Basilio II El gran emperador de Bizancio
Basilio II
El gran emperador de Bizancio.

Antes de comenzar a examinar la vida del m�s grande de los soberanos bizantinos daremos un repaso a la �poca en la que le toc� vivir y gobernar el imperio.   

Era un momento de grandes victorias y de expansi�n territorial para el imperio, adem�s de vivirse un renacimiento de las artes y las ciencias, de la mano de la dinast�a maced�nica inaugurada por Basilio I en 867.

 

Bizancio en la segunda mitad del siglo X.

 

Constantino VII. (913-959, real: 944-959)

Romano II. (959-963)

Nic�foro Focas. (963-969)

Juan Tzimisc�s. (969-976)

La hora del proedros Basilio, y la rebeli�n de Bardas Skleros.

El levantamiento en Macedonia.

El verdadero Car�cter de Basilio II

El emperador solitario.

Primera campa�a contra el imperio b�lgaro.

Intento de usurpaci�n en Bizancio.

Basilio II, el aut�crata.

Las medidas contra la aristocracia terrateniente y los monasterios.

El allenlengyon.

Europa sobre Asia.

El soldado.

El imperio b�lgaro: la gran obsesi�n.

Ayuda extranjera y complicaciones en Antioqu�a.

Guerra sin l�mites.

El bulgaroctonos.

Un conquistador incomparable.

Los �ltimos a�os.

La situaci�n de Bulgaria.

Nuevamente oriente.

Tambi�n occidente.

Los errores de un gran emperador.

La sucesi�n.

 

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Trabajo completo

Debajo de estas l�neas, puedes leer la biograf�a entera.

 

Basilio II
El gran emperador de Bizancio.

 

Bizancio en la segunda mitad del siglo X.

Antes de comenzar a examinar la vida del m�s grande de los soberanos bizantinos daremos un repaso a la �poca en la que le toc� vivir y gobernar el imperio.

Era un momento de grandes victorias y de expansi�n territorial para el imperio, adem�s de vivirse un renacimiento de las artes y las ciencias, de la mano de la dinast�a maced�nica inaugurada por Basilio I en 867.

 

Constantino VII. (913-959, real: 944-959)

En el a�o 958 cuando nace Basilio II, Bizancio era gobernado por Constantino VII Porfirog�neto, quien foment� la educaci�n, las letras y la cultura como ninguno anteriormente, foment� el intercambio de embajadas en materia de pol�tica exterior, por ejemplo con el califa Omeya Abd el Rahm�n III, Ot�n el Grande y la princesa Olga de Rusia.

Adem�s fue cauteloso pero firme en las guerras que emprendi� (o m�s bien, que emprendieron sus generales) aunque en el caso de Creta, que era una espina clavada en el mediterr�neo desde que la conquistaran los �rabes, la expedici�n fue un rotundo fracaso porque se enviaron tropas insuficientes, salvado por la posterior toma de Teodosi�polis en el extremo oriental.

Ya en esos a�os comenzaban a destacarse dos generales que hab�an obtenido excelentes victorias contra los �rabes: Nic�foro Focas, qui�n dirig�a el ej�rcito y Juan Tzimisc�s, que en 958 tomaba Samosata, al norte de la Mesopotamia, luego de una gran batalla.

 

Romano II. (959-963)

El 9 de Noviembre de 959 muere Constantino VII, y es consagrado emperador Romano II, su hijo, un adolescente dominado absolutamente por la que fuera su mujer desde 956, Te�fano (su nombre real era Anastaso), una muchacha de pueblo muy bella de la que el so�ador Romano se hab�a enamorado perdidamente, y con la cual en 958 tuvo a su primer hijo, Basilio II.

El gobierno de Romano II destac� fundamentalmente por las disposiciones de Jos� Bringas, el eunuco parakoimomenos (especie de mayordomo de Palacio) que aconsejaba al enamoradizo y d�bil Romano II, y por las batallas ganadas por Nic�foro Focas, el general mas reconocido de esa �poca, quien se gan� toda la fama al reconquistar Creta, y luego Germanicea, Anazarbos, Raban, Duluk y que en 962 derrota definitivamente a Saif-ad-Dawlah en Alepo.

 

Nic�foro Focas. (963-969)

El 15 de Marzo de 963 muere Romano II, muy joven, y su esposa Te�fano, que comienza a ejercer como regente de sus dos hijos, Basilio II, de solo 5 a�os y Constantino VIII, su hermano menor, sabe que su situaci�n es precaria y se une en un plan al gran general Nic�foro Focas, consagrado emperador por sus tropas en Ces�rea, que usurpa el poder el 14 de Agosto de 963 en lucha contra los soldados de Jos� Bringas en las calles de una azorada Constantinopla.

Te�fano da muestras de brillantez y ofrece su mano a Focas, legitimando su poder uni�ndolo a la dinast�a maced�nica, quedando el veterano general como emperador protector de los dos pr�ncipes.

Aqu� hay que hacer hincapi� en que los parakoimomenos o mayordomos de palacio, hab�an obtenido un alto poder en el Estado, convirti�ndose en consejeros de d�biles emperadores o de emperadores soldados que sol�an estar en el campo de batalla mucho m�s tiempo que en el palacio imperial, y tomando todas las disposiciones por ellos, influyendo decisivamente en la marcha pol�tica del imperio.

Es por ello muy importante destacar que tras la ca�da en desgracia de Jos� Bringas, provocada por la lucidez y rapidez de Te�fano para hacer y deshacer alianzas, fue nombrado nuevo parakoimomenos el eunuco Basilio, un hijo ileg�timo de Romano Lecapeno, emperador asociado (en realidad el emperador "verdadero") a Constantino VII de 920 a 944.

Este Basilio, que ya ten�a una amplia influencia en la corte desde los tiempos de Constantino VII, jugar� un papel muy importante en los gobiernos de Nic�foro Focas, Juan Tzimisc�s y Basilio II, y recibi� adem�s el t�tulo reci�n creado de proedros, mano derecha del emperador.

Inmediatamente Juan Tzimisc�s, que proven�a de una familia aristocr�tica de Armenia fue nombrado dom�stikos de Oriente (ostentaba el mando supremo) y Le�n Focas, hermano del emperador, fue dom�stikos de Occidente.

As� se arm� legalmente el gobierno de un usurpador proveniente de una de las familias aristocr�ticas m�s famosas de todo el imperio, que, sin embargo, termin� por ofrecer m�s gloria para Bizancio, ya que el nuevo emperador estaba motivado por un fervor religioso y un amor por Bizancio antes poco igualado, que lo llev� a combatir al Islam de una forma extraordinaria, pues un�a todos estos elementos a su natural talento para la guerra y a sus principales colaboradores militares, los ya nombrados Juan Tzimisc�s y Le�n Focas.

