Tabula Rasa
ISSN: 1794-2489
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Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca
Colombia
Blanco Puentes, Juan Alberto
Reseña de "El cerebro: un mundo de posibilidades para el aprendizaje" de Bertha Marlén Velásquez
Burgos, María Graciela Calle Márquez y Nahyr Remolina de Cleves
Tabula Rasa, núm. 5, julio-diciembre, 2006, pp. 297-301
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca
Bogotá, Colombia
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=39600516
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Bertha Marlén VELÁSQUEZ BURGOS, María Graciela
CALLE MÁRQUEZ y Nahyr REMOLINA de CLEVES
EL CEREBRO: UN MUNDO DE POSIBILIDADES
PARA EL APRENDIZAJE
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, Bogotá, 2006. Pp. 143
JUAN ALBERTO BLANCO PUENTES
Pontificia Universidad Javeriana1
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca
Institución Universitaria Colombo Americana (Colombia)
blancopuentes@gmail.com
Bertha Marlén Velásquez Burgos, María Graciela Calle Márquez y Nahyr Remolina
de Cleves, quienes han dedicado su vida a la Academia, ejerciendo su profesión en
diversas instituciones de educación superior, convergen en un momento histórico
en el cual el rol del Docente se actualiza con el de Docente Investigador, de ahí El
cerebro: un mundo de posibilidades para el aprendizaje, que hace parte de los resultados a
los cuales llegan dentro de su proceso investigativo. El texto en mención, viene a
ampliar lo que en su momento leímos como «Estrategias metodológicas facilitadoras
del desarrollo del cerebro total y su incidencia en el aprendizaje significativo de los
estudiantes universitarios» (Velásquez et.al., 2005). Igualmente, cabe mencionar que
de forma individual las docentes/investigadoras han realizado publicaciones en el
área que, de cierta manera, permiten reconocer las preocupaciones humanas que
han orientado tanto su vida académica como su interés por aportar alternativas
para el proceso dialógico entre el estudiante y el docente.
El cerebro: un mundo de posibilidades para el aprendizaje, está compuesto formalmente
por cuatro capítulos que en un proceso de enriquecimiento lector, permite a
quienes accedemos a sus páginas, no sólo respondernos algunas preguntas que
en un momento dado surgen en el quehacer docente, sino que además, facilitan
el acercamiento a las posibles alternativas con las que cuentan los profesores
para llevar a cabo su actividad; así mismo, el estudiante en proceso de formación,
sin distingo de interés académico, puede acceder a una serie de términos y
conceptualizaciones que fortalecen y amplían el conocimiento del cerebro y su
relación con el proceso de aprendizaje.
El capítulo uno, denominado «Organización arquitectónica del cerebro y su relación
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Editor de la revista Cuadernos de Literatura.
Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.5: 297-301, julio-diciembre 2006
ISSN 1794-2489
JUAN ALBERTO BLANCO PUENTES
El cerebro: un mundo de posibilidades para el aprendizaje
con el aprendizaje», nos sitúa al interior del cerebro, reconocido como el órgano
rector del conocimiento. El hilo conductor de este aparte, es el aspecto neuronal
del cerebro. En ese sentido se parte del Sistema Nervioso Central, para introducir
el concepto de neurona, que se revierte en el término de sinapsis (la comunicación
entre neuronas), y su influencia en el proceso de aprendizaje; aspecto potenciado a
partir de la estructura y la forma cerebral (hemisferios derecho e izquierdo; además
del, tálamo, hipotálamo, hipocampo, amígdala, mesencéfalo, cerebelo y puente),
y del cómo se establece el vínculo –inseparable– del cerebro con los procesos de
conocimiento. Proceso que tiene su origen en la relación directa entre cerebro y
lenguaje, diálogo concurrente si vemos que todo proceso de aprendizaje, requiere
de un sistema lingüístico socialmente establecido, entonces, reconocernos como
individuos lingüísticos nos convierte en sujetos y objetos de aprendizaje.
