de palabras para alcanzar la rima (Levia- / tán; exul— / tante;
su car- / ne de amor, etc.), lo que francamente vuelve el recurso cansino, trivial y que al
sostenerse en el versolibrismo el procedimiento desluce. Lo más desalentador es que cuando se
trata de asuntos técnicos llega a incumplir sus propias aseveraciones por falta del manejo
adecuado de los términos. Lo ilustro con un título: “Soneto para el sueño de Carlomagno bajo
una sola rima pareada en el primer terceto” y sí, en efecto, en el primer terceto encontramos la
siguiente rima: “sucesión-Unción”; pero, penosamente, el verso 2 rima con el 5: almenas-sujetas,
el 11 con el 13: revista-divisa y, de polo a polo, el verso 1 con el 14: sueño-reino; todo es asunto
de un tecnicismo, pues el título debería decir “bajo una sola consonancia pareada en el primer
terceto”. El menosprecio de la asonancia en el campo del soneto es tal, que se pasa por alto
constantemente, se olvida, como si no fuera también una rima, como si no tuviera injerencia en
la sonoridad del poema: en mi opinión, las asonancias que aparecen en los sonetos no suelen ser
266
percibidas por sus autores en la mayoría de los casos, porque no hay una conciencia real de
trabajar con ella, salvo en los poemas que lo requieren: como el romance. De ahí la insistencia en
la concientización del uso y los alcances de esta sonoridad “imperfecta”, lo que propiciaría
sonetos más efectivos en cuanto a tentativas técnicas (que es lo que actualmente parece tener
peso entre poetas) y también ayudaría a la construcción de verdaderos sonetos blancos, sin
coincidencias sonoras, de ninguna índole, en las palabras finales de cada verso. Insisto, esto para
quien busque cumplir un reto técnico cerrado, ya que diversos sonetos dan fe de que aún en el
incumplimiento de esta búsqueda de perfección o pureza técnica la poesía se cumple, la poesía
sale ganando.
267
268
AQUÍ Y AHORA: LA POESÍA Y EL SONETO HOY, AMANECERES DEL TERCER
MILENIO
Ulalume González de León (1932-2009) escribió —inspirada en una enseñanza del imaginario
profesor Juan de Mairena (invento de Antonio Machado)— un soneto en donde equipara la
cocción de un huevo con la elaboración de un poema, retomando la máxima de Machado: “hacer
nuestro el proceso de su cocción”. González de León explica brevemente sus intenciones: “[en el
soneto] se superponen la operación culinaria y la poética, el soneto y el huevo como mundos
estancos y autosuficientes, la mesa del pan y del [sic] vida con la del tintero y el papel… Y el
reloj de arena mide el no siempre trágico ‘sentimiento del tiempo’, patente en la impaciencia
(fervor, hervor) con que cuajan simultáneamente dos proyectos inaplazables por igual”.296 Cito el
soneto:
Soneto en que se cuecen un huevo y un poema297
En el cazo de cobre ya resuena,
urgida por la llama, el agua hirviente;
otro fervor suspendo: el de un latente
soneto… y corro hacia el reloj de arena.
Lo volteo, y sumerjo con serena
cuchara a un tiempo, delicadamente,
Ulalume González de León, Sonetos de un Saber Sabiendo, México, El Tucán de Virginia, CONACULTA,
Universo Literario, 1a edición, 2014, p.18.
296
297
Ibid., p.19.
269
el ovalado y autosuficiente,
estanco mundo, que será mi cena:
¿un huevo a un soneto?… No te asombre
que mi hambre de poeta y mi hambre-hambre
se sumen en un único calambre
pues no sólo de huevo vive el hombre.
Ergo, puso en la mesa pan, tintero,
vino y papel… ¡más cenaré primero!
Comienzo con este poema porque ejemplifica el proceso de construcción que yace en el soneto
ortodoxo, al que parecen retornar actualmente algunos autores jóvenes. Quizá desde los poetas
nacidos en la década del 60 aumentó el distanciamiento con la estructura italiana, y quizá esta
distancia se intensificó con el pasar de las generaciones. El fenómeno no es extraño y responde al
cambio de los tiempos, ya que el uso del verso métrico ha ido perdiendo terreno en pos de un
falaz presupuesto de libertad. Cierto, el uso del versolibrismo es mucho más extendido hoy en
día; sin embargo, resulta curioso que se continúe colocando en un sitio preponderante tanto al
verso métrico como al isosilabismo.298
También existen autores que han ganado celebridad o buena reputación sin necesidad de
recurrir a la versificación ortodoxa, cada vez son más. Sin embargo, estimo que en el tiempo
El gremio de la poesía en México no ha logrado superar esta discriminación; valdría la pena estudiar a fondo el
fenómeno, puesto que la mayoría de los poetas-burócratas (aquellos que controlan las becas, los premios, los puestos
gubernamentales, los más sólidos medios literarios, etc.) saben escandir el verso —no todos con la misma calidad,
pero saben—, por lo que estas cualidades continúan siendo significativas para considerar o desdeñar el trabajo
poético.
298
270
presente una de las razones por las que se retorna al soneto ortodoxo se debe a un desembarazo
del capricho, de lo aleatorio en las composiciones, por un deseo de orden que, justamente, el
soneto contiene, ya que —por sus claras delimitaciones— brinda certezas y otorga menos
espacio a la ocurrencia y la falta de rigor.
No es ningún secreto que los poemas de los jóvenes autores han caído en una enorme
laxitud, no sólo técnica sino reflexiva (y hasta poética): el hallazgo ha sido sustituido por la
trivialidad disfrazada de idea profunda o supuesta sabiduría milenaria, aquello que Sandro Cohen
(1953-2020) llamaba “lo poetiquito”: frases a modo, gratas al oído, que dan continuidad a ideas
prefabricadas… y añadiría: que se sustentan en los diversos imaginarios colectivos o la ideología
reinante. Mas no sólo debe prestarse atención al cambio de la expresión poética, a sus nuevas
vertientes, sino también a la manera en la que escuchamos: el oído cambió porque el entorno
cambió, cambió la música y el medio ambiente: la percepción auditiva de las personas en el siglo
XXI no es la misma que las del siglo XVII. Esto es obvio, y aún así hay quienes se empeñan en
aludir al oído para justificar o descalificar el metro de diversos poemas: es el presupuesto de el
oído universal, otro verosímil crítico que se reitera en círculos de poesía tanto por indoctos como
por especialistas. Cuesta aceptar que se continúe hablando de un oído universal, una única forma
de escuchar. Más aún si consideramos que la forma de oír está relacionada con el idioma e,
incluso, con el estrato social y el entorno. De ahí nacen las siguientes observaciones de Alfonso
Reyes (1889-1959), nada académicas pero cultas, que ejemplifican el fenómeno mencionado.
Reyes opina sobre el llamado “pópulo”:
271
El vulgo, ante todo, es alambicado: gusta como de adornar las cosas y de alargarlas. Una mala
pronunciación no es tan sólo signo de inferioridad biológica o atrofia de los aparatos
articulatorios: una mala pronunciación es también un adorno. Asómate a esta ventana: aquellos
desarrapados se calientan al sol y obran con la sola moral y el solo consejo de los proverbios.
Mira cómo son vivaces sus ademanes: mira cómo andan cual si danzaran. Están demasiado vivas
en ellos las fuerzas humanas. Les sobra algo de la energía creadora del tipo. Su andar tiende a la
danza y su hablar tiende al caló. Éstos son los padres del idioma. Éstos los que crearon el habla
vulgar, reduciendo a formas analíticas y alambicadas las formas sintéticas del latín. Por eso no se
ajustan a las normas que se les dan: porque les sobra iniciativa idiomática. Nosotros les decimos:
viciar, y ellos, seguros de que dicen lo mismo, nos contestan, como haciendo bailar el verbo: sí,
avezar. Nosotros les decimos: tratar, y ellos nos contestan: sí, trechar. Nosotros les decimos:
púrpura, y ellos nos contestan: sí, porpla. 299
Si bien la cita se refiere a la expresión oral, aplica a la escrita: pese a que son campos distintos,
la escritura y la oralidad llegan a converger en la transcripción (cuando la escritura busca imitar
la expresión hablada o viceversa) y en la recitación de poemas, donde no extraña que la
entonación y la lectura misma modifiquen los versos (para bien y para mal). Es común que la
pronunciación diste de la grafía, aunque no en cada caso los malos usos ortográficos se
consideran falta (“una mala pronunciación es también un adorno”), dado que una cosa es escribir
mal por desconocimiento y otra hacerlo aposta: tal sucede con el uso de la grafía “onvre”, que
utilizan ciertos grupos feministas para señalar a quienes ejercen el machismo o a quienes, por su
irracionalidad, no son considerados hombres completos, sino seres estancados en un estado
previo al del hombre, ya que carecen de civilidad y entendimiento; la contraparte de esa palabra
Alfonso Reyes, “De la lengua vulgar”, en Algunos ensayos, México, UNAM, 1a edición en Poemas y Ensayos,
2002, p.81.
299
272
es “envra”, y la usan algunos detractores del feminismo radical (o hegemónico, corporativo o
blanco) para señalar a aquellas mujeres que practican su ideología de forma fanática e
inquisitorial. En última instancia, lo relevante son los motivos detrás de estas grafías, la voluntad
detrás de ellas. Regreso a las observaciones de Alfonso Reyes, que nuevamente arrojan luz:
cada pueblo oye el mismo ruido de distinta manera, con un coro de matices étnicos distintos, y
que sólo el vulgo tiene el descaro de exagerar esas diferencias en su pronunciación. Oímos, los de
habla española, que los gallos cantan —como elemento fundamental al menos, y aparte de ciertas
variaciones dialectales— algo semejante a:
—Qui-qui-ri-quí…
Los franceses oyen:
—Co-co-ri-có…
Aunque un gallo de Rostand fuera partidario del:
—Cock-a-doodle-doó…
Lo cual es más propio de la India inglesa, o de Inglaterra, según consta por la canción de Ariel en
La tempestad.
Los gallos turcos cantan:
—Cú-cú-rú-cú…
Otros hacen fuga de vocales:
—K! k! k! k!…
Y otros fuga de consonantes:
—I! i! i! i!… o bien O! o! o! o!…
[…]
El perro indignado dice, según unos:
—Grrr…
Y, según Lucilio, dice simplemente: rrrrrr…
273
Esto por una parte, y por otra, cada uno tiene sus inclinaciones prolativas, porque cada pueblo oye
con diverso matiz el mismo ruido fundamental.300
Y no sólo cada pueblo (entendido como país), sino existen variantes incluso entre ciudad y
ciudad: en México, según la región geográfica llaman a la gallina que empolla: clueca o culeca;
en el caló hay quienes pronuncian “chido” y aquellos que dicen “chilo”; y en cuanto a
regionalismos la lista es extensa, baste recordar el “te invito” contra el “te picho” o el “invítame”
contra el “convíveme”. Basado en fuentes de irreprochable rigor, Antonio Quilis (1933-2003)
menciona en una nota al pie301 que la secuencia tl se silabica en Hispanoamérica y Canarias de
esta forma: a-tlas, y en el resto de España, su silabicación es at-las; si en México pronunciamos
“ícono”, en España la misma palabra se pronuncia como si fuera llana “icono” (lo mismo ocurre
con “video” y “vídeo”). Entonces, desde estas variantes: ¿cómo podemos pensar en la existencia
de un oído universal? La universalidad recaería en las normas de versificación —un resumido
intento de método científico— y no en presunciones de un oído generalizado.
La pronunciación está ligada con la forma de oír: al escuchar diferente se pronunciará
diferente y se escribirá diferente, por lo que —según la zona geográfica— algunos versos podrán
parecer extraños por cómo suenan, mas siempre que no se trate de un regionalismo, se encontrará
justificación en los recursos métricos de la sístole y la diástole, la prosodia o la rima (o, cuando
menos, estos aspectos darán alguna tentativa de su factura), como en los versos “Area del
pequeñismo y la patraña”, de Vicente Echeverría del Prado (1898-1976) o “igual que el cáncer
sobre tu omoplato”, de Jaime Sabines (1926-1999), en donde se recurre a una diástole, “aréa”,
300
Ibid., pp.81-82.
301
Véase Antonio Quilis, Métrica española, España, Ariel, 2a impresión, 2014, p.48, nota 2.
274
para convertir la palabra esdrújula en llana y que la sinéresis “ea” no parezca forzada (como si la
diástole misma no lo fuera) y de este modo conseguir el endecasílabo al reducir la palabra a dos
sílabas métricas en lugar de sus tres naturales (a-rea en vez de á-re-a). En el segundo verso
ocurre lo mismo: una diástole, pero no sólo para conseguir el metro, sino para lograr la rima: el
DRAE
reconoce la grafía omoplato, por lo que su uso es aceptable, aunque para algunos lectores
suene extraño. Asimismo, esto sucede con el célebre verso de Francisco de Quevedo
(1580-1645): “medulas que han gloriosamente ardido”, ya que también el
DRAE
guarda
constancia de la grafía “medulas” como de “médulas”. En este caso es aventurado arrojar
hipótesis sobre el uso de la palabra, dado que por la distancia temporal se requieren
conocimientos de la época, por ello me remito a comentar que si no se trata de un uso común en
aquel tiempo (o un regionalismo), una posible justificación se encuentra en la prosodia, ya que
los dos versos previos vienen reiterando los acentos 1-4-6-8 [“Alma a quien todo un Dios prisión
ha sido, / venas que humor en tanto fuego han dado”], por lo que al valerse de la pronunciación
grave “medulas” el acento cae en la segunda sílaba, dando una ligera variedad al ritmo: 2-4-6-8.
No está de más insistir en que las licencias poéticas alteran el escandir, y con ello se
viene abajo cualquier pretensión de rigor científico al analizar la métrica (quizá hay más
licencias que normas). Quilis diría: “sobre el patrón del verso de x sílabas, con acentuación en la
penúltima (esquema a), se montan los demás patrones, que son ficticios”.302 Está explicando la
constitución del verso desde su acento estrófico (o ictus) y la necesidad de ficcionar los términos
de palabras (aguda, esdrújula o sobreesdrújula) añadiendo o restando sílabas para que dicho
acento se mantenga —en cada caso— en la misma coordenada, la misma posición: la penúltima
302
Ibid., p.30. Subrayado mío.
275
sílaba; pero no sólo aquí la sílaba es ficticia, lo es en el verso entero por los recurrentes usos de
hiato, sinalefa, dialefa, sinéresis y diéresis:
Al medir la cantidad total de un verso, hay que tener en cuenta dos factores: a) el número de
sílabas fonológicas, que por ser un hecho de la lengua, es constante, y b) los fenómenos métricos:
sinalefa, diéresis, sinéresis y el lugar del acento en la última palabra del verso: son hechos del
habla que adquieren valor métrico por voluntad del poeta, en orden a una superior función
expresiva.
Las sílabas fonológicas y los fenómenos métricos originan unas secuencias cuantitativas
en el verso que llamaremos sílaba métrica o tiempos métricos, ya que no siempre coinciden con
la sílaba fonológica o real.303
Teniendo esto en cuenta, algunas disputas encarnizadas sobre cuándo un verso es de tal o cual
medida pierde sentido, pues lo que los estudiosos toman como base es el supuesto del oído
universal, que si bien ayuda —más o menos— a estandarizar los tiempos métricos, no puede
desentenderse de las varias licencias que existen, por lo que la razón ha de tenerla el poema y las
articulaciones métricas que presente (“por voluntad del poeta”), puesto que si su tendencia es
visiblemente isosilábica pero hay versos que parecen no ser cabales, habrá que inferir el ajuste
métrico que el poeta hizo para cuadrar las sílabas (como en el ejemplo de Echeverría del Prado),
en lugar de sólo condenarlo a la irregularidad y, por ende, al error. Existen usos métricos
extendidos sustentados en lo natural del habla, como la sinalefa, por lo que se debe prestar
atención a los momentos en los que el poeta no “respetó” la norma y optó por emplear la dialefa,
303
Ibid., pp.47-48. Cursivas del autor.
276
yendo en contra de la naturalidad auditiva para justificar su cómputo métrico, dado que la
“naturaleza” métrica posee como base la artificialidad, o la ficción (como le llama Quilis).
Luego, aunque el uso de la diéresis es casi nulo en el presente —quizá porque se estima
como falta de pericia poética— es necesario entender cómo ha operado en el siglo XX y XXI:
interfiere en el cómputo silábico, no en la pronunciación. Los poetas reconocidos del siglo
anterior parecen haberla utilizado para evitar ripios que disminuyeran la calidad del poema,
versos como: “que mana entre las rüinas”, “plenitud, ola inmóvil y flüente”, “fluye el deseo, río
sinüoso”, “tacto y color, perfume y sed, rüido”, “sílabas que disperso sin rüido”, todos de
Octavio Paz,304 recogidos de algunos de sus sonetos y de un sonetillo: las diéresis sólo indican la
división silábica necesaria para alcanzar la simetría de los versos, para “cuadrarlos”, por lo que
en el cómputo se considera su separación de esta forma: ru-i-nas, flu-en-te, si-nu-o-so y ru-i-do,
mas jamás se espera que tales palabras se pronuncien: flúénte, rúído, etc. La diéresis opera en la
escritura, no en la pronunciación y por ello es un equívoco juzgar la medida de los versos a partir
de cómo suenan, pues los usos métricos sólo serán visibles en la grafía, no en la recitación.
Para concluir con los aportes de Quilis, considérense procedimientos y prácticas de la
métrica que, aun cuando fueron de uso común, hoy se encuentran en franco desuso: “En los
casos de sinalefa, hay que tener cuidado con la h inicial de palabra procedente de la ƒ latina,
porque representaba una consonante aspirada, [h], semejante a la del alemán o del inglés; esta
consonante duró hasta el siglo XVII, aunque ya en él aparecían palabras en las que esta h inicial
no tenía, como hoy, ningún valor”.305 Súmense los fenómenos métricos que suman o restan
Octavio Paz, “Sonetos, II”, en Obras Completas VII. Edición del autor. Obra poética, México, FCE, 2da edición
2014, pp. 23, 45, 69 (2 versos) y 71, respectivamente.
304
305
Quilis, op. cit., p.50.
277
sílabas para emparejar el metro, tanto los de supresión (aféresis, síncopa y apócope) como de
adición (prótesis, epéntesis, paragoge): normas casi olvidadas y sustituidas por extranjerismos y
neologismos. De hecho, Pedro Henríquez Ureña, en la nota al pie 1 de “En busca del verso puro”
recuerda al lector: “No debe olvidarse que el ritmo, en el arte, es mental, es impuesto por el
espíritu, aunque se apoye en fenómenos concretos”,306 por lo que apreciar que los endecasílabos
suenan mejor si están acentuados en sexta sílaba o en cuarta y octava —por considerarse más
simétricos que otros— es más convención que realidad:
En español, después de siglos beatos de realismo ingenuo desde Luzán nos dedicamos
laboriosamente a complicar y falsear nuestra noción del verso. Tiempo y paciencia lo alcanzaron
al fin; los preceptistas latinizantes decidieron que procedíamos como en Grecia y Roma,
combinando sílabas largas y breves. Por fortuna, los poetas no leían los tratados y componían "de
oído", como el músico de pueblo “que no sabe nota”; confiándose al hábito, evitaban el error de
los libros. Después que Bello y Maury nos devolvieron a la ley real de la sílaba de cantidad
única, padecimos cerca de cien años nueva sordera: toda obra poética del idioma creímos
explicarla con el verso de número fijo de sílabas. Hombres eminentes perdieron largas horas de
su vida en el minucioso error de constreñir en medida exacta los poemas de versificación
irregular: Cornu con el Cantar de Mio Cid, Marden con el Fernán González, Pietsch con los
Disticha Catonis. La historia de las letras españolas nos avisa que nuestro verso puede ceñirse a
tres normas —la medida, el acento, la rima— o vivir libre de cualquiera de ellas. Los
vanguardistas, ahora, nos gritan que debe libertarse de las tres.307
Pedro Henríquez Ureña, Obras completas, Tomo III, Estudios métricos, Secretaria de Estado de Cultura Editora
Nacional, Ministerio de Cultura de la República Dominicana, Santo Domingo, 2013, p.449.
306
307
Ibid., p.448.
278
Henríquez Ureña señala lo que ya he mencionado: raramente los poetas recurren a los manuales
para componer (“no leían los tratados”, “evitaban el error de los libros”), en varios poemas
estructuran de manera intuitiva (“de oído”) y suelen apoyarse más en otros poetas: es decir, sus
ejemplos suelen ser poemas y no explicaciones eruditas. Y es que cuando el poeta acepta la
convención métrica como dogma, deja de ser crítico (“toda obra poética del idioma creímos
explicarla con el verso de número fijo de sílabas”) y pierde de vista la propuesta de cada poema.
Finalmente, las normas del verso que Henríquez Ureña señala (medida, acento, rima) se
encuentran en la hechura del soneto ortodoxo; sin embargo, su aclaración abona, pues si el verso
puede ceñirse a dichas normas “o vivir libre de cualquiera de ellas”, o incluso de las tres (según
ciertas posturas de vanguardia) el soneto mismo también puede hacerlo (y de hecho lo hace).
Esta idea resume el presente trabajo, que ha ido dando cuenta de cómo la estructura del soneto
tradicional se ha alterado tanto en la medida, como en el acento y la rima hasta llegar a librarse
de ellas con el soneto conceptual.
Ahora doy paso a algunas publicaciones recientes que atienden la llamada figura reina de
la poesía. Con motivo de la pandemia que aqueja al mundo y que tuvo inicio en octubre de 2019
en China, en Periódico de Poesía aparecieron una docena de sonetos con este tópico, según lo
explica la propia redacción:
Convocamos a varios poetas a escribir sonetos que incluyeran el endecasílabo “Y así se pasa el
tiempo en cuarentena”, para tener diferentes lecturas de la crisis mundial del coronavirus y sus
efectos en la sociedad. Recibimos sonetos desde México, Estados Unidos y España que tematizan
279
el privilegio de la cuarentena, pero también la ansiedad que produce; sonetos diversos, asimismo,
en su manera de acercarse a esa forma clásica y reinventarla (o incubarla).308
Por principio debe señalarse que se trata de un reto poético (mínimo, pero reto al fin), a la
antigua usanza, en donde el punto de partida es un endecasílabo (un pie); tal verso se presta para
iniciar o terminar el soneto: que fue el recurso de la mayoría (aunque hubo quienes lo
dispusieron en otra posición). También podría haberse hecho un soneto continuo cíclico, a lo
Díaz Mirón, con el verso propuesto como inicio y final. Lo más sobresaliente en cuanto a usos
técnicos —por su baja recurrencia— es un soneto monorrimo de Julia Santibáñez (1967) y otro
que presenta Pedro Pablo Martínez (1957) por su disposición estrófica (un octeto y un sexteto, la
forma primitiva del soneto). Esta publicación muestra lo respetuosos que continúan siendo los
poetas con la forma externa; se sienten de avanzada por el contenido, por el trato que le otorgan a
la palabra y que en la mayoría de estos casos no pasan de rancias presunciones ideológicas más
próximas al golpe de pecho, a un hipócrita mea culpa (que presupone una calidad moral
superior), que a verdaderos desarrollos y desempeños poéticos; asimismo, se valora “la
desfachatez” como presunto elemento disruptivo que debe comprenderse como una crítica al
sistema (no queda claro a cuál), cuya estética parece sustentarse en el panfleto.
Pocos de estos autores dominan a cabalidad el soneto. Incluso la redacción misma lo
advierte con las típicas excusas cuando de sonetos se trata: es una forma de indicar que están
conscientes de que algunos de los poemas presentados no cumplen con la ortodoxia y de esa
manera desmarcarse: “sonetos diversos, asimismo, en su manera de acercarse a esa forma clásica
Periódico de Poesía, http://periodicodepoesia.unam.mx/texto/sonetos-en-cuarentena/?
fbclid=IwAR18KsBcBgjfUgApsKf45h4ZNGmRtlQUiyryOUmJ-gcIUBmxCuc_dy1-pX4
308
280
y reinventarla (o incubarla)”. Y nada de esto ocurre, no reinventan cosa alguna ni incuban nada;
los procedimientos que presentan han sido documentados en este trabajo. El soneto más
controversial en cuanto a su hechura técnica es el de Maricela Guerrero (1977): lleva con
desenfado la rima, escande al ritmo de su corazón, presentando endecasílabos, dodecasílabos y
un alejandrino, lo que sí pasa por defecto porque el poema tiene visos isosilábicos; un verso o
dos con otro metro —en pro del poema— pueden asimilarse, y hasta dispensarse, pero 8 de 14 ya
no. Además, altera el endecasílabo que debía incluir, de manera que termina de sepultar su
poema y ratifica lo mediano de su hechura; el verso que utiliza es: “que así se pasa en tiempo en
cuarentena”, quizá no fue error de ella sino de los correctores.
Ahora bien, aprovecho la publicación de Periódico de Poesía (las citas que se presentarán
a continuación fueron extraídas de ahí) para mostrar el aspecto más disonante con la ortodoxia en
usos métricos: la sinéresis. Quizá se emplea más porque ha cambiado la forma en que
escuchamos, y ahora resulta lo “natural” al oído; asimismo, puede opinarse que es por la falta de
entrenamiento auditivo, de educación sonora. Si se considera como base el Siglo de Oro español,
los poetas no recurrían mucho a esta licencia, tal vez por ello se le estigmatiza si aparece en
exceso, ya que puede distorsionar mucho los sonidos (lo que depende, en esencia, de cómo se lea
y cómo se declame). Este “abuso” métrico no es nuevo en nuestros poetas: existen antecedentes
que datan del periodo de Independencia, según señala Henríquez Ureña:
La versificación [en la Independencia] es en general descuidada, aun en los mejores poetas; se
abusa de la sinéresis (ya lo indicó Menéndez y Pelayo en Navarrete), como en el tiempo de
aparición del endecasílabo en España, en Boscán, Hurtado de Mendoza y Cetina. Es común
atribuir a los defectos de pronunciación americana del idioma el abuso de la sinéresis, y la
281
observación no es inexacta respecto de México, donde se suele contraer con exceso cualquier
grupo de vocales, aun alterándolas; pero en verdad, la sinéresis se empleó mucho en España, a la
vez que el hiato, por influencia del uso italiano, que a menudo abre diptongos y cierra diptongos,
especialmente aquellos en que entra la “i”.309
Se sobreentiende que el fenómeno atañe a la asimilación del endecasílabo italiano al castellano, y
por ende la aparición de las muchas sinéresis, hasta que el verso se adaptó al idioma. Lo mismo
sucedió cuando los poetas en México adaptaron el endecasílabo al español del país, que con el
mestizaje manifiesta otro tono y humor; la rudeza de la sinéresis reaparece en exceso en el
periodo de Independencia, hasta que el verso se ajusta al español de México y la sinéresis vuelve
a utilizarse con mesura en el Modernismo y en las décadas siguientes,310 hasta que el verso
métrico se torna infrecuente o decae su uso: siguiendo a Henríquez Ureña, esto explicaría la
reiteración de la sinéresis en los poetas actuales, quienes al ejercitar el verso medido —y al no
estar habituados a él— recurren a esta licencia poética mientras aprehenden y asimilan el
cómputo silábico. La idea no es desproporcionada si revisamos a nuestros poetas considerados
como grandes conocedores de la versificación: el más célebre quizá sea Rubén Bonifaz Nuño
(1923-2013), aunque también se encuentra Enrique González Rojo Arthur (1928-2021); los dos
son maestros escandiendo el verso y, ciertamente, la sinéresis no es frecuente en sus poemas.
Ambos pertenecen a la misma generación, lo que podría explicar las afinidades acústicas. Lo
cierto es que las modificaciones son necesarias al pasar del italiano al español y luego a la
diversidad de éste con el mestizaje de las varias lenguas originarias, lo que ha de provocar,
Pedro Henríquez Ureña, “La métrica de los poetas mexicanos en la época de la Independencia”, en Estudios
mexicanos, México, FCE, 1a edición en Lecturas Mexicanas, 1984, pp. 207-208.
309
No ocurre, como es lógico, con todos los poetas: la métrica de López Velarde, por ejemplo, llega a ser extraña (es
decir, a veces no respeta cabalmente los lineamientos preestablecidos) y sin embargo se mantiene sin problemas.
310
282
asimismo, diferencias en la expresión escrita y hablada, con lo que las pretensiones del oído
universal (insisto: lo universal serían las licencias y normas métricas) no parecen llevaderas, pues
pensar que existe una sola forma de oír —pese a los cambios que cada idioma ha tenido a lo
largo de la historia— no sólo apunta al reduccionismo, sino que por probabilidad es inexacto; lo
reitero: el error yace en querer empatar las diversidades auditivas del mundo a unas propuestas
medievales que poseen cierta regularidad.
Tarea ardua será revisar a los poetas que practican el verso medido y nacieron en las
décadas del 60, 70, 80 y 90, porque probablemente la sinéresis excesiva ya sea en ellos algo
común. Paso a los ejemplos encontrados en Periódico de Poesía. Marco en negritas el recurso:
de Rodrigo Flores Sánchez (1977): “que un bicho con aureola me conmina”, de Paula Abramo
(1980): “chambeando en otro tipo de maquila”, de Óscar de Pablo (1979): “Lo humanidad
coloca con maestría”; “De lejos, pero reales, los abrazos”, de Pedro Pablo Martínez (1957)
señalo tanto la sinéresis como la sinalefa inmediata que hace para cuadrar su endecasílabo: “Yo
leo_en el rostro de la gente infame”, de Jorge Comensal (1987) dos ejemplos: el primero,
“rodeado de papel (mas no de baño”; el segundo —extremo— con tres sinéresis continuadas más
una dialefa: “sólo poesía leeré, / ¡y de la buena!”, el cómputo del verso es el siguiente: só-lopoe-sía-lee-ré-¡y-de-la-bue-na!, de esta forma sus acentos son 1-4-6-10 (un sáfico corto pleno).
Hasta aquí con la publicación de Periódico de Poesía.
De otros jóvenes autores rastreé los siguientes ejemplos: de Giorgio Lavezzaro (1985):
“sea de una vastísima imponencia […] sea de una abrasadora realidad”, el cómputo del verbo
“sea” es distinto en cada caso, ya que en el primero carece de sinéresis, no así el segundo, de lo
que se deduce que el poeta usa deliberadamente la licencia —según convenga a su propósito—,
283
pues procede tanto de forma “natural” como con la licencia. Cito dos ejemplos más de
Lavezzaro: “ante el peligro real que, como raza”, “con la_ígnea bocanada que despide”.
Existen quienes, con el fin de sostener la uniformidad, aplican la licencia en más de un
caso, como en estos versos de Héctor Cisneros (1986): “Si te anunciara el blanco en los
azahares…”, “por otra de piel blanca como azahares”; Cisneros también, y varios poetas más,
recurre a la licencia en un poema y en otro no: con sinéresis “con el geranio en flor ahora
marchito”, sin sinéresis “Y es ahora, mujer, que se ha hecho tarde”, “que en las copas ahoga su
sentido”. Otro ejemplo de sinéresis en Cisneros es este: “para oír tu beatífico dictado”; llamó mi
atención el uso de la sinalefa doble en este poeta: “Por-dar-te_u-nos-po-e-mas-que-te_he_es-crito, / que-tu-vi-vo-re-cuer-do-me_ha_ins-pi-ra-do”; “mas-por-ti_in-ha-bi-ta-da-la_he_en-con-trado”; “¿E-res-es-ta-mu-jer-que-me_ha_ins-pi-ra-do”; “Y-yo_en-las-so-le-da-des-te_he_es-pe-rado / “aun-que_en-las-mul-ti-tu-des-la_he_es-pe-ra-do”.
Tanto Cisneros como Lavezzaro generosamente me hicieron llegar por correo electrónico
sus poemas. El de Lavezzaro ya se encuentra publicado en una antología, en el Anexo puede
consultarse el poema; los sonetos de Cisneros aparecerán en un poemario suyo que se encuentra
en prensa.311 Mientras Héctor Cisneros sigue la línea tradicional del soneto —por considerar que
el regreso a las formas clásicas ortodoxas es, en la actualidad, un acto de rebeldía— Giorgio
Lavezzaro construye su poema a partir de una tirada de cinco sonetos dispuestos en cinco
estrofas-párrafos; es decir, aunque se propone la prosa se marcan los cortes versales (además del
uso de sangría), a esto Lavezzaro le llama “prosa socavada”: una prosa puesta en falso. Abona el
uso de endecasílabos atípicos, cuyo acento obligado recae en séptima sílaba: “represente mucho
311
Para cuando este trabajo fue defendido (6 de agosto de 2021) el poemario ya existía en físico, editado por Desliz.