Conquist� Tarso y Mopsuestia en 965, invadi� y reconquist� Chipre, y en 969 su ej�rcito, guiado por Pedro Focas y Miguel Burtzes, reconquista Antioquia, posteriormente vuelve a ingresar a Alepo a la �rbita bizantina, derrotando a su emir e imponiendo un fuerte tributo.

Como vemos, su obra fue reconquistar Cilicia y la mayor parte de Siria para el Imperio Bizantino.

Los problemas pol�ticos con occidente estaban a la orden del d�a: Ot�n I hab�a conquistado casi toda Italia, incluida Roma, y ten�a la vieja ambici�n de ser reconocido como el �nico emperador heredero del trono romano.

Nic�foro, rebosante de poder y victorioso, opuso una actitud de enfado ante la actitud del "rey b�rbaro" que quer�a casar a su hijo con una hija del emperador, y trat� a su embajada, presidida por Liutprando de Cremona, como a unos pobres prisioneros, lo que dio posteriormente al embajador la oportunidad de describir con desprecio y rencor la figura del emperador bizantino.

Tambi�n los b�lgaros estaban muy equivocados con respecto al emperador, que mand� azotar a los embajadores de ese pa�s que exig�an tributos acordados hac�a ya a�os.

No quer�a sin embargo Nic�foro Focas distraerse de sus campa�as en Oriente, con un criterio muy prudente, y ofreci� a Sviatoslav, pr�ncipe ruso, una recompensa para luchar contra los b�lgaros y darles una lecci�n.

El pr�ncipe ruso lo aprovech� para extender sus dominios al sur del Danubio, en 969 hab�a derrotado a los b�lgaros y conform� una poderosa fuerza que demostr� con su peligroso acecho sobre Bizancio que Focas se hab�a equivocado al llamarlo en auxilio del imperio, error que fue complementario del de la pol�tica bizantina de la primera mitad del siglo X, de preferir a los rusos sobre los hist�ricamente aliados j�zaros, que desaparecieron bajo el reino eslavo.

Esa sombra en los Balcanes fue un gran problema que el emperador no pudo prever.

 

Juan Tzimisc�s. (969-976)

El emperador tambi�n fue v�ctima de la brillantez de pensamiento y alianzas de Te�fano, que aprovechando que a pesar de sus conquistas Nic�foro Focas no hab�a llegado a ser muy popular por causa de los aumentos de impuestos y las largas y penosas guerras que hac�an la vida de los ciudadanos mucho mas dura, concluye con Juan Tzimisc�s, a quien hab�a convertido en su amante, una alianza para eliminar al emperador.

Es as� como la noche del 10 de Diciembre de 969, Juan Tzimisc�s y algunos de sus soldados se introducen en el cuarto del emperador, que es sorprendido durmiendo y asesinado, en uno de los hechos m�s injustos de la historia de Bizancio.

Es aqu� donde termina la influencia de Te�fano en la corte de Bizancio, por causa directa de la determinaci�n del patriarca Polyeuctes, indignado ante el crimen de Focas, quien se mostr� decidido a hacer pagar a los conspiradores un alto precio, y exigi� antes de coronarlo emperador que castigara a los c�mplices del asesinato y que exiliara a Te�fano, adem�s de revocar leyes dictadas por Focas que limitaban las propiedades mon�sticas.

Juan Tzimisc�s dirigi� Bizancio como emperador y protector de Basilio II y Constantino VIII, con la misma energ�a que su predecesor, al cual lleg� a superar como general y gobernante.

La prueba de ello la dio al solucionar de manera genial el conflicto con Sviatoslav, quien lleg� a aliarse con los b�lgaros contra Bizancio y a exigir la retirada del imperio a Asia.

Puso de su lado a los b�lgaros luego de reponer como soberano al zar destronado, al que hab�a capturado, tom� en 971 Gran Preslav, y asedi� a Sviatoslav en Silistria, atenaz�ndolo entre el ej�rcito y la marina con el temible fuego griego, agot� sus fuerzas hasta conseguir que Sviatoslav se entregara, entonces le hizo prometer al pr�ncipe ruso el abandono de Bulgaria, que no lleg� a cumplir pues fue muerto por los pechenegos antes de regresar a su pa�s.

As� el emperador anexionaba Bulgaria oriental al territorio bizantino, eliminando el peligro ruso, extraordinario.

Pol�ticamente Tzimisc�s fue mas precavido y previsor que Focas, mucho mas diplom�tico, como lo prueba la soluci�n que encontr� dando una muchacha pariente suya en matrimonio a Ot�n I, llegando a una paz y estabilidad con occidente.

Como militar fue realmente brillante y en oriente, su inter�s principal, conquist� desde Antioquia en 974 y 975 las ciudades de Emesa, Baalbek, Damasco, Tiberiades, Nazareth, Acre y Ces�rea.

Sin embargo, su verdadera ambici�n, conquistar las tierras perdidas con los �rabes en el siglo VII, no la pudo llegar a cumplir, porque muere el 10 de enero de 976.

 

La hora del proedros Basilio, y la rebeli�n de Bardas Skleros.

No se sabe a ciencia cierta c�mo fue el final de la vida de Juan Tzimisc�s.

Algunos autores como Ostrogorsky consideran que muri� de una enfermedad, posiblemente tifus, pero Maier y Treadgold dejan la duda entre el tifus y una conspiraci�n manejada por el proedros Basilio, probablemente un envenenamiento muy oportuno, que seguramente dar�a el poder total al ya demasiado fuerte mayordomo de palacio.

Sea como sea, su repentina muerte ocasion� que varios generales famosos pensaran que pod�an llegar a ser emperadores, generando un ambiente de gran tensi�n en el imperio.

Para el a�o 976 Basilio II ten�a dieciocho a�os y Constantino VIII diecis�is, y los dos hab�an sido criados como fr�volos miembros in�tiles y decorativos de una corte esplendorosa que rend�a homenajes a los hombres fuertes del momento, nadie pod�a pensar en que los herederos del trono podr�an reivindicar el mismo en ese a�o.

Sin embargo, el eunuco Basilio, su t�o abuelo, que ostentaba un gran poder en el palacio, consigui� tomar el poder en nombre de ellos.

Fue entonces cuando surgi� con toda la fuerza el nombre de un poderoso guerrero, Bardas Skleros, dom�stikos de Oriente de Juan Tzimisc�s y miembro de una familia de las m�s antiguas y ricas de Bizancio, qui�n se hizo proclamar emperador por sus tropas en el verano de 976.

Basilio, manejando el imperio como un verdadero emperador, en 977 comenz� a enviar tropas contra Bardas Skleros, pero este desbarat� a todas ellas, venciendo en toda Asia Menor, tomando Nicea en 978 y acerc�ndose a la capital.

