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Le Berceau de Cristal: hipnótica poesía electrónica de Ash Ra Tempel

Ash Ra Tempel Le Berceau de Cristal

En 1975 el alemán Manuel Göttsching como Ash Ra Tempel, grabó la hipnótica banda sonora del film de Phillipe Garrel, la cual vio la luz en 1993

Ash Ra Tempel
Le Berceau de Cristal

Spalax. 1975/1993. Alemania

Prolongaciones en guitarra y sintetizador

Nunca es tarde para decir que en la electrónica de los 70 parece haber empezado y acabado todo. Así como fue sus albores, también fue su apocalipsis.

Mucho de lo que se gestó en las próximas décadas, vanagloriándose de ser innovador, no es más que la arqueología escasa de esa civilización enigmática: me refiero a la apropiadamente nombrada Kosmischemusik.

En esta civilización, me atrevo a distinguir unos tres periodos: un primer periodo incipiente y germinal -de 1970 al 74-, con mucho de experimentación desorientada e inquieta.

Un segundo periodo ya consagrado -de 1975 al 80- con notables pináculos. Y por último, un tercer periodo que recorre accidentado los 80, donde se puede ver francamente el declive de esta civilización.

En este sentido, Cluster, Tangerine Dream, Klaus Schulze y Ash Ra Tempel tuvieron desarrollos similares a lo largo de estos periodos. Un ejemplo de esto es el disco Le Berceau de Cristal de Ash Ra Tempel: un disco a las puertas del segundo periodo, demostrando en acto lo bien asentada que esta música estaría en el cosmos por venir.

Se trata, por lo demás, de un disco con repercusiones en otras arenas del arte: es a su vez la banda sonora de una película experimental del realizador francés Philippe Garrel, que concursaría en el festival de Cannes de 1975. Vale decir que en este film figura la actuación de otra alemana notable: Nico.

Palabras más palabras menos, el álbum no escatima en ser pieza de creación en múltiples campos de las Beaux Arts.

Philippe Garrel le comisionó a Manuel Göttsching componer una banda sonora que “nos pusiera a soñar”, luz verde para la electrónica etérea y onírica de Ash Ra Tempel, y muy en la línea de la temática de la película: el sueño errático de un poeta andrógino.

Le Berceau de Cristal es, sin embargo, un disco que no necesita de estas salvedades ni subtítulos. Es decir, se sostiene por sí mismo como un álbum que transita por una serie de secuencias fílmicas, emitiendo sus efluvios analógicos.

Quiero con esto decir que es una redundancia que advirtamos en este una banda sonora, cuando ya Ash Ra Tempel tenía tradición en proporcionarnos “visiones” a quienes escuchamos sus discos: el cortejo en tirabuzones de dos golondrinas en el aire que dibuja el contrapunteo de guitarras y teclados en la primera pieza, y luego el recorrido a galope por una foresta mítica plagada de esporas luminosas en “L’hiver doux”.

Como sacadas de una jungla cósmica, apariciones púrpuras bailan al ritmo de un ritual incógnito en mitad de una caverna en “Silence sauvage”, seguido del vuelo de pájaro sobre una secuencia de palpitaciones analógicas en “Le sourire volé”.

La elevación repunta en “Deux enfants sous la lune” cuando las guitarras infinitas de  Göttsching y su colaborador Lutz Ulbrich (integrante de Agitation Free) compiten por un lugar en la estratósfera.

Le songe d’or” envuelve con su aurea de teclados electrificados en distintos planos (de realidad). El álbum saca sus garras más filosas en los sonidos ondulantes y crípticos de “Le diable dans la maison”, para finalizar en la paz fúnebre de la última pieza, “…Et Les Fantômes Rêvent Aussi”, donde lo onírico imbrica con lo mortuorio, ya que -se nos advierte- “el reposo de los fantasmas también será sueño”.

Es la banda sonora de una civilización antigua perdida entre leyendas. Cada pieza es la ambientación de un mito, la visualización de una deidad olvidada, la escenificación poética de una situación fantasmagórica.

Para quien lo escuche atento e inmerso, la experiencia será la de un sopor donde no sabremos -como no lo supo Chuang Tzu- si soñamos con fantasmas o fueron ellos los que nos soñaron a nosotros. A duras penas, al final del disco, despertaremos a otro sueño, al otro delirio que nos hace realidad.

Le Berceau de Cristal es la dehiscencia de un rayo de luz en el horizonte. Las ondulaciones analógicas permitieron esos sonidos que antes sólo podíamos visualizar en metáfora.

Proeza poética la que Manuel Göttsching recreó en esta producción. ¡Todo esto, sin un solo verso recitado!, solo prolongaciones en guitarra y sintetizador como escasos tropos.

¡Despertad al resto del sueño: ya podéis dormir!

José Armando García



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