284
más o el mismo aire”, “que es un gesto de soberbia creer / que el futuro de la casa común /
obedece a los caprichos de un solo”, “necesito suponer que es verdad”, “en esta casa habitada por
cientos”, “de la misma luz, la misma negrura”, etc. Más aún, los paratextos son los primeros que
informan sobre su tentativa, dado que el subtítulo indica que se trata de un soneto/ensayo. Esto es
necesario para localizar, desde el inicio, la horma que el poeta propone, puesto que las rimas no
parecen guardar patrón alguno y la disposición estrófica es confusa: a veces parece la habitual de
4-4-3-3 y otras no queda del todo claro. Sus esquemas de rima, de cada soneto, son:
1. ABCD-EEFG-HIE-GJD
2. ABCD-EFGH-IJK-IKF
3. ABCD-EABA-FAD-AGH
4. AABC-BDEF-DEG-HAI
5. AABC-DEFG-HAI-AEJ
Otro indicio de que se está frente a una tirada de sonetos —y uno de los más destacados pasajes
del poema— es este: “me invento una plegaria en el soneto: / ruego que solo sea una
[arrogancia / pensarnos el remate del poema”.
Ahora mostraré el uso de la sinéresis en algunos autores más: Valentín Eduardo (1994) lo
hace en un sonetillo: “Aéreo_y santo en desmonte”;312 de Víctor Lovera (1981) tenemos: “desde
el alcohol alegre que me inflama”.313 Los sonetos de Lovera poseen instantes de grata
musicalidad, como en el siguiente ejemplo (donde tras recurrir al encabalgamiento culmina con
un listado que armoniza el cuarteto entero):
312
Valentín Eduardo, en https://paragrabarseenunarbol.wordpress.com/2019/08/10/rosa-lila-azul/
313
Víctor Lovera, en https://victorloveras.wordpress.com/2020/08/10/desde-donde/
285
El aroma a tabaco de esta tierra
entero se levanta; abre sus brazos
cubierto de sí, plagado de ocasos
y me cubre, me plaga, me destierra.314
Como se aprecia, la musicalidad no se pierde pese a que uno de los versos se construye a partir
de una prosodia atípica: 2-5-7, “cubierto de sí, plagado de ocasos”; prosodia que encontramos
también en Lavezzaro y probablemente en varios poetas más nacidos entre las décadas de 1970 y
1980. Dentro de esta línea temporal —setenta y ochenta— se encuentra Luis Vicente de
Aguinaga (1971) quien, de los mencionados, probablemente sea quien goza de mayor
reconocimiento. Aguinaga publicó un sonetario:
Luis Vicente de Aguinaga publicó en 2007 su poemario Trece, compuesto por un conjunto de
sonetos en verso blanco —que al autor le gusta llamar «sonetos falsos»—, y en cuyo pórtico está
el titulado «Cómo leer este poema» que podríamos considerar como una humorada de corte
antipoético en la que el autor arremete contra el lector partiendo del momento en que el poema
existe, y ello a través de una ingeniosa puesta en abismo que se refleja en el último verso del
primer cuarteto:
Para empezar, acepte que ya existe.
Nada lo desprograma ni lo altera.
Ignorarlo es posible, como todo,
pero estos cuatro versos ya están dichos.
314
Víctor Lovera, en https://victorloveras.wordpress.com/2020/06/18/el-aroma/
286
Con ironía, el poeta avisa de que ese poema no le hablará del mundo, como es habitual en gran
parte de la poesía; pero el motivo central del soneto es, como anuncia su título, ofrecer
instrucciones para su lectura llegando a concluir que «Lo escribí contra usted, y buen provecho».
Un soneto, forma clásica por excelencia de la poesía, que sirve a Luis Vicente de Aguinaga para
desacralizar la forma y también el contenido de uno de los bastiones estróficos de la poesía
canónica.315
Existen algunas imprecisiones en la cita, comenzando porque ni un solo soneto es blanco; los
más próximos a estar exentos de asonancias son “Soneto de la espera” y “Soneto del hijo”.
Nombrarlos “falsos sonetos” es como llamarlos “sonetos impuros” (como lo hizo Jorge
Fernández Granados): se trata de justificar las posible distancia con la forma ortodoxa, sea por
falta de dominio técnico y poético o sea por dar constancia de que se sabe que la estructura
tradicional se ha quebrado, “violado”, en algún punto. Tampoco desacraliza cosa alguna: esto
sólo es posible si quien lee sacraliza la figura poemática del soneto, porque atender un tema
“bajo” con una “forma clásica por excelencia” lleva siglos haciéndose; este es otro verosímil
crítico muy de la actualidad: quieren imponer el valor de varios sonetos contemporáneos más que
en su hechura en su temática, lo que expone el desconocimiento de la tradición. Habrá que
revisar el uso de la sinéresis en de Aguinaga, de momento cito este verso: “Yo ya estoy de
lealtades hasta el casco”. 316 En el Anexo pueden consultarse sonetos de Valentín Eduardo,
Lovera, de Aguinaga y uno de Mario Carlo Martínez Espinosa (1990), que se sustenta
mayoritariamente en endecasílabos acentuados en la séptima sílaba.
Carmen Alemany Bay, “Reflexión y análisis de las artes poéticas mexicanas desde los Contemporáneos hasta las
últimas tendencias”, en Artes poéticas mexicanas (de los Contemporáneos a la actualidad), coordinadora Carmen
Alemany Bay, México, Universidad de Guadalajara, 1a edición, 2015, p.50.
315
316
Luis Vicente de Aguinaga, Trece, México, LunArena, 1a edición, 2007, p.15.
287
En el apartado anterior mencioné la obra de Violeta Rivera Ayala (1980) y sus sonetos
conceptuales. La retomo ahora por ser una autora relativamente joven. Además de hacer poemas
se dedica a las artes plásticas, quizá esto influya en su incursión en el soneto conceptual. En su
época de estudiante practicó el verso medido, gracias a un profesor que les ponía distintos retos
—como hacer alejandrinos con determinada acentuación—, de ahí su gusto por las formas
clásicas. Rivera Ayala se ha valido de variadas estrategias para ser partícipe de la tradición del
soneto —aunque en su formato más alejado de la literatura—. Por ejemplo, en su poema citado
en el apartado anterior, “Soneto perfecto”, tuvo como base el que es, quizá, el más famoso soneto
de Quevedo: “Amor constante más allá de la muerte”, de ahí viene el esquema prosódico (sólo
utilizó los acentos obligados y secundarios, dejando fuera los extrarrítmicos y los antirrítmicos);
me comentó que hizo lo mismo con las rimas, pero supongo que hay una errata en el primer
cuarteto, dado que Quevedo —hasta donde lo he leído— no tiene un sólo soneto con
serventesios. El procedimiento es interesante, ya que de alguna forma apela a la tradición.
Algo similar hace con el soneto “Las vocales”, de Rimbaud: toma el texto del poeta
francés y hace dos versiones; lo interviene con sencillez: al primero le quita todas las vocales,
presenta sólo las consonantes y lo titula “Ausencia de Rimbaud”; al asegundo le quita las
consonantes y sólo deja las vocales y lo titula “Presencia de Rimbaud” y gracias a los paratextos
consigue ingresar a la tradición del soneto, se las arregla para compensar la falta de pericia
métrica y el lector avezado ha de dilucidar los motivos de la ausencia y la presencia de Rimbaud;
esta obra requiere del conocimiento previo del soneto rimbaudeliano para darle sentido, de lo
contrario el lector sólo verá letras, no comprenderá la intención. Estos procesos resultan
relevantes, sobre todo en la actualidad cuando varios autores se limitan o se niegan a escribir un
288
soneto por las dificultades que exige. En este sentido, el soneto conceptual puede ayudar a
subsanar estas carencias para potenciar otras habilidades. Y a diferencia de varias ocurrencias,
este procedimiento parte directamente del soneto, es afín a él, ya que su base es su estructura, su
puro concepto de dos cuartetos y dos tercetos, lo que otorga una disposición con la que se debe
trabajar. Los títulos, que adquieren mayor peso, terminan de redondear las imágenes. El siguiente
soneto conceptual da muestra de lo expresado anteriormente, tanto por la plasticidad que guarda
y el empeño en su hechura por mantener —aún en su asimetría— la simetría que la ortodoxia
demanda. Se trata de una “escritura” cuya herramienta es el puño. En la imagen se aprecian los
nudillos, cuatro nudillos tiene cada mano como cuatro estrofas posee el soneto ortodoxo:
SONETO ESCRITO CON EL PUÑO317
317
Violeta Rivera Ayala. Inédito. La autora me lo hizo llegar por correspondencia personal.
289
En el futuro el soneto continuará vigente, en su forma clásica y sus variantes como en sus
presentaciones más insospechadas. Las disputas sobre su ser continuarán, seguirán existiendo
defensores y detractores de él, como el soneto (o “antisoneto”) de Robert Gernhardt (1937-2006)
titulado “Materialien zu einer Kritik der bekanntesten Gedichtform italienischen Ursprungs”,318
(“Materiales para una crítica de la forma más famosa de poema de origen italiano”): la
fascinación o repulsión por la estructura italiana parece expandirse por todo Occidente.319
Para quienes defienden el soneto o se interesan por él, encontré dos ejemplos
relativamente peculiares: una página de Facebook llamada Sonetos Millennials,320 en donde Dani
Factótum (?) toma por tema para sus poemas —además de los habituales— los videojuegos, las
series, los emojis o aplicaciones de moda, por citar algunos. Asimismo, encontré notas sobre los
llamados pornosonetos de Pedro Mairal (1970), poemas editados por emecé en el 2018: los
pornosonetos ya se habían publicado previamente bajo el seudónimo de Ramón Paz y circulaban
por la Internet, hasta que Mairal se decidió a que mejor se editaran con su nombre. De hecho, los
poemas no son pornográficos, o no totalmente, por lo que su clasificación puede tener como base
la mercadotecnia:
318
Puede consultarse en el siguiente enlace: https://www.lyrikline.org/de/gedichte/materialien-zu-einer-kritik-derbekanntesten-gedichtform-italienischen-ursprungs-2962
Incluso se menciona en lo mainstream: por ejemplo, en un capítulo de la famosa serie Élite (2018), el personaje
de Omar le responde a Samuel que para expresarle su amor a Marina lo haga como si le recitara un soneto, e
inmediatamente deshecha la idea por considerarla un exceso, lo que mostraría a la forma poemática como anticuada.
El diálogo es el siguiente:
319
Samuel: ¿Qué le digo? “Marina: me molas, tronka” Tronka con k.
Omar: Chico, como si le recitas un soneto… Bueno, no. Eso mejor no. Lo importante es que le dejes claro
que te mola, eh.
Samuel: Vale.
Élite, (T1:E3), Netflix, min. 8:20-8:31.
320
https://www.facebook.com/DaniFactotum
290
Sonetos al mejor estilo del Siglo de Oro Español, enfocados en temas sexuales y románticos,
conforman el nuevo trabajo de Pedro Mairal, volumen que denominó “Pornosonetos”, ya que se
trata de “sonetos porno”, se ríe y los describe como “algunos medio eróticos, otros más
suavecitos, porno soft. Se podría decir que la palabra nunca es porno, hay como relaciones
humanas, sexuales, es una cosa como lo que no se ve, no es porno explícito”.321
Para que la transgresión de la estructura no se quede únicamente en el contenido, la forma en la
que se presentan tiene sus particularidades: bloques tipográficos carentes de mayúsculas y signos
de puntuación. Ninguno de estos autores es mexicano; sin embargo, cito algunos de estos sonetos
en el Anexo por ser recientes y seguir la línea actual de contraponer la forma ortodoxa con
contenido ordinario. Por si fuera poco, en YouTube existen distintos videos que pretenden dar
cuenta de cómo se hace un soneto:322 ni uno sólo de los varios que consulté es conciso, y suelen
incurrir en errores tanto de procedimiento como de términos poéticos. El fenómeno puede
tomarse como muestra de la vigencia y la relevancia que continúa poseyendo el soneto, pese a
que el hábito de “los metros artísticos” ha cambiado.323
321
Natalia Prieto, “Pedro Mairal: ‘La promiscuidad creativa me estimula muchísimo’”, La Capital, Mar del Plata, 7
de marzo de 2019.
https://www.lacapitalmdp.com/pedro-mairal-la-promiscuidad-creativa-me-estimula-muchisimo/?
fbclid=IwAR1uAL4RGHLH66iJAPrxtP9yyW7XSGUaCAdX7z5v2Uc2HfSvRceRwast6Ng
Por citar algunos: Aprende a hacer un soneto con Carlos Mal, Carlos Mal, en https://www.youtube.com/watch?
v=cU_Wso6nmsY; Tutorial: cómo escribir y analizar un soneto, Monitor fantasma, en https://www.youtube.com/
watch?v=899ig3r5lT0; Escribir un soneto en 90 segundos, Lengua y seguido, en https://www.youtube.com/watch?
v=hJG7JUgcwuQ; Ovejas Eléctricas - Cómo escribir endecasílabos y sonetos, Quetzal, en https://
www.youtube.com/watch?v=jJvlmg0wO7o; ¿Còmo se hace un soneto?, Proyectos. TIC para exhortar al aprecio por
la vida, en https://www.youtube.com/watch?v=gO2Xfajvk5w; Cómo escribir un soneto (fácil) 1ª Parte, Sonetistas,
Rubén Sada, en https://www.youtube.com/watch?v=qy2-pUbdrkA; Qué es y cómo hacer un soneto, Esteban del
Valle, en https://www.youtube.com/watch?v=1rbkgBT9q1o, etc.
322
Lamento no haber incluido en el estudio los sonetos de Raúl Casamadrid (1958), publicados el año pasado
(2020). Para enmendar mi falta propongo algunos de sus sonetos en el Anexo.
323
291
Después de este recorrido, regreso al tópico del huevo y el soneto, a su tiempo de cocción
que Del Paso no supo o no quiso comprender, pero le pareció un tema apropiado para tomarlo de
base y escribir alguna gracejada que se sustenta en la prosopopeya: la historia de un huevo puro,
inocente, que entrado en la pubertad se sumerge en la vida “licenciosa”, como resultado de su
existencia temeraria, de sus excesos, el huevo paga sus osadías con la propia vida. Según se
enfoque, el poema es una sorna completa o un testimonio moralino maquillado de chiste:
SONETO DEL HUEVO PASADO POR AGUA324
Para Ulalume González de León
Érase que se era un huevo puro,
un huevo niño, cándido, inocente,
al que le dio, ya siendo adolescente,
por ser un huevo de carácter duro.
Y para hacerse firme, audaz, maduro,
se dio un baño de tina en agua hirviente,
mas quebróse [sic] al entrar, y de repente
nuestro huevo encontróse [sic] en grave apuro.
“Derrame yemular, traigan más plasma”,
dijo el galeno, “inyéctenlo de nuevo”,
mas oh dolor, no le salvó la vida:
324
Fernando del Paso, Sonetos del amor y de lo diario, México, El Colegio Nacional, 1a reimpresión, 2019, p.59.
292
Le dio fiebre amarilla, flemas, asma
le dio todo, y al fin el pobre huevo
murió de enfermedad desconoSIDA.
Aunque Del Paso es esencialmente prosista, posee habilidad para versificar y varios de sus
sonetos están bien logrados. Finalmente, las palabras de Elias L. Rivers (1924-2013) son una
buena forma de cerrar el último capítulo; hay que considerarlas como un consejo para los
estudios futuros y para mirar desde otros sitios no sólo lo hecho antiguamente, sino lo que hemos
de hacer en el presente:
no creo que sea posible seguir leyendo simplemente la poesía del Siglo de Oro según las
premisas de la estilística española o de la nueva crítica angloamericana de los años 40, como si
estas premisas se basaran permanentemente en el sentido común más natural del mundo. Ya no
es evidente la unidad del sujeto humano ni tampoco la del soneto más perfecto. Como ha
demostrado Jerome McGann, ni siquiera la crítica textual y filológica, que pretende ser
totalmente objetiva y científica, está de ninguna manera libre de prejuicios ideológicos ni de los
complejos procesos intersubjetivos de escritura y de lectura. Por eso hay que escuchar a los
jóvenes más atrevidos, por deshumanizados e incluso equivocados que a veces nos parezcan; hay
que cuestionar metodológica y teóricamente los estudios que seguimos haciendo sobre la poesía
del Siglo de Oro.325
Elias L. Rivers, “La desconstrucción de la poesía del Siglo de Oro”, p.137, AISO. Actas II (1990), Centro Virtual
Cervantes.
325
293
294
CONCLUSIONES
Después de este extenso recorrido por las variaciones que el soneto ha presentado a lo largo de su
historia, de cómo los poetas han incursionado en él de diferentes formas —bien sea por
necesidades poéticas, estéticas o críticas—, realizo un repaso de aquello que estimo como
necesario para estudiarlo con menos imprecisiones y prejuicios.
Dado que la estructura petrarquista es, en esencia, una guía de correspondencias
(semánticas, léxicas, conceptuales), el soneto clásico maravilla por su patencia latente, a golpe de
vista, por sus correlaciones técnicas: metro, acento, estrofas y rima, lo que permite —y en cierta
forma promueve— su generalización, su estandarización. Esto ayuda para el estudio de sonetos
ortodoxos, pero las dificultades inician cuando se asume a dicha forma como la única, cuando se
considera que esas son las únicas guías de correspondencia posibles.
El presente trabajo ha demostrado, con sobradas evidencias poéticas, lo contrario. Sólo el
volumen de sonetos que modifican la forma canónica y que he reunido en el Anexo es muestra
suficiente para sostener que la llamada figura reina de la poesía ofrece más que lineamientos
preestablecidos, y que mucho le ha sucedido a su estructura y planteamientos estéticos desde el
barroco hasta el COVID.
Asimismo, es necesario replantearse el límite que presenta la ortodoxia: sin temor a errar,
asevero que debe ampliarse, puesto que ciertos recursos se han reiterado con tal insistencia en la
lírica latinoamericana que ya no representan peculiaridades o fenómenos atípicos. Como se
recordará, dichos recursos provienen directamente del Modernismo, como los sonetos de metro
distinto al endecasílabo, cuartetos con rimas independientes (ABBA-CDDC), serventesios en lugar
295
de rima abrazada o una mezcla de ambas (ABBA-BABA). Por tales motivos, que estos usos
técnicos se consideren como un atentado contra la tradición de la forma es un sinsentido.
También lo es creer que valerse de temáticas soeces, políticas o burlescas es transgresor por
representar algún tipo de contraste (alto/bajo, culto/popular, etc.) entre la estructura y el
contenido: esto sólo será cierto para quien sacralice el soneto. Si bien todavía existen puristas
(ningún poeta de verdad) lo más conveniente es no perder el tiempo con ellos: sonetos con los
temas mencionados líneas arriba han existido desde hace siglos, los hicieron Lope y Quevedo y
Góngora y Sor Juana.
En cuanto a los “poetas y críticos” que pretenden atender innovaciones en la forma
poemática —y que llaman “descubrimiento” o “experimentación” al uso enfático de figuras
retóricas— no está de más recordarles que los llamados “sonetos experimentales” (es decir,
cualquier heterodoxia en la forma) no deben juzgarse a partir de la estructura ortodoxa, dado que
si ese es su modelo se considerará que transgreden la tradición al presentar los más mínimos
cambios. Proceder de tal forma es un despropósito: para experimentar con la forma, en el siglo
XXI, se debe principiar por los sonetos heterodoxos, de esta manera se tendrá la certeza de
cuándo —realmente— se realiza alguna novedad (lo que no implica que sea bueno) o de saber si
se da continuidad, si se abona, a alguna propuesta hecha anteriormente.
Pero, en la actualidad ¿qué puede considerarse como “innovador”? Si han quedado dudas
a este respecto, respondo que la re-configuración de las estrofas y el uso consciente del verso
moderno326 para camuflar la forma y desautomatizar la lectura: con esto se evita generar las
típicas expectativas (rechazo, actitud de evaluación, asombro desmedido, etc.) en un posible
Se le llama de esta forma al verso que renueva los usos métricos (al ensayar nuevas clases de versos silábicos o al
fragmentar o distorsionar el verso medido) o recurre al versolibrismo y da relevancia a los usos tipográficos.
326
296
lector.327 Teniendo esta idea como base es posible seguir los patrones canónicos y sugerirlos de
otra manera, una diferente a la habitual, o aprovechar cualquier forma del amplio catálogo de
procedimientos que aquí se han mostrado —o inventar los propios— para ofrecer nuevas
distribuciones estróficas que alterarían, asimismo, el proceso expositivo ortodoxo. En resumen:
basta con emplear el camuflaje (entendido como figura retórica) para innovar en el soneto, ya
que interrumpir su desarrollo tradicional no deja de ofrecer posibilidades sustanciosas para la
creación.
Y es que el camuflaje de la estructura es un recurso innovador no por nuevo, sino porque
se trabajó poco, su uso fue moderado; si bien inició como tentativa poética con Rubén Darío
(1867-1916) y continuó con figuras internacionales como Alfonsina Storni (1892-1938), César
Vallejo (1892-1938), Jorge Luis Borges (1899-1986) y Pablo Neruda (1904-1973) —sobre todo
al desarticular el isosilabismo— su sistematización terminó por hacerse a un lado y se regresó a
la disposición ortodoxa (con variantes en su desarrollo, como ya se ha dicho). El abandono de
dicho procedimiento no se debió a que careciera de efectividad, sino a que no se le prestó
atención: literalmente pasó inadvertido para la mayoría de los poetas y críticos, o se le consideró
un proceder mínimo y por ello no se le dio importancia. Como resultado de este regreso a la
estructura clásica, se interrumpió el progreso del verso moderno en figuras poemáticas
canónicas. La importancia histórica de este verso (como del poema en prosa) se debe a que
representa una nueva forma de sentir, de posicionarse en el mundo; también le resta
protagonismo al orden tradicional de escritura: la parte plástica del poema se torna significativa
Es claro que este recurso despistará a los lectores más o menos habituados a leer poemas, dado que para aquellos
que carecen del hábito será indistinto, pues aún ante un soneto ortodoxo ignorarán su estructura y la carga simbólica
y poética que conlleva.
327
297
para el horizonte de expectativas de lectura. Esa es su relevancia, dado que —insisto—
resignifica el espacio y reconfigura las formas y la manera de leer.328
El abandono o desinterés por la desautomatización (resumida en el camuflaje) y el
regreso a la formalidad que marca cierto canon —el purista— puede tener su origen en las dudas
que engendró el Modernismo (o en la falta de asimilación de él), ya que al percibirse como una
respuesta al presente latinoamericano —que buscó sintetizar el pasado y el futuro, el combate
entre la modernidad y la antigüedad con todo y sus contradicciones (internas e irresueltas)— sus
herederos, los autores posteriores a él, probablemente tras practicarlo por un tiempo lo asumieron
como algo superado, y hasta de mal gusto, por lo que continuar con dichas tentativas estéticas o
sistemas poéticos les parecía un cotrasentido.
La propuesta de Jacques Bens (1931-2001), uno de los fundadores de OuLiPo (acrónimo
de Ouvroir de Littérature Potentielle), y su poemario 41 sonnets irrationnels (1965) sirve de
ejemplo para mostrar una reestructuración de la forma: se le considera soneto irracional,329
primero, por su número de versos: 14, y porque se basa en el número pi [3.1415926…]: su
estructura es fija y la disposición de los versos depende, precisamente, de los primeros cinco
dígitos de pi: 3-1-4-1-5, con lo que se conforman cinco estrofas que tienen el siguiente esquema
de rima: AAB-C*-BAAB-C*-CDCCD (el verso 4 y 9 se repiten). Si bien no todo poema de 14 versos
es un soneto, indudablemente su rasgo más característico es ese: el total de sus versos,330 por lo
328
Al enfrentarse contra una forma desconocida, el lector se ve obligado a generar diferentes conexiones de
referencia e indagar en nuevas relaciones; en consecuencia, el análisis crítico y la degustación estética se modifica, y
el concepto mismo de soneto se amplía.
Desconozco si algún poeta mexicano ha practicado esta estructura, ya que no encontré uno sólo. Quizá la
propuesta careció de impacto y por ende no ha tenido mayores repercusiones.
329
330
Salvo casos ya mencionados como el soneto con estrambote, el soneto con cola, el soneto de trece versos, etc.
298
que este hecho puede tomarse como principio para experimentar con la figura italiana al no
alterarle ni el metro ni la rima, sino su disposición en el espacio.
Otra manera de camuflar la estructura (de innovar) se encuentra en la fusión, la
combinación o mestizaje. La experimentación formal del soneto requiere de un cambio de
enfoque: si es del metro ya no atender la isometría sino la polimetría —en arte mayor, menor, y
la combinación entre ellos—; si es de la rima, las combinaciones de consonancia-asonancia,
versos sueltos o verdaderos sonetos blancos (todos los que así se proclaman incurren en
asonancias), es decir: poemas cuya propuesta sea la elisión de coincidencias sonoras y por tanto
presente 14 terminaciones vocálicas.
Si lo que se desea es el contraste, este puede conseguirse mediante el soneto interpolado
en un poema de metro libre —entendiendo el metro libre como derroche y el verso medido como
un procedimiento de economía—, donde definitivamente se apreciará otro tono, dado que ahí sí
habrá una verdadera contraposición; también puede hacerse con un poema visual al generar un
diálogo entre imagen y texto, como hizo Marco Antonio Montes de Oca (1932-2009) en su
poemario Lugares donde el espacio cicatriza (1974), aunque sus poemas no son sonetos y
tampoco están en verso sino en prosa. También es posible recurrir al soneto conceptual o mezclar
éste con el soneto tradicional, mitad imagen, mitad texto, o una tirada de sonetos con variaciones
de la estructura (no hacer cortes versales y dejarlo como prosa), de modo tal que la forma deje de
ser una entidad poética para volverse unidad poemática: el soneto pasa de ser poema a ser
estrofa. Maneras de incursionar no faltan, pero para llevarlas a cabo es preciso documentarse
sobre la heterodoxia en el soneto.
299
Con relación a la perspectiva castiza de una forma poemática única, no debe olvidarse
que la mala información es lo que impera en el medio, ya que los poemas suelen contradecir los
usos técnicos que perviven en el imaginario colectivo del gremio de la poesía; incluso
contradicen a algunos manuales y a mucha de la información que se encuentra en la Internet
(personas entusiastas pero con poca o nula preparación en el ámbito poético). Bastaría revisar
manuales serios como los de Tomás Navarro Tomás y Antonio Quilis quienes, pese a no
profundizar, mencionan aportes a la estructura del soneto clásico, que no se ciñen plenamente a
la ortodoxia; dichas menciones ya se han hecho aquí, y que se incluyan en manuales de métrica y
usos del verso contribuye a la ampliación de los límites críticos de la ortodoxia: se incluyen en
obras de índole académica porque desde hace tiempo son de uso común, como lo demuestra la
muy acreditada enciclopedia The New Princeton… que sí abunda en variantes.
Los equívocos, o malos análisis, de esta perspectiva castiza —que atañen a lo que Barthes
llama “la antigua crítica”— se fundamentan en el ensimismamiento, en estudiar las obras como
si debieran responder a determinados parámetros en vez de revisar a qué responden, cuáles son
sus puntos de articulación. Esta manera de proceder en el análisis se debe a sesgos conductuales
(aprendidos tanto en los talleres de poesía como en las carreras de letras): pareciera que el poema
viene dado, pareciera que siempre responde a las mismas características y por ende la conducta
del crítico ante el soneto no debe variar. Y más todavía, los poetas repiten los errores porque no
se toman la molestia de consultar los manuales ni leen con atención a otros poetas: en el gremio
de la poesía mexicana, el conocimiento es una suerte de nebulosa conformada por decires,
supuestos, anécdotas e historias que nadie consulta y simplemente se dan por hecho. Ubico como
el principal sesgo conductual el revisado en el primer capítulo: el verosímil crítico, mismo que
300
promueve ideas como la suposición de un oído universal que rige cada composición de verso
medido.
Pese a que varios temas se quedaron fuera de esta investigación, los que se atendieron
cubrieron con suficiencia los planteamientos de la tesis. Enlisto los puntos propuestos en la
introducción de este trabajo, para dejar constancia del cumplimiento de cada uno:
• Concientizar sobre las variantes más comunes en el soneto al estudiarlo.
• Mostrar los caminos que la forma ha ido adquiriendo en México.
• Dar evidencias de la heterogeneidad de la estructura del soneto.
• Ampliar el panorama de hacedores de sonetos y de las formas del soneto en México.
Igual que cualquier otra investigación, ésta no se asume como definitiva: su intención es,
precisamente, sentar una base para comenzar a discutir el soneto y sus transformaciones. Las
ausencias que existan se deben a diversos factores, sobre todo a la copiosa cantidad de material
poético existente: es materialmente imposible revisarlo todo. En cuanto al soneto heterodoxo y
su génesis en el país, donde propongo como sus iniciadores a Díaz Mirón y López Velarde, es
eso: una propuesta, cuyo único fin es aportar el primer trazo para los estudios posteriores del
soneto y su riqueza estética, lo que no indica que otros poetas no puedan y deban sumarse como
precursores del soneto heterodoxo en México.
301
302
DIRECTORIO
Nota
El siguiente es un Directorio de poetas en cuyo haber existen sonetos; prioritariamente hay
autores mexicanos, pero también figuran extranjeros que han vivido en México o que están
relacionados con nuestro país de alguna forma. La sola y exhaustiva tarea de conformar a
cabalidad un directorio como el propuesto aquí ya es mucho quehacer y bien podría ser la tarea
de vida de cualquiera que se lo proponga, por tal motivo presento los datos más elementales, de
ahí que me tome la libertad de enlistar diversas fuentes que van desde libros, publicaciones en
línea, hasta redes sociales y correspondencia personal. Esto no es ningún despropósito, su
finalidad consiste en 1. Dar fe de la abundancia de autores que han practicado la forma y 2.
Presentar una fuente de consulta inmediata, como lo es un directorio. Sé que faltarán muchísimos
nombres (en ese sentido el directorio nunca dejará de ser breve), pero de la misma forma sé que
se encontrarán varios que de no ser por este listado jamás aparecerían en ninguna publicación; en
la medida de mis posibilidades he procurado la neutralidad —en este espacio es más llevadero—,
ya que enlisto autores con los que he tenido diferencias o con quienes guardo una saludable
enemistad, dado que —considero— si existe un interés genuino por la poesía, esta es la actitud
que debería tomar cualquiera que desea dar una muestra más amplia.
Manolo Mugica, marzo de 2021.
303
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318
ADENDA
Deseo presentar unas líneas finales que contradicen todo protocolo y que si bien no atañen a las
conclusiones, si lo hacen a este trabajo en conjunto: Sandro Cohen —amigo, maestro y director
de tesis— mostró desde el principio un profundo interés en esta investigación, me apoyó en todo
momento, me dio completa libertad; cuando discrepaba con alguna aseveración mía nos
sentábamos a discutirla: jamás intentó imponer su juicio sobre el mío y constantemente se
asombraba de los hallazgos poéticos que le presentaba, y me decía “Tu tesis es una tesis de
poeta”; yo no lo había notado, pero estaba en lo cierto.
A raíz de mi “tesis de poeta”, Sandro se interesó en lo que a veces llamaba “el soneto
transgresor” y en el último desayuno que tuvimos me mostró uno escrito por él. Lo comentamos
largo rato, lo tallereamos; recuerdo a Sandro contento e impaciente por no quedar satisfecho con
la disposición de los versos. Días después me dijo que ya lo había terminado, que me lo enviaría
pasado el compromiso académico que teníamos en puerta. Jamás me lo hizo llegar: ambos lo
olvidamos por algún motivo, ya que ni me lo mandó ni se lo pedí. Yo cuento con la versión que
discutimos aquel día de agosto. La presento aquí, como punto final de mi tesis.
Por respeto, conservaré la disposición ortodoxa de las estrofas, pese a que sorteamos
varias posibilidades. Supongo que su familia sacará a la luz el soneto en la versión que jamás me
envió Sandro, así como otros poemas que se quedaron inéditos. Hay variaciones en la rima:
consonancias, asonancias y un verso suelto; su esquema es el siguiente: ABCB-CDED-EDF-DFD. El
soneto cobra mayor resonancia para mí por la inesperada muerte de Sandro, dado que me hace
sentir que nos estábamos despidiendo sin siquiera sospecharlo.
319
Gracias, Sandro, por sonreír pese a los escombros, por las tazas de café y los chilaquiles;
el tiempo no ha curado la herida y justamente porque no olvido he podido seguir. Espero que
hayas alcanzado tu destino. En fin, nuevamente gracias, gracias por creer en mi trabajo, por
tenerme tanta fe: ojalá esta obra —que guarda una parte de ti— esté a la altura de tus
expectativas, Sandro…
Gracias por la sonrisa en los escombros,
por tocarme las notas que olvidé.