Desesperado por las victorias de Skleros, Basilio recurre a una �ltima salida: llama al general Bardas Focas, sobrino de Nic�foro, qui�n durante el gobierno de Tzimisc�s intent� usurpar el poder sin �xito, vencido justamente por el hombre del entonces emperador, Bardas Skleros.

Era Bardas Focas un guerrero temible de gran estatura, y un excelente general, que no perder�a la oportunidad de vengar estos hechos pasados, y en un plan muy audaz, cuando Skleros estaba cerca de Constantinopla, no lo enfrent�, sino que se dirigi� a Ces�rea, obligando al usurpador a seguirle; en las primeras escaramuzas, Skleros venci� claramente, luego en las batallas m�s importantes tambi�n venci�, pero en la batalla decisiva, muy cerca de Amorium, en la llanura de Pancalea, Focas, que reservaba muy astutamente sus mejores fuerzas frescas y con la moral muy alta para este encuentro le derrota de manera contundente, el 24 de mayo de 979, terminando con tres a�os de guerra civil que hizo retroceder el poder de Bizancio.

Es as� como Bardas Skleros, derrotado y humillado por Bardas Focas, debe retirarse y refugiarse en la corte del califa al-Ta�i.

Por su parte, el general vencedor Bardas Focas tuvo tiempo despu�s un enfrentamiento con el parakoimomenos Basilio, lo que lo releg� a un segundo plano por varios a�os.

El levantamiento en Macedonia.

Debido a la muerte de Juan Tzimisc�s y aprovechando la guerra civil declarada por Bardas Skleros que entretuvo a los ej�rcitos bizantinos por varios a�os, se produjo en Macedonia un levantamiento de grandes proporciones, que tuvo las caracter�sticas de una guerra de liberaci�n contra el Imperio.

Es as� como en 976, muerto el gran emperador guerrero y distra�do Bizancio en una de sus acostumbradas luchas por el poder, en toda la regi�n de Macedonia se produce el levantamiento de los Cometopouloi, fundando as� un nuevo imperio, el imperio b�lgaro maced�nico.

El destronado zar Boris, que estaba prisionero en Constantinopla desde que Juan Tzimisc�s h�bilmente lo utiliz� contra Sviatoslav para luego desairarlo, se entera de esta insurrecci�n y huye de la capital bizantina con su hermano Romano en direcci�n a su patria.

Es aqu� donde se produce uno de esos hechos singulares que la historia caprichosamente depara a los protagonistas, y es que cuando cruzaban la frontera los soldados b�lgaros confunden la identidad de Boris, quien muere bajo las armas de sus propios subordinados.

Romano no pod�a ser coronado zar, porque los bizantinos le hab�an castrado, y al ser un hombre incompleto no pod�a ejercer el mando del nuevo imperio.

Entonces quedaba Samuel, que ostent� a partir de ese momento el mando y luego la corona de zar del imperio maced�nico.

Samuel fue creador de un nuevo gran imperio, que tuvo como primera capital a Prespa y luego a Ochrida, y pudo obtener todo el territorio que se propuso, toda Macedonia, toda Bulgaria, Tesalia, el Epiro, la zona de Dirrachium, Rascia y Dioclea, quedando solamente fuera la ciudad de Tesal�nica, que se defendi� valientemente y no fue conquistada.

Samuel, muy inteligentemente, declar� al Nuevo Imperio B�lgaro continuador del imperio de Sime�n y el de Pedro, las instituciones imperiales y el patriarcado siguieron las tradiciones del anterior imperio; la diferencia era que la regi�n de Macedonia constitu�a su centro, y su imperio era m�s grande y poderoso que el de Sime�n.

El verdadero Car�cter de Basilio II

Desde 976 hasta 979 el gobierno de Basilio, el eunuco de palacio, fue muy d�bil, soportando presiones de todo tipo al no poder vencer a Bardas Skleros.

Con la victoria de Focas se afirma Basilio en el poder, y gobierna a su antojo, dictando leyes y disposiciones, y enriquece enormemente, convirti�ndose en la persona con m�s poder y m�s bienes en todo el estado bizantino.

Ante este hecho, Basilio II, que segu�a siendo una figura decorativa y que deb�a su permanencia en el trono al gran eunuco, se fue apartando cada vez mas de su t�o abuelo.

Mostrando verdadero car�cter, Basilio II deseaba gobernar, ansiaba tener el poder entre sus manos, motivo por el cual intent�, primero prudentemente, luego mas abiertamente, alejar a su "benefactor" del trono.

Poco a poco el eunuco Basilio ve�a c�mo Basilio II trataba de decidir sobre las cuestiones de gobierno, ya no era d�cil y manejable, discut�a todo y creaba problemas a su antes todopoderoso t�o.

Ante esta situaci�n, ya en el a�o 985, cuando Basilio II ten�a 27 a�os, el gran eunuco de palacio plane� una conspiraci�n junto con Bardas Focas, su antiguo salvador, y otros generales, pero en un acto prodigioso que demostraba su capacidad e inteligencia, Basilio II se le adelant�: hizo detener a Basilio, confisc� su incalculable fortuna y lo envi� al exilio.

Poco despu�s, abandonado, solo y sin una moneda, mor�a el que hab�a sido la persona m�s poderosa de Bizancio desde 963, veintid�s a�os en la cima del mundo y mor�a tristemente y en la m�s absoluta soledad.

El responsable de esto, el emperador Basilio II, comenzaba as� su largo, dificultoso y pr�spero reinado.

 

Basilio II, emperador solitario. (985-1025)

 

Primera campa�a contra el imperio b�lgaro.

La primer medida que tom� Basilio II es solitario fue declarar nulas todas las leyes que promulg� el eunuco Basilio, hecho que har�a suponer que el joven Basilio, que deb�a la posesi�n del trono a su t�o abuelo, habr�a alimentado un gran rencor contra �l, tal vez por el hecho de no poder participar de las decisiones, tal vez por la envidia que le suscitar�a no poder obtener el poder que el gran eunuco ostentaba; de hecho solamente dej� vigentes las leyes que �l mismo refrendara posteriormente.

La situaci�n del Imperio ya no era la misma que a fines del reinado de Juan Tzimisc�s, a qui�n todos los estados fronterizos tem�an y respetaban.

El intento de usurpaci�n de Bardas Skleros y la guerra civil que se produjo por este hecho hicieron que se debilitara la posici�n de Bizancio con respecto a sus vecinos, teniendo como una grave consecuencia la ya relatada creaci�n del imperio b�lgaro maced�nico del zar Samuel.

Era muy l�gico que su primer campa�a consistiera en tratar de volver a sus cauces normales al territorio de los Balcanes, puesto que el imperio b�lgaro, con el zar Samuel a la cabeza, se hab�a convertido en temible adversario, y un potencial invasor de nuevos territorios bizantinos.

