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BRASIL | MARCELO

Marcelo, promesa cumplida: “¡Dame un real y te traeré 13...!”

La Copa Libertadores cierra un circulo futbolístico para el lateral izquierdo. Un título con Fluminense en honor a su abuelo, hincha del club y uno de los “culpables” de su carrera.

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Marcelo, promesa cumplida: “¡Dame un real y te traeré 13...!”

La Copa Libertadores 2023 será un torneo difícil de olvidar para Marcelo. Lleno de la mística que envuelve a la competición más importante de Sudamérica a nivel de clubes, el lateral izquierdo se coronó en Maracaná para saborear a gran escala lo que es ser campeón con Fluminense. Frente a su público, en Río de Janeiro, la victoria sobre Boca Juniors cierra de alguna manera un círculo para el ex del Real Madrid, que a sus 35 años buscó reencontrar en su ciudad un fútbol que parecía perderse.

Marcelo, promesa cumplida: “¡Dame un real y te traeré 13...!”

Con una carrera llena de éxitos, y arropado por grandes títulos que le han alzado como uno de los mejores jugadores del mundo durante muchos años, levantar la Copa Libertadores supuso algo muy especial para Marcelo. Principalmente por volver a Flu y conseguir el primer título del club de esta magnitud, pero también por la figura que hay detrás de todo lo sucedido en su camino futbolístico.

El abuelo de Marcelo, Pedro Vieira a Silva Filho, fue uno de los artífices para que su nieto pudiera dedicarse a la pelota. De una familia humilde, el lateral izquierdo brasileño conoció de cerca lo que era esforzarse por conseguir cualquier real (moneda brasileña). Don Pedro, como era conocido su abuelo, trataba de inculcar a su nieto lo que suponía trabajar para conseguir las cosas. Una figura casi paterna que creyó en él más que nadie y le dio todo lo que tenía. “Si no hubiese sido por mi abuelo, no hubiese jugado al fútbol. Él me hizo ser todo lo que soy. Él creyó en mí antes de que nadie creyera. Cuando quise dejar todo, a los 15 años, me llevó a seguir. Es mi ídolo. Le debo todo”, explicó Marcelo en una de sus renovaciones con el Real Madrid.

Enfocado en el fútbol sala, para Marcelo el futuro no siempre estuvo sobre el césped, donde más tarde deslumbraría. No obstante, sus inicios en este sentido pueden explicar mucho de lo que suponía su forma de jugar. Hasta que le vio Fluminense. “Me vio el Fluminense y me quiso llevar. Pero a mí no me gustaba el fútbol 11. Mi abuelo Pedro, que fue jugador, me decía: ‘Ve, que te va a gustar’. Yo me negaba. Sólo quería jugar al fútbol sala. Pero, al final, jugué un campeonato a la fuerza. Me pusieron de extremo y de lateral. Y ahí me quedé”, contó hace tiempo.

Don Pedro, conocedor del talento que tenía su nieto, quiso que el desempeño de Marcelo con la pelota alcanzara cotas muy altas. Es por ello que, cuando su madre le castigaba, era él quien “rescataba” al futuro internacional por la canarinha para que pudiera seguir pateando el balón una y otra vez, concienciado en que en algún momento sería una estrella.

Con una conexión especial entre ambos, la carrera de Marcelo muestra un camino que no siempre fue fácil, incluso para entrar en el club que le dio lugar a ser profesional. Así es conocido por una anécdota contada por el lateral brasileño. A las puertas de que en Fluminense decidieran a través de unos entrenamientos los tres chicos que seguirían en la entidad, Don Pedro, que solo tenía dos reales para dejar a Marcelo en uno de los días que tenía que viajar de Calete al centro de entrenamientos del equipo, escuchó atentamente a su nieto, que le dijo: “Dame una moneda de un real y yo te voy a traer los 13 que necesitamos”. Después de recibir los dos reales, Marcelo fue a una máquina de juego y consiguió 25, dinero que le sirvió para ir al entrenamiento y acabar siendo uno de los elegidos por el Fluzao.

Fallecido en 2014, durante el Mundial de Brasil, la figura de Pedro Vieira a Silva Filho no es una cualquiera para el campeón de la Libertadores. Con su nombre tatuado en el brazo, el éxito de su carrera no se entiende sin su abuelo. Alguien que, además de darle todo lo necesario para llegar a ser un futbolista de una categoría inmensa, también le inculcaría el amor por los colores de Fluminense.

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