Te agradezco ese brillo que me envías
encima de la taza de café.
El tiempo —dicen— cura las heridas,
pero yo sé que no es más que el olvido
quien otorga la gracia de seguir
hacia el final silencio, hasta el destino.
Paciente en las tormentas nunca fui.
Con mucho, el tiempo fue el peor enemigo.
No me ha curado, ni lo quiero ahora.
Pero olvidar no podré cuando digo:
Gracias por las mañanas, nuestras bodas
de café, bicicleta e infinito.
12 de agosto de 2020
320
ANEXO
321
322
0. LO MITOLÓGICO DEL SONETO
323
324
ALGUNOS PORMENORES DEL SONETO
A LA VIRGEN SANTÍSIMA,331 Pedro de Espinosa
Como el triste piloto que por el mar incierto
se ve, con turbios ojos, sujeto de la pena
sobre las corvas olas, que, vomitando arena,
lo tienen de la espuma salpicado y cubierto,
cuando, sin esperanza, de espanto medio muerto,
ve el fuego de Santelmo lucir sobre la antena,
y, adorando su lumbre, de gozo el alma llena,
halla su nao cascada surgida en dulce puerto:
así yo el mar sulcaba de penas y de enojos,
y, con tormenta fiera, ya de las aguas hondas
medio cubierto estaba, la fuerza y luz perdida,
cuando miré la lumbre ¡oh Virgen! de tus ojos,
con cuyos resplandores, quietándose las ondas,
llegué al dichoso puerto donde escapé la vida.
Pedro de Espinosa, “A la Virgen Santísima”, en Antología Cátedra de Poesía de las Letras Hispánicas, Selección
o introducción de José Francisco Ruiz Casanova, España, Cátedra, 4a edición, 2004, p.344.
331
325
REPRENSIÓN CONTRA LOS POETAS ESPAÑOLES QUE ESCRIBEN EN VERSO
ITALIANO,332 Cristóbal de Castillejo
Pues la santa Inquisición
suele ser tan diligente
en castigar con razón
cualquier secta y opinión
5
levantada nuevamente,
resucítese Lucero,
a corregir en España
una tan nueva y extraña
como aquella de Lutero
10
en las partes de Alemaña.
Bien se pueden castigar
a cuenta de anabaptistas,
pues por ley particular
se tornan a baptizar
15
y se llaman petrarquistas.
Han renegado la fe
de las trovas castellanas,
y tras las italianas
se pierden, diciendo que
20
son más ricas y lozanas.
El juicio de lo cual
yo lo dejo a quien más sabe;
Cristóbal de Castillejo en Antología de la lírica renacentista, edición de Susan Espie, España, Plaza y Janés, 1a
edición, 1986. pp. 161-168.
332
326
pero juzgar nadie mal
de su patria natural
25
en gentileza no cabe;
y aquella cristiana musa
del famoso Joan de Mena,
sintiendo de esto gran pena,
por infieles los acusa
30
y de aleves los condena.
«Recuerde el alma dormida»
dice Don Jorge Manrique;
y muéstrese muy sentida
de cosa tan atrevida,
35
por que más no se platique.
Garci-Sánchez respondió:
«¡Quién me otorgase, señora,
vida y seso en esta hora
para entrar en campo yo
40
con gente tan pecadora!»
«Si algún Dios de amor había,
dijo luego Cartagena,
muestre aquí su valentía
contra tan gran osadía,
45
venida de tierra ajena».
Torres Naharro replica:
«Por hacer, Amor, tus hechos
consientes tales despechos,
327
y que nuestra España rica
50
se prive de sus derechos».
Dios dé su gloria a Boscán
y a Garcilaso poeta,
que con no pequeño afán
y por estilo galán
55
sostuvieron esta seta,
y la dejaron acá
ya sembrada entre la gente;
por lo cual debidamente
les vino lo que dirá
60
este soneto siguiente:
SONETO
Garcilaso y Boscán, siendo llegados
al lugar donde están los trovadores
que en esta nuestra lengua y sus primores
fueron en este siglo señalados
65
los unos a los otros alterados
se miran, con mudanza de colores,
temiéndose que fuesen corredores
espías o enemigos desmandados;
y juzgando primero por el traje,
70
paresciéronles ser, como debía,
gentiles españoles caballeros;
328
y oyéndoles hablar nuevo lenguaje
mezclado de extranjera poesía,
con ojos los miraban de extranjeros.
75
Mas ellos, caso que estaban
sin favor y tan a solas,
contra todos se mostraban,
y claramente burlaban
de las coplas españolas,
80
canciones y villancicos,
romances y cosa tal,
arte mayor y real,
y pies quebrados y chicos,
y todo nuestro caudal.
85
Y en lugar de estas maneras
de vocablos ya sabidos
en nuestras trovas caseras,
cantan otras forasteras,
nuevas a nuestros oídos:
90
sonetos de grande estima,
madrigales y canciones
de diferentes renglones,
de octava y tercera rima
y otras nuevas invenciones.
95
Desprecian cualquiera cosa
de coplas compuestas antes,
por baja de ley, y astrosa
329
usan ya de cierta prosa
medida sin consonantes.
100
A muchos de los que fueron
elegantes y discretos
tienen por simples pobretos,
por solo que no cayeron
en la cuenta a los sonetos.
105
Daban, en fin, a entender
aquellos viejos autores
no haber sabido hacer
buenos metros ni poner
en estilo los amores;
110
y que el metro castellano
no tenía autoridad
de decir con majestad
lo que se dice en toscano
con mayor felicidad.
115
Mas esta falta o manquera
no la dan a nuestra lengua,
que es bastante y verdadera,
sino solo dicen que era
de buenos ingenios mengua;
120
y a la causa en lo pasado
fueron todos carecientes
de estas trovas excelentes
que han descubierto y hallado
los modernos y presentes.
330
125
Viendo pues que presumían
tanto de su nueva ciencia,
dijéronle que querían
de aquello que referían
ver algo por experiencia;
130
para prueba de lo cual,
por muestra de novel uso,
cada cual de ellos compuso
una rima en especial,
cual se escribe aquí de yuso.
SONETO
135
Si las penas que dais son verdaderas,
como bien lo sabe el alma mía,
¿por qué no me acaban? y sería
sin ellas el morir muy más de veras;
y si por dicha son tan lisonjeras,
140
y quieren retozar con mi alegría,
decid, ¿por qué me matan cada día
de muerte de dolor de mil maneras?
Mostradme este secreto ya, señora,
sepa yo por vos, pues por vos muero,
145
si lo que padezco es muerte o vida;
porque, siendo vos la matadora,
mayor gloria de pena ya no quiero
que poder alegar tal homicida.
331
OCTAVA
Ya que mis tormentos son forzados
150
bien que son sin fuerza consentidos.
¿Qué mayor alivio en mis cuidados
que por ser por vuestra causa padecidos?
Si como son en vos bien empleados
de vos fuesen, señora, conocidos,
155
la mayor angustia de mi pena
sería de descanso y gloria llena.
Juan de Mena, como oyó
la nueva trova polida,
contentamiento mostró,
160
caso que se sonrió
como de cosa sabida
y dijo: «Según la prueba,
once sílabas por pie
no hallo causa por qué
165
se tenga por cosa nueva,
pues yo mismo las usé.
»Don Jorge dijo: no veo
necesidad ni razón
de vestir nuevo deseo
170
de coplas que por rodeo
van diciendo su intención.
Nuestra lengua es muy devota
de la clara brevedad,
332
y esta trova, a la verdad,
175
por el contrario, denota
oscura prolijidad».
Garci-Sánchez se mostró
estar con alguna saña,
y dijo: «No cumple, no,
180
al que en España nació
valerse de tierra extraña;
porque en solas mis liciones,
miradas bien sus estancias,
veréis tales consonancias
185
que Petrarca y sus canciones
queda atrás en elegancias».
Cartagena dijo luego,
como plático en amores:
«Con la fuerza de este fuego
190
no nos ganarán el juego
estos nuevos trovadores;
muy melancólicas son
estas trovas, a mi ver,
enfadosas de leer,
195
tardías en relación
y enemigas de placer».
Torres dijo: «Si yo viera
que la lengua castellana
sonetos de mí sufriera,
333
200
fácilmente los hiciera,
pues los hice en la romana;
pero ningún sabor tomo
en coplas tan altaneras,
escritas siempre de veras,
205
que corren con pies de plomo,
muy pesadas de caderas».
Al cabo la conclusión
fue que por buena crianza
y por honrar la invención
210
de parte de la nación
sean dignas de alabanza.
Y para que a todos fuese
manifiesto este favor,
se dio cargo a un trovador
215
que aquí debajo escribiese
un soneto en su loor.
SONETO
Musas italianas y latinas,
gentes en estas partes tan extraña,
¿cómo habéis venido a nuestra España
220
tan nuevas y hermosas clavellinas?
O ¿quién os ha traído a ser vecinas
del Tajo, de sus montes y campaña?
O ¿quién es el que os guía y acompaña
de tierras tan ajenas peregrinas?
334
225
— Don Diego de Mendoza y Garcilaso
nos trajeron, y Boscán y Luis de Haro
por orden y favor del dios Apolo.
Los dos llevó la muerte paso a paso,
Solimán el uno y por amparo
230
nos queda Don Diego y basta sólo.
335
[SI CON OBTUSAS RIMAS HA DE ESTAR NUESTRO INGLÉS],333 John Keats
Si con obtusas rimas ha de estar nuestro inglés
maniatado, y el dulce soneto, como Andrómeda,
a pesar de su triste belleza, encadenado,
busquemos, ya que vamos a quedar constreñidos,
sandalias más completas y más entretejidas
para que la Poesía calce su pie desnudo.
Comprobemos la lira y la tensión de todas
sus cuerdas y veamos qué se puede ganar
con oído aplicado y atención provechosa.
Avaros de sonidos y sílabas, cual Midas
de sus monedas, seamos recelosos de aquellas
hojas de la corona de laurel ya marchitas.
Así, si no podemos liberar a la Musa,
ella estará ceñida con sus propias guirnaldas.
Traducción de Alejandro Valero.
John Keats, “Si con obtusas rimas ha de estar nuestro inglés”, en Odas y sonetos, Traducción, introducción y
notas de Alejandro Valero, Editor digital: Titivillus, ePub, p.91.
333
336
LA FIGURA IDEALIZADA (DE ORIGEN NOBLE CONCEBIDA)
¿POR QUÉ ESCRIBE USTED?,334 Óscar Hanh
Porque el fantasma porque ayer porque hoy
porque mañana porque sí porque no
Porque el principio porque la bestia porque el fin
porque la bomba porque el medio porque el jardín
Porque góngora porque la tierra porque el sol
porque san juan porque la luna porque rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel
porque la carne porque la tinta porque la piel
Porque la noche porque me odio porque la luz
porque el infierno porque el cielo porque tú
Porque casi porque nada porque la sed
porque el amor porque el grito porque no sé
Porque la muerte porque apenas porque más
porque algún día porque todos porque quizás
Óscar Hanh, del poemario Estrellas fijas en un cielo blanco en Señales de vida. Chile, FCE, 1a reimpresión, 2011,
p.164.
334
337
SORJUANITIS O EL MAL DEL SIGLO DE ORO
MATANAL,335 Enrique Pérez López
Och ta tut banamil oval tz’unubil,
Xyaxal ak’ubaltik, muk’ta k’ixnalil,
Yut ch’util la yak’ slekil yutzilalil
Ach’ matanal ta yut xa lek tanibil.
K’an me yich’ bol jotz’el lok’el bu volbil,
K’uchal mu xil sat sakil kuxlejalil,
Stzatzal jotz’el lok’el yo stakipalil
¡utz pisile yich’ pajesel, te makbil!
Natik xa yi’bel yak’oj ti sbel sjole
Jun yutzil xch’iel tzotz nitil tzakal talel
Ti yo’one mu xa x-ak’bat ti svokole
Ti yuni k’ope bik’it xvechvun yilel,
Ch-ak’otaj ta ik’, tzotz yo’on ti sk’ejimole,
Stzatzal ko’ontik ta smalael lekilalel.
Enrique Pérez López, “Sk’ejimolal k’in” en Palabra conjurada (cinco voces, cinco cantos), San Cristobal de las
Casas, Chiapas, 1999. p.88.
335
338
OFRENDA336
Semilla en la tierra depositada,
Fuego ardiente, nocturna fertilidad,
Vientre que brindó su sensibilidad,
Nueva ofrenda en su interior derramada.
Lucha inútil para ser arrancada,
Segar sus ojos a ver la claridad,
Apartar su cuerpo con hostilidad
¡Vana intención con tiempo anulada!
Hondas raíces mantienen su razón,
Resiste hoy con tierna permanencia,
Ya nada puede dañar su corazón.
Su palabra de indefensa apariencia,
Danza al viento, alegre canta con tesón,
Fuerza impetuosa de nuestra paciencia.
336
Ibid., p.89.
339
ENFERMEDADES LITERARIAS DEGENERATIVAS: LA ASIMBOLIA
Y EL VEROSÍMIL CRÍTICO
GERMINAL,337 Luis Lloréns Torres
¿Qué me dicen desplegadas las nubes,
esas nubes de tus tristes ojeras?
¿Qué me dicen tus mejillas tan pálidas,
esas curvas de tus nobles caderas?
¿Qué me dicen tus mejillas tan pálidas,
tus dos cisnes ahuecando su encaje,
tus nostalgias, tus volubles anhelos
y el descuido maternal de tu traje?...
¡Oh!, yo escucho, cuando tocas a risa,
un allegro que del cielo me avisa,
y vislumbro, cuando el llanto te anega
en los lagos de tus ojos en calma,
las estelas de la nao de mi alma
que en el cosmos de tu sangre navega.
337
Luis Lloréns Torres, “Germinal” en https://ciudadseva.com/texto/germinal/
340
EL RINCÓN FLORIDO,338 Manuel González Prada
Ensayo de un nuevo endecasílabo con hemistiquio esdrújulo y sin acentos en 4a., 6a., ni 8a.
óo|óoo-o|óoo|óo
Sol del trópico, mi Sol adorado
¿Qué del vívido raudal de tu fuego?
Nubes lóbregas te ciñen y ocultan:
eres lámpara de un velo cubierta.
Ya los árboles, sin hojas ni flores,
vierten lágrimas, ahogan suspiros.
Es el lánguido latir de la vida,
es el fúnebre sopor de la muerte.
Mas ¿el ámbito del mundo no encierra
campos fértiles, rincones floridos?
Ve mis cármenes secretos, oh Amada;
Dí si en páramos de nieve se tornan.
Guardo en lo íntimo del alma tu imagen,
llevo un cálido, florido rincón.
Manuel González Prada, “El rincón florido” en Exóticas en https://www.biblioteca.org.ar/libros/300724.pdf,
poema 55, p.41.
338
341
Sonetos de Jorge Cuesta.
“una palabra obscura”. 339
1 [sin fecha]
En la palabra habitan otros ruidos,
como el mudo instrumento está sonoro
y a la avaricia congelada en oro
aún encienden el ardor de los sentidos.
De una palabra obscura desprendidos,
la clara funden al ausente coro
y pierden su conciencia en el azoro
preso en la libertad de los oídos.
Cada voz de ella misma se desprende
para escuchar la próxima y suspende
a unos labios que son de otros el hueco.
Y en el silencio en que zozobra, dura
como un sueño la voz, vaga y futura,
y perpetua y difunta como un eco.
339
Jorge Cuesta, sonetos, edición preparada por Cristina Múgica, México, UNAM, 1a edición, 1987, pp.74-76.
342
2 [1942]
En la palabra habitan otros ruidos,
como el mudo instrumento está sonoro
y al inhumano dios interno el lloro
invade y el temblor de los sentidos.
De una palabra obscura desprendidos,
la clara funden al ausente coro,
y pierden su conciencia en el azoro
preso en la libertad de los oídos.
Cada voz de ella misma se desprende
para escuchar la próxima y suspende
a unos labios que son de otros el hueco.
Y en el silencio en que sin fin murmura,
es el lenguaje, por vivir futura,
que da vacante a una ficción un eco.
343
3 [1958]
En la palabra habitan otros ruidos,
como el mudo instrumento está sonoro
y a la templanza que encerró el tesoro
el enjambre sólo es de los sentidos.
De una palabra vaga desprendidos,
la cierta funden al ausente coro
y pierden su conciencia en el azoro
preso en la libertad de los oídos.
Cada voz de ella misma se desprende
para escuchar la próxima y suspende
a unos labios que son de otros el hueco.
Y en el silencio en que se dobla y dura
como un sueño la voz está futura
y ya exhausta y difunta como un eco.
344
Sonetos de Juan José Arreola.
“A Sara”340
[Versión de 1943]
Quisiera preguntar de dónde llega:
¿ya viene por la luz, ya por el viento?
Una clara efusión de sentimiento
diciendo amor el corazón despliega.
Al olvido sin fin todo se entrega:
se queda sin pensar el pensamiento…
Ya no sé lo que soy ni lo que siento:
¿hay luz que me ilumina o que me ciega?
Estoy lleno de sol, de primavera,
de flores y de pájaros por dentro,
de internas brisas y profundas voces.
Esto que ahora soy, antes no era.
Si busco lo que fui, ya no lo encuentro.
Amor, dime quién soy. Tú me conoces.
Juan José Arreola, Perdido voy en busca de mí mismo. Poemas y acuarelas, Compilación Orso Arreola, Edición,
introducción y notas Felipe Vázquez, México, FCE, 1a edición, 2018, pp. 37, 38 y 41.
340
345
[Versión de 1945]
Quisiera preguntar de dónde llega,
si viene por la luz o por el viento,
esta clara efusión de sentimiento
que recorre mi ser y que lo anega.
A deleitarse sin fin el alma entrega
y olvida su pensar el pensamiento,
ya no sé lo que soy ni lo que siento,
si luz que me ilumina o que me ciega.
Estoy lleno de sol, de primavera,
de flores y de pájaros por dentro,
de internas brisas y profundas voces.
Esto que ahora soy, antes no era;
si busco lo que fui, ya no lo encuentro…
Amor, dime quién soy: tú me conoces.
346
[Versión de 1955]
Quisiera preguntar de dónde llega,
si viene por la luz o con el viento,
esta clara efusión de sentimiento
que recorre mi ser y que lo anega.
A dulzura sin fin el alma entrega
y olvida su pensar el pensamiento,
ya no sé lo que soy ni lo que siento,
si luz que me ilumina o que me ciega.
Estoy lleno de sol, de primavera,
de flores y de pájaros por dentro,
de internas brisas y profundas voces.
Esto que ahora soy antes no era,
si busco lo que fui ya no lo encuentro.
Amor, dime quién soy, tú me conoces.
347
Tomás Segovia, soneto “XVI” y “XVI (bis)”.341 Aprovechando que estas sólo son dos versiones,
pongo a disposición en la misma página los cambios, dado que los cuartetos se mantienen
intactos en ambos casos. Los tercetos de la izquierda pertenecen al soneto “XVI” y los de la
derecha al “XVI (bis)”.
El breve trecho, pero sorprendente,
que va desde la voz fresca y alada
de tu clara garganta a la callada
monocordia del coño hondo y ferviente
basta para que así me represente
lo que hay en ti de náyade o de hada
que en lo alto vuela y en lo limpio nada,
pero fundada tenebrosamente.
Qué incomparable don que a un tiempo mismo
Imborrable es la grieta hacia el abismo,
des a la luz tu risa, y al abismo,
de largo trazo recto y decidido,
secretamente, valerosa te abras,
que tu entrepierna valerosa alberga
y que a la vez te tengan en mi entusiasmo
y hace que te conozca a un tiempo mismo
volátil e infantil en las palabras
volátil e infantil con el oído
y temible y mujer en el orgasmo.
y mujer y temible con la verga.
341
Tomás Segovia, Sonetos votivos, México, Ediciones sin nombre, 1a edición, 2005, pp.25 y 26.
348
1. TRANSICIONES DE LA FORMA CANÓNICA
349
350
GÉNESIS EN EL SIGLO XX: SALVADOR DÍAZ MIRÓN Y RAMÓN LÓPEZ
VELARDE
Dos sonetos de Enrique González Martínez
AL ESPÍRITU DEL ÁRBOL342
¡Oh tu quietud vibrante, tu magnánima calma sonora,
la que enraiza en el hondo corazón de la tierra bendita,
y tus hojas que fingen, en un rapto de sed infinita,
la visión insaciada, la pupila que todo lo explora!
Somos signos fraternos; es la misma la queja que llora
en tu arrullo y mi canto; es el mismo el afán que se agita
en tu savia y mi sangre; y el idéntico anhelo gravita
tan tenaz, que no extingue ni perturba el correr de la hora.
¡Ah, ser firme y sereno con el ansia tendida a lo ignoto,
y afianzado a la vida, ir buscando en un vuelo remoto
el anímico rastro de las aves, las notas y el viento;
allegarse a lo humilde, ascender con el ala que sube
y ser sombra a la fuente, paz al niño, sonrisa a la nube,
y a la vez ser inmoble, majestuoso como un pensamiento!…
Enrique González Martínez, del poemario “La muerte del cisne” (1915), Poesía I, México, El Colegio Nacional,
1995, p.357.
342
351
MAÑANA LOS POETAS343
Mañana los poetas cantarán en divino
verso que no logramos entonar los de hoy;
nuevas constelaciones darán otro destino
a sus almas inquietas con un nuevo temblor.
Mañana, los poetas seguirán su camino
absortos en ignota y extraña floración,
y al oír nuestro canto, con desdén repentino
echarán a los vientos nuestra vieja ilusión.
Y todo será inútil, y todo será en vano;
será el afán de siempre y el idéntico arcano
y la misma tiniebla dentro del corazón.
Y ante la eterna sombra que surge y se retira,
recogerán del polvo la abandonada lira
y cantarán con ella nuestra canción.
343
Ibid., p.394.
352
Dos sonetos de Alfonso Reyes
PENURIA EN MUERTE344
En la orilla de sombras, el barquero
con el remo a las almas detenía
y a cada una el óbolo pedía,
que hasta el morir es cosa de dinero.
¿Ignorancia u olvido? Yo no quiero
saber si es culpa ajena o culpa mía,
mas la verdad es que yo no traía
as, copec, dobla, rubia ni talero.
Andar tan desprovisto desprestigia
aun entre el equipaje de la Estigia,
papas y reyes, cómitres y esclavos.
“¡A pie y a casa, porque aquí no hay coche!
Ya volverás aquí cualquier noche
en cuanto juntes dos o tres centavos”.
1947
344 Alfonso
Reyes, Obras completas. Tomo X. Constancia poética, México, FCE, 3a reimpresión, 1996, p.435.
353
La peculiaridad de este soneto es el derroche técnico de Reyes: pese al título, confecciona un
soneto sin una sola sinalefa.
¡LA SINALEFA!345
Seréis, versos, mis últimas locuras,
y tú, prosodia, mi final arrimo,
ahora que, de fútiles, suprimo
los arrebatos y las aventuras.
Las perlas reventonas y maduras
dejo que se desprendan del racimo,
y por juntarlas solamente rimo
cuando me brindan ocios mis lecturas.
Cual remendón poeta de los cuentos,
bordo mi mano, coso la cenefa,
a la media de mis rudimentos.
Desoigo los rumores de la befa
y voy sacando mis atrevimientos
indemnes de la torpe sinalefa.
29 de diciembre, 1949.
345
Ibid., p.443.
354
EL MUERTO,346 Salvador Díaz Mirón
Como tronco en montaña venido al suelo.
Frente grandiosa y limpia, soberbia y pura.
Negras y unidas cejas, con la figura
del trazo curvo y fino que marca el vuelo.
De un pájaro en un croquis que apunta un cielo.
Nariz igual a un pico de halcón albura
de canas. ¡El abeto, ya sin verdura,
dio en tierra y está en parte cinto de hielo!
El ojo mal cerrado tiene abertura
que muestra un hosco y vítreo claror de duelo,
un lustre de agua en pozo yerta en su hondura.
Moscas espanto y quito con el pañuelo;
y en la faz del cadáver sombra insegura
flota esbozando un cóndor al par que un velo.
Salvador Díaz Mirón, en Salvador Díaz Mirón. Poesía completa, Recopilación, introducción, bibliografía y notas
de Manuel Sol, México, FCE, 2da reimpresión, 2012, p.411.
346
355
Sonetos continuos y semicontinuos
SONETO EN DOS RIMAS,347 Concha Urquiza (1910-1945)
Fuisteme ya, como granero henchido,
larga promesa y posesión segura;
y reposé al saber de tu dulzura
como el ave rapaz que prueba el nido.
Cabe rumor de mar embravecido
la playa supe silenciosa y pura,
y en el estío rojo, prematura
tuvo sazón la savia del olvido.
A sol y brisa y viento he concebido
el rayo creador de tu hermosura;
nada deseo, Amor, si ya no ha sido
guiño de astros en la noche oscura,
o el deleitoso canto desceñido
en que la joven rima se madura.
17 de diciembre, de 1942
Concha Urquiza. Obras -Poemas y Prosas-, prólogo del Dr. Gabriel Méndez Plancarte, México, Jus, 2da edición,
1977, pp. 41-42.
347
356
“Acaba de entregarte ya de vero”.
San Juan de la Cruz
Aunque tu nombre es tierno como un beso348
y trasciende como óleo derramado,
y tu recuerdo es dulce y deseado,
rica fiesta al sentido y embeleso;
y es gloria y luz, Amor, llevarlo impreso
como un sello en el alma dibujado,
no basta al corazón enamorado
para alcanzar la vida todo eso.
Ya sólo, Amor, perdido en tus brazos,
cabe tu pecho detendrá su empeño:
no aflojará las redes y los lazos,
verá la paz ni gozará del sueño,
hasta que tenga paz entre tus brazos
y duerma en el regazo de su Dueño.
6 de julio, 1937.
Aquí la rima continua es asonante: de los cuartetos las palabras beso, embeleso, impreso, eso se
corresponden en los tercetos con empeño, sueño y Dueño. La segunda rima se encuentra en las
palabras derramado, deseado, dibujado, enamorado y se corresponden con brazos, lazos y,
nuevamente, brazos; esto quiere decir que la primera asonancia se realiza con las vocales eo y la
segunda con ao.
348
Ibid., pp.35-36.
357
Ahora un sonetillo de Ulalume González de León (1932-2009). Llama la atención el excelente
manejo del pleonasmo, que en poesía es más que un error o falta, una herramienta retórica.
SONETO PESIMISTA349
Sólo afueras para salir
y sólo adentros para entrar.
Sólo abajos para bajar,
sólo arribas para subir.
Sólo cerrados para abrir.
Sólo abiertos para cerrar.
Sólo entornados… y dudar
entre sólo entrar o salir
entre sólo abrir o cerrar? [sic]
Sólo quería yo escapar…
si sólo hubiera a donde ir.
Sólo me alivia el escribir.
¡Sólo poemas comenzar,
sólo poemas concluir!
Ulalume González de León, Sonetos de un Saber Sabiendo, México, El Tucán de Virginia, CONACULTA,
Universo Literario, 1a edición, 2014, p.45.
349
358
QUEDAMOS ABRASADOS,350 Juan Bañuelos (1932-2017)
Si por dentro de ti quedo abrasado
saqueando la ternura que te habita,
es porque el tiempo, Amor, nos necesita
a cada instante en que es dolor pagado.
Si el miedo es todo lo que yo he dejado
porque me has hecho polvo y piedra escrita,
detén mi voz que al mar se precipita
como metal de tigre degollado.
¿En qué momento y quién te ha visto mía,
si con mi propia mano yo he cerrado
la puerta con dos hojas de alegría?
No en vano muerdo el duelo de la arcilla,
no en vano lucho si por ti he ganado,
si miro al mundo en ti desde esta orilla.
Este ejemplo posee una interesante propuesta: una de las rimas se mantiene consonante tanto en
cuartetos como en tercetos (ado) y la otra pasa de los cuartetos a los tercetos asonantemente (de
ita a ía y a illa); es decir, mantiene una rima en consonante y la otra en asonante.
350
Juan Bañuelos, Espejo humeante, México, Joaquín Mortiz-SEP, 1ra edición en Lecturas Mexicanas, 1987, p.82.
359
SONETO EN CAL ABIERTA,351 Juan Bautista Villaseca (1932-1969)
Herido por la baba, desangrado
junto a tu propia sangre que me aprieta,
América me muerde y me sujeta
su corazón de toro empitonado.
Con el dolor de Cuba en el costado,
agrietado de un mapa que se agrieta,
tengo forma de diente y de escopeta,
y cadáver de trigo y de soldado.
Bajo del sol de un viento enamorado,
frente a una noche en huelga que me reta,
llevo en el pecho un tigre encarcelado,
y así estoy por la sal condecorado
salpico llanto, y voy como un poeta
del brazo de su pueblo fusilado.
351
Juan Bautista Villaseca, La luz herida, México, Taller Ditoria, 1a edición, 2013. p.27.
360
SONETO AUN,352 Rodolfo Usigli (1905-1979)
Ni sombra soy si estás de mí distante,
mi propio espectro soy si estás ausente,
y oteo el horizonte inútilmente
y busco en vano el signo de Levante.
Tenerte en mí como un dolor vibrante,
como corona de llanto esplendente,
y sentirte perdida entre la gente
y saber que no puedo ir adelante
sin ti, virginal signo de mi mente
y de mi corazón puro diamante,
mientras que siempre estás en mí presente
y que yo estoy en ti siempre anhelante
y los dos esperamos nuestro instante
porque sabemos que es el permanente.
Rodolfo Usigli, Conversación desesperada, Selección e introducción de Antonio del Toro, México, Planeta, 1a
edición, 2000, p.107.
352
361
Parece que Salvador Novo (1904-1974) tenía la tradición de escribir un soneto de fin de año;
ignoro desde cuando inició y cuándo habrá sido el último, pero por lo menos se cuenta con el
registro de 1955 a 1971. Dentro de estos sonetos varios son continuos y semicontinuos. Presento
dos de ellos.
1962353
Rosa del aire, pétalo vencido;
onda en el mar del Tiempo sin arena;
caricia, sed, espuma, gloria, pena;
breve fulgor del astro presentido.
Día fugaz apenas poseído,
que forja y bruñe grávida cadena;
triunfo que en la memoria se enajena,
posesión del recuerdo en el olvido,
Polvo, ceniza; fuego consumido
en luz trocado fúlgida, serena;
náufrago a rocas húmedas asido.
Año: tesoro, cripta, cuna, vena;
de cuantos dones hayas, sólo pido
la mano amiga, de ternura llena.
353
Salvador Novo, Poesía, México, FCE, 2da reimpresión, 2012, p.189.
362
El siguiente es un metasoneto continuo, que además es cíclico.
1968354
En las catorce redes del soneto
año tras año, penas y alegrías
urdí, con hilo tenue de los días,
a su apagado sístole sujeto.
A gotas decantado su secreto,
en arcas encerráronse vacías
esperanzas, anhelos, cobardías
—signo precario, mínimo amuleto.
Clama el Invierno con sus voces frías
a las puertas del mundo en el que vegeto
palabras erigidas en vigías.
Haga mi corazón mutis discreto
y vuelva al mar tristezas y porfías
en las catorce redes del soneto.
354
Ibid., p.195.
363
RONDA,355 Enrique González Martínez (1871-1952)
Un amante trovero ronda el castillo,
y va rasgando el aire la serenata
mientras, entre plumones, la rubia ingrata
sueña en la faz imberbe de un panecillo.
Hay una nube parda que empaña el brillo
de la pálida luna —disco de plata—
y parece que escucha la serenata
del trovero que ronda por el castillo.
Cuando de media noche suena la hora,
ella, con impaciencia que la devora
vuela a los tiernos brazos del pajecillo,
y rendida de amores la rubia ingrata,
escucha distraída la serenata
de quien ronda los muros de su castillo.
El empleo del dodecasílabo puede denotar una afinidad con Díaz Mirón. La rima es casi
continua, ya que los versos 9 y 10 introducen una consonancia distinta y forman un pareado —a
la manera francesa de Marot—; luego se retoman las consonancias a partir del verso 12 y
continuan hasta el final del poema. Esta modificación en los tercetos es para establecer un tercer
cuarteto camuflado, de rima abrazada, cuyo esquema es CCA-BBA, aunque sonoramente sería
CC-ABBA. Este recurso será ampliamente utilizado por González Martínez.
355
Enrique González Martínez, Poesía I, México, El Colegio Nacional, 1995 p.61.
364
ODORE DE FEMINA356
A la luz temblorosa de las estrellas,
vuelvo a mirar la alcoba donde dormías,
y surgen las memorias de aquellos días,
tus suspiros amantes y tus querellas.
Allí donde el pasado dejó sus huellas,
despiertas olvidadas melancolías…
Te arrullaban mis cantos, y te dormías
mirando los fulgores de las estrellas.
