Biografia de Vitaliano Brancati

Vitaliano Brancati

(Pachino, 1907 - Tur�n, 1954) Escritor italiano que dio a la narrativa tradicional un giro sat�rico y grotesco. Utilizando como fondo la realidad siciliana, un modelo para �l de la Italia fascista, forj� algunos personajes masculinos que encarnan diversas formas de lo ilusoriamente viril: el conversador de bar, los dormidores de siestas, el impotente. Pas� los primeros a�os de su vida en Catania, ciudad donde curs� sus estudios primarios y la carrera de letras. Durante muchos a�os ejerci� la docencia en institutos de Catania, y despu�s en Roma. En 1945 abandon� la docencia para dedicarse por entero a la literatura.


Vitaliano Brancati

A pesar de que vivi� muchos a�os en Roma, estuvo siempre estrechamente ligado a las gentes y a la sociedad de Catania. Su obra no puede entenderse si no se tiene en cuenta este fuerte v�nculo. Forma parte de una familia de escritores cataneses que puede presumir de contar con figuras cl�sicas de primer orden como Giovanni Verga y Federico de Roberto, escritores que reencontraron el sentido y la esencia de su tierra desde la distancia, cuando viv�an bajo otros cielos, entre gentes distintas.

Comenz� a escribir muy pronto y, fiel a la naturaleza de su entorno m�s inmediato, se inici� con motivos y temas que no tard� en abandonar. El doble registro de la obra de Brancati no sirvi� s�lo para satisfacer una curiosidad y el gusto por la narraci�n, sino que revelaba uno de los aspectos fundamentales de su visi�n cr�tica: Brancati era un escritor instintivo que supo regular y disciplinar su trabajo con severas normas cr�ticas impuestas por una corriente, por una escuela literaria, que con el tiempo no hizo otra cosa sino reforzar su imaginaci�n, su aspecto creativo.

En 1932, cuando contaba veinticinco a�os, vieron la luz sus primeras obras: un drama, Piave, y una novela, L'amico del vincitore. Dos a�os despu�s public� la Singolare avventura di viaggio, en 1939 In cerca di un s�, y en 1941, muy pr�ximo ya al momento clave de su carrera, Gli anni perduti. Brancati, que hab�a simpatizado con el fascismo en los primeros a�os, contribuy� a desmitificarlo y analizarlo en Gli anni perduti e Il vecchio con gli stivali (1944), un cuento que fue llevado al cine (A�os dif�ciles), con su colaboraci�n como guionista, por Luigi Zampa.

Brancati cambi� de registro y se catapult� al �xito en 1942 con Don Juan en Sicilia (Don Giovanni in Sicilia). En los doce a�os siguientes cabe destacar I piaceri (1943), El viejo con botas (Il vecchio con gli stivali, 1945) y El guapo Antonio (Il bell'Antonio, 1949). La muerte lo alcanz� mientras redactaba Pablo el caliente (Paolo il caldo), que se public� p�stumamente en 1955, con prefacio de Alberto Moravia. Tambi�n p�stumamente en 1957 apareci� el volumen que contiene toda su obra teatral.

Brancati ocupa un lugar preeminente en la literatura italiana del siglo XX. Fue uno de los pocos escritores de su generaci�n (Tommaso Landolfi, Elio Vittorini, Alberto Moravia, Guido Piovene) que alcanzaron un decoro y una compostura de orden cl�sico. La disciplina, las lecturas contrarias a la vertiente f�cil de su naturaleza literaria siciliana (sin olvidar la que se puede considerar clave, la lectura continuada de la obra de Jules Renard) le llevaron a contener en unos pocos temas el producto de la imaginaci�n y a buscar la verdad a trav�s de la compleja y delicada red de la iron�a e incluso, en alg�n caso, de la s�tira.

El hombre siciliano (es decir, el var�n frente a las mujeres), el clima pol�tico y la vida provinciana parecen los eternos motivos de su fantas�a. Y quiz�s lo fueran, pero no se debe olvidar su funci�n de filtro, su raz�n cr�tica. Tras unos primeros intentos, de m�s amplios horizontes y aparentemente m�s libres, Brancati comprendi� que su camino era otro, que su verdadero mundo era el que le ofrec�a Catania. S�lo ten�a que leerlo desde otra perspectiva, interpretarlo desde lejos. Deb�a aceptarlo como s�mbolo, como ejemplo susceptible de ser ampliado.

Si se hubiera quedado atrapado en la mera descripci�n del acento y la pose de aquellas gentes, no hubiera sido m�s que un min�sculo e insignificante inventor de fr�giles caricaturas. Pero su objetivo era bien distinto y su ambiciones mucho mayores. Brancati pretend�a, sin salirse del reducido �mbito de la vida de provincias, penetrar el sentido del hombre, mostrar las escasas premisas de una ley eterna y universal, una ley que va m�s all� de la geograf�a. Crey� que a la iron�a y a la s�tira deb�a unir la melancol�a e incluso la tristeza.

Este sentimiento sincero del autor es el contrapunto de la iron�a. Ser�a un error cr�tico dejar de lado este equilibrio conseguido no sin esfuerzo. Brancati resolvi� su problema intentando establecer un equilibrio cada vez m�s firme entre sus cualidades naturales y la inteligencia cr�tica, entre el impulso y la capacidad de meditaci�n y correcci�n. Una parte de la cr�tica opina que el Brancati de los �ltimos a�os pec� de un exceso de seriedad, lo cual pudo ir en detrimento de su vertiente imaginativa, pero lo cierto es que para �l hubiera sido m�s f�cil inclinarse hacia una fantas�a rica y barroca, y sin embargo, no lo hizo. Y �sta es la prueba fehaciente de su voluntad de construcci�n, de la necesidad que sent�a de dar a sus invenciones un talante de verdad cotidiana, de su resuelta intenci�n de huir de lo anecd�tico para tocar definitivamente la imagen de la realidad.

C�mo citar este art�culo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].