El «matrimonio» sinapsis – aprendizaje, definido éste último, por las autoras, como
«la modificación de la conducta del organismo debido a la experiencia previa»
(27). Requiere no sólo de acciones fisiológicas que activan el cerebro, sino que
además, se necesita de un espacio idóneo que estimule el ejercicio neuronal por
parte de quien accede a un determinado conocimiento. En ese sentido, el texto es
claro al sugerirnos acciones encaminadas a mejorar los escenarios de aprendizaje
evitando la quietud y posibilitando la movilidad de los sujetos. El cerebro para
ser activado se nutre del deseo de aprender. La parte terminal de este capítulo,
nos sitúa en la cima catártica de la relación cerebro – conocimiento. Entonces,
reconocemos las voces de quienes se han preocupado por dicha relación, y el cómo
está caracterizada desde múltiples visualizaciones: el cerebro cambia, evoluciona,
se adapta a las circunstancias que median entre el sujeto que aprende y el objeto
de ese aprendizaje –Bacilagupe (2003), Restak (2005); a la par con la existencia
de universales cerebrales, es decir, existen momentos de aprendizaje –conductas
aprendidas–
que irán a determinar la capacidad y velocidad de raciocinio de
los sujetos pertenecientes a una cultura –Gardner (2000)–. Igualmente, confluyen
múltiples ciencias, que comparten el mismo objeto de estudio: el cerebro. Ciencias
que desde sus campos particulares de acción logran la interdisciplinariedad,
concepto profuso que reúne, en este caso particular, y con la misma raíz a la
neurociencia, la neuroanatomía, la neuropsicología y la neurofisiología.
El capítulo dos se denomina, «Teorías del aprendizaje desde la perspectiva
neurocientífica y su implicación en el proceso de formación de los estudiantes», y
contiene las teorías y los principios del aprendizaje. En relación con las primeras,
se ocupa de cuatro teorías muy pertinentes desde la perspectiva neurocientífica; y
en relación con los segundos, son doce los principios que permitirán orientar las
intenciones investigativas, que en el campo de la ciencia aún se posibilitan, pues no
son concluyentes. Tanto las teorías como los principios, permiten caracterizar el
aprendizaje desde el desarrollo del proceso como tal en un ambiente determinado
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por circunstancias espaciales y temporales específicas. Las autoras, realizan una
síntesis conceptual de las cuatro teorías reconocidas –Teoría Neurocientífica o del
cerebro Triuno (Roger Sperry, 1973; Paul MacLean, 1994; y Elaine de Beauport,
1994); Teoría del Cerebro Total o Cerebro Base del Aprendizaje (Neal Herrmann,
1994); Cerebro Derecho vs. Cerebro Izquierdo (Linda Lee Williams, 1986; y
Tony Buzan, 1996); y, la más cercana a nuestros tiempos de globalización, Las
Inteligencias Múltiples (Howard Gardner, 2000)–. Es pertinente recoger la voz
de la autoras, para quienes, las teorías enunciadas vitalizan la metodología práctica
inmersa en un ambiente/escenario de aprendizaje que potencia el cerebro, logrando
que los estudiantes transformen la realidad de tal manera, que se optimice la calidad
de vida de los habitantes de la gran aldea global (63).
En este punto de convergencia teórica, los doce principios del aprendizaje,
funcionan a manera de ítems que permiten actualizaciones en el campo de la
pedagogía como escenario para la potencialización misma del aprendizaje. La
síntesis conceptual, de éste capítulo, se completa con la abstracción que de los doce
principios de aprendizaje del cerebro, hacen las autoras. Dicha síntesis, nos permite
dar una mirada panorámica y particular a cada uno de los principios. En la medida
en que todos se combinan o se revisan por separado, funcionan en general como
caracterizaciones del aprendizaje cerebral. Entonces, la particularización que se
hace de los principios repercuten en la activación de las teorías de aprendizaje, y
viceversa, con lo cual se hace necesario que se replateen «los paradigmas educativos,
a la luz de las teorías neurocientíficas» (67), partiendo de metodologías innovadoras,
didácticas reformuladas, proyectos de aula reestructurados y actitudes docentes
modificadas (68), es decir, cambiantes según el contexto social e histórico en el
que se desarrolla la profesión educativa.