Ya todo de los años cedió al ultraje;
hecho está ya jirones el cortinaje
y cubiertas de polvo las celosías;
y en la alcoba forrada de blanca seda,
tu adorable perfume vagando queda
y evocando pasadas melancolías.
Como los versos anteriores estos son dodecasílabos. También se hace una especie de pareado
entre los versos 9 y 10. A diferencia del soneto anterior una de las rimas pasa como asonante (en
lugar de la terminación ellas, se usa la de eda); no sólo eso: hay una inversión de las rimas, pues
en lugar de que el cuarteto que se forma con los versos del 11 al 14 sea ABBA es BAAB.
356
Ibid., p.41.
365
CREPUSCULAR357
A Francisco Verdugo Fálquez
Aquella nube blanca parece una gaviota
que tiende el ala nívea por el espacio azul;
un sol que ya se hunde mientras la nube flota
con ósculos de fuego salpícala de luz.
Allá junto al arroyo que sollozando brota
dos garzas se perfilan en plácida quietud
y el tono del crepúsculo como sangrienta nota
destácase en el fondo del azulado tul.
Rasgando los espacios, por la extensión lejana
escúchase doliente el son de la campana
y con adiós tristísimo despídese la luz.
El himno de la tarde de la campiña brota,
y aquella nube blanca parece una gaviota
que tiende el ala y piérdese en el espacio azul.
Este soneto se aleja de la forma clásica: más allá de los serventesios, los versos nones son consonantes
[gaviota, flota, brota, nota] mientras que los pares son asonantes casi en su totalidad [azul, luz, quietud,
tul]. Viene el pareado que introduce nuevas rimas [lejana y campana] para retomar las de los cuartetos
que, en este caso, son palabras completas (con lo que hay una proximidad más con Díaz Mirón, la
repetición de versos: se modifican ligeramente, obsérvese el fenómeno del verso 11 en adelante). Este
soneto, según lo indica la edición del Colegio Nacional, fue suprimido en ediciones posteriores. No es de
extrañar, pues estos poemas pertenecen al primer poemario de González Martínez, publicados cuando
tenía 31 o 32 años, es posible considerar un arrojo de juventud por lo que en ediciones siguientes, ya
templada la lira, causara pudor al poeta y de ahí su posible omisión.
357
Ibid., p.98.
366
DE MI PADRE,358 Alfonso Reyes (1889-1959)
De Alejandro y de César y de otros capitanes
ilustres por las armas y, a veces, la prudencia,
yo encontraba en mi padre como una vaga herencia,
aliento desprendido de aquellos huracanes.
Un tiempo al Mío Cid consagré mis afanes
para volcar en prosa sus versos y su esencia:
la sombra de mi padre, rondador presencia,
era Rodrigo en bulto, palabras y ademanes.
Navegando la Ilíada, hoy otra vez lo veo:
de cóleras y audacias —Aquiles y Odiseo—
imperativamente su forma se apodera.
Por él viví muy cerca del ruido del combate,
y, al evocar hazañas, es fuerza que retrate
mi mente las imágenes de su virtud guerrera.
Aquí se encuentran afinidades con la estructura que utiliza González Martínez en sus sonetos
casi continuos, como hacer pareado + cuarteto abrazado en los tercetos [CCB-AAB]. La rima de
los cuartetos pasa asonantemente a los tercetos [capitanes, huracanes, afanes, ademanes con
combate y retrate; prudencia, herencia, esencia, presencia con apodera y guerrera].
358 Alfonso
Reyes, Obras completas. Tomo X. Constancia poética, México, FCE, 3a reimpresión, 1996, p.418.
367
ALITERACIÓN359
Segura mensajera de la Aurora
que entre oros te miras, de manera
que quien te adora como mensajera
por dorada parece que te adora:
ora en la orilla de la tembladora
y granada de brotes primavera,
ora en la hora de que Othón dijera:
“la palabra grulla en el erial crotora”,
etéreas eras are tu mancera
y en aérea pirámide tu pira
entre oros se mire, de manera
que al aura mañanera, si supiera,
arda el pecho de amor, como en la hoguera
Herácles al furor de Deyanira.
En este soneto también se introducen rimas que no se encuentran en los cuartetos. Sólo la
segunda rima continúa hasta los tercetos. Su estructura es ABBA-ABBA-BCB-BBC.
359
Ibid., pp.439-440.
368
BARBIPONIENTE360
Oye, doncel, que te reprocho y digo,
adelantando tus exculpaciones,
que nunca la mollera ni el ombligo
se cierran para ciertas ocasiones.
Sí, madura la míes, madura el trigo,
no el tierno arbusto de las tentaciones,
que siempre anda el corazón mendigo
perdiendo a pares y perdiendo a nones.
¿Qué te lamentas si te ves ridículo,
y cómo quieres no pagar escote
o que te vendan gratis el artículo?
Óyelo bien: cuando el amor te azote,
de poco ha de valerte ese adminículo,
esa insolencia del primer bigote.
Además de que los serventesios, las rimas pasan a los tercetos como asonantes, pero siendo
consonantes entre ellas; es decir, son asonantes en cuanto a los cuartetos, pero basados sólo en
los tercetos son consonantes (como en el segundo ejemplo citado de Concha Urquiza). Presento
las palabras de cada caso. Rima A: digo, ombligo, trigo, mendigo con ridículo, artículo,
adminículo. Rima B: exculpaciones, ocasiones, tentaciones, nones, con escote, azote, bigote.
360
Ibid., pp.436-437.
369
Soneto en serventesios y con rima asonante de Ramón López Velarde.
ELLA361
Esta novia del alma con quien soñé en un día
fundar el paraíso de una casa risueña
y echar, pescando amores, en el mar de la vida
mis redes, a la usanza de la edad evangélica,
es blanca como la hostia de la primera misa
que en una azul mañana miró decir la tierra,
luce negros los ojos, la túnica sombría
y en ungir las heridas las manos beneméritas.
Dormir en paz se puede sobre sus castos senos
de nieves, que beatos se hinchan como frutas
en la heredad de Cristo, celeste jardinero;
tiene piedades hondas y los labios de azúcar
y por su grave porte se asemeja al excelso
retrato de la Virgen pintado por San Lucas.
1910
361
Ramón López Velarde, Obras, José Luis Martínez, compilador, México, FCE, 4a reimpresión, 2014p.120.
370
VERSO MODERNO: EL CAMUFLAJE COMO FIGURA RETÓRICA
Madrigales ideográficos362 de José Juan Tablada
362Tomado
de Jose Juan Tablada, Li-Po y otros poemas, México, CONACULTA, 2005. Por su composición, el
poemario carece de paginación.
371
SONETO EN JEROGLÍFICO363
Manuel Quiroz de Campo Sagrado
Manuel de Quiroz y Campo Sagrado, La inocencia acrisolada de los pacientes jesuanos. Colección de varias
poesías alusivas a la restauración de la sagrada Compañía de Jesús por la piedad del católico y benigno rey de las
Españas, el señor don Fernando VII (1816), Edición, prólogo e introducción María Isabel Terán Elizondo,
Reproducción fotográfica y diseño editorial Julián Hugo Guajardo Esparza, México, Universidad Autónoma de
Zacatecas, 2016, p.XXIV.
363
372
Sobre el soneto “Vocales”, de Arthur Rimbaud, comparto la siguiente información:
“Vocales” es un soneto en alejandrinos escrito entre 1870 y 1871 por el poeta francés Arthur
Rimbaud. Fue publicado por primera vez en la revista Lutèce por Paul Verlaine, el 5 de octubre
de 1883. Es uno de los poemas más famosos de Rimbaud.
En él, el poeta le da un color a cada una de las vocales, siendo: A negra, E blanca, I roja,
U verde y O azul (apareciendo la O al final, en vez de la U).
Existen innumerables interpretaciones del poema, desde las que señalan un carácter
sinestésico en sus versos, hasta las que lo relacionan con el ocultismo. Sin embargo, lo que sí
está del todo claro es que el poema buscaba ilustrar la teoría de las Correspondencias de Charles
Baudelaire, al que Rimbaud había llamado “el rey de los poetas, un verdadero dios”. Ésta
pregonaba que entre sonidos, colores, perfumes y sensaciones existían conexiones, llamadas
correspondencias, las cuales sólo el poeta podía entrever.
Hoy en día la mayoría de los críticos están de acuerdo en que en el poema Rimbaud
simplemente creó una innovación poética por medio de la relación entre las vocales y las
evocaciones que éstas le producían. El propio Paul Verlaine dijo en su momento: “Yo, que conocí
a Rimbaud, sé que no le habría molestado que la A fuera roja o verde. Él la veía así y eso es
todo.” Según esta interpretación, no hay que pensar que Rimbaud creía necesariamente en que
esos fueran los colores que correspondían a las vocales, sino que más bien los eligió por cuestión
de gustos propios y evocaciones personales.
Otro punto que genera cierta discordancia entre las interpretaciones es la razón por la cual
Rimbaud colocó la vocal U antes de la O. La explicación tradicional es que lo hizo para evitar
el hiato bleu-U, sin embargo, también se ha dicho que la razón es que la O, en el transcurso
del poema, se transforma en la letra Omega, sinónimo de eternidad y última letra del alfabeto
griego, quedando así explicado porqué Rimbaud la ubicó al final. 364
364
En https://verseando.com/blog/arthur-rimbaud-voyelles-3-versiones-3/ Consultado el 19 de setiembre de 2020.
373
VOYELLES,365 Arthur Rimbaud
A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu: voyelles,
Je dirai quelque jour vos naissances latentes:
A, noir corset velu des mouches éclatantes
Qui bombinent autour des puanteurs cruelles,
Golfes d’ombre; E, candeurs des vapeurs et des tentes,
Lances des glaciers fiers, rois blancs, frissons d’ombelles;
I, pourpres, sang craché, rire des lèvres belles
Dans la colère ou les ivresses pénitentes;
U, cycles, vibrements divins des mers virides,
Paix des pâtis semés d’animaux, paix des rides
Que l’alchimie imprime aux grands fronts studieux;
O, suprême Clairon plein des strideurs étranges,
Silences traversés des Mondes et des Anges;
– O l’Oméga, rayon violet de Ses Yeux!
365
Ibid.
374
VOCALES,366 Arthur Rimbaud
A negro, E blanco, I rojo, U verde, O azul: vocales
yo diré algún día vuestros nacimientos latentes:
A, negro corsé velludo de moscas brillantes
zumbando alrededor de hedores crueles,
golfas de sombra; E, candores de vapores y tiendas,
lanzas de glaciares intrépidos, reyes blancos, temblores de umbelas;
I, púrpuras, sangre salpicada,
risa de labios bellos en la cólera o las borracheras penitentes;
U, ciclos, vibraciones divinas de mares verdosos,
paz de pastos sembrados de animales, paz de arrugas
que la alquimia imprime en las grandes frentes estudiosas;
O, supremo Clarín lleno de estridencias extrañas,
silencios atravesados por Mundos y Ángeles:
O la Omega, ¡rayo violeta de Sus Ojos!
366 Arthur
Rimbaud, Poemas selectos, Arthur Rimbaud, traducción de Alberto Manzano, España, Edicomunicación,
1999, p.94.
375
LA CONGA,367 José Juan Tablada
(soneto)368
La mulata de ébano
mece en una canción
A
como en fácil hamaca
su candor animal,
B
y abre su faz lustrosa
de anona tropical
B
la miel de una sonrisa
granizo y bermellón.
A
El cabello es pavesa
de la hoguera sensual
B
de sus ojos abiertos
en la estrangulación,
A
del cuello y la garganta
henchida de pasión
A
que agrieta con su sangre
un hilo de coral…
367
B
José Juan Tablada, Los mejores poemas, México, UNAM, 2a edición, 1993, p.108.
Dispongo el esquema de rima para la mejor visualización de la estructura del soneto. En esta página se
encuentran los cuartetos y en la que sigue los tercetos.
368
376
¡Oh, poeta maligno
que a Salomón arrancas
C
el Nigra sed formosa
broquel de tu desliz!
D
Tapándose los ojos
quedan tus novias blancas;
C
y tú, desde el crepúsculo
de un pésame infeliz,
D
ves, al huir la Conga,
que sus móviles ancas
C
en el Desierto pierden
las yeguas de Belkiss.
D
377
Dos sonetos más de Alfredo R. Placencia. El primero está facturado con endecasílabos y el
segundo con dodecasílabos. Ambos mantienen la estructura clásica ABBA-ABBA-CDC-DCD.
POR LO QUE QUIERO IRME369
Me he aferrado al gran sueño de morirme
por lo que Dios ha visto que me pasa.
Desde el cuatro de enero no es mi casa
esta en que estoy.
Por eso quiero irme.
Desde cuando despierto hasta el dormirme,
afónico dolor viene y me abrasa
sin que logre mi fe, débil y escasa,
de sus brazos combustos desasirme.
Mi alma es un alma en pena.
¿Qué paz tiene
desde la noche aquella maldecida
que nada ha hallado en mí que no envenene?
Así es que si la muerte me convida,
bien hará en no tardar.
Más me conviene
la casa nueva que la casa ida.
369 Alfredo
R. Placencia, Antología poética, México, UNAM, 1a edición, 1946, p.100.
378
VIENES COMO LO PIENSO370
Parece que tal vienes, grave y austero,
con los húmedos ojos casi perdidos
en las oscuras cuencas, y confundidos
los cabellos hirsutos, como yo quiero.
¡Cómo vendrán tus hombros!…
Ya considero
cómo vendrán los pobres de remolidos,
cargando con el mundo de los olvidos
que traerme acostumbras y que ya espero.
Entra en mi casa y duerme.
Gana y recobra
con el sueño las fuerzas que consumiste
en el camino largo.
Tiempo hay de sobra
para escribir el libro doliente y triste
que más que del aeda será tu obra,
ya que es tuyo el olvido que le trajiste.
370
Ibid., p.90.
379
Dos sonetos arromanzados de Alfredo R. Placencia. En esta página está el soneto isométrico,
compuesto por heptasílabos, y en la siguiente el polimétrico.
III371
Jesús bendito fruto
de la Virgen, mediante
el desposorio augusto
del místico Espiramen…
Jesús, que has padecido
muerte sin semejante
sobre la cruz, cubierto
de hondas heridas grandes…
Por el amor que tienes
a la angustiada Madre,
perdona nuestras culpas,
y el lloro que, a raudales,
ha vertido la Virgen
nos proteja y nos salve.
R. Placencia, Poesía completa, compilación y prólogo de Ernesto Flores, México, FCE, 1a edición, 2011.
p.205. Este soneto es el apartado tres del poema titulado “Dolorosas”.
371 Alfredo
380
LA DUEÑA DE LAS RIMAS372
I
La madre octogenaria del convento
se agravó;
y las buenas novicias, alarmadas,
han llamado al doctor.
Y dícenle, llorosas, las novicias:
“Sánela usted, por Dios,
sane usted a la madre superiora
que tiene tan gastado el corazón”.
Y desde el punto en el que la anciana madre
se agravó,
no dejó un solo día
de curarla el doctor,
ni dejó de cobrar nunca tampoco
la tan encomendada curación.
372
Ibid., p.213.
381
Poema de Alfredo R. Placencia en tres tiempos.
EL ÉXODO373
I. El mal aventurero
Se echó a cuestas su cátedra y, así cargado, vino
a decir a la turba de ilusos que era bueno
el oficio execrable de vivir de lo ajeno,
sin andar por los montes ni arriesgarse al camino.
Y le abrieron sus brazos los ilusos.
Concino
hallaron el discurso que fermentó el veneno
que la muerte traía.
Y al abrirle su seno,
se le tendió la mesa y agua se le previno.
El mal aventurero llegó a los pocos días
a ser como el pontífice de mi grey y el oráculo.
Y pervirtió a las almas, que dizque fueron pías.
Y siendo yo una rémora y una ley y un obstáculo,
a escoger se me puso una de tantas vías
sin coger ni mi alforja, ni mi luz, ni mi báculo.
373
Ibid., pp.337-339.
382
II. La gente buena
Lo querían los santos.
Su beatitud salvaje
hasta mi propia puerta llegaba y me imponía
su arbitrio designio.
Y a toda costa había
que ir cerrando las puertas y emprender aquel viaje.
Sin hacer cuenta alguna de mi escaso menaje
separé cuanto suyo a mi guarda tenía:
sus papeles, sus llaves, su vivienda sombría,
sus escombros y todo.
Nada suyo me traje.
Y entregué una por una, cuanta cosa era ajena;
y una vez que ya hube todo aquello entregado,
me refugié en mi noche y abracé mi condena.
¡Si tendré o no justicia para verme tentado
a dudar de los hombres!…
Fue la gente más buena
la que me dio la espalda…
¡La que más ha rezado!
383
III. El buen dulcero
Dejó Damián su almíbar, nada más preparado,
y así vino a decirme:
“Señor, el odio llega,
por lo visto a su colmo.
¿Sabéis quién os entrega?
Atanasio, el que labra vuestro propio sembrado.
Sin dilación quitemos el polvo del calzado
y salgámonos presto de aquí.
La turba ciega
no sabrá la partida, como que Dios le niega,
providente, el aviso y la luz.
A mi cuidado
siento que Dios os pone”.
Y el piadoso dulcero
que su almíbar dejaba y en mi ayuda venía
en la noche tremenda que en vano olvidar quiero,
a lo último díjome:
“Señor, esta es la vía.
Andadla mientras arden las estrellas.
Yo espero
que os halléis muy lejos cuando reviente el día”.
384
NÁUFRAGOS DE LA MODERNIDAD
Sonetos de César Vallejo que aparecen en Trilce
XXXIV374
Se acabó el extraño, con quien, tarde
la noche, regresabas parla y parla.
Ya no habrá quien me aguarde,
dispuesto mi lugar, bueno lo malo.
Se acabó la calurosa tarde;
tu gran bahía y su clamor; la charla
con tu madre acabada
que nos brindaba un té lleno de tarde.
Se acabó todo en fin: las vacaciones,
tu obediencia de pechos, tu manera
de pedirme que no me vaya fuera.
Y se acabó el diminutivo, para
mi mayoría en el dolor sin fin,
y nuestro haber nacido así, sin causa.
374
César Vallejo, Poesía Completa, México, Axial, 1a Edición, 2007, p.163.
385
XLVI 375
La tarde cocinera se detiene
ante la mesa donde tú comiste;
y muerta de hambre tu memoria viene
sin probar ni agua, de lo puro triste.
Mas, como siempre, tu humildad se aviene a
que le brinden la bondad más triste.
Y no quieres gustar, que ves quien viene
filialmente a la mesa en que comiste.
La tarde cocinera te suplica
y te llora en su delantal que aún sórdido
nos empieza a querer de oírnos tanto.
Yo hago esfuerzos también porque no hay valor
valor para servirse de estas aves.
¡Ah! qué nos vamos a servir ya nada.
El corte versal en el verso cuatro, de no ser errata, puede considerarse una tentativa de camuflaje
de la forma, pues en realidad no altera el cómputo métrico dado que si el verso se vuelve de 12
sílabas, lo compensa el de abajo siendo de 10 sílabas, lo que finalmente da el acostumbrado total
de 154 sílabas poéticas. Un procedimiento semejante se encuentra en el soneto “Lluvia” (de ahí
que no lo considere errata), en el verso siete, sólo que en ese caso la construcción es eneasílaba
(mas aquí no es cabal la equivalencia silábica). Cito a continuación el soneto para su estudio:
375
Ibid., p.177.
386
LLUVIA,376 César Vallejo
En Lima… En lima está lloviendo
el agua sucia de un dolor
qué mortífero. Está lloviendo
de la gotera de tu amor.
No te hagas la que está durmiendo,
recuerda de tu trovador;
que yo ya comprendo… comprendo la
humana ecuación de tu amor.
Truena en la mística dulzaina
la gema tempestuosa y zaina,
la brujería de tu “sí”.
Mas, cae, cae el aguacero
al ataúd de mi sendero,
donde me ahueso para ti…
376
Ibid., p.109.
387
NUBE DEL OCASO,377 Enrique González Rojo
Manos invisibles
marcan la trayectoria
de la nube, cautiva
en los hilos de la maniobra.
Barco en el mar de los cielos
nave perdida y en derrota,
a cada tumbo del ocaso
naufraga en la sombra
y surge de nuevo en la cresta
de luz de una ola.
Sin timón y las velas al viento,
en llamas la borda,
cuando cesa su viaje de angustia
es más blanca, más pura y más ola.
Enrique González Rojo, Obra completa: versos y prosa 1918-1939, México, Siglo XXI / Universidad de
Occidente / El colegio de Sinaloa, 1a edición en siglo xxi, 2002, p.106.
377
388
Soneto de rima extendida, o casi-continuo, de Bernardo Ortíz de Montellano.
IX. FORMAS DEL SUEÑO378
Este busto de yeso que respira
lunas de noche antiguas y metales
rodillas mutiladas desiguales
que si la noche cubre el sueño mira
Esa mano de flores que conspira
al abrir y cerrar dedos cristales
sonrisa de coral ya sin corales
ajeno mar donde la voz expira
Estos ojos de verdes vegetales
que al fuego muerto de los goces gozan
y a lo oscuro me miran inmortales
Y esta sombra de luz donde se rozan
las almas y los cuerpos que reposan.
Vivos sueños, bellezas funerales.
Bernardo Ortíz de Montellano, en Los Contemporáneos. Una antología general, México, SEP / UNAM, 1a
edición, 1982, pp.22-23.
378
389
Soneto a la inglesa de Jorge Luis Borges publicado en La Nación en 1975. Es peculiar su
esquema de rima, dado que se vale de estrofas abrazadas y cruzadas así como de ciertas
asonancias (días-cumplidas-porfías-naderías) y ligeras variaciones en la rima (pecadosdespiadados-lado-desdichado): ABBA-CDCD-EDDE-AA.
EL REMORDIMIENTO379
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
humano de las noches y los días,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.
379
Tomado de la nota https://www.infobae.com/america/mexico/2020/06/27/el-ultimo-de-los-desdichados/
390
Sonetos II y III del poema “Rondó” de Jorge Valdés Díaz-Vélez.
II380
Lenta, pero de prisa, la ruptura
del tenso amanecer dobla una rama
y subraya el contorno de la cama
con sus dedos turgentes. No hay premura
en el ámbar del viento ni en la impura
forma de plenitud. Sólo derrama
su fragancia la flor que arde en la llama
cautiva de raíz por su hermosura.
Desde su vastedad, llevo mi mano
hacia el pubis rosáceo de la aurora.
Voy hacia el corazón que se demora
en dar a su cadencia el fruto humano.
De la noche que al irse difumina
el cáliz natural de cada espina.
380
Jorge Valdés Díaz-Vélez, Herida sombra, Monterrey, Nueva León, México, Posdata Editores, 2012, p.34.
391
III381
Frente al mar del peñón ha vuelto el día
a reinar en la rosa. Su lenguaje
crea en el ventanal otro paisaje
y un mástil contra el sol que se deslía.
Entra, cubre la página, vacía
el íntimo esplendor de su equipaje
en el vuelo rasante del follaje.
La corola escarlata en agonía
bosqueja su quietud el fuego lento
del cielo estremecido, el pensamiento
fijo como el fluir de la distancia
que media entre el otoño y esa estancia
cerrada en su oquedad. Abro los ojos:
Aún están aquí tus labios rojos.
381
Ibid., p.35.
392
Sonetos a la inglesa de Tomás Segovia.
V382
Toda la noche para mí tenerte
sumisa a mi violencia y mi ternura;
toda una larga noche sin premura,
sin nada que nos turbe o nos alerte.
Para vencerte y vencerte y vencerte,
y para entrar a saco sin mesura
en los tesoros de tu carne pura,
hasta dejártela feliz e inerte.
Y al fin mirar con límpida mirada
tu cuerpo altivo junto a mí dormido
de grandes rosas malvas florecido,
y tu sonrisa dulce y fatigada,
cuando ya mis caricias no te quemen,
mujer ahíta de placer y semen.
382
Tomás Segovia, Sonetos votivos, México, Ediciones sin nombre, 1a edición, 2005, p.13.
393
V (BIS)383
Toda una noche para mí tenerte
sumisa a mi violencia y mi ternura,
toda una larga noche sin premura,
sin nada que nos turbe o nos alerte.
Para vencerte, y vencerte, y vencerte,
y para entrar a saco sin mesura
en los tesoros de tu carne pura,
hasta que en un rendido hartazgo inerte
te me duermas feliz y devastada;
y entonces, yo tranquilo y tú sin nada
por fin que defender, por vez primera
mirarte dulce, amiga y verdadera,
cuando ya mis caricias no te quemen,
mujer ahíta de placer y semen.
383
Ibid., p.14.
394
Soneto a la inglesa de Javier Sicilia, tomado del poema “Viernes santo”. Como Borges, también
camufla la forma al evitar las líneas blancas que separan las estrofas para presentar un bloque
tipográfico. Contra las recomendaciones los tercetos comparten rima asonante: salva-salva con
amarga-embarga. Pese a esto, como en otros varios casos, la composición poética no se ve
afectada ni pierde valor. Su esquema de rima es: ABBA-CDDC-EFGG-FE.
II384
Soy del hombre que cuelga en esta tarde
el clavo de su mano, la derecha,
soy la lanza, la punta que lo acecha,
en su carne el flagelo que más arde;
soy el madero y soy de aquel judío,
que muere con la tarde, su lamento,
sus llagas soy, su sed, su amargo aliento,
su purulenta sangre y su vacío;
soy la plebe que hiede y con su salva
de befas lo contempla en esta hora
que es la sexta, la hora más amarga,
la terrible, la oscura, la que embarga.
Soy lo peor de su muerte ayer y ahora,
soy su sangre vertida que me salva.
384
Javier Sicilia, La presencia desierta. Poesía 1982-2004, México, FCE, 1a edición, 2004, pp.87-88.
395
Último poema escrito por Alfonsina Storni antes de suicidarse. Parecía tener suma conciencia del
acto. Lo que tengo entendido es que la poeta padecía fuertes dolores porque padecía cáncer de
mama. El soneto es isosilábico pero no respeta la convención de la rima; al trazar el esquema se
aprecian algunas asonancias (la mitad de los versos rima): ABCD-EFGA-HBI-DJA. El título es
elocuente. Sin duda el significado del soneto cambia con la acción suicida. Puede pensarse,
incluso, que la determinación de Storni completa el poema.
VOY A DORMIR385
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas, bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes…
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias… Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.
385 Alfonsina
Storni, “Voy a dormir”, en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/voy-a-dormir/html/
70f9e009-7352-4f6a-ad7c-7beba21da354_2.html
396
Un “soneto de madera” de Pablo Neruda cuyo esquema de rima es ABAC-DECB-AFG-HAE
LX386
A ti te hiere aquel que quiso hacerme daño,
y el golpe de veneno contra mí dirigido
como por una red pasa entre mis trabajos
y en ti deja una mancha de óxido y desvelo.
No quiero ver, amor, en la lucha florida
de tu frente cruzar el odio que me acecha.
No quiero que en tu sueño deje el rencor ajeno
olvidada su inútil corona de cuchillos.
Donde voy van detrás de mí pasos amargos,
donde río una mueca de horror copia mi cara,
donde canto la envidia maldice, ríe y roe.
Y es ésa, amor, la sombra que la vida me ha dado:
es un traje vacío que me sigue cojeando
como un espantapájaros de sonrisa sangrienta.
386
Pablo Neruda, Cien sonetos de amor, México, Booket, 8va reimpresión, 2019, p.75.
397
Sonetos “libres” de Octavio Paz que aparecen en la obra colectiva Renga. A continuación cito el
de la primera edición.
I7387
Calina respiración de la colina, azoro
en el yerbal (bajo tu arco la noche duerme,
velan tus brasas): peregrinación serpentina:
la boca de la gruta, lápida que abre, abracadabra,
la luna: entro en la alcoba de párpados, tu ojo
disuelve los espejos: hamam de los muertos
y resurrección sin nombre propio:
soy un racimo de sílabas anónimas.
No hay nadie ya en la cámara subterránea
(caracola, amonita, casa de los ecos),
nadie sino esta espiral somnílocua,
escritura que tus ojos caminantes,
al proferir, anulan —y te anulan, tú mismo
caracola, amonita, cuarto vacío, lector.
387
Octavio Paz, Obras Completas VII. Edición del autor. Obra poética, México, FCE, 2da edición 2014, p.768.
398
Explicado en nota de Paz: “Años más tarde rehice este poema. Su nueva versión dice así”. Le
metió mano sólo al octeto; mayoritariamente reajustó palabras, las distribuyó de una nueva
forma.
I7388
Calina respiración de la colina.
Duerme la noche, velan las brasas.
Peregrinación serpentina: la boca de la gruta,
lápida que abre, abracadabra, la luna:
Entro en la alcoba de párpados, los ojos
—hamam de los muertos— lavan las imágenes.
Resurrección sin nombre propio:
soy un racimo de sílabas anónimas.
No hay nadie ya en la cámara subterránea
(caracola, amonita, casa de los ecos),
nadie sino esta espiral somnílocua,
escritura que tus ojos caminantes,
al proferir, anulan —y te anulan, tú mismo
caracola, amonita, cuarto vacío, lector.
388
Ibid., p.769.
399
Otros sonetos de Renga, escritos por Octavio Paz, Jacques Roubaud, Edoardo Sanguineti y
Charles Tomlinson. Presento el original y después la traducción que el propio Paz realizó. Aquí
un soneto a la manera inglesa:389
III3
Ho segnato sopra la mia fronte le rughe del tuo utero,
i morbidi anelli del tuo muschio mestruale:
ho versato lividi liquori dentro le pagine dei tuoi calendari:
ho coltivato il fungo e la felce sopra le spiagge dei tuoi laghi:
(Alguien, sin nombre, bajó, extraviado, a la cámara
subterránea, diciendo: je cherche une valise. Y yo vi,
otra vez, la antigua gruta (cenozoico) entreabrirse y,
entre la maleza oscura, la espuma y sus profecías).
Le même ensevelissement féroce nous separe de la pierre
où chantent les fontaines suaves de l’ultraviolet
les bicyclettes et leurs mômes blondes, les rosiers des ambassades
les vitres douchées de bière solaire, pastorale:
fountains and draperies of Goujon, water in flowing stone:
city of Mansart, Lemercier, Le Vau, Bruant.
389
Ibid., p.778.
400
Traducción390
III3
E. S.
He grabado en mi frente las arrugas de tu útero,
los mórbidos anillos de tu musgo menstrual,
he vertido licores lívidos entre las páginas de tu calendario,
he cultivado hongo y helecho en las playas de tus lagos
O. P.
(Alguien, sin nombre, bajó, extraviado, a la cámara
subterránea, diciendo: Busco una maleta. Y yo vi,
otra vez, la antigua gruta (cenozoico) entreabrirse y,
entre la maleza oscura, la espuma y sus profecías).
J. R.
El mismo entierro feroz nos separa de la piedra
donde cantan las suaves fuentes del ultra-violeta,
las bicicletas y sus muchachas rubias, las rosaledas de las embajadas,
los vidrios regados de cerveza solar, pastoral:
C. T.
Fuentes y drapeados de Goujon, agua en piedra que fluye:
ciudad de Mansart, Lemercier, Le Vau, Bruant.
390
Ibid., p.779.
401
Soneto invertido391
IV5
Decía (A noir, E blanc, I rouge, U vert…): «O equals
X-ray of her eyes; it equals sex». Omega azul (digo):
cero rebosante, gota de tiempo diáfano, presencia sin reverso.
He said she said (green-swaying roof above
«this dialogue of one» ): «We saw by this it was not sex:
City, we saw not what did move»:
cosí siamo rimasti, anni e anni, muti, senza espressione, caricati
sopra il nostro sarcofago:
i bambini, figure ancora intatte,
piangono nel bassorilievo
i nostri nomi sono indecifrabili,
le tue labbra sono screpolate:
ma, in noi, i turisti vedono amore:
couple de la Villa Giulia (oiseaux étrusques: bleus puis rouges)
de l’un vers l’autre, sourire —cependant des fontaines criaient,
bassine bouillante de mûres sur des braises (Capodimonte,
seins de la Vénus au chapeau de Lucas Cranach, serpent pagaille)
391
Ibid., p.790
402
Traducción del soneto invertido 392
IV5
O. P.
Decía (A negro, E blanco, I rojo, U verde…): «O igual
a los rayos X de sus ojos; igual al sexo». Omega azul (digo):
Cero rebosante, gota de tiempo diáfano, presencia sin reverso.