Fue la invasi�n de Tesalia y la toma de Larissa a fines de 985 por parte de Samuel lo que decidi� a Basilio II a pasar a la ofensiva.

Basilio II decidi� tomar S�rdica (Sof�a) por sorpresa y emple� no pocas tropas en esta tarea, pero no pudo penetrar en la ciudad, y falto ya de v�veres decidi� regresar, cuando todav�a no hab�a sufrido demasiadas bajas; lamentablemente para el emperador bizantino, al retirarse el ej�rcito del zar b�lgaro lo alcanz� y le infligi� una grave derrota el Agosto de 986, lo que puso su poder y prestigio en jaque dentro del imperio.

Intento de usurpaci�n en Bizancio.

Era com�n en el imperio bizantino el no recibir demasiado bien las derrotas de sus emperadores, ya que se consideraba que no ten�an el favor de Dios o que eran incompetentes, en todo caso, y esta vez no fue la excepci�n.

Bardas Skleros volvi� a aparecer por el imperio y se hizo proclamar emperador por las tropas que hab�a reclutado.

Por su parte, Bardas Focas, resentido por el tratamiento poco decoroso que le hab�a propinado el parakoimomenos Basilio en su momento, al ser llamado por Basilio II a enfrentar nuevamente esta insurrecci�n como encargado del mando supremo en Asia, si bien en un principio pareci� aceptar el encargo, luego se hace proclamar emperador el 15 de Agosto de 987, delante de la imagen de su gran t�o: Nic�foro Focas.

Todos los generales del ej�rcito y todas las familias m�s importantes de Asia Menor (excepto los Skleros, obviamente) apoyaban a Focas, con lo que esta sublevaci�n ten�a las caracter�sticas de un levantamiento generalizado contra el joven autocr�tico y pretencioso Basilio II, quien no ten�a casi aliados en todo el imperio.

Para colmo de males del emperador, Focas y Skleros llegan a un arreglo por el cual se dividen el imperio: Focas en Europa con la capital y Skleros en Asia.

Esta alianza, sin embargo, dura muy poco tiempo, ya que Focas, conciente del impresionante apoyo del que dispone, hace prisionero a Skleros, y se convierte en �nico pretendiente.

Con toda Asia Menor de su lado, al comienzo de 988 se acerca peligrosamente a Constantinopla, tomando dos posiciones para atacar la ciudad: Abydos y Cris�polis, preparando el ataque por tierra y por mar.

Basilio II no pierde el tiempo precisamente: sabe que dentro del imperio muy pocos lo apoyan, entonces recurre al pr�ncipe Vladimiro de Kiev, que le env�a un contingente de seis mil hombres, la famosa druzhina varego-rusa, conformada por los normandos rusos.

El propio emperador, temerario y valiente, dirige a su ej�rcito ruso-bizantino a su destino a fines de 988: Cris�polis.

La victoria de Basilio II es extraordinaria, y luego la refrendar�a en Abydos, el 13 de Abril de 989, donde adem�s de derrotar a Focas, �ste muere, al parecer de un ataque al coraz�n.

Bardas Skleros, que no aprend�a la lecci�n, volvi� a sublevarse, pero lleg� a un acuerdo pac�fico, terminando como un sumiso s�bdito del emperador.

El pacto de Basilio II con el pr�ncipe Vladimiro fue darle por esposa, a cambio de su ayuda, a su hermana Ana Porfirog�neta, algo que era un privilegio incomparable en esa �poca.

Tan importante era para los bizantinos el hecho de dar en matrimonio a una princesa de la dinast�a real, que se pens� en no cumplir la promesa dada; Vladimiro, para hacer valer sus derechos, invadi� Querson en 989; por supuesto, el matrimonio se realiz�.

La condici�n por parte de los bizantinos para casar a su princesa con Vladimiro fue a�n m�s importante: la cristianizaci�n del estado ruso.

Casi sin propon�rselo, entonces, en �poca de Basilio II se obtiene la cristianizaci�n del m�s importante de los estados eslavos, coloc�ndolo bajo la direcci�n de Constantinopla; Rusia comenzaba su camino hacia la ortodoxia, lo cual marc� la influencia bizantina en dicho estado durante siglos.


Basilio II, el aut�crata.

El ni�o Basilio II fue criado como un in�til dentro de la corte, disfrutando de una vida agradable y f�cil que asegurara a los sucesivos mayordomos de palacio su supremac�a y el gobierno del estado bizantino.

La tutela de su t�o abuelo, el eunuco Basilio, lo hizo un emperador a la sombra del gran poderos; la actitud de su hermano, Constantino VIII, que se contentaba con su vida superflua y llena de lujos, era la que tambi�n se esperaba de �l.

A pesar de todo, Basilio II estaba echo de otra madera, y nadie se dio cuenta hasta que sorprendi� a su t�o y lo desterr�, confisc�ndole todos sus bienes.

Luego, las traiciones de sus generales, las sublevaciones, los enemigos irreconciliables, hicieron que poco a poco se apartara de todos y cada uno de los que lo rodeaban, haci�ndose m�s dif�cil de encontrar, prefiriendo estar solo, decidir solo, mandar solo, como un verdadero y aut�ntico aut�crata.

No se cas� hasta ese momento y ya habr�a decidido no hacerlo nunca, no ten�a hombres de confianza y su comportamiento era muy raro en la corte bizantina, donde todos se quer�an destacar en el arte de la ret�rica, o por su conocimiento del arte y de las ciencias; el emperador casi no hablaba con nadie (no m�s de lo necesario) y no discut�a los asuntos de estado, no intentaba convencer a nadie de lo que hab�a decidido, solamente lo pon�a en pr�ctica.

Su raz�n de existir era el estado bizantino, su subsistencia y progreso, y la derrota de sus enemigos.

Las medidas contra la aristocracia terrateniente y los monasterios.

Para que el estado pudiera crecer, era necesario frenar a la clase aristocr�tica de familias ricas de terratenientes que con sus desmedidas ambiciones acumulaban tierras que los campesinos libres vend�an a bajos precios por diversas causas (sequ�as, malas cosechas, inundaciones, incendios.)

Consciente de la gran importancia del campesinado libre, recogi� las leyes promulgadas a su favor por Romano Lecapeno e incluso las mejor�, para devolverle a los campesinos las tierras perdidas.

Su pol�tica agraria fue entonces netamente antiaristocr�tica, lo que le vali� el odio de todas las familias importantes de los themas.

Es con este esp�ritu que hace devolver a los grandes magnates como los Focas y los Maleinoi, las tierras que desde 922, despu�s de la primera ley agraria de Romano Lecapeno, les hab�an sustra�do ilegalmente a sus due�os leg�timos, seg�n la novela de 996, donde nombra a estas familias espec�ficamente.