«Procesos neurocognitivos implicados en el aprendizaje», es el rótulo del tercer
capítulo. En él desembocan cinco procesos, que inicialmente, las autoras describen
de manera general, a modo de introito al capítulo, y seguidamente, toman cada
uno de los procesos y nos los tipifican, categorizan y caracterizan, de tal manera
que nutren su lectura desde múltiples apreciaciones; todas ellas encaminadas a
fortalecer el aprendizaje como proceso de apropiación de la realidad y lo más
importante, como actividad individual, pues cada sujeto hace uso particular de su
propio cerebro, y cada quien observa el mundo desde sus perspectivas e intereses
personales. Entonces, la lectura se inicia con la Percepción, y las apreciaciones
temáticas que nutren su desarrollo, de tal suerte que sabemos cómo opera el cerebro
en este proceso (Granados, 2003); la relación entre sensación y percepción (Varona y
Otero, 2002); la atención como actividad cognoscitiva (Neisser, 1976); la experiencia
sensorial al servicio del cubrimiento de las necesidades del individuo (Bayo,
1987); a su vez, los procesos perceptivos –mecánicos y sistemáticos– (Sarmiento
Díaz, 1999); y los estilos de aprendizaje (Keefe, 1988; Dunn y Dunn, 1995; Kolb,
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1984). Todo lo anterior para individualizar el concepto de percepción. Seguido a
lo anterior, nos encontramos con la Memoria que se relaciona con la Atención y
la Percepción (81). Así mismo, el texto nos ofrece una visión global de las epatas
y fases que cumple e incluye el proceso de la memoria. Las cuales posibilitan la
relación filial entre aprendizaje y memoria, pues son «una interacción mediante
la cual los organismos manejan y elaboran la información proporcionada por los
sentidos» (86). Entonces, la dinámica de la memoria está sujeta al movimiento
sensorial que la realidad nos facilita.
El tercer ítem del capítulo, es la Atención. Este aspecto es abordado desde dos
perspectivas: su conceptualización y su alteración. Para el primer aspecto hemos
de anotar que se comparte la caracterización de interioridad, que como proceso
desarrolla la atención, mientras que para el segundo aspecto, hemos de compartir
la noción de exterioridad, pues las alteraciones de la atención están sujetas en
gran medida, al entorno en el que se desenvuelve el sujeto. Este ítem genera el
siguiente, la Comprensión. En el que son necesarios el análisis y la síntesis que de
la información hace el sujeto que aprende/conoce. Así mismo, es pertinente el
concepto de estimulación de la comprensión, pues dicha estimulación –realizada
por el medio y sus agentes de información–, van a facilitarle al estudiante su
acceso a posibles alteraciones de la realidad. Entonces, quien comprende está en
capacidad de generar soluciones a situaciones problema, así como alternativas de
mejoramiento de su espacio social. Como punto final de éste aparte, se trata el
aspecto del lenguaje y su ubicación en el cerebro. De esta manera, el lenguaje se
toma como «líquido vital» para el cerebro, pues a través del lenguaje el mundo
es internalizado por el sujeto, para después ser expresado a través de sistemas de
signos establecidos convencionalmente por una comunidad para la transmisión
de la cultura, del saber y como posibilitador de interacción social.
El último capítulo del libro es homónimo del antecedente escritural/publicado al
que hicimos referencia en el primer párrafo de este escrito. En él, las Docentes
Investigadoras abordan cuatro elementos –las estrategias metodológicas, el cerebro
total, el aprendizaje significativo y los estudiantes universitarios–, para llegar a
conclusiones determinantes, en relación con su proceso investigativo. Es de vital
importancia reconocer el aporte y la actualización de la neurocientificidad, que
hacen Bertha Marlén Velásquez B., Nahyr Remolina de Cleves y Maria Graciela
Calle M., así como la forma en que prueban en contexto –actual y potencial–, sus
curiosidades investigativas.
Situar el texto El cerebro: un mundo de posibilidades para el aprendizaje, en el instante
actual, se hace a partir de la confluencia de teóricos y postulados científicos que
nos ayudan como Docentes, en el ejercicio activo de la profesión, pero más allá de
eso, quienes se verán, a futuro beneficiados, serán aquellos sujetos del aprendizaje
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que, por avatares del tiempo históricos, hemos dejado de lado, al órgano rector
del conocimiento: el cerebro. Es oportuno, reconocer la profusa bibliografía que
acompaña al texto, pues en ella confluyen, desde 1969 hasta 2005, autores de
renombre, que han teorizado acerca de la cuestión, de tal manera que nuestra
lectura actualiza el tema del cerebro y su relación –inebitable– con el aprendizaje.
Actividad general, pues todos aprendemos, pero es particular, pues cada individuo
aprende según su contexto cultural.
Bibliografía
Velásquez B. Bertha Marlén, Nahyr Remolina de Cleves y Maria Graciela Calle M. 2005.
«Estrategias metodológicas facilitadoras del desarrollo del cerebro total y su incidencia
en el aprendizaje significativo de los estudiantes universitarios». En Tabula Rasa. No.
3:315-338.
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