C. T.
Él dijo ella dijo (verde ondulante techo sobre
«este diálogo de uno»): «Vimos por esto que no era el sexo:
Ciudad, vimos aquello que no se movió»:
E. S.
así nos hemos quedado, año tras año, mudos, sin expresión, tendidos
sobre nuestro sarcófago: los niños, los rostros todavía intactos,
lloran en el bajo relieve; y nuestros nombres son indescifrables,
tus labios se han agrietado —pero los turistas ven , en nosotros, al amor:
J. R.
pareja de la Villa Giulia (pájaros etruscos: azules luego rojos)
sonriendo el uno al otro —en tanto las fuentes gritaban,
tazas hirvientes de moras sobre brasas (Capodimonte,
senos de la Venus con sombrero de Lucas Cranach —serpiente algarabía)
392
Ibid., p.791.
403
Soneto inglés invertido393
III2
Lo dado —de la piedra al mar a ti: vaivén de sílabas
en busca de un hogar. (¿Soneto = amonita?)
perché le tue labbra sono labirinti di marmellata,
gabbie di fosforo per gli obelischi del mio zoo,
trombe di grammofono per il pennello delle mie dita,
nidi per le mie vespe, giardini per i miei topi morti:
je déambule parmi tes lices de patelles
je suis banquise de tes fourrures, je suis doublon de tes boucles
je m’essouffle contre la laine que tu pavanes
gong
j’oscille sous les dièses de tes rires
and in the to and fro of syllables in search
of marriage, meaning, what I find
is the given woman, the mythless presence
and quotidian certainty of your heart and mind.
393
Ibid., pp. 776 y 778.
404
Traducción del soneto inglés invertido394
III2
O. P.
Lo dado —de la piedra al mar a ti: vaivén de sílabas
en busca de un hogar. (¿Soneto = amonita?)
E. S.
porque tus labios son laberintos de mermelada,
jaulas de fósforo para los obeliscos de mi zoológico,
trompetas de gramófono para los pinceles de mis dedos,
nidos para mis avispas, jardines para mis ratones muertos,
J. R.
yo deambulo entre tus lizas de lapas
yo soy banco de hielo para tus pieles, yo soy doblón para tus bucles
yo me sofoco contra la lana en que te pavoneas
gong
C. T.
yo oscilo bajo las diesis de tus risas
y en el vaivén de las sílabas en busca
de boda, de sentido, yo lo que encuentro
es la mujer dada, la presencia sin mitos,
la cotidiana certidumbre de tu sangre y tu mente.
394
Ibid., pp.777 y 779.
405
Soneto invertido de Octavio G. Barreda. Aún cuando la disposición estrófica es 3-7-4, el
esquema de rima pertenece al soneto invertido: ABA-CBC-DEED-DEED. Puede existir confusión
por las asonancias entre conciencia-esencia con condenas-venas y abracadabra-palabra con las
rimas que aparecen en los cuartetos: tocarla-lacrarla-acariciarla-lacerarlas.
IV395
Porque de Ella no dejas ya, conciencia,
el libre gozo de ese abracadabra
que es su cuerpo —Vaso rojo de esencia?
Si sólo con mirarla ya condenas
la gota rosazul de la. palabra
caída silenciosa entre las venas.
No podemos oírla ni tocarla
ni atarla a nuestros muslos temblorosos
ni con cintas de dedos codiciosos
a nuestros huesos míseros lacrarla.
Ni eso; ni como antes, acariciarla
en imagen con labios sediciosos
ni alzarle ya los velos angustiosos
y a mitad de sus rosas lacerarlas.
395
Octavio G. Barreda, Obras. Poesía. Narrativa. Ensayo, México, UNAM, 1a edición, 1985, p.58.
406
Soneto invertido (y continuo) de Xorge del Campo que pertenece a sus “Sonetos del crimen”.
I396
A merced de oscuro amor que ya no fluye
no sangran, comenzados los días; son crimen
de la intensa luz, sombra que destruye.
Secretos de dolor, en el oído oprimen;
son negra florería; aroma que construye
el tallo donde los coitos no reprimen.
Cenizo es el placer que fue, intuye
claroscuro lo que mis canas imprimen.
Ido el perfume, nada restituye
jardinerías de madurez: ahora gimen.
Desflorada negrura, blanco himen,
cuerpo donde ninguna sangre confluye.
Aro de todo amor, comienza y concluye:
de la sombra a la luz rueda el crimen.
Xorge del Campo, “Sonetos del crimen”, en Pliego suelto de la colmena, Entrega Nº4, Revista de la U.A.E.M.,
otoño de 1994, sin paginación.
396
407
Soneto invertido397 de Eduardo Chicharro Briones. Es interesante como construye la rima de los
tercetos al invertir la sucesión en una especie de cuenta regresiva: ABC-CBA-DEED-FEEF.
Es la noche del zafiro, y la ambigua
caricia de la luna al suelo llega
como una risa de ángel desmayada.
Dejan las flores negras su morada,
recoge el aire olores de siega
y un eco de clamores se amortigua.
Parece el tiempo estarse detenido,
el río parece estarse perezoso
el murmullo parece ser reposo
y el silencio semeja ser olvido,
no distancia, no amores, no serpiente,
no oscuridad… De súbito, del pozo
del cielo, de las rosas el esposo,
el ruiseñor canta salvajemente.
Eduardo Chicharro Briones, sin título, en El libro de los sonetos en lengua española, Prólogo, selección y notas
de Luis Antonio de Villena, Madrid, Turner, 1a edición, 2005, p.177.
397
408
Nota de José Carlos Mariátegui (1894-1930) sobre sonetos de Martín Adán.
El Anti-soneto / José Carlos Mariátegui 398
Ahora sí podemos creer en la defunción definitiva, evidente, irrevocable del soneto. Tenemos, al
fin, la prueba física, la constancia legal de esta defunción: el anti-soneto. El soneto que no es ya
soneto, sino su negación, su revés, su crítica, su renuncia. Mientras el vanguardismo se contentó
con declarar la abolición del soneto en poemas cubistas, dadaístas o expresionistas, esta jornada
de la nueva poesía no estaba aun totalmente vencida. No se había llegado todavía sino al
derrocamiento del soneto: faltaba su ejecución. El soneto, prisionero de la revolución, espiaba la
hora de corromper a sus guardianes; los poetas viejos, con máscara de juventud, rondaban
capciosamente en torno de su cárcel, acechando la oportunidad de libertarlo; los propios poetas
nuevos, fatigados ya del jacobinismo del verso libre, empezaban a manifestar a ratos una tímida
nostalgia de su autoridad clásica y latina. Existía la amenaza de una restauración especiosa y
napoleónica: termidor de las repúblicas de las letras. Jaime Torres Bodet, en su preciosa
revista Contemporáneos, inició últimamente una tentativa formal de regreso al soneto,
reivindicando así en la más tórrida sede de América revolucionaria. Hoy, por fortuna, Martín
Adán realiza el anti-soneto. Lo realiza, quizá, a pesar suyo, movido por su gusto católico y su
don tomista de reconciliar el dogma nuevo con el orden clásico. Un capcioso propósito
reaccionario, lo conduce a un resultado revolucionario. Lo que él nos da, sin saberlo, no es el
soneto sino el anti-soneto. No bastaba atacar al soneto de fuera como los vanguardistas: había
que meterse dentro de él, como Martín Adán, para comerse su entraña hasta vaciarlo. Trabajo de
polilla, prolijo, secreto, escolástico. Martín Adán ha intentado introducir un caballo de Troya en
la nueva poesía; pero ha logrado introducirlo, más bien, en el soneto, cuyo sitio concluye con
esta maniobra, aprendida a Ulises, no el de Joyce sino el de Homero. Golpead ahora con los
nudillos en el soneto cual si fuera un mueble del Renacimiento; está perfectamente hueco; es
cáscara pura. Barroco, culterano, gongorino, Martín Adán salió en busca del soneto, para
José Carlos Mariátegui, “El Anti-soneto”, Amauta, Lima, 1928, Nº 17:76, en https://sisbib.unmsm.edu.pe/
bibvirtual/libros/literatura/La_polem_vang/Anti_Son.htm
398
409
descubrir el antisoneto, como Colón en vez de las Indias encontró en su viaje la América.
Durante el tiempo que ha trabajado benedictinamente en esta obra, ha paseado por Lima con un
sobretodo algo escolástico, casi teológico, totalmente gongorino, como si expiara la travesura de
colegial de haber intercalado entre caras ortodoxas su perfil sefardí y su sonrisa semita y
aguileña. El antisoneto anuncia que ya la poesía está suficientemente defendida contra el soneto:
en largas pruebas de laboratorio, Martín Adán ha descubierto la vacuna preventiva. El antisoneto
es un anticuerpo. Sólo hay un peligro: el de que Martín Adán no haya acabado sino con una de
las dos especies del soneto: el soneto alejandrino. El soneto clásico, toscano, auténtico es el de
Petrarca, el endecasílabo. Por algo, Torres Bodet lo ha preferido en su reivindicación. El
alejandrino es un metro decadente. Si nuestro amigo, ha dejado vivo aún el soneto endecasílabo,
la nueva poesía debe mantenerse alerta. Hay que rematar la empresa de instalar al disparate puro
en las hormas de la poesía clásica.
410
Sonetos de Manuel Maples Arce
EL POETA Y EL CIEGO399
Una tarde que en Londres paseaba ociosamente
adosado a una esquina hallé un ciego cantor;
parecía una escultura por su mirar ausente.
Mi socorro en sus manos le puse con fervor.
En sus brazos brezaba un acordeón doliente
de voces quejumbrosas y dolor de arrabal.
Cantó algo parecido a mi vagar trausente,
por el tiempo y los muros de una edad ideal.
¡Cuánto me gustaría que los viejos juglares
cantaran las estrofas de mi viviente afán,
por calles trajinantes de mancillados lares!
Y que siempre se canten en las tardes de duelo,
polvorosas de gente, como el Portobelo,
entre harapos y huesos que al camposanto van.
Manuel Maples Arce, Las semillas del tiempo. Obra poética 1919-1980, México, FCE, 1a edición en Lecturas
Mexicanas, 1990pp.137-138.
399
411
LA PLAZA LABRADA400
En una tarde clara y azul como mi amada
llegaban a la plaza bandadas de estudiantes,
se aplaudía, se reía con risas coruscantes
en la solemnidad de la piedra labrada.
Todo tenía un aire brillante de parada,
irradiaban de gozo los jóvenes semblantes,
apenas un presagio: los esbirros con guantes,
y la sangre corrió por la plaza labrada.
Muchos, muchos subieron la escalera mellada
y sintieron las ráfagas. Los días espeluznantes
alcanzaron el grito de la carne sangrada:
esperan en la sombra de los tiempos distantes.
¡Adelante, adelante las banderas chasqueantes,
por los que no volvieron de la plaza labrada!
400
Ibid., p.149.
412
ESAS CURSIS ROMÁNTICAS…401
Esas cursis románticas de los ojos rasgados
que hemos visto en los bailes silenciosas llegar,
con la mano en los senos levemente ondulados,
semi-espejan saludos mixtilíneos de frac.
Y en la enferma sonrisa de los labios pintados
la nostalgia se asoma cuando tocan un vals,
tal parece que añoran viejos bailes pasados
del invierno que nunca ya jamás volverá.
A veces en la punta de un saludo mundano,
nos alargan la pulcra laxitud de una mano,
meniquelescamente, como haciendo un favor,
y en las caras clownescas, la boca ensangrentada
se rasga en un fruncido, cual si una puñalada
partiera en dos mitades un breve corazón.
401
Ibid., p.111.
413
XVII,402 Jaime Sabines
Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo
que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza.
No eras distinto a mí, ni eras lo mismo.
Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.
Eras, cuando caía, eras mi abismo,
cuando me levantaba, mi fortaleza.
Eras brisa y sudor y cataclismo,
y eras el pan caliente sobre la mesa.
Amputado de ti, a medias hecho
hombre o sombra de ti, sólo tu hijo,
desmantelada el alma, abierto el pecho,
ofrezco a tu dolor un crucifijo:
te doy un palo, una piedra, un helecho,
mis hijos y mis días, y me aflijo.
Jaime Sabines, Poesía, nuevo recuento de poemas, México, Joaquín Mortiz-SEP, 1a edición en Lecturas
Mexicanas, 1986, p.237.
402
414
Enrique González Rojo Arthur, sonetos con sobrerrima (o súperrima o rima en contrapunto).
Este soneto es doicosasílabo (22 sílabas rítmicas, 2 endecasílabos)
VIAJE AL PADRE (apartado 11)403
Ni roto altar, sino prisión desierta... De los muros de carne desististe.
Pero no solamente te evadiste de las barras venosas, de la incierta
palpitación del pulso, de la oferta de segundos de más, de lo que insiste
en que el tiempo, el espacio y lo que existe no serán evasión ni cosa muerta.
Cambiaste tu mazmorra por la puerta. Pero no solamente el paso diste
para arrojar amarras, sino fuiste capaz de ser el preso que deserta
de sí mismo, de su alma, de la huerta de lirios y vivencias donde existe
la identidad, el ente en que subsiste la ecuación de igualdad siempre despierta.
Mas, prófugo de ti, ya no te dura, sino el pueblo de ruinas de tu historia,
el suave rechinar de la memoria, tus restos que ennoblecen la basura
y el polvo que, muriéndose, murmura que no puede existir escapatoria.
Pero tu alma no está muda, destruida; bajo el estercolero de la nada
relampaguea en letras, reencarnada. Se encuentra para siempre detenida
en el soplo de métrica y de vida que la hace eternidad encuadernada.
Enrique González Rojo Arthur, Apolo musageta, México, UAM-A, 1989, pp.1106-1107, Archivo digital: http://
www.enriquegonzalezrojo.com/pdf/APOLOMUSA.pdf
403
415
Soneto con serventesios, homeométrico, que intercala versos icosasílabos y decasílabos.
LES ARTS FLORISSANTS404
Polvo y silencio. Ya no derrama su voz el piano, mudo y dormido.
No hay más sonido que el que declama,
chisporroteando, perpleja llama que toca el solo de su crujido,
pequeño aullido sin pentagrama.
Las teclas rotas. El tiempo en brama. Radio que sólo transmite ruido.
El piano, erguido sobre su drama,
es como un barco que se embalsama sobre la tierra, ya desasido
de un mar barrido del panorama.
Despojo al piano de inconsecuencias. Resano partes. Oigo y afino.
Voy en camino de las cadencias
que están ocultas en sus potencias. Voy tras el dulce y añejo trino.
Y en este instante, por fin, ya lista la partitura de lo soñado,
sé que ha llegado la hora prevista.
Pero no basta porque el pianista también requiere ser restaurado.
404
Ibid., p.1054.
416
Sonetos heterotónicos de Enrique González Rojo Arthur
AL GALLO EN PUNTO405
Viene la noche, ladra la negrura,
las luciérnagas sufren tarascadas.
Las caderas se inclinan, cinceladas
en granito sensual por su postura.
Caída la conciencia, la criatura
hojea sus neuronas, sus aladas
vivencias interiores, dedicadas
a extraer a dos manos la locura.
De las pupilas clausuradas brota
la imagen de la muerte, pero rota
por las respiraciones reposadas.
Los espectros se agitan, desperezan,
se levantan, se mueven, se tropiezan,
y se suben por fin a sus miradas.
405
Ibid., p.1001.
417
REGALO DE CUMPLEAÑOS406
Hormigas en la piel del arrebato,
uñas que merodean un delito,
labios al hombro, piernas de granito,
dulce rompecabezas de lo grato.
Promisa división: el garabato
de ensortijada noche, y el proscrito
pezón que jinetea su distrito:
la febril curvatura del recato.
Fabricación del vértigo. Turgencias
de un talle que enarbola sus urgencias.
Epidermis que grita por un hombre.
Tararear de sirena, voz irónica.
Manos en una guía telefónica.
Búsqueda sin cesar. Dedo en mi nombre.
406
Ibid., p.1005.
418
ITINERARIO DE EROS407
El oscuro del bosque fue escenario
de un gozoso ritual: desinhibidos,
acarician dos jóvenes, vestidos,
las líneas de su cuerpo imaginario.
Sopla el ser. Urge un poco al calendario.
Corren meses y lustros. Los sentidos
maduran y los cuerpos desvestidos
brincan del abecé al abecedario.
Después, la cama dicta su estatuto.
Y ahí termina todo. No hay más fruto
de goce que la carne enaltecida.
La cama y el placer. No los dolores.
No es posible afirmar: los estertores
son el último orgasmo de la vida.
407
Ibid., p.998.
419
Soneto homotónico de Enrique González Rojo Arthur
PRELUDIO Y FUGA408
En la noche brilló, móvil, la rosa,
en pedestal de mármol perfumada.
La mano, hacia su tacto reclinada,
se acercó a los rubores, temblorosa.
Excitación y arrojo. Peligrosa
lluvia táctil en carne alborotada.
Cálida, la beldad acorralada
quedó, tras del acoso, silenciosa.
El último minuto desanuda
mi raíz, y su prisa ya en camino
del inútil impulso de la duda.
Pero sé que su pie la desvanece,
e impide las intrigas de destino
que mi piel hecha vértigo le ofrece.
408
Ibid., p.1070.
420
OTRAS TRANSICIONES, CONTINUIDADES Y VARIACIONES
LAS BODAS MÍSTICAS409 (fragmento), Javier Sicilia
Perdóname, Señor, no me sabía
tan blanca ni tan bella; tengo sucios
los labios de saciar otros deseos
y mis ingles manidas y llagadas;
perdóname, mi Amor, no comprendía,
de tanto avergonzarme ante tu cuerpo,
que en tu lecho se cifra toda carne
y se redime el mundo con tus besos.
No tengo ya vergüenza que oponerte,
ni velo, ni vestido, ni sandalias;
sólo un vasto deseo me domina,
una pasión oculta que me impulsa
a perderme en la sima de tu lecho
y a aliviarme desnuda entre tu Reino.
Hoy conozco delicias más profundas
que el dolor; si es mi cuerpo lo que siento
o el Tuyo, no lo sé. No sé si es gozo
o dolor lo que corre por mis labios;
hoy conozco delicias más profundas
que el temor: Tu caricia es un gran viento
que sacude mi piel y me extravía,
Tus labios un tañido de salterio
Javier Sicilia, “Vigilia” (1994), en La presencia desierta. Poesía 1982-2004, México, FCE, 1a edición, 2004, pp.
84-85.
409
421
donde encuentro el olvido de mí misma;
hoy conozco delicias más profundas
que el amor: si Tu cuerpo no es el Reino
no sabría, mi Amor, qué son los Cielos,
ni el sueño donde todo al fin concluye,
ni la alta desnudez del Paraíso.
422
CUÁNTO ADIÓS…,410 Roberto López Moreno
Escribo en la pared, en la tarde, en todo,
con la tinta ceñida del desvelo;
apenas vocación de humilde vuelo
las palabras que buscan acomodo.
Tu cuerpo de maíz, que de algún modo
se colude con la amplitud del cielo,
se hace perfil que escinde, es escalpelo
en la arteria del aire y del lodo.
Escribo en la pared, la tarde y la hoja,
este grito de sangre que sujeto
en las alas bogando de la foja.
Las palabras se hilvanan en inquieto
aletear que las hace y las deshoja.
Cuánto adiós cabe en un solo soneto.
Y todo late en todo y eres todo,
la noche, la mañana y el desvelo,
el reptar, el erguirse, el vasto vuelo,
el desatino y junto, el acomodo.
Eres la forma tú, eres el modo,
la manera de ser del mar y el cielo,
Roberto López Moreno, “13 sonetos + 1 sonejo= 14 dolores y 1 gozo… el silencio; o catorce sonetos”, en De la
obra poética, México, Ediciones Papeles Privados, 1a edición, 1995, pp.342-343.
410
423
la seda que acaricia, el escalpelo,
la nube copulando con el lodo.
Si tú palpitas se sacude la hoja,
hiperbólica esencia que sujeto
en la tinta ariscándose en la foja.
Eres todo del todo, sol inquieto,
un adiós que sacude y que deshoja.
Cuánto adiós cabe en un solo soneto.
Adiós, suspiro que lo abarca todo,
tú, quien nace y quien crece en mi desvelo,
recuérdame una vez, Hilda del vuelo,
ahí donde los sueños acomodo.
Acaba de ausentarte, de tal modo,
que te empiece a encontrar en suelo y cielo,
maneja a puño firme el escalpelo
sobre este ardiente y angustiado lodo.
Escribe en mi hoja con tu savia de hoja,
da a este sujeto tan a ti sujeto
la foja con las alas de la foja.
Esto es la despedida, zumo inquieto,
esto es lo que fue canto y se deshoja.
Cuánto adiós cabe en un solo soneto.
424
También Salvador Novo tiene un soneto con reiteración de palabras, o palabras-rima, pero en
este caso sólo son cuatro que se replican a lo largo del soneto: el verso cinco contiene las cuatro
palabras utilizadas.
1956411
Detrás del muro blanco de los días
calla el Misterio. Pródigas, las horas
nos llevan de la mano a las auroras
de sus sorpresas y sus alegrías.
Días, horas, auroras, alegrías
llenan de dicha, pródigas, las horas
de un Año Nuevo tal, que sus auroras
renueven la ventura de sus días.
Cuente el reloj la dicha de las horas
que palpitan al ritmo de los días
luminosos de espléndidas auroras.
Y pruebe con los suyos alegrías
que hagan volar los años como horas
y transcurrir los años como días.
411
Salvador Novo, Poesía, México, FCE, 2da reimpresión, 2012, p.183.
425
Sonetos de Héctor Cisneros.412 Cisneros continúa con la tradición de construir sonetos a partir de
las mismas palabras finales.
MUSA LITERARIA
(in)justamente a ella
I
Oh musa, ¿cuántos son tus avatares?
¿Eres esta mujer que me ha inspirado,
por quien quiero dejar la pluma a un lado?
Si te anunciara el blanco en los azahares…
Pero sólo has venido por azares.
Y yo en las soledades te he esperado
para oír tu beatífico dictado;
pero en vano hice voto en tus altares.
Ella es de carne; tú, musa de espuma,
tu canto merodea entre la bruma;
si vienes, sólo embriagas mis oídos.
Me voy con esa musa hecha de piel,
que aunque tampoco ella fuere fiel,
ella me embriaga todos los sentidos.
412
Héctor Cisneros Vázquez, Vestigio de las olas, México, Desliz, 2021, En prensa.
426
II
Ay, tienes engañosos avatares,
musa mía que ya me has inspirado
y a quien yo, tan ingrato, hice de lado
por otra de piel blanca como azahares.
Ella no regresó ni por azares,
aunque en las multitudes la he esperado
anhelando sus ojos y dictado.
¡En vano dejé el voto en tus altares!
Extraño tu canción de humo y espuma,
incierta cual luciérnaga en la bruma:
sólo embriaga o desprecia mis oídos.
Pues la musa de aromas y de piel,
sonriéndose, lo que hizo siempre fiel
fue mortificar todos mis sentidos.
427
Sonetos de Alí Chumacero con rima asonante
DESTRUCCIÓN DE LOS SENTIDOS413
Iniciase el silencio de tus ojos,
naciente soledad bajo mi aliento;
es cíngulo mortal que sobre el cuerpo
desciñe tus gemidos de abandono.
Es como mar sitiado por la cólera
este duro silencio, luz que hiere
ahogándome en un sueño donde crece
el más tenaz dolor que me devora.
No existe sino duelo, oscuridad;
una indeleble noche que se inicia
desde el voraz silencio de tus párpados.
Ojos y oídos mueren; el mirar
y el oír con violencia me deslizan
sin sonido ni luz entre tus brazos.
413 Alí
Chumacero, en Oscura lumbre. El soneto Erótica en la poesía mexicana. Antología, Prólogo y selección de
Brígido Redondo, Campeche, Casa Maya de la Poesía, 2008, p.101
428
VIVO EN TUS BRAZOS414
Vivo en tus brazos como un sueño, solo,
y soy la ola erguida nuevamente
que de la espuma hacia la playa asciende
y cae destrozada entre tus ojos.
Como la luz que arrancas de mis párpados,
ceniza de tinieblas y de abismos;
como el ciego latir de mis oídos,
ya recuerdo de aire sobre mármol,
volveré a ser el destrozado beso
ávido de anegarse entre tus labios,
y sentiré de nuevo sobre el cuerpo
el oscuro silencio de tu pelo,
el delgado murmullo de tus manos
y la tristeza última del sueño.
414
Ibid., p.102.
429
EL TIEMPO Y LA CUENTA,415 Autor desconocido
Pídeme de mí mismo el tiempo cuenta;
si a darla voy, la cuenta pide tiempo:
que quien gastó sin cuenta tanto tiempo,
¿cómo dará, sin tiempo tanta cuenta?
Tomar no quiere el tiempo, tiempo en cuenta,
porque la cuenta no se hizo en tiempo;
que el tiempo recibiera en cuenta tiempo
si en la cuenta del tiempo hubiera cuenta.
¿Qué cuenta ha de bastar a tanto tiempo?
¿Qué tiempo ha de bastar a tanta cuenta?
Que quien sin cuenta vive, está sin tiempo.
Estoy sin tener tiempo y sin dar cuenta,
sabiendo que he de dar cuenta del tiempo
y ha de llegar el tiempo de la cuenta.
Atribuido a Miguel de Guevara, “El tiempo y la cuenta”, en Mil y un sonetos mexicanos, Selección y nota
preliminar por Salvador Novo, México, Porrúa, 8va edición, 2003, p.194.
415
430
Soneto monorrimo,416 sin título, de Eduardo Lizalde
Sólo el tigre más alto muere a tiempo,
antes que lo destruyan a destiempo
buitres, moscas y otras larvas del tiempo
que para el buen yantar toman su tiempo.
Termina al filo de la noche el tiempo
de los que salvos mueren de su tiempo
sin dar respiro, tregua, tiempo al tiempo,
contra Dios, contra el mundo, contra el tiempo.
Nadie con luz puede vencer al tiempo,
porque la luz parece con el tiempo;
están hechas penumbras y luz de tiempo.
El tigre es alta luz, pero no es tiempo.
El tiempo, tigre puro, es todo el tiempo,
y tigre y luz y mundo, son del tiempo.
416
Eduardo Lizalde, Tabernarios y eróticos, México, Vuelta, 2da edición, 1989, p.44.
431
SONETO ACABADO EN J: “REPOSO DEL GUERRERO”,417 Eduardo Langagne
Protegido mi pecho en el gambaj,
afilo el arma, brilla su relej;
en una dulce tregua, el almofrej
me da el sueño al rumor del rebalaj.
Hay consuelo a mi herida en el borraj
y andaré aún estando pedicoj,
pues no anhelo yacer bajo el alioj,
ni ungido héroe como un almiraj.
Me protegen la noche y el cambuj,
conozco igual la espada que la troj,
amo el aroma del almoraduj
si adereza el carnero el maniblaj.
Serenamente, oculto tras un boj,
espera desafíos mi carcaj.
A continuación presento la explicación que ofrecen los compiladores de la obra de la que extraje
este soneto sobre el significado de las palabras árabes empleadas en el poema:
el gambaj es esa camisa de red metálica que todavía podemos ver en las películas de cruzados. El
relej es el bisel de un arma punzocortante, el almofrej es una cama de campaña, parecida a las
camillas de emergencia, sencilla y ligera. El suave que produce el agua al escurrir entre las rocas
de la playa se llama rebalaj. Borraj es borax, para curar heridas; pedicoj se dice también pedicojo:
lastimado de un pie. Al pedazo de mármol que se coloca encima de las tumbas se le llamó alioj.
El almiraj es un grado militar, en español se usa almirante, pero antiguamente el término era para
soldados tanto de mar como de tierra. Cambuj es una cubierta negra para la cabeza, como un
pasamontañas negro, ¿se acuerdan de la palabra cambujo, que denominaba un color de piel muy
oscuro? La troje, se dice ahora, era troj, en árabe. El almoraduj era un guiso, un estofado con
carne y especias, la palabra me recuerda el olor de la carne guisada; el maniblaj era un ayudante
de cámara y de cocina, un sirviente más o menos especializado, según entiendo. Boj y carcaj son
términos conocidos. 418
Eduardo Langagne, en Palabras en poesía. Diccionario poético por cincuenta poetas mexicanos, José Cedeño et
al., México, siglo xxi, 1a edición, 2008, p.54.
417
418
Ibid., pp.54-55.
432
DONDE HABITA LA LUZ,419 Jorge Valdés Díaz-Vélez
La noche de tu cuerpo resguarda en sí la noche
dispersa en el agua del comienzo, cuando noche
no era un espacio entre los días. No, la noche
más honda de tu cuerpo viene de aquella noche
fraguada en el eterno silencio de una noche,
donde el mar sin mar no era palabra, ni la noche
moría en cada orilla sabiéndose otra noche
más —arena en qué tiempo—, a su medida. La noche,
la oscura en que discurres, la encendida, es la noche
donde gestan el mito los mitos de la noche,
la noche que es cóncava y convexa entre la noche
del relámpago en sueños de agonía. Esta noche
deslazas por tu sombra las lenguas de la noche
primera, las líquidas hogueras de tu noche.
419
Jorge Valdés Díaz-Vélez, La puerta giratoria (Premio de Poesía Aguascalientes 1998), México, Joaquín Mortiz /
INBA, 1a edición, 1998, p.52.
433
PERO… ¡QUÉ GENTE!,420 Gabriel Zaid
Hubo una vez un presidente
que quiso investigar rápidamente
una cuestión espantosa y urgente,
según decía todo la gente.
Y para desafinar solemnemente
su celo inmenso de cumplir con la gente
se puso un plazo audaz, breve, inminente.
Y hubo un rugido público imponente.
Mas sucedió que, desgraciadamente,
cuando ya meritito el presidente
iba a encontrar detectivescamente
la clave del asunto, de repente,
se dio la vuelta y encontró a la gente
con un tema de moda diferente.
Entonces, tristemente,
dijo: Pero… ¡Qué gente!
420
Gabriel Zaid, en Sonetos: Qué son… etos? El soneto atípico en la literatura, Guadalajara, Jalisco, México,
CULagos Ediciones, 2014, p.167.
434
DEL ANILLO DE LA PUREZA,421 Julia Santibáñez
El Cardenal Rivera, fiel mariano,
se puso a hablar del tópico del ano
que da sin recibir, cual buen cristiano,
hechura del Creador, del Soberano.
Pero el convenenciero parroquiano
“Amaos los anos a los otros”, vano,
acata con fervor de franciscano
cual si mandato diera el Vaticano.
Todos reciben gusto por el sano
que el Señor entregó al ciudadano,
¡incluso dicha dan al puritano!
En vez, Rivera ruega a San Susano
su anillo conservar casto, lozano,
si bien se dice que le cabe un piano.
421
Julia Santibáñez, Sonetos y son quince, México, Parentalia, 1a edición, 2018, p.15.
435
Sonetos de Jorge Valdés Díaz-Vélez
D. F. (Tríptico)
III422
La mano que te palpa reconoce
el musgo de tu sueño y tu memoria,
sa(n)grado escapulario de la historia
de un pueblo que inventó en tu piel su roce.
Te acecho al caminar, sin que destroce
tu propia voluntad la misma escoria.
Tu imagen ronda el vértigo sin gloria
de un vago territorio. Aquí no se
viene a morir, aquí se muere un poco
de nosotros, oscuros habitantes,
al filo de tu lengua. Aquí se labra
soberbia la humildad. Aquí te invoco
y me alzo si al caer por tus instantes
mi mano arde en la flor si es tu palabra.
422
Jorge Valdés Díaz-Vélez, La puerta giratoria (Premio de Poesía Aguascalientes 1998), México, Joaquín Mortiz /
INBA, 1a edición, 1998, p.28.
436
XOCHIQUETZAL423
(Homenaje a Chuang Tzu)
Anoche te soñé. Llevabas una
gabardina de piel, y abajo nada.
Era otoño y estabas empapada
de lluvia; caminabas en alguna
estación de Madrid, hacia ninguna
parte. Detenías tus pasos, cada
tanto, para sentir azafranada
tu piel resplandecer ante la luna
de un espejo invisible donde había
un hombre que soñaba una mujer,
y una mujer semidesnuda, hermosa,
mojada en el orvallo. Todavía
me parece mirarte sostener
la mirada de aquella mariposa.
423
Ibid., p.34.
437
NOX424
Algo como un temblor que se despide
tiembla sobre el jardín, lleva las hojas
por la sombra del valle, nubes rojas
y pájaros arriba. Nada impide
su vuelo hacia el crepúsculo. Y el viento
trae junto a las súbitas estrellas
un polen de bondad, desiertas huellas
del mar en rotación, el crecimiento
de la tarde. Anochece. Parte del día
sin dolor aparente ni alegría.
Cuántas veces he oído a este paisaje
mudar a voluntad frente al oleaje
del alba o el ocaso. Ya está oscuro
el mundo. Están la noche y el futuro.
424
En Herida sombra, Monterrey, Nueva León, México, Posdata Editores, 2012, p.44.