En dicha novela los Focas y los Maleinoi son utilizados como ejemplo de familias aristocr�ticas que obtienen un ilimitado poder al adquirir tierras ilegalmente, compr�ndolas a sus due�os que hab�an ca�do en desgracia por heladas, incendios, impuestos excesivos, y en contra de la legislaci�n vigente que proteg�a a estos, pero benefici�ndose de la prescripci�n que marcaban las leyes, que estaba en los cuarenta a�os, ya que al t�rmino de dicho plazo ya no se pod�an reclamar las tierras mal adquiridas.

Siguiendo un l�gico razonamiento, la novela especifica que los grandes terratenientes, debido a su creciente poder, lograban f�cilmente que transcurra el plazo de prescripci�n y quedarse con toda la tierra definitivamente, por lo que declara que no habr� mas derecho a la prescripci�n, volviendo en el tiempo hasta 922, cuando Romano Lecapeno dicta su primera novela con respecto a este tema.

La consecuencia: los grandes terratenientes que hubiesen adquirido tierras ilegalmente desde 922 deber�n devolverla a sus antiguos miembros, sin poder ampararse en la prescripci�n.

La medida, de casi imposible aplicaci�n (hab�an pasado mas de 74 a�os) demostraba el odio que Basilio II ten�a a la aristocracia rural del Asia Menor, los cuales le hab�an causado grandes problemas y contratiempos con sus revueltas desde el inicio de su reinado, y con ello le hab�an hecho perder mucho tiempo del cual se sirvi� el zar Samuel para organizar un verdadero imperio en los Balcanes.

Tambi�n esta novela la emprend�a contra los monasterios, los cuales se hab�an enriquecido notablemente gracias a las cada vez m�s grandes donaciones que hac�an los s�bditos del imperio e incluso a los testamentos donde se legaban bienes a la iglesia.

Hab�a en esa �poca gran cantidad de monasterios que se hab�an instalado en pueblos o aldeas de campesinos que donaban sus tierras; en su novela de 996 Basilio II declara que estos no son monasterios sino que son casas de oraci�n sometidos a la aldea, sin pagar sus obligaciones al obispo.

Los monasterios mayores, para lo cual toma como par�metro que tengan mas de ocho monjes, quedaban bajo la jurisdicci�n del obispo correspondiente, pero sin derecho a adquirir mas tierras, nuevamente en concordancia con las antiguas leyes de Romano Lecapeno.

 

El allenlengyon.

El sistema del allenlengyon era un m�todo de recaudaci�n impositiva que daba muy buenos resultados al imperio desde tiempos de Nic�foro I, y que significaba que la aldea rural estaba sujeta a impuestos que formaban un total que el Estado recaudaba invariablemente de la siguiente forma: si un vecino se demostraba insolvente (lo que pod�a ocurrir con frecuencia por diversos motivos que originaran una mala cosecha) los restantes vecinos de la aldea se hac�an cargo de pagar sus impuestos, con lo que se lograba recaudar siempre el total impositivo previsto para dicha aldea.

La gran preocupaci�n de Basilio II era que en sus tiempos los campesinos eran v�ctimas de este sistema, ya que si un campesino abandonaba su parcela, los vecinos le pagaban sus impuestos, pero los que no pod�an afrontar esta obligaci�n se ve�an obligados a marcharse, abandonando grandes extensiones de tierras a favor de los poderosos que las pod�an adquirir a bajos precios.

Con esto el Estado cobraba cada vez menos impuestos, adem�s de sufrir el abandono de aldeas enteras.

Basilio II, en una disposici�n muy inteligente, decide que a partir de ahora ser�n exclusivamente los due�os de grandes propiedades los que se har�n cargo del pago de los impuestos de los insolventes, logrando atacar as� esos dos grandes problemas: se aseguraba por un lado el cobro de los impuestos y por otro la permanencia de los campesinos en sus aldeas, con el consecuente mantenimiento de la producci�n agr�cola y ganadera.

Por supuesto, las protestas fueron airadas y los grandes personajes se hicieron escuchar, apoyados por el patriarca Sergio, pero a esta altura Basilio II ya era un monarca fuerte, inteligente e inflexible, y no dud� en aplicar el nuevo r�gimen.

 

Europa sobre Asia.

En la mente de Basilio II seguramente debe haber dejado sus huellas el levantamiento de Bardas Skleros, la traici�n de Bardas Focas, el gran poder�o que demostr� tener Eustacio Maleinos, magnate que recibi� en una ocasi�n al emperador en sus propiedades y dio la oportunidad a este de ver como viv�a esta gente.

Todos ellos ten�an algo en com�n, y era que representaban a una nobleza rural terrateniente de Asia Menor, sus tierras estaban en Anatolia, Armenia o Capadocia, lindaban en muchos casos con las tierras isl�micas occidentales, y hab�an dominado la vida del imperio en los �ltimos a�os con los gobiernos de Nic�foro Focas y Juan Tzimisc�s.

Mientras estos demostraban que el inter�s del imperio era la reconquista de las tierras perdidas con los �rabes, lo cual era l�gico porque era su propio inter�s en aumentar los territorios cercanos a donde ellos pertenec�an, por el contrario, Basilio II no solamente los combati� en cuanto cargarlos con impuestos de los campesinos pobres, adem�s en que deb�an devolver tierras conseguidas hac�a mas de setenta a�os y a muchos (como a Eustacio Maleinos) con la confiscaci�n total de sus bienes, sino que tambi�n, y muy claramente, favoreci� la guerra al imperio b�lgaro de Samuel, integrado totalmente en territorio europeo, sobre la reconquista de territorios al Islam, que realmente contaba con innumerables ventajas de haberse producido, ya que el Egipto fatimita due�o de Siria y Palestina estaba pasando por una etapa de notable debilidad, como ya lo hab�a demostrado Juan Tzimisc�s con sus notables campa�as.

Basilio II, el soldado.

 

El imperio b�lgaro: la gran obsesi�n.

Tenemos entonces a un emperador con varias obsesiones que lo acompa�ar�an toda su larga vida: limitar el poder de los magnates de Asia Menor, limitar el poder de la iglesia, y obtener un imperio predominantemente europeo, para lo cual deb�a conseguir derrotar a su gran rival, el inteligente, astuto y poderoso zar Samuel, que hab�a arrebatado gran parte del imperio europeo a Bizancio.

En cuanto a la aristocracia rural y a la iglesia, no se le ocurre a nadie que Basilio II quisiera destruirlas, simplemente no soportaba que hubiera familias m�s poderosas que el mismo emperador, o una iglesia cuyo poder superara el del Estado.

