“Nos cogiste siendo unos chavales del barrio, nos pusiste una pala en la mano y en aquel bajo del comedor de María Ana Sanz nos enseñaste un deporte que nos apasionó. Somos unos afortunados porque tenemos unas vivencias que solo unos privilegiados tienen. Nunca vamos a poder agradecerte lo que has hecho por nosotros”, halagaron los jugadores de Herri Txantrea, que en las fiestas del barrio homenajearon por sorpresa a Roberto Senosiain, fundador del club de ping pong en 1986 y entrenador las dos décadas siguientes.

El acto fue increíble, demasiado para una persona como yo. No me merecía nada, pero los chavales, como ya son muy mayores, se inventan cosas que no hice. O, por lo menos, a mí se me han olvidado”, bromea Roberto. 

Roberto, vecino jubilado de la Txantrea, fue conserje del colegio María Ana Sanz. En el invierno de 1980, el profesor de educación física, Eduardo García, “un enamorado del tenis de mesa”, organizó un campeonato de ping pong en el centro escolar en el que participaron una decena de profesores. “Vi los partidos, me enganchó y me apunté a cursillos”, relata.

La iniciativa fue un éxito y Eduardo –“la alma mater del tenis de mesa”– y Roberto comenzaron a dar clases extraescolares de ping pong en el colegio. “Todos los días poníamos las mesas en la sala y los chavales bajaban a jugar. Teníamos un montón, unos 150”, recuerda.

Muchos niños y niñas se enamoraron tanto de este deporte que cuando terminaban la etapa escolar querían seguir practicando ping pong. “Algo había que hacer”, comenta Roberto, que en 1986 fundó el club Herri Txantrea. “Eduardo siguió en el colegio y yo me quedé con los mayores de 14 años”, detalla.

Roberto llegó a entrenar él solo a unos 50 adolescentes en el colegio Arturo Kanpion. “Los metía en las mesas como Dios te da a entender, desarrollamos un sistema para entrar y salir de ahí y jugábamos desde las seis hasta las nueve de la noche. Qué a gusto dale que te pego. Estaba encantado porque los chavales progresaban y se lo pasaban bien”, indica. 

El club despuntó en los Juegos Deportivos, participó en competiciones nacionales –Galicia, Madrid, Catalunya, Euskadi o Andalucía– y Herri Txantrea fue el primer equipo navarro que se clasificó para jugar en la primera división nacional absoluta femenina y masculina.

“También hemos llegado a finales del campeonato de España a las que nadie pensábamos llegar”, saca pecho Roberto, que sufría en el banquillo: “Como decía Guardiola, el banquillo mata y te dejas la vida”. 

El club siempre viajaba escuchando a los Beatles, los Manolos o Juan Luis Guerra en el coche de Roberto, un Renault 12 familiar. “Nunca llegamos a saber su capacidad real porque siempre era posible meter a una persona más”, recuerdan los jugadores del Herri.

Mari Carmen, la esposa de Roberto, también iba montada en ese Renault 12 tejía las pantalonetas y alimentaba a la chavalería. “Nuestro paso por Herri Txantrea fue una de las etapa más importantes de nuestra vida. Hoy somos lo que somos gracias a todo aquello. Los mejores años de nuestra vida los hemos pasado con vosotros y eso no se olvida... Muchas gracias Roberto y Mari Carmen por vuestra entrega, cariño y tiempo que nos habéis dedicado”, agradecieron los jugadores de ping pong. 

En 2009, se derribó el colegio Arturo Kanpion, Roberto se jubiló y Herri Txantrea desapareció. “Hacía todo porque era el entrenador y presidente del club. La federación insistió que me quedara, pero no había nadie que me relevara y los jugadores veteranos, que llevaban conmigo más de 20 años, estaban cansados y no querían seguir jugando”, finaliza.