438
Sonetos de Gerardo Deniz
DE RUINA425
… que a ruinas y a estragos
sabe el tiempo hacer verdes halagos
1
Sumisa condición, la semejanza
cede a la libertad que la aprisiona
y al perder pie su tránsito perdona
en imperio mortal muerta asechanza,
aquel puntual ensalmo de la danza
invadido por días sin corona,
y piedra coronada que abandona
cualquier empedernida remembranza
entre un débil mentir de capiteles
donde el afán concluye en obediencia
al sospechar postreros timoneles
que el vasto pasmo del laurel consuma
para ser en inútil permanencia
ocio de luz y término de bruma.
425
Gerardo Deniz, Erdera, México, FCE, 1a edición, 2005, pp.22-23.
439
3426
Luto gentil al orden despojado
concede palmo a palmo la maleza,
suma de acierto y húmeda destreza
sobre tanto fulgor equivocado
que probó los reparos y el cuidado
en el trance letal de la torpeza,
hasta volver a medias la cabeza
y sufrir la quietud a su costado
celebrando la trama silenciosa
del castigo sensible que la espina
impone y guarda, por igual celosa,
para vestir de redes sin sentido
el mineral esmero de la ruina
a sus hábiles artes sometido.
426
Ibid., p.24.
440
XX,427 Víctor Manuel Mendiola
Te acercas a mi lado para ceñir el dócil animal que te aguarda entre las alamedas
de mi sangre residuo de esa sombra sin límites donde los tigres bajan a beber del arroyo
y remuevo las hojas quebradas sobre el aire lunar de un estallido de espuma en el escollo
de estrellas que señala un principio de amor en las alcobas de higos con labores de sedas.
Pero quiénes te dieron este instante por donde vas con los labios húmedos hacia las fibras de oro
disueltas por los ácidos de una nube rebaba en las emanaciones de un río que se entierra
inexorablemente bajo la superficie como un gusano púrpura que adormece la tierra,
astilla subterránea que roza los costados del cuerpo y tú me cubres con las sales que adoro.
Y así nos desnudamos sin ninguna señal de temor en las manos llenas con nuestro espacio
de pálida presencia y lugares de oscura rugosidad y donde la noche se desborda
infinita en el golpe de mi pulso que mancha las cortinas abiertas de mi piel y la tuya.
Más tarde, cuando todo permanece en silencio, y somos nada más la herrumbre de un palacio,
acaricio tu mano inmóvil en la balsa de humo de esa caída que de manera sorda
se escapa del dominio pedregoso de nuestra eventual residencia y donde el viento aúlla.
Su esquema de rima interna es ABCD-EFBG-HIF-JFK.
Víctor Manuel Mendiola, Poemas, México, El Tucán de Virginia, 1980, pp. 53 y 55, Puede descargarse en https://
cuadernospotosinos.files.wordpress.com/2013/07/poemas-victor-mendiola.pdf
427
441
XIX428
Comienza por la tarde a contar las llanuras de la luna recién abiertas en el cielo
y toca las primeras avenidas de luz que desborda el fulgor de Sirio sobre el alma.
No digas las estrellas, ni los meandros del río, ni la tierra en el fondo del agua, ni los peces.
Espera, aguarda, deja que las sombras te cubran en murmullo de paños y vuelva la memoria.
(Ahí, contra la hiedra, en el borde del muro asediado de juegos, repites esa historia,
repites sus lugares: una calle cansada que termina sin fuerza en cada losa sucia
y un hombre cabecea bajo el peso del sol apoyado en la parte más alta del camino
y el aire torpe mueve su postura de anciano que señala sus venas vacías de deseo).
Pero ese instante acaba sin reposo en ningún anaquel de tu armario ahora carcomido
por bestias diminutas que desatan la fiesta de la muerte en tu espacio de nubes sobre el vidrio
y tocas, poco a poco, cada objeto del cuarto para oír los manglares que la noche descubre.
Entonces, te aproximas al destello del vidrio donde todo sucede fugaz y casualmente.
Prolongas tu mirada hacia afuera del cuarto y los árboles crecen más bellos todavía
bajo el influjo tórrido o de estepa del viento lunar que te adormece más y más cada día.
Esquemas rima externa: ABCD-DEFA-GGH-IJJ. Y de rima interna: ABCA-DEFG-BHG-CGI.
428
Ibid., pp. 49 y 51.
442
GLORIA VICTIS,429 Juan Domingo Argüelles
No hubo ninguna noche
sin soneto
en toda tu existencia
desvelada;
tal te lo propusiste
como un reto
antes que te perdieras
en la nada.
Lo que versificaste
vale nada,
y aunque mediste bien
cada soneto
viviste vida en prosa
condenada
a cuidar cada día
tu respeto.
Fue tu triunfo poético
completo
que una calle por nadie
transitada
reproduzca en sus muros
un soneto
que tú escribiste
con pensión saldada:
ya el tiempo lo corroe
por completo:
vuelves a ser del tiempo,
otra vez, nada.
Juan Domingo Arguëlles, en A la salud de los enfermos, México, Verdehalago / CONACULTA, 1a edición en La
Centena Poesía, 2005, p.55.
429
443
Sonetos de Vicente Quirarte
VII430
La lenta orquídea viva entre tus piernas,
más cruel cuanto más mía y más lejana,
mira triunfante al oso que descansa
entre sedas y abismos de tu cuerpo.
La noche empieza apenas y la orquídea
levanta la cabeza con orgullo.
Amazona montada en jaca de oro
es garra y flor, centauro y mariposa.
Y hay un lento batir de halcón nevado,
un volcarse del mar que se hace cielo,
un abrir de compuertas al vacío,
un loco galopar hacia la nada
y ese espasmo final de cierva herida
cuando tu cuerpo dice ya me vengo.
430
Vicente Quitarte, Razones del samurai (1978-1999), México, UNAM, 1a edición, 2000, p.175.
444
VIII431
Después tu cuerpo fue la calle en calma,
serena plaza absorta bajo un cielo
donde arrebatan dementes las estrellas
y la noche aquietaba al sol cautivo.
No busques esas huellas en tu espalda
ni pronuncies el nombre de mis manos.
La certeza del tiempo y su castigo
es sentir en la piel este aire agudo.
El sabor de tu carne desbocada
quedará sin embargo como prenda
del cuerpo que en mí sed halló su nombre
y en las tardes plateadas del otoño
la soledad sabrá que en ti el verano
es estación que llega y ya no parte.
431
Ibid., p.176.
445
XII432
¿Sabes, Lucrezia, que hay algunos días
en que pienso que amarte y existirme
son como las perdices y el sabueso
que en la muerte por fin se reconocen?
Quiero decir que amar tan a lo bestia
troca lo que era paz en agonía:
el viento entre el manzano y los viñedos,
el trigal bajo el sol de mediodía.
Pero pienso, al mirar la tela estéril,
que volver a vivir sólo de objetos
será segar la luz y esta tarea
de vivir sin pintar lo que fecundo
—los panes, la manzana, esta botella—
nace en mi corazón con otro nombre.
432
Ibid., p.180.
446
Sonetos de Gabriel Zaid
FÉNIX433
Las furias llegan desde cielos tranquilos,
en un viraje mínimo de la memoria,
como un chirrido eléctrico
en las líneas de alta tensión.
A lo lejos se funde el aire seco
de la conciencia, la verdad
asesina, el tiempo derretido
en borbollones de cristal.
Las furias llegan como pájaros
carniceros que saben la verdad
última.
Ante el revuelo atronador, renace
la gratitud furiosa
en la demencia de las víctimas.
433
Gabriel Zaid, Reloj de sol, México, Random House Mondadori, 1a edición, 2009, p.111.
447
TRANSMISIÓN NOCTURNA434
Las selvas africanas, el Nilo
que se desborda, las costas de Grecia,
una sonrisa imperceptible, las ciudades:
todo reducido a mirada, pintura, telefoto.
El robo del fuego, la expulsión
del paraíso, la poesía, la construcción
de templos, las batallas, el poder y la gloria:
todo reducido a leyenda, historia, teletipo.
La noche duerme y el reloj habla solo:
transmite el mundo, las constelaciones,
la historia universal.
En el delirio del tic tac binario,
el universo se expande con la lentitud
de la hierba: todo pasa reducido a silencio.
434
Ibid., p.112.
448
2. LA MULTIVOCALIDAD DEL CANTO: EXPRESIÓN RECIENTE Y
CONTRASTE
449
450
[DI]VISIONES DE LA POESÍA: ORTODOXIA, HETERODOXIA Y HEURÍSTICA
Colección de sonetos bufos.
Estos primeros sonetos son anteriores al siglo XX y poseen un carácter de denuncia, que a ratos
representa la realidad con suma crudeza.
CONTRA EL BANDO DE ENCARCELAR A LOS POBRES DESNUDOS,435 José Manuel
Sartorio (1746-1829)
Una manta a su cuerpo trae pegada,
y tal vez nada más, la pobre gente;
mas no ofende al pudor, pues finalmente
es un tápalo-todo una frazada.
Chupa y calzones lleva una alindada
currutaca persona: es evidente;
mas los bultos descubre impunemente
de partes y trasero. ¡Ay, que no es nada!
No obstante, la celosa policía
perdona a ese tapado descubierto
que más bien la sentencia merecía;
y condena al desnudo, aunque cubierto.
¿Esto por qué será? Juro a fe mía,
que es porque el pobre siempre hiede a muerto.
José Manuel Sartorio, tomado de Omnibús de poesía mexicana, Presentación, compilación y notas de Gabriel
Zaid, México, Siglo XXI, 21a edición, 1997, p.281.
435
451
El siguiente soneto cumple a cabalidad aquella consigna de que el verso final debe ser la síntesis
o giro del soneto.
SONETO CONTRA LOS ROMÁNTICOS (1874),436 Anónimo
¿Por qué te vas, mi bien, por qué motivo
sin razón te separas de mi lado,
dejándome de pena contristado
y sumergido en el dolor más vivo?
¿Por qué apartas de mí tu rostro esquivo
y a otra parte lo vuelves enojado?
¿Qué causa di a rigor tan impensado
y a furor tan cruel e intempestivo?
¿Por qué te vas, no sabes, ángel mío,
que con tu ausencia el alma me asesinas,
que extasiado de amor yo me extasío
contemplando tus gracias peregrinas?
¿Por qué te vas, por qué tanto desvío?
—Voy a echarle maíz a las gallinas.
436
Ibid., pp.290-291.
452
Los siguientes dos sonetos se quejan de los diputados.
UN DIPUTADO DE PROVINCIA,437 Anónimo
Ancho como un tonel, muy colorado,
maneras toscas, y el andar muy lento,
casaquín rabilargo y polvoriento,
por costumbre el sombrero espeluznado.
Se sienta en la curul cuasi atrojado;
hecho un patán, blasona de talento
y sin nada entender, aquel jumento,
a cada discusión dice: aprobado.
Su distrito reniega del cazurro
que aprueba y desaprueba simplemente,
porque aquel animal, porque aquel burro,
si diputado no es, tampoco es gente.
Tipos como el actual veo con exceso
ocupar los asientos del Congreso.
437
Ibid., p.286.
453
UN DIPUTADO PORFIRISTA (1880),438 Manuel Flores (1840-1885)
¿No es mejor que tejer sillas de tul
y que acabar en condición tan vil
codearse con la gente señoril
y pasearse la vida de gandul?
Pues vamos a atrapar una curul;
seré ministerial, seré servil;
con tal que ponga mano en los “tres mil”
que me pongan a mí de oro y azul.
Esto dijo el pillastre de Manuel.
Se pronuncia, resulta general,
ayuda a Tuxtepec, triunfa con él,
y aquí me tiene usted a este animal
aún oliendo a cantina y a burdel,
diputado al congreso nacional.
438
Manuel Flores, ibid., p.291.
454
Dos sonetos de Renato Leduc, tomados del poemario en homenaje al Arcipreste de Hita que se
titula Breve glosa al Libro de buen amor (1939)
Y EN ESTE ENSIEMPLO SE HABLA DE GAYAS ROMERÍAS CIUDADANAS Y DE AMARGAS
REMINISCENCIAS439
Sol de soles y lunas de la luna,
cielo falaz como falaz mentira,
rueda multicolor de la fortuna
que entre los cohetes de la feria gira.
Fui boy scout en la montaña rusa,
tiré diez tiros en el tiro al blanco
y provoqué la cólera difusa
del proditorio enano del tapanco.
Acérrimo sabor del populacho…
polvo de la barriada… ¿o de la vida?
canción estrafalaria de borracho
que va cantando con el alma herida
un anciano vestido de muchacho
a una lejana novia emputecida.
439
Renato Leduc, Obra literaria, México, FCE, 1a reimpresión, 2016, p.190.
455
ESTE ENSIEMPLO DEMUESTRA QUE NO SOLAMENTE DE MUJERES PUEDEN LOS
HOMBRES HABLAR440
Entonces llegó ella, exactamente ella
luciendo un estruendoso vestido carmesí.
Lujo asiático —dije— pero está usted muy bella…
y ella, naturalmente, me contestó que sí.
Si usted me permitiera, yo le daría mi nombre;
soy un hombre de pluma y me llamo Renato,
lo de la pluma es subsidiario en el hombre
mas tengo un porvenir color permanganato.
Ella me dijo entonces una frase inefable
que por razones obvias no quiero recordar;
permita usted, por tanto, que de esto no le hable.
Pero hay otras cuestiones acerca de las cuales
sin desdoro ninguno podemos divagar:
La Vida… el Comunismo… las partes genitales…
440
Ibid., p.185.
456
Sonetos de Salvador Novo. Presento primero estos dos cuyo asunto es la vida sexual del yo
lírico. No poseen título.
¿Qué hago en tu ausencia? Tu retrato miro;
él me consuela lo mejor que puedo;
si me caliento, me introduzco el dedo
en efigie al plátano a que aspiro.
Ya sé bien que divago y que deliro,
y sé que recordándote me enredo
al grado de tomar un simple pedo
por un hondo y nostálgico suspiro.
Pero en esta distancia que te aleja,
dueño de mi pasión, paso mi rato,
o por mejor decir, me hago pendeja,
ora con suspirar, ora con pedo,
premiando la ilusión de tu retrato
y los nuevos oficios de mi dedo.441
441
Salvador Novo, El libro ca…, México, Diana, 1a edición, 1978, p.107.
457
Nos volveremos a ver. Año tras año
soñé con encontrarte en mi camino.
¡Sol de mis ojos, luz de mi destino!
¿No quisieras, mi bien, tomar un baño?
Nos encontramos uno al otro extraño:
Gordo tú, flaco yo —¡mundo mezquino!
Y me complace ver —¡oh, desatino!—
que hay cosas que no cambian de tamaño.
Te quiero como antaño te quería:
con pasión, con dolor, con amargura,
cual si este siglo hubiese sido un día.
Quiero corresponder a tu ternura:
Levanta tu barriga, vida mía,
que me voy a quitar —la dentadura.442
442
Ibid., p.109.
458
Ahora dos sonetos que tienen que ver con la vida literaria y los adversarios de Novo. Varias de
sus diatribas, no sólo en forma de soneto, serían censuradas en la actualidad no sólo por ser
verdaderamente majaderas y ofensivas, sino porque rayan en lo políticamente incorrecto. En el
primer caso, el poeta arremete contra la revista Crisol y sus integrantes; en el segundo caso, los
dardos son para Ermilo Abreu (1894-1971) y lo que se entiende como una idolatría hacia sor
Juana (Abreu publicó en 1934 una obra sobre la poeta y monja).
CRISOL443
Como encuentra el gargajo escupidera,
cieno el reptil, albergue los ladrones,
hallaron los versíferos ramplones
común deleite en única trasera.
Olieron la nutrida pedorrera
de Héroes de Nacozari, y Obregones
y Caudillos, que en pautas y renglones
el culo de Bojórquez escurriera.
Dios los crió. Y en medio del camino
un solo arriero organizó su trino,
que en revista mensual rebuznificaba.
Gentuza asnal, solípeda y bellaca,
aquello en que fermenta vuestra caca
no le llaméis Crisol, que es bacinica.
443
Ibid., p.61.
459
Antes que el documento se nos pierda
en las indoctas sombras del mañana,
has de saber, Ermilo, que sor Juana,
cual todas las demás, cagaba mierda.
Esta opinión, como verás, concuerda
con la que dio Miss Schons cuando en La Habana,
halló que se pelaba la banana
y que a cada reloj le daban cuerda.
Otro dato importante de la vida
de esa monja que estudias con empeño,
es que tenía su entrada y su salida.
Y que a fin de engendrar Primero sueño,
a falta de una verga a su medida,
entre las piernas deslizóse un leño. 444
444
Ibid., p.70.
460
[CRÍTICA CONSTRUCTIVA],445 Rodolfo Usigli
—Construya usted, me dijo un periodista,
hágame un artículo constructivo.
Entienda bien que de mentir yo vivo
desde que fui constitucionalista.
—Vaya usted, dije, luego de mi vista.
Yo no soy constructor y no soy ‘vivo’.
Sólo por personal dolencia escribo,
o vomito o escupo en tanto exista.
—¿No quiere usted honores ni homenajes?
—En un mundo de putos, me revientan.
—¿Y no quiere usted siquiera gajes?
—Los que a esta edad recibo bien me sientan.
—Se pierde usted del bien de los ambajes.
—Los ganan los demás… y me los cuentan.
(1955)
Rodolfo Usigli, Conversación desesperada, Selección e introducción de Antonio del Toro, México, Planeta, 1a
edición, 2000, p.114.
445
461
EVOLUCIÓN FRUSTRADA,446 Griselda Álvarez
Me he vuelto dulce, dulce y zalamera,
corre mi miel de sápidos panales,
no creo que sea diabetes; esos males
fácil no entrar en la edad tercera.
Soy un poco más curva, carretera
sin presentar peligros a raudales,
balizada con todas las señales
que me enseñó la vida trapera.
Más de una biblioteca tengo adentro
y con ella cualquier tedio se ahuyenta.
Si me propongo puedo ser el centro.
A más de presumida, turbulenta,
para que haya interés en el encuentro.
¡Lástima que esto pase a los ochenta!
446
Griselda Álvarez, Sonetos terminales, México, FCE, 1a edición, 1997, p.127.
462
PARALELO ENTRE LA VIRGEN DE GUADALUPE Y GUADALUPE AMOR,447 Pita Amor
Tú, de tus plumas rodeada
Yo, contemplando los soles
Tú alumbrada por faroles
Yo encaminada a la nada
Tú, celeste y constelada
Yo te ofrezco girasoles
de amarillos arreboles
Tú, en un ayate pintada
Yo divina, porque invento
mi sangre y el firmamento
Tú por ciegos adorada
Yo ciega e iluminada
Tú mexicana imperial
Yo mexicana infernal
447
Guadalupe Amor, en Poesía Moderna número 163, Material de Lectura, México, UNAM, 2012, p.24., versión en
PDF disponible en http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/312
463
Sonetos de Enrique González Rojo Arthur. Destacan sus ingeniosos neologismos, que en este
caso resultan ser elemento que contribuye a lo cómico.
ENBARCOP ANDO 448
En alto bar me encuentro, viñedonde
las uvas en su andar añejoviales,
jugotean, traviesas, sus ovales
enpujando al alcohol para que ronde.
A la ebriedad cumplida corresponde
placermitaño gozo de onanales
borrachochos aislados o grupales
y el viejo que al llorar se bebesconde.
Una copa de lirio nos desquicia.
Jubilocos cuzcamos la tacticia
de nalguien que contiente la huevera.
Se siente anhelamar toda la gente
cuando pezonsacando lo de enfrente,
cruza, mamaternal, la cantinera.
Apolo musageta, México, UAM-A, 1989, archivo digital: http://www.enriquegonzalezrojo.com/pdf/
APOLOMUSA.pdf p.1076.
448
464
SAFORNICARIO449
El coitotal de origen fue del cielo
con la vaginatura de lo agreste.
Así, parejalaban esta y este
o la tardébil gris con el friachuelo.
Pero lo mujermoso, siempre en celo,
disoció la nuboca y el celeste
lucerombre volátil, la suaveste
dulcebriedad del cutis y el desvelo.
Besombrándose, viven dramamores
la arboledama, diáspora de ardores,
y la safinidad que la entusiasma.
Tan es lo femeniño lo imperante
que el mujército asciende en un instante
al orgasmo que tórnase en orgasma.
449
Ibid., p. 1078.
465
DE ORGIALOGÍA450
Tras de orgear intenciones al contiento,
los dedoseos saltan, carnenciosos,
se prestan su sexamen y mustiosos
besoban las espaldas al tactento.
Son tres o cuatro son —amalgamiento,
nalgarrazón de piernas y virtuosos
escrúculos morales— los sexosos
que su sed pubisacian al mamento.
Al desnudarse, núdanse los brazos,
se bocarriman unos y otros lazos
mezclando promontubos con suavismos.
Se barajan los cuerpos, los jadeos
y exaltan su marea de meneos
mientras socialdelician privatismos.
450
Ibid., p.1079.
466
Sonetillo de Francisco Liguori.
Un buen amigo mío, Gil Furio, ha inventado un nuevo género literario que se llama
“Inmoralejas”, y que consiste en satirizar proverbios y consejos morales mostrando cómo
fracasan en la práctica. Como ejemplo, aquí se presenta una glosa de aquel antiguo consejo que
dice: “Si quieres ser feliz, siembra un árbol, escribe un libro y engendra un hijo”.451
INMORALEJA452
Tuve un amigo canijo
que leyó en un libro viejo
el saludable consejo
y lo siguió muy prolijo.
En su propósito fijo
pensó, viéndose al espejo:
“Seré feliz, porque dejo
un libro, un árbol y un hijo”.
Pero le salió mal todo
pues, por irónico modo,
logró al fin de su jornada,
un libro muy aburrido,
un árbol seco y torcido
y un hijo… de la patada.
451
Francisco Liguori, Crónicas rimadas, México, edición de autor, 1975, p.125.
452
Ibid., p.126.
467
En internet circula una segunda versión del mismo sonetillo que, probablemente, con el paso de
los tiempos se ha ido alterando y dados los cambios sociales, pues actualmente el eufemismo de
“hijo de la patada” sale sobrando. He aquí esa versión con ligeras variaciones tanto de palabras
como de puntuación:
INMORALEJA453
Tuve un amigo canijo
que leyó en un libro viejo
aquel antiguo consejo
y lo siguió muy prolijo.
En su propósito fijo,
pensó como buen pendejo:
“seré feliz porque dejo
un libro, un árbol y un hijo”.
Pero le salió mal todo
pues por irónico modo
logró al fin de su jornada:
un libro muy aburrido,
un árbol seco y torcido
y un hijo de la chingada.
453
Francisco Liguori, en: http://www.pudh.unam.mx/perseo/soneto-octosilabo/ Consultado el 20 de enero de 2021.
468
En este poema, Gerardo Deniz lanza un guiño a Sor Juana y su soneto que comienza “Este que
ves, engaño colorido”.
DISCURRE EL AUTOR ACERCA DE LAS VELEIDADES DE LA FORTUNA AL GUSTAR UN
CALAMAR ADEREZADO, QUE SE ATREVIÓ POR LA BAHÍA DE VIGO Y ASÍ TERMINÓ SU
EXISTENCIA DE MÍSERA MANERA454
Este que veis aquí, color siniestro,
testimonio es de mar y lejanía
y a quietud sometido todavía
a la noche sirviera de maestro.
Hábil en nados y en la huida diestro,
el azar lo llevó por la bahía:
sin conocer el sol, y en compañía,
es hoy, como el azar, regalo nuestro.
Sirva de norma a quien persigue en vano
riqueza o prez, acaso merecida,
este ejemplo al alcance de la mano
y sepa que no vale maña o fuerza:
no habrá rigor que al mar ponga medida
ni a la suerte hay tiniebla que la tuerza.
454
Gerardo Deniz, Erdera, México, FCE, 1a edición, 2005, p.25.
469
Este poema de Roberto López Moreno es polimétrico y omite el corte de estrofas, si embargo
mantiene el esquema de rima clásico: AbbaabbACdcDcD, versos de arte mayor (el 1 y el 8)
abren y cierran los cuartetos; en los tercetos se compensan los versos de arte mayor y arte menor,
habiendo tres de cada uno. Finalmente, la picardía mexicana, el albur, hace gala en la
composición.
SONEJO455
No dejes que la soledad te muerda
los tanates
me acongojas si te abates
y recuerda
cuerda
cates
sin entrar en más debates
ni en devotas ni en de-buta que te pierda
el quito… raund de la más pu…ra ansiedad
vano reflejo
de verdad
yo tan viejo y ni me arrugo del pellejo
no juegues soledad
que nunca sólo está ni el más perplejo.
455
Roberto López Moreno, De la obra poética, México, Ediciones Papeles Privados, 1a edición, 1995, p.348.
470
Sonetos de Jaime López, por lo general se vale de la rima asonante y la combina un poco con la
consonante.
SONETO DEL GRILLO AQUEL456
En casa tuve un grillo inesperado
que, a causa de bucólica añoranza,
un tanto pastoril yo lo dejaba
andarse por mis noches con su canto.
Incluso, ya muy cursi, lo mimaba
cuidando no asustarlo con mis pasos
y menos, desde luego, de aplastarlo.
Y aquél grillaba así con más confianza.
Entonces, de repente, que recuerdo:
estoy en la ciudad y no en el campo,
romántico no soy ni ecologista;
si allá cantores son es muy su credo,
aquí si un ruido te enloquece tanto…
¡al diablo el pinche grillo con su grilla!
456
Jaime López, Lírica, México, Cal y Arena, 1a edición, 1997, pp.29-30.
471
SONETO DEL PRESTIGIOSO CULTERANO457
(de parte de Quevedo y Villegas,
a Góngora y Argote).
Da pena el prestigioso culterano,
mareado por los lisos laberintos,
que huérfano se hurga ahí el ombligo
—cordón sin dimensión de un cuerpo plano.
Padece como pútrido kafkiano
rociando su pañuelo de tosidos
—burócrata de piel de pergamino,
que tímido a su reuma va fajando.
Con polvo en los riñones, enclaustrado
le suele así turbar la paranoia,
buscándose los brazos por la alcoba.
Al ver a Venus que hasta le retoñan,
se olvida de sus ríspidas rapsodias
y escribe ya un soneto más turbado.
457
Ibid., p.25.
472
El siguiente soneto de Julia Santibáñez, posee la peculiaridad de cerrar con un verso a la manera
del cabo roto, además de sobrecargar la rima con asonantes eo en los cuartetos y extendiéndose a
parte de los tercetos.
DEL AMOR FALLIDO458
Ya lo ves, mi querido amigo arsénico:
el aliento se ha ido de este pecho,
no puedo abandonar el grave lecho,
y lo subrayo: no es plañido escénico
ni el habitual quejido neurasténico.
Me avasalla el rigor de este despecho.
De osadía mi flanco está deshecho,
un adiós lo mató. Qué fenoménico.
Hoy desisto, mi amigo, me despido.
Yo, que quise regalos de Cupido
solo busco tu abrazo, el anestésico.
He aquí tu lento beso diluido,
el que, exangüe, me libra de gemido.
Mi analgésico.
458
Julia Santibáñez, Sonetos y son quince, México, Parentalia, 1a edición, 2018, p.6.
473
Sonetos atribuidos a Benjamín Valdivia. Destaca la muestra de una basta cultura mezclada con
vulgaridades, obscenidades y juegos de palabras típicos del llamado argot popular.
LOS LARGONAUTAS459
Los Argonautas iban, como todos,
con la esperanza de volver un día;
mas de pronto cruzaron en su vía
regias mujeres de diversos modos.
Hubo allí libación hasta los codos.
La Reina preguntó si les sería
propicio competir: ¿quién los tenía
de más calibre, ellos o los Godos?
Optaron competir. Sabían bien
que no había ser en todo el continente
que ganara en tamaño a su teniente.
Los Godos, derrotados: no hubo quién.
Ganaron siempre los del buque Argos
demostrando tener remos más largos.
459
¿Benjamín Valdivia?, esperpentario (Anónimo del Siglo XX), Aguascalientes, México, Filo de Agua, 2000. p.15.
474
A LA MUJER QUISIERA460
A la mujer quisiera aconsejarle
que tenga siempre en cuenta al elegir
y no se guíe por cosa del medir
porque puede, después, no resultarle.
A la vida, mujeres, hay que encontrarle
los secretos que no quiere decir:
hay miembros que parecen un menhir
¡y se funden apenas con tocarle!
¿Cuál es mejor? Hay muchas variedades;
pero hay que ver, para pasar revista,
que tenga calidad, no sólo vista.
Lugar es este de exponer verdades:
no te importe lo largo ni lo grueso,
sino que tiempo se mantiene tieso.
460
Ibid., p.16.
475
Este soneto está construido con dodecasílabos y posee acentos obligados en las sílabas cuarta y
séptima.
PAISAJE MARINO461
Haber amor en abierta luz de cielo,
mirando al clímax el ave que aletea,
oyendo el ronco rumor de la marca
mojar de astillas los cuerpos en el suelo.
Pasa la gente; nos mira con recelo.
Completo bebo, en la espuma que espejea,
el cuerpo intenso de Venus Citerea.
Y a nuestro fuego de amor oponen hielo.
Envidia tienen, pues soy, cuando me ofreces
tus claras formas —festivas y salvajes—
como el destello de luz de aquellos peces.
Pero nos viene la ley: delito lúbrico
acusa y mancha la hora con ultrajes
decepcionando al amor, y al orden público.
461
Ibid., p.24.
476
INTERRUPTUS462
Detén, vate, tu pluma que destila
sabios lineares con los cuales bordas
las frases huecas, las palabras sordas,
y habla, mejor, del poderoso Atila.
Después de haber gustado su tequila
y haber dispuesto a pelëar sus hordas,
les daba cachetadas a sus gordas
y les ponía algún clavel o alguna lila.
Mientras él degustaba sus placeres
entre cantos, tequilas y mujeres,
la suya le entregaba el ferroviario
a uno de sus criados, casi diario.
(Atila, pues, como cualquier marido,
trajo, también, cornamental florido).
462
Ibid., p.19.
477
FINAL463
Ahora que el amor ha terminado
y el hierro ya se dobla (como notas)
ver quisiera caer algunas gotas
de sustancia de albor, mas ha pasado.
Porque ya está bien dicho lo cantado:
ya todas las amarras están rotas
y botadas al suelo las pelotas:
lo que estuvo de pie, se ha derrumbado.
Ora vas a sufrir de puras ganas,
porque esto va a tardar en levantarse
para que vuelva el rayo a desatarse.
Las fuerzas del poema son humanas:
ni con música harás que se levante
la punta con que escribe este tu amante.
463
Ibid., p.27.
478
Sonetos ñerobarrocos de Luis Flores Romero, más conocido por su acrónimo Lufloro. El
poemario contrapone la dificultad que presupone la estructura ortodoxa con asuntos triviales,
literarios, académicos u obscenos, entre otros. La obra consta de 50 sonetos que resultan más
ñeros que barrocos. Son de buena hechura.
SONETO DE LA APOTEOSIS POZOLÍSTICA464
Bendito el sacerdote, el Dios, el mito
que originó la magia grano a grano;
bendito el comensal que no es vegano
y colma con la carne su apetito.
Bendito cada chile, y más bendito
el cocinero con su sabia mano;
bendito muchas veces el marrano
que es inmortal y mártir y exquisito.
Oh pozole, recíbenos, acábanos
con tu porción porcina, con tus rábanos,
y líbranos de todo cisticerco.
Señor te pido por los de mi prole:
condénenos un plato de pozole
aunque venga después el mal del puerco.
464
Luis Flores Romero, Sonetos ñerobarrocos, México, Gorrión Editorial, 1a edición, 2016, p.50.
479
DA NOTICIA DE LOS EXABRUPTOS DE UN PUNTILLOSO TALLERISTA465
Un crítico finísimo y sapiente
me dijo: “tu poema es excremento,
son puras vaguedades sin sustento,
su ritmo me rechina horriblemente,
se siente poco orgánico, se siente
poetoso, asonantado, torpe, lento,
le falta lucidez, no hay argumento,
y no me dice nada diferente”.
Acepté su dictamen sin problema,
me dio ternura, me dejó pasmado:
¡qué lástima, se equivocó de tema!
Sucede que ese texto criticado
no era un poema, ni será un poema:
era la lista de supermercado.
465
Ibid., p.53.
480
PRESUME SUS ESCASOS CONOCIMIENTOS DE FILOLOGÍA466
Hoy sé por qué la sorda sonoriza,
por qué la yod es semiconsonante,
cómo se reajustó la sibilante,
y de dónde surgió la longaniza.
Sé que rimar “taquiza” con “sonrisa”,
de este lado del mar, no es asonante
pues, como lo común es ser seseante,
la palatal se desfonologiza.