Con una mentalidad que superaba a las de su tiempo, el soberano bizantino comprendi� que, si segu�an las cosas como con sus antecesores, el Estado se disgregar�a inevitablemente en diversos feudos como el que ya ten�a de hecho Eustacio Maleinos cuando el emperador lo visit� despu�s de una campa�a contra Siria, y se dio cuenta de que contaba con miles de esclavos y sirvientes, y que de haberlo deseado hubiera podido formar un ej�rcito propio, o como ya lo ten�an los monasterios, due�os de pueblos enteros sobre los que no pagaban impuesto alguno al estado, solamente su contribuci�n al obispo, lo que hac�a a�n m�s poderosa a la iglesia.

Pero conquistar el imperio de Samuel, esa era la meta principal que se hab�a fijado y no renunciar�a hasta lograrla completamente, tal vez por obra de su odio hacia los magnates de Asia Menor dio mas importancia a la guerra en Europa, o tal vez se sintiera humillado con su primer derrota luego de no poder entrar en S�rdica, lo cierto es que Samuel y su imperio eran una espina clavada en el pecho del emperador, que us� todo su tiempo disponible, su ingenio, su poder, para vencer a su adversario.

Ayuda extranjera y complicaciones en Antioqu�a.

Seguramente entusiasmado con el �xito brillante que obtuvo con los soldados varegos, el emperador requiri� ayuda del rey croata Esteban Drzhislav, le envi� las insignias reales, lo nombr� eparca de toda la zona de las ciudades d�lmatas y le concedi� el t�tulo de patricio.

Tambi�n hubo contactos con los serbios, pero cuando la delegaci�n del pa�s eslavo lleg� a Constantinopla en 992, no encontr� al emperador, porque este ya hab�a partido a presentar batalla a los b�lgaros.

Macedonia comenzaba entonces a ser el escenario de una guerra sin cuartel entre Bulgaria y Bizancio, Samuel y Basilio II sab�an que se jugaban el futuro de sus imperios, y pondr�an lo mejor de s� para ganar batalla por batalla.

Sin embargo, en 994 surgen problemas con los fatimitas que obligan al emperador a regresar a Constantinopla para luego marchar hacia el norte de Siria, donde la ciudad de Antioquia corr�a peligro y Alepo era ocupada por los �rabes.

En 995 apareci� por Alepo, sorprendiendo y derrotando al enemigo, y luego toma Rafanea y Edesa, demostrando un extraordinario talento y energ�a para la guerra.

Sin embargo, la guerra en dos frentes no puede dejar nada que no sea amargura, y otra vez lo sufri� el imperio cuando Samuel aprovecha este respiro que le da Basilio II que llega en su campa�a hasta el Peloponeso.

Sin embargo, el emperador contaba con un excelente general, Nic�foro Uranos, quien vence a Samuel en una batalla en 997 de la cual el zar b�lgaro sale muy malherido.

Pero Samuel era tambi�n un talento militar, y un hombre muy fuerte, se sobrepuso a la herida, y se recupera al a�o siguiente tomando Dirrachium e incorporando Rascia y Dioclea a su imperio a fines de 998.

Mientras tanto Basilio II segu�a con la obligaci�n de dar batalla en oriente, donde en 999 vuelve a Siria y derrota nuevamente a los fatimitas en Antioquia, aunque no puede tomar Tr�poli.

Ese mismo a�o debe partir a Armenia e Iberia para sofocar levantamientos en ambas naciones.

Reci�n puede volver el emperador a Constantinopla en 1001, saliendo precipitadamente hacia los Balcanes para volver a verse con su odiado enemigo.

 

Guerra sin l�mites.

Es en 1001 cuando Basilio II puede desplegar todo su poder�o sobre la zona de los Balcanes, ya que el oriente bizantino se encontraba estable y pacificado.

Directo y frontal como sol�a ser en la guerra, su expedici�n se dirigi� sobre S�rdica a la cual entra victorioso para luego dominar toda la regi�n, partiendo en dos el imperio de Samuel, debilit�ndolo notablemente ya desde el principio.

Tambi�n Plishka, antigua capital b�lgara, y gran Preslav son tomadas por los bizantinos.

El segundo paso fue entrar a Macedonia, donde toma Berea y conquista Serbia.

Luego se dirige a Grecia, a la regi�n de Tesalia, y la conquista sin demasiada oposici�n para luego regresar a Macedonia.

Distinta es la toma de Vodena en Macedonia, donde con grandes esfuerzos pone sitio y conquista a la ciudad de grandes murallas.
Corr�a ya el a�o 1003 y luego de tomar Vodena se dirige a Vidin, una fortaleza sobre el Danubio, que sitia con su ej�rcito pero a la cual le resulta extremadamente dificultoso penetrar.

Despu�s de varios meses de hostigar a la ciudad danubiana se ve sorprendido por Samuel, que toma Adrian�polis por sorpresa y la saquea.

El emperador, sin embargo, no act�a, no quiere distraerse ante lo que puede resultar una trampa de su inteligente adversario, y contin�a la lucha en Vidin, a la cual puede penetrar luego de ocho meses de sitio, en 1004.

Inmediatamente y sin descanso, Basilio II dirige su ej�rcito al sur, donde se encuentra con el ej�rcito de Samuel a la orilla de r�o Vardar, muy cerca de Skopje, y le inflige una derrota fundamental en el desarrollo de la guerra.

La entrada en Skopje es inmediata, volviendo tambi�n esta ciudad a la �rbita de Bizancio.

Luego de cuatro a�os de lucha encarnizada, Basilio II hab�a obtenido una victoria tras otra, hab�a partido al imperio b�lgaro en dos, le hab�a quitado las mejores ciudades y m�s de la mitad de su territorio era nuevamente bizantino.

Ante esta situaci�n, y seguramente ante la necesidad de descanso y renovaci�n de sus soldados, se decidi� a volver a Constantinopla a pasar un invierno un poco m�s confortable y a juntar fuerzas para dar el golpe final.

 

El bulgaroctonos.

A esta altura del a�o 1004 la guerra ya estaba pr�cticamente ganada por Bizancio; de esto da cuentas por ejemplo la traici�n de Dirrachium, que se pasa al bando bizantino en 1005, porque sab�an que no ten�an oportunidad de vencer del lado de Samuel.

La guerra planteada por el emperador estuvo muy alejada de las costumbres de los anteriores jefes bizantinos, pues estos sol�an atacar en las estaciones c�lidas y volver en invierno a Constantinopla, un poco para controlar los acontecimientos siempre impredecibles de la corte y la nobleza y otro poco para descansar y darse fuerzas para proseguir en cuanto el tiempo lo permitiera.

Basilio II no dud� en estar cuatro a�os en el campo de batalla, cuatro inviernos completos antes de volver, porque se hab�a trazado un plan y no ces� en su esfuerzo hasta cumplirlo, con una determinaci�n envidiable, una inteligencia prodigiosa para desarmar a su enemigo en los puntos vitales y una energ�a incomparable que no hizo caso de las inteligentes movidas de Samuel, ni de su conocimiento del terreno, ni de las maniobras t�cticas de distracci�n que el zar b�lgaro utilizaba con gran arte y suma audacia.

Sin lugar a dudas, el ej�rcito bizantino superaba en orden, disciplina y t�cnica al ej�rcito b�lgaro; adem�s la movilidad que le dieron sus comandantes fue fundamental, y los itinerarios recorridos r�pidamente y siempre impredecibles, las t�cnicas de asedio a las plazas fuertes m�s importantes y la moral alta de los soldados dispuestos a seguir a su gran l�der hasta el l�mite que este marcara, fueron fundamentales en esta guerra.

Los siguientes diez a�os de guerra encontraron a Samuel resistiendo en distintas zonas que m�s o menos dominaba, pero su imperio era ya un simple recuerdo; su resistencia, a base de una gran movilidad y de permanentes escaramuzas, no dio lugar a ninguna gran batalla hasta el a�o 1014, donde en Julio el ej�rcito bizantino lo acorrala en un pasaje de la cadena monta�osa del Clidion en la regi�n de Strymon.

All� su ej�rcito es masacrado por los bizantinos, pero Samuel huye en situaci�n desesperada hasta Prilep, que todav�a conservaba.

Basilio II, ahora m�s seguro que nunca de su victoria total, tiene un verdadero ataque de crueldad, tal vez motivado por la dilaci�n del t�rmino de una guerra que le hab�a costado buena parte de su vida, y es cuando ordena que la gran cantidad de prisioneros b�lgaros (seg�n Skylitzes: 15.000, seg�n Kekaumenos: 14.000, aunque ambas puedan ser un tanto exageradas) sean cegados, menos uno de cada cien, que har�n de gu�as para llevarlos a Prilep.

Esta crueldad era el broche final para una guerra que ya le hab�a sido favorable hac�a mucho tiempo, y confirm� el apodo que ya hac�a tiempo se hab�a ganado el emperador: matador de b�lgaros, el bulgaroctonos.

Samuel, que era un gran soldado pero no hab�a podido hacer otra cosa que resistir como pod�a al emperador durante todos estos a�os, seguramente amaba a los b�lgaros; cuando vio venir a los contingentes de ciegos que llegaban a Prilep sufri� un desmayo que lo hizo caer al suelo.

Dos d�as despu�s mor�a el gran zar b�lgaro, el 6 de Octubre de 1014.

Sin embargo, sus sucesores se empe�aron en seguir el curso de la guerra; su hijo Gabriel Radomir fue v�ctima con su mujer y su cu�ado Juan Vladimiro de un atentado que les cost� la vida en 1015, y el instigador del asesinato, su primo Juan Vladislav se hace coronar zar y contin�a las hostilidades.

El ej�rcito bizantino fue tomando parte por parte el territorio que todav�a dominaba Vladislav, que con su muerte al intentar atacar Dirrachium marca el fin definitivo de la guerra.

 

Un conquistador incomparable.

En 1018 el emperador hab�a conseguido su prop�sito, a sus sesenta a�os pod�a decir que la meta de su vida estaba cumplida: hab�a derrotado al imperio b�lgaro, los hab�a sometido completamente.

Su entrada en Ochrida fue extraordinaria, all� recibi� homenajes de sus vencidos, la zarina y el resto de la familia imperial b�lgara.

Basilio II se dedic� durante un tiempo a recorrer toda la Macedonia y las tierras al sur del Danubio, dejando bien en claro qui�n era la autoridad m�xima e indiscutible en todo el territorio conquistado.

Y era realmente una conquista absolutamente invalorable, algo que ning�n otro emperador hab�a logrado en Bizancio desde los tiempos de Justiniano, cuando comenzaron las invasiones de eslavos, hac�a ya mas de cuatro siglos: la pen�nsula balc�nica volv�a a ser un territorio bizantino en su totalidad.

Adem�s, como un hecho de gran importancia, extendi� la influencia bizantina a Dioclea, Bosnia e incluso hasta Croacia, que funcionaban como pa�ses vasallos, con sus propios pr�ncipes pero siguiendo a la pol�tica del Imperio.

Ahora la parte europea del imperio era realmente impresionante, sus dominios eran firmes y respetados, el ej�rcito estaba en su momento m�s importante desde Justiniano, el emperador bizantino era admirado dentro y fuera de su territorio y estaban dadas las condiciones para una expansi�n a�n mayor.

La situaci�n de Bulgaria.

El emperador fue muy considerado con respecto a la situaci�n del pa�s vencido, como si quisiera disculparse por la violencia y la crueldad por �l desplegadas durante la lucha.

Primero que nada, en cuanto a los tributos que deb�a pagar el pueblo b�lgaro, permiti� que fueran efectuados en especie, algo que alivi� mucho al pa�s, ya que hab�a sido devastado por la guerra durante gran cantidad de a�os.

Aqu� hay que recordar que en todo el imperio los impuestos se pagaban en met�lico, y que la circulaci�n de la moneda bizantina era vital en la econom�a del imperio y de todo el mundo conocido de entonces.

Luego, en materia religiosa, Basilio II sigui� demostrando la superioridad de sus razonamientos sobre el com�n de sus s�bditos: baj� el rango del patriarcado de Ochrida a arzobispado, lo que en principio parece como una degradaci�n, pero a cambio lo hizo independiente de Constantinopla, lo que fue recibido con gran benepl�cito por el clero b�lgaro; finalmente, el emperador adquiere el privilegio de nombrar al arzobispo.

Con estas medidas Basilio II guarda para el emperador el control de la iglesia b�lgara, evita que la iglesia de Constantinopla siga creciendo en poder y se guarda el agradecimiento del clero del pa�s eslavo.

Finalmente, en materia pol�tica, Bulgaria (recordemos: la Bulgaria maced�nica) se transforma en un thema bizantino, con su centro en Skopje.

Este thema recibe el nombre de catepanato y luego el de ducado, con lo que se demuestra la condescendencia del emperador, que as� le da mas importancia al territorio.

Silistria se transforma en la capital del thema de Paristrion al sur del Danubio y tambi�n ser� catepanato y luego ducado.

Sirmium tambi�n se convirti� en cabeza de un thema al sur del Danubio en su parte nor-occidental.

El thema de Dalmacia fue confirmado con su centro en Zara.

Luego estaba el ducado de Dirrachium, la ciudad m�s importante de cara al Mar Adri�tico y el thema de Tesal�nica, la ciudad m�s importante luego de Constantinopla, que fue elevado a ducado.

Finalmente est�n las regiones de Dioclea, Trevinia, Zachlumia, Rascia, Bosnia y Croacia no eran themas, sino como ya dijimos eran pa�ses vasallos del Imperio, con sus propios mandatarios.