Y todo esto lo sé porque sostengo
con la filología un amorío
que casi es obsesión o desafío.
Pero, porque esta noche exhausto vengo,
no la veré. Relajaré la glotis,
seré feliz y comeré unos Totis.*
*Como es sabido, muchos de los vulgares hispanistas de la FFyL prefieren la jocosa expresión “relaja la
raja” a la pretenciosa “relaja la glotis”. De modo que el autor escribió un final alternativo:
Pero, porque esta noche exhausto vengo,
no la veré. Relajaré la raja,
seré feliz haciéndome una paja.
466
Ibid., p.26.
481
ANHELA SATISFACER SU VIGOROSA POTENCIA EN UNA APETECIBLE TÚ
POÉTICA467
Yo sí te quiero cucharear, sabrosa,
y compartirte mi morir pequeño;
lo sé, soy un vulgar, yo sí te preño
aunque no me toleres la lactosa.
Por ti mi situación está filosa,
por ti soy un gigante y soy tuleño,
soy un libidinoso brasileño
que cuando ve tus carnes dice: nossa!
Si sabes que mayonesear intento
la generosidad de tus jamones,
¿por qué te pones de mosquita muerta?
Fuera mejor que afines mi instrumento,
lo toques y después te desentones;
verguiparado, yo; tú, pierniabierta.
Fin de la muestra de sonetos bufos.
467
Ibid., p.20.
482
Muestra de sonetos de Juan Bautista Villaseca, el primero pertenece al apartado “Sonetos del
tiempo embotellado”.
I468
El tiempo pasa y mi dolor se inflama
en las llagas roídas por su fuego,
y su puño de mármol que embalsama
llama a mi puerta con afán y apego.
Su tic tac es un grito que reclama
con el golpe frenético de un ruego,
y está ahí: implacable, como llama
en la entraña materna un hijo ciego.
Mañana ha de llamar, tras mis pasados,
como un beso fatídico y seguro
que ha de cerrar mis párpados cansados.
El tiempo es ese químico obstinado
en mezclar el presente y el futuro
en la probeta inerte del pasado.
468
Juan Bautista Villaseca, La luz herida, México, Taller Ditoria, 1a edición, 2013, p.11.
483
PARA DECIRTE ADIÓS469
Para decirte adiós no me cabría
la sílaba del mar ni del pañuelo
ni la descalza carabela en vuelo
de la alondra polar de la agonía.
Cuando se dice adiós la luz se enfría,
llegan los trasatlánticos del duelo,
y uniformados por la sal y el hielo
los capitanes de la lejanía.
Decirte adiós es olvidar la astilla
en el timón del ámbar que te aparta.
Ser la pleamar para perder la orilla.
Decirte adiós fuera exiliar la herida,
y vagar vagabundo en una carta
de buzón en buzón hasta tu vida.
469
Ibid., p.18.
484
HOY, TAL VEZ ESTE DÍA…470
Hoy me salgo a vivir, y me difunto
amotinado en la región del duelo,
hoy para andar a pie, bajo del vuelo,
junto a mis puños, junto al pueblo junto.
Ahora no quiero el llanto por asunto,
no me quiero tocar porque me duelo,
estoy como quemándome en el hielo
condenado a la bala con que apunto.
He peinado las cárceles la escoba,
para los niños no parió la rosa.
Hoy el amor no fecundó una alcoba.
Déjame entonces el fusil que llevo,
porque no hay tiempo de cavar la fosa,
voy a morir para vivir de nuevo.
470
Ibid., p.25.
485
EL PAN NUESTRO471
La cocina del mundo era tristeza,
telar de llanto, soledad de huesos,
cuando el hambre llovió todo su peso
hasta corazonarlo de pobreza.
El reloj de la tierra era una mesa
sin una silla en qué dormir un beso,
traía un trigo funeral opreso,
y una canción de espiga en su aspereza.
Nadie encontró su sangre enharinada,
nadie tocó en los mapas alambrados
su soledad de bestia desolada.
Le llamaban el pan de cada día,
y se quedó en su sol, como un soldado
anónimo que duerme en su agonía.
471
Ibid., p.27.
486
CORAZÓN, PERRO DE LUTO472
Como un perro de luto que no cesa
de sangrarme su propia mordedura,
trota mi corazón con su montura
de almirante solar de la tristeza.
El mundo muerde, muerde su aspereza
de volantín de cardo que amargura,
y muerde su guitarra que inaugura
como centavo ausente la pobreza.
Yo sólo soy el beso que no tengo,
el rosal que le falta a la alegría,
el dolor seminal de donde vengo.
Pero cercado de dolor y alambre,
partidario de la luz, la poesía
lava mi plato usado por el hambre.
472
Ibid., p.28.
487
Sonetos de Ramón Martínez Ocaranza. Dado que el poemario carece de paginación, sólo
mencionaré el apartado del que tomé los sonetos (estos sí están numerados). Por este mismo
motivo, solamente el primero tendrá la información bibliográfica a pie de página. Del apartado
“Otoño encarcelado”.
4473
Mi muerte se me va quedando sola;
sola, como la música del agua:
profunda soledad donde se fragua
la rosa del amor, de ola en ola.
Mi soledad es sueño de amapola
sonámbula, con magia de piragua,
donde la muerte música del agua,
perpetuamente forma su corola.
Me quedaré tendido en una orilla
sobre la yerba verde y amarilla
del penúltimo otoño presentido.
Y si volviera a ver la primavera,
le diría que nunca más volviera
a despertar mi corazón dormido.
Morelia, Noviembre 21-66
473
Ramón Martínez Ocaranza, Otoño encarcelado, México, Pájaro Cascabel, 1a edición, 1968.
488
6
Mi muerte es un meditado viaje,
para que así se cumpla la escritura.
De aquí nos vamos a la sepultura,
camarada Ramón, sin equipaje.
No nos despediremos del paisaje
con arrebatos de literatura.
Coje tu muerte bien, por la cintura,
y vámonos al diablo, sin coraje.
Después de todo, no perdimos nada,
y llegamos al fin de la jornada,
como cuando nacimos: simplemente.
Camarada Ramón, sólo te ruego
que cuando vivas en el dulce fuego,
no te olvides que fui tu confidente.
Morelia, Noviembre 26-66
489
Del segundo apartado: “Poemas salomónicos”.
5
Por las serenas aguas de los ríos,
dulcísima canción iba cantando.
Y no recuerdo ni por qué, ni cuando,
se me perdieron los amores míos.
Posiblemente fueron desvaríos
que se formaron al estar soñando.
Y desde entonces vivo recordando
la dispersión de todos mis estíos.
Yo miraba pasar las primaveras
por las dulces verduras de las eras,
y no conté con que morían las flores.
Porque cuando vagamos por la vida,
en barca de papel siempre dormida,
despertamos un día, ya sin amores.
Morelia, Diciembre 15-66
490
8
Un elemento hay en mi poesía
que define mi cántico encantado:
la soledad, en el terrestre estado
de la serena concepción del día.
El otro es esa razón del mía
de mi muerte, que el tiempo ha superado.
Porque morirse es haber estado
en la conciencia de una profecía.
Giran los infinitos más profundos
en las altas escalas de los mundos
que giran en los cíclicos compendios.
Y por morir en soledad callada,
mi soledad fue muerte desatada
que conservó la luz de mis incendios.
Morelia, Diciembre 21-66
491
6
Yo que di por perdido lo ganado,
como di lo ganado por perdido,
ruedo sobre mi círculo de olvido,
como si fuera círculo olvidado.
Lo que yo tuve, todo fue prestado,
y por prestado, ya me lo han pedido.
Yo no debí jamás haber nacido;
porque hasta de nacer me han acusado.
Que ya nadie recuerde mi osadía,
de haber perdido lo que más quería,
como un caracol sobre la arena.
Mi vida se redujo a pocas cosas:
a ver el mar y a cultivar las rosas.
Y por tan pocas cosas, tanta pena.
Morelia, Diciembre 16-66
Aunque mantuve el orden cronológico de los sonetos, dejé este de último porque noté que posee
cierto parecido con otro del poeta argentino Francisco Luis Bernárdez (1900-1978), poema que
aparentemente goza de reconocimiento. No hice mucho por rastrear la fuente exacta del poema;
según la Wikipedia este soneto aparece en el poemario De cielo de tierra (1937) y es posible que
sí, ya que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes —fuente de dónde extraje el soneto— en la
muestra de poemas que ofrece de Bernárdez los coloca en orden cronológico, y este soneto
492
aparece antes de 1938. Me resulta relevante porque puede ser el antecedente del soneto de
Ocaranza. Lo cito a continuación:
SONETO474
Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,
si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
Francisco Luis Bernárdez, en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/antologia-poetica--26/html/
ff8cd696-82b1-11df-acc7-002185ce6064_3.html#I_42_ Consultado el 26 de enero de 2021.
474
493
Sonetos de Arcadio Noguera Vergara.
FURTIVA475
De la nocturna sombra se desgaja
en torturado vuelo una lechuza,
hipnóticamente el aire cruza
como además de terciopelo y paja.
Entolda el cielo hidrópica mortaja
de nubes en tropel y escaramuza
que la furia del rayo desmenuza
con el filo tenaz de su navaja.
Sordo rumor de tempestad oprime
el ánimo y la carne. El viento gime
corales oraciones en quejumbre.
Y el cautín del relámpago cincela
sobre fugas del pájaro que vuela
imágenes furtivas de agua y lumbre.
475 Arcadio
Noguera Vergara, Imágenes. México, Letras de ayer y de hoy, 1a edición, 1967, pp.23-24.
494
Este soneto está facturado con tridecasílabos, con dos hemistiquios: un hexasílabo y un
heptasílabo.
ANOCHECER476
Eclipsa en el aire un esplendor de lirios,
alas con rumor de fuentes y mareas.
Empauta el silencio escalas de corcheas
sobre un movedizo reloj en delirios.
Prende lentamente la noche sus cirios
igual que se apagan las luces febeas.
Ungüentos de hipnóticas farmacopeas
la aguja anestesian de pardos martirios.
Los pájaros cierran sus picos filudos
clavando sus vuelos en los copos mudos
de las tibias sombras hamacas de duende.
Se borra la curva de los horizontes
y en la lejanía bostezan los montes
en tanto el cocuyo sus ojos enciende.
476
Ibid., pp.17-18.
495
Aquí los cuartetos tienen un esquema de romance: riman asonantemente los versos pares, los
nones quedan sueltos. En los tercetos ya no hay versos sueltos, pero la rima continúa siendo
asonante. Su esquema de rima es: ABCB-DBEB-FFG-EEG.
INMERSIÓN477
Y te fui amontonando en mis entrañas
tiempo a tiempo, caricia a caricia.
El ímpetu del río no acumula
tanto limo a lo largo de sus días.
Terribles antropófagos y herbívoros
devoramos praderas y sonrisas
y en el agua del pozo nos bebemos
estrellas por igual que las pupilas.
Cuando sube el nivel de los remansos
traga lirios, riberas y collados
perdiéndose el contorno original.
Tal ocurre si el volcán del tiempo,
labio a labio, recuerdo tras recuerdo,
nos sumergen en su corva eternidad.
477
Ibid., pp.5-6.
496
Endecasílabos con acentos obligados en tercera y séptima sílabas.
TRANCO478
Es de noche y el silencio dormita
como lago quebradizo de azogue.
En el aire levemente suspiran
aleteos de sensuales rumores.
Media luna de menguante clavel
magnetiza el imperioso galope
de la sangre que repica en la sien
con vibrantes manotazos de bronce.
Todo yace en la modorra tranquilo;
sólo el canto rumoroso de un grillo
se levanta en espirales morenas.
Y en el tranco del caballo se escucha
el lenguaje de las horas nocturnas
que nos habla con la voz de la tierra.
478
Ibid., pp.21-22.
497
Sonetos escritos por mujeres.
Sonetos de Concha Urquiza.
De Del amor doloroso
LA ORACIÓN DE TEMOR479
El mundo ya una vez, Señor, hiciste
amargo al corazón y tenebroso;
una vez ya la podre descubriste
bajo el blanco y carmín esplendoroso.
Mas hoy mi entendimiento temeroso
a la propia evidencia se resiste;
y así le finge amor lo que es odioso,
y le finge placer lo que fue triste.
¡Ten piedad de esta bárbara ceguera!
Cuando mi corazón quiera olvidarte
fuerza mi voluntad a que te quiera;
mas si aun la voluntad ha de dejarte,
encadena mis miembros de manera
que quiera yo, y no pueda, traicionarte.
Concha Urquiza, Obras -Poemas y Prosas-, prólogo del Dr. Gabriel Méndez Plancarte, México, Jus, 2da edición,
1977, pp.115-116.
479
498
De Sonetos bíblicos
JOB480
“Y vino y puso cerco a mi morada
y abrió por medio de ella gran carrera”.
Fray Luis de León.
Trad. del Libro de Job.
Él fue quien vino en soledad callada,
y moviendo sus huestes al acecho
puso lazo a mis pies, fuego a mi techo
y cerco a mi ciudad amurallada.
Como lluvia en el monte desatada
sus saetas bajaron a mi pecho;
Él mató los amores en mi lecho
y cubrió de tinieblas mi morada.
Trocó la blanda risa en triste duelo,
convirtió los deleites en despojos,
ensordeció mi voz, ligó mi vuelo,
hirió la tierra, la ciñó de abrojos,
y no dejó encendida bajo el cielo
más que la obscura lumbre de sus ojos.
19 de julio, 1937.
480
Ibid., pp.13-14.
499
JEZABEL481
Palidez consumada en el deseo,
suma de carne transparente y fina,
ya sellada, en profética rutina,
para el soldado y para el can hebreo.
¡Oh desahuciada fiebre, oh devaneo
que oscila como péndulo en rüina,
de un viñedo que el sol nimba y fulmina
a cruenta gloria y militar trofeo!
Horror de pausa y de silencio, acaso
para no reconocer turbias carreras
del corazón, hacia el fatal ocaso,
ni sentir que en sus válvulas arteras
se endulza ya la sangre paso a paso
para halagar las fauces de las fieras.
24 de agosto, 1944.
481
Ibid., pp.17-18.
500
De Cinco sonetos en torno a un tema erótico
Te llevo en el corazón,
nimbada de mi sofisma.
Herrera Reissig.
“Torre de las efigies”.
3482
Miente mi corazón cuando te ama,
hecho intérprete fiel de mi sentido,
como el eco en abismo percibido
que el viento, no la voz, forma y derrama.
Este imperiosos afán que te reclama
no en el centro del alma fue nutrido:
me ha turbado sin mí, como el sonido,
es ajeno a mi ser, como la llama.
Cuando la sangre al corazón satura
de sólo tu sabor —término medio
en loco silogismo de amargura—,
inaccesible al implacable asedio,
como trozo de plomo en agua oscura
húndese el alma en silencioso tedio.
482
Ibid., 181.
501
5483
Del ser que alienta y del color que brilla
me separa tu cálida presencia,
clausurando el sentido en la vehemencia
de una noche sin fondo y sin orilla.
En ella mi tortuosa pesadilla
te confiere su trágica opulencia,
y tornaste inmortal como una esencia,
siendo que eres trivial como una arcilla.
Te he engendrado en mi lumbre y mi universo,
en tu forma plural he proyectado
la queja vaga y el afán disperso.
Dudando está el espíritu sitiado
si eres mi sangre disculpada en verso
o mi dolor en carne figurado.
San Luis Potosí, 7 de julio, 1943.
483
Ibid., 183.
502
Presento lo que Gabriel Méndez Plancarte considera que puede ser lo último que escribió Concha
Urquiza antes de morir ahogada, poema que le hizo llegar por correspondencia. La relevancia de
Urquiza es que funge como representante del soneto ortodoxo (lo más que llegó a modificar fue
los cuartetos al utilizar serventesios).
NOX484
I
Un soñar con el pálido ramaje
y las llanuras donde cuaja el trigo,
un aspirar a soledad contigo
por los húmidos valles y el boscaje;
un buscar la región honda y salvaje,
un desear poseerte sin testigo,
un abrazado afán de estar conmigo
viendo tu faz en interior paisaje:
tal fue mi juventud más verdadera;
en el clima ideal de tu dulzura
maduró mi divina primavera;
y tuve mi esperanza tan segura,
como que en la hermosura pasajera
se me entregaba, intacta, Tu hermosura.
484
Ibid., pp.187-188.
503
II
¿Cómo perdí, en estériles acasos,
aquella imagen cálida y madura
que me dio de sí misma la natura
implicada en Tu voz y Tus abrazos?
Ni siquiera el susurro de Tus pasos,
ya nada dentro el corazón perdura;
te has tornado un “Tal vez” en mi negrura
y vaciado del ser entre mis brazos.
Universo sin puntos cardinales.
Negro viento del Génesis suplanta
aquel rubio ondear de los trigales.
Y un vértigo de sombra se levanta
allí donde Tus ángeles raudales
tal vez posaron la serena planta.
México, 1945.
504
Sonetos de Griselda Álvarez.
MERCADO DE LA MERCED485
Da le Merced hetairas baratonas,
mercado de la carne, pocos años,
son de trece o de quince, no hay engaños.
¡Pásale mi marchante, son fregonas!
No pienses que quizá fueron personas
o que el sida letal les unta daños.
Es carne dura, fresca y son rebaños,
ovejas negras estas alegronas.
¿Alegronas? Perdón, son niñas tristes
sin alfabeto, sin hogar, sin nada.
Miente su risa cuando las embistes.
Tal vez ya existe un hijo en su mirada.
Piénsalo sólo mientras te desvistes
y mandas tu conciencia a la tiznada.
485
Griselda Álvarez, Sonetos terminales, México, FCE, 1a edición, 1997, p.117.
505
MUERTE 486
Todo el tiempo la muerte me tutea,
se hace la confianzuda, sin testigos,
cuando la noche cierra sus postigos
y sube de mi fiebre la marea.
Y no es que yo no quiera, que no sea
para ella nacida sin quejidos,
amante de mis óptimos amigos
que ahora con sus huesos se recrea.
Amante suya hoy me unta de miedo
mas al fin me seduce complacida.
Me envuelve y toma. Soy sólo un remedo
y por su abrazo me hundo consumida.
Regreso al cosmos de donde procedo
y con fuerza brutal canta la vida.
486
Ibid., p.19.
506
LOS MISMOS EN LA CARNE487
Nos fascina la rica antropofagia.
Escaso es el feliz vegetariano
que sin la carne se mantiene sano
y de esa maldición no se contagia.
Carnívoro feroz que no presagia
si al comerse la carne de un hermano,
de un igual, compatriota o soberano
se destruye a sí mismo como en magia.
Si todos vamos en el mismo barco,
busquemos diferentes mecanismos,
no convirtamos nuestro mar en charco
si con lengua cavamos los abismos.
Sea nuestro hablar meditativo y parco,
no nos comamos a nosotros mismos.
487
Ibid., p.41.
507
INDEFENSIÓN488
Yo sólo busco una pregunta. Una,
igual que limosnera sin comida;
que aquél me diga: “¿Cómo estás mi vida?”,
aunque no halle en su vida, vida alguna.
Esa fresca mentira que oportuna
me lleve hasta el pasado compelida,
alas de sangre por la gran herida,
masoquista cabal como ninguna.
¿Qué cómo estoy mi vida? En la tristeza.
Tejiendo y destejiendo mi recuerdo,
el que sólo una vez se da, cabeza
y corazón que rasga el lado izquierdo
confesa de un amor, la gran confesa.
Penélope de un mundo en desacuerdo.
488
Ibid., p.101.
508
BÚSQUEDA489
Buscar a Dios desde la sombra densa
que arropó mi orfandad, cuando aquel día
alguien metió la duda, felonía
para violar el alma, llaga extensa.
Canta la oscuridad del dogma. Tensa,
andando en infinita romería
con silogismos, causas, a pofía,
sin encontrarlo en abstracción intensa.
Después, ya nada. Como un gran desierto,
la conciencia silente, sin que estalle
una luz sobre Dios a cielo muerto.
No hallaré su grandeza o su detalle.
Pero una noche de aguacero abierto
—Niño sin pan— lo encontraré en la calle.
489
Ibid., p.85.
509
Soneto de Juana Meléndez de Espinosa (1914-2007)
EL AMOR DE SUSANA SAN JUAN 490
Tan viva como muerta, casi muda
ya sólo soy una mujer en sueño
seca de tanto incendio que diseño
y arde mi carne pero mi alma suda.
En mi adusta penumbra sal y llama
ausencia de tu cuerpo, sed del mío
que se va, se está yendo con el río
de esta fiebre tremante de mi cama
Y odio estos cuatro muros y te nombro
y en las horas de siempre te deseo
y me lleno de tu aire sin asombro.
El fuego de mi entraña no se pasma
porque tu imagen viva la poseo
y… nada más real para un fantasma.
Juana Meléndez de Espinosa, en Cinco siglos de poesía femenina en México. Antología.Siglo XX. H-Z. Tomo III,
selección, captura y prólogo de Maricruz Patiño y Leticia Luna, México, Secretaría de Educación del Gobierno del
Edo. Mex., 1a edición, 2011, p.335.
490
510
Sonetos y sonetillos de Guadalupe Amor, más conocida como Pita Amor.
VOY A NARRARTE...491
Voy a narrarte Juan de Dios amado
lo que acontece por mi cuerpo obscuro
y por mi corazón tan inseguro,
igual que un llano abierto y desolado
Voy a contarte Juan lo que he pecado
lo que he pecado viendo contra el muro
De mi pecado criminal y duro,
voy a hablarte don Juan enamorado
Voy a contarte cómo yo en la sombra
apuñalé mi rostro en el espejo
y huí al laberinto del olvido
donde nada perturba ya ni asombra,
donde la luz no deja ni un reflejo
y la sábana blanca no hace ruido
491
Op. cit., pp.14-15.
511
COMO LOS RIELES DEL TREN492
Como los rieles del tren,
unidos y separados
pero siempre sentenciados
a llegar tarde al andén
Como el constante vaivén
del tren por los encrespados
cerros grises levantados,
mi amor y el tuyo también
corren paralelamente
corren fugitivamente
corren juntos, divididos
separados, pero unidos
corren hasta el mar quebrado
mar sin olas, desolado
492
Ibid., pp.15-16.
512
En estos poemas Amor se toma licencias con la rima, sobre todo en el número II donde los
primeros siete versos son monorrimos asonantes, el octavo rima con el noveno y el doceavo
queda suelto; el segundo terceto se compone de tres distintos metros: pentasílabo, hexasílabo y
endecasílabo por lo que puede pensarse como un pareado endecasílabo, una equivalencia que
para cumplir con el terceto rompió un endecasílabo en dos partes: una de cinco y otra de seis
sílabas rítmicas. Su esquema alfanumérico sería el siguiente: 8a-8a-8a-8a / 8a-8a-8a-8b /
8b-8c-8c / 5d-6e-11E.
TRES SONETOS DE AMORES PROHIBIDOS493
I.
En mi lecho anestesiado
tuve un sueño de cometa
de barcos, velas, veletas,
tuve un sueño de pecado
Un sueño como blindado
de treinta puertas secretas
y de misteriosas grietas,
un sueño casi sellado
Soñé que estabas conmigo
tú eras mi solo testigo
Soñé que me penetrabas,
que con lascivia me amabas
y tu cuerpo junto al mío
formaban sólo el vacío.
493
Ibid., pp.16-17.
513
II.
Yo te amaba hasta el delirio
mas allá de lo que miro,
sabes que por ti deliro
por ti, mi tez es de cirio
mis venas son de martirio
Pero yo ya me retiro,
pongo en mi florero un lirio
erguido, blanco, morado,
en su belleza sellado
y sigo pensando en ti
infernal mi frenesí
Ante tu cuerpo
yo me quedo absorta,
me juego en ti la yugular, la aorta
514
III.
Por la calle tú has visto los traseros
de las mujeres, que el sudor transpira
y con sus culos abultados giran
a la iglesia los miércoles primeros
Van tocadas con velos y sombreros
que al arrebato del pecado inspiran
y en contra del incienso ellas conspiran
Tú has mirado sus talles traicioneros
De lascivia tus ojos se han llenado
Al mirarlos, ejerces tú el pecado
Tus sueños son de iglesia y de lujuria
de deseos frenéticos, de furia
Yo he sentido unos celos infernales
pensando en tus deseos municipales.
515
ESTE INFIERNO...494
Este infierno de sal en que no creo
este infierno de fuego tan candente
este infierno de hielo incandescente
este infierno sin cielo que no veo
Este infierno eterno donde leo
la eternidad eterna e impotente,
la eternidad eterna y ascendente
este infierno voraz que yo deseo
Este infierno de fuego hipotecado,
del reloj, del presente, del pasado
Este infierno de llamas que calcina
devasta, incinera y asesina
Este infierno de sal que es ya tan mío
formado por tu amor, pensado y frío
494
Ibid., pp.21-22.
516
LAS OLAS495
Las olas vienen y van
olas grises, encrespadas
verdes, azules, moradas
olas que a la nada dan
Las olas ¿a dónde irán?
Olas de cinc cinceladas
olas, de plata onduladas
¿De la China a Pakistán?
Las olas se evaporaron
y en los cielos se estrellaron
Las olas que ya se fueron
nunca más, jamás volvieron
Como un faro me he quedado
sola ya en el mar dorado
495
Ibid., pp.23-24.
517
HE ESCRITO DOS MIL SONETOS496
He escrito dos mil sonetos
y mil novecientas liras,
tengo un vestido de tiras
bordadas, y seis cuartetos
que escribí entre los abetos
En mis luminosos giros
hablé ya de odios y de iras
hablé de amores secretos
hablé de mapas y océanos,
de las palmas de mis manos
de los astros y los ríos
de mis cien mil extravíos
Pero es más lo que he callado
que lo que ya he publicado
496
Ibid., p.27.
518
Sonetos de Rosario Castellanos.
I497
Ser de río sin peces, esto he sido.
Y revestida voy de espuma y hielo.
Ahogado y roto llevo todo el cielo
y el árbol se me entrega malherido.
A dos orillas de dolor uncido
va mi caudal a un mar de desconsuelo.
La garza de su estero es alto vuelo
y adiós y breve sol desvanecido.
Para morir sin canto, ciego, avanza
mordido de vacío y de añoranza.
Ay, pero a veces hondo y sosegado
se detiene bajo una sombra pura.
Se detiene y recibe la hermosura
con un leve temblor maravillado.
497
Rosario Castellanos, en Mil y un sonetos mexicanos, México, Porrúa, 8va edición, 2003, p.6
519
II
¿Yo de amor y de ausencia qué sabía?
y di al infiel, al fugitivo, al viento
la tremenda verdad de un juramento.
Y en la nada mi voz se deshacía.
Para guardar el rostro que quería,
el agua sin memoria. Y el cimiento
sobre arena y espuma. Y el violento
ser del fuego, velando mi agonía.
Ay, fuego consumido y aire lejos
y agua anegando formas y reflejos,
todo pasó. La tierra persevera
con la paloma negra en su regazo
y su silencio. Y ese lento abrazo
que ceñirá mi pecho cuando muera.
520
AMOR DE TI SALDRÁ…498
Amor de ti saldrá mi arquitectura.
Tú, forma. Yo, materia. Ya la espera
me traspasa los tuétanos. Opera
y dale fundamento a la estructura.
Todo irradia de un centro; el de la pura
confluencia de tu sello con mi cera.
Márcame para siempre. La ternera
con dueños se ennoblece y transfigura.
Tatúame. Que en cada pezón mío
un mordisco equilibre tu albedrío
con mi deseo. Y graba en la hondonada
de mi vientre esa V que te proclama
Varón de la constancia y a mi Llama
de la Virginidad siempre estrenada.
Rosario Castellanos, en Oscura lumbre. El soneto erótico en la poesía mexicana, Brígido Redondo prólogo y
selección, México, Casa Maya de la Poesía, 1a edición, 2008, p.83.
498
521
Sonetos de María Antonieta Muñiz.
LA RATA499
Mi nave era muy frágil, la carga muy pesada,
el mar embravecido, furiosa la tormenta;
la ruta se insinuaba difícil y violenta,
mas yo sorteaba escollos, romántica y confiada.
Hacíanme los amigos sentir asegurada
en medio de la lucha titánica y sangrienta;
la nave destrozada tornábase más lenta,
el puerto más lejano y ausente la alborada.
Mi brújula en tinieblas hallose confundida,
y todos emprendieron veloces la partida.
Aún no me sentí sola… Tu amor me sostenía
el ánimo tranquilo, el alma confortada;
mas viéndome impotente ante la marejada,
también tú abandonaste la nave que se hundía.
499
María Antonieta Muñiz, Sonetos, Guadalajara, Jal., edición de autor, 1960, p.29.
522
MUNDO, DEMONIO Y HUESOS500
No te extrañe que lívidas ojeras
obscurezcan mi rostro demacrado;
es que anoche tampoco hube logrado
alejar de mi mente las quimeras.
No te extrañe que pierdan mis caderas
su contorno gentil y redondeado;
es posible que no me he acostumbrado
a la idea de que nunca tú me quieras.
Y si apartas un poco la mirada
del aspecto exterior, y profundizas
en el alma infeliz y atormentada
por la estéril pasión que mal oculto,
extrañado no mires las cenizas
de este pobre cadáver insepulto.
500
Ibid., p.25.
523
ESTIGMA501
¡Pobre germen sembrado en el fecundo
y amoroso vergel de mi regazo!
Has quedado cual huella del zarpazo
que me dieran Demonio, Carne y Mundo.
Me exhorta el moralista tremebundo
—que debiera extender su fuerte brazo
para unirte a su amor, con firme lazo—
a negarte la vida que te infundo.
Mas no veo cuando, presa del instinto,
agotando el caudal ya casi extinto
que en su vida arrastraba como un fardo,
desoyendo la voz de la conciencia
te dejaba tan sólo como herencia
el título humillante de bastardo.
501
Ibid., p.23.
524
CONTRA EL 9º MANDAMIENTO502
Obsesión agotante que la idea
de llegar ha tenerte a producido;
anhelo subyugante contenido,
febril inspiración, triste odisea.
Inquietud y temor de que no sea
realidad este ensueño pervertido;
Religión y Moral, deseo rendido,
sostienen en mi sangre una pelea
que arrebata la paz del alma mía,
pues me quema la carne esta porfía
de darme el ámbar de tu piel sedeña
que es toda tentaciones y ambrosía;
sin embargo, no cambio mi agonía,
por la vida incolora de tu dueña.
502
Ibid., p.12.
525
SED503
Me brindaste aquel sorbo de tu vino;
y al beber de la copa tentadora,
tu caricia sutil y seductora
me arrastró en un furioso torbellino.
Aspiré la fragancia del divino
codiciado licor, y sin demora
apuré la bebida turbadora
contenida en el vaso purpurino.
Desde entonces mi sed es calcinante;
y en la sangre de fuego circulante,
el anhelo frenético galopa.
Por que espero en espera delirante
que retornes a mí, con el calmante
y dulcísimo néctar de tu copa.
503
Ibid., p.11.
526
Sonetos de Lucila Velázquez.
8504
tal vez es la conciencia del olvido
algún simple recuerdo que poseo
y sólo el corazón lo haya sentido
cuando duele del cosmos que rastreo
tal vez en una ausencia haya sabido
cuánto tiene de lejos lo que veo
tanto cuando se acerca y es olvido
como cuando es recuerdo y no lo creo
y existe acaso en algo que parece
algo que fue probable como flor
y tuvo todo lo que transparece
hasta el último instante del color
cuando el tacto es aquello que enceguece
y sólo luce aroma alrededor
504
Lucila Velázquez, La singularidad endecasílaba, México, UNAM, 1995, p.21.
527
12505
si el cosmos es el eco que perdura
del cruce del misterio y la palabra
si es el estado de la encarnadura
del milagro de tierra que se labra
si es la noción de la belleza pura
que junta lo infinito y la palabra
y tanta realidad lo transfigura
a volver otra vez si descalabra
también es una estrella en el deseo
de espacio y tiempo a eternidad que asola
cielo y tierra en la fuga que rastreo
cada vez que me escucho y soy yo sola
y tengo resonancia en el orfeo
que llevo en mi ceguera de amapola
505
Ibid., p.25.
528
29506
ese indeterminismo del deseo
de hallar eternidad en una lumbre
es el principio de la incertidumbre
en las adumbraciones que recreo
cuando estoy en completa soledumbre
del estado virtual del silabeo
y es lo infinito lo que balbuceo
en primera persona la costumbre
y si en latido del presentimiento
la radiación de fondo es todavía
el estado de gracia y su momento
aunque todo es oscuro a pleno día
algo del corazón o el pensamiento
se ve en la radiación que me extravía
506
Ibid., p.42.