As� qued� organizado el enorme territorio que ahora dominaba completamente el Imperio Bizantino, cuyo centro se hab�a corrido notablemente hacia la parte europea del imperio.

 

Nuevamente oriente.

En 1020 muere el rey Gagik I, que desde 990 conduc�a los destinos de Armenia; se produce un periodo de agitaci�n en el pa�s oriental que da la oportunidad de intervenir a Basilio II: Vaspurkan e Iberia fueron incorporadas al Imperio Bizantino, que segu�a acumulando poder ahora en un oriente lejano.

El reino armenio de Ani pasar�a a Bizancio al morir Juan Smbat, su rey, seg�n el acuerdo logrado por el emperador.

Segu�an siendo relegados por el emperador los themas de Asia Menor, en detrimento de los nuevos themas fronterizos: Antioquia pasaba a ser ducado, Mesopotamia tambi�n, luego Edesa, el Vaspurkan e Iberia ser�an nombradas catepanatos, lo que tambi�n elevaba su categor�a sobre los themas de las regiones de Anatolia y Capadocia.

As� quedaba tambi�n organizado el lejano oriente bizantino, dando preponderancia a los territorios conquistados por Focas, Tzimisc�s y Basilio II por sobre los themas donde la aristocracia rural ten�a su propio baluarte.

 

Tambi�n occidente.

Como si su obra de conquista fuese poca, el emperador plane� tambi�n la reconquista de los territorios de la isla de Sicilia, que todav�a estaban con un recuerdo cercano de su dominaci�n bizantina.

Antes hab�a formado un catepanato con todos los dominios que quedaban en el sur de la pen�nsula, lo que dio mayor cohesi�n a la administraci�n del territorio.

Basilio Boioanes era el catep�n que hab�a hecho fuerte el sur de italia, aprovechando tambi�n la influencia bizantina en la corte occidental, cuyo emperador Ot�n III era hijo de Te�fano, la muchacha pariente de Juan Tzimisc�s dada en matrimonio a Ot�n II, su padre.

Su plan inmediato era aprovechar la fuerza del catepanato de Italia para invadir Sicilia, y para ello se prepar� durante mucho tiempo, aprovechando la estabilizaci�n de sus dem�s fronteras, pero el 15 de Diciembre de 1025, a los 67 a�os, mor�a el gran emperador.

Lamentablemente, no le alcanz� la vida a Basilio II para comenzar este plan, pero su obra a favor del Imperio fue invalorable.

 

Los errores de un gran emperador.

Sin dudas Basilio II fue uno de los m�s grandes emperadores de toda la historia de Bizancio, y uno de los personajes mas destacados de la Europa medieval de los siglos X y XI, pero no por eso su destacada labor al frente del imperio y su personalidad fueron infalibles.

En principio, su gobierno netamente autocr�tico, basado en el culto a su personalidad, no pod�a sino dejar un vac�o de gente con reales valores que podr�an sucederlo al frente del ej�rcito o del mismo imperio.

Es l�gico pensar que si durante cuarenta a�os el ej�rcito es conducido por una sola persona, que es el jefe excluyente y al cual se le acatan las �rdenes como si fuera un dios, no habr� a su muerte quien pueda sucederlo con un m�nimo de aptitudes, ya que todos estaban bajo sus indiscutibles y personal�simas �rdenes y decisiones, no pudiendo hacer otra cosa que obedecer o morir.

Por supuesto que hubo generales destacados que lucharon para �l, pero siempre bajo su autoridad, lo que no permit�a que estos generales lograran un m�nimo de popularidad o de personalidad.

Esa misma autoridad monumental que ten�a el emperador en vida cre� luego de su muerte un vac�o que pudo ser llenado en el futuro a duras penas por un par de generales que, siendo buenos soldados, perdieron sus puestos a causa de los manejos de la corte bizantina, demostrando que su poder era limitado a pesar de su talento militar.

 

La sucesi�n.

Exactamente lo mismo que pas� con el ej�rcito ocurri� en la corte: no hab�a a su muerte en 1025 una persona capaz de sucederlo aunque sea con un m�nimo de aptitudes, no al menos los que estaban en la corte, entre sus familiares o allegados.

Constantino VIII, ya con mas de sesenta a�os, aunque hab�a acompa�ado a su hermano en alguna de sus campa�as, aunque siempre estuvo presente en la corte, aunque asociado desde siempre al trono, no ten�a demasiado inter�s en conducir personalmente los destinos del Imperio.

La figura del emperador recientemente fallecido era en 1025 absolutamente imposible de reemplazar, pero lo que era a�n peor, no hab�a un solo miembro de la dinast�a maced�nica que pudiera emularlo aunque sea parcialmente.

�Porqu� era importante que alg�n miembro de la dinast�a reinante lograra una sucesi�n mas o menos interesante? Pues porque en el pueblo de Bizancio se hab�a arraigado tanto el concepto de sucesi�n por legitimidad hereditaria que se ve�a imposible lograrlo de otra manera.

Si tan solo el emperador hubiera tenido hijos el problema hubiera sido menor, pero adem�s de esto tampoco su hermano y co-emperador Constantino VIII tuvo hijos varones, sino que tuvo dos hijas mujeres que eran ya grandes en 1025, lo que no impidi� que en un futuro una de ellas, Zoe, se casara dos veces para "producir" otros tantos emperadores y adoptara a uno tambi�n, lo que demuestra hasta que punto la legitimidad era importante en el Imperio.

Y fue el influjo de la figura de Basilio II lo que ayud� a hacer a�n mas fuerte en la poblaci�n el concepto de legitimidad mediante un origen din�stico, aunque ya desde la �poca de Romano Lecapeno y luego los usurpadores Nic�foro Focas y Juan Tzimisc�s la regencia o el matrimonio era lo �nico que pod�a legitimar a un emperador.

Esta fue la gran deuda de Basilio II con el Imperio: no haber armado una sucesi�n que conformara al pueblo y a la nobleza, y que hiciera una especie de continuidad de su gobierno, lo que tuvo como consecuencia el desmembramiento lento pero inexorable del Imperio debido a la imparable feudalizaci�n que se produjo en los a�os siguientes como consecuencia de que no se aplicaban las leyes dictadas por �l, y de que nadie se preocup� demasiado desde el poder de mantener y aumentar sus conquistas, y de ordenar la vida de los ciudadanos de acuerdo a los intereses del Estado.

Una deuda que no es peque�a, y que se fundamenta en el nulo inter�s del emperador en la vida de una corte que el ve�a como superflua y desde�aba ostentosamente.

Una deuda evidentemente muy grande, pero que no le quita el m�rito de ser considerado uno de los m�s grandes emperadores de todos los tiempos.

 

Rolando Castillo

 

 

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