529
35507
siempre busco la idea que esclarece
el fondo de la vida o la razón
de ser o de no ser el corazón
la singularidad que se parece
vibra tanto de amor y sinrazón
duele mucho de sangre que estremece
se hace grande o pequeño si aparece
del lado izquierdo alguna desazón
perturba las corrientes sin abrigo
anda a prisa al latir sólo conmigo
su pulso tiene un hito en cada pena
también en la alegría tiene tanto
y no se puede oír cuando hace llanto
la singularidad que arde en la vena
507
Ibid., p.48.
530
58508
regar el tiempo a ratos y esperar
fuese acaso la lluvia que cayera
cuando es plena mañana la pradera
y falta alguna rosa por llegar
cuando el tiempo que fluye persistiera
en ir de lo instantáneo a otro lugar
de todos modos quedará el lagar
en la fruta que el vino recogiera
porque el tiempo y su misma paradoja
hasta la margarita que deshoja
tiene rato en un sólo movimiento
aunque puede cambiarlo de sentido
y ser al mismo tiempo lo vivido
del estado inestable y su momento
508
Ibid., p.58.
531
Sonetos de Enriqueta Ochoa.
ESTE OBCECADO CORAZÓN…509
Este obcecado corazón te vela
en tanto, en medio de la noche, en claro
aceite ardiendo, alumbra el desamparo
que sólo tu poder salva y nivela.
Tan lejana del ruido se congela
toda presencia en mí, y tan avaro
se muestra el discurrir, que no reparo
en lo que espejo fiel no te revela.
Sola, construyo arrodillada un mundo
de tibia pesadumbre y presentido
gozo, en que luz, tierra y razón confundo;
y así me arde el desvelo reducido
y esta hipnosis de miel en que me hundo,
agostando en tu fuego mi sentido.
509
Enriqueta Ochoa, Poesía reunida, México, FCE, 1a edición, 2008, p.96.
532
EL CANTO… Y YO510
Turbando, atónito, demente o inerme,
tú oprimirás mi pecho entre tus manos
y entre tus venas de ávidos arcanos,
me has de fundir de tanto contenerme.
Yo no tendré más yacimiento oculto
que la existencia pródiga en tus manos,
la resistencia de tus hombros sanos
y tu actitud de silencioso culto.
¿Quién frustrará nuestro nocturno insomnio
y atreverá su paso desquiciado
en nuestro fiel delirio de desvelo?
Nadie hollará nuestro ámbito incendiado,
que en la visión de este infinito vuelo
todo un mundo presiento realizado.
510
Ibid., p.36.
533
FATIGA511
Ya están plenas las cuencas de mis ojos,
pronunciadas las más tiernas palabras;
sin embargo, tú, amor que me taladras,
quedas mudo a mis íntimos antojos.
Yo he albergado las más candentes rosas
y he apretado de cantos mi garganta,
más de ti sólo enorme se levanta
un mar de olas glaciales, silenciosas.
Ya mi voz se ha bañado de fatiga,
ya de tanto llamarme languidece,
pues ya gira en las ondas, ya se espiga.
Y acelera su paso y se enardece,
mas llegando a tu hielo se desmiga,
y en las sombras calladas desvanece.
511
Ibid., p.39.
534
DRAMA INTERNO512
III
Me pregunto qué queda de mí: nada.
Toda soy una dádiva insistente
desde los ojos plenos a la frente,
desde la oscura noche a la alumbrada.
Me pregunto qué soy y digo: nada.
No soy dueña del más leve respiro,
ni las ondas calientes en que giro
ni mis ojos lo son de mi jornada.
No lo soy de mis largas soledades
porque todo hacia ti vuela y se torna
en febriles y recias tempestades.
Todo, todo —tú ves— se me trastorna
a tu ámbito y yo, en mis vaguedades,
me pregunto si en ti se me retorna.
512
Ibid., p.38.
535
Sonetos de Ulalume González de León.
SONETO DE UN NO SABER SABIENDO513
Entre ningún después y ningún antes
cierra el abrazo tiempo desprendido.
Como el ayer es el mañana olvido
y un olvido recuerdan los amantes.
¿El hoy? En su estampida los instantes
vacían el abrazo: nunca ha sido.
Pero con la memoria de ese olvido
ellos recobran su después, su antes.
Sí fue el abrazo. Saben, separados,
lo que ignoraron juntos al perder
sus cuerpos y sus almas, enlazados.
Buscan otros después que en antes trocan.
Saben. Pero no pueden conocer
el no lugar, el hoy, que nunca tocan.
Ulalume González de León, Sonetos de un Saber Sabiendo, México, El Tucán de Virginia, CONACULTA,
Universo Literario, 1a edición, 2014, p.26.
513
536
DIÁLOGO IMAGINARIO ENTRE LOUISE LABÉ Y OLIVER DE MAGNY514
I. ELLA
A un beso tuyo que mi boca abrasa,
y otros dos, todavía más sabrosos,
y otros dos, más que el último amorosos,
cuatro devuelvo ardientes como brasa.
¿Desfalleces?... Verás que pronto pasa
Tu mal si diez añado, muy graciosos.
Entremezclando besos tan dichosos,
¡uno al otro gocémonos!... ¡La escasa
vida ya se duplica: ya consigo
cada quien vive y dentro de su amigo!
Pero deja que diga otra locura:
si me aflije vivir discretamente,
de contentos privada, ¿no es cordura
vivir fuera de mí, perdidamente?
514
Ibid., pp.30-34.
537
II. ÉL
¿Qué fuego celestial mi pecho enciende
y qué furor es éste, que me irrita?:
santamente el espíritu me agita,
pero artero la atiza y me sorprende.
¡Como!... ¿El pequeño Dios a mí desciende?
¿Él, que en los grandes dioses ejercita
su fuerza insigne, en corazón me excita
con la inmortalidad a que trasciende?
¡Es él, es él! ¿Su soplo me exaspera?
Sé que es él porque huelo su grandeza:
porque otra vida, nueva y mía, empieza.
¡Fuera entonces, profanos! ¡De aquí fuera!
¡Ya llegó el Dios! ¡Ya siento que está aquí
por el furor que me saca de mí!
538
III. ELLA
Ni de Ulises el émulo prudente
podría sospechar por tu apariencia
dulce, honesta, graciosa, la presencia
de cosa alguna en ti que me atormente.
Por culpa tuya, Amor, el inocente
Pecho –ya de tu fuego residencia—
me flechan unos ojos cuya ausencia
no menos que su luz inclemente.
¡Extraña muerte!, pues me punza el dardo
de un escorpión, y el bálsamo que aguardo
es el mismo veneno que me altera.
Alíviame, oh cruel, de tal manera
que mi ardiente deseo no se apague
o con la muerte mi delirio pague.
539
IV. ÉL
La quiero por discreta y por hermosa:
negra la ceja sobre el ojo oscuro,
la risa alegre y el aliento puro,
el vientre de marfil, la tes de rosa.
La quiero por su frente: una espaciosa
plaza donde el Amor está seguro;
y por su inquieto espíritu maduro;
y más por elocuente y memoriosa.
La gran erudición que la engalana
me hace quererla igual que humana
--no conoce su pecho la avaricia.
Pero soy su rendido prisionero
y encuentro en sus amores tal delicia
porque duermo con ella cuando quiero.
540
V. ELLA
Diana –que por sus ninfas aclamada
reposaba de larga cacería,
del fresco monte en la espesura umbría—
me vio pasar, en sueños abismada
como acostumbro, y exclamó enojada:
“¡Ved a esa Ninfa desatenta y fría
que antes a Diana recordar solía!”
pero al mirarme del carcaj privada
y el arco, dijo: “Amiga ¿a dónde fuiste?
¿Qué has hecho que sin armas te volviste?”.
“Me contrarió”, repuse, “un caminante;
y en vano le arrojé todas mis flechas
y el arc: alzólos él, y en un instante
me vi abierta, cien veces por cien brechas”.
541
LOS SIETE GOCES,515 Nelly Aponte
Eres una constante de pecado
con ese juego tuyo que es muy mío:
reduces mi sentir, mi fe, mi brío
al cumplir siete excesos a tu lado.
Envidia de más besos del pasado
que compulsan la Ira en desvarío,
desafiar la Soberbia al desafío
de sentirte en mi vientre aprisionado.
La Lujuria persiste en la Pereza,
incluyendo tu fálica destreza
en mi piel que en tu piel dejas que encarne.
Y en espera del éxtasis convulso…
sostenme la Avaricia con tu impulso
de esta Gula carnal entre mi carne.
Nelly Aponte, en Oscura lumbre. El soneto erótico en la poesía mexicana, Brígido Redondo prólogo y selección,
México, Casa Maya de la Poesía, 1a edición, 2008, p.35.
515
542
Soneto de Iliana Godoy (1952-2017).
SIGLO XVI516
Borra en su densidad tiempo de arena
el atrio de caminos reflejantes
cuando el orden que vela los instantes
es procesión que rompe su cadena.
Rueda el viento llenándome las venas
de verde aliento y voces resonantes;
en el lienzo de sol, ahora y antes,
el fluir del presente hiere apenas.
La luz labra un panal que a diario crece
y desgasta relieves con su hiedra
mientras la sombra los derrumbes mece.
Sólo el polvo es testigo de la piedra;
en vacía memoria que enmudece
la permanencia de las ruinas medra.
Iliana Godoy, en Cinco siglos de poesía femenina en México. Antología.Siglo XX. A-G. Tomo II, selección,
captura y prólogo de Maricruz Patiño y Leticia Luna, México, Secretaría de Educación del Gobierno del Edo. Mex.,
1a edición, 2011, p.326.
516
543
Amoretos de Ethel Krauze
XIII517
Tú me escribes, amor, con tu caricia,
la rima repetida entre mi pecho,
la sílaba que marca el breve trecho
de tu mano surcando mi delicia.
En la estrofa segunda que se inicia
tú me abres, amor, en nuestro lecho
y tu cuerpo en mi cuerpo ya es un hecho
con la métrica exacta que desquicia.
Has logrado la página modelo,
la cadencia de forma y contenido
que se encierra en el verso repartido
hacia el punto final de tanto anhelo;
la respuesta será para tu oído
lo que en este soneto te revelo.
517
Ethel Krauze, Amoreto. Amor en soneto, México, Plaza y Valdés, 1a edición, 1999, p.19.
544
XVII518
Tiéntame tu, amor, por donde quieras
en el mar azulado de mi vientre
y que el ávido beso surque y entre
hasta el fondo animal de mis caderas.
Toca el vello feliz de mis praderas;
y este líquido ansioso donde encuentre
su revuelo de iris, que se centre
en el vértigo lento de tus eras.
Siente el soplo marino de mi espuma,
la sal ardida y lánguida que emana
la región donde el verbo se consuma,
el verbo atado a la quietud que sana
el ingrávido peso en que se suma
la respuesta inefable de mi gana.
518
Ibid., p.23.
545
INVIERNO,519 Verónica Volkow
¡Qué extraña es la llegada del invierno
con su pálida máscara del mundo,
página silenciosa en que se borra
el color, el dibujo de las cosas!
Ruinas del árbol, el camino, el prado,
desdibujadas casas y montañas,
efímero desierto, arena breve,
húmedas leves piedras pasajeras.
Blanco derrumbe de una noche blanca
de blanca oscuridad. Luz solitaria,
inmensa, luz llenando todo idéntica.
Luz que es noche y mar sobre las cosas,
marmóreo mar amordazado, mar
mortal de lento mármol nebuloso.
De Los caminos, 1989.
Verónica Volkow, en La voz de la poesía en México, antologa Yvonne Cansigno, Universidad Autónoma
Metropolitana Unidad Azcapotzalco / Universidad Autónoma de Tlaxcala, 1a edición, 1993, p.285.
519
546
MEDIODÍA,520 Blanca Luz Pulido
Erguido en tu evidencia, dispersando
tu imagen en el aire que te inviste,
instauras con un gesto lo que existe
los labios de la rosa desnudando.
Inmóvil tu alta luz, impostergable
en su asombro de nube suspendida
en el insomne azul, en la medida
de tu joven contorno innumerable.
En ti se cumple el día, se detienen
los ávidos follajes transparentes,
los verdes se descubren diferentes
en la lustral quietud de tu mirada;
imagen, aire y luz ya te contienen
mas se escapa tu voz, fugaz, delgada.
De Raíz de sombras, 1988.
Blanca Luz Pulido, en La voz de la poesía en México, antologa Yvonne Cansigno, Universidad Autónoma
Metropolitana Unidad Azcapotzalco / Universidad Autónoma de Tlaxcala, 1a edición, 1993, p.353.
520
547
DE LA MUERTE NIÑA,521 Julia Santibañez
Qué ronca, furia rauda me perfora,
no se vale la historia ensangrentada
de la Ana común que fue reidora
y a los ocho, también ejecutada.
En la tele su foto me adolora,
me reprocha con rabia desnudada
y exige hacer sonar por fin la hora
de los hijos legión de la chingada.
Quiero rasgar, ahorcar, ejecutar,
hundir en los pulmones los cuchillos,
las fibras remorder de un corazón.
No torturo ni sé decapitar,
me defiendo con puños y colmillos,
rimar versos es mi guerra, perdón.
521
Op. cit., p.18.
548
EN LA CIUDAD DE DIOS SOBRE LA TIERRA,522 Mónica Suárez
Quiere zanjar el día su contienda
contra la negra noche, su melliza.
Fue Caín quien inició la senda:
el sable contra Abel, aterroriza.
Hermano contra hermano en la contienda:
rasgando toda luz cuando se iza,
—mucho antes de Abel o la calenda—
el puño de la muerte la luz triza,
en la ciudad de un Dios impronunciable.
Territorio ocupado por el odio
de las antiguas víctimas de guerra;
que repiten el crimen despreciable
de la sangre inocente en el asedio.
Y de nuevo Caín, el sable entierra.
México, 2021
522
En Estampas poéticas: https://www.facebook.com/115070507288786/posts/165787678883735/
549
SONETO A OCTAVIO,523 Leslie Ortega López
Sensato amigo de palabras pocas,
Tú me dices más con tus miradas
De lo que yo entre honestas carcajadas,
Ahogada en la ansiedad que me provocas,
Alcanzo a balbucear mientras me tocas;
Has de saber que ya van demasiadas
Ocasiones en que, desahuciadas,
Mis esperanzas, las que tú colocas,
De decirte certera lo que siento
Se quedan atrapadas en mi boca
Y espero que lo entiendas: yo no miento
Si juro que inefable amor sofoca
Elocuencia, razón y pensamiento,
Quien diga lo contrario se equivoca.
Leslie Ortega López, revista De-lirio, 25 de julio de 2020, en su versión digital:
https://www.de-lirio.com/post/tres-%C3%A9cfrasis-de-sonora-y-otros-poemas-de-leslie-ortega?
fbclid=IwAR2arnZRhKI0BYuwxeuTlagZEBGEgR1Tk5U9uZmLVtcTQkoPgvcNfP_R23k Consultado el 21 de
enero de 2021.
523
550
RETRATO DE ABUELA-MADRE,524 Ixchel Rosas Rosas
Con el día despierta aquel aroma
que inunda la cocina, el pecho, el alma,
me reanima tu té con esa calma
que respiro al oír Es tuyo, toma.
Se asemeja tu hogar, color paloma,
a un oasis que humea desde tu palma;
tu mirada de luz, abuela, empalma
mi sustento y tu risa que se asoma.
Hoy me ofreces frijoles y canela,
parece que comiera amaneceres
y que inhalo la vida en la cazuela.
Al preparar tortillas, madre, tú eres
la que, frente al fogón, me dice: vuela,
anda, ve, logra todo lo que quieres.
Fin de sonetos escritos por mujeres
524
Correspondencia personal.
551
Sonetos conceptuales
Este es de Nicanor Parra, “soneto 1”525
Tomado de Felipe Cussen ,“Sonetos para nada” en Martínez total, editores Braulio Fernández Biggs y Marcelo
Rioseco, Santiago de Chile, Universitaria, 1a edición, 2016, p.253.
525
552
Sonetos conceptuales de Avelino de Araujo526
526
Todos los sonetos aquí citados pueden consultarse en https://www.ersilias.com/avelino-de-araujo-poeta-visual/
553
554
Presenta, incluso, un soneto invertido.
555
Sonetos de Orlando Guillén
(MARÍA INMACULADA)527
Deliberado arcángel, ser del símil
veo tu ser en mi estar; y mi estar
en tu ser, padece ser de facsímil,
estatua, huella de pie que echo a andar.
Sed del símil, aciago arcángel ya:
licantropus erectus, besaculo,
besacáncer de frente, disimulo,
rapto de la imagen agú dadá
Cuando hasta el mango mi ser se entinta
ya difunta la daga, mi alma extinta
y mi nacer, mi haber nacido muerto
aciago ciego ya cíclope tuerto,
se para la hora en mi mujer encinta
y, fuera, un barco de ogros tunde el puerto.
527
Orlando Guillén, Versario pirata, México, CONACULTA, 1a reimpresión, 2002, p.125.
556
Verso de once, sonata del soneto528
relámpago en la tarde que declina
peinada cabellera vaselina
sastre soy del desastre que acometo
Un puñal en el alba del cuarteto
pinar atardecer de trementina
dragar trizar el ser saqueado reto
largar el remo por la mar mezquina
Hacer arder la noche en esta esquina
con la mano de Dios que se abotona
el guante del muñón que se encabrona
en la mano del agua en ruina
la violada doncella la madonna
la podrida ciudad mi mandolina
528
Ibid., p.126.
557
Ese muerto soy yo Paso a destajo529
revista de mi sed, destilería
De mi muerte me arranco árbol de cuajo
Moneda falsa el ser, de utilería
Soy un muerto que rema rayo abajo
Un látigo de alcohol Mercadería
dispersa por el pánico Trabajo
como el huso por la hilandería
Yo ya no quiero aquello que quería
la rata que iba al queso por la leche
Que mi sangre se indague, mi ser eche
en la suerte de daga orfebrería
el metal de mi muerte Batería
o aterido voltio, el amor que aceche
529
Ibid., p.134.
558
Soy el que usurpa tu mano derecha530
el zurdo el manco el cojo de las alas
soy un golpe de luna en calle estrecha
un galope de aullidos o de balas
Izquierda mi ignorancia mi hombro zurdo
azogue mis dos pálidos muñones
un guisante en el plato del absurdo
la pirueta del potro en los arzones
Presida una asamblea de cabrones
al alba la reyerta de la sangre
tinta en sol En hoscos pizarrones
consígnase en mi sangre por mi sangre
el mitin de la especie En sus tazones
subviértese la alianza de mi sangre!
530
Ibid., p.136.
559
Neosonetos de Raúl Renán. Parece que sin más fin que el ornamento, Renán a veces justifica sus
sonetos hacia la derecha, como para darle variedad o enrarecerlos; la iniciativa no es anodina, de
hecho demuestra que un ornamento bien empleado abona, ya que esta pequeñez puede llegar a
desautomatizar la lectura.
SONETO A LA TIERRA EN REPRESALIA531
Sobre tu espalda pisa
la caída
tierra herida
en el duelo de la ardiente liza.
Una curva seria de la risa
que fue raída,
es toda huella de vida
combatiente insumisa.
Frente a la ronda espectadora
que clama su derrota,
la tierra es la dadora
de la victoria. La hostilidad rota,
su cuerpo grano frota
hasta hacerse tumba la vida cantadora.
531
Raúl Renán, De las cosas queridas, México, Premia, 1ra edición, 1982, p.55.
560
SONETO TEXTO 532
Para Roland Barthes
La palabra se entrega a la lujuria
de la página y no toca lo blanco
dos bellezas opuestas en un flanco
común: negarse a construir la injuria
de cantar misa con el cuerpo y furia
con el alma. La conciencia del manco
papel sin el escrito: poemitranco
es mejor que estar atado; espuria
condición de la yunta. El texto flota
sobre ausencia como lo blanco riega
su sombra a desbordar la flor del fuego.
Nada reposa inerte sobre el pliego.
Texto edificio. El campo alfombra. Ciega
forma de escritura la voz, rebota.
532
Ibid., p.51.
561
SONETO PATIBULAR533
La cuerda repta
como animal en pena:
vena
de propia sangre erecta.
Desde su nudo invecta
contra cuello y cercena.
Amena
fe patibular inyecta.
Sube al palo,
se hace luz corrediza
en torno al cuello.
Gola al malo
con la muerte precisa:
sin resuello.
533
Ibid., p.62.
562
AQUÍ Y AHORA: LA POESÍA Y EL SONETO HOY, AMANECERES DEL TERCER
MILENIO
PATRÓN DE VIRUS534
Soneto/ensayo en prosa socavada
La noción de verso proviene de la imagen griega de la línea que trazan los
bueyes al arar la tierra y de las vueltas que deben dar para realizar bien
esa faena. Esa imagen se designa en griego con la palabra bousrophedón:
dar la vuelta al modo de los bueyes que aran. Surcar y dar la vuelta: se
debe tener en cuenta ambos actos. El surco abierto en la tierra por el
arado, formando una línea continua pero plegada al máximo, desde un
extremo de la parcela al otro, es la alegoría del verso, entendido como
forma de distribución del discurso.
Josu Landa
We are not that mighty, es un verso perdido / de un poema extraviado que murmuro / ante el
[peligro real que, como raza / —la raza humana, la única que existe—, /
podemos suponer a la morada / que solemos llamar tierra (aunque el agua / represente mucho
[más o el mismo aire / sea de una vastísima imponencia /
o el fuego, en este instante el proprio fuego, / sea de una abrasadora realidad / que evapora y
[hace arder las muchas aguas /
o que vuelve desiertos a las tierras / o que quema por dentro los pulmones / con la ígnea
[bocanada que despide).
Me consuelo juzgando, al desglosar / los otros versos olvidados del poema, / que es un gesto de
[soberbia creer / que el futuro de la casa común /
obedece a los caprichos de un solo / inquilino apenas en la infancia, / con su mínima edad frente
al
[nautilus / —ese fósil viviente— o a las medusas, /
que respiran las aguas desde el cámbrico, / o a las esponjas vivas desde el reino / Parazoa —esas
[plantas animales—; /
Giorgio Lavezzaro, el poema me fue enviado por correo electrónico; sin embargo, después se publicó en Oikos
Poeti per il futuro, selección de Stefano Strazzabosco, Italia, Mimesis Edizioni, 1a edición, 2020.
534
563
porque ¿qué tanto puede el ser humano / apenas dando tumbos para hallarse, / para encontrar
[acaso su palabra?
Necesito creer en ese verso / encontrado o soñado o repetido, / necesito suponer que es verdad /
[nuestra ínfima potencia frente a todo / el mundo de universos existente, /
en esta casa habitada por cientos / de miles de millones de organismos / respirando el mismo
aire,
[reviviendo / de la misma luz, la misma negrura / desvelada en las células adentro; /
necesito creer y por eso oro, / me invento una plegaria en el soneto: / ruego que solo sea una
[arrogancia / pensarnos el remate del poema.
Pero de pronto sale al paso fiebre / y el cuerpo se calienta como el éter / y comienzo a sentirme
[reducido / de todas mis potencias cotidianas. / Me doy cuenta de golpe, en mi delirio /
destemplado, que un ente que me habita, / tantos miles de veces más pequeño / que una célula
del
[cuerpo afiebrado, / podría cegar mi luz con su mínima / presencia devastante piel
adentro./
Me asalta entonces la atroz lucidez / de una consigna escuchada en el cine / que devela la esencia
[de la especie: / trazamos los patrones de los virus:
Conviene recordar constantemente / al aire transformado en llama ardiente, / al agua evaporada o
la
[tierra árida, / la fiebre elemental que estamos siendo; / debemos recordar para ceder /
un poco del terreno aglomerado, / elegir el camino del abismo; / ya no reproducirnos en
parcelas /
[siempre más saturadas de nosotros / para no exterminarnos mutuamente: /
convertir de una vez a la poesía / en el arado fértil de la muerte. / Buscar la interrupción, labrar
[la prosa: / florecer en los surcos de la voz.
Giorgio Lavezzaro, Turín, 2020
564
Sonetos de Luis Vicente de Aguinaga
T AKING SIDES535
Llega el momento de tomar partido.
Yo decreto el final de la tibieza.
Prohíbo que transcurra otro minuto
de risitas nerviosas, de siseos.
Fórmense por aquí los partidarios
del cielo matutino. Los nocturnos,
proclives como siempre a no ser nadie
—serlo todo—, repliéguense o dispérsense.
Por un lado el café, los chocolates,
el cigarro; por otro las cucharas,
el cepillo de dientes, el perfume.
La coma contra el punto. El mar o el mármol.
El aire o los cuadernos de cuadrícula.
Exijo monosílabos, no dudas.
535
Luis Vicente de Aguinaga, Trece, México, LunArena, 1a edición, 2007, p.16.
565
SONETO DE LA INICIACIÓN536
Que ya estaba rondándonos el hambre
y que un son de monótonos tambores
antes aún de oírse nos rodeaba
lo entendimos después, vencido el plazo
y agotado el paréntesis de sombra
en cuyo centro halláramos asilo,
el privilegio amniótico del agua,
el reposo de un tiempo sin fisuras.
El hambre pudo entonces abrazarnos,
ponernos de su parte, consumirnos
lo suficiente para darnos pie,
justo lo indispensable para vernos
gritarle y ofenderla y maldecirla:
deberle, a fin de cuentas, la palabra.
536
Ibid., p.18.
566
Sonetos de Víctor Lovera
DESDE DONDE LA PIEL537 me lo reclama,
desde el libro, la mar o la ceniza,
desde el cerro que brama e hipnotiza,
desde el alcohol alegre que me inflama.
Es decir, desde todo panorama
ya sea natural, o bien, de tiza,
me levanto vocablos de huidiza
y meridiana claridad. Me llama
entonces el reloj a darles tierra,
y vocablo a vocablo voy sembrando
semillas de pensar, en suelo blando.
La raíz del vocablo tiempo encierra
y florece un silencio palpitante:
mi cosecha anhelada y abundante.
537
Víctor Lovera, en https://victorloveras.wordpress.com/2020/08/10/desde-donde/
567
ESTA MAÑANA, EL SOL HACE LO SUYO.538
Las copas de los árboles, serenas,
se mecen como nidos de sirenas
y abren sus ojos -hojas- de capullo.
Remueve el sembrador, como un murmullo
de entre la tierra, de entre las avenas,
las frescas sábanas de sombra. Y plenas
las sialias se elevan con orgullo.
El aire y sus azules se pronuncian.
Las piedras son de piedra y huelen dulce.
El agua de los ríos es un pez.
Los peces de los mares beben calma...
Esta mañana, el sol hace lo suyo.
Por hoy, la sangre sigue en nuestras venas.
538
https://victorloveras.wordpress.com/2020/07/08/esta-manana/
568
Sonetos de Valentín Eduardo
DEL SORJUANESCO AMIGO 539
¿Que me resientes como yo a ti quiero,
y juzgas negligentes mis andadas?
¿Que te aprovecha compartir veladas
pero no ajusta el escucharme austero?
Si te provoco repulsión empero,
con mis proezas de virtud rapadas
y por tu juicio de agresor penadas,
qué despropósito el cariño entero.
Será alegato, sorjuanesco amigo,
pero me cuesta comprender tu empeño
de hallar conciencia en donde pura vida.
Que no madura la amistad conmigo,
mejor que muera de primero sueño
a estar llorando la verdad perdida.
Culiacán, 24 de diciembre de 2019
539
Valentín Eduardo, en https://paragrabarseenunarbol.wordpress.com/2019/12/24/del-sorjuanesco-amigo/
569
MOMMY540
¡Salvaje mía a quien temo natura!
puesto un servicio de ley que domina,
y en su dominio al amor incrimina
falta que suya, ¡te espanta de pura!
¡Oh, libertad de hacedora figura!
que tiene esclavo al deber de rutina
y diligencia al querer que fulmina
sin intención, ¡con humana ternura!
Isla en virtud de Narciso parlera,
con inocencia de niña en apuro,
has intentado ¡ceñirme a tu garbo!
Que has sido madre sin hombre que hiera
la obscenidad de tu seno aventuro,
y en el misterio del hijo no escarbo.
540
https://paragrabarseenunarbol.wordpress.com/2020/01/19/mommy/
570
Soneto de Mario Carlo Martínez Espinosa
EL ENEMIGO QUE RESGUARDO 541
Escucho voces que no hacen sonidos,
silentes gritos de dioses ausentes.
Miedos y penas que esperan latentes,
en mi cráneo, emitir sus aullidos.
Crueles recuerdos de sueños fallidos,
y un atronar de traiciones recientes.
Me atormentan fantasmas omniscientes,
violentas sombras de anhelos perdidos.
Una mente ajena invade mi juicio,
me obliga a buscar fingidas verdades
en los intestinos de este suplicio.
Hundido en marchitas profundidades,
me ahogo en un firmamento ficticio,
estrangulado por mis soledades.
Mario Carlo Martínez Espinosa, “El enemigo que resguardo”, en La masa literaria, Nº 1, agosto 2019, México,
p.62. Disponible en https://lamasaliteraria.files.wordpress.com/2019/08/la-masa-literaria-primer-nc3bameroagosto-2019-locura-4.pdf
541
571
Sonetos de Dani Factótum, tomados del Facebook Sonetos Millennials.542
542
https://www.facebook.com/DaniFactotum Consultado el 21 de febrero de 2021.
572
573
Dos pornosonetos543 de Pedro Mairal. Ambos siguen la estructura inglesa pero sus cuartetos son
abrazados en lugar de serventesios, además de que se presentan como bloque tipográfico;
presenta el esquema de rima marcando la división de estrofas para que pueda observarse mejor:
ABBA-CDDC-EFFE-GG,
“mi harakiri al revés la súper paja
que enarbola la sangre que te invoca
te llama con la súplica en la boca
te busca entre los átomos y viaja
recorre todo el fuego compartido
se anima hasta el dolor y falta y dura
y estás pero no estás la calentura
de tu casi presencia yo te pido
te genero te invento te fracaso
y triunfo por momentos y el ritual
se lleva a cabo angélico animal
hasta el fantasma nuestro del abrazo
soy este que se muere soy el hombre
que se cae de rodillas en tu nombre”
Poemas tomados de “‘Pornosonetos’, de Pedro Mairal: Los recovecos del cuerpo femenino”, en Cine y literatura,
18 de noviembre de 2018, por Nicolás Poblete Pardo.
https://www.cineyliteratura.cl/pornosonetos-de-pedro-mairal-los-recovecos-del-cuerpo-femenino/?
543
fbclid=IwAR07X-10b5M4LisrfrLwHF_ViO0apbaEN5JcFwAvvTiqIaKw_pF4GRNSl8g Consultado 21 de febrero
de 2021.
574
“mi negra de mi alma ando caliente
pasaron muchos días sin cogernos
por qué se vuelve tan difícil vernos
por qué nos eclipsamos entre gente
hoy te hubiera pegado una cogida
que no te imaginás toda la verga
que tengo para vos y se posterga
y cada vez la tengo más erguida
te quiero regarchar como te gusta
chupándote las tetas victoriosas
diciéndote al oído muchas cosas
mientras la verga entera te entra justa
te quiero ver desnuda verte a solas
tengo un camión de sáncor en las bolas”.
575
Sonetos de Raúl Casamadrid.
TAFANARIO544
Ahora que habito este mundo freak
donde mora el árbol de frijoles rojos,
entre tus brazos y bajo tus ojos
retozo, llueve, es día del pic-nic.
Un cura averigua si vine o si fui,
la música rock espanta a los osos.
Tendido a tus pies con los brazos flojos
el río y mis palabras parecen confluir.
Sobre un eucalipto la luz cuela
el aroma prendido de las fresas;
mientras sueño, dibujo que regresas.
Los párvulos escapan de la escuela;
me escondo entre tu melena que vuela.
Sonríes, el cielo escampa y te alejas.
544
Raúl Casamadrid, Buenos Aires Limited, México, Letra Franca Ediciones, 1a edición, 2020, p.5.
576
INFLUENCIA545
Nunca tuve junto a mí una sirena que emanara aromas
ni el perfume de su miel cuando hacía bromas;
negado para las matemáticas e incapaz en las artes escénicas
jamás hallé el canto de su voz ni su piel escamada y cibernética.
Entre dulces actrices y emblemáticas ferias
y bajo el manto de suaves expertas exóticas
esfumé entre las sábanas mis ilusiones más serias,
la luz de su esquema ritual y su música heroica.
Hoy, mi perfil en la red se ve satisfecho:
aparezco en la selfi muy serio e inflando el pecho,
dando todo por hecho, como si fuera real.
Y luego, necio y lleno de un aire inmoral
plasmo mis ilusiones en tu radiante mural,
junto al diablo, sin más flores y en tu funeral.
545
Ibid., p.7.